-¡Cariño, no encuentro el orégano!
-¡Está en la alacena, al lado de la canela, junto al bote de la harina!
-Tu madre tiene un serio problema de ubicación- Torció los labios.
-Yo que tú miraría al lado del frasco de las galletas- Señaló el armario a su derecha con el lapicero.
-¡Bingo!- Lo enseñó con gesto de triunfo.
-Mierda mierda mierdaaaaaa- Bella se dejó caer en la cama.
Vale, era definitivo. Tres pruebas de embarazo no pueden estar mal al mismo tiempo ¿no?
-Joder…- Se tapó la cara con las manos- Lo sabía- Suspiró sentándose en el borde.
-Cielo, la comida ya está hecha. Uhmmm ¿Estás bien?- Se acercó hasta sentarse a su lado, apoyando la muleta en un costado de la cama.
-Claro que sí- Le sonrió- Edward, no deberías subir tantas veces. Te agota- Le riñó.
-Tengo que hacerlo. Tonifica mis fofos músculos- Hizo un puchero real.
-Que bobo eres mi fofillo- Besó sus labios con ahínco.
-Bella…- Su mujer deslizaba sus carnosos labios por su cuello- Joel está esperando, y tiene hambre- Sonrió para después gemir- Dios…Me vuelves loco- Atrapó sus labios con hambre, dejándose llevar por la intensidad, hasta que ambos se recostaron sobre la cama, con Bella sobre él.
-No me extraña que tío Em diga que pronto me vais a dar un hermanito- Como si de un resorte se tratase, ambos se irguieron hasta quedarse tiesos como estacas. Joel les miraba con el ceño fruncido desde la puerta, con los brazos firmemente cruzados sobre su pecho.
-¿Que Emmet te ha dicho qué?- Preguntó sorprendido Edward.
-Pues eso, que con muchas caricias llegan niños- Se encogió de hombros.
-Hablaré con Emmet- Edward estaba enfadado- Vamos a comer- Tomó la mano de su mujer, pero ésta seguía estática, mirando al frente- ¿Bella?- Tiró suavemente de su mano. Ella le miró pero sin mirarle.
-¿Qué?.. ¡Ah!- Sí, la comida… Sí… Sí… ¿Vamos?- Se levantó intentando aparentar normalidad.
-Cariño…- Edward la llamó.
-¡Tengo hambre!- Sonrió con fuerza apartando la mirada de su marido y saliendo por la puerta sin esperarlos.
Edward tomó la muleta y le hizo un gesto a Joel con la cara. Su hijo se limitó a volver a sacudir los hombros.
Al bajar, encontraron a Bella sirviendo la pasta en los platos, tan concentrada que no se dio cuenta cuando se sentaron en las sillas. Ambos la miraban.
-Y bueno, ¿qué tal el Cole?- Preguntó a Joel quien entrecerró los ojos.
-Mamá, sabes que hoy no teníamos clase- Bella congeló su sonrisa.
-Cierto… Cierto…- Sonrió forzadamente. Edward no la quitaba el ojo de encima.
-¿Va todo bien?- Inquirió arqueando una de sus cejas.
-Claro- Mintió fatal, dejando escapar una sonrisa de normalidad.
-Mamá- Joel la llamó, ella le miró sonriendo.
-Dime cariño.
-Te estás comiendo los espaguetis con la cuchara- Bella abrió sus ojos como platos, borrándosele la sonrisa de inmediato. Las carcajadas de Su marido e hijo no se hicieron esperar.
-Bueno, ¿qué pasa?- Preguntó enfadada- Debo suponer, que el Señor Maravilla y don perfectísimo- Entrecerró los ojos mirándoles fijamente a los dos- No cometen errores ¿No?- Bufó realmente cabreada.
-Vamos cariño, no te pongas así- Intervino Edward conciliador- Tienes que admitir que ha sido gracioso- Luchó por no reír de nuevo, pero Joel no le ayudó cuando escuchó las risitas que por lo bajinis emitía.
-Comamos- Siseó entre dientes tomando, esta vez sí, el tenedor.
Los dos comieron, intercambiándose miradas cómplices entre ellos. Bella les miraba amenazante. El silencio tenso se hizo forma en la cocina.
Y… Bueno…- Edward tomó un sorbo de agua- Mañana es la cena de despedida de mis padres.
-Ya lo sabemos… Cariño- Vocalizó con ironía Bella.
-Bueno, tan sólo quería que hablásemos de algo- Le recriminó él.
-Pues hay miles de cosas de las que hablar. No es necesario que recalques las mismas cosas- Respondió molesta. Joel les miró, se sentó en la silla y se limitó a escuchar.
-¿Por qué te pones a la defensiva?- Preguntó incrédulo.
-No estoy a la defensiva- Suspiró cansinamente.
-Sí, si lo estás Bella.
-No, no lo estoy Edward.
-Vale. Como tú digas- Pinchó los espaguetis con fuerza.
-¿Qué, si no le doy la razón al señor se mosquea?- Tiró la servilleta sobre la mesa. Edward se tensó.
- ¿Se puede saber qué coño te pasa?- Soltó el tenedor furioso.
-A mi no me hables así Edward Cullen- Le amenazó con el dedo.
-Pues si no quieres que te hable así, entonces no te comportes como una niña- Se acomodó de mala leche en la silla.
-No me estoy comportando como una niña. Que yo sepa, no he sido yo quien se ha reído como un crío- Le espetó.
-Tal vez, si dejaras de comportarte como si no estuvieses aquí, no tendrías necesidad de equivocar el cubierto a la hora de comer.
-Habló Don Perfecto. Pfff- Desmigajaba nerviosa un pedazo de pan.
-Vale. Buena argumentación, sólida, eficiente. Me acaba de dejar usted deslumbrado Señora Swan- Eso la dolió.
-¿Ya no soy la señora Cullen?- Respondió dolida.
-Vamos Bella. No saques las cosas de quicio- Bufó exasperado.
-¿Qué yo saco las cosas de quicio?- Se levantó arrastrando la silla -Eres tú quien ha utilizado mi apellido de soltera con malicia- Le acusó.
-No lo he usado con malicia. Deja de tergiversar las cosas- El también se levantó apoyando las manos en la mesa.
-No, si ahora yo seré la culpable de todo- Comenzó a llorar. Edward suspiró.
-Cariño. Dejemos esto y cenemos. Por favor- Se acercó a ella tomándola por los hombros.
-¿No quieres que sea la señora Cullen? ¿Ya te has aburrido de mí?- Habló entre sollozos. Joel agachó la cabeza, incapaz de moverse para salir de la cocina.
- No digas tonterías amor. Eres mi mujer. Nunca podría aburrirme de ti- Sonó exasperado.
-¿Lo ves?- Levantó la cabeza apartándose de él- Suenas aburrido- Dijo en un hilo de voz.
Edward respiró hondo. Pasó su mano por su pelo, mesándose éste, para acabar presionándose el puente de la nariz.
-Bella…- La miró -¿Qué te pasa?- Preguntó tranquilo.
-No me pasa nada- Ella no le miró.
-Mírame- Ordenó- Y dime que te pasa- Esperó paciente.
-Estoy embarazada- Susurró tan bajito que Edward no la entendió.
-¿Qué?- Preguntó de nuevo.
-Que estoy embarazada Edward. Embarazada- Su marido se quedó estático. La miró, pero en sus ojos se leían demasiadas cosas. Bella las malinterpretó.
Sin esperar a nada, salió disparada hacia la habitación, dónde se tiró en la cama, ocultando su cara al mundo.
En la cocina, dos personas seguían en la misma postura. Edward miró a Joel.
-Vas a tener un hermanito- Le sonrió de oreja a oreja.
-Pues claro, estáis todo el tiempo besándoos- Arrugó el entrecejo y Edward no pudo evitar reír con ganas
- Ahora vuelvo- Besó su cabeza y tomando la muleta, emprendió las escaleras.
-Me gusta Emma. Es un nombre de mujer que siempre me ha llamado la atención- Bella se giró, viendo a su marido parado en la puerta, con una enorme sonrisa cruzando su cara- Aunque también podría ser Aaron. ¿No crees?- La miró lleno de amor.
-¿Estás contento?- Preguntó tímidamente.
-Mi preciosa y maravillosa esposa- La levantó de la cama, abrazándola con fuerza -¿Qué clase de pregunta es esa?- Arqueó una ceja de incredulidad.
-No sé cariño, pensé que no sería buena idea… Ahora- Bajó la cabeza, pero el se lo impidió.
-No se me ocurre mejor momento- Estaba pletórico- Te Amo- Le dijo con pasión- Te Amo Te Amo Te Amo Señora Cullen- Ella se derritió en sus ojos.
-Perdona lo de antes- Se avergonzó.
-No pasa nada, son las hormonas- La guiñó un ojo divertido- Por cierto… ¿Cuándo…?- No terminó la pregunta.
-La noche de… Bodas- Hizo una mueca. El rió- Ya sabes, no veía necesidad de tomar la píldora y eso…- Se excusó.
-Me parece perfecto- La besó.
-¡GENIAL, A POR MÁS NIÑOS!- Les gritó Joel desde la puerta completamente enfurruñado. Ellos no pudieron más y estallaron en carcajadas.
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