-Y ¿qué harás ahora?- Siguió preguntando Jasper

-Supongo que dejar las cosas fluir- Respondió Edward

-Pues que fluyan… que fluyan…- animó Jasper mientras se levantaba a por un par de cervezas y se sentaba en el sofá.

Edward se levantó del piano y se sentó en el sillón que quedaba en frente de Jasper. Tomó la lata que le arrojó éste, y se dispuso a contarle a su amigo, lo que estaba pasando.

-Cuando la vi salir del aeropuerto, supe que era ella. No me preguntes por qué, simplemente lo supe. Mi cuerpo me lo decía. Jamás había deseado tanto que una mujer se me acercase Jazz, era extraño pero, sentía como si el espacio que nos separaba, fuese una tortura. Ansiaba como un loco que se acercase, ansiaba olerla, escucharla. Me sentía poseído por una especie de atracción fatal.

Cuando la tuve delante de mi, y me miró con esas dos tazas de chocolate que tiene por ojos- Se paró para sonreír perdido en sus pensamientos- terminé por perderme. No tuve plena conciencia de dónde estaba, ni con quien, sencillamente sentí que esos ojos me embebían, me absorbían completamente y deseé tocarla, besar sus labios, abrazarla, deseé decirle que era yo, que todo iría bien.

Sentí deseo, un deseo que se transformó en excitación mientras imaginaba la sedosidad de su piel, el sabor de su boca, la música de sus gemidos y me costó no tomarla ahí mismo Jazz. Fue mágico. De repente sentí que mi vida tenía forma y nombre de mujer, Bella. Y no fue hasta que oí la voz de su hijo, que no reaccioné. Me dolió salir de esa burbuja, no sabes cuanto. Estoy perdido Jasper… Estoy enamorado- Suspiró dejándose llevar por una tonta sonrisa.

Terminó mirando a su amigo que asistía callado al relato que Edward relataba.

-¿Sentiste mariposas en tu estómago, o es una leyenda urbana?- preguntaba divertido Jasper

-Las sentí- Y sonrió también.

-Bueno amigo, pues ya está hecho. Te enamoraste. Ahora trata de hacer las cosas bien, ya sabes porqué está aquí- Edward asintió mirando a su amigo. - Rose la quiere mucho, y es mi hermana. Y aunque sé muy bien por que te conozco que vas a hacer lo correcto en todo momento, no quiero que mi hermana se disguste. Ella ha apostado fuerte para que Bella venga aquí. Se sentiría responsable si las cosas se tuercen y ella sufre. Lo entiendes ¿Verdad?- Preguntó serio.

-Perfectamente Jazz…- Aunque en ese momento, una sombra cruzó sus ojos

-Hay más, ¿No es cierto?- A Jasper no se le pasó por alto el gesto de su amigo

-Esta tarde, tuve sexo con ella- Levantó la vista unos instantes para mirarlo, pero en seguida la desvió- No fue premeditado, supongo que se alinearon los Planetas, y pasó. No voy a negar que lo deseaba con todas mis fuerzas, ¡Demonios, claro que lo deseaba! Y creo que ella también. Fue un polvo Jasper, un polvo salvaje. No era lo que tenía en mente, por su puesto, pero cuando la vi tumbada en esa cama, semidesnuda, absolutamente deseable, no pude contenerme- Y alzó de nuevo la vista a Jasper mientras confesaba.

-No irás a arrepentirte, espero. Quiero decir- Jasper se pasó los dedos por su pelo- Después de lo que acabo de contarte, obviamente las cosas han cambiado. Has empezado a construir la casa por el tejado. Lo de las citas, el primer beso y todo lo demás, parece que era alargar mucho el asunto. ¿No? , Lo que me pregunto, es por qué. No eres así tío. Ni siquiera con tus citas más locas. No sé, estoy confundido- Le dijo riéndose.

-Yo lo estaba. Ahora tengo las cosas más claras que antes. Probablemente no empezamos bien. O al menos, yo no empecé bien. Pero después que pasara, le encontré la lógica- Miró a Jasper que lo miraba a su vez más confundido si cabe.

-Cuando hable con ella en la lancha, de camino al hotel, me di cuenta del dolor que arrastraba. Sentí que se protegía de mí, y noté su miedo. No soy idiota Jazz, sé que para ella tampoco pasé desapercibido completamente, y ese es el motivo por el que entendí se protegía. Estos días, después de quemarse, de verla por unos minutos al día, tenía esa sensación más clara si me apuras. Y ¿sabes qué?, sin proponérmelo di con la solución- Edward se removió en su asiento antes de continuar.

-Sabía de su atracción por mí, lo he confirmado en sus gestos, en sus reacciones, en cómo me mira. Después de tener sexo, ambos nos tendimos en la cama y no hablamos, nos dedicamos a acariciarnos Jazz. Parecía como si ninguno de los dos quisiese parar ese momento, y ahí supe que ese preciso momento, era el comienzo de algo- Su menté divagó por aquellos instantes mágicos.

Jasper lo seguía mirando incrédulo, incapaz de llegar a la conclusión aparentemente obvia, a la que había llegado su amigo. Le hizo el gesto de no saber con las manos y una mueca en los labios, y Edward prosiguió.

-Después de ese polvo salvaje, aparentemente carente de sentimientos, mi yo, se manifestó a través de las caricias. Quise demostrarle, no sólo que tendría un sexo increíble, sino mucho más, me tendría a mí si quisiera. Quise que no me tuviese miedo. Confieso, que me aterró la idea de que pensase que tan sólo me interesó su físico, y sin palabras, mi cuerpo intentó transmitirle todo mi ser.- Miraba a su amigo con la lógica en sus ojos.

-¿Crees haberlo conseguido?- Preguntó Jasper

-Espero y deseo que sí- Afirmó el.

-Tiene un hijo, ¿has pensado en eso?-

-Lo sé. De momento y para serte sincero, no lo he pensado demasiado, pero sé que es un paquete indisoluble. Dónde va Bella, va su hijo- Dijo asintiendo.

-Cuidado Edward, acaba de perder a su padre. Alice me ha dicho que es un niño encantador, pero que a veces tiene un carácter difícil, y últimamente, se ha convertido en una especie de "protector" de su madre- Al acabar de decir eso, Edward no pudo evitar soltar una carcajada.

-¿Me cuentas el chiste?- Preguntó Jasper

-Digamos, que he comprobado esa "protección"- Respondió carcajeándose de nuevo a la vez que entrecomillaba la palabra.

-Bueno- Dijo Jasper, espero que sepas lo que haces. -Al menos parece divertido- Dijo arqueando las cejas mientras se levantaba

-¿Te vas?- Se sorprendió Edward.

-Sí. He quedado con Alice y con mi hermana para cenar. ¿Vienes?- Le preguntó.

-No. Yo también he quedado para cenar. Lauren cocina pasta, y me ha invitado- Respondió Edward.

-Bueno, en tal caso, me voy- Se dirigió a la puerta, pero antes de volver se giró para comentarle a Edward - Supongo que a partir de ahora, tu amistad con Lauren se verá reducida. Creo que entiendes por qué- Movió las cejas.

-Sí. Y ella lo tendrá que entender igual. Lauren sabe que es cuestión de tiempo. Tendrá siempre mi amistad, pero nada más- Aseveró

-Bien. Espero que de verdad lo entienda. Esa chica está profundamente enamorada de ti Edward. Lo va a pasar mal- Suspiró sabiendo lo que pasaría.

-Lo sé. Pero siempre ha sido consciente de la realidad- Dijo tajante.

-Bien. Adiós tío- Se despidió Jasper

-Adiós Jazz- Y se dirigió a la ducha

Lauren iba a ser un asunto delicado. Mientras el agua escurría por su cuerpo, supo que esa noche algo se rompería. También supo, que le iba a doler. El hecho de rechazar a Lauren varias veces, no significaba que no la quisiera. La quería, y mucho. Era una chica noble, con unos sentimientos sinceros. Ella le había confesado su amor varias veces. Cuando se pasaba con el alcohol, desinhibida completamente, ella le rogaba unos besos y unas caricias que él nunca le daría.

No se podía decir que su cuerpo no le hubiese atraído, lo hizo. Lauren era una chica muy bonita, pero Edward sabía que aquello heriría más a Lauren. Era su amiga, no quería estropear esa relación por una noche de sexo. Y aunque ella le jurase y perjurase que sabría separar conceptos, en el fondo se mentía, y Edward lo sabía, por eso, con el paso del tiempo, miró a Lauren con los sencillos ojos de un buen amigo.

Las mañanas siguientes a esas noches bañadas en alcohol, Edward solía despertar en el sofá de la casa de Lauren. Después de acompañarla y dejarla en su cama durmiendo la borrachera, el se quedaba en su casa. Se sentía responsable de ella en cierto modo, y sabía que si Lauren bebía, era en parte por no sentir la cercanía dolorosa de él. Así que, después de prepararla el desayuno y esperar a que ella acabase, salía de su casa en dirección al trabajo, no sin antes asistir a otro de los momentos duros de Lauren. Esos en los que le pedía perdón de manera dolorosa, y juraba una y otra vez no volver a repetirlo. Hasta que decidía que la realidad era demasiado dolorosa para soportarla sobria…

Cuando su cama estuvo acompañada de otras mujeres, procuró que Lauren no se enterase. En dos ocasiones sus amigos se fueron de la lengua mientras tomaban unas cervezas, y pudo ver como los ojos de ella se teñían de dolor. De repente se encontraba mal, y quería irse a su casa. Esas veces, Lauren no quería que la acompañase, es más, no quería ni que la tocase.

Era evidente que los celos la consumían, eso le dolía. Le hacía sentir culpable, por eso habían mantenido una conversación seria unas cuantas veces, dónde él le ponía las cosas en claro, y dónde ella se mostraba de lo más sumisa y racional cuando Edward amenazaba con dejar la amistad por el bien de los dos. Luego, en la soledad de su casa, ella se dejaba llevar por la ira y destrozaba todos los adornos que decoraban sus estanterías. En poco más de tres meses, se quedó con las habitaciones diáfanas, y haciendo varias visitas al bazar del complejo para repoblarlas.

Sí. Definitivamente iba a ser difícil y doloroso. Pero Bella era la destinada a llenar el hueco que Lauren reclamó durante esos años, y ya nadie podría cambiar eso. Por mucho que doliese.

Se masturbó pensando en ella. Seguía sintiendo deseo de su cuerpo, de la miel de sus labios. Quería sentir su sexo de nuevo, pero ésta vez, también con su lengua. Su miembro no tardó en reaccionar mientras pensaba en como sería saborearlo, explorarlo. Masajeó su caliente erección moviendo sus caderas de manera sexual, imaginando sus embestidas a Bella, mientras que con la otra mano acariciaba su pecho, con los ojos cerrados se dejó llevar por el placer, y derramó la esencia de sus deseos contra la mampara del baño.

Se aclaró y salió de la ducha. Se vistió y después de pasarse los dedos por su pelo sin mirarse al espejo, salió de su casa para dirigirse a la de Lauren. Al fondo, podía ver las siluetas de las cabañas del complejo. Su corazón latió con fuerza, igual que su sexo. Pensó en olvidarse de todo y dirigirse a esa cabaña, pero consideró que las cosas debían hacerse a su tiempo, y en ese momento, no lo era.

De modo que suspiró, y retomó sus pasos. Iba pensando en Bella cuando entró en el pequeño jardín que bordeaba la casa de Lauren, y de repente sintió un escalofrío.

Sí, se dijo. Va a ser difícil. Y tocó en la puerta.

-¡Hola cariño!- Ella casi gritó

Y ante ese entusiasmo, no le quedó más que tragar hondo y forzar una sonrisa…