Tras la proposición de boda a Edward y su posterior aceptación, Bella y Edward pasaron una tranquila noche. Tras vestirse, se disculpó con él y salió al pasillo. Por fin, después de tanta tristeza y angustia vivida, veía la luz al final del túnel.
Quiso llamar a mucha gente importante para ella para informarle de la buena nueva, todos habían sido un gran apoyo en esos meses tan duros, por lo que no podía escoger.
Sacó su teléfono de su bolsillo, accionó la agenda y sin mirar, seleccionó un número. El número agraciado fue el de Alice.
Inconscientemente, una sonrisa había salido de su boca, a quién mejor que Alice para darle la noticia de un evento.
En solo dos tonos, Alice respondió.
- Dime Bells… ¿ha ocurrido algo?- a pesar de que Edward se iba recuperando poco a poco, todos estaban con la mosca detrás de la oreja.
- No tranquila, es decir, si ha ocurrido pero… es buena noticia- en la cara de Bella había una perpetua sonrisa.
- Y… ¿me la vas a contar de una buena vez?- gritó Alice emocionada.
- Tan tan tataaaaaaaannnnnnnnnnn- no hacía falta palabras, una canción valía más que mil palabras.
- ¡¿Qué? ¡¿Qué?- gritó Alice emocionada- ¡Ay Dios! ¿Cuándo? ¿Dónde?- Bella rió, sin ver a Alice sabía que corría de un lado para otro.
- Cuando se recupere Edward, ahora mismo… es algo difícil- al momento, todo ruido al otro lado del teléfono fue nulo- ¿Alice?
- Bella… ¿eres consciente de lo que dices?- Bella no entendió- Sabes que la recuperación de Edward va a ser lenta, pueden pasar hasta años hasta que vuelva a recuperarse totalmente.- Bella realmente no había pensado en eso.
- Pero…no puedo casarme con Edward en el hospital- rió a modo de bromas.
- ¿Por qué no?- la risa de Bella se esfumó- Claro que puedes, es más…lo harás. Bella… ¿desde cuando habéis sido una pareja típica? Vosotros no hacéis las cosas igual que el resto de los mortales- esta vez fue Alice la que rió sonoramente
- Pero… no podré encargarme de nada, no me quiero separar de Edward y cuando no estoy con él… necesito estar con Joel.
- ¿Desde cuando eso es un problema? Rose y yo podemos encargarnos de todo. Además… esto será una pre boda, la grande la podéis celebrar en Las Maldivas- la cara de Bella se iluminó.
Las Maldivas, el paraíso que los unió, sería realmente precioso, volver a sellar su amor con Edward allí.
Los planes de Alice no eran ninguna tontería, realmente no quería esperar más tiempo para casarse con Edward.
- Está bien…- la sonrisa llegó de nuevo a su boca- podéis organizarla pero… Alice, quiero que sea algo discreto. Solo nosotros, algo sencillo
- Cuenta con ello
A continuación llamó a Rose. Ella también era una parte importante en su vida y tenía que contarle los planes. Rose, al igual que Alice, se emocionó con el nuevo acontecimiento.
En cuanto colgó, volvió a la habitación para estar al lado de su futuro marido, intentando disimular el nerviosismo que recorría sus venas.
- Ya estoy aquí amor- le dijo ella tumbándose en un lado de la cama
- ¿Todo bien?- preguntó él.
- Más que bien.
Los días fueron pasando y finalmente, la boda estaba datada para próximo sábado.
Todos estaban muy emocionados, incluido Joel, el cual desprendía felicidad por cada poro de su piel. Él ya consideraba a Edward como su padre pero… este hecho, hacía que el vínculo fuera mucho mayor.
Los padrinos serían Jasper y Alice, tal y como ambos habían hablado en su día. Jasper para Edward había sido como un verdadero hermano y Alice…Alice para Bella había sido más que una hermana.
Todos pusieron su granito de arena, incluida Jackie, la cual siempre vio a Bella como una verdadera hija. Se alegraba por ella que la vida le hubiese dado una segunda oportunidad de ser feliz, se la merecía.
Jasper fue el encargado de comprar las alianzas, buscando por toda Kansas, los anillos más especiales que pudieran existir. Era el símbolo de un amor sellado ante Dios o ante la humanidad, un vínculo que duraría para toda la vida.
Entró en millones de joyerías, buscando algo único y finalmente lo encontró. Eran dos alianzas de oro blanco, sencillas pero muy especiales. Cada alianza tenía una inscripción en una lengua antigua. En la de ella para él ponía: Mi corazón es tuyo, cuídalo, mientras en la de él para ella se podía leer: Tú me completas, no puedo estar sin ti.
Alice por otro lado, se encargó del traje de novia de Bella. Debía ser algo sencillo, y para nada ostentoso. Un vestido elegante para el acontecimiento, por lo que usó todos sus contactos para conseguirlo. Faltaba muy poco tiempo para el gran acontecimiento y no sería tarea fácil.
Emmet y Rosalie, se encargaron de los trámites previos a la boda, presentando toda la documentación de Bella y Edward en el registro civil, para que una vez celebrada la boda, solo tuvieran que llevar el documento de celebración del enlace.
Esme y Carlisle, pasaban mucho tiempo con Edward, cuando Bella se ausentaba para cuidar a Joel para así evitar que éste se percatase de la actividad frenética que llevaba el resto de la familia.
El gran día se acercaba y faltaba los más importante, el sacerdote que celebrase el evento. Era época de bodas, por lo que la mayoría de ellos tenían sus agendas ocupadas, para al menos tres meses. Todos tenían muchos contactos pero…ningún sacerdote o similar estaban en sus listas.
- Bella… tranquila, encontraremos a alguien- la intentó tranquilizar Alice, siendo ella la mayor histérica del mundo. A Bella realmente le daba igual, que más le daba si era un sacerdote o un funcionario el que la casaba con Edward, lo importante eran ellos y su unión.
Esa tarde, la pasó completa con Edward, ya que Emmet y Rosalie, habían llevado a Joel al cine para ver una nueva película Disney.
A pesar de las circunstancias y de la poca movilidad de Edward, adoraba tumbarse en su cama con él, sentirlo cerca, poder percibir su olor en todo su esplendor.
Por supuesto para Edward era increíble, tener a su mujer, como él ya la llamaba a su lado.
Hablaron, rieron e incluso dormitaron juntos.
En ese sueño, Bella recordó a alguien, haciéndola despertarse de golpe: Padre Gabriel.
Intentando no despertar a Edward, se levantó despacio de la cama. Debía aprovechar ese momento para ir a la capilla del hospital, quizás… quizás él podría ser la solución.
Una vez en la puerta de la capilla, tomó aire y finalmente empujó la gran puerta de madera, que separaba, los fríos pasillos blancos de aquel hospital con aquella capilla pequeña pero acogedora.
No había nadie en los escasos bancos, no se escuchaba nada excepto el crepitar de las velas. Olía a madera vieja mezclada con incienso.
Se animó a recorrer el corto pasillo, sentándose en la primera fila, intentando ordenar sus pensamientos.
- Veo que… nunca perdió la fe- una voz la sacó de sus pensamientos. Giró su mirada hacia la derecha y ahí estaba el Padre Gabriel, sin su sotana.
- Nunca la perdí- susurró ella- siempre la tuve pero… la fe no es igual entendida por un niño que por un adulto- se excusó ella, por aquellas palabras que le dijo en su día.
- La fe es la misma para todos los hijos de Dios- aclaró él.
- No hablo de esa fe infundada por la Biblia, hablo la fe que tiene toda persona a pesar de su religión- aclaró Bella. El Padre Gabriel le sonrió, entendiendo a lo que Bella se refería. Realmente daba igual de donde proviniese la fe, todas acababan en el mismo lugar.
El párroco se acercó hasta ella sentándose a su lado sin decir nada. La mirada de Bella estaba perdida en las llamas cálidas de los cirios, mientras que el párroco miraba a su "Padre".
Tras unos minutos de cómodo silencio Bella se decidió a hablar.
- Él salió adelante, Edward… se está recuperando.
- Me alegro muchísimo tanto por usted y su hijo, como por él. Ese niño es…
- Muy especial- le cortó Bella- Joel ha sufrido demasiado para su edad y para él, Edward es un patrón a seguir.
- Es un gran chico y eso se debe a que tiene buenos progenitores- tras eso ambos callaron.
Esta vez fue el párroco el que rompió el silencio.
- Puedo preguntarle… ¿Qué le ha traído a la casa de Dios?- la voz del hombre era amable y cálida. Sabía que para Bella no le era fácil estar allí.
- He venido para pedirle un favor- dijo de golpe- no lo tiene que hacer si no quiere, por supuesto.
- Dime de que se trata y yo mismo lo sopesaré- por primera vez, el Padre Gabriel la tuteó.
- Voy a casarme con Edward, y vamos a hacerlo en el hospital. No tengo quién oficie la ceremonia y… pensé en usted
- ¿Me permite hacerle una pregunta?- ella asintió- ¿Por qué? Es decir, ¿por qué se quiere casar por la iglesia si no cree en ella?-
- No es que no crea en ella- se defendió Bella- Mi fe en Dios está muy dañada- Bella suspiró- creo que me ha castigado demasiado en la vida y que…
- Dios no castiga- le cortó el sacerdote.
- No castiga pero tampoco ayuda. Sabe… muchas veces intenté hablar con él, intenté pedirle ayuda pero… nunca me escuchó.
- Ésta vez si lo hizo, su pareja se recuperó
- Si pero… no creo que Dios haya tenido que ver con eso. Edward no merecía morir, creo que ha sido cuestión de justicia y sobre todo ha sido gracias a su fortaleza.
- Respeto su opinión, aunque no sea la misma que la mía- el párroco se puso en pie- en cuanto a oficiar su boda… lo siento, no puedo hacerlo- tras eso se marchó.
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