La Navidad se acercaba, y con ella, la toma de decisiones difíciles.
Jackie nos había invitado a las chicas a tomar un café en su casa. Edward Joel y yo, llevábamos una semana viviendo en una casa que habíamos alquilado, bueno, Edward había alquilado para no estar separados.
-Bella- Llamó Jackie- ¿Cuánto tiempo tiene pensado Edward quedarse?- Preguntó.
-No lo sé Jackie, el se empeña en que quiere estar aquí para cuando el proceso se inicie.- Respondí.
-Eso dice mucho de él. Me parece correcto por su parte.- Respondió con una dulce sonrisa.
-Jasper está en las mismas- Añadió Alice.-Quiere quedarse el tiempo que sea necesario.- Sonrió con la cabeza en otra parte.
-Por lo que me ha dicho Emmet, las cosas ven bien. Mañana llegan Carlisle y James.- Bella se tensó al oír a Rose.
-Creo, sin duda, que el tener tres novios abogados, es una enorme suerte.- Alice bebió de su taza.
-Lo es cariño. Y además de eso, apuestos y gentiles- Añadió Jackie suspirando.- Sí, podéis consideraros afortunadas.- Sonrió a las tres.
Las tres bajamos la vista a nuestros cafés, sin duda era verdad. Cada una de nosotras estaba copada de felicidad, únicamente oscurecida por el asunto que nos ocupaba.
-Niñas…- Comenzó a hablar Jackie.- Estos días he estado pensando. Las Navidades se acercan- Bella se tensó, y Jackie tomó su mano.-Querría… Me gustaría organizar una cena para todos.- Ofreció tímidamente.
-Eso es estupendo mamá.- Alice contestó con una sonrisa triste, sin duda pensando en las ausencias.- ¿Bella?- Preguntó ésta al ver el semblante serio de ella.
-No sé Alice- Alzó la vista y miró a Jackie. No sabía que decir, la verdad era es que no sabía que responder.
-Cielo. Sé que va a sonar duro pero…- Jackie tomó aire.- Llevo casi tres años sufriendo. Es doloroso. Por dos años no ha habido celebraciones navideñas en casa, pero no más. Basta. Joel es un niño, necesita la Navidad como todos los niños, y quiero dársela.- Dijo firmemente.
-Lo sé Jackie. ¿Crees que no he pensado en eso? Una fecha tan señalada como esa es motivo de preocupación. Pero sinceramente, no sé que hacer.- Respondió abatida Bella.
-Por eso voy a encargarme yo- Aseguró Jackie sonriendo.
-Carlisle viene mañana, junto con James. La situación se va a volver tensa, y no sé como van a estar las cosas Jackie. Dios…- Suspiró.
-Tranquila Bella. Emmet va a estar ahí. Es momento de arreglar muchas cosas. Lo sabes, todos lo sabemos.- Rose intervino al ver la desazón de su amiga,
-Eso es cierto cariño. Edward y su padre van a necesitar unos días, y tú vas a tener que empujarlos.- Jackie sabía lo que pasaba entre ellos. Ya lo habían comentado, y ella misma iba a hacer lo que fuese para que las cosas fuesen bien.
Había conocido a Edward de manera informal. Un solo encuentro que el azar propició a la salida de un restaurante. Y aunque el ambiente obviamente estaba tenso, la facilidad de trato de Jackie, y la sin duda buena predisposición de Edward, convirtieron el momento en una agradable y positiva primera toma de contacto.
No hubo tacha, tampoco la buscó. Simplemente Edward la convenció. Le gustaba ese muchacho. Egoístamente, ella velaba por su nieto, pero si había algún temor, en ese momento se disiparon muchos. Por eso, la cena de Navidad era muy importante para ella. Les quería a todos ahí. Necesitaba una noche de magia, de compañía. Una noche de lazos familiares y de amistad. Era hora de dar paso a la esperanza.
-Entonces, veremos que pasa a partir de mañana. Pero… me encantaría Jackie, de verdad que me encantaría.- Bella se sinceró. Tenía pánico a la primera Navidad sin Christian. Tenía pavor por la reacción de Joel, y por que no, de la suya propia.
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-¿Estarás cerca?- Preguntó angustiado.
-Sabes que sí. Por favor, tranquilízate. Sólo déjate llevar- Respondió serenamente.
Los tres hombres se encontraban en la sala. Uno de ellos caminaba de lado a lado sin cesar, visiblemente nervioso. Los otros dos, le contemplaban en su perdido vagar, conscientes de la dura y difícil prueba que se le avecinaba. Una separación de más de cuatro años con una más que notoria ausencia de contacto, eran motivos más que suficientes para dejarse llevar por los nervios.
-Edward…- Jasper habló.- Sólo relájate- Pidió.
-¡Claro!- Exclamó.- Si total, sólo son casi cinco años sin "saber"- entrecomilló gestualmente- De mi padre.-Dijo exasperado. -Es fácil, sólo se trata de relajarme- Remató irónico dejándose caer en el sofá.- Lo siento Jasper. Me dejé ir- Dijo arrepentido.
-No es nada. Pero va a pasar. Sólo te pido que te relajes y dejes que las cosas pasen, no te queda otra.- Terció.- Venga, vamos a tomar una cerveza. ¿Emmet?- Preguntó.
-Ya mismo.-Dijo cogiendo la cazadora. Los demás le imitaron y salieron tras él.
Las cervezas no consiguieron calmar la ansiedad de Edward, pero la domaron. Fue esa noche, en la cama, hablando con Bella cuando los miedos golpearon con fuerza.
-¿Qué voy a decirle?- Susurró.
Bella le tenía abrazado. Era una de esas ocasiones en que Edward necesitaba toda la atención y los mimos de Bella.
-Cariño- Acarició con suavidad su cabello- Nunca se sabe como van a salir las cosas en casos como ese. Lo mejor es que lleves tu mente abierta, que no esperes nada y no prepares nada.-Besó su cabeza.
-Estoy asustado- Confesó ciñéndose más al cuerpo de ella.
-Lo sé mi vida. Lo sé- Suspiró ella en sus cabellos.- Sólo piensa, que lo que va a pasar mañana, es algo que llevas esperando mucho tiempo, y que al fin se va a dar. Pase lo que pase mañana, quiero que me prometas que vas a intentar poner de tu parte- Edward iba a interrumpirla, pero ella no le dejó- Edward, te conozco. Y sé que te vas a torturar si no lo intentas.- Habló tranquila, infundiendo confianza a su novio.
-Pero, ¿y si él no tiene esa intención? ¿Qué pasa si sólo está aquí por motivos laborales?- Preguntó ansioso.
-Cariño…- Sonrió- ¿Crees realmente que de tratarse de eso, tu padre habría venido?- Preguntó dulcemente.
-¿Por qué no?- Insistió.
-Por que de tratarse de eso, vendría solo James. El es el abogado criminalista, tu padre, no- Rebatió segura.
-Tienes razón. Pero… No sé Bella. No sé.- Y volvió a acariciar con el aliento de un suspiro el pecho de Bella.
-Te quiero- Susurró ella.- Todo irá bien- Prometió entre su pelo mientras lo abrazaba más fuerte, y sentía que el hacía lo mismo.
-Yo también. Y sé que será así, mientras tú estés a mi lado.- Confesó enamorado.
-Siempre.- Prometió ella.
-Siempre- Confirmó el.
-Cariño- Llamó ella.
-Uhum- Respondió adormilado.
-Jackie quiere que todos cenemos con ella en su casa en Noche Buena- Lo sintió tensarse y girar su rostro hacia ella.
Estaba tan guapo… No pudo evitar morderse el labio mirándolo con el pelo desaliñado, y sus facciones adormiladas. Guapo… Guapo. Se quedaba corta. Era dolorosamente sensual. Dolorosamente felino. Se contrajo ante sus facciones.
-¿Crees que deba…?- Dejó la pregunta a medias.
-Sí.-Acarició sus labios, atrayéndole hacia los suyos.
-Dime que no eres un sueño. Dime que no estoy dormido. Dime que me quieres, que soy único, que soy tuyo, tu hombre.- Pidió desesperado juntando su frente a la de ella.
-¿A qué viene eso cielo?- Bella estaba sorprendida.
-Soy imbécil, ¿verdad?- Se sonrojó levemente y bajó su mirada.
-Edward- Levantó su barbilla. -No voy a decirte eso…-El contrajo su cara- Por que no lo necesitas- Sonrió y el suspiró aliviado.-Sólo voy a decirte una cosa- La miró fijamente- Tú… Lo Eres… Todo- Vocalizó despacio, esperando que la comprensión de sus palabras hiciesen efecto en él. Pero continuó- Soy yo quien debería tener esos miedos.- Dijo aprensiva.
-Tonta- La besó con una caricia.- Si tú supieras lo que has hecho conmigo- Sonrió en su boca.
-¿Qué?- La pregunta obvia.
-Has minado mi voluntad. Te has adueñado de mis sentidos. Eres la Señora de mi cuerpo y de mi corazón, y ¿sabes qué?- Preguntó divertido mientras su boca marcaba sinuosas curvas húmedas en su cuello.
-¿Qué?- Susurró sin aliento.
-No creo que quede mucho para que seas la dueña de mi Alma- Mordió su mandíbula.
-¿Sólo yo?- Preguntó bajito, con sus ojos cerrados, dejándose llevar por la doble sensación del tacto de Edward y sus palabras preñadas de contenido.
-Nadie más que tú. Mi Dueña y Señora- Clavó esas palabras como aguijones, en el centro de su ser. Usando sus terminaciones nerviosas como autopistas en hora punta… Cargadas.
-Hazme el amor- Rogó ella.
-Siempre- Ronroneó él…
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