-Ven aquí- Ordenó desde el sillón.
-¿Qué quieres?- Preguntó ella indiferente.
-Quiero que te comportes como lo que eres. Quiero una sesión - Pidió con la voz ronca mientras sobaba su entrepierna.
-Eres un puto asqueroso y no tengo porqué hacerlo- Respondió ofendida mientras se encaminaba a salir de la habitación, pero antes de llegar a la puerta sintió una mano coger fuertemente su brazo y girarla bruscamente.
-¿Ah, no? Pues fíjate que yo creo que Sí tienes que hacerlo- La miró y puso esa sonrisa irónica y humillante.
Tiró de ella y la dejó frente al sillón sentándose de nuevo en él. Ella, le observaba con odio mientras esperaba sus órdenes.
-Tócate para mí, zorra- Dejó escapar esas palabras entre dientes mientras llevaba su mano de nuevo a su entrepierna y la frotaba.
Ella comenzó a desnudarse sin mirarle. Le asqueaba tener a ese ser despreciable delante de ella. Pero era su castigo por débil y torpe. Todo tenía un precio en la vida, y su cuerpo y sus acciones, se habían convertido en moneda de pago.
El desabrochó sus pantalones dejando que su endurecido miembro asomase presto al placer. Lo masajeaba y aumentaba el ritmo, a medida que la mujer iba quedando desnuda.
-Siéntate y mastúrbate- Ordenó ronco y complacido mientras ella, obediente, tomaba asiento frente a él y abría sus piernas.
Procuró no pensar en nada y se dejó llevar. Si tenía que prestarse a eso, al menos lo iba a disfrutar. Acarició su clítoris mientras observaba al hombre delante de ella. Tenía su miembro firmemente atrapado y la fricción húmeda llegaba a sus oídos, haciendo que aumentase el ritmo de sus caricias.
Pronto sintió la humedad en su cavidad, e introdujo dos de sus dedos acompañados de débiles gemidos. El hombre, aumentó la intensidad de sus caricias, y el ritmo en su masturbación, provocando jadeos cada vez más fuertes y sonoros.
Ella lo miraba con asco disimulado, por lo que optó a cerrar los ojos y abandonarse a su placer. Paró en seco cuando oyó su voz.
-De rodillas- Le odiaba. Mientras se acercaba a él ideaba mil y una maneras de hacerle pagar. Pero volvió a interrumpirla.
-Así no zorra. Gatea- Pidió lascivo mientras su asquerosa mueca imitación de sonrisa sexy asomaba.
Obedeció de nuevo mientras se acercaba a él a cuatro patas. Llegó a su altura y esperó esa orden que tan bien conocía.
-Así putita. Y ahora… Chúpamela- Le dijo mostrándole los dientes mientras reía.
Le cogió el miembro, y sin más dilación lo introdujo en su boca. Sus movimientos eran mecánicos, robotizados. Sabía lo que le gustaba porque esa no era la primera vez. Tan sólo quería terminar y largarse de ahí. Así que se empleó a fondo hasta que sintió el vertido caliente y asqueroso en su boca.
-Trágatelo todo encanto- Ordenó mientras sujetaba su cabeza impidiendo que se apartase.
Y tragó. Soportó la nausea y el asco que le provocaba y tragó sumisamente. El apartó su miembro y se lo pasó por los labios, por las mejillas, por el mentón. Lo hacía mientras la miraba divertido. Cuando se cansó de frotarle el miembro por la cara. La apartó de él poniéndose en pie.
Observó el cuerpo que yacía en el suelo, dándole la espalda y en su rostro, volvió a formarse esa sonrisa de satisfacción.
-Señoras y Señores… Pasen y vean. ¡Ahí tienen a la implacable Tanya Denali!- Y una sonora carcajada invadió la habitación.
Salió de ella riéndose, y Tanya se encogió en el suelo y lloró.
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-Adelante- Respondió Bella cuando oyó los toques tras la puerta.
-Buenos días-Saludó una risueña chica.
-Ariana Blake, un placer verte- Bella se levantó y rodeó su escritorio hasta llegar a la chica y saludarla con dos besos y un abrazo.
La indicó una de las sillas, y Bella volvió detrás del escritorio. Ambas se miraron unos segundos antes de comenzar a hablar. Bella abrió la charla.
-Antes de nada, ¿cómo está tu familia?- Preguntó.
Ariana tardó unos segundos en responder. Tomó aire y una bonita sonrisa adorno su cara.
-Bueno, considerando que ya han pasado ocho meses y que aún no sabemos quien mató a mi padre…-
Volvió a sonreír, pero ésta vez, la sonrisa no le llegó a los ojos. El rostro de Bella se contrajo en una mueca de dolor. Involuntariamente su menté evocó a Christian, y un pinchazo llegó hasta lo más hondo de su corazón.
-Ariana, sabes por qué te he llamado. ¿Verdad?- Bella preguntó después de sacudir la cabeza intentando centrarse en el presente.
-Sí. Y debo decirte que mis acciones no están en venta- Dijo esto y guiñó un ojo a Bella. Quién no tuvo más remedio que sonreír.
Esa chica le estaba cayendo bien. Extraordinariamente bien.
-Bueno, entonces… ¿Qué hacemos para llenar el hueco de la entrevista? - Preguntó Bella levantando las manos y riendo.
-Pues podríamos ir a comer y ponernos al día. Umm sería así como… Una comida de dos personas que por circunstancias de la vida han unido sus destinos. Como un par de amigas, vaya- Y otra vez, la bonita sonrisa adornando su cara.
Bella se la devolvió y se levantó invitándola a hacer lo mismo. Salieron de la oficina y Bella se dirigió a Ángela.
-Ángela, Ariana y yo salimos a comer. Cualquier cosa, ya sabes- Le dijo agitando su móvil.
-Sin problemas. Disfrutad de la comida- Respondió ésta.
Llegaron a un restaurante cercano a la compañía. Pidieron la comida y comenzaron a charlar animadamente.
-Y bueno, tengo entendido que has estado fuera un par de meses- Preguntó Ariana mientras tomaba un sorbo de su copa.
-Sí. La verdad es que necesitaba salir de aquí, de esto- Bella hizo un gesto abarcando su alrededor.
-¿Sirvió?- Ariana dejó la copa y comenzó a pinchar su ensalada.
-La verdad es que sí- Bella sonrió dulcemente.
-Oh, vaya- Ariana la miró sonriente. -Intuyo que voy a pedirte consejo- Le dijo moviendo las cejas. Gesto que hizo que Bella riese abiertamente.
-Cuando quieras- Prometió tomando su copa.
-¿Cómo se llama?- La pregunta descolocó a Bella.
-Bueno, digo. Se supone que esa sonrisa no es por una casa, o un barco… ¡Ni siquiera por una sesión de rasca-pies! Aunque… hay gente muy rara- Dijo esto bajito mientras asentía lentamente. Y Bella carcajeó.
-¿Eres así siempre?- Preguntó cuando calmó la risa.
-Créeme, podría ser peor- Le guiñó un ojo.
-Creo que harías muy buenas migas con Alice- Aseveró convencida mientras esbozaba otra sonrisa y tomaba un sorbo de vino.
-¿Tu cuñada, verdad?- Preguntó Ariana
-Así es. Mi cuñada y una de mis dos mejores amigas- Asintió Bella.
-La vi en el funeral de mi padre. Iba con Jacqueline. Excusó tu no presencia- Bella se revolvió incómoda.- No, tranquila. A ver, no es como si hiciese falta. Tenías la excusa perfecta- Sonrió relajando el ambiente y Bella lo agradeció.
-¿Has hablado con el inspector que lleva el caso? Umm… Vaya, no recuerdo el nombre- Dijo avergonzada.
-Jacob Black- Y un brillo cruzó sus ojos.
-Eso. El inspector Black- Contestó Bella.
-Nos hemos… Le he visto unas cuantas veces- Se corrigió Ariana volviendo a sonreír.
-¿Y?- Inquirió Bella tomando otro bocado de su plato.
-Pues nada nuevo. Los interrogatorios acabaron. Nadie aportó nada nuevo. Nadie vio a personas ajenas a la planta aquel día. Por lo que durante un tiempo se consideró la posibilidad de que alguien de dentro cometiese los asesinatos. Pero ante la falta de imágenes, y que todos y cada uno de ellos tenían coartadas, la investigación se quedó en punto muerto. No había rastro alguno en ninguno de los ordenadores. Nada de nada. Ni una sola razón que justificase el asesinato. Nadie les conocía enemigos, al menos, no mortales. Sin embargo…- Paró y dudó.
-¿Qué piensas Ariana?- Bella se incorporó poniendo los brazos sobre la mesa.
-Bella, mi padre no se fiaba de los Denali. En una ocasión oí como le contaba a mi madre la falta de escrúpulos de esa gente. Le dijo que les creía capaces de todo. Que les notaba desesperados. No sé a que se refería, lo que sé es que mi padre no les tenía ni aprecio ni estima algunos. Y la verdad, viendo su comportamiento un tiempo después…- Dejó el suspenso en el aire.
-Ariana Blake. ¿Qué es lo que intentas decirme?- Bella casi la ordenó continuar.
-Pues que si estaban afectados por la muerte de mi padre y tu marido, lo disimularon muy bien Bella. Era como si de repente tuviesen el camino libre. Se comportaban como si la empresa les perteneciese por derecho propio. Y francamente, sin llegar a asegurarlo, diría que los dos tuvieron mucho que ver en sus muertes.- Acabó y miró fijamente a Bella.
Esta, tenía la mirada perdida. Su cabeza comenzó a procesar imágenes, momentos, escenas pasadas. Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y se tensó en la silla.
-¿Estás bien?- Ariana la tomó de las manos y comprobó que estaban heladas.
-Ariana… Tengo miedo.- Bella tenía la cara desencajada y su corazón brincaba desbocado en su pecho.
-Vamos a ver al Inspector Black- Las dos se miraron cuando Ariana habló. Se levantaron al mismo tiempo y tras pagar abandonaron el restaurante, rumbo a la comisaría.
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