-Vamos cielito, tus padres esperan hace media hora- Sonó impaciente.
-¿Y a ti que más te da?, casi suenas convincente- Respondió irónicamente.
-No me gusta quedar mal, ni siquiera con mis suegros de pega.-Respondió burlón besándola la mejilla.
-Claro.- Preparó su ataque mientras limpiaba con asco la zona que el había besado- Supongo, que estarías más cómodo en la mansión Barnet, ¿No?- Se dirigió al armario a coger su abrigo y no le notó acercarse.
-No lo dudes- Notó su aliento en su oreja y un escalofrío la recorrió la columna.
-Ni siquiera lo desmientes- Acusó dolida.
-¿Y para qué? Ambos sabemos como están las cosas. O… ¿Necesitas que te recuerde los términos de nuestra "unión"?- Entrecomilló la ultima palabra sonriendo abierta y cínicamente.
-Me pregunto que tiene esa maldita inútil que os trae locos- Blasfemó con envidia y odio.
-Sencillo. Clase- La giró para mirarla a la cara- Algo que tu desconoces y que jamás poseerás- Escupió las palabras en su cara, asegurándose de hacer daño.
-¿Clase?- Ironizó- No me hagas reír. ¡Si ni siquiera es guapa!- Exclamó burlona.
-Te equivocas, es preciosa, deslumbrante, dulce. Es… La mujer que cualquier hombre desearía tener como esposa.- Dijo soñador de manera inconsciente mientras evocaba a Bella.
-¡Despierta!- Bramó furiosa.- Llegas tarde- Sonrió triunfalmente a lo que el respondió arqueando una ceja.
-¿Cómo dices?- Apretó su brazo con fuerza, y Tanya intentó soltarse de él.
-Me haces daño- Reclamó.
-Te he hecho una pregunta- Afianzó el agarre provocando un gesto de dolor en la mujer.
-Tiene novio, aunque el habló en términos de prometido- Jadeó aún intentando soltarse de él.
-¡Mientes!- Escupió entre dientes.
-No miento- Se arqueó de dolor.- El mismo me lo dijo ayer. ¡Suéltame de una maldita vez bastardo!- Sintió como su brazo se entumecía al soltarla, y se sentó en el sofá masajeándoselo.
-¿Quién es?- Preguntó sibilino.
-No tengo idea, llegó y se fue directo a ella. No me dijo su nombre.- Dijo en un quejido.
-Ya me enteraré.- Habló lleno de odio, ella era suya. De nadie más-Y ahora vamos, tus padres nos esperan- Tiró de ella sin miramientos.
La cena de Navidad en casa de los Denali, no podía decirse que fuese feliz. Una demostración de hipocresía y cinismo envolvía los alimentos.
-Y bien, ¿para cuando la boda?- Claire Denali abrió fuego después de unos entremeses tan fríos como la conversación.
-La verdad es que aún no hemos hablado de ello.- Paul no pudo evitar reír al decirlo.
-¿Vais a estar prometidos para toda la vida?- Preguntó Greg irónico.
-Greg…- Habló condescendiente- ¿Prefieres que tome las acciones de manera directa? Pensé que de ésta manera, sería más fácil para vosotros, al menos de cara al resto. ¿Cómo quedaría que tu hija me cediese el monto de vuestras acciones sin más?- Sonrió burlón y los Denali no disimularon el asco en sus caras.
-¿Hija?- Greg miró a Tanya- Quiero saber porqué este mal nacido nos tiene en sus manos. ¡Exijo saberlo!- Golpeó con el puño en la mesa, haciendo que las copas tintineasen.
-Sí, Tanya. Díselo- La animó Greg divertido mientras ella le fulminaba con la mirada.
-Basta.- Bramó ésta soltando de golpe la servilleta y levantándose de la silla. Paul la agarró del brazo obligándola a sentarse de nuevo.
-Querida, es Noche Buena. No estropees la noche.- Dijo dulcemente con la delicadeza del filo de un cuchillo.
-Hija. ¿Qué has hecho?- Greg miró a Tanya mientras ésta se encogía en la silla.
-Por favor cielo- Su madre acarició la mejilla de ésta con dulzura- ¿Qué es eso tan terrible que nos ata a ese?- Preguntó con asco señalando a Paul que sonreía mientras devoraba el asado con deleite.
-Madre… Yo- Se hundió más en la silla mientras las lágrimas hacían su aparición.
Sus padres la miraban encogidos, sabían que su hija ocultaba algo muy grave. Lo suficiente como para que un indeseable, de la noche a la mañana entrase en sus vidas y se presentase como el prometido de su hija. Por más que preguntaron jamás supieron la verdad. Sólo lo que su hija les decía:
-Nos conocimos en las Vegas y nos enamoramos-
Lo decía con una sonrisa que jamás la llegaba a los ojos. Lo intentaron juntos y por separado, y nunca obtuvieron una respuesta satisfactoria. Greg se sentía culpable, el y su egoísmo, el y su ambición, habían arrastrado a su hija a lo que era hoy. Una mujer sin escrúpulos. Lo que él no se imaginaba, era lo que su hija escondía, y ni mucho menos, lo que les esperaba.
-Por favor…- Volvió a rogar su madre sosteniéndola la mano.
-Mamá… Papá…- Comenzó ésta respirando hondo. - Creo que Paul y yo nos vamos- Miró a éste que pinchaba de la ensalada sin prestarla atención.- ¿Paul?- Insistió hasta que éste la miró con la boca llena.
-¡Ni hablar!- Habló con la boca tan llena que algunas de las porciones que masticaba salieron disparadas contra los platos.- ¡Come y calla!- La ordenó con furia.
-¡No vuelvas a hablar así a mi hija, maldito bastardo!- Greg se levantó airado dando zancadas en dirección a Stevens quien lo miraba divertido.
-Y si no… ¿Qué?- Preguntó burlón.
-Si no, te romperé todos los huesos de tu asqueroso cuerpo- Greg lo tenía agarrado de la camisa mientras Tanya y su madre permanecían inmóviles en sus sillas, presas del pánico.
-Oh, eso dolerá- Hizo una cómica mueca y Greg estampó su puño en la cara de Paul. Este, cayó al suelo por la fuerza del impacto, pero seguía riéndose a carcajadas en el suelo, lo que elevó a ira el enfado de Greg.
-¡Maldito cabrón!- Maldecía mientras uno de sus pies hizo impacto en uno de los costados de Paul.
Este, tornó la risa en un gesto de dolor, y golpeó con violencia el suelo.
-¿Qué pasa, eres un cobarde?- Espetó Greg queriendo pegarle más.
-No. Pero no queremos más asesinos en la familia, ¿Verdad?- La mordacidad se instaló en su sonrisa, y Greg se quedó inmóvil, paralizado ante la respuesta de Paul.
-¿A qué te refieres?- Soltó su camisa y se incorporó mirándole ceñudo.
-Bueno, quizá deberíamos dejar que Tanya lo explicase. ¿Verdad cariño?- Sonreía mientras se sentaba de nuevo en su silla y volvía a comer como si nada.
A su alrededor, un hombre pasaba las manos por sus despeinados cabellos con miedo, una mujer miraba con ojos desorbitados de su hija a Paul y viceversa, y una joven, mantenía gacha la cabeza presa del terror.
-Tanya…- Greg inquirió de nuevo a su hija, quien levantó la cabeza y mostró su cara anegada en lágrimas.
-Yo…- respiró hondo y volvió a bajar la cabeza- Maté a Christian- Se llevó las manos al rostro ocultándolo.
Nadie dijo nada. Claire abrió sus ojos llenos de espanto, tapó su boca con una de sus manos y con la otra se agarró a la mesa. Greg se tambaleó y tuvo que cogerse de la mesa con ambas manos para no caer al suelo.
-Salid de ésta casa- Musitó Greg- Los dos- Aún sin levantar la cara sostenida por sus manos.
-Papá…- Rogó Tanya.
-¿Papá?- Espetó este mirando a su hija con una mezcla de compasión y asco.- Yo no tengo hijos- Sentenció, y volvió a mirar a la nada.
-¿Mamá?- Llamó en un susurro desesperado.
-¿No lo has oído?- Miró con despreció a Tanya.- Nosotros, no tenemos hijos- Sentenció también con dolor.
-¡Pero soy vuestra hija!- reclamó con sufrimiento.
-Mi hija era ambiciosa, mi hija era egoísta, no una asesina.- Siseó Greg mientras Tanya se arqueaba de dolor.
-Destrozaste a una mujer, a su hijo, a su madre y a su hermana. ¡Destrozaste una familia! ¿Todo para qué? ¡¿Por qué?- Reclamó dolida Claire.
Se mantuvo callada, en silencio. No tenía respuestas. Sólo celos, odio y envidia.
-Ahora has destrozado la nuestra. Nada tienes que hacer aquí. Lárgate- Ordenó sin voz Greg.
Salió en silencio, mientras Paul se llevaba unos dulces en el bolsillo y se daba la vuelta para encarar a Greg y Claire.
-Supongo, que tenéis claro el trato que me une a su hija. ¿Verdad?- Y se giró para salir del salón estallando en carcajadas…
|