Violada…
No sentía el frío de las baldosas, a pesar del agua que caía helada sobre su mancillado cuerpo. No sabía el tiempo que llevaba tirada en esa desangelada bañera. Supuso que mucho, a tenor de sus entumecidos músculos.
Sus manos sobándola, su vomitivo aliento envolviendo su boca, sus malditos dedos mancillando su interior, su asqueroso miembro embistiéndola… ¡BASTAAAA!- Gritó mentalmente mientras tomaba su cabeza con ambas manos y la sacudía con violencia, pero no la suficiente para sacar las imágenes de lo que acababa de vivir.
-¿Piensa estar la Princesita todo el día en la bañera?- Una voz desde fuera del baño hizo que abriese sus ojos de repente.
-¡Vete al infierno quien quiera que seas!- Escupió con saña.
La puerta se abrió, y unos brazos la arrancaron de la bañera con violencia.
-No princesita, no me voy al infierno por que ya, estamos en él. ¿No te habías dado cuenta?- El tono burlón y cínico la aterrorizó- Y ahora, sal ahí fuera y vístete, no tenemos todo el día- La tiró sin modales una toalla áspera, y salió a zancadas del baño.
-¿Dónde vamos?- preguntó desde el marco de la puerta de la habitación.
-Ya te enterarás. Ten- La arrojó un vestido rojo- Ponte esto.
Inspeccionó la prenda en sus manos y una mueca de asco se dibujó en su cara.
-No pienso ponerme ésta basura- La tiró al suelo.
Él, rió sordamente, se aproximó, cogió el vestido del suelo y la arrancó la toalla del cuerpo, dejándola de nuevo desnuda.
-¿Necesitas ayuda?- Su aliento calentó su oreja y sin mediar palabra se lo puso apresuradamente.
La arrojó unos zapatos del mismo color, y un diminuto tanga negro.
-Tranquila- La miró de abajo arriba, - No lo llevarás puesto mucho rato- Dejó escapar una escalofriante carcajada que a ella le heló la sangre.
Dos de las mujeres que vio al llegar esperaban en el pasillo cuando salieron de la habitación. Bajaron hasta la entrada de la casa y ahí vio a Paul.
-Paul… Paul- Le llamó. Éste se giró, pero no hizo amago de acercarse a ella - Paul, sácame de aquí- Pidió desde la puerta, pero obtuvo la misma respuesta.
-Vamos, lleváosla- Ordeno Vladimir sin tregua.
-¡PAUL!- Llamó desesperada - ¡PAULLLL!- Chilló mientras la sacaban por la puerta - ¡PAULLLL!- Siguió desde el exterior, hasta que la puerta se cerró, y su grito se escuchó amortiguado.
-Espero sacar lo suficiente por ella- Sonrió el ruso a su "amigo" y éste le devolvió otra sonrisa capciosa.
-Lo harás. No es muy frecuente encontrar una perla americana en un burdel, mucho menos, una perla de la alta sociedad americana- Vladimir sonrió mostrando sus dientes.
-Sí. Pondremos un precio elevado, y lo pagarán, sin duda- Se giró hacia otra estancia, haciendo un gesto a Stevens para que le siguiera.
-He hablado con un camarada de los estados Unidos. Vuestra cara empapela las principales ciudades, y no sólo eso, la Interpol os está buscando. ¿Sabes lo que eso significa, verdad?- Le preguntó con su fría mirada, y Paul se contrajo.
-¿Podrás protegernos?- Preguntó temeroso.
-Por la chica no hay problema, mañana pasará a llamarse de otra manera. Y créeme, no recordará su pasado en unos días- Sonrió burlonamente- Lo tuyo es más difícil- Clavó sus ojos en él.
-Haré lo que sea necesario- prometió nerviosamente.
-Lo sé- Respondió sin inmutarse, y esa seguridad tan pasmosa congeló las venas de Stevens.
El teléfono sonó, y Vladimir respondió, cortando rápidamente la llamada.
-Bien- Se levantó de repente, imitándolo Stevens en el gesto- Un coche os espera. Nos veremos- Salió rodeando la mesa y no hizo caso de la mano que tenía extendida ante él.
Paul, volvió a meterla en el bolsillo visiblemente contrariado. Se giró y siguió a su anfitrión hasta la salida, dónde efectivamente, un coche les esperaba a él y a sus cuatro hombres.
Les llevaron a otra parte de la ciudad, a otra tranquila zona residencial. Entraron en un chalé de una sola planta. Y el conductor salió de ahí sin mediar palabra.
.
.
.
Bella se aproximó a la puerta de la mansión, seguida de Alice y Jasper. Respiró hondo antes de que ésta se abriera. Sintió los brazos de su cuñada y su amigo a su alrededor, y se preparó para lo que la esperaba.
-Tranquila cielo, estaremos contigo en todo momento- Prometió Alice.
-Lo sé Alice. Estoy tranquila por ese lado- Sonrió dulcemente- Pero…- Se contrajo- No sé como voy a decirle, no sé como voy a… Otra vez Alice- Sintió pánico y se dejó envolver por éste.
-Tu hijo es fuerte. Omite los detalles fuertes Bella, pero tiene que saber que Edward está mal. No trates de engañarlo ni sobreprotegerlo. Su falta de su presencia no es algo que se pueda esconder y él no es tonto- Aconsejó Jasper.
Cuando Jackie apareció por la puerta, los fantasmas del pasado regresaron de nuevo.
No dijeron nada, se limitaron a mirarse a través del manto de la tristeza más absoluta. ¿Qué iban a decirse dos mujeres que habían sufrido tanto en común? Nada. No habría palabra inventada que se aproximase a la realidad que estaban viviendo.
Se fundieron en un fuerte y doloroso abrazo. Lloraron sin tapujos, sin medias tintas. Lloraron todo lo que necesitaron, mientras Jasper y Alice, contemplaban la escena en el más absoluto y respetuoso de los silencios.
-Tengo chocolate recién preparado- Dijo abrazándola por la cintura y tirando de ella hacia el interior de la casa- Aunque es hora de comer, he pensado que mejor algo ligero y que te acostases unas horas- Bella se tensó en su abrazo.
-¿Qué pasa cariño?- Preguntó con dulzura su suegra.
-Nada Jackie- Mintió. La sola mención del chocolate removió sus cimientos. Le brindó un intento de sonrisa mientras caminaban hacia la cocina.
-Joel está recostado- Bella la miró- Ha dormido poco. Se desveló cuando llegamos, y tardó un buen rato en hacerlo. Así que, después del almuerzo le subí a dormir- Suspiró aliviada, de momento no se encontraría con él.
-Vamos a la cocina- Pidió a todos, al llegar se sentaron mientras Jackie servía los chocolates en las tazas.
-¿Cómo estás tú?- Bella se sorprendió.
-Oh. Bueno… Bien- Trató de sonreír, pero Jackie no le devolvió la sonrisa- Tengo que aguantar Jackie- Habló seriamente.
-Lo harás, de eso no me cabe la menor duda. Pero no me has respondido a la pregunta- Insistió.
-Hundida- No dudó en la respuesta.
-Lógico. Pero lo superaréis- Acarició su mano.
-Bueno chicas- Intervino Jasper- Yo voy a ver a Edward- Alice le miró- Cariño, tu ve con Bella a descansar, y después os vais juntas al hospital. ¿De acuerdo?- Alice y Bella asintieron.
Subió rápidamente las escaleras y entró a su habitación, dónde se dio una rápida ducha y se cambió con ropa cómoda. No dejó de llorar todo el tiempo, lo necesitaba, y prefería hacerlo antes de enfrentar a su amigo.
Al salir al pasillo, se topó con un adormilado Joel quien le cogió de la pierna.
-Tío Jazz- Llamó el niño mientras se enroscaba en ella, pidiendo que le cogiese en brazos.
Jasper se quedó lívido y tardó en reaccionar, por lo que el niño tiró de sus pantalones. Formó una tímida sonrisa cuando se inclinó para cogerlo.
-Eh campeón- Saludó con un nudo en la garganta.
-¿Dónde están mamá y Edward, tío Jasper?- Se restregaba sus ojitos adormilados.
Bien, la primera directa. ¿Qué demonios digo ahora? Pensó para él.
-Mamá te contará- Besó su mejilla y se recriminó mentalmente su respuesta.
-¿Y Abuela Esme y Carlisle?- ¡Si me quedé anoche con ellos!- Preguntó confuso por el cambio de casa.
-Es que…- Piensa rápido. Se ordenó- Tuvieron que salir cariño.
-¿Tan de noche?- Se extrañó.
-Sí… Bueno… Ya te contarán- No sabía que más responder- Y ahora, ¿porqué no te metes dentro y te vistes?- Le empujó de nuevo a su cuarto.
-No. Vamos a jugar con la consola- Tiró de su mano hacia las escaleras.
-No puedo campeón, tengo que irme- Le dijo con pena.
-¿Tú también? ¿Es que todos se van?- Hizo un precioso puchero que abrió las carnes de Jasper.
-Tengo que hacerlo enano. Pero enseguida volveré. Y ahora a vestirte- Le metió en el cuarto y cerró la puerta. Se apresuró escaleras abajo y salió hacia el coche. Tomando rumbo al hospital.
En la cocina, las tres mujeres hablaban de la situación actual. Lloraban y reían a ratos, recordando vivencias pasadas y actuales. Bella se levantó para irse a dormir cuando Joel apareció por la puerta.
-¡Mamá!- Gritó alegre cuando la vio en la cocina. Corrió hacia ella pero paró en seco. Abrió sus ojitos como platos y la estudió entera.
-¿Cariño?- Le llamó Bella extrañada al ver su carita.
-¿Tienes pupa mamá?- Se asustó.
-No amor- Intentó tranquilizarle con una sonrisa.
-¿Por qué tienes tanta sangre?- Todas se quedaron frías.
Bella bajó la vista a su vestido, a sus brazos, y abrió los ojos con horror.
|