Hola paso por aquí a dejar el capitulo de hoy, gracias de veras por sus comentarios, me alegra que les guste la historia.
Pronto subiré otra, solo espero que la pagina la acepte porque ya subí 2 capitulos y nada.
Bueno no molesto y ahora a LEER se dicho…
-¿Dónde crees que vas?- La agarró del brazo cuando se disponía a bajarse de la cama.
-A desayunar. ¿Puedo?- Preguntó ofendida mientras sacudía el brazo que el amarraba.
-Por supuesto querida. - Mostró su falsa sonrisa y con ella, sus perfectos y blancos dientes.
Tiró de su brazo y cogió el camisón que había en el suelo. Salió de la habitación, cerrando la puerta de esta sin girarse cuando le oyó reír. Le odiaba con todo su ser. Jamás pensó sentirse presa de nada ni nadie. Pero sabía que tendría que hilar muy fino. Las circunstancias de su vida habían cambiado. Ella ya no dirigía su vida. Tenía que aceptarlo.
Se preparó un café, y se sentó en la encimera a tomárselo cuando él llegó frente a ella y le quitó la taza de las manos.
-Gracias.- Sonrió cínicamente mientras le daba un sorbo.
-Podrías prepararte uno. ¿No crees?- Preguntó enfadada mientras se dirigía a la cafetera.
-Para eso te tengo a ti- Notó su aliento en su cuello y se tensó. Quiso salir de la prisión del cuerpo de él y la encimera, pero él apretó más contra ella impidiéndoselo.
-Ya me has convertido en una puta. ¿También tengo que ser una chacha?- Tembló de miedo y rabia.
-No.- Dijo contra su nuca.- No en una.-Sonrió- En Mí puta, y en Mí chacha.- Mordió su cuello y ella contuvo el asco y las ganas de golpearle.
-Estoy harta de tus ofensas. No te creas que voy a aguantar mucho más- Empujó su cuerpo contra el con fuerza, provocando que este diese un traspiés y con el, que la taza cayese al suelo.
-Mira lo que has hecho ¡Perra!- Gritó señalando sus manchados pantalones.
Ella cogió un cuchillo y se giró con él firmemente agarrado. Al verlo, el sonrió. Ella tembló mientras el se acercaba.
-Adelante- Dijo ronco, amenazante mientras se paraba frente al cuchillo que rozaba su estómago.- Hazlo.- Ordenó.
Dudó. Deseaba clavárselo con todas sus fuerzas. Pero éstas la abandonaron, y una lágrima rebelde comenzó a caer por su mejilla al mismo tiempo que su mano caía empuñando el cuchillo.
-Lo sabía.- Dijo tomando el cuchillo y cogiendo su cara obligándola a mirarle.- Eres inteligente, a pesar de todo.- Mordió sus labios con saña hasta hacerla sangrar.-Eres patética.- Soltó el cuchillo en la encimera y salió de la cocina.
Ella le siguió con la mirada, hasta que salió, y volvió su vista a la ventana, perdiéndose en ella.
-Papá…- Musitó, y sus ojos dejaron escapar el torrente de lagrimas.
-Ohhhh- Sonaron aplausos acompañando la exclamación.- Pero si está llorando- se llevó las manos a la cara teatralmente mientras se acercaba a ella y tomaba su rostro.
-Cariño…- Arrastró la palabra- De verdad que casi me conmueves- sus dedos limpiaban las lagrimas de la mujer mientras su boca se curvaba con burla- Eres tan dulce- curvó sus labios cruelmente- Pobrecita, llamando a su papaíto. Ohhh pobre desdichada. - Sus ojos remataron la sátira con el desprecio tiñéndolos.- Qué pensaría tu papi si supiera que su flamante, adorable y exquisita hija, es una vulgar asesina.- Apretó sus manos en torno a sus mejillas y ella hizo una mueca de dolor.
Las soltó como si quemasen.
-La clemencia es un sentimiento que no mereces.-Sentenció. -Me voy, esta noche no vengas, necesito la casa- Habló dándola la espalda mientras se dirigía a la puerta.
-¡La casa es mía!- Chilló con furia.
-Sí.- Sonrió- Pero me la vas a prestar ¿a que sí?- Dijo haciendo un falso puchero.
-Si quieres follarte a una puta, págate un hotel- Escupió entre dientes.
-Tanya… Tanya…- Suspiró con impotencia.-Yo no mantengo a putas, deberías saberlo. Las putas- dijo señalándola con las manos- Me mantienen a mí. Y por favor, deja esos aires dignos para tu matón de cuarta- Se giró de nuevo para marcharse.
-No lo olvides. No quiero encontrarte aquí ésta noche- Recordó cerrando la puerta.
Se tragó las lágrimas que amenazaban con salir de nuevo. Tomó su taza, y dio cortos sorbos a su café, mientras perdía la mirada de nuevo por la ventana. ¿En qué momento perdió el control de su vida?, se preguntó.
-Bella…
La conclusión le hizo apretar la taza con tanta fuerza, que astilló el asa, provocando que un pequeño fragmento de la cerámica, cortase su piel.
-No descansaré Bella… No descansaré hasta verte hundida- Se prometió.-No, mejor, muerta- Y una sonrisa maligna decoró su frío rostro.
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Bella llegó a la oficina con una ancha sonrisa de felicidad surcándole el rostro. Se preguntaba, cuantas mujeres en el mundo, tendrían la posibilidad de gozar del sexo que ella disfrutaba. Porque, eso no era sexo. Sexo era lo normal entre hombres y mujeres normales. Ella se sentía por encima de todo eso. ¿Estaría catalogado el sexo con criaturas celestiales?. Se preguntó mientras la sonrisa ensanchaba más, lo cual parecía imposible. Pero… Nada es eterno…
-Bella, el tal Stevens ése- Hizo una mueca de asco- Te espera en tu despacho- Le dijo Rose mientras caminaba junto a ella.
-¿Qué quiere?- Preguntó Bella sin atisbo alguno de la anterior sonrisa.
-Ha insistido en que lo recibas. Dice, que sólo hablará contigo- Rose hizo un gesto de impotencia.
-Está bien. Veremos que quiere- Dijo suspirando ante la puerta de su despacho.- Te veo luego.- Se despidió dedicando una amable sonrisa a su amiga.
-Buenos días Sr. Stevens- Saludó Bella educadamente mientras rodeaba el escritorio.
-Buenísimos Srta. Swan.- Le tendió su mano, pero la volvió a bajar cuando ella no hizo amago alguno de tomarla.
-Y bien, ¿qué se le ofrece?- Directa al grano.
-Venía a hablar de negocios- Mostró su seductora sonrisa, y el estómago de Bella se contrajo.
-Le escucho- Invitó mientras se reclinaba en la silla.
Paul, se acomodó a su vez en la suya, cruzó sus piernas cómodamente, y enlazó las manos entorno a su rodilla. Mostró su ensayada sonrisa de seductor, y miró fijamente a los ojos de Bella.
-Como ya sabrá, próximamente seré el poseedor del 30% del accionariado de su compañía- Bella asintió. Y el pareció dudar unos instantes.
-Siga- Invitó ella.
-En realidad, me preguntaba si podríamos hablar de esto en una mesa rodeados de exquisitos manjares.- Ofreció él clavando sus azules pupilas en los ojos de Bella.
-Los asuntos de trabajo, procuro llevarlos a cabo en el mismo sitio Sr. Stevens.
-Paul.- Interrumpió él.
-Como sea- Añadió ella - Lo que quiera tratar, hágalo aquí- Terminó seria.
-Pues es una pena, porque el trato que quiero ofrecerla no merecería menos- Apostilló el, seguro de si mismo.
-Vaya al grano- Bella gesticuló impaciente e incómoda.
-Muy bien.- Dijo apoyando sus manos en la mesa- Quiero negociar ese 30%- Aseveró tajantemente.
Bella arqueó una de sus cejas, incrédula y desconfiada.
-¿Qué quiere decir con negociar?- Ella también apoyó las manos sobre la mesa y le miró inquisitivamente.
-Digamos, que tengo un trato que ofrecerle- Sonrió satisfactoriamente sabedor de haberse ganado la atención de Bella.
-Sr. Stevens, debo decirle que aunque esté al frente de la compañía, no ostento ningún título accionarial, por lo tanto, todas las decisiones he de tomarlas en función de los intereses familiares y de los distintos accionistas- Apuntilló Bella resuelta.
-Oh, tranquila Srta. Swan. Para el trato que yo quiero ofrecerla, no será necesario movilizar a todo el mundo. Sólo es necesaria Ud. Y la compañía se beneficiará de ese trato. - Se echó hacia atrás esperando la respuesta de ella.
-¿Y bien?- Preguntó con prudencia.
-Bella- Tuteó- Le ofrezco el monto total de esas acciones con una condición.- Hizo una pausa efectiva
-Isabella- Cortó secamente - Adelante- Demandó con un ademán de sus manos.
-Qué Ud. Sea mi esposa- Sonrió de nuevo mostrando sus perfectos y blancos dientes.
Ella quedó en un momentáneo Shock, al que siguió una carcajada abierta.
-Muy gracioso Sr. Stevens. Ahora si me disculpa, tengo una compañía que dirigir- Se levantó abriendo la puerta e invitándolo a abandonar el despacho.
El, se levantó lentamente, e igualmente caminó ajustándose la americana. Al pasar junto a ella, se paró y tomó su cara con una de sus manos.
-No bromeo. Nunca bromeo. La quiero a Ud. Bella - Tentó de nuevo al tutearla desafiante, y acompañó las palabras con gesto grave, adusto.
-¿No se supone, que está prometido con la Srta. Denali?- Arqueó una de sus cejas mientras giraba el rostro para apartarlo de su mano.
-Ella es … Un mero instrumento- Sonrió.
-¿Para qué fin?- Preguntó visiblemente molesta.
-Para conseguirte a ti.- Volvió a acariciar su rostro y salió dedicándole otra de sus seductoras sonrisas…
Que les pareció el capítulo, creen que habrá problemas??? Muchas cosas se vienen en los próximos.
Dejen sus votitos y comentarios, se les quiere….
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