Próxima Estación: El Paraíso

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 12/06/2011
Fecha Actualización: 12/06/2011
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 72
Visitas: 163639
Capítulos: 93

Tras la violenta muerte de su marido, Bella trata de reconducir su vida junto a su hijo embarcandose rumbo a un paraje de ensueño, donde descubrirá no sólo el amor, sino su propia fuerza para hacer frente a las duras pruebas que tendrá que superar.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, esta vez el turno le pertenece Sethaum,  yo solo la subo con su autorización, otro fic entre mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora.


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Capítulo 9: Me lías, me lío? ¿Nos liamos?

Hola aquí un un nuevo capitulo, ayer no puede actualizar porque el internet casi no me funcionaba, pero hoy traigo doble capitulo!!! Este si esta bien interesante, solo les puedo decir que empieza el Climax!!!

 

El día pasó, conmigo tendida boca abajo. El mundo que contemplaba desde esa perspectiva, se reducía a un impecable suelo de madera encerada, que reflejaba el dibujo de las cortinas meciéndose a merced del viento, y a los ventanales que cubrían. Me habían colocado, de modo que mi cabeza sobresaliese de la cabecera de la cama, y quedase suspendida sobre una almohada debajo del pecho. Las quemaduras de la espalda eran las más graves, seguidas de las de mi cara, por ese motivo, no podía rozar la tela de la almohada sin proferir gemidos de dolor.

Alice, Rose y a veces mi hijo, me acercaban un vaso con agua, o zumo con una pajita. Yo era, como un cristo crucificado boca abajo sobre la cama. Todo me ardía, me dolía horrores, por eso me pasé sedada la mayor parte de los dos primeros días. Lauren iba cada día a cambiarme las gasas, al tercero, decidió que había que quitarlos y que la acción del aire terminase por secar la piel. Pasé momentos en los que el dolor casi me hacía ir a la locura, cuando Lauren debía reventar con una aguja las ampollas de la espalda y los hombros.

Durante esas visitas, intercambiamos pocas palabras. Sólo supe, que era la médico del complejo hotelero, que había llegado allí a pasar su Luna de Miel sola. Su prometido, había anulado la boda un mes antes, y sus amigos y familiares le dijeron que aprovechase el viaje pagado, y se animase un poco. Tanto se animó, que decidió instalarse cuando le ofrecieron el puesto de médico, eso, y que había conocido a un hombre estupendo que se había convertido, en algo más que en su mejor amigo. Edward Cullen…

Joel salía a la playa con Alice, Rose y Jasper. Hicieron un par de cursos de buceo. Me costó convencerle de que podía quedarme sola. Y tuve que pedir a Alice que lo sacase de ahí. Me dejaron el líquido preparado, una enorme jarra de limonada, con los calmantes al lado y un despertador que sonaba cada 15 minutos exactos. En realidad, la alarma al quinto día ya no era necesaria, ya no dolía tanto, así que, no necesitaba dormir todo el tiempo, y además, ya podía apoyar la cara en la almohada y flexionar los brazos, no tanto dormir de espaldas, eso aún tardaría.

Ese día, Jasper les llevaría a uno de los islotes, para que viesen una gran variedad de peces tropicales. Tardarían en volver, por lo que me dejaron una bandeja con comida y algo de lectura. Yo quería quedarme sola, necesitaba en realidad quedarme sola. Había sido durante cuatro días el centro de atención, y aunque lo hacían de corazón, me agobiaba el hecho de tenerles pendientes de mí, me agobiaba el hecho de estar fastidiándoles sus vacaciones, y no podía pasar por ahí. Me costó imponerme, pero logré que pasasen el día fuera de la "unidad de quemados"…

-¿De verdad quieres esto Bella?-Preguntó Alice por enésima vez.

-Sí, Alice. Necesito estar un poco sola. No quiero que suene egoísta pero, lo necesito Alice- Suspiré antes de repetírselo otras tantas veces.

-Pero bella, aún no estás bien. ¿Qué pasa si necesitas ir al baño?, ¿y si te caes? No bella, esto es una locura. Esperaremos unos días y saldremos todos- Alice seguía en su cruzada Pro-Bella, imperturbable.

-Alice, si no lo haces por mí, hazlo por Joel. He metido la pata, no es justo que él pague por ello. Sácalo de aquí, anímalo. Por favor Alice. Yo sola puedo levantarme e ir al baño. Ya no me duele tanto, en serio. Sal y diviértete con Jasper- Y dije esto último guiñándole un ojo de complicidad.

-Vaaale, pero que conste que lo hago por Joel y por ti, ¿Ok?- Dijo esto rodando los ojos, para añadir a continuación: -Y bueno, también por Jasper claro. Le puso mucho interés en que fuese, y no es plan de que se ponga triste ¿verdad?- Añadiendo una sonrisa burlona - Ya sabes cuñadita, lo sacrificada que puedo ser a veces- Con esto último no pude evitar carcajearme, y esconder el dolor que el movimiento me ocasionó. La piel, seguía tirándome, pero no iba a decir nada.

-Pasadlo bien Alice, y no dejes que Jasper esté triste, sacrifícate cuñada- Dije riéndome de manera irónica.

Me despedí de Alice, y me dispuse a leer la revista que Rose me había traído, llevaba unos treinta minutos cuando alguien tocó a la puerta.

-Adelante- Respondí, pensando que era Lauren, aunque me extraño, ya que no iba a venir hasta el día siguiente.

-Hola- Dijo la voz…

Casi me da un pasmo al oírle. Mi pulso cobró una intensidad hasta la fecha desconocida, y tuve que cerrar los ojos al sentir un leve mareo.

-¿Dormías?- Preguntó

-No… No. Estaba leyendo- Acerté a decir

Me sentía indefensa, absurdamente indefensa. Cubierta por la sábana hasta la cintura, ya que la espalda debía estar expuesta. Sentí como su peso caía en la cama. Se sentó a uno de mis costados, justo el opuesto al que yo estaba mirando.

-¿Cómo te sientes? Dijo susurrando

-Bueno, digamos que como una serpiente mudando la piel. Pobres- Dije frunciendo el ceño- Si les duele tanto como a mí, deben estar temblando un mes antes de que eso suceda-

El rió abiertamente, y me imaginé el modo en que lo hacía, y mi cuerpo reaccionó con un escalofrío.

-¿Tienes frío? Preguntó, y sonó ligeramente preocupado.

-No, para nada…- Respondí maldiciéndome internamente por la evidente expresividad de mi cuerpo.

-Entonces- Dijo agachando más su cuerpo, tanto que podía notar como rozaba una de mis piernas - ¿porqué se te ha puesto la piel de gallina?- Susurró cerca, demasiado cerca de mi oído.

¡Mierda! Y ahora, ¿qué demonios le digo? No Edward, es que verás, suele pasarme cuando imagino tu jodida sonrisa, cuando estás cerca de mi, cuando te miro o simplemente me miras, aunque en realidad, no necesitas estar cerca ¿sabes? En mis sueños no sólo me dan escalofríos…

-Ehm, bueno, supongo que será por las quemaduras…- Dios, sonó tan poco convincente que me alegré de que mi rostro estuviese escondido de sus ojos. Aunque eso no impidió, que le oyese y le sintiese reír socarronamente.

Sentí como el peso en la cama desaparecía, y de repente entró en mi ángulo de visión. Volvió a sentarse, pero esta vez, un poco más arriba, a la altura de mi pecho. Comencé a respirar más rápido, mientras veía su cara. ¡Madre de Dios!, éste hombre debería estar encerrado en el Paraíso, y deberían cobrar entrada simplemente ante la posibilidad de encontrarlo paseando por él. Estaba sonriendo, pero ésta vez lo hacía de forma seductora.

Extendió una de sus manos, y me acarició lentamente el hombro, suave, sedosamente… bajó lentamente por todo el brazo hasta mi mano. La tomó con la suya y comenzó a acariciarla sin dejar de mirarme a los ojos. Me obligué a sostenerle la mirada, aunque mis ojos, me pedían a gritos que los cerrase y disfrutar de la sensación. Soltó mi mano, y sentí la suya en mi nuca, bajaba a un ritmo dolorosamente placentero por la columna.

Jadeé, no pude evitarlo, y al hacerlo él torció la sonrisa. Mi respiración se tornó en agitada, mis pechos, aplastados contra el colchón, se hinchaban de forma dolorosa al inflar los pulmones. Sin decir nada, se inclinó sobre mi espalda, y comenzó a rozarla con sus labios, dándome pequeños besos, que iban dejando un surco húmedo allá dónde posaba su lengua. Bajó hasta la parte baja de mi espalda, justo dónde la sábana comenzaba a tapar, se detuvo unos instantes, lamiendo y besando esa zona. Gemí, lo hice de manera evidente, y él comenzó a subir por el costado, llegando a la parte de mi pecho que asomaba, sin decir nada, comenzó a levantarme muy despacio.

-¿Puedes?- Preguntó con la voz ronca, clavándome sus dos esmeraldas en mis ojos.

-Creo que sí- respondí de la misma manera, perdiéndome en sus labios.

Despacio, comencé a girarme, quedándome sentada en mis piernas. En circunstancias normales, mostrar mis pechos habría sido extremadamente vergonzoso, pero no ésta vez. Veía a Edward recorrerlos con su mirada, y lo único que sentí fue deseo. Absoluto deseo. Los tomó con sus manos, aprisionando los pezones entre sus dedos, cerré mis ojos y abrí la boca para gemir, cuando sentí la suya chocar violentamente contra la mía.

Sin preámbulos, le dí mi lengua enferma de sentir la suya, y el invadió mi boca. De manera salvaje, sin ternura, puro deseo, sus jadeos se abrían paso a cada embestida de su lengua, mordió mis labios, los chupó, yo hice lo mismo, fue un beso de sediento. Bebimos de nuestras bocas como dos desesperados. Soltó mis labios dejándolos impregnados de su sabor y bajó por el cuello, succionándolo en caída libre hacia los pechos.

Devoró mis pezones con ansia y lo tomé del pelo, tirándolo de el mezquinamente, apretando su cabeza contra mis pechos. Su mano se había instalado dentro de mis bragas, me masturbaba sin piedad, notaba como mi sexo se mojaba indiscriminadamente y mis jadeos comenzaron a inundar la habitación.

Cuando introdujo uno de sus dedos en mi interior, eché la cabeza hacia atrás con un violento jadeo, eso le animó a meter un segundo y un tercero. Le saqué su camiseta, y el dejó mi sexo para poder quitársela, volvió a su tarea bombeando dentro de mí, me tuve que agarrar a sus hombros para no dejarme caer de espaldas a la cama y volvimos a comernos la boca.

Llevó una de mis manos a su miembro, y comenzó a moverla, a guiarme, me solté de su agarre y comencé a presionarla y a seguir su erección por encima del pantalón, marcándola con los dedos. Sin mediar palabra, se levantó y se lo quitó, quedándose totalmente desnudo y erecto ante mí. Me mordí el labio sin apartar la mirada de su erección, era mejor de lo que había imaginado. Antes de tirarlos al suelo, sacó de uno de los bolsillos un condón, y lo dejó a un lado de la cama. Se sentó en ella, y me puso a horcajadas sobre el.

-Bella, si te hago daño dímelo ¿de acuerdo?- Me pidió con voz ronca al oído mientras su lengua hacía estragos en mi oreja-

-De acuerdo- Le susurré en el cuello mientras se lo mordía.

Sus manos me quitaron las bragas, y retomó su tarea, siguió bombeando dentro de mi, mientras yo masturbaba su miembro, el gemía en mi oído y eso me ponía más frenética si cabe. Me apartó ligeramente, para ponerse el preservativo, me tomó de los glúteos para ponerme encima de el, y sentí como poco a poco entraba en mí.

Edward se tumbó en la cama, y puse mis manos en su pecho. Comencé a moverme, haciendo círculos , sintiendo su pene rozar las pareces de mi interior, no apartaba sus ojos de los míos mientras hacía muecas de placer, mordía sus labios y entrecerraba los ojos mientras guiaba mis movimientos con sus manos en mi trasero.

Empecé a cabalgarle despacio, para incrementar el ritmo, él, acompasaba esos movimientos empujando desde abajo, haciendo que sintiese el límite de su miembro en mi interior, sentía las estocadas hasta el fondo, y me abandoné al placer más salvaje. Puse mis manos en mis pechos y me incliné hacia atrás, cabalgando rápido, el me pedía más con la voz más ronca y sexy que había oído jamás.

-Más Bella… más… Preciosa. Más rápido- Oírle hablar así entre gemidos, multiplicaba mi placer.

De modo que me dejé llevar aún más, cuando sentí su pulgar masajear mi clítoris. Me eché hacia atrás, apoyando mis manos en sus rodillas, y dejé que me embistiese hasta la locura. Mis jadeos debían oírse a bastante distancia, pero no me importó lo más mínimo.

Llegué al orgasmo más intenso de mi vida. Jamás nadie me había penetrado como él, como lo hizo Edward Cullen. Sentí que el estaba por llegar, y seguí cabalgándole hasta que su cara se contrajo en una mueca de puro placer, acompañada de una serie de jadeos, que más bien parecían gruñidos. Tembló unos instantes y dejó caer los brazos derrotado.

Me invitó a echarme sobre él, y lo hice. Dejamos que nuestras respiraciones retomasen su ritmo normal, y el comenzó a acariciarme el pelo. De vez en cuando besaba mi cabeza y me acariciaba con la nariz. No sé el tiempo que pasamos así. Ninguno habló. Intenté moverme para dejarme caer en la cama, pero el no me dejó. Lo sentía dentro y me gustaba, y al parecer, a él también. No quería pensar en nada, eso lo haría después. No quería que nada ni nadie estropeasen ese momento. Ya habría tiempo para pensar en las consecuencias…

 

Wooo que capitulo, espero les hayan gustado.

Dejen sus comentarios y votitos que serán bien recibidos. Saludos.

Capítulo 8: Estupendo, está pillado Capítulo 10: ¿Porqué no me siento culpable?

 


Capítulos

Capitulo 1: Introducción Parte 1 Capitulo 2: Introducción Parte 2 Capitulo 3: Introducción Parte 3 Capitulo 4: Aterrizando en la realidad Capitulo 5: Acostumbrándome al vacío Capitulo 6: Ya lo he visto.... He visto el mar Capitulo 7: Buceando en tus aguas Capitulo 8: Estupendo, está pillado Capitulo 9: Me lías, me lío? ¿Nos liamos? Capitulo 10: ¿Porqué no me siento culpable? Capitulo 11: ¿Es ella? Sí. Es ella Capitulo 12: Lo que me haces sentir Capitulo 13: Lo Siento Capitulo 14: Un "helado" interesante Capitulo 15: Un Imposible Capitulo 16: La Vista Capitulo 17: Agridulce Capitulo 18: Aclarando puntos Capitulo 19: Y ahora, ¿qué? Capitulo 20: Comenzando? Capitulo 21: No puedo más Capitulo 22: Interrogatorio Capitulo 23: Afianzando Capitulo 24: Ley de Murphy Capitulo 25: Maldita Zorra Capitulo 26: Despedidas Temporales Capitulo 27: De Nuevo Por Aquí Capitulo 28: Te Necesito Capitulo 29: La Perra y su Amo Capitulo 30: A esto se le llama caer bajo Capitulo 31: Haciendo Conjeturas Capitulo 32: 24 Horas Capitulo 33: Por fin estás aquí Capitulo 34: La Charla Capitulo 35: Escondido Capitulo 36: Hiel Capitulo 37: Rabia Capitulo 38: Primer Contacto Capitulo 39: Instrucciones Capitulo 40: Compromisos Ineludibles Capitulo 41: Reencuentros y Primeras Citas Capitulo 42: Coto Privado Capitulo 43: Cena de Navidad Capitulo 44: Cuentas Pendientes I Capitulo 45: Cuentas Pendientes II Capitulo 46: Comida infructuosa Capitulo 47: Chocolate Calientito Capitulo 48: Verdades como puños Capitulo 49: Actos y Consecuencias Capitulo 50: Confesiones a la luz de las velas Capitulo 51: Nada Capitulo 52: Canta para mí I Capitulo 53: Canta para mí II Capitulo 54: Estoy aquí Capitulo 55: ¿Maravilla? Capitulo 56: Amargo desayuno Capitulo 57: Haciendo balance Capitulo 58: Fiesta Capitulo 59: Año Nuevo, Vida... Capitulo 60: Otra vez no Capitulo 61: No puedes irte... Capitulo 62: El presente Capitulo 63: Deja vú Capitulo 64: Des... Esperanza Capitulo 65: Desesperación Capitulo 66: Día Uno oscuridad Capitulo 67: Recogiendo Tempestades Capitulo 68: Día dos, tormenta Capitulo 69: Bombones Capitulo 70: Asimilando Capitulo 71: Día 15, como en casa Capitulo 72: Día 30, carta al cielo. Capitulo 73: Siguiendo la pista Capitulo 74: Desnudando el alma. Capitulo 75: Día 57, señales Capitulo 76: Día 63, Luz Capitulo 77: ¿Qué hay de nuevo? Capitulo 78: Cuéntame Capitulo 79: Normalidad Aparente Capitulo 80: Face to Face Capitulo 81: SÍ Capitulo 82: Previa Capitulo 83: Para siempre Capitulo 84: Consumando Capitulo 85: Step by Step Capitulo 86: Separando Destinos Capitulo 87: Cosechando Capitulo 88: Sentencia Capitulo 89: Buenas Nuevas Capitulo 90: !Hola! Capitulo 91: Cerrando Ciclo Capitulo 92: Y Comieron Perdices Capitulo 93: Epilogo

 


 
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