La cena transcurrió liviana y divertida. Hubo momentos para todo. Recordar, chistes, anécdotas, vivencias… Todos excepto Edward querían salir por ahí en cuanto las doce campanadas terminasen.
-Oh Edward, vamos hombre. Unas copas con todos será divertido- Emmet trató de convencer a su hermano.
-Lo sé Em, pero hay más noches. Nunca me ha gustado salir en fechas señaladas, no me va entrar en locales llenos hasta la bandera- Hizo una mueca de disgusto.
-Cariño, sólo un par de horas ¿sí?- Rogó Bella mirándole con ojos de carnero.
Edward se acercó a su oído, aprovechando que los demás hablaban entre ellos.
-Mi vida, había pensado que tu y yo… ésta noche… ya sabes…- Mordió su lóbulo y Bella sintió un escalofrío.
-Sí cariño, pero por favor, antes de eso…- Mordió su labio haciendo que Edward cerrase los ojos para no perderse.
-Bella…- Gimió rendido.
-Lo haremos- Prometió ésta- Pero necesito salir un rato cielo, necesito hacer algo normal, necesito fiesta contigo y con todos. Hazlo por mí- El puchero fue mortal. Ella lo supo, y él… También.
-Ok. Pero sólo un par de horas- La miró fijamente.
-¡Hecho!- Sonrió de manera triunfal.
-Nosotros nos quedaremos con Joel- Ofreció Esme tomando una de las manos de su hijo- No tenéis que preocuparos ni venir por él. Mañana venís a comer. ¿Verdad Rose?- Preguntó a su otra nuera.
-Verdad- Afirmó sin dudarlo- Y ahora, hay que llamar a Alice y quedar con ellos en algún sitio- Emmet sacó su móvil y habló con Jasper.
Las doce campanadas sonaron entre el silencio general, rompiéndose este cuando la última expiró. Hubo abrazos, besos, buenos deseos y promesas de un futuro esperanzador.
-Por nuestra nueva vida juntos- Edward abrazaba a su mujer mientras le susurraba esas palabras.
-Para siempre- Besó calidamente su mejilla y le sonrió.
-Te amo- Susurró él.
-Te amo- Respondió ella antes de fundirse en un profundo beso.
-Hey pareja. La noche es joven y la ciudad nos espera- Emmet les separó situándose entre los dos, quienes no pudieron reprimir un sonoro gruñido.
Se despidieron de Joel, haciéndole prometer que se portaría bien y se acostaría temprano. Y por supuesto, prometiéndole a cambio, ración extra de helado de chocolate antes de dormir.
Quedaron en una de las discotecas del centro. Cada uno llevó sus coches para no depender de otros a la hora de volver. Cuando llegaron, la cola era inmensa, pero Alice tiró de apellido familiar para entrar cuanto antes.
Dejaron sus abrigos y bolsos en una de las mesas, y los chicos se aproximaron a la barra a por bebidas. El ambiente era increíble. La casi totalidad de las chicas iba vestida elegantemente, y el traje negro imperaba en los chicos. Edward ordenó las bebidas y la camarera no perdió su tiempo.
-Aquí tienes guapo- Mostró su más que generoso escote, y Emmet y Jasper soltaron un sonoro aullido- Acabo a las cinco- Arrastró seductoramente las palabras al mismo tiempo que le guiñaba uno de sus muy maquillados ojos.
-Lo siento querida- Edward se acercó a ella todo lo que pudo- A esa hora, espero haber llevado al cielo por cuarta vez a mi preciosa mujer. Pero gracias de todos modos- Le sonrió con su jodida sonrisa, noqueándola dolorosamente y se giró a los demás.
-Wow Eddie- Exclamó Emmet- No sé que le habrás dicho, pero intuyo que el almacén ahora mismo debe estar ardiendo- Sonrió socarronamente mientras señalaba la puerta por la que la chica acababa de desaparecer como una exhalación.
Llegaron a la mesa que las chicas ocupaban, y se encontraron con la desagradable sorpresa de hallar a tres maromos acosar a sus mujeres.
-Que corra el aire- Bramó Jasper al plantarse al lado del hombre que se comía a su Alice con los ojos.
-¿Perdón?- Dijo éste visiblemente molesto.
-Digo, que o bien te apartas de ésta mujer para que el aire corra, o serán tus orejas las que abaniquen la mesa- El hombre se quedó rígido por unos momentos. Iba a responderle cuando Emmet se cuadró a su lado.
-No Jasper- Le dijo éste dándole unas palmadas en la espalda- Mejor que se vayan, no queremos arruinar los peinados de nuestras preciosas mujeres con tanto abanico- Dijo señalando a los tres osados hombres con una fría mirada de advertencia - ¿Verdad?- Amenazó.
-Lo sentimos, no sabíamos que estaban ocupadas- Dijo uno de ellos visiblemente nervioso intentando salir de la mesa.
-Lo están- Bufó Jasper.
-Adiós preciosas, quizá otra noche…- Se despidió el tercero de ellos con cierta esperanza.
-Para todas las noches- Siseó de nuevo Jasper con poca paciencia.
Los tres salieron de la mesa hacia la pista, en busca de nuevas presas entre las risas generales.
-Vaya Jazz, me has dejado alucinada- Susurró Alice a su oído.
-Eres mía. Así de simple- Lo dijo como si tal cosa, pero ella hinchó su pecho orgullosa y devoro sus labios con deleite.
-Hey vamos, vamos- Gritó Emmet- Dejad eso para después. Hay tiempo. ¿No oís eso?- Se puso la mano en la oreja-¡Sí! Es música. ¡A bailar todo el mundo!- Agarró la mano de Rose y se abrieron paso a la pista, que en esos momentos estaba llena.
Los demás se miraron entre sí, y les imitaron. Sonaba una de las canciones del momento, lo que hizo que sus caderas se moviesen al ritmo. Edward se pegó a Bella por su espalda, y comenzó a guiarla. Ella se dejó arrastrar, y pronto la canción dejó de tener importancia. Oía la música, claro, pero tan sólo para seguir el ritmo. El resto de sus sentidos estaban embotados. La presencia de Edward hacía que ella se abandonase de esa manera tan miserable al placer.
Los demás se retiraron a la mesa. Les llamaron, pero se dieron cuenta que Edward y Bella estaban a miles de kilómetros de distancia de allí. O en una cama, que fue lo que Emmet sugirió entre socarronas sonrisas.
Poco a poco, fueron apartándose a los lugares más oscuros de la pista, ahí dónde sus caricias pasasen más desapercibidas.
Edward frotó con ansias su erección en el trasero de Bella mientras ésta, giraba sus caderas provocando que el tamaño de ésta creciese imparable.
-Cariño…- La voz ronca de Edward se abrió paso entre el ruido de fondo, taladrando la voluntad de Bella- Dios… cariño. Te necesito- Lamió su oído con pasión.
Bella miró buscando algo más de intimidad, y divisó cerca de ellos una zona con sillones tenuemente iluminada. Tiró de la mano de Edward y se dirigió rápidamente a uno de ellos.
El deseo olía y dolía. Los dos se enzarzaron en una pelea de poder con sus lenguas. Ella, sentada a horcajadas sobre él, quien frotaba su sexo contra el de ella. Los gemidos, amortiguados por la música, salían sin parar por sus húmedas bocas.
-Amor… Amor- Llamó Edward mientras apretaba los pechos de una entregada Bella- Salgamos de aquí- Rogó en su cuello.
-Sí… Sí- Respondía pero sin saber exactamente a qué. Perdida como estaba a las caricias de su hombre.
-¿Recuerdas lo de antes?- La miró fijamente y Bella tuvo que cerrar sus ojos jadeante.
-¿Eres consciente de lo que me haces cuando me miras así?- Metió la lengua en su boca, lamiendo con deleite sus carnosos labios, tirando de ellos, succionándolos.
-Y tú, ¿eres consciente de lo que provocas en mi cuerpo?- Llevó una de las manos de ella hasta su dura entrepierna. Bella acarició el caliente bulto, y Edward embistió su sexo.
-Ahhhh- Gimieron los dos al unísono.
-Joder, vámonos de aquí. ¡Ahora!- Siseó Edward en su oído.
Ambos se levantaron, y con rapidez se dirigieron a la mesa donde las dos parejas se devoraban mutuamente.
-Rose- Susurró Bella al oído de ésta- Vamos a salir un rato… largo- Sonrió y Rose le guiñó el ojo cómplice
-¿Volveréis?- Preguntó Esta.
-Creo que sí. De todos modos te mandaré un mensaje. ¿Ok?- No os preocupéis, iros cuando queráis- Se colocó su abrigo, y tomando su bolso se despidió de todos.
-Sed tremendamente malos. Hacedlo por todos- Pidió un divertido Emmet- Y Ed- Llamó la atención de su hermano quien se acercó a él- Ponte el abrigo- Señaló su entrepierna y estalló en carcajadas dejando blanco a Edward.
Salieron a la fría noche, y corriendo más que caminando, llegaron al aparcamiento dónde su coche estaba estacionado.
Abrieron éste, y Bella se abalanzó sobre Edward. Este no perdió el tiempo y hundió su lengua en la boca de Bella. Se devoraron unos minutos y sus manos corrieron libres por sus cuerpos. Edward accionó el mando del vehículo, bloqueando las puertas, y tomando a Bella de la cintura la hizo pasar a los asientos traseros.
-¿Hambre Cullen?- Preguntó pícaramente.
-Se me olvidó comer postre- Respondió roncamente situándose a su lado y atrayéndola hacia él.
|