Veinticuatro horas después, Edward se libraba del respirador. Lo mantuvieron aislado unas horas, tras las cuales, sus padres, al fin, pudieron charlar con su hijo.
Se encontraba adormilado cuando Bella volvió de nuevo a verle.
-Hola amor- La miró y una tenue pero preciosa sonrisa adornó su rostro.
-Ooo…aaa- Cerró los ojos con gesto de dolor. Un jadeo arrastrado en forma de saludo bastó a Bella para hinchar su corazón.
-No hables cariño. Deja que tu garganta mejore. Hay tiempo- Le sonrió de vuelta y Edward asintió.
Se encontraba cansado, muy cansado. Pero feliz. Y mucho más cuando por fin, ella besó sus labios.
Los movió con suavidad sobre los de él. No buscó abrir su boca, esperó la señal por parte de él. Pero Edward no se encontraba preparado. Sentía tal pastosidad, que no quiso ir más allá. Pero no importaba. Se encontraba en el cielo, disfrutando de la suavidad de Bella, de la carnosidad de esos labios que siempre le habían vuelto loco. Los movió al compás que ella marcaba, leves y apenas perceptibles gemidos salían de lo más profundo de su ser. Pronto, demasiado pronto, ella se separó. Aunque no bruscamente, se limitó a delinear sus labios con la lengua, dotándolos de la necesitada humedad de estos, y quedó en paz. Con los ojos cerrados y sonriendo.
-Supongo, que querrás saber. ¿Verdad?- Edward abrió los ojos de golpe y asintió más rápidamente de lo habitual, lo que significó otro tirón a su lacerada garganta.
Tomó la mano de su mujer, y con un suave apretón la conminó a empezar.
Bella suspiró, cerró los ojos intentando encontrar un principio a todo lo que tenía que contarle.
-Vale. Veamos- Le miró fijamente- Sabes que tuviste un accidente, ¿no?- El asintió.
-En realidad, no fue un accidente cariño…- Edward se mantuvo a la espera, aunque ya sabía que ocurrió- La…- Apretó los labios y los ojos con furia. Edward acarició su dorso con el pulgar, tranquilizándola- Perra- Siseó con rabia- Te atropelló. Tu me empujaste…- Comenzó a llorar agachando su cabeza. Un leve jadeo hizo que la levantase.
Edward estaba intentando hablar de nuevo. No quería verla así.
-Shhss. Ya está. Estoy bien- Besó sus labios fugazmente y él asintió. Observó el ictus de dolor que ensombreció el rostro de ella. Se tensó.
-Pensé…- Tragó las lágrimas- Pensé que te perdía- No podía mirarle o no seguiría- Tu corazón se paró- Hablaba en un hilo de voz. Edward la miró incrédulo- Un doctor te intentó reanimar, estuvo un buen rato intentándolo, de no haber sido por él…- Paró. Era obvio lo que seguía. Edward apretó más su mano. Quería saber más.
-Te trajeron aquí, y bueno… Lo pasaste mal ¿sabes?- Una tímida sonrisa se descubrió bajo sus lágrimas. -Pero eres un tipo duro- Puso una nota grave en su voz y ambos rieron- Bella acarició su pelo- Quedaste en coma, has estado así cuatro meses- Su voz vibró- Decidió ahorrar todos los detalles tristes, ya habría tiempo.
Edward quedó en shock. Cuatro meses… Había pasado los últimos cuatro meses de su vida postrado en una cama sin sentir. Tuvo un escalofrío. Bella arropó su cuerpo.
- Mi vida- El volvió a mirarla, sus ojos estaban aguados- Ya todo está bien. Tú estás de vuelta, y te vas a recuperar- Edward la miró con interrogantes en sus ojos, demasiados interrogantes. Ella comprendió.
-No sabemos aún cual es el resultado de un coma tan largo cariño. Pero el hecho de que recuerdes y que muevas los brazos no es malo. Nada malo. Acabas de despertar. Aún es pronto- Trató de confortarlo besando y acariciando su rostro.
Edward pensó en sus palabras. En ese momento, fue consciente de que no había movido las piernas… Aún. Se concentró en ellas. Apretó sus ojos con fuerza y trató de moverlas.
Lo único que consiguió fue desplazarlas levemente.
-Cariño…- Bella observó el leve movimiento. Le miró radiante- ¡Se han movido!- Gritó emocionada cuando fue consciente de lo que acababa de ver.- Dios Edward, las moviste- Besó de nuevo su boca, y se quiso perder en ella- Te vas a poner bien, ya lo creo que sí- Ahora sí sonreía con felicidad, con absoluta felicidad.
-Ehmm- Edward la miró. Llevó la mano de ella hasta su rostro y la beso dulcemente- ¿En algún momento nos oíste?- Arqueó una ceja- Nos dijeron que no sabían si nos oirías- Le explicó. Edward la miró.
Negó
-Bueno- Disimuló su decepción con una sonrisa- Sólo te has ahorrado chistes malos- Quitó hierro al asunto. Edward sonrió, pero sabía que se había perdido muchas cosas.
-Pronto te van a trasladar a planta, y podremos marearte- Rieron los dos- Joel…- Sonrió con orgullo- Joel te llamó papá- Se emocionó, y Edward también. La llevó hacia él y la recostó sobre su pecho, aspirando el olor de su pelo- No te preocupes, para él ya lo eres, y te llamará así. No te importa, ¿Verdad?- se levantó súbitamente preocupada- Edward negó sonriendo. Si pudiese hablar habría gritado. Sus lágrimas hablaron por él.
Bella volvió a recostarse sobre su pecho.
-Vendrá cuando puedas hablarle. Quedó muy impresionado. Hemos creído conveniente que espere. ¿Te parece bien?-Edward volvió a asentir. Claro que le parecía bien. Estaba pletórico.
Bella escaló hasta sus labios.
-¿Puedo?- le conminó. El empujó de su cuello, atrayéndola hasta su boca.
Otra vez sus labios. Se pasaría la vida colgado de ellos. Bella de nuevo tomó la iniciativa, acariciándolos con su lengua. Mordió su labio inferior. El holter se quejó, y Bella se estaba apartando cuando él, afianzó su agarre en el cuello, impidiéndoselo. Ella sonrió en su boca y siguió saboreándola. Se permitió ir un poquito más lejos. Entreabrió los labios de Edward, se paró respirando en ellos. Edward por fin accedió, y ella comenzó a inspeccionar. A pesar de llevar tanto tiempo cerrada, no sabía mal.
En cualquier caso, le importaba un bledo. Era la boca de su hombre, su entrada al Paraíso, y se dedicó a perderse en ella. De nuevo.
Edward se dejó hacer, se dejó enredar en su lengua y gimió. Ya no oía el holter, sólo sentía su cuerpo. Una de sus manos se hizo paso lentamente, muy lentamente entre sus cuerpos y buscó uno de sus pezones. Al sentirlo, Bella suspiró y comenzó a retirarse. Observó el puchero de decepción en la boca de Edward.
-Hay tiempo cariño. Ahora tienes que reponerte- Le sonrió con dulzura.
Edward asintió con resignación, pero no consintió en que ella se separase de él.
Bella quedó pensativa, no sabiendo si seguir dándole información, y hasta que punto sería buena idea. Lo pensó y decidió no darle más detalles. Ahora no sería buena idea.
-Cuando empieces a ponerte bien, tenemos que hablar, ¿vale?- Edward volvió a asentir- Tenemos que hablar de futuro Sr. Cullen- Le guiñó un ojo- Pero eso será más adelante. Ahora tienes que concentrarte en ti, y en salir de ésta cuanto antes. Aunque, si tienes que tomarte tu tiempo, hazlo- Edward acariciaba su pelo. Se sentía agotado, más que antes. Luchaba por que sus párpados no se cerrasen, pero a duras penas lo conseguía.
-Estás cansado- No fue una pregunta- Debería dejarte dormir- Edward afianzó el agarre de su mano. Bella sonrió mientras peinaba, o intentaba peinar su flequillo- Descuida, no me iré de aquí si no quieres- Asintió más tranquilo, y se relajó.
Bella accionó el mando de la cama, y la puso en horizontal. Se acercó al pecho de Edward, y recostó su cabeza sobre él. En ese momento quiso decirla un simple "Te Amo", pero una vez más, el lacerante dolor de su garganta le hizo cambiar de idea. Oyó a Bella suspirar, y cerró sus ojos.
Bella se quedó dormida. No supo cuanto tiempo pasó. Una de las enfermeras la tocó suavemente el hombro. Se incorporó. Inyectaron medicina en una de las vías. Comprobó todo lo demás, y salió de la habitación. Sumiéndose de nuevo en un calido silencio. Se acercó a la ventana después de besar los labios de su hombre, miraba a través de ella el atardecer cuando su teléfono vibró.
-¿James?- Preguntó extrañada.
-Hola Bella- Respondió calidamente.
-¿Qué hay?
-Bueno, me preguntaba si querrías hacer una visita especial.
-¿De qué se trata?- Preguntó curiosa.
-Denali.
Cerró los ojos con tanta rabia que dolieron. Se giró y miró el rostro tranquilo de Edward. Aspiró hondo.
-¿Cuándo?
-Déjame arreglar el papeleo. Una semana máximo- Bella asintió.
-De acuerdo. Espero tu llamada- Cerró el teléfono y siguió contemplando la tarde. Su rostro había cambiado completamente. Ahora se hallaba cubierto de un velo de odio acérrimo- Mi querida Tanya- Sonrió irónicamente.
Su mente fue un par de meses atrás…
-¿Jacob?- Preguntó extrañada al abrir la puerta de la casa.
-Qué hay Bella- Pasó a su lado y se encaminó hacia el salón.
-Bueno… Tu dirás- Se sentó a su lado.
-Tenemos a Tanya- Soltó directa y concisamente. Bella dio un respingo.
-¿Qué, cómo… dónde?- Acertó a decir.
-En kiev. La Interpol la seguía. La policía la interceptó- Bella le miraba sin comprender.
-Al parecer, una red rusa, la usaba de prostituta- Bella abrió los ojos como platos- Estaba en un estado deplorable cuando la "encontraron"- Entrecomilló esto último.
-¿Stevens?- Preguntó.
-Muerto. Su coche voló por los aires, junto a sus cuatro hombres. Se supo por la matrícula- Bella no daba crédito.
-¿Qué pasa Jacob?- Algo muy gordo había detrás de todo eso, lo sabía.
-Digamos, que el amigo Stevens era una joyita. Creemos, que ha muerto para silenciarle- Jacob la miró.
-¿Por qué?- Estaba alucinada.
-Bella, a Tanya la entregaron. La policía la buscó, sí, pero curiosamente apareció en las escalinatas de la catedral de Sta. Sofía, en el centro de Kiev, sin más. Cuando parecía que la tierra se la había tragado. No dijo nada, no habló. Estaba vejada, golpeada. La examinaron, la han violado repetidas veces, le han ocasionado daños irreparables- Bella se mantuvo inmune. Le daba absolutamente igual aquello por lo que tuvo que pasar.
-¿Podré verla?- Le preguntó segura y fría.
-No lo sé. Veremos. ¿De acuerdo?- Bella asintió.
-Tendrás que hablar con Abbot. Si hay alguien que pueda conseguirlo, es él- Bella volvió a asentir.
-Pronto Tanya, pronto- Y se volvió hacia la razón de su existencia, y cerró los ojos a su lado.
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