-¿Estás segura de que esto es lo que quieres?- La miró seriamente.

-Completamente- No lo dudó

-Bien, he conseguido los permisos necesarios. No ha sido fácil- Ella asintió- Tienes media hora- Tras decirle eso, James la acompañó hasta una sala, dónde una funcionaria se hizo cargo de ella.

Caminó por un largo pasillo hasta que la mujer se detuvo ante una puerta. Cuando entraron, se encontró ante una larga hilera de cabinas, todas ellas con una mampara que separaba los dos lados, y en ella, unos orificios. Le recordaron la caja de un banco.

La funcionaria la guió hasta una de ellas, una de las más apartadas. Había pocas personas, lo agradeció.

-Espere aquí. En treinta minutos volveré a buscarla- Asintió y se acomodó en la fría y dura silla.

Cuando la vio aparecer, su odio creció hasta límites insospechados. La mujer del otro lado, le devolvió una gélida mirada. No la afectó en absoluto. Ella por el contrario, le mostró la más ácida y burlona sonrisa de la que fue capaz. Funcionó.

-¿Qué coño haces aquí?- Ni si quiera se había sentado cuando escupió- ¡No quiero ésta visita!- Chilló.

-Relájate querida- Le mostró sus dientes- Me parece, que no estás en disposición de exigir nada- Se acercó al cristal.

-¿Qué miras?- Siguió escupiendo.

-Dios Tanya- Abrió los ojos teatralmente- ¿Pero dónde has estado?- Su mano en el pecho remataba la escena- Das pena- Y su mueca de asco, el golpe de gracia.

-¿A qué has venido?- El golpe dolió, pero no iba a mostrarlo.

-Pues a verte- Sonrió con falsa dulzura- Deberías mostrarte algo más agradecida, no creo que te venga a visitar mucha gente. Bueno…- Dudó- Salvo ese abogado al que apestas, claro- Más dientes.

-Púdrete- Tanya pegó su boca a los orificios, su saliva casi los traspasa. Bella carcajeo.

-No querida-Negó divertida- Se trata de que te pudras tú- La guiñó un ojo- Y créeme, ya te falta poco- Señaló su aspecto- Se emplearon a fondo ¿Eh?- La pinchó. Tanya bufó.

-Ya entiendo- Tanya sonrió - Has venido a cobrarte tu momento ¿No?- La miró con odio.

-No- Bella cruzó los brazos sobre su pecho. Tanya arqueó una ceja- Esto no puede ser uno de mis momentos… Por favor- Su cara mostró asco- Sólo he venido a mostrarme- Sonrió de nuevo.

-Pues ya lo has hecho. Ahora, lárgate- Siseó.

-Oh, en unos minutos. Después de todo, yo si puedo largarme- Sonrisa de suficiencia cuando sintió que Tanya se removió en su silla.

-Deberías estar llevando flores a tus viudos, ¿no crees?- Bella mostró indiferencia.

-Oh, bueno. Ya lo hice con Christian antes de venir aquí. No te preocupes- Guiño uno ojo. Tanya torció el gesto.

-¿Qué pasa, lo del otro no llegó para un triste ramo de flores?- Preguntó ácida.

-Sí, claro. Pero Edward prefiere bombones. Le gustan más- Más sonrisas. Miró a Tanya fingiendo sorpresa- Ah, vaya, que no te lo he dicho- Rió tenuemente- Te salió el tiro por la culata- Su interlocutora quedó en silencio.

-¿Me escuchas tarada?- Elevó su tono de voz- Edward está entre los vivos. Dios, que inútil eres- Bufó aburrida.

-Te lo repito- Sonó amenazante- ¿A qué coño has venido?- Bella se acercó al cristal.

-¿Acaso no es evidente estúpida?- Tanya apretó las manos violentamente- A reírme de ti- Le lanzó un beso.

-Veo que eres muy valiente con un cristal en medio- Amenazó bravucona.

-Oh, agradece que sea así. Habría que ver como te desenvuelves sin pistolas o sin coches. Tengo entendido- Se llevó un dedo a los labios en gesto pensativo- Que no fuiste muy valiente en Kiev ¿Verdad?- Se carcajeó burlonamente.

-Vete a la mierda- Vocalizó con saña.

-No. Yo me iré a mi casa, después de salir de aquí, y pasear por la calle libremente, disfrutando de los rayos de Sol, dejando que mi piel coja color sano, no ese enfermizo- La señaló con asco- Y me meteré en mi coche, y conduciré libremente, y llegaré a mi casa, una enorme mansión llena de habitaciones y comodidades, donde me sentiré libre, y besaré a mi futuro marido y a mi hijo, y dormiré en una gran y mullida cama con el hombre más perfecto después de hacer el amor- Bella paró fingiendo lastima- !Ay¡ perdona, que a ti no te hacen el amor, a ti te violan- Le mostró una mueca de burlona compasión- Tanya no pudo controlar las lágrimas. Eso había dolido… Y mucho.

-Por mi como si te mueres- Destiló odio y amargura.

-Pues claro que moriré tonta, sólo que más tarde que tú. Y desde luego, no de la misma manera. Lo sabes ¿No?- Otro golpe bajo.

-Te quedan pocos minutos. ¿Has acabado de echarme mierda?- Se permitió reír, aunque se quedó en un triste intento.

-¿Reírme?- Forzó un gesto de incredulidad -Por dios Tanya- Negó burlonamente- Es de mala educación reírse de un condenado a muerte- Tanya tembló - Bueno, futura condenada a muerte. Ya sabes… Abbot- Bella mostró un rostro cómplice.

-¿Eso te hace feliz?- Tocada. Pensó Bella.

-Uhmmm, veamos- Fijó su vista en un punto indefinido, fingiendo pensar- En realidad, me da igual. A ver- Vio el rostro de Tanya sorprendido- Me gustaría que empleasen bien mis impuestos. No me gustaría que fuese rápido, ya sabes- Hizo una mueca de disgusto- Quiero que te inyecten todo. Absolutamente todo- Su odio taladró la mampara. A Tanya se le heló la sangre.

-¿Después irás a celebrarlo?- Intentó mostrar su orgullo. Mal intento.

-Qué va mujer- Sonrió despreocupada- No das para una triste copa.

Después de eso. Bella la miró fijamente.

-Das pena. En serio. Esa cara, esos ojos… Ese pelo… Pfff- Tanya contenía las lágrimas mientras Bella sacaba un espejo de su tocador.- Con lo que tú has sido- Fingió pesar.

Giró el espejo hasta que la imagen de Tanya se reflejase en él. Esta se dio cuenta demasiado tarde de la mueca de horror que puso. Quiso aparentar indiferencia. Muy tarde…

-Hundida- Bella exhaló liberación con esa sola palabra.

Se levantó de ahí. Ya no tenía caso seguir. Caminó hasta la salida sin mirar atrás, sin sonreír, pero con una extraña paz.

Tanya se quedó inmóvil. De repente el miedo la paralizó. Había perdido. No quería morir…

Bella salió al exterior, y llenó sus pulmones de aire puro. Se dirigió al hospital. Comería algo allí y volvería a la habitación de Edward. Obviamente, no iba a decirle a la perra las consecuencias de sus actos. Ya se enteraría.

Pensó en Edward y en su reacción la noche pasada. Un pensamiento gris cruzó su mente. Sacudió la cabeza para desecharlo. La presión, se dijo. Pero un escalofrío recorrió su espalda. No pudo evitarlo.

-Hola- Susurró tímidamente. Se le iluminaron los ojos.

-Hola cariño- Tendió su mano a una dubitativa Bella - Ven- Pidió.

Bella se acercó hasta él. Edward tomó su mano y la atrajo hacia la cama. Estampó sus labios en los de ella.

-Lo siento mi vida- Habló a penas sin despegarlos.

-Todo está bien cariño- Bella acarició su mejilla y sonrió cálidamente.

-Siempre que no me dejes- Edward hizo un mohín.

-¡Anda!- Se irguió- ¿Por qué iba a hacer eso?- Preguntó falsamente molesta.

-Por que soy un idiota- Bella arqueó una de sus cejas- Pregúntale a Emmet- Frunció los labios y Bella le besó, cazando su lengua sin darle tregua.

-Eres un idiota cariño- Él abrió sus ojos como platos mientras se separaba de ella- Pero no necesito que Em me lo diga- Se rió burlonamente y Edward acabó por torcer sus labios, hasta que estos dibujaron su mortal y jodida sonrisa.

Bella jadeó.

-Dios- Otra vez invadió su boca y Edward se dejó gustoso. Apretó a Bella contra él, y sus manos viajaron ansiosas por su cuerpo.

-Te deseo- Ronroneó en su oído.

-¿Crees que yo no?- Le devolvió Bella en su cuello- Me estás volviendo loca, joder- Lamió su mentón, mientras una de sus manos se perdía debajo de las sábanas.

-Túmbate- Pidió Edward

-Cariño… No deberíamos- Pero su cuerpo le llevaba la contraria, ya estaba tumbada a su lado, y dejando que Edward la tapase con la colcha.

-Shistt calla- Ordenó mientras su mano se enredaba entre las piernas de Bella. Está gimió.

-Joder Edward… Joder- Su mano se escurrió bajo el pijama de él, tomando su duro miembro.

Edward cerró sus ojos mientras uno de sus dedos acariciaba el clítoris de Bella.

-Buenas tardeeessss- La puerta se abrió de repente dejando a cuatro personas estáticas en sus sitios. Dos de ellas, con un rojo intenso decorando sus mejillas.

-Joder, ¡iros al servicio!- Rose se llevó las manos al estómago, muerta de la risa, mientras Emmet intentaba mirar para otro lado.

-Vale, estooo- Rose habló aguantándose las lágrimas y cogiendo a Emmet de la mano- Nosotros salimos y vosotros os relajáis. Entramos de nuevo y aquí no ha pasado nada- Habló rápido, no podría aguantar mucho más. Tiró de Emmet fuera de la habitación y cerraron la puerta.

El escándalo que formaron sus risas acongojó más si cabe a Bella y Edward, quienes se separaron y acomodaron sin mirarse.

-Joder- Espetó Edward.

-Ni que lo digas- Respondió Bella estirándose la falda.