-Jamás le pierdas de vista. No dejes que te toque, el micro es diminuto, pero no queremos arriesgarnos. No dejes de pensar en ningún momento que tiene tratos con una posible asesina. Nada de preguntas capciosas que puedan hacerle sospechar.- Jacob relataba sin cesar a una Ariana que ya había suspirado repetidas veces aburrida.

-¿Te aburres?- Preguntó visiblemente molesto.

-Es que ya me lo has repetido como veinte veces- Gesticuló cansina.

-¡Y mil si son necesarias!- Jacob bufó.

-A sus órdenes mi general- No pudo evitar reírse.

-¿Quieres ver como una de mis compañeras hace el trabajo?- Amenazó entrecerrando los ojos.

-¿Y tú quieres ver como Seth se come la tarta de chocolate que traje para ti?- Se encaró ella casi pegando su rostro al de él.

-Eres… ¡Irritante!- Blasfemó airado.

-Y tú un débil goloso.- Apuntilló orgullosa.

-Jum.- Bramó él.

-Venga hombre, sé muy bien qué tengo que hacer. Te prometo que haré todo lo que has dicho.- Habló en tono conciliador.

-¿Se ponen de acuerdo los tortolitos?- El Comisario Montes entró en ese momento y Jacob se envaró.

-Con el debido respeto Sr. Comisario, no sé a qué se refiere.- Espetó molesto.

-Sí. Claro…- Respondió gesticulando indiferente con una mano.- Srta. Blake, ¿sabe los riesgos que corre?- Se dirigió a ella dejando noqueado a Jacob.

-Estoy al corriente Sr.- Respondió segura.

-Siga todas las instrucciones. Si se ve en peligro, salga en cuanto pueda de donde sea. Tendrá un grupo de apoyo y varios agentes cerca. No dude en pedir ayuda. ¿Me ha entendido?- Se cuadró y ella dio un respingo impresionada por la mirada del hombre.

-Perfectamente Señor.- Respondió intimidada.

-Bien. Salgan ahí y hagan bien su trabajo.-Ordenó mirando a Jacob.

-Descuide Señor. Así se hará- Se dirigía a la puerta cuando el Comisario le llamó.

-Jacob- Éste te giró mientras Ariana salía.- ¿Sí, Señor?- Se giró sujetando la puerta.- No quiero ningún error. Sabe a qué me refiero, ¿verdad?- Le miró a los ojos y Jacob asintió.

-He accedido por el bien de la operación, aún estando en contra. Ella es mi futuro. ¿Cree que no sé a que se refiere?- Preguntó a su vez afectado Jacob.

-Es Ud. El mejor. Ella está en las mejores manos.- Trató de relajar la tensión.

-No Señor. Ella… Ella estará en las manos de un posible cómplice de asesinato, si no es más. Y ahora, si me disculpa- Elevó la vista a sus ojos pidiendo permiso para salir, y el Comisario asintió en silencio.

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-Recuerda, entras a la cafetería y como si tal cosa, pides el pastel que el todas las mañanas desayuna.- Miraba ansioso por la ventanilla.

Ari asentía sin poder evitar ponerse nerviosa a las explicaciones de Jacob. En realidad, le oía lejano, ya sabía lo que tenía que hacer, y se dejó llevar por su plan.

-Ari, ¿Me escuchas?- Preguntó Jacob pasando la mano ante sus ojos.

-Sí. Sí.- Respondió volviendo a la realidad y dándole una mirada de confianza.

-Bien.- Dijo mirándola intensamente.- Ya lo sabes, a la mínima sospecha, sales. Te vas. No esperes una orden.- Se lo repitió de nuevo, pero esta vez con creciente angustia.

-Estaré bien- Ella le sonrió dulcemente.

-Ve- Abrió la puerta del furgón y ella comenzó a salir. Justo cuando comenzó a bajar el la tomó del brazo.

-Ari.- Ella se giró a mirarlo.

Acercó tímidamente su rostro hasta que sintió el aliento de ella. Seth les dio la espalda al comprender, y Jacob, besó a la mujer, dulce, suave, como una caricia. Separó sus labios lentamente, y sonrió a la hermosa carita que le observaba perdida.

-Yo te cuidaré desde aquí. Ve tranquila.- Susurró acariciándole las mejillas.

Ari salió con las rodillas de goma. ¡Menudo momento ha elegido para el primer beso! Gritó mentalmente mientras sus dedos rozaban sus labios, y una sonrisa pícara delineaba estos. Respiro hondo, y centró su mirada en la cafetería que había unos metros más adelante.

La puerta del local tintineó al abrirse, ganándose la atención de las pocas personas que había en ella, esa gélida mañana de Diciembre.

-Buenos días- Saludó risueña Ari mientras se dirigía al mostrador de los pasteles.

-¿Qué desea?- Preguntó la persona que se encontraba detrás de éste.

-Querría una porción de tarta de frambuesa y queso y un café. Gracias- Sonrió, provocando que a su vez, el camarero le devolviese la sonrisa.

-¿No le gustaría otra quizá?- Preguntó una voz a su lado.

-No. Me gusta esa- Contestó con aplomo, intentando que su voz no mostrase los nervios que la atenazaban.

-Vaya- Suspiró contrariado.

-¿Algún problema?- Preguntó ella fingiendo interés.

-Bueno, es que esa es la tarta preferida del Señor. Todos los días desayuna eso, y sólo queda una porción- Explicó el camarero mientras el hombre asentía en silencio.

-Oh, vaya- Dijo con falso pesar- Bueno, podríamos compartirla- Sugirió inocentemente a lo que él respondió con una mirada sorprendida.

-No es necesario Srta.…-Se detuvo.

-Ariel Sanders, pero puedes llamarme Ari- Habían pactado ese nombre, con el propósito de no estropearlo cuando el la llamase por un nombre distinto y no se diese por aludida. Su diminutivo no levantaría sospechas.

-Newton… Michael- Dijo nervioso ante el desparpajo de la chica.

Lo sé. Dijo ella mentalmente mientras le tendía una mano.

-Entonces…- Insistió ella- ¿Compartimos?- Desplegó su sonrisa mortal, y supo que había ganado.

El sonrió, y la invitó a acompañarle a una de las mesas. El camarero llegó con dos cafés, y dos platos con sendas porciones de la tarta.

-¿Eres nueva? Nunca te había visto por aquí- Comenzó preguntando.

-Sí. Acabo de mudarme- Respondió risueña.

-¿A éste barrio?- Siguió preguntando mientras pinchaba la tarta.

-Sí, al edificio marrón desagradable del final de la calle- Hizo una mueca de asco que provocó una carcajada en Mike.

-Marrón desagradable- Dijo en tono divertido recuperándose.- Jamás se me habría ocurrido un adjetivo así, pero en realidad, lo es- Volvió a sonreír de nuevo mirando a la chica.

-Al menos, por dentro la cosa cambia. Aunque bien pensado, es una manera de alejar moscones. ¿Quién querría ligar con alguien que vive en un edificio así?- Fingió horror y Mike de nuevo estalló en carcajadas.

-Es una buena manera de verlo- Concedió el sonriendo. -Así que, ¿lo usarás para espantar moscones?- La curiosidad le delató.

-Que va- Dijo ella indiferente- Soy más recurrente- Le guiñó un ojo divertida.

-Me encantaría saberlo- Clavó sus ojos en ella mientras daba un sorbo a su café.

-¿Piensas ligar conmigo?- Arqueó una ceja.

Y ahí le pilló. Se removió nervioso en la silla, pensando qué responderle.

-Antes de ligar, me gusta conocer a las personas- Contestó esperando que fuese suficiente.

No lo fue. Evidentemente…

-Entonces, debo suponer que los ligues de discoteca no son lo tuyo- Contestó curiosa. El, entrecerró los ojos.- Digo, por lo de conocer y eso- Le recordó.

-No. No lo son- Y calló.

Quedaron en silencio unos momentos mientras desayunaban pensando ambos en qué decir. Ese silencio ya se estaba convirtiendo en algo tenso. Por lo que Mike se decidió.

-Bueno Ari- Se levantó de la mesa.- Ha sido un placer compartir el desayuno contigo.- La tendió su mano, y ella se la estrechó.

-Igualmente- Le dedicó una sonrisa.- Nos vemos… Supongo- Dijo dudosa.

-Claro. No me importaría- Seguía sin soltar su mano.

-En cualquier caso, somos vecinos, será algo así como… Inevitable. ¡Eso!- Soltó su mano delicadamente mientras volvía a sonreír.

-¿Cuál es tu piso?- Preguntó el echando de menos el tacto de la chica.

-El tercero- Respondió tímida.

-Yo vivo en el cuarto.- Ella fingió sorpresa.

.¡Oh vaya!, estás lo suficientemente cerca para pedirte azúcar- Y estalló en carcajadas. Mike la siguió, era imposible no contagiarse.

-Para lo que quieras pedirme.- Besó su mejilla y salió de la cafetería.

Ari se quedó parada mientras pensaba en las últimas palabras, hasta que una voz nasal la sacó del trance.

Regresa, es suficiente por hoy.