LOS HERMANOS MACMASEN (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 27/08/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 390
Visitas: 103267
Capítulos: 57

"FANFIC TERMINADO"

 

Tres hermanos, tres guerreros, unidos no solo por sangre sino  por una fuerza más poderosa, por culpa de una malvada hechicera, Durante trescientos años, han permanecidos alejados del mundo, ocultando al vengativo dios que llevan prisionero en sus almas, pero muy pronto las cosas cambiaran, una épica guerra entre el bien y el mal se avecina, Edward, Emmett y Jasper deberán luchar no solo contra el mal que los ha asechado toda su vida, sino también contra el amor y la pasión que se encontraran en el camino

Todo el poder, la pasión y la magia de los legendarios guerreros de Escocia atados al juramento de luchar por la victoria en la batalla y en el amor.

 

 

adaptacion de los personajes de crepusculo con el libro "Serie Highlander la espada negra de Donna Grant"

 

 

 

 

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Capítulo 46: SEIS

No importaba lo mucho que Jasper intentara olvidar que había una mujer despampanante y extremadamente hermosa solo a unos pasos de él, era inútil.

Trató de pensar en Tanya y en un plan de escape, pero lo único en lo que podía concentrarse su mente era en la forma de los carnosos labios de Alice y en su delicioso aroma. Toda la sangre de su cuerpo se le había concentrado en la entrepierna y el dolor que sentía en ese punto no parecía que fuera a desaparecer fácilmente.

Los otros guerreros del Foso también habían empezado a mostrarse inquietos. Podían olerla, podían oírla. No importaba lo que pasara, Jasper no podría abandonar nunca el Foso o de lo contrario alguno de ellos la atraparía. Ese pensamiento hizo que su rabia creciera en su interior.

Jasper volvió esa ira a su favor y empezó a intentar comunicarse con las ratas. Aunque todavía no había perfeccionado su poder estando en su forma humana, como había hecho Edward, Jasper adquiría más destreza cuanto más lo utilizaba.

Se revistió con la forma de su dios, como hacía cada vez que quería que lo vieran. Su poder se arremolinaba en el interior de su cuerpo, incrementándose y ganando potencia con cada latido de su corazón.

Encontrad a los otros guerreros. Mordedlos, atacadlos, molestadlos. Mantenedlos ocupados, les ordenó Jasper a las ratas.

Su agudo sentido del oído captó los arañazos de las garras de las ratas contra el suelo mientras se apresuraban a cumplir sus órdenes. Jasper no ocultó su sonrisa cuando oyó el quejido del primer guerrero al que habían mordido.

No es que fuera mucho, pero las ratas distraerían a los guerreros durante un buen rato. Jasper estaba ansioso por abandonar aquella montaña y probar su poder con otros animales, especialmente con los caballos.

Antes le encantaba montar a caballo. Su montura favorita había sido un caballo zaino. Jasper echaba de menos al animal. No había vuelto a montar desde que se había hecho inmortal. No había ninguna razón para hacerlo, ya que él podía moverse tan rápido o incluso más que cualquier caballo.

Aun así, añoraba sentir un caballo bajo su cuerpo y ver el suelo pasar borroso bajo las pezuñas del animal mientras corría por los montes. Hace trescientos años, montar aquel caballo había hecho que se sintiera casi como un dios. Qué ingenuo resultaba.

Jasper sintió una presencia a su lado, se giró y descubrió a Seth. El guerrero tenía la mirada fija en la cueva de Charon. Por alguna razón, Seth odiaba a Charon, pero Jasper no había podido averiguar la razón.

—Has reclamado a la mujer como tuya y, sin embargo, no quieres estar a su lado —dijo Seth antes de volver la mirada hacia Jasper.

Solo el hecho de mencionar el nombre de Alice hizo que a Jasper se le acelerara el pulso.

—No es cuestión de querer, es cuestión de merecer. No soy el hombre adecuado para ella.

—Pero tú la quieres.

—Más de lo que he querido nada en toda mi larga vida. Es una buena persona que ha caído presa en la red de Tanya. Yo llevo al demonio en mi interior, Seth.

—El demonio que hay en tu interior no te hace ser malvado. Nos queda la opción de elegir.

Jasper sonrió y sacudió la cabeza.

—Hablas como Edward. Él me dijo lo mismo una vez.

—Entonces es obvio que tu hermano es el más listo de los tres y no tú, como dicen.

Jasper puso los ojos en blanco.

—Admito que Edward y Emmett son mejores hombres que yo y que, a veces, Edward ha demostrado ser casi tan listo como yo, pero nunca admitiré que me supera en inteligencia.

La sonrisa de Seth, aunque leve, se desdibujó de sus labios.

—Si quieres a Alice, entonces tómala. He visto el modo en que te mira, mi querido amigo. No seas estúpido y dejes que pase este momento. Vivo a diario arrepintiéndome de cosas que no he hecho. Aprende algo de mí.

Jasper vivía con sus propios arrepentimientos.

—No puedo arriesgarme, Seth. Tanya descubrirá a Alice antes o después. Ya la he puesto en peligro salvándola. Si la tomo, como deseo hacer, la ira de Tanya será implacable.

—¿Y te preocupa Alice?

—Sí. Tanya la quiere muerta. Supongo que Tanya dejará a Alice aquí abajo hasta que muera, a no ser que descubra que la he hecho mía. Entonces, prepárate para ver hasta dónde puede llegar su furia.

Seth se pasó una mano por el mentón.

—Puede que tengas razón. Quién sabe el tiempo que te queda antes de que Tanya vuelva a llevarte a su lado. Ella quiere un hijo tuyo.

Al principio, cuando lanzaron a Jasper al Foso, pensó que estaría allí hasta que lo rescataran o hasta que muriera. Pero, a medida que pasaba el tiempo, las visitas de Isla y de Broc eran menos espaciadas. Jasper sabía que algún día, Tanya se cansaría del juego y lo convocaría ante ella.

¿Era eso a lo que se refería Broc al decir que se le estaba acabando el tiempo?

—Maldita sea —murmuró Jasper.

Él confiaba en Seth y en los gemelos, pero ¿cuánto duraría su lealtad cuando tuvieran que ver la belleza de Alice día tras día sin que Jasper estuviera allí?

No mucho.

Seth le dio una palmada en la espalda.

—Eso mismo.

Jasper bostezó y se frotó los ojos. Cuando echó un vistazo hacia el interior de la cueva, vio a Alice recostada en la losa que hacía de cama, con los brazos a su alrededor, temblando.

—Ve con ella —dijo Seth—. Ya has estado vigilando demasiado rato.

Jasper no discutió, no cuando lo único que deseaba era estar de nuevo al lado de Alice. Se dirigió hacia ella y se quedó mirando su silueta mientras descansaba acostada de lado, de cara a él. Tenía los ojos cerrados, pero no estaba dormida. Todavía.

Él se quedó mirándola hasta que su respiración se relajó. Entonces se acurrucó a su lado. La losa era grande, pero no lo suficientemente grande para que dos personas pudieran acostarse cómodamente. Afortunadamente, como Alice estaba de lado, Jasper pudo recostarse y tumbarse contra su espalda.

Jasper levantó el brazo y puso la mano bajo la cabeza de Alice. Ella, como si hubiera sentido su calor, se acurrucó contra él.

El tiempo iba pasando mientras Jasper observaba su rostro. Era la belleza personificada. Su piel resultaba perfecta, excepto por un pequeño lunar a la izquierda de su labio superior. Pero ni siquiera ese lunar conseguía apagar tanta hermosura.

Incapaz de contenerse, Jasper le acarició la mejilla y la mandíbula con los dedos. Su piel era suave como la seda. Ante su sorpresa, Alice movió la cabeza hasta dejarla reposar sobre su pecho.

A Jasper le latía el corazón fuerte en el pecho. Ninguna mujer, ni siquiera su esposa, se había recostado contra él de ese modo. Lentamente, el brazo que tenía debajo de su cabeza descendió y envolvió con él el cuerpo de Alice. Sus escalofríos habían disminuido gracias al calor de su cuerpo.

Al principio no quería moverse, por temor a despertarla. Le gustaba tenerla contra su pecho, tal cual estaba, y cualquier momento en que tuviese que abandonar aquel estado, siempre le parecería demasiado pronto.

Se obligó a sí mismo a relajarse y a permitirse el descanso que su cuerpo le pedía.

 

 

Tanya andaba arriba y abajo en su habitación. No le gustaba que le negaran nada. Se había dicho a sí misma que si le tendía una mano a Jasper eso haría que él por fin acudiera a ella por decisión propia, pero empezaba a dudarlo.

Parecía que no importaba el tiempo que Jasper permaneciera en el Foso, porque nada conseguía debilitarlo. La enorgullecía ver el modo en que él había tomado el control allí abajo. Tal hecho era la demostración de que él era el guerrero que tenía que gobernar a su lado (o que ella dejaría gobernar a su lado de algún modo).

—Puede que necesite algún incentivo.

Tanya se detuvo y volvió la cabeza hacia James, aun desnudo, acostado en su cama. Había olvidado que seguía en su habitación. Aunque ya hacía unas cuantas semanas que él ocupaba su lecho, ella no podía encontrar la satisfacción que sabía que le aguardaba entre los brazos de Jasper.

La piel azul marino de James todavía brillaba por el sudor del coito reciente. A Tanya le excitaba tener a los guerreros con sus colmillos y sus garras en su cama. Les prohibía a todos ellos que se transformaran en su forma humana una vez le habían jurado lealtad. No tenían ni la menor idea de que cuánto más tiempo pasaran en la forma que les había dado su dios, más poder adquiría el dios sobre ellos.

Por muy atractivo que fuera James, ella sabía que él intentaba parecerse a Jasper. Ella lo entendía. James quería ser el que le diera un hijo y el que gobernara con ella. Pero nunca lo haría.

—¿A qué te refieres? —le preguntó al guerrero.

—Por mucho que pidáis o exijáis que Jasper venga a vuestra cama, él seguirá negándose. Quitadle algo. Ese es el único modo que tendréis de doblegarlo.

Tanya colocó su largo y blanco pelo sobre el hombro y pensó en las palabras de James. Sabía, por los informes de Charon, que los gemelos Duncan e Ian y Seth se habían aliado con Jasper. Charon no le había hablado de más guerreros, pero aquello no significaba que no hubiera más. Ella desconfiaba de Charon, aunque estaba demostrando ser más fiable de lo que en un principio había imaginado.

—Quítale algo a Jasper —dijo para sí misma. Luego le sonrió a James—. Creo que tienes algo en mente.

James se levantó de la cama y se dirigió hacia ella.

—Dejad que lo haga yo. Dejad que sea yo el que le quite algo a Jasper.

—¿No fue suficiente que te dejara que fueras tú el que lo capturara?

—No. Pretendo demostraros que no es el hombre que pensáis que es.

Tanya giró la cabeza para mirar al guerrero. James había sido un servidor leal durante más de dos siglos, desde el momento en que ella había liberado a su dios. Sabía que estaba enamorado de ella, o lo enamorado que un guerrero pudiera estar, y ella había utilizado aquello a su favor.

—Solo porque quiera traer a Jasper a mi cama, no significa que tú ya no seas más bienvenido, James.

Él entrecerró sus ojos de color azul marino.

—¿Seguiréis queriéndome?

—Siempre te querré.

—Entonces, ¿puedo ser yo el que le haga daño a Jasper?

Ella asintió con la cabeza.

—Sí, mi querido amante. Pero antes, deseo que me des más de tu cuerpo.

James gruñó y la cogió por la cintura con las garras rasgando su piel. Se dio la vuelta y la lanzó contra la cama. Ella le lanzó una patada a la barbilla.

Él le mostró los dientes con un rugido y le sujetó el tobillo antes de que pudiera golpearlo de nuevo. Con un simple movimiento, la levantó de la enorme cama y la puso sobre su miembro.

Tanya gimió al sentir aquella enorme verga penetrando su cuerpo con tal ímpetu. Él salió de ella solo para empujar más profundamente y con más fuerza, tal y como a ella le gustaba. La hechicera le clavó las largas uñas en la espalda mientras envolvía su cintura con sus piernas. Él la agarró del pelo, que le llegaba hasta el suelo, con una mano, y tiró de él.

Era una auténtica lástima que James no fuera el que le tuviera que dar el hijo del destino. Podía controlarlo fácilmente y era un amante maravilloso.

Pero era en Jasper en quien tenía puesta toda su atención.

Como si hubiera leído sus pensamientos, James le clavó las garras en las caderas y penetró en ella con violencia. Ella gritó cuando sintió el orgasmo llegar sin previo aviso.

James disfrutó de todos sus espasmos antes de darle la vuelta y penetrarla desde atrás. Su noche de sexo acababa de empezar, y cuando él hubiera terminado con ella, Tanya estaría completamente saciada.

 

 

Jasper se despertó con el delicioso sentimiento de tener una mujer abrazada a él. Sonrió al darse cuenta de que Alice tenía las piernas entrelazadas con las suyas y que tenía su brazo sobre su pecho.

Fue el olor a pan lo que lo alertó de que se había quedado dormido y además profundamente. Incluso sobre la dura roca que tenía bajo su cuerpo, había dormido como si estuviera sobre un colchón de plumas. Y todo era a causa de Alice.

De algún modo, estar al lado de la druida hacía que se relajara y, a la vez, le inspirase un deseo que nunca había sentido. Le costó un gran esfuerzo no introducir su miembro erecto entre sus piernas. Sería tan fácil girar su cuerpo y cubrirlo con el suyo.

Maldita sea.

Necesitaba mantener las distancias con Alice antes de acabar cediendo al deseo que lo consumía. Y aunque cada fibra de su cuerpo le decía que se levantara, no podía.

Alice confiaba en él, un guerrero. Le había confiado su vida. Ella acurrucaba su cuerpo contra el suyo en busca de calor y seguridad mientras dormía. Aquello significaba más para él que cualquier otra cosa que hubiera podido hacer. Ni su propia mujer había confiado en él de aquel modo, una mujer que lo había conocido prácticamente de toda la vida.

Alice hacía muy poco tiempo que lo conocía. ¿Cuál era la diferencia? ¿Por qué Alice lo entendía cuando Maria no lo había hecho nunca?

Jasper acarició las trenzas de Alice que le caían por la cara mientras dormía. Ella parpadeó y abrió los ojos. Durante un instante no se movió. Luego giró el rostro hacia él.

—Diría buenos días, pero no estoy segura de en qué hora del día estamos.

Él sonrió.

—Normalmente nos traen el pan por las mañanas, y puesto que hay algo de pan esperándonos, yo creo que puedes decir buenos días sin miedo.

—Me has mantenido caliente mientras dormía.

Jasper apartó la mirada.

—Estabas congelada. No podía ofrecerte ninguna manta. Solo mi cuerpo.

—Gracias —susurró ella.

—Un placer. —Y lo decía literalmente.

Con una tímida sonrisa, Alice se levantó y se dirigió a la roca que hacía de recipiente de agua y que se hallaba detrás de Jasper. Él se sentó y la siguió con los ojos. Igual que la mañana anterior, ella bebió y luego se mojó la cara y el cuello.

Jasper se levantó para ir a por el pan y partirlo en dos cuando vio que había otros tres trozos al lado de este. No les había pedido, ni había esperado, que sus tres aliados compartieran su comida con Alice, y sin embargo lo estaban haciendo. Él les hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza antes de partir un pedazo y añadirlo a los tres que había en la mesa.

Cuando Alice regresó a su lado y vio el pan, sacudió la cabeza con una sonrisa.

—¿Tú y tus hombres?

—Queremos asegurarnos de que no pasas demasiada hambre.

—No necesito todo este pan.

Jasper la detuvo poniéndole una mano sobre el brazo antes de que ella pudiera devolverles los pedazos de pan.

—Si les devuelves el pan, los ofenderás. No les he pedido que lo compartieran contigo. Lo han hecho porque han querido.

—Ya veo —dijo—. Estoy... emocionada.

—Tenemos que protegerte, Alice, y no solo porque seas una druida. Antes que nada y sobre todo, eres una mujer.

Ella se rió.

—Débil, quieres decir.

—Eso no es lo que quiero decir en absoluto. Como hombres, somos educados para proteger a las mujeres y a los niños, para entregar nuestras vidas si es necesario. Eso es lo que significa ser un highlander.

Alice cogió un pedazo de pan y lo partió entre los dedos.

—Las cosas eran diferentes en mi aldea. Los hombres cuidaban de las mujeres y los niños, pero no como tú dices. Mi padre dio su vida por nosotros, pero nunca esperaría que ningún otro hombre diera la vida por mí.

—Entonces es evidente que nunca te has encontrado con un auténtico highlander.

Su sonrisa hizo que se le entibiara el corazón.

—Eso parece, Jasper MacMasen. Tú eres el primer highlander que he conocido y debo decir que estoy gratamente impresionada.

 

Jasper no sabía qué pensar del dulce sentimiento que palpitaba en su pecho cuando se despertó con Alice entre sus brazos. El modo en que ella lo miraba, tan abierta y honestamente, y el modo en que hablaba con él, como si no le tuviera miedo, solo hacía que quisiera estar más cerca de ella.

Le encantaba ver sus incontables sonrisas, desde las más tímidas a las abiertas sonrisas de oreja a oreja que la iluminaban por completo desde el interior hasta el exterior.

Hablaron de tonterías durante la comida. Era tan fácil, tan cómodo adaptarse a Alice. Se había acostumbrado a, prácticamente, no hablar con nadie de nada. ¡Maldita sea, si antes ni siquiera comía ya con sus hermanos!

¿Por qué, entonces, no podía mantenerse alejado de Alice? ¿Qué había en ella que hacía que se sintiera tan a gusto, como si pudiera contarle cualquier cosa?

Jasper se agachó al lado del agua y se quitó la camisa. Lanzó la camisa rojo oscuro a un lado, lleno de odio porque esta provenía de Tanya. Pero era o llevarla o ir desnudo, y si decidía no llevarla tendría que quitarse también los pantalones y las botas.

El lugar donde se concentraba el agua era también donde bebían, así que Duncan había conseguido hacer un pequeño cubo para coger agua. Jasper cogió el cubo y lo llenó a medias. Luego se lavó los brazos, el pecho y la cara en un esfuerzo por mantenerse limpio antes de echarse el resto del agua por la cabeza.

Sacudió la cabeza para eliminar el exceso de agua antes de pasarse las manos por la cara. Jasper había dado por supuesto que siempre estaría a su alcance el mar que tanto amaba. Echaba de menos pescar y cazar como nunca pensó que podría hacerlo.

Pero más aún, echaba de menos su hogar, a sus hermanos y la tierra que estaba en su alma. Quería escapar de la montaña de Tanya, y lo conseguiría aunque tuviera que escalar por las rocas con sus propias garras.

Un cambio en la atmósfera del Foso advirtió a Jasper de que se acercaba alguien y que no era Broc. Jasper liberó a su dios mientras se ponía en pie. Se dio la vuelta y descubrió a Seth que se apresuraba hacia él.

—¿Quién es? —preguntó Jasper.

Seth dudó un instante, y aquello fue todo lo que Jasper necesitó.

Tanya.

—¿Por qué no me dejará ya en paz de una vez esa malvada bruja?

—No sabemos si es ella. Podría ser Isla.

Jasper sacudió la cabeza y pasó por delante de Seth hacia la entrada.

—Conozco lo que me hace sentir su magia, Seth. Isla es fuerte, pero esto... esto es Tanya.

El resto de los guerreros del Foso también debían de haberse dado cuenta porque se apresuraron a meterse en sus cuevas y esconderse en la oscuridad. Jasper no los culpaba por ello. A él le hubiera gustado poder hacer lo mismo. No por miedo, sino porque no podía soportar mirar a Tanya.

Seth estaba en pie a la derecha de Jasper e Ian a su izquierda. Les había advertido a los guerreros que se mantuvieran alejados de él cuando Tanya lo visitara, pero ellos nunca lo habían escuchado antes, así que tampoco creía que fueran a hacerlo ahora.

Jasper volvió la cabeza buscando a Alice con la mirada. Ella se dirigía hacia él cuando Duncan la detuvo. Jasper hizo un gesto de aprobación con la cabeza. Afortunadamente fue suficiente para que Alice se fuera con Duncan.

El guerrero la escondió en una esquina y se puso en pie delante de ella. Jasper sabía que Duncan quería estar más cerca de él, pero ninguno podía arriesgarse a que Alice se acercara a Tanya.

Duncan cruzó sus anchos brazos sobre el pecho y le hizo un gesto de asentimiento a Jasper con la cabeza. Protegería a Alice con su propia vida. Jasper le devolvió el gesto y se dirigió hacia la puerta de entrada por la que llegaría Tanya.

No tuvieron que esperar mucho.

Jasper divisó a Tanya por la rendija de la puerta. La piel le ardía en deseos de hundir sus garras en los blancos ojos de Tanya. El mal que la rodeaba podía sentirse a través de las piedras, pero cuando se hallaba cerca, era como si el mismísimo diablo le estuviera quitando la vida a Jasper.

Él cerró la mano en un puño, sus garras crecieron todavía más. La sangre le llenó la boca al morderse la lengua con los colmillos. Nunca había sentido tanto odio por una persona. Cada vez que veía a Tanya recordaba la masacre de su clan y la muerte de su hijo.

Tras un simple movimiento de la mano de Tanya, la puerta se abrió con un crujido por el roce de las rocas unas contra otras. Jasper no se sorprendió al ver al guerrero azul marino al que había llegado a despreciar tanto como a Tanya: James.

Se había atrevido a atacar el castillo dos veces y había sido él quien casi apresa a Isabella. Gracias a que Emmett por fin liberó a su dios, Edward tuvo el tiempo suficiente para rescatar a su mujer.

Jasper también mataría a James algún día. La muerte del guerrero le proporcionaría un gran placer, pero no tanto como el placer que la muerte de Tanya le dispensaría.

Tanya y James se adentraron en el Foso como si estuvieran andando por las calles de Edimburgo. Eran la pareja perfecta, Tanya y James. Ambos se habían sumergido en el mal y ansiaban el poder como un cuerpo ansia respirar.

—Jasper —dijo Tanya mientras se detenía ante él—.Tienes muy buen aspecto. O todo el buen aspecto que se puede tener viviendo en el Foso.

Él no se molestó en contestar.

La maga miró a Seth y a Ian y luego volvió la mirada hacia Duncan, que estaba dentro de la cueva.

—Veo que te has hecho con el mando aquí abajo.

—Basta —dijo Jasper—. Lo sabes desde el día que me lanzaste aquí.

Ella rió y el sonido de su risa fue como el grito de una banshee.

—Es cierto Jasper. ¿Estás listo para venir conmigo y ocupar tu lugar a mi lado y en mi cama? ¿Dispuesto a darme el hijo que necesito?

—Antes me comería mis propios ojos.

La sonrisa se desvaneció de su delgado rostro. Abrió bruscamente los orificios de la nariz mientras dejaba salir la ira de su cuerpo en oleadas.

—Eso podemos arreglarlo.

—Siempre que eso haga que no tenga que volver a verte... —dijo Jasper en tono de burla. Sabía que no debía hacerlo, pero no podía evitarlo.

Su ira desapareció con la misma velocidad con la que había aparecido. Ella respiró profundamente y levantó la cabeza, orgullosa.

—¿Por qué te enfrentas a mí? Estamos destinados a permanecer juntos. Tengo la profecía que lo demuestra.

—No creo en el destino. Yo tomo mis propias decisiones y mi respuesta a tu petición será siempre la misma: nunca.

De pie al lado de Tanya, James soltó un rugido. Jasper abrió la boca y dejó sus colmillos a la vista. Estaba deseando volver a enfrentarse con aquel indeseable. Ahora era un buen momento, como cualquier otro.

—¡James! —gritó Tanya.

Inmediatamente, el guerrero azul oscuro se quedó en silencio. Volvió la mirada hacia Tanya con reverencia. Aquel gesto hizo que a Jasper le dieran arcadas.

—Dime —dijo Tanya mientras un mechón de su blanca cabellera se elevaba desde el suelo para acariciar el pecho de Jasper—. ¿Qué es lo que más te importa en este mundo?

Jasper se mordió la lengua para evitar decir cualquier improperio dirigido a aquella bruja. Quería apartarse del tacto de su pelo, que ella disfrutaba utilizando como arma.

—La respuesta sería que tus hermanos. Y supongo que ahora habría que añadir a Isabella en el lote, ya que ella le pertenece a Edward.

Le costó un gran esfuerzo no apartarse aquel pelo de encima de un manotazo. Jasper apretó fuerte la mandíbula y trató de pensar en el sonido de las olas rompiendo en los acantilados, cualquier cosa para evitar que la ira se apoderara de él.

Tanya realizó un gesto de reconocimiento ante lo que sabía que él estaba sufriendo.

—Ya llevas alejado de tus hermanos algo más de un mes. Puede que hayan cambiado muchas cosas. Es posible que Emmett haya encontrado a su propia mujer.

Piensa en las olas. Piensa en las olas.

—Pero —siguió diciendo Tanya—, hablemos de otra cosa, como de los hombres que tienes a tu alrededor. ¿Qué estarías dispuesto a hacer para salvarlos?

Jasper perdió entonces todo el control.

—Si los tocas, a cualquiera de ellos, haré que tu muerte sea lo más dolorosa posible.

—No lo creo. De hecho, sé que eso nunca sucederá. Serás mío, Jasper. ¿Quieres poner las cosas fáciles o difíciles?

Estaba dispuesto a que le rebanasen el cuello antes que ser suyo, pero no había ningún motivo para comunicarle sus intenciones a ella.

—Como ya te he dicho, mi respuesta es nunca.

—James —dijo Tanya con un chasquido de los dedos.

De pronto se hizo el caos. James se abalanzó sobre Ian mientras Tanya utilizaba su cabello para atar a Jasper. Seth intentó ayudar, pero lo lanzaron atrás, contra una pared, con una ráfaga de la magia de Tanya.

Jasper utilizó sus garras para cortar el pelo de Tanya, pero tan pronto como cortaba un mechón, este volvía a crecer al instante. Hubo un fuerte rugido a las espaldas de Jasper mientras arrastraban a Ian fuera del Foso.

De pronto algo azul claro cruzó por delante de ellos mientras Duncan atacaba a James para salvar a su hermano. Antes de que Duncan pudiera alcanzar a Ian, Broc y otros seis guerreros entraron apresuradamente en el Foso.

Jasper aulló de rabia mientras veía a Duncan caer inconsciente y a Ian ser conducido a rastras lejos de allí. El pelo de Tanya apretó su nudo alrededor del cuello de Jasper, cortándole la respiración por un instante.

—Tu actitud está consiguiendo que comience a enfadarme —le dijo Tanya—. Ahora Ian es mío. Lo torturaré, lo mataré y lo devolveré a la vida para volver a torturarlo y matarlo hasta que se alíe conmigo.

—No.

—¡Sí! —gritó ella—. Y les haré lo mismo a cada uno de tus hombres. Si eso todavía no hace que vengas deseoso a mi cama, haré que mires cómo torturo a los druidas que capture.

Ella se acercó a él y le puso la mano en el pecho.

—Voy a dejar que pienses en lo que te he dicho. La próxima vez que venga a por ti, te sugiero que aceptes mi oferta.

En el momento que su cabello lo dejó libre, Jasper se tambaleó y cayó hacia atrás. Ian había desaparecido, puede que para siempre. La ira de Duncan no tendría límites y todo había sido culpa de Jasper. No debería haber subestimado a Tanya.

De regreso a su cueva, Jasper vio a Charon observándolo. Seth ya había llegado al lugar donde se encontraba Duncan y se disponía a acompañar al gran guerrero hacia su cueva y la de Ian.

Jasper nunca había sentido tanto odio hacia sí mismo como en aquel momento. ¿Era su propio futuro más valioso que las vidas de sus amigos?

Y ojalá Tanya nunca encontrara a Alice. Lo que le haría a Alice sería peor de lo que podría hacerle a cualquiera de los guerreros.

Se dio la vuelta y se dirigió hacia la cueva, pero la culpabilidad por lo que acababa de suceder le pesaba sobre la espalda e hizo que cayera de rodillas. Jasper se cogió la cabeza con las manos y soltó el grito que había estado aguantando tanto tiempo.

Toda la ira, la frustración y el resentimiento brotaron libres en aquel rugido. Pero ni siquiera aquello lo alivió.

Cuando sintió la presencia de Alice, cuando sintió su magia, él se giró hacia ella.

—Déjame solo.

Alice no pudo alejarse de Jasper, al igual que no podía detener la magia de sus ancestros que corría por sus venas. Su magia vibraba con los sentimientos que inundaban el alma de Jasper.

Ella quería ayudarlo, mejor dicho, tenía que ayudarlo. Era evidente que se culpaba a sí mismo, pero la culpa solo era de una persona, Tanya.

A Alice se le partió el corazón por el dolor que todavía podía oírse en el rugido de Jasper. Nunca antes había visto a alguien tan herido como él. Y ese dolor solo empeoraría en cuanto Duncan se levantara.

Solo de pensar en el alarido de cólera que emitió cuando cogieron a Ian hacía que se estremeciera todo su cuerpo de terror.

Tanya pensaba que al proceder así conseguía doblegar a Jasper y a los otros, pero lo único que lograba era fortalecer su determinación de luchar contra ella.

Alice se arrodilló lentamente ante Jasper. Le temblaba la mano mientras la acercaba hacia él, pero no de miedo. Temblaba por lo profundos que eran sus sentimientos. Ella podía hacer que él se sintiera mejor. Todo lo que tenía que hacer era tocarlo.

—Jasper —le susurró mientras le pasaba las manos por la espalda desnuda.

Sus músculos se tensaron ante su tacto, pero no se apartó. Alice empezó a absorber su ira y frustración. Siempre que había hecho aquello en el pasado, acababa mareada y tenía el estómago revuelto. Pero ahora, lo único que sentía era la dorada piel de Jasper y sus fuertes músculos bajo la palma de sus manos.

Ella cerró los ojos cuando él rodeó sus caderas con los brazos y dejó descansar su cabeza sobre sus muslos. Todavía tenía el cabello húmedo y ella deseaba pasarle los dedos por entre aquellos mechones ondulados.

Cuando los dedos de Jasper se movieron para acariciarle el pelo, ella no se apartó. Él levantó los hombros y empezó a enderezarse, pero siempre con su cabeza apoyada sobre su estómago, rozando sus senos y llegando a su pecho. Se le aceleró la respiración mientras las manos de él le recorrían la espalda. Pero era su corazón el que amenazaba con salírsele del pecho cuando él la acercó hacia su cuerpo. Estaban abrazados con los cuerpos uno contra el otro, desde las rodillas al pecho.

Ella entreabrió los labios sin ser consciente de lo que estaba haciendo cuando descubrió el rostro de él casi pegado al suyo. Un brazo musculoso la tenía cogida con fuerza, apretándola contra su pecho tenso.

Con su cuerpo encendido por un deseo que ella nunca había sentido antes, Alice metió los dedos entre los frescos rizos de su cabello. Los húmedos y suaves mechones la ayudaron a centrarse y no dejarse arrastrar por el deseo que parecía querer engullirla.

Ese deseo ahogaba las fuertes emociones que estaba absorbiendo de Jasper. Ella lo observaba, fascinada, mientras sus ojos, sumidos en el más profundo negror, cambiaron de pronto al verde claro.

Ella no necesitaba mirar su piel ni sus manos para saber que la negrura se había desvanecido y que sus garras ya no eran visibles. Pero el anhelo que advirtió en sus ojos solo sirvió para avivar el suyo propio.

Alice susurró su nombre cuando él le cogió suavemente la cabeza con la mano. Cuando bajó la cabeza, ella cerró los ojos.

El primer contacto de sus labios sobre los de ella, hizo que se le parara la respiración. Ella se estremeció y él la acercó con más fuerza hacia él, si es que eso era posible. Ella podía sentir el latido de su corazón, podía oír su respiración agitada.

Y entonces volvió a besarla. Esta vez un beso más largo, con sus labios recorriendo los de ella con suavidad. Ella gimió cuando él le lamió los labios y entonces su lengua se introdujo en su boca.

Alice gimió, el calor había invadido su cuerpo y se había concentrado entre sus piernas al sentir su sabor. Él siguió besándola hasta que ella se pegó a él. Desesperada por sentir más. Desesperada por él.

Su cuerpo ya no respondía a su voluntad. Cada caricia, cada movimiento de su lengua contra ella, hacía que su deseo creciera cada vez más hasta hacer que le temblara el cuerpo entero.

—Dios mío... —dijo Jasper.

Ella lo miró sin saber muy bien si sería capaz de utilizar la voz. Pero entonces él volvió a posar sus labios sobre los de ella. El brazo que tenía cogiéndola por la espalda fue bajando lentamente. Él la apretó más contra sí y sintió la erección de su miembro.

Ella lo deseaba. Quería sentirlo, verlo y experimentar la sensación de ser suya. No importaba nada más en aquel instante excepto Jasper y el deseo que compartían.

 

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AAAAAAAAA, QUE LINDO SON SETH Y LOS GEMELOS ¿VERDAD?, LA MALDITA BRUJA Y JAMES HICIERON DE LAS SUYAS, :( POBRE IAN, QUE HORROR, POBRE DUNCAN, LA CONEXION DE HERMANOS ES MAS FUERTE PERO ENTRE ELLOS ES TODAVIA AUN MAS, YA QUE SON GEMELOS, GRRRRR JURO QUE ESA BRUJA ESTA EN MI LISTA NEGRA DESDE HACE MUCHO TIEMPO, JAJAJA,

POBRE JASPER, ¿SERA CAPAZ DE ENTREGARSE A TANYA POR SALVAR A SUS AMIGOS? YO CREO QUE SI, ES MAS ESTOY SEGURA Y ESO ES LO QUE MAS ME MORTIFICA, AAAAAAAA, CHICAS SE QUE LA CORTE EN LO MAS INTERESANTE JAJAJA ¿QUE CREEN QUE PASE CON ALICE Y JASPER? HABRA ACCION????????? O NO????????? UUUUUUUY TENDRAN QUE ESPERAR HASTA MAÑANA JAJAJA.

 

LAS VEO MAÑANA GUAPAS BESITOS

Capítulo 45: CINCO Capítulo 47: SIETE

 
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