LOS HERMANOS MACMASEN (+18)

Autor: lololitas
Género: Aventura
Fecha Creación: 27/08/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 390
Visitas: 103293
Capítulos: 57

"FANFIC TERMINADO"

 

Tres hermanos, tres guerreros, unidos no solo por sangre sino  por una fuerza más poderosa, por culpa de una malvada hechicera, Durante trescientos años, han permanecidos alejados del mundo, ocultando al vengativo dios que llevan prisionero en sus almas, pero muy pronto las cosas cambiaran, una épica guerra entre el bien y el mal se avecina, Edward, Emmett y Jasper deberán luchar no solo contra el mal que los ha asechado toda su vida, sino también contra el amor y la pasión que se encontraran en el camino

Todo el poder, la pasión y la magia de los legendarios guerreros de Escocia atados al juramento de luchar por la victoria en la batalla y en el amor.

 

 

adaptacion de los personajes de crepusculo con el libro "Serie Highlander la espada negra de Donna Grant"

 

 

 

 

mis otras historias

 

“PRISIONERA DE GUERRA” http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3899

 

“UN AMOR DE LEYENDA” http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3945

 

“CALAMITOSA” http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3946

 

“EL DIABLO” http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3945

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 34: ONCE.

Rosalie esperó hasta que ella y Emmett se detuvieron ante su silla para apartar su mano de entre las suyas. Se obligó a mirar a la mesa en lugar de al suelo como deseaba. Con las manos cogidas delante de ella para intentar ocultar lo mucho que le temblaban, escuchó cómo Emmett la presentaba.

—Ya has conocido a Edward, Isabella y Sonya —relató Emmett—. Al lado de Isabella se sienta Jacob Shaw.

Rosalie sonrió a Jacob y se dio cuenta de que llevaba la falda escocesa como si fuera su segunda piel. Sus oscuros ojos azules la miraron detenidamente antes de devolverle la sonrisa.

—He oído tu nombre, Jacob Shaw.

Jacob arqueó las cejas.

—¿Ah, sí? ¿Y en boca de quién?

—Camdyn MacKenna.

—¿Has hablado con Camdyn? —preguntó Jacob mientras se estiraba en el banco.

Ella abrió la boca para responder cuando Emmett preguntó:

—¿Quién es Camdyn?

—Un guerrero —respondió Jacob—. Prefiere mantenerse escondido, pero le dejé marcas para hacerle saber dónde me había ido.

Rosalie asintió.

—Las ha encontrado. Pasó por el castillo de Edimburgo hace algunas semanas y me lo dijo.

Jacob se rió y golpeó la mesa con las manos, claramente contento por las noticias.

—Camdyn es un buen guerrero, Emmett. Será un buen activo para nosotros.

—¿Y dónde está? —preguntó Edward.

—Vendrá. Camdyn nunca incumple su palabra —dijo Jacob.

Emmett señaló al hombre que había delante de Jacob.

—Este es Alistair MacDonald. Es el más tranquilo de nosotros.

—Mi señora. —Alistair hizo una reverencia con la cabeza para mostrar su respeto.

A Rosalie le gustó de inmediato el guerrero del cabello negro como el azabache. No llevaba falda escocesa, pero había un fuego en sus ojos grises que solo tenían los hombres de las Highlands.

—Alistair.

—Ya conoces a Riley —dijo Emmett mientras Riley le guiñaba un ojo—. Ese tan corpulento que hay delante de él es Vladimir Campbell.

Rosalie miró a unos ojos tan oscuros que casi parecían negros. Hacían un asombroso contraste con su pelo rubio, pero los ojos de Vladimir parecían transmitir señales de amenaza al igual que todo su porte.

—Vladimir.

—Rosalie —correspondió Vladimir con una voz fría y profunda.

Emmett apartó su silla y le hizo un gesto para que se sentara.

—Siéntate, por favor. ¿Quieres comer algo?

—No. —Rosalie se sentó en la silla de Emmett. Odiaba ser el centro de atención. Emmett se sentó a su lado, en el lugar vacío de Jasper. Intentó leer sus emociones en sus ojos, pero él se había cerrado a ella.

Debería estar aliviada. En realidad, ella había querido distanciarse de él, ¿no? ¿Entonces, por qué le dolía tanto?

Te preguntabas si las cosas cambiarían una vez estuvierais en su castillo. Ahora ya lo sabes.

Sí. Ahora lo sabía.

—¿Podrías contarnos cómo te atacaron? —preguntó Edward.

Rosalie inspiró aire profundamente para coger fuerzas. No quería revivir el ataque, pero había cosas que Emmett y los otros necesitaban saber.

—Había dos. Uno de los guerreros tenía la piel verde pálido y una actitud desagradable. El otro tenía la piel azul oscuro y alas.

—¿Alas? —Repitió Edward con el ceño fruncido—. ¿Estás segura?

Rosalie asintió.

—Vi cómo las plegaba a su espalda. Tenía alas.

—¿Podría ser el mismo? —Preguntó Isabella.

Emmett levantó un hombro.

—Supongo que sí. ¿Te atacaron los dos? —le preguntó a Rosalie.

—No, solamente el verde pálido. Me dijeron que Tanya quería conocerme. Cuando les pregunté cómo había sabido de mi existencia, me dijeron que fue un wyrran. Uno entró en el castillo. Lo maté, pero aparentemente había otro vigilando y vio cómo me transformaba —le informó a Emmett.

—¿Un wyrran? ¿En Edimburgo? —Preguntó Jacob.

Emmett asintió.

—Sí, se presentó ante una multitud en el gran salón. Fui tras él, pero lo perdí en el laberinto de pasillos.

—Entonces fue cuando yo lo encontré —continuó Rosalie—. Lo perseguí hasta que salió del castillo y lo maté.

Riley soltó una carcajada.

—Impresionante. ¿Soléis ver muchos wyrran en el castillo?

—Ese fue el primero que descubrí en Edimburgo —dijo Rosalie, incapaz de ocultar la sonrisa de su rostro. La actitud afable de Riley la ayudaba a relajar la tensión que tenía acumulada.

Sonya se inclinó hacia delante.

—¿Sabías que te habían envenenado con sangre de drough?

—Sí. Fue el guerrero alado el que me dijo lo del veneno. Dijo que Tanya me quería con vida, así que me sugirió que buscara a Emmett para que me trajera aquí.

—¿Por qué? —Preguntó Vladimir—. Tal actitud me resulta impropia de cualquiera de los guerreros que sirven a Tanya con los que yo me he topado.

Rosalie se removió incómoda en su silla y se encogió de hombros.

—No sabría decirte.

—Supongo que también sabían que estabas allí por el wyrran —le dijo Edward a Emmett.

Emmett se pasó una mano por el rostro antes de dejar la palma sobre la mesa.

—Eso parece. Contaban con que encontrara a Rosalie y la trajera aquí para salvarla.

—Si eso es cierto, vendrán a por Rosalie —dijo Alistair—. Eso significa otro ataque y esta vez Tanya enviará más guerreros.

Vladimir se levantó y soltó una maldición.

—Ganamos la última vez, pero ahora saben cuántos guerreros somos. Tanya no cometerá el mismo error otra vez. Y ahora tenemos a un guerrero menos.

—No, no es así —rebatió Rosalie mientras se ponía en pie—. Yo puedo luchar.

Los labios de Vladimir se torcieron en una sonrisa burlona.

—Emmett dijo que vio cómo te transformabas.

—¿Crees que te ha mentido?

El silencio siguió a la pregunta de Rosalie. Vladimir se movió hacia ella y Riley y Jacob se pusieron en pie.

—Creo en Emmett, al igual que todos los que estamos aquí —respondió Vladimir—. Pero quiero verlo con mis propios ojos.

Rosalie arqueó una ceja y lo miró detenidamente.

—Yo también quiero ver cómo te transformas tú. Al fin y al cabo, decir que eres un guerrero no te convierte en uno, ¿no es así?

Riley soltó una carcajada y sacudió la cabeza. Se pasó una mano por el cabello castaño claro y volvió a sentarse.

—Ahí te ha pillado, Vladimir.

Descubrió a Vladimir observándola con aquellos ojos negros con un brillo de algo que podría llamar respeto.

—Es justo —dijo un instante antes de que su piel se volviera rojo oscuro. Unos pequeños cuernos rojos sobresalieron por entre su pelo rubio. Tenía unas garras rojas y brillantes y los labios estirados en una sonrisa abierta que le mostraba los impresionantes colmillos.

Rosalie miró a Vladimir de arriba abajo antes de detenerse en sus ojos rojos.

—¿Cuernos?

—Llevo al dios de la masacre en mi interior. ¿Qué quieres que te diga?

—Gracias —respondió ella. Miró a Emmett y lo descubrió observándola. Su mirada la tranquilizó y le recordó que él estaba allí con ella.

Normalmente Rosalie se transformaba sin ropa ya que utilizaba su poder para hacerse invisible, pero en aquel momento aquella no era una opción posible.

Una vez Vladimir retornó a su forma humana, Rosalie liberó a la diosa que albergaba en su interior y se transformó. Varios escalofríos le recorrieron la piel mientras la diosa se despertaba en sus adentros. Rosalie movió los dedos mientras se formaban sus garras. Los colmillos le llenaron la boca y puso gran cuidado en no morderse con ellos ni la lengua ni los labios.

—Mierda —murmuró Jacob.

Riley se aclaró la garganta un par de veces antes de poder hablar.

—Bien puedes decirlo.

Alistair soltó un silbido de admiración mientras Vladimir le hacía una reverencia con la cabeza.

Rosalie se miró un brazo para ver que su piel estaba brillando como siempre que se transformaba.

Isabella tenía los ojos abiertos de sorpresa.

—Incluso su pelo. Justo como nos dijo Emmett. Es impresionante.

Con todos los ojos puestos sobre ella, Rosalie tuvo que luchar contra el deseo de hacerse invisible. Entonces Emmett se puso en pie a su lado. Su mano rozó la suya y ella tuvo la absurda necesidad de entrelazar sus dedos con los suyos.

—¿Les vas a enseñar el resto? —preguntó.

Como respuesta, ella se hizo invisible mientras escuchaba las sonoras exclamaciones de sorpresa de Sonya e Isabella. El efecto no era el mismo que cuando lo hizo ante Emmett la primera vez, pues entonces estaba desnuda. Ahora mismo parecía como si no hubiera nada manteniendo en pie su vestido.

—Sin la ropa no puede verte nadie, ¿no? —preguntó Alistair.

—No —respondió—. Puedo moverme por todas partes sin ser vista.

Un lado de los labios de Jacob se elevó en una sonrisa.

—Rosalie será una gran ventaja contra Tanya.

Rosalie volvió a encerrar a su diosa y volvió a su forma normal. Se sentó en la silla esperando que la conversación se alejara de ella por fin.

Pero entonces Jacob se dirigió hacia ella y se transformó. Se quedó tan sorprendida que durante un momento solo pudo mirar aquellos brillantes ojos verdes. Siempre se había preguntado por qué los ojos, incluso el blanco de los ojos, se volvían del color de la piel del guerrero.

—Yo contengo a Ycewold, el dios embaucador —reveló Jacob.

Ella miró su piel verde oscuro, pero antes de poder decir nada, Alistair ocupó su lugar. La piel de Alistair era del color del bronce, un bonito contraste con su pelo negro.

Alistair le ofreció una pequeña reverencia.

—Yo llevo a Ethexia, el dios de los ladrones, dentro de mí.

Rosalie cruzó las manos sobre su regazo. Había esperado tener que ganarse su lugar en aquel mundo de hombres, pero al mostrarle a su dios, le estaban diciendo que ella era uno de ellos.

Riley apartó a Alistair a un lado y sonrió de oreja a oreja.

—Yo llevo al dios de la traición, Athleatus, en mi interior.

Mientras hablaba su piel se volvió plateada. Con un guiño de sus ojos color plata, volvió a su sitio.

Entonces Edward se puso en pie. Ya se había transformado y la miraba con unos ojos negros obsidiana.

—Yo soy uno de tres. En mi interior llevo parte de Apodatoo, el dios de la venganza.

Rosalie quiso pedirle que esperara antes de volver a transformarse para poder ver más, pero Emmett estaba en pie a su izquierda y su atención se centró en él.

La miró fijamente un segundo, dos, y luego se trasformó ante sus ojos. Su piel, dorada por el sol, se volvió negra como el carbón. Unas garras oscuras salieron de sus dedos y unos puntiagudos colmillos blancos brillaron entre sus labios.

Sus hermosos ojos verde oscuro desaparecieron y en su lugar pudo ver unos ojos tan negros como el cielo nocturno. Ella se puso en pie y levantó la mano para tocarle el brazo. Se había preguntado qué aspecto tendría cuando dejara libre a su dios y ahora estaba sobrecogida.

—Yo soy uno de tres. —La voz de Emmett llenó el gran salón, suave e imponente—. El dios de la venganza también está en mi interior.

Los dedos de Rosalie tocaron la cabeza de jabalí de oro del torques que Emmett llevaba alrededor del cuello. Ella se había enfrentado a muchos wyrran durante todos aquellos años, pero solo había visto a unos pocos guerreros hasta entonces. Sin embargo, tenía que admitir que Emmett era el guerrero más hermoso, más imponente que había visto jamás.

—Gracias —susurró, y bajó la mano.

Luego, en voz más alta pero con los ojos todavía fijos en Emmett dijo:

—Gracias a todos.

Emmett le sostuvo la mirada.

—Ahora eres una de nosotros. Aquí tienes un hogar.

¿Un hogar? No había tenido un hogar desde que tuvo que dejar a su padre. ¿Se atrevería a permitirse esperar tener algo en lo que llevaba años soñando? La respuesta era que sí porque la idea de dejarlos a todos atrás era algo que no podía ni imaginarse.

Los ojos empezaron a quemarle con lágrimas no derramadas. No había llorado desde que enterró a su padre, entonces, ¿por qué le provocaba Emmett aquellas lágrimas?

Parpadeó rápidamente y Emmett ya había vuelto a su forma normal. De nuevo, unos oscuros ojos verdes la estaban mirando. Rosalie no pudo evitar pensar que se había producido un gran cambio en su vida en un abrir y cerrar de ojos.

Emmett y los demás le estaban ofreciendo un hogar junto a ellos. Ellos serían su familia. Pero ¿podría permitirse ella acercarse a ellos? ¿Se atrevería?

Emmett deseaba envolver a Rosalie entre sus brazos. Vio en sus ojos azules lo vulnerable que se sentía y aquello le produjo un dolor en el corazón que nunca había imaginado que sentiría a causa de una mujer.

Había estado preocupado por cómo los otros reaccionarían al tener a una mujer guerrero entre ellos, pero los hombres habían mostrado su aprobación. No estaba seguro de lo que hubiera hecho si hubieran actuado de un modo diferente. Seguramente lo que hubiera sido necesario.

Ahora lo único que quedaba era la propia Rosalie. Emmett sabía que temía a Tanya. No porque Rosalie se hubiera encontrado alguna vez con la drough, sino por las historias de traiciones de Tanya. Pero ¿bastaban aquellas historias para mantener a Rosalie en el castillo?

Emmett le hizo un gesto a Rosalie para que se quedara en su silla. Quería que conociera a los otros para que se sintiera segura. Entonces Emmett se dio cuenta de que no confiaba en sí mismo teniéndola tan cerca.

Los recuerdos de cuando habían estado haciendo el amor seguían todavía vivos en su mente y su cuerpo anhelaba volver a poseerla. Sin embargo, sabía que ella necesitaba tiempo. Cuánto tiempo, era toda una incógnita.

Se dio la vuelta y empezó a andar hacia la puerta del castillo cuando la voz de Edward lo detuvo.

—¿A dónde vas? —Le preguntó su hermano.

Emmett se detuvo con la mano en el pestillo de la puerta.

—Voy a echar un vistazo.

Abrió la puerta y salió a la luz del sol antes de que Edward pudiera hacer más preguntas. Emmett sentía cómo el dios en su interior tiraba de él, esa sensación había sido cada vez más habitual desde que había dejado de beber.

Corrió y saltó a las almenas con una sonrisa en el rostro al hacer por fin lo que su hermano llevaba siglos haciendo y escrutó el horizonte. Había negado los poderes de su dios durante mucho tiempo y ahora descubría que disfrutaba haciendo cosas que los hombres normales no podían hacer.

Nadie de los MacClure había regresado a reclamar el castillo o la aldea destruida desde que Emmett y los otros se habían transformado y les habían advertido que no regresaran jamás.

De algún modo, Emmett quería que los MacClure regresaran. Ellos se habían apropiado de sus tierras mientras él había estado luchando contra el mal. Necesitaba luchar, y ¿quién mejor que el clan que le había arrebatado sus tierras y su castillo?

La mayoría de las cabañas de la aldea o bien habían sido quemadas o bien destrozadas por los wyrran y los guerreros de Tanya. Edward le había dicho que él y los otros habían recogido todo lo que habían podido de la aldea y lo habían llevado al castillo.

Había todavía algunas habitaciones libres en el castillo, pero Emmett tenía el inconfundible presentimiento de que no serían suficientes para todos. Se podría alojar a más gente en el castillo si los guerreros compartían habitación.

Sin embargo, allí estaba la aldea. No estaba tan cerca del castillo como le hubiera gustado a Emmett, pero estaba lo suficientemente cerca. Podían reconstruir las cabañas y los guerreros podrían vivir allí si surgía la necesidad.

Estaba profundamente concentrado pensando en la aldea cuando de pronto sintió una presencia tras él. Emmett giró la cabeza y encontró a Alistair. El guerrero silencioso miraba hacia la aldea mientras apoyaba las manos contra las piedras de la almena y apoyaba un pie en la pared.

—Has hecho lo correcto trayendo aquí a Rosalie —opinó Alistair—. La necesitaremos.

Emmett soltó un suspiro.

—Preferiría que no luchara con nosotros. Sé que es una guerrera y que ha matado a muchos wyrran, pero solo se ha enfrentado a otros guerreros una vez y eso casi acaba matándola.

—No jugaron limpio. —Alistair volvió sus ojos grises hacia Emmett—. Y además no permitirá que cuidemos de ella.

—Lo sé —admitió Emmett. Y lo sabía. Tenía que reconocer que ella podía cuidar de sí misma y permitir que lo hiciera o acabaría perdiéndola para siempre.

—Te importa.

No era una pregunta. Emmett miró fijamente a los imperturbables ojos grises de Alistair un momento antes de asentir.

—Sí.

—¿Qué quieres hacer con la aldea?

Emmett se sorprendió por el súbito cambio de tema.

—Me gustaría reconstruir las cabañas y hacerlas nuestras. Puede que necesitemos más espacio. Por el momento no han venido más guerreros, y todavía tenemos unas cuantas habitaciones libres en el castillo.

—Pero ¿crees que eso nos beneficiaría?

—Sí.

Alistair observó la aldea durante un momento en silencio.

—¿Y si regresan los MacClure?

—Ya nos ocuparemos de ello si eso sucede. Por el momento tenemos otras preocupaciones más urgentes. Puede que nadie venga a enfrentarse con nosotros, pero debemos estar preparados.

—Estoy de acuerdo. —Alistair lo miró—. Buena idea, Emmett. ¿Cuándo quieres que empecemos?

Emmett se dio la vuelta y se quedó mirando el castillo. Todavía había mucho por hacer.

—Primero terminaremos con el castillo.

—La tercera torre está casi terminada y Vladimir y Riley han empezado ya a reconstruir la cuarta.

Emmett escuchó a Alistair mientras apuntaba mentalmente lo que ya se había hecho y lo que quedaba por hacer.

—Bien.

Bajó la mirada al ver que los hombres salían del castillo. Emmett saltó al patio aterrizando suave como un gato. Alistair lo siguió.

—Isabella y Sonya le están enseñando el castillo a Rosalie —dijo Edward.

Emmett le hizo un gesto de asentimiento a su hermano y luego miró a los guerreros uno por uno.

—Necesito que todos penséis en las historias que habéis oído del Pergamino. Quiero empezar a hacer una réplica de inmediato.

—Todos quisimos salir en busca de Jasper en cuanto supimos que había desparecido —dijo Jacob—. Pero has hecho lo correcto.

¿Había hecho lo correcto? ¿Era más importante asegurar el castillo que liberar a su hermano?

—Tanya no le hará daño —aventuró Vladimir.

Riley cambió su peso de un pie a otro y cruzó los brazos sobre el pecho.

—También os quiere a ti y a Edward. No se atrevería a hacerle ningún daño a Jasper, necesita el poder combinado de los tres.

—Nada de eso importa —afirmó Emmett, más lacónicamente de lo que pretendía. Cerró los ojos y respiró hondo. Sabía que los demás solo intentaban ayudar, pero no podían entender la desesperación y la culpa con que Emmett cargaba como un peso sobre los hombros.

Cuando abrió los ojos descubrió a Edward con los ojos clavados en el suelo. Emmett suspiró y dijo:

—Todos hemos estado en la montaña de Tanya. Algunos más tiempo que otros, pero todos sabemos lo que sucede allí dentro. Puede que no mate a Jasper, pero solo Dios sabe lo que ha podido hacerle a estas alturas. No debería haber ido a Edimburgo.

—Entonces no hubieras encontrado a Rosalie —añadió Edward levantando la mirada hacia Emmett—. Con la habilidad que tiene Rosalie de hacerse invisible, puede llegar a Jasper más fácilmente que cualquiera de nosotros. Puede que no necesitemos el Pergamino.

—¿Y entonces qué? —Preguntó Emmett—. Puede que nadie vea a Rosalie, pero a Jasper podrán verlo. ¿Acaso crees que Tanya no tendrá a Jasper bien cerca de ella?

Alistair, que había permanecido en silencio durante la conversación, se giró hacia Emmett.

—Encontrar a Jasper en la montaña es importante. Una vez sepamos dónde está, podremos planear nuestra estrategia, incluso si eso incluye tener que utilizar el Pergamino falso. Si podemos organizamos para que tú puedas llegar hasta donde esté Jasper, podrás traerlo de vuelta antes de que Tanya tenga tiempo de comprender lo que ha sucedido.

—¿Y el resto de vosotros? ¿Se supone que voy a dejaros en sus manos? —Emmett sacudió la cabeza—. No digo que la idea no sea buena. Podría funcionar, pero lo último que quiero es dejar a nadie atrás. Después de esto, ni siquiera yo querré volver jamás a la montaña de Tanya.

Riley, que normalmente siempre sonreía, miró a Emmett con unos sombríos ojos color avellana.

—Yo tampoco quiero ir allí en absoluto, Emmett, pero sé que Jasper lo haría por mí. Así que me enfrentaré de nuevo a esa malvada bruja si eso supone la libertad de Jasper.

Emmett cerró las manos en un puño intentando controlar la emoción que se apoderaba de él. Mientras la ira por lo que Tanya les había hecho a todos y cada uno de ellos corría por su sangre, sus garras se extendieron. Quería salir de inmediato a rescatar a Jasper, pero sería precipitado y arriesgado. Su padre les había enseñado a actuar mucho mejor.

—Vendrán más guerreros —anunció Jacob—. Rosalie dijo que Camdyn estaba de camino.

—Esperemos que llegue antes de que nos marchemos —deseó Emmett.

—Tengo buena mano para dibujar —dijo Alistair rompiendo el silencio—. Me contaron que el Pergamino tenía símbolos celtas en los bordes.

—Sí —asintió Vladimir—. A mí me dijeron lo mismo.

Emmett asintió con la cabeza a los dos hombres, agradecido de que Rosalie no tuviera que hablarles del Pergamino que ella protegía.

—Bien, trabajaremos en eso. Cualquiera que sepa algo más sobre el Pergamino, que se lo diga a Alistair y a Vladimir o que vaya con ellos. El resto terminaremos de reconstruir las torres.

Necesitaba hacer algo con las manos, lo que fuera para mantener su mente ocupada. Jasper estaba preso y Rosalie estaba cada vez más lejos de su alcance. Podía verlo en sus ojos. Fuera lo que fuese que hubiera habido entre ellos en Edimburgo se estaba extinguiendo, y si quería mantenerla a su lado, tendría que pensar rápido.

 

 

Jasper obligó a sus piernas a que lo mantuvieran en pie pese a que su cuerpo estaba sumido en una horrible agonía. Apenas había empezado a cicatrizar sus heridas cuando los guerreros de Tanya habían vuelto a torturarle.

Había sido despojado de sus botas y de su túnica. Tenía los pantalones destrozados hasta tal punto que apenas lo cubrían. Lo único que no le habían quitado era su torques, y no porque no lo hubieran intentado.

Jasper sonrió y luego hizo una mueca de dolor cuando el labio que tenía partido volvió a abrirse. Los guerreros no podían comprender por qué no podían quitarle el torques, ni siquiera haciendo uso de su fuerza extrema. No se daban cuenta de que el torques estaba hecho para que no se quitase y, al parecer, se había utilizado algo de magia para conseguirlo. Al menos, esa era la explicación que Tanya les dio a sus guerreros.

A Jasper no le importaba, siempre y cuando aquello hiciera que dejaran de intentar quitarle el torques. Estaba exhausto y dolorido. Ignoraba cuántas horas o días habían pasado desde que lo trasladaron a la montaña.

Todo lo que conocía era aquella oscuridad, el hambre atroz que le consumía el estómago y la constante agonía de su cuerpo.

Los guerreros habían empezado a hacer guardia delante de su puerta para golpearlo mientras dormía. Tan pronto como cedía al sueño, abrían la puerta y empezaban de nuevo a golpearle. Jasper no estaba seguro de que Tanya supiera lo que estaban haciendo sus esbirros.

Los ojos de Jasper se cerraron y el sueño lo reclamó de inmediato. Sintió que sus rodillas cedían y despertó de un salto. Deseó gritar de frustración e ira, mas no se atrevió: eso le proporcionaría a Tanya lo que quería.

Soltó una carcajada al percatarse de que Tanya había conseguido que hiciera lo que sus hermanos no habían podido lograr en trescientos años. Estaba controlando a su dios. Aunque no sabía cuánto tiempo podría aguantar así. Cada fibra de su cuerpo quería poner sus manos sobre los guerreros que lo estaban torturando y despedazarlos. Cuando pensó en matarles, su ira se multiplicó y el dios amenazó con liberarse. Jasper luchó contra la creciente fuerza de su furia y se concentró en su respiración y en mantenerse despierto.

Los guerreros que había a la puerta de su celda se pusieron en pie de pronto. Jasper los observó con curiosidad, porque la única persona que podía hacer que los guerreros reaccionaran así era Tanya. Aunque ella no había ido a verlo en... bueno, en mucho tiempo, le había dicho que no regresaría hasta que no liberara a su dios.

Obligó a su pierna, recientemente rota, a mantener parte del peso de su cuerpo, pues la otra estaba entumecida. Tanya apareció sin apenas mirar a los guerreros. La puerta se abrió y ella entró en la celda.

Le echó un vistazo y se giró de pronto hacia sus guerreros.

—¿Quién le ha hecho esto? —Preguntó.

Los tres guerreros miraron al suelo como si fueran tres niños pequeños a los que habían sorprendido mintiendo.

—¿Acaso he ordenado yo que lo volvierais a golpear?

Uno de los guerreros respondió con una voz casi inaudible.

—No.

Jasper intentó mantener los ojos abiertos, pero la pierna rota le enviaba oleadas de dolor por todo el cuerpo. No podría mantenerse en pie mucho más y acabaría colgando de las cadenas y forzando el hombro que ya tenía dislocado. Su cuerpo podía cicatrizar con rapidez, pero resultaba complicado hacerlo a causa de la tortura a la que lo sometían.

Oyó gritar a Tanya, pero no acertó a comprender lo que dijo. Unas manos lo cogieron y él gritó cuando le movieron el hombro dislocado. Entonces algo se posó sobre su pierna rota, la agonía era atroz.

Jasper agradeció la oscuridad en la que se sumergió y lo llevó lejos de aquel infierno en vida.

 

------------------------------------

AAAAAAAAAAAAA BUENO ´PUES UN PASO A LA VEZ, POCO A POCO ROSALIE TEDRA QUE COMENZAR A CONFIAR, SOLO ESPERO QUE SEA RAPIDO, JASPER NO AGUANTARA MUCHO, POBREEEEEEEEEEEEEEE SE ME ESTA PONIENDO LA PIEL DE GALLINA, YO QUE EL YA ME HUBIERA RENDIDO, PERO NOOOOOOOOO ES UN GUERRERO ORGULLOSO, "HOMBRES" AJJAJA,

 

GRACIAS GUAPAS, BESITOS

Capítulo 33: DIEZ Capítulo 35: DOCE

 
14444244 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10761 usuarios