Enamorandose de un desconocido (bad girl)

Autor: GBCullen
Género: + 18
Fecha Creación: 29/07/2013
Fecha Actualización: 20/08/2013
Finalizado: SI
Votos: 15
Comentarios: 13
Visitas: 91344
Capítulos: 61

La tímida asistente social Isabella Swam sólo tenía un vicio: al oscurecer, espiaba a sus vecinos durante sus momentos más desinhibidos. Noche tras noche, detrás de cada ventana, en cada dormitorio anónimo, Bella encontraba material para sus fantasías más salvajes. No hacía daño a nadie. Era solo un juego. Nadie se iba a enterar. Hasta que una noche sonó el teléfono...

-«Has sido una niña mala.»

Él se hace llamar Justice, y también tiene una afición: observar como Bella observa a los demás. Tiene fotos que lo demuestran. Ahora le toca jugar a él.

La historia no es mia, pero me gusto asi que decidi adaptarla con los personajes de stephenie meyer, espero les guste la historia :) , dejen sus comentarios.

Esta novela es una adaptacion de el Libro Bad Girl, la autora del es Maya Reynolds

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 6: El Comienzo

Nunca había experimentado una sensación tan intensa. Se había pasado la adolescencia soportando los torpes y tentativos titubeos de los chicos de su edad y había tenido que esperar hasta los 20 años, para llegar al clímax por primera vez. Y aunque había tenido varias relaciones desde entonces, nunca había disfrutado del sexo pasional del que
hablaban sus amigas. Nada la había preparado para este momento. Sencillamente, lo de que una voz incorpórea y un trozo de goma rígido le proporcionaran el orgasmo más fuerte de su vida, era totalmente nuevo para ella.

La voz de Justice interrumpió sus pensamientos.

-¿Estás bien, Bella?

Ella seguía tratando de recuperar el aliento.

-Aja -respondió en un suspiro.

Todavía se sentía sacudida por las réplicas de aquella explosión.

-Cielo, ha sido genial. Y esto sólo acaba de empezar para nosotros.

«Para nosotros.» Las dos palabras quedaron flotando en el silencio que se hizo entre ellos. La difusa luminiscencia fue desvaneciéndose para Bella mientras la realidad iba aposentándose lentamente. ¿Para «nosotros»? Ni siquiera sabía cómo se llamaba aquel hombre, ni tampoco podría reconocerlo por la calle. Y, además, estaba chantajeándola.

Los fluidos empezaron a resbalarle del sexo cuando se incorporó y se levantó del sofá. Fue hasta el cuarto de baño tambaleándose y con la mano derecha aún sujetando el consolador, que seguía encajado.

-Háblame, Bella -pidió Justice con una voz que perdía la candidez y se afilaba.

Se metió en la bañera y se extrajo el pene de goma de entre las piernas. Al retirarlo, una sensación de pérdida la invadió. La superficie exterior del falso falo estaba cubierta de flujos
genitales, así que, una vez estuvo completamente fuera, lo dejó caer al agua.

La hendidura le goteaba aún, de modo que se hizo con una toalla para secarse.

-Bella, ¿dónde estás?


Ella dirigió la mirada al cuarto de estar, hacia el lugar del que provenía la voz de Justice.

Luego salió de la bañera y se cubrió con el albornoz que había colgado del gancho de detrás de la puerta. Con el cinturón de la prenda ya abrochado a la cintura, se sintió mejor, menos
avergonzada.

-¡Bella ! -insistió Justice .

-Estoy aquí -respondió ella de camino al cuarto de estar.

-¿Qué pasa, cielo? Te ha gustado. Sé que te ha gustado.

-Sí, maldita sea. Ése es el problema.

-¿Cuál es el problema, nena?

El hecho de que siempre empleara apelativos cariñosos la irritaba.

-No soy tu nena, Justice . Soy tu víctima. ¿Qué es lo que quieres?

Dejó que transcurriera un momento de silencio antes de explicar:

-Acabamos de compartir algo estupendo y ahora estás cabreada por eso, ¿no?

Bella notó la calidez del rubor que la cubrió del cuello a los pómulos.

-Yo no he dicho eso.

-Entonces, ¿qué estás diciendo, Isabella? -inquirió él en un tono frío.

Había usado el nombre odiado y aquello la dejó destrozada. Todos los gestos y miradas de reprobación que había recibido a lo largo de su vida habían ido acompañados de aquel
«Isabella».

-No sé qué es lo que quieres de mí -contestó desconsolada-; me das miedo.

La voz de Justice se dulcificó.

-No tienes que tenerme miedo, preciosa. Nunca haría nada que te hiriera. ¿Te hecho daño hasta ahora?

-No -musitó.

-Entonces dame una oportunidad, Bella, y dátela a ti también. No tienes que observarlo todo desde fuera siempre.

Bella sintió frío de repente y se rodeó con los brazos. Aunque empezaron a resbalarle lágrimas por la cara, no recordaba haberse puesto a llorar. En menos de una hora, sin haberla siquiera rozado de verdad, ese hombre se le había colado en la cabeza y bajo la piel. Le había pedido que confiara en él, y, sin embargo, no le había dado ninguna razón para ello.

-No sé qué decirte -dijo por fin.

-Entonces no digas nada. Dejémoslo por ahora. Has tenido una noche muy dura y necesitas descansar. Es viernes. Remolonea en la cama cuando te despiertes. ¿Qué tal si te llamo
mañana por la tarde hacia las siete y media? Así charlamos otro poco.

Bella se dio cuenta de que el tipo tenía razón: estaba agotada. Lo único que le apetecía era acurrucarse en la cama y taparse con las mantas por encima de la cabeza.

-Está bien -accedió.

-¿Me haces un par de favores? -aprovechó él sin perder el tono amable.

Bella sospechó de inmediato.

-¿Qué?

-He leído en un artículo de la revista D' Magazine que hay una nueva exposición de arte barroco en el Museo de Arte. ¿Irás a verla mañana?

Había vuelto a hacerlo. La había dejado completamente desarmada.

-¿Por?

-Porque exponen obras de Rubens. Deberías verlas. Y cuando estés mirándolas, acuérdate de que yo te veo a ti igual que él veía a sus modelos.

Bella no sabía cómo reaccionar, de modo que en lugar de responder, preguntó:

-¿Y el segundo favor?

-Guarda esta noche las cajas que te he enviado, pero mañana por la tarde, cuando vuelvas del museo, échale un vistazo a la segunda y mira su contenido.

Bella se sintió profundamente aliviada. Ninguno de los dos favores parecía muy complicado, de modo que podía decirle que lo haría y luego colgar e irse a la cama.

-Ok -accedió por segunda vez.

-Buena chica; ahora descansa y prométeme que no vas a espiar más esta noche.

-No, me voy a acostar -respondió segura de que no volvería a tocar aquel telescopio.

-Estupendo. Ya verás qué bien va todo mañana. Buenas noches.

Justice colgó el teléfono antes de que Bella pudiera responder, así que se levantó y recorrió el cuarto de estar con la mirada; se encontraba sin fuerzas para pensar. Dio la vuelta y se dirigió al dormitorio; una vez allí dio gracias por la inconsciencia que proporciona el sueño.

**********

Edward Cullen mantuvo la mirada clavada en el teléfono. No estaba muy seguro de lo que había iniciado y menos aún de adonde lo llevaría aquello. Llevaba ya tres semanas vigilando el edificio de enfrente y empezaba a notarlo. Ver a la bestia de Marcus Vulturi golpear a mujeres estaba dejándolo destrozado. En más de una ocasión, había querido cruzar corriendo la calle McKinney, tirar abajo la puerta del ático y darle una paliza a aquel cabrón de mierda.

Edward era un policía anticorrupción que iba de paisano, asignado temporalmente al equipo de la Brigada de Crimen Organizado encargado de la investigación de Vulturi. Para ello contaban con un apartamento en el octavo piso del edificio de Bella, desde donde vigilaban al sujeto en
cuestión con medios visuales y auditivos, veinticuatro horas al día, siete días a la semana.

La noche en que había dado comienzo el dispositivo, Bella había cruzado la calle hacia el edificio de Vulturi para cerciorarse de que el puesto de vigilancia permanecía oculto. Había tomado prestadas las llaves de los vigilantes de seguridad, había subido hasta el tejado y se había colocado justo encima del ático del sospechoso. Aún recordaba con todo lujo de detalles lo que había ocurrido entonces. Después de unas semanas de temperaturas sofocantes, la ola de calor se había acabado y había dejado en Dallas los primeros signos del final del verano. Una vez había comprobado que Vulturii no sería capaz de descubrir el puesto de observación, se entretuvo un rato en aquel lugar para disfrutar de la agradable temperatura. La casualidad había querido entonces que, justo en aquel momento, Isabella Swam decidiera dejar de espiar.

El discreto movimiento de la chica al meter el telescopio en el apartamento llamó la atención de Edward. Su intuición policial lo hizo caer enseguida en la cuenta de lo que había estado haciendo. Cuando volvió al piso base, no le contó a su compañero lo que había visto con la excusa personal de que no tenía, en realidad, ninguna prueba que demostrara el voyerismo de aquella chica. Por lo que sabía, bien podía tratarse de una astrónoma aficionada que hubiera estado observando el cielo nocturno.

Debido a la seriedad de la investigación sobre Vulturi, el equipo de vigilancia estaba en permanente funcionamiento. Trabajaban por parejas y en turnos de doce horas: cuatro días sí, tres días no. Edward esperó hasta su siguiente noche libre para volver a aquel tejado y echar un vistazo al balcón de Bella , pero esta vez se llevó una cámara con teleobjetivo.

Aunque para entonces ya se había pasado cuatro días observando a Vulturi en acción con sus pequeñas y sensuales esclavas, ninguno de aquellos juegos de dominación y disciplina lo excitaban tanto como Bella , cuando se tocaba, sola, en la oscuridad.

De nuevo, se guardó para sí lo que había visto. Se dijo que técnicamente estaba fuera de servicio y que informaría de lo ocurrido cuando se reincorporara al trabajo. Mientras, empleó sus horas libres en averiguar todo lo posible sobre ella y su pasado. Para cuando le tocó volver a vigilar, Edward conocía muy bien a Isabella Swam: sabía dónde trabajaba, en dónde hacía la compra y cuál era su banco, incluso había averiguado su saldo. Le había despertado la curiosidad el hecho de que una trabajadora social pudiera permitirse un apartamento tan caro y había descubierto que Bella había heredado una pequeña cantidad de dinero al morir su padre hacía unos años.

No tenía muy claro qué era lo que lo intrigaba tanto de ella. Quizá el que por el día tenía el perfil de una buena chica, mientras que por la noche se convertía en la mujer murciélago, vestida de negro y escondida entre las sombras.

Edward empezó a anhelar que acabaran sus turnos para poder dedicarse a seguir y observar a Bella , y pronto se percató de que aquella chica estaba tan sola como él, pues aunque contaba con algunas amigas con las que se iba de compras y al cine, y una noche había salido a cenar con un
chico, en general pasaba la mayor parte del tiempo sola, espiando a los demás desde su balcón. Edward había pasado horas tratando de imaginar qué sería lo que pensaba mientras permanecía allí, sin compañía, arropada por la penumbra.

Sabía que tenía que pararle los pies. El equipo ya estaba cercando a Vulturi y Edward no podía arriesgarse a que el mafioso la descubriera y se diera cuenta de que lo estaban vigilando.

Edward ya no se hacía ilusiones con lo de acostarse con Bella . La creciente obsesión que sentía por ella lo asustaba. A mediados de septiembre se dijo que ya no podía retrasarlo más, debía desarrollar un plan para atemorizarla con la intención de que abandonara su voyerismo. Y luego
tenía que seguir con su propia vida.

El tío de Edward,que tenía una tienda de aparatos electrónicos, le prestó la cámara de vídeo y el teléfono que necesitaba para asustar a Bella . El equipo de vigilancia tenía en su poder un juego de llaves maestras de la casa y Edward se había hecho con su propia copia. Había un apartamento vacío en el sexto, a dos puertas del de Bella . Una vez hubo organizado allí su base, la llamó desde el móvil y, agazapado tras la puerta, vio a Bella recoger el sobre de fotografías del felpudo.

Sin embargo, algo iba mal. No al principio, desde luego. Su plan había funcionado bien. Había sonado brusco y amenazante, y Bella  se había mostrado claramente aterrada. Luego, de improviso, Edward había ido apartándose de su propio guión, que teóricamente consistía en acosarla con peticiones obscenas, y había comenzado a seducirla.

Sabía bien qué era lo que le había hecho perder ritmo: la imagen de Bella con aquel maldito bustier en las manos. De repente había empezado a masturbarse y le había pedido a ella que hiciera lo mismo. Puede que las fantasías y costumbres sadomasoquistas de Vulturi lo hubieran afectado más de lo que pensaba.

Quizá había estado demasiado tiempo sin disfrutar del sexo. Quizá estaba explotando. Lo único que sabía era que la idea de penetrar en la cálida humedad de Bella lo enloquecía. La aceptación que ella había mostrado con tanta prontitud lo excitaba, al tiempo que la inseguridad de la chica
lo enternecía. Con todo, no era capaz de solucionarle aquel problema. El no era un psiquiatra y, en cualquier caso, ella tenía dinero de sobra para acudir a su propio loquero.

Esperaría a la mañana siguiente, llamaría a su puerta y le contaría la verdad.

 

Capítulo 5: HOT CALL Capítulo 7: Pasado

 


Capítulos

Capitulo 1: Fantasias Capitulo 2: Algo inesperado Capitulo 3: Algo inesperado Part. II Capitulo 4: Justice Capitulo 5: HOT CALL Capitulo 6: El Comienzo Capitulo 7: Pasado Capitulo 8: Museo Capitulo 9: Museo Part. II Capitulo 10: Luces, Camara... ACCION Capitulo 11: 2 Round Capitulo 12: Deseos Capitulo 13: "Cita" Capitulo 14: Jerry's Capitulo 15: encuentros Capitulo 16: Edward... Capitulo 17: ¿ Quien eres? Capitulo 18: Juntos Capitulo 19: Juntos Part. II Capitulo 20: Eres perfecta Capitulo 21: nuevas sensaciones Capitulo 22: Empezando... Capitulo 23: Recuerdos Capitulo 24: conociendonos Capitulo 25: Primera noche juntos Capitulo 26: ¿Problemas? Capitulo 27: un beso de desayuno Capitulo 28: Eres lo que esperaba Capitulo 29: tus fantasias Capitulo 30: tus fantasias part. II Capitulo 31: un regalo mas Capitulo 32: Dejate llevar Capitulo 33: Jardin botanico Capitulo 34: Disfrutando del paisaje Capitulo 35: ¿Flores? Capitulo 36: M.V Capitulo 37: Nervios Capitulo 38: Terraza Capitulo 39: Alguien quiere hablar contigo... Capitulo 40: Calle Hatcher Capitulo 41: Oak Cliff Capitulo 42: ¿Que ocurrio? Capitulo 43: Comisaria Capitulo 44: te prometo... Capitulo 45: ¿Que hago? Capitulo 46: Te encontrare Capitulo 47: ¿Donde estarás? Capitulo 48: ¿Donde estarás? Part.II Capitulo 49: Capitulo 50: Ecuentrame Capitulo 51: Miedo Capitulo 52: secuestrada Capitulo 53: Esperame Capitulo 54: ¿Salida? Capitulo 55: sin salida Capitulo 56: Dejame recuperarla Capitulo 57: Por fin Capitulo 58: te encontre Capitulo 59: Propuesta? Capitulo 60: Escaleras Capitulo 61: Final

 


 
14445066 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios