-Edward, me llamo Edward-musitó él. Luego se dirigió a una de las esquinas del local y se colocó cerca de una ventana desde la que se veía la calle.
-Edwardr-Bella pronunció su nombre a modo de prueba y le gustó cómo sonaba-. ¿Qué narices ocurre, Edward?
Él negó con la cabeza y fijó la mirada en el tráfico del exterior. Bella esperó a que se volviera para mirarla.
-Camina, vámonos -le indicó mientras la cogía de la mano.
-No, no nos vamos a ningún sitio hasta que no me expliques qué es lo que acaba de ocurrir -respondió ella en voz baja, pero con firmeza.
Él miró a las personas que los rodeaban.
-Salgamos de aquí primero.
Una vez fuera del local, Edward empezó a caminar de nuevo en dirección sur.
-Cielo, mi piso está hacia el otro lado -le recordó ella ya algo irritada. -Ya lo sé, pero vamos a dar la vuelta a la manzana para ir por la calle Oak Grove.
Oak Grove corría paralela a la avenida McKinney hacia el este y solía estar menos concurrida debido a la presencia de un viejo cementerio en desuso que se extendía a lo largo de todo el paseo. Durante la reforma urbanística del vecindario, los constructores habían sido incapaces de obtener licencias para trasladarlo y sacarlo de allí porque en él había tumbas de la guerra de Secesión.
El hecho de que Edward hubiera propuesto volver por una calle casi desierta hizo que se encendieran todas las alarmas en la mente de Bella , que volvió a ponerse nerviosa con la idea de quedarse sola con el.
-No, yo me voy por donde hemos venido. Tú haz lo que quieras, puedes quedarte o venir conmigo -entonces dio la vuelta y empezó a caminar hacia el norte para ir a su casa.
-Bella, por favor, esto es importante. Si no quieres que volvamos por Oak Grove, lo haremos por Colé.
La avenida Colé corría paralela a McKinney, pero estaba situada una manzana hacia el oeste y quedaba por detrás del piso del dominador. Era una calle mucho más transitada, de modo que, después de pensárselo un momento, Bella accedió. Esperaron a que pasara un coche antes de cruzar la avenida, luego avanzaron hasta Colé y empezaron a caminar en dirección norte. Ella fue la primera en romper el silencio.
-Ok, listo, ¿de qué va todo esto?
-Bella , ese hombre es peligroso. Se llama Marcus Vulturi y es el objetivo de todos los agentes de esta parte del país. Debes procurar no tener nada que ver con él -le explicó con seriedad.
Ella se quedó mirándolo fijamente un momento antes de preguntarle:
-¿Y eso cómo lo sabes?
-Porque sí. Tienes que creerme, por favor.
A Bella se le tensaron los hombros y volvió a detenerse, con lo que forzó a Edward a hacer lo mismo.
-No haces más que pedirme que confíe en ti, pero eres tú quien no se fía de mí lo suficiente como para contarme lo que ocurre. Y no quiero que esto siga así.
-Ya lo sé, cielo. Aguanta un poco más y te lo contaré todo. Te lo prometo.
O le estaba contando la verdad o era el mejor mentiroso que había visto nunca. Edward reemprendió la marcha hacia su casa.
Caminaron en silencio. Ella notaba que Edward estaba tenso. Miraba a todas partes como si temiera encontrarse a alguien.
La agradable brisa de septiembre se colaba entre las ramas y las hojas de los robles. Aunque eran más de las once, la avenida Colé permanecía en plena actividad. Había varias personas paseando a sus perros, y un par de parejas que iban en sentido opuesto al suyo comentaban la película que acababan de ver en el cine.
Bella pensó en lo que Edward había dicho. ¿Cómo era posible que supiera que el dominador era un mañoso? Los ciudadanos normales y corrientes no solían tener la capacidad de reconocer a esa clase de tipos a primera vista. Sólo los policías podrían hacerlo, o bien los propios mañosos.
Si Edward era poli, tendría que enseñarle la placa, y si no lo hacía, las posibilidades de que se tratara de un delincuente -o de un sórdido abogado que se dedicara a defender a mañosos- aumentarían. En cualquier caso, la idea de poder estar recorriendo las calles de Dallas con alguien que se relacionaba con gentuza de ese calibre no resultaba demasiado tranquilizadora.
Cuando se encontraban ya a la altura del edificio de Vulturi, Edward la empujó hacia un garaje.
-¿Qué...?
-Bella , escúchame. Hay alguien siguiéndonos -Ella hizo el ademán de volverse, pero él se lo impidió tirando de ella hacia sí-. ¡No! No mires hacia atrás. Sigue caminando.
-¿De qué hablas? ¿Por qué iban a...?
-Porque has llamado la atención de Vulturi -la interrumpió él de nuevo-. Quiere saber quiénes somos. Vamos a meternos en el garaje.
Caminaron hacia la entrada de los coches de residentes y bordearon la barra baja que bloqueaba el resto del tráfico. El suelo se convirtió en una cuesta arriba. Aunque la iluminación era buena para tratarse de un aparcamiento, las sombras acechaban entre los oches y en los rincones oscuros.
-Edward-lo llamó. -¡Shsss...! -Edward estaba recorriendo el lugar con la mirada mientras tiraba de Bella cuesta arriba.
Aparentemente satisfecho al comprobar que el lugar estaba vacío, se inclinó hacia ella y la miró a los ojos.
-Bella -su voz sonaba apremiante-, quiero que subas la cuesta hasta llegar arriba. Aunque no se ven desde aquí, al llegar encontrarás un par de ascensores. Si llegas antes de que yo te alcance, sube hasta el portal y espérame allí -después de dudarlo un momento, le dio un beso en la mejilla-. Si en cinco minutos no estoy allí, dile al conserje que llame a la policía, ¿de acuerdo?
-Pero, Edward...
-No hay tiempo para discusiones. Sólo hazlo, ¿vale?
Bella asintio con un unico movimiento de cabeza. El le apreto el hombro antes de dejarla para esconderse en la sombre que habia entre dos conches.
Edward se contuvo y en lugar de darse la vuelta para comprobar si efectivamente habia alguien que los seguia, dio un paso adelante algo insegura. <<Acabemos con esto de una vez>>
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