Al ahuecarse la melena por última vez, pensó que no estaría mal llamar a Rose y dejar le un mensaje en el contestador. Aliviada, marcó el número de su amiga y dijo:
-Hola, cielo. Son casi las diez menos cuarto de la noche del sábado; me voy al Jerry's a ver a un hombre al que no conocí por ahí, sino, bueno..., por teléfono. He pensado que sería mejor contárselo a alguien por si luego resulta que en realidad es Jack el Destripador. Espero que te lo estés pasando bien con Emmett. Ya hablamos.
Colgó, reconfortada. Aunque se tratara de un ritual inútil -ni siquiera sabía el verdadero nombre de Justice-, llamar a Rose la había tranquilizado.
El teléfono sonó. «Por favor, que no sea él para anular la cita. No podría soportarlo.»
Agarró con fuerza el auricular.
-¿Sí?
-Bella, soy tu madre -a Bella le dio un vuelco el corazón-. Te llamo para recordarte que todavía tienes que comprarte un traje para ir de dama de honor a la boda.
-¡Uy! Es verdad, mamá, gracias. Lo haré la semana que viene.
-¿La semana que viene? Hace ya dos semanas que tendrías que haberlo hecho..., aunque no te culpo, si yo pesara lo mismo que tú, tampoco me apetecería ir a probarme vestidos.
Por una vez, los punzantes comentarios de su madre le resbalaron completamente.
-Sí, mamá, gracias por llamarme. Iré la semana que viene sin falta.
-Espera un momento, pero ¿por qué tienes tanta prisa?
-He quedado con alguien y me está esperando. Ya hablaremos.
Bella colgó y se dirigió a la puerta consciente de que aquello no quedaría así: su madre se la devolvería con creces. Por ahora, a pesar de todo, Bella podía disfrutar con la imagen de Renne completamente desencajada, sentada y con la mirada clavada en el teléfono.
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Al cabo de unos minutos entró en el Jerry's y echó un vistazo. El bar era muy glamuroso: mesas abarrotadas en el centro. Contaba también con una minúscula pista de baile que los fines de semana hacía las veces de escenario; aquella noche, por ejemplo, había un dúo, una pareja de la zona que tocaba a cambio de copas y propinas.
Eran las diez y media de un sábado por la noche y el bar estaba bastante lleno, de modo que Bella tuvo que conformarse con una mesa situada más cerca de la pista de baile de lo que quería. Se sentó y sonrió a Ben, el camarero, que, tras asentir, le entregó un botellín de cerveza, su habitual Budweiser Light, a Angela, la camarera, después de decirle algo.
-Hola, Bella -saludó Annie al depositar el posavasos y la botella-, ¿dónde está Rosalie?
-Ha quedado con un chico. Yo estoy esperando al mío -le gustó poder pronunciar aquellas palabras.
-Muy bien, avísame si me necesitas.
-Vale, gracias.
Había una sola pareja en la pista de baile Bella los escrutó con actitud crítica: más que bailar, estaban toquete ándose.
-¿Quieres bailar?
Bella levantó la cabeza y se encontró a Mike, que mostraba una sonrisita burlona.
Mike también solía ir a aquel bar casi todos los fines de semana, y siempre con ganas de ligar. Rosalie y Bella solían reírse de él por aquella obstinada búsqueda de entrepierna..., que acaba encontrando más a menudo de lo que ellas imaginaban. En cualquier caso, no es que estuviera bien, su éxito residía más bien en lo decidido que era.
-No, gracias, Mike -respondió.
-¿Y por qué no? Tú estás sola, yo también y es sábado por la noche. Podemos hacernos compañía.
-No, gracias -repitió. -Vamos, anda, baila un poquito conmigo. Te invito a una copa.
-Creo que la señorita ya le ha dicho que no -tanto Mike como Bella se pegaron un susto. La familiaridad de aquella voz hizo que Bella abriera los ojos exageradamente y tensara los muslos-. Siento el retraso, cielo -se disculpó Justice antes de inclinarse a darle un beso en la mejilla a Bella .
-No te preocupes -tartamudeó ella.
Justice se incorporó y se quedó mirando a Mike.
-¿Sigues ahí todavía?
Mike mostró las dos palmas de las manos en actitud tranquilizadora.
-Lo siento, bro. No pretendía cazar en tu territorio -respondió antes de retirarse con andares desgarbados en busca de una nueva presa.
Justice se sentó en la silla que había al lado de la de Bella . Se inclinó y le olió el cabello:
-Maravilloso, lo sabía.
Luego se recostó y le dedicó una sonrisa. Bella , por su parte, se mantenía demasiado ocupada observándolo como para hablar.
Justice no había mentido sobre su pelo Bronce y desordenado; aunque lo llevaba corto, a Bella no le costó intuir los rizos incipientes. Iba perfectamente afeitado y tenía aspecto de ser del Norte del país: de mandíbulas marcadas y un aire ligeramente nórdico. Tenía los ojos verdes y una boca pequeña. Bella se lo imaginó chupándole el pezón y notó que el sexo se le estremecía.
Justice iba asi. De repente tomó a Bella de la mano y la invitó a salir a la pista. -Vamos a bailar, encanto.
Ella le dejó que la guiara hasta el centro del local. El dúo musical estaba disfrutando de un descanso y por los altavoces sonaba ahora una balada romántica. Justice atrajo a Bella hacia él de modo que le rozaba la frente con los labios, tan cerca, que al respirar le movía algunos mechones de pelo.
Bella medía un metro cincuenta y él llegaba por lo menos al metro ochenta. La presión del pene contra su vientre le hizo deducir que Justice estaba encantado de estar allí.
Bella apoyó la cara sobre su hombro derecho y rodeó a Justice con los brazos. Bailaron en silencio disfrutando de la música y de su mutua compañía. Él se rozó contra ella, aunque de ningún modo de la forma en que el otro chico que había en la pista lo había hecho con su pareja un poco antes. Para cuando acabó la canción, el pianista y el guitar rista ya habían regresado del receso. Justice llevó a Bella de nuevo hacia la mesa y apartó la silla para que ella se sentara.
-¿Pase el examen, entonces?
-Yo creo que sí -respondió Bella con una sonrisa-. ¿Cuándo me viste en el balcón por primera vez?
Justice negó con la cabeza.
-Nada de preguntas.
-Eso no es justo, tú acabas de hacerme una.
Justice sonrió.
-Tienes razón. Tendría que haber dicho «nada de preguntas curiosas». Vamos a disfrutar de la noche y el uno del otro.
Bella se quedó en silencio. Tampoco tenía muy claro qué responder a aquello. Justice acababa de eliminar la posibilidad de emplear las típicas preguntas de una primera cita, como «¿dónde vives?», «¿a qué te dedicas?», «¿cómo te llamas?»...
Justice alargó el brazo para colocar su mano sobre la de Bella .
-Sé que todo esto te resulta extraño, pero también lo es para mí. Te dije la verdad cuando te conté que nunca había hecho algo así en mi vida.
-Pues se te da de maravilla -replicó ella casi en un murmullo.
Antes de que Justice pudiera reaccionar, Annie apareció para tomar nota del pedido: una Coors para él y otra Budweiser Light para Bella . Cuando se quedaron solos de nuevo, se produjo un momento de silencio incómodo. Aunque Bella trataba de pensar en algo que decir, parecía que la mente le funcionara con lentitud.
-Cuéntame algo de ti que no sepa nadie -propuso Justice.
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