Demon Prince (+18)

Autor: sistercullen
Género: Espiritual
Fecha Creación: 15/03/2011
Fecha Actualización: 12/12/2012
Finalizado: SI
Votos: 53
Comentarios: 148
Visitas: 183794
Capítulos: 47

Summary: Bella descubre, que la sesion espiritista hecha en su adolescencia,le marca la vida hasta lo altamente imporbable : la aparicion del principe de los demonios: Edward I.

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Capítulo 44: Capitulo 44

DEMON PRINCE

Capitulo 44

Baal observó a Esme con los ojos entrecerrados y dio dos pasos hacia ella. Su gesto era serio, en sus musculosos antebrazos se podía ver la tensión enterrada en ellos.

— ¿Equilibrio? ¿Qué estas queriendo decir con eso? —Su mirada penetrante fulminó a Esme y ella se giró en redondo buscando la intervención de Rosalie.

Rosalie alzó la voz al enunciar el libro sagrado que tantas veces le había hecho leer Sulpícia en noches de total negrura.

Satanás o Luzbel "luz Bella" o "portador de la luz". Era el más bello, sabio y poderoso de los ángeles. Se dice que cuando Dios le revelo a los ángeles que uno de ellos se haría hombre, tendrían que adorarle y que además se encarnaría en una mujer y que seria su Reina, aventajando en gloria a todas las criaturas humanas y angélicas sobre la faz de la tierra; los ángeles buenos aceptaron y alabaron a Dios, y Luzbel se volvió en su contra cuando él no fue elegido. La profecía escrita afirma que volverá hecha mujer y con la marca del equilibrio en su cabeza... Su llegada con ambas manos llenas.

En la derecha la guía de Dios y en la otra el corazón del Príncipe de Los Demonios.

Baal se quedó mudo unos segundos y breves instantes después, agarró a Esme por los hombros sacudiéndola.

— ¿Quién eres, maldita?

Esme inspiró profundamente y encaró al padre de sus hijas con una tranquilidad pasmosa.

— ¿Quién crees que soy? —Preguntó con entereza, pese a que lo tenía a escasos centímetros de abalanzarse sobre ella.

— No me gustan los acertijos, mujer. ¡Y lo sabes! —La escudriñó nuevamente con la mirada y se apartó de ella girando el rostro hacia su hija Rosalie. — ¿Tú sabes qué es tu hermana? Porque me parece estar metido en un juego donde me siento un precario peón de anticipo —Rosalie inspiró y comenzó a relatar.

— "Y de la luz y de la oscuridad nacerá una simiente nueva que desencadenará el Juicio Final y la masacre de los hijos del hombre".

—Esto nos concierne a todos, Baal —La voz sacudió al demonio de casi dos metros y se giró en redondo asombrado.

— ¿Qué haces tú aquí? ¿Cómo has salido de la cárcel de sales? —Preguntó a la figura que se mantenía camuflada entre las sombras.

Aro dio dos pasos y salió de la penumbra que lo cobijaba.

—La pobrecia de Henoc, Baal. Deberías tenerla grabada a fuego en tu alma inmortal.

Baal arrugó el ceño y miró hacia el suelo, dando varios pasos y apoyando su ancha espalda en una de las columnas de piedras que destacaban en el lugar.

Creyó recordar algo, pero fue la voz de Aro la que lo hizo envolverse en la historia.

—El fuego de Dios, Baal. ¿Te recuerda eso algo? —Baal enredó los cabellos entre sus manos y asintió pesadamente, urgiendo a Aro a seguir—. Uno de los Arcángeles desconocidos en el reino de Dios es Uriel, denominado el fuego de Dios, de la retribución o del arrepentimiento. En los evangelios apócrifos de la Biblia, Uriel ayuda a Juan el Bautista a sobrevivir la masacre ordenada por Herodes. Lo lleva junto con su madre a Egipto, y los reúne con la Sagrada Familia. En el Apocalipsis de Pedro es el Ángel del Arrepentimiento. En la tradición apocalíptica, Uriel tiene la llave del Infierno, que abrirá al Final de los Tiempos. El arcángel Uriel aparece nombrado en el Libro de Henoc. Uriel intercede ante Dios por la humanidad, en relación a los ángeles caídos y sus hijos… —Un silencio sepulcral reinaba el lugar, esta vez fue Esme quien le insto a Aro continuara.

—Pero fue apartado de todo en un momento de transición… con las llaves del infierno en sus manos se hizo carne y vagó en forma de mujer por el inframundo, conociendo así a un gran demonio mayor y cayendo en la tentación de la carne. La iglesia de los hombres, no sabe el porqué de su aislamiento alrededor de Dios, sólo se sabe que desapareció teniendo breves apariciones en el libro de Henoc y en los evangelios apócrifos. De su carne de mujer desaparecieron sus dos hermosas alas para albergar en su vientre dos semillas del mal que serian los desencadenantes del juicio final de los hombres, no sin antes olvidar que estas dos vidas tienen el don de ser la redención de ambos mundos, sobre todo en la mayor de las simientes, la que de su cabeza nazca el símbolo antiguo del Equilibrio.

La cabeza de Baal se fue irguiendo de manera lenta, sincronizada con su cuerpo fuerte y duro. Su mirada algo líquida la enfocó en la madre de sus hijas y casi estalló en furia cuando alzó el dedo índice para apuntarla.

—Dime… dime ahora mismo si eso es cierto, Esme… dime que esa historia no tiene nada que ver conmigo.

Esme suspiró con algo de decadencia y cerró los ojos con fuerza un momento antes de hablar, cuando los abrió de nuevo, sintió la dura mirada de Baal clavada en su cuerpo.

—Sí, soy yo. Yo soy Uriel, uno de los Arcángeles que fue destituido del reino celestial, la iglesia no me reconoce como tal ya desde varios siglos, aparcada al submundo como una sombra y con una fecha limite para desaparecer, para limpiar mi pecado—. La mujer respiró y alzó levemente las comisuras de la boca —Pero el grito desgarrado de uno de mis hermanos mayores me hizo aparecer a lado de mi hija mayor. Baal—. Esme caminó hacia el demonio que la miraba con los ojos desorbitados —Se acerca el juicio Final. ¿Sabes lo que eso significa?

Baal la apartó de un empellón y se alzó contra Aro con el puño en alto.

— ¿Tú lo sabías? ¿Tú sabías que esto ocurriría al unir a tu hijo con mi hija?

—Todo había de ser de otra manera… yo nunca debí perder a Bella. Nunca debí ponerla en mano de un mortal, ella debió crecer al lado de Edward… de mi familia.

— ¡Noooooooo! —Baal se llevó las manos al rostro desesperado—. ¡Una de mis hijas, noooooooooo!

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Edward había dados dos pasos hacia atrás y mantenía la mirada fija en las dos inmensas alas plateadas que, elegantes sobresalían de la espalda de Bella. Aquello además de confundirlo hizo que olvidara momentáneamente la discusión en la que había derivado aquella sorpresa y con la voz mas calmada ahora y seria preguntó a Bella.

— ¿Dónde está? Quiero verla.

Bella miró a Edward, intentando que el miedo que sentía no pudiese verse reflejado en sus ojos. ¿Qué era aquello? ¿Y por qué le habían salido alas de ángel en la espalda? Si bien su madre había sido un ángel, ella había despertado en su nueva vida siendo un demonio. ¿Qué había desencadenado aquello? Caminó, pasando de largo a Edward, deseaba buscar algo con que tapar su desnudez… algo que fuese lo suficientemente holgado para meterlo dentro de su cabeza y sacar aquellas alas preciosas que apenas pesaban, pero que ahora formaban parte de ella.

Agarró un ancho vestido de muselina blanca y lo metió por su cabeza quedando las alas escondidas y plegadas dentro de éste.

Edward carraspeó y esperó su respuesta con la poca paciencia que le quedaba, ya que los últimos acontecimientos vividos emborronaban de alguna manera todo el éxtasis y el placer que habían vivido momentos atrás.

—Esta con mi madre—. Bella no lo miró cuando decidió hablar.

— ¿Cuándo tenias pensando decirme que habías parido una hija mía, Bella? ¿Y quien más lo sabe?

—No… no lo sé, Edward —Ella inspiró profundamente— ¿Por qué lo hiciste todo tan complicado? ¿Por qué no me dijiste en un primer momento quien eras y lo que deseabas de mí? Me siento que he vivido una historia a tu antojo, manipulándome a tu voluntad.

—Estoy hasta las narices que me eches en cara siempre lo mismo. ¿Qué crees que a mi me agradaba crearte glamours casi imposibles dentro de esa cabecita tuya imperturbable? No, por supuesto que no. Quería que fueses consciente en todo momento que eras mía y que era a mí a quien necesitabas —Edward la miró con los ojos entrecerrados—. ¿Qué es esto? ¿Una venganza? ¿Utilizas a mi hija para manipularme?

—No. —Ella hizo un gesto con la mano negando y lo miró intensamente a los ojos. —En principio lo pensé así, pero hay una fuerza que me impulsa a no herirte. No lo comprendo, pero… no puedo herirte a ti ni a ningún miembro de tu familia, siento que si lo hago es como si me hiciera daño a mi misma, es… un dolor horrible que me inunda el pecho y el alma.

Edward sonrió interiormente y caminó lentamente hacia ella. Nada importaba si ella se redimía de aquel acto. Él mismo tenía que expiar sus culpas de alguna manera con ella. No era justo que la tratara con desprecio por no hacerle partícipe de aquella noticia… en todo caso, ella se había sentido un instrumento en las manos de él y el único culpable era el destino y él mismo.

—Estoy tan arrepentido mi amor, de ser tan ciego… si tuviera la oportunidad de correr el tiempo hacia atrás, estoy seguro que nunca confundiría tu dulce esencia con la de Josephine… tu olor me embriaga de tal manera que siento que voy a enloquecer—. Se había pegado de nuevo a ella y Bella no lo rechazaba, se mantenía inmóvil, dejando que las suaves manos de él la recorrieran y se filtraran dentro de aquella prenda que los separaba —Hace unos momentos —Susurró, él con la voz entrecortada— Mientras hacíamos el amor te pedí que me dijeras que me amas… presiento que esas dos alas que hay en ti, no te permitirán que me mientas mi amor, Ahavá…. Bella—. Los ojos de Edward hicieron añicos la poca cordura que le quedaba a Bella y antes de lanzarse a sus labios, le susurró con pasión.

—Sí, si… Edward, Príncipe de los Demonios, maldito hasta la eternidad. Te amo… te amo, creo que te he amado… siempre.

A Edward no le hizo falta nada mas, para arrastrarla de nuevo hacia la cama y rasgar aquel vestido con ansiedad… la amaría como nunca la había amado….

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Sulpícia sonrió enigmáticamente al oír las palabras de Jasper y lo urgió a tomar asiento junto a ella dentro de la pequeña salita.

—Ahora entiendo porque no me he podido poner en contacto con ningún demonio mayor… Himrum lleva desaparecido un tiempo y creo que sospecho el porqué. ¿Cuándo ha tomado Baal el control de la corona?

Jasper tragó duramente y se revolvió inquieto en aquella silla algo vieja y destartalada.

—Hace breves días, señora.

—Bien—. Asintió ahora más nerviosa y levantándose. — ¿Supongo que Bella habrá hecho ya el cambio y habrá parido a mi nieta? —Sulpícia soltó una carcajada al observar el semblante de Jasper totalmente asombrado —Querido hijo, sí. La hija de Baal ha parido una niña preciosa que es la viva imagen de mi hermoso Edward —Sulpícia sonrió llena de dicha— Creo que ya es hora que vuelva con mi esposo y mi familia… los días aquí en la tierra pronto terminaran y los hijos de los hombres dejaran de existir hasta que un nuevo ángel caiga… con la vuelta de Luzbel y Uriel todo lo una vez fue paz y tranquilidad volverá a fraguarse. El mal no existirá porque la balanza se estabilizará y el Todo Poderoso exterminará a todo hijo de hombre ya que los creó en un acto de lo mas mortal… por simple despecho ya que su ángel mas querido se reveló contra él… pero hay algo que me revuelve las entrañas y hace que sospeche que la espada de Miguel no va a mantenerse clavada en la piedra del perdón… Miguel camina con los hombres desde hace siglos y debe de haber estado cerca de Luzbel desde hace mucho tiempo —Sulpícia tomó una capa negra y se envolvió dentro de ella, ajustándola bien a su rostro —Destruye y purifica con las llamas este lugar, querido. Es hora que nos marchemos ya de aquí. ¿Cómo has llegado?

Jasper se levantó.

—Una puerta tridimensional, mi Reina. Todavía está abierta. Sígame.

—Debes de destruir este lugar, Jasper… todos mis instrumentos, los libros que aquí yacen, casi en su totalidad son prohibidos, no deben llegar a manos de los mortales. Seria fatídico para nosotros.

—Entiendo señora.

Caminaron hacia la salida. Sulpícia se giró en redondo para ver como con un leve gesto con los dedos de Jasper, aquella tienducha era convertida en pasto de las llamas, quedando su mirada fija en aquel lugar que había sido su escondite. Era hora de volver…

—La puerta está allí señora. ¿La ve?

Sulpícia miró a Jasper y sonrió siguiendo su mirada.

Pocos metros delante de ellos se abría un orificio acuoso en el pavimento de alquitrán de la carretera.

—Yo primero señora. Si no le importa—. Jasper la miró con un ruego reflejado en los ojos y ella accedió con una sonrisa. El macho saltó a través de aquel agujero y ella lo siguió segundos después.

La puerta tridimensional se cerró y alguien se movió a escasos metros del lugar donde había imperado aquel acontecimiento.

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—Todo lo que he fraguado durante siglos, no ha servido de nada… de nada—. Baal, estaba hecho trizas, destrozado y tirado como un muñeco. Apoyando su espalda en una de las paredes de la gran sala del Rey, con la vista pérdida y una sonrisa de sorna en su rostro—. Por supuesto que he sabido del libro de Henoc, pero nunca imaginé que esa profecía me tocara de alguna manera —Echó la vista hacia su hija Rosalie, que se mantenía rígida, con la compañía ahora de su fiel esposo Emmett, abrazándola, delicado—. ¿Y ahora que ocurrirá? ¿Qué será de ellos? —La pregunta lanzada al aire hizo que se miraran los unos a los otros.

—El séptimo sello se ha abierto, Baal y con él los cuatro jinetes del apocalipsis… no podemos hacer nada para detenerlo, tan sólo Dios y no creo que tenga voluntad para hacerlo, debe estar cansado…

Esme elevó una mano y caminó de frente a los dos demonios, ahora jefes de un mismo plan.

—Su ángel adorado ha vuelto… aunque Bella no recuerde nada, él sabrá quién es y puede que le dé una nueva oportunidad al mundo tal y como lo conocemos. Con cielo e infierno, con el bien y el mal. No creo en un mundo perfecto, porque desde el principio de los tiempos, El Todo Poderoso ha querido llevarnos a yugo de sus decisiones, siguiéndolo en todo momento sin tan siquiera alzar la voz en contra de su voluntad… —Esme frunció el entrecejo un momento y buscó la mirada de Aro— Expiando sus culpas en la carne de su hijo Jesucristo, el cordero de Dios que nunca ajustició a nadie y perdonó a quienes lo alzaron en la cruz…

—Edward habló con él durante sus ayunos de cuarenta días en el desierto —Explicó Aro— Aún puedo recordar gran parte de la conversación.

— ¿Qué es lo que recuerdas? Si lo haces, quizás sepamos como finalizará esto o como podemos pararlo… —Baal se había levantado y urgía a Aro con una mano en el hombro, apoyándose en él.

Los ojos de los dos Reyes se observaron y con un duro nudo en la garganta asintieron a la misma vez.

FLASHBACK

—Recuerdo la vuelta de Edward del desierto, hicimos una gran fiesta… una bacanal en toda regla. Lo había tentado y lo había llevado hacia las cuerdas, siendo participes del tipo de final que tendría el hijo de Dios… Edward acababa de volver del Jardín del Edén, y estaba mofándose y riéndose de Jesús mientras veía como el ayuno lo consumía ya en su último día. Jesús le preguntó que le ocurría y el porqué de aquella sonrisa instalada en su rostro:

— "Si Señor. Acabo de apoderarme del mundo lleno de gente de allá abajo. Les tendí una trampa, usé cebo que sabía que no podrían resistir. ¡Cayeron todos!"

— "¿Qué vas a hacer con ellos?" —preguntó Jesús.

— "¡Ah!, me voy a divertir con ellos —respondió Edward. —Les enseñaré como casarse y divorciarse, cómo odiar y abusar uno del otro, como traicionar a los amigos, cómo aprovecharse de ellos, a usar brujerías para alcanzar lo que desean, a destruir familias, hacerles sentir mucho dolor para que ya no crean en nada, a beber mucho alcohol y fumar y ¡Ah!, por supuesto, les enseñaré a inventar armas y bombas para que se destruyan entre sí. Realmente me voy a divertir" —finalizó con una terrible y burlona voz.

— "¿Y qué harás cuando te canses de ellos?" – le preguntó Jesús.

— "¡Ah!, los mataré" – replicó Edward como si nada, con la mirada llena de odio y orgullo.

— "¿Cuánto quieres por ellos?" —preguntó Jesús.

— "¡Ah, tú no quieres a esa gente! Ellos no son buenos. ¿Por qué los querrías tomar? Tú los tomas y ellos te odian. Escupirán a tu rostro, te maldecirán y te matarán. Tú no quieres a esa gente, te lo aseguro"

— "¿Cuánto?" —preguntó nuevamente Jesús.

Edward miró a Jesús y sarcásticamente respondió: — "Toda tu sangre, tus lágrimas, y tú vida"

A lo que Jesús respondió: — "¡HECHO!"

Cuando volvió a verlo de nuevo, estaba clavado en la cruz. Había expirado momentos antes.

Nunca comprendió como su padre lo abandonó y dejó que pagara por sus pecados. Se supone que es un padre el que se pone al pie de los caballos por su hijo.

FIN FLASHBACK

— ¡Pero eso no quiere decir que Dios no amara a su hijo!, es por eso que lo hizo… sacrificó lo que más amaba por los hijos del hombre, por un cambio. Por el equilibrio.

Esme se llevó la mano a la boca y gritó horrorizada. — ¡Nooooo, la niña, nooooo!

—Ha jugado con nosotros. Es nuestro Reino el que está destinado a desaparecer, no el de los hijos del Hombre. —La voz entre cortada de Emmett que no había emitido palabra, se alzó entre las demás. —Tan sólo se nos dará una nueva oportunidad si Edward sacrifica lo que más ama—. Finalizó ahogando un gemido lastimero.

Continuará…

Capítulo 43: Capitulo 43 Capítulo 45: Capitulo 45

 
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