Demon Prince (+18)

Autor: sistercullen
Género: Espiritual
Fecha Creación: 15/03/2011
Fecha Actualización: 12/12/2012
Finalizado: SI
Votos: 53
Comentarios: 148
Visitas: 183801
Capítulos: 47

Summary: Bella descubre, que la sesion espiritista hecha en su adolescencia,le marca la vida hasta lo altamente imporbable : la aparicion del principe de los demonios: Edward I.

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Capítulo 35: Capitulo 35

                                                       DEMON PRINCE.

 

 

Capitulo 35.

 

 

   Bella se revolvió nerviosa en el gran camastro y paseó las palmas de sus manos por las suaves sábanas de raso. Un gemido de gusto salió de sus labios antes de abrir los ojos y contemplar el techo de aquella habitación con vistas al exterior de Dios sabe dónde.

    Se sentó sobre la cama y recordó uno a uno todo lo acontecido durante los últimos días. Edward, sus encuentros sexuales con él y la posesividad demandante con la que la hacía suya.

    Un aguijonazo en la cabeza la hizo quejarse y se llevó automáticamente la mano a la frente para ver si haciendo esto, concebía algún tipo de alivio, pero no lo consiguió. Aquel dolor punzante era como una aguja metida de sien a sien; atravesando su cerebro, machacándolo poco a poco.

   Aún y así decidió levantarse de la cama y  albergar la esperanza que en aquella habitación hubiese un lavabo decente para poder darse una ducha. Vió una puerta junto al gran armario de teka y caminó hacia ella, complemente desnuda y aturdida por la jaqueca.

   Dio un pequeño golpe a la llave de la luz y ésta se encendió. En el gran espejo que ocupaba la totalidad de una pared estaba su reflejo desnudo, se acercó lentamente y alucinada se dio cuenta que algo había cambiado sutilmente  en ella. Se la veía, mas mujer, mas hermosa y sensual. Sus curvas parecían haber  sido redondeadas; estando sus pechos y caderas mas redondeados desde la última vez que se observó de cuerpo entero en un espejo. Su cabello, aunque, tenia mucha similitud con un nido de pájaros, se veía  un matiz brillante, haciendo que su piel, albina, adquiriera algo de color.

    Vió una pequeña mampara y la abrió para darse una ducha con agua caliente. Aquello la relajaría y seguramente le aclararía las ideas; ya que estaba un poco abotargada.

   Metió sus pues dentro de la cuadrada porcelana del plato de ducha y abrió el grifo suspirando de placer.

   Mientras el agua le acariciaba la piel, su mente algo mas clara comenzó a repasar uno a uno todos los momentos vividos al lado de Edward y de repente, pese a que el agua salía de la alcachofa de la ducha ardiendo, sintió un gran estremecimiento que la hizo temblar ligeramente.

    Secuencias en su vida, desde que había conocido a Edward, Alice y hasta el mismísimo Aro no estaban claras. Por eso había pedido a su amigo desde que marchara a Forks a vivir que abriera una investigación a cerca de sus vidas…y no había encontrado nada…y lo poco que había encontrado no se lo había dicho, porque necesitaba recopilar mas información para estar seguro de lo que tenía entre manos.

   Sin número de la seguridad  social, ninguna residencia definida…

   Y la manera en la que hablaban a veces; como si estuviera por encima del bien y del mal…

   ¿Quién eran todos ellos?

   Un nuevo dolor punzante embargó a Bella y ésta se apoyó en la pared de la ducha con ambas manos, éste pinchazo había sido fuerte y la cabeza le daba vueltas; literalmente.

  Notó como algo viscoso salía por su nariz y separó una de sus manos de la fría pared de baldosas, para dirigirlos a su rostro y tocar los orificios nasales. Se quedó muerta de miedo cuando vió como la sangre le mojaba el labio y comenzaba a filtrase con el agua en el agujero de la ducha. Aquello no podía ser normal, le estaba pasando algo….y no debía ser bueno.

 

     Salió de la ducha a  trompicones y se envolvió en una toalla que llevaba impregnado el olor de Edward. Rodeó con ella su cuerpo y se tumbó en la cama, tapándose las fosas nasales con la toalla de las manos. Cerró los ojos un momento y algo crujió en su cabeza,  una liberación se  extendió por su cuerpo y se quedó quieta unos instantes antes de volver a erguirse y observar con detenimiento la habitación…. El dolor de cabeza, había desaparecido milagrosamente y la sangre había dejado de manar de su nariz. Extrañada caminó hacia el armario y lo abrió encontrándose con varios vestidos de mujer con amplio escote en v y largos hasta los pies. Se enfundó en uno de ellos y caminó descalza y con el cabello mojado hacia el ventanal  de donde venia una luz amarronada.

   Sus ojos color chocolate se abrieron desmesuradamente al ver seres extraños que caminaban de un lado a otro de la casa. Pero entonces advirtió que el paisaje no tenía nada que ver con lo que había visto al llegar a aquel sitio. El lugar que sus ojos contemplaban, era desértico, y anaranjado.

    Curiosa, abrió el ventanal y una ráfaga de calor entró automáticamente; haciendo que su cabello se secara en el acto.

   Cerró algo mareada y giró su cuerpo para contemplar la puerta que daba al exterior del que había sido su mundo desde que había llegado. Caminó hacia ella y giró el pomo con lentitud.

  El largo pasillo se abría ante ella y caminó descalza sobre él, admirando las antorchas encendidas y fuerte olor a azufre que se filtraba por su nariz.

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  Emmet miraba a Rosalie con los ojos entrecerrados. Una amenaza escondida bajo aquellos iris color carmín.

  -¿Tú conoces a mamá?.-  Escupió como si fuese una palabrota.

  Ella se levantó  e intentó acariciar la palma de su mano. Él se negó, apartándola y volviéndole la espalda.

-Emmet, te prometo que iba a decírtelo. Pero todo ha ido tan rápido. Tú , yo y la manera en la que llegué…

  Emmet miró por encima de su hombro y se maldijo interiormente, la chica llevaba razón, se  giró y dio una par de zancadas antes de abrazarla y mecerla sobre su pecho afligido.

-Llevas razón, preciosa. Llevas razón. No me hagas caso, a veces soy tan irracional en mis reacciones que parezco un niño mimado.- la sujetó de los hombros y la miró tiernamente.- Perdona, Rosalie. Pero saber que has estado al lado de mi madre y omitirlo en todo momento no me parece justo, querida.- La besó con infinita ternura y miró a su hermano Edward que le mantenía la mirada a su padre llena de  reproches.

  -¿Has ido a verla?.- las palabras de Edward fueron tajantes; en su deje se dejaba entrever un atisbo de reproche.

   Aro caminó serenamente hacia sus hijos, bajando su cabeza , juntando sus manos  y refregándolas la una contra la otra. Cuando alzó los ojos, ambos demonios lo miraban esperando alguna respuesta y la mortal, Rosalie , se mantenía con la cabeza pegada al torso de su hijo Emmet.

   ¿Por dónde  comenzar? ¿Qué habría de contar? Debía ser metódico, como lo había hecho hasta ahora, podía confiar en Emmet y en su poca intuición para saber la verdad. ¿Pero Edward? Edward olía la mentira desde un kilómetro; aunque este hecho no le ayudara mucho con el problema que tenían ahora sobre la mesa.

-Si, la he visto. Y dejadme decir que si no está aquí acompañándome es porque no se siente segura en un lugar como este. Cuando lo supo lo detesto y huyó…abandonándome y abandonándoos a vosotros; sus hijos.   Nunca os he hablado mal de ella; muy al contrario, siempre la he defendido porque ella en su ingenuidad no sabía lo que yo era y lo que había albergado en su vientre. La mantuve escondida del Consejo el suficiente tiempo como que os pariera a los mellizos y a tí, Emmet, pero cuando comenzó a  escamparse el rumor que mi esposa era humana quisieron que  la presentara delante de ellos como tal…Era la primera vez que un demonio encontraba a la elegida. Yo fui el primero. Mis antecesores, aún sabiendo de la existencia de alguien que seria suyo para siempre; omitieron esa información para tener escarceos con toda clases de hembras. Yo rompí aquella cadena y también fui el que mas sufrió con ello, además de vuestra madre.

  Alguien le dijo lo que éramos; o simplemente despertó de aquellos glamours que le imponía viendo  con claridad donde se hallaba y lo que eran sus hijos. Nunca supe como pasó al otro lado y quien fue quien le dio esa llave, pero de lo que estoy seguro es que supo del cambio y de la inmortalidad, porque hace décadas que debería de haber muerto.

  Cuando llegó al mundo mortal, su tercer ojo estaba completamente abierto y podía ver las almas perdidas de otras dimensiones, demonios y criaturas del submundo. Un día alguien dejó en la puerta de la casa donde vivía a Rosalie y ella vió claramente que era una de las elegidas para uno de sus hijos.  La crió y la aleccionó para ser una persona  sin miedos a lo que ocurriera en un futuro. Y ya lo ves, Edward. Rosalie al contrario que tu esposa, lleva muy bien que Emmet sea un demonio y  esté albergada en el mismo infierno.

 

   Edward  inhaló lentamente y expulsó el aire. Miró a su hermano y una densa envidia lo envolvió como latigazos alrededor de su cuerpo. Aro le estaba diciendo a las claras que si no tenia cuidado Bella se marcharía igual que  lo hizo su madre. Debía de contarle la verdad, aunque  se arriesgara  a que lo odiase…pero no podía permitir que ella se marchara de su lado. La quería a su lado eternamente, que engendrara sus hijos y que por las noches, en el calor de su alcoba lo envolviera en sus brazos con la pasión entregada de las últimas noches.

    -Padre.  ¿Qué es lo que tienen en común las elegidas?.- preguntó Emmet, con voz clara.

   -Las elegidas son hijas de ángeles que por algún que otro motivo han sido apartados del cielo y han venido a parar aquí, al infierno. Estas criaturas siguen siendo ángeles en su esencia y no pierden esa condición. Muchos de ellos copulan con demonios de altas esferas o menores. Cuando el ángel es la hembra, se deben de  crear varias casualidades para que nazca una elegida, la mas importante es que como ya os he dicho la hembra sea un angel y que el demonio que la fecunde sea un demonio mayor.  Aún en estos casos es difícil, pues el termino del  embarazo es complicado y el ángel casi siempre muere cuando da a luz a el híbrido.

   Se pueden contar con los dedos de una mano la cantidad de elegidas que han  nacido sin ningún problema o sin morir en el proceso de embarazo. Por eso es que tiene mucha mas importancia lo de Bella y Rosalie.

  Edward, caminó hacia su padre .

-Termina lo que nos tienes que decir. Y no des mas rodeos. ¿Es para eso que has venido en este momento, no?

 -Hijo, no sabes como me orgullece los maestros que te impuse en el pasado…estoy muy orgulloso de tu inteligencia. – Aro rió y volvió la mirada hacia su otro hijo, que parecía como poco, algo indignado por no hacer mención ninguna a él.- No te ofendas, Emmet, pero lo tuyo siempre ha sido la guerra y no pensar. El estratega de la familia es Edward. – Suspiró Aro, cerrando los ojos e intentando no dejar caer la bomba con mucho sonido.- La madre de Rosalie y Bella, son la misma criatura chicos. Ellas dos son hermanas y creo…que ambos, incluida tú chiquilla, deberíais de saberlo.-A El rey de los demonios no le pasó por alto que alguien mas los estaba escuchando pegada a la columna de entrada al salón; Isabella

  Rosalie se apartó de Emmet de inmediato, cerró los ojos  y en su mente comenzaron a formarse imágenes y situaciones que no tenían nada que ver con su vida.  Contempló el rostro blanco y bello de una castaña de sonrisa franca.  Entendió inmediatamente que aquella debía de ser Isabella, la que Aro decía que era su hermana. Mellizas sin duda.   Pero un jadeo desvió su atención hacia una de las columnas que se hallaban a la entrada del salón.

   Era ella. Su hermana. El gesto era frio, helado. Y sus ojos estaban puestos en ella, no parpadeaba si quiera. Rosalie sonrió a medias, conforme la castaña avanzaba descalza y sin mirar a nadie de los que estaban presentes. Edward quiso abalanzarse sobre ella; pero algo lo detuvo, Rosalie no supo lo que fue, pero el demonio se quedó con la mirada fija en la silueta de su esposa, mientras caminaba a la que era su hermana; Rosalie.

   Algo sobrenatural rodeaba a Bella; Edward se había dado cuenta en seguida. Nada mas verla, mirando a Rosalie con intensidad.  Ambas hermanas eran totalmente diferentes, pero había algo en ellas, que era semejante…y era el fulgor que despedía su aura.  

   Pero algo desesperado martilleaba en el pecho de Edward. No sabía hasta que punto, Bella había escuchado aquella conversación y aquello lo mataba. Había querido acercarse a ella, pero se lo había impedido…con una sola mirada: Repulsión, asco e ira…mucha ira.

   El demonio sintió como su cuerpo se volvía flácido y tuvo que  buscar el apoyo firme de la pared, cerró los ojos preso de una agonía que nunca había sentido y sintió como un agujero comenzaba a herirle el centro de su pecho…una daga invisible comenzaba a herirlo, a castigarlo y aquella daga llevaba el nombre de la mujer que amaba.

 

 

    -Quiero estar sola con mi hermana.- Aro, Emmet y Edward se miraron confundidos.  Se habían mantenido la una de frente a la otra por minutos, sin hablar y ahora de repente. Bella hablaba de manera imperativa sin temblarle la voz si quiera.

Aro, hizo un gesto con su cabeza e invitó a los chicos a salir de allí. Edward dudó unos instantes, mirando la espalda erguida y preciosa de Bella, su cabello suelto y aquel espectacular vestido negro le daba apariencia de una autentica reina.

   Fue la mano de Emmet sobre su hombro, lo que le hizo comprender que quizás Rosalie tendiera una lanza a favor de él y  Bella admitiera con solemnidad la vida que le deparaba el futuro….pero una punzada de muerte rozó su corazón. Estaba él, estaba Carlisle Cullen y el amor que le procesaba desde que era una niña. Ese amor que albergaba en su corazón y al que Edward no había llegado, ni tan siguiera lo habia arañado.Negó con la cabeza intentando apartar malos pensamientos y siguió a su hermano y a  su padre. Las cartas estaban sobre la mesa, ahora solo tocaba esperar.

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  Bella acarició la frente, las cejas, los ojos, la boca, el mentón y el cabello de su hermana con los ojos cerrados. Estaba llorando y no tenía ganas de parar.

   Pero había tantas preguntas sin respuestas….. 

   …Aunque había oído lo suficiente para saber lo mas importante.

 -¿Somos….somos…en realidad, somos hermanas?.- La voz de Rosalie, era tan bella como el sonido de los pájaros bajo el sol, un dia de primavera. Bella sonrió.  Aquella era la hermana que el destino no quiso brindarle…a cambio, sufrió lo indecible con una persona que no la amaba y con una hermana que intentaba hacerle la vida imposible a todas horas.

  -¿No lo sientes?.- le preguntó Bella.

 Habia algo en ellas, que las conectaba, apareciendo una energía completamente palpable de una a otra muchacha.

-Si.- rió Rosalie, intentando no soltar ninguna lágrima.- Lo siento, es como si….

-Te sintieras plena.- terminó Bella.

 Rosalie asintió y elevó los brazos para  abarcar a su hermana y arrastrarla en un denso abrazo.

 -Seremos muy felices juntas…veras como lo seremos hermana. No temas por lo que son nuestros maridos. Ellos nos aman y ….

   Rosalie arrugó el ceño extrañada. Su hermana se había separado de ella y había perdido la mirada en el suelo, como si hubiese estallado contra otra realidad.

   Bella giró sobre si misma y arqueó la espalda llevándose las manos al vientre. Una bocanada le hizo vomitar inmediatamente y los brazos de Rosalie le apresaron la cintura, con nerviosismo.

  -¡Voy a llamar a los chicos, Bella!.- gritó la rubia asustada.

  Bella se giró limpiando las comisuras de su boca y alzó la mano en gesto de negación.

-No. Han estado jugando conmigo durante años. Él, su padre y la maldita de su hermana. Me han tendido una trampa para meterme aquí. ¿El infierno? ¡Si esto es el infierno te aseguro hermana que yo he vivido en un sitio mucho peor que este! ¡Pero no quiero mas infiernos en mi vida, se acabó! Me han estado velando la realidad, como no sé cómo, pero lo voy a averiguar, te lo aseguro.!  ¡Maldigo a Edward y a todos los de su jodida estirpe!

-¿Y ahora…?....¿Te vas a revelar a tu marido?.- preguntó Rosalie, temerosa.

-¿Qué marido? Edward no es  nada mio…ni lo será.- sentenció Bella en tono firme.

 -Pero…- Rosalie titubeó.

 -¿Me ayudaras a salir de aquí?....Por favor….- rogó Bella, acariciando la delicada mano de su hermana melliza.

Rosalie, sintió la presencia de Edward no muy lejos de donde ellas estaban. Estaba escuchándolo todo.

-Si.- dijo finalmente la rubia, sabiendo que todo caería en saco roto, pues sabia que ciertamente, Edward no lo iba a permitir.

 

Continuará…

Capítulo 34: Capitulo 34 Capítulo 36: Capitulo 36

 
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