Demon Prince (+18)

Autor: sistercullen
Género: Espiritual
Fecha Creación: 15/03/2011
Fecha Actualización: 12/12/2012
Finalizado: SI
Votos: 53
Comentarios: 148
Visitas: 183792
Capítulos: 47

Summary: Bella descubre, que la sesion espiritista hecha en su adolescencia,le marca la vida hasta lo altamente imporbable : la aparicion del principe de los demonios: Edward I.

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Capítulo 24: Capitulo 24

                                                        DEMON PRINCE.

 

 

 

-Quiero que seas mía. Completamente mía.

 

 

 

                                                                Capitulo 24

 

 

   Era mas de media noche y Josephine Swan conducía a toda velocidad por la carretera de Forks hacia Seattle. Habia bebido y sus reflejos no eran los óptimos para estar manejando el coche de Carlisle. Habia tenido una fuerte pelea con él. Decidida a sacarse la careta y gritar la verdad  que la estaba consumiendo por dentro. Ella amaba a Edward y no estaba dispuesta a perderlo; haría lo que fuera por conseguir que volviese arrastrarse hacia sus pies; como en tiempos pasados.

   Se llevó una mano a la nariz para apartarse los mocos. Lloraba.

    Y ahora el maldito decía que estaba enamorado de su hermana. De la fastidiosa y odiosa de Isabella.

   Habia tentado a Carlisle como una hostigadora, alentándolo para que fuera a hacer sucumbir a Bella, pero el muy imbécil habia desistido, aunque habia visto la duda en sus ojos.

   Tenia que sacar a Isabella del tablero; y no se iba a manchar las manos al respecto.

Josephine sabia que en las altas esferas demoniacas,  se olia en tufo del miedo. Y ella debia de no tenerlo.

  Dio un volantazo y casi se sale de la carretera. Se paró en el arcén y  respiró profundamente antes de volver a meter la llave en el coche.

 

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   Rosalie Hale, habia notado a su mentora mucho mas nerviosa de lo habitual aquella tarde.

      Sulpícia, habia estado  en trance durante mas de dos minutos y habia salido de él, sin recuperar la  lividez de su rostro en todo el maldito dia.

    Rosalie la miró de nuevo e hizo una mueca de preocupación. Se dirigió hacia ella y cogió sus manos , pillándola completamente desprevenida.

 -Sulpícia…..Sabes que siempre intento mantenerme al margen de tus problemas, pero siento que algo no va bien contigo. ¿Hay algo que quieras contarme?

  Sulpícia, miró a  su discípula con recelo. Rosalie habia sido una alumna aventajada; pero no podia confiar en ella. No podia confiar en nadie.

-Presiento que va a suceder algo muy importante. Una visita nocturna. Deja el letrero encendido. Alguien vendrá a solicitar nuestros servicios, Rosalie.

  Sulpícia se despejó el cabello del rostro. Estaba sudando, el sudor frio no era prelúdio de nada bueno y ella lo sabia. El mal; el verdadero mal, se presentaría aquella noche. Tenia forma de mujer y por la aura que la envolvía era un ser mucho mas siniestro y demoniaco que su mismo esposo: Aro.

 

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  Edward se habia unido a Bella en un beso furioso, ciego de ardor.  Su cuerpo se sintió tan emocionado que la estampó contra la pared y fundió su pecho en el de ella. Casi no podia ni respirar. ¡Y maldita sea, quien lo necesitaba! Él estaba hambriento de ella y la necesidad aumentaba cada segundo. Sus lenguas se devoraban ansiando mas y mas. Sonrió débilmente junto a los labios de ella. La tendría tendida a sus pies mucho antes de lo que habia pensado. Claro que él tenia una estupenda pericia al besar. Y qué decir de otras habilidades sexuales.

  Tiró de sus cabellos hacia atrás y abrió mucho mas la boca  de ella ,para poder seguir devorándola. La mordía sin piedad, logrando sacar del diafragma de  Bella, pequeños  gemidos del mas aplastante placer.

  -Dí mi nombre.- Le suplicó él, en un ruego salvaje, mientras  alzaba lentamente aquel suave camisón y apartaba el tejido que protegía de su sexo, palpitante y húmedo, rozando sus pliegues y saboreando el momento con serenidad.- Dílo.

-E-dward….-gimió ella extasiada.

-Sí. Así es. Eres mía. Isabella Swan. Naciste para mí.

   Bella estaba perdida. Su cuerpo no reaccionaba a las órdenes mandadas por su cerebro, sucumbiendo totalmente a las caricias y besos demandantes de aquel hombre.

   Tan placentero, que a duras penas podia tenerse en pie. Una vez mas se sentía perdida en un mar de ansia desconocido. Anhelaba sentir lo nunca recordado y también dejar que aquellas manos inquietas recorrieran su cuerpo con aquellos dedos calientes…abrasadores.

  Su sexo chorreando, mandó miles de descargas eléctricas al sentir los dedos de él recorrerlo. Era absolutamente maravilloso.

   Inducida por la pasión de momento, arqueó levemente la pelvis para sentir mas, la viva masculinidad de Edward, que dura e hinchada se restregaba contra ella.

 Conmocionada por la descarga de emociones no recobró la compostura hasta que lo escuchó decir que era suya. Que habia nacido para él.

   Algo en su mente se quebró y se tensó inmediatamente. Ella no era de nadie y sobre todo no era de él. De él, menos que de nadie.

   Edward habia pertenecido a Josephine y Bella no iba a caer otra vez en la misma trampa. Enamorarse de un hombre que antes habia amado a su hermana.

   Lo empujó con toda la fuerza que asumía su frágil cuerpo y se desenredó de sus brazos; dejándolo completamente desorientado.

 -¡Yo no soy de nadie y mucho menos de ti! ¡No te atrevas a tocarme nunca mas! ¿Me oyes? ¿Qué pretendes? ¿Qué soy, una especie de desahogo; ya que no puedes tener a mi hermana?

 Bella gritaba a pleno pulmón y Edward se quedó tan estupefacto, que no le brotaban las palabras.

   Se suponía que todo iba bien. Que ella estaba sucumbiendo a sus caricias. ¿Pero de que maldita loca se habia enamorado?   Alzó las cejas levemente sin dejar de mirarla y aprisionó lentamente el labio inferior entre sus dientes. La deseaba. La deseaba de una manera sin precedentes. Se pasó lentamente la mano por su nardo combulso y nada feliz. Emergiendo de su boca  una siniestra carcajada.

-Voy a hacerte mía. Lo quieras o no.- sentenció, acercándose de nuevo a ella.

Bella estaba histérica.

-¿Pero que clase de prepotente estas hecho? ¡Maldito déspota del demonio!.- Edward la interrumpió con una sonora carcajada y ella se sintió indignada.- Mi cuerpo puede que reaccione ante ti; pero sin duda mi mente está recordando a Carlisle. Sus besos, sus caricias…siempre he intentado hacerlo cuando he estado con otros hombres. ¿Crees que tú vas a ser diferente?

Edward  rugió y todos los músculos del cuerpo se le tensaron  en una abrumadora tentación. Aquel maldito humano le estaba dando demasiados problemas desde un principio. Sin bien, ya no le importaba Jo. Estaba hasta los cojones que su nombre surgiera de los labios de Isabella cada dos por tres.

   Bella habia mentido. Y recién se estaba dando cuenta de ello. Carlisle no le importaba. No, como ella creía, asombrada cerró los ojos intentando buscar una respuesta en su cerebro. Ya no lo amaba. Aquello era una especie de liberación. Feliz de haber soltado aquel lastre que envolvía su corazón; fijó su vista en Edward y ensanchó su sonrisa.

   -No me gustan los segundos platos; Edward.

  Se giró con una seguridad  aplastante y dejó a Edward con un rechinar de dientes  de los que hacen historia.

 

 

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Las noticias habían llegado a la corte, y no eran  nada alentadoras. Aro, volvió a leer las noticias de los insurgentes en la mente del joven Jasper y una sombra de preocupación cruzó su rostro. ¿De verdad todo aquello estaba sucediendo? ¿Quién osaba instigar contra él y su gobierno?

   Se pasó una mano por su larga cabellera y se relajó mirando uno de los retratos de su mujer en el salón principal.

-Sulpícia….

De nuevo tenia que postergar el derecho de recuperarla. Ansiaba tenerla cerca. Habian sido demasiadas décadas sin su compañía. Pero también la comprendía.

   Sulpícia; igual que Isabella Swan habia nacido para él. Pero a diferencia de su hijo, él si que reconoció su esencia inmediatamente. La cortejó como se debia en aquellos tiempos y la llevó a un castillo apartado en los confines de la tierra. La hizo suya y de aquellas uniones  ardientes nacieron sus tres hijos. Edward, Alice y Emmet.

   Aro, como rey de los demonios, entraba y salía del infierno para encontrarse con sus semejantes y dictar las leyes que se procedían. No podia abandonar su reino, pero tampoco quería abandonar a su esposa.

   Hasta que la corte; empujada por insurgentes; como en la actualidad, le obligó a presentar a sus vástagos delante de ellos….y a su esposa.

   El problema era que siempre habia omitido a Sulpícia, la clase de ser que era. Para su esposa, él era un humano normal. Que salía por la mañana a trabajar y volvia a la noche.

   Ni siquiera el suave carmín de los ojos de sus hijos; que cuando se enfurecían o lloraban, surgía impío, le dio lugar a dudas.

   Los insurgentes habían dejado caer que la esposa del rey demonio era una humana común. Y aquello no se podia concebir. El príncipe debia de ser un Demonio Puro.

   Pero estaban  tan equivocados…..

   Sulpícia, al igual que Isabella, habían sido concebidas por seres celestiales venidos a menos. Cayendo en las arenas movedizas del infierno y pariendo allí sus crias. Demonios mas que puros; incluso. Porque su ancestro: Lucifer, habia sido un ángel, caído a las brasas del infierno.

   Sulpícia habia sido abandonada en una casa de recogida.

   Pero el caso de Isabella era mucho mas complejo.

  Reneé no era la madre de Isabella. Él mismo la puso en sus brazos, cuando la mujer lloraba desconsolada la perdida de su única hija de 5 años.

Flash Back.

-No llores mujer. El cuerpo de tu hija puede estar de nuevo caliente….- Aro habia irrumpido en la morgue, de aquel hospital de mala muerte. La mujer lo miró sin expresión en sus ojos y volvió a rodear el cuerpo sin vida de su hija con sus brazos.- Mírame, mujer. Te lo ordeno.

  La vista de Reneé se quedó prendada de los ojos color fuego de Aro.

-Tu hija volverá. Pero tendrás que criar ésta otra, como si fuera tuya. Tómala entre tus brazos, mujer. Cuando lo hagas el cuerpo de tu hija, volverá a ser cálido.

  Hipnotizada por las palabras de Aro, Reneé sujetó aquel bulto pequeño entre sus brazos y en ese mismo instantes, el sonido de la tos de Josephine le hizo ; soltar a la pequeña entre sus brazos y tirarla contra el suelo.

   La pequeña Isabella comenzó a pegar alaridos y Aro la recogió meciéndola y susurrándole palabras de un dialecto antiguo.

   El cuerpo de Josephine de nuevo no se movía y la mujer, se revolvió contra Aro, hablándole presa de la locura.

-¡Mi hija! ¡Usted me dijo que mi hija…!

-Tu hija estará a salvo; siempre que lo esté Isabella. ¿Entiendes? Porque ese será su nombre. Cuidala. Ah…un pequeño inconveniente…..me llevo a tu esposo….Charles Swan acaba de morir…..es el precio que debes pagar.

  Reneé, cerró los ojos con un dolor sin precedentes y sujetó de nuevo el bulto que sostenía aquel hombre siniestro entre sus brazos.

-Está bien. Pero mi hija….

-Mira a tu hija. Ya respira.

   Fin del Flash Black.

 

Aro sintió que no estaba solo . Edward habia llegado. Podia oler el estado de nervios que traía consigo.

-Padre tienes que ayudarme…

-Hola hijo…

-Es Isabella.

-Hummm…

 Aro sonrió y plegó sus manos; como si estuviese rezando.

-Voy a secuestrarla.

Continuará….

Capítulo 23: Capitulo 23 Capítulo 25: Capitulo 25

 
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