En cuanto se detuvo el ascensor, Edward apremió al conserje para que fuera hasta la puerta de Vulturi.
-Adelante. Ábrala.
Guy se sacó el llavero del bolsillo, escogió una llave y se quedó parado, claramente indeciso.
-A lo mejor debería llamar a mi jefe.
Edward le arrebató la llave de las manos y la introdujo en la cerradura.
-¡Oiga! -protestó el conserje-. Usted no puede...
Edward se sacó la pistola de la funda y Guy salió corriendo hacia el ascensor. Después de respirar profundamente y con la automática preparada, abrió la puerta de par en par. La casa estaba vacía. Registró con rapidez el apartamento. Allí no había nadie.
-¡Mierda! -maldijo mientras echaba un vistazo al dormitorio principal.
Había llegado el momento de informar al teniente y a la capitana Torres de la desaparición de Bella. Se sacó el móvil de la chaqueta y empezó a hacer las llamadas oportunas.
**********
La limusina negra circulaba ahora por la 145.Bella logró mirar el reloj. Llevaban más de una hora de viaje. Vulturi había mencionado una cabaña de pescar, pero ¿dónde estaría? La carretera 145 conectaba Dallas con Houston, que, junto con la vecina Galveston, se situaba justo en la parte superior del golfo de México. ¿Se referiría Vulturi a alguna cabaña de por allí?
Miró a su captor, que llevaba kilómetros sin hablar, aunque sin dejar de mirarla un momento.
-¿Adonde vamos? ¿Me lleva a Houston?
-¿Se lo digo, Paris -Vulturi sonreía-, o dejamos que sea una sorpresa?
La muñequita, que sabía perfectamente que se lo había preguntado como si se tratara de una niña o una mascota, no respondió.
-Bella, necesitamos un lugar tranquilo en el que desarrollar nuestra relación, un sitio en el que no nos moleste nadie.
Aquellas palabras le revolvieron el estómago. Menos mal que no había desayunado. De repente la limusina salió de la autopista. Bella miró por la ventana para ver hacia dónde se dirigían. En los carteles se leía «carretera 84, este». Entonces supo que iban al bosque Pine. Se volvió para mirar de nuevo a Vulturi, que se carcajeaba ahora al ver la expresión de su rostro.
-Eso es. Tú y yo rodeados de varios cientos de miles de hectáreas de pinar.
«Dios Santo. Puede hacer conmigo lo que quiera y nadie se enterará jamás. Tengo que huir como sea.»
-¿Podemos hacer una parada? -pidió-. Necesito ir al baño.
La sonrisa de Vulturi se convirtió en una mueca maliciosa.
-No, tienes que aprender a ser disciplinada. Aguantarte cuando quieres mear es una forma de practicar. Llegaremos en cuarenta minutos. Siéntate y relájate.
**********
Edward esperó en la calle situada enfrente de la casa de Bella a que Embry lo recogiera. Ya había comprobado que el Buick estaba en el garaje, donde lo habían aparcado la noche anterior.
Fuera lo que fuera lo que había ocurrido, ella no estaba al volante en ese momento.
Se dio la vuelta al escuchar un ruido a su espalda. Los señores Guzman salieron a la calle.
Sus rostros se endurecieron al verlo. A Edward no le importó y se acercó a ellos de todas formas.
-Disculpe, señor Guzman. ¿Ha visto usted a Bella esta mañana?
El Sr. Guzman se colocó entre su mujer y Edward.
-No, no la hemos visto. A lo mejor se ha vuelto lista y ha decidido romper con usted.
Edward estaba demasiado preocupado como para perder tiempo tratando de decidir cómo meterle un palo por el culo al caballero en cuestión.
-Es posible que Bella esté en peligro. Tengo que encontrarla.
La señora Guzman apartó a su marido.
-Debería usted estar avergonzado. Darle a una chica tan encantadora como Bella una cosa así.
-¿A qué se refiere? ¿Qué me está contando? Bella ha desaparecido y tengo que encontrarla.
El Sr. Guzman retomó la palabra e intervino en la conversación.
-Que seamos mayores no significa que seamos idiotas. Reconozco un látigo en cuanto lo veo.
-¿Un látigo? -Edward se aproximó a ellos-. ¿Dónde han visto ustedes un látigo?
-No finja que no lo sabe -protestó la mujer-. Bella me dio a mí las flores que usted le envió. Cuando las saqué del jarrón para cambiarles e l agua y cortar los tallos, encontré ese... ese horrible juguete sexual que le dio usted.
Edward lo entendió todo al instante.
-Vulturi. Él le mandó a Bella unas flores con un látigo escondido entre los tallos.
-¿vulturi? -repitió el señor Guzman-. ¿Quién es Vulturi?
-El tipo que ha estado persiguiendo a Bella . ¿La han visto uste des esta mañana? ¿Entre las seis y las seis y cuarto?
-No -contestó el hombre-. Estaba paseando a Sasha y a Gigi a esa hora, y no la he visto. ¿A qué tipo se refiere?
Edward miró hacia la avenida McKinney y comprobó de nuevo la hora. Ni rastro de Embry todavía.
-Al que vive en el ático del edificio de enfrente.
-¿El tarado? -interrumpió Lois-.sabes bien de quién habla.
-Ese tipo es peligroso -dijo el hombre-. Mi vecino trabaja en el edificio de enfrente y nos ha contado cosas.
Edward obvió aquel comentario.
-Hábleme de esta mañana cuando paseaba a sus perros, ¿ha visto usted algo? Lo que sea.
El anciano cerró los ojos mientras trataba de recordar.
-Veamos. Íbamos tarde porque Gigi no me dejaba ponerle la correa. Habitualmente a las seis y cinco ya estamos en la calle, pero esta mañana eran casi y cuarto.
Edward vio acercarse el vehículo de Embry.
-Por favor, señor Guzman, ¿vio usted algo?
-Sólo una limusina negra aparcada que arrancaba para irse. Aceleró demasiado rápido y dejó marcado el asfalto. Eso va fatal para los neumáticos.
«Vulturi tiene una limusina negra», pensó Edward.
-¿Pudo usted ver quién había en el interior del coche? ¿Vio la matrícula?
-No -negó el vecino con la cabeza-, lo siento. Tenía las ventadas tintadas y yo no tenía ninguna razón para fijarme en la matrícula.
El Audi R8 de Embry se acercó hasta el lugar en el que estaban y aparcó.
-Muchas gracias, señores Guzman. Han sido de gran ayuda.
-La encontrará, ¿verdad? -preguntó Lois.
-La encontraré. Se lo prometo.
Edward abrió la puerta del coche y se sentó en el asiento de delante.Embry aceleró antes de que él hubiera cerrado la puerta.
-¿Has descubierto algo? -preguntó Edward al tiempo que se abrochaba el cinturón de seguridad.
-Anoche hubo un gran concierto de rock en el American Airlines Center. -Embry giró hacia el carril rápido del centro y continuó-: Como en teoría Vulturi estaba fuera, se llevaron a los chicos de vigilancia a ayudar a controlar a la gente del concierto. Según, consta, el puesto estará sin vigilancia hasta las nueve de esta mañana.
-¡Maldita sea! El cabrón se ha llevado a Bella en plena calle. Su vecino ha visto una limusina negra salir acelerando de aquí aproximadamente a la misma hora.
-Vamos a encontrarla. Sabes que vamos a encontrarla. -Embry lo miró hasta que Edward se volvió hacia él.
-Ya sé que vamos a encontrarla, lo que me preocupa es cómo vamos a encontrarla.
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