Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
Visitas: 79086
Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 10: CAPÍTULO 10

Llegué a casa sin apenas poder contener las lágrimas. Cerré la puerta de mi casa y apoyé la cabeza contra ella. Bella, eres idiota. O demasiado lista, ya no sabía que pensar...

 

- Bella, entiende que me importas...Eres la única mujer que me ha importado en la vida.

 

Lloré sin querer hacer ruido. ¿Por qué no podía confiar en él?¿Por qué no podía lanzarme al vacío e intentar ser feliz con lo que la vida me brindara?Solo había una respuesta...ese hombre que me destrozó hace años la vida.

 

- ¿Bella?- dijo Esme acercándose a mí. Limpié corriendo mis lágrimas y me giré hacia ella. Debía llevar allí un buen rato pues tenía una taza humeante en la mano.- Solo...quería darte este té, es de manzanilla con lavanda, para que puedas dormir bien...Me desperté cuando te escuché llorar y vine a preparártelo.

- No yo no estoy llorando...-dije mirando hacia otro lado.- Yo nunca lloro.

- Está bien...-dijo intentando dejar la fiesta en paz.- Tu nunca lloras y yo estoy loca...pero de todas formas,toma.-dijo tendiéndome la taza.- Te sentará bien. Buenas noches.

 

Agarré la taza y la observé mientras se iba en silencio a la habitación. Aunque me costaba reconocerlo, Esme era una buena mujer.

Cuando se fue olí la humeante taza y le di un pequeño sorbo. Era dulce y caliente, estaba delicioso así que me lo bebí tranquilamente junto a la ventana sin querer pensar en nada, aunque no lograba sacarme la imagen de su cara cuando me fui huyendo. Cuando vi el rumbo que estaban siguiendo mis pensamientos decidí ir a ver a Emmett y a Anthony, Estaban plácidamente dormidos cada uno en su cama, si es que lo que tenía Emmett se lo podía llamar cama, ya que dormía en un pequeño catre antiguo que mi padre tenía guardado para las visitas. Suspiré y les di a cada uno un beso en la frente.

 

- Hermana...-dijo Emmett incorporándose.- ¿Estás bien?

- ¿No puedes dormir?- le pregunté de vuelta.- ¿Estás incómodo? Mañana iremos a por una cama para tí.

- No, estoy bien.-dijo mirando la cama con angustia. Definitivamente no podía seguir durmiendo ahí.- No me quejo. Oye...es una lástima que se tengan que ir, los dos me caéis muy bien.

- A nosotros también nos caes muy bien.- dije acariciando su frente.- Pero bueno...venga a dormir.

- ¿Por qué no quieres que vivamos juntos?- dijo apenado.- Como una familia...piénsalo, ¿Vale?

- Ya veremos.-dije sin querer darle coba a ese asunto con Emmett.- Vamos duérmete.

Lo arropé y tras acariciarle la cabeza me fui sonriéndolo. Era el chico más dulce que conocía después de Anthony.

 

Me fui a mi cuarto y me puse el pijama para irme a dormir. Sin éxito. Aquí tumbada, en la oscuridad no había nada que me hiciera dejar de pensar en él, en Edward.

 

Me tienes loco y ya no aguanto...ya no aguanto las ganas de hacer esto.”

 

Sin poder evitarlo sonreí y me pasé los dedos por los labios. Ese beso había hecho que mi corazón se agitara como loco, era una sensación parecida a la que sentí cuando nació Anthony. Fue el mismo sentimiento,el que solo se levanta en mi pecho por una palabra...

Amor.

Palidecí al darme cuenta, era mi orgullo quien no me dejaba verlo...Estaba total e incondicionalmente enamorada de Edward Cullen y, al parecer, él también lo estaba de mí.

Él mismo lo había nombrado esta noche,porque lo sabía...sabía que ya no había marcha atrás, que era solo cuestión de tiempo que volviéramos a encontrarnos...En resumen, se había rendido a lo que sentía por mí.

¿Debería yo rendirme?¿Qué debía hacer?Algo dentro de mí me decía que lo hiciera...Tal vez tiene razón, tal vez debería intentar ser feliz y abrir a este hombre las puertas de mi corazón...quizás ya las tenía abiertas, quizás ya me rendí.

 

POV EDWARD

 

Vi a Bella en una galería desierta de la mina picando la piedra con ganas y fuerza. Parecía que nunca se cansaba.

- Bella,¿Qué te ocurre?¿Por qué siento que me tienes miedo a mí?-la pregunté mientras ella no dejaba de picar la piedra y sacar los restos de oro que encontraba.

- No te tengo miedo a ti mi amor, tengo miedo de perderte...- dijo sin parar de picar la piedra.

- No me vas a perder...te lo prometo.-la dije sin poder acercarme a ella. Tenía los pies pegados al suelo.

- No depende de ti.-contestó dándose la vuelta. Por fin podía ver su hermosa cara, pero algo iba mal. Estaba llorando, los ángeles como ella no debían llorar.- Hay personas que nos quieren separar.

- ¿Lo dices por mi hermano?- dije sabiendo que sentía miedo de él.- Él no puede hacernos nada.

- Ves el peligro en un gato que viene de frente y tienes una pantera lista para atacar justo detrás de ti...- dijo indicando con la cabeza que mirara hacia atrás.

- Hola, hijo.-dijo la voz de mi madre entre las sombras.- ¿Por qué tuviste que venir?

- Vine a hablar con ella...- ¿Por qué había bajado mi madre a la galería de la mina?- ¿Y tú que haces aquí?

- Eso es algo que no puedo decirte...-dijo con la misma soberbia de siempre.- Porque sino en vez de a ella, vas a odiarme a mí, y eso no voy a permitirlo.

- Edward, vete de aquí.-me suplicaba Isabella llorando.- Sálvate.

- ¿Pero qué te ocurre?- dije asustado al verla así.

- Lo que les ocurre a las zorras que se meten donde no les llaman.- dijo mi madre desde la oscuridad. Llevaba un detonador en la mano.- Adiós para siempre Bella Swan.

De repente sentí el empujón de Bella que me dejó al lado de mi madre mientras la roca donde había estado cavando explotaba en mil pedazos.

- ¡No!-grité al montículo de arena y rocas.-¡Bella no me dejes, te amo!

 

Abrí los ojos a la luz de la mañana y suspiré fuerte. Estaba en mi cama, con la piel perlada en sudor y con el corazón a punto de salirse de mi pecho.

- Ha sido un sueño Edward, solo ha sido un sueño...-me repetía para calmarme.

 

Jamás había sentido tanto miedo por perder a alguien, estaba tan asustado por ella...Necesitaba verla. Miré el reloj y vi que eran las 12:00 de la mañana. Era mediodía, no importaba era sábado. Quizás las horas de insomnio anoche pensado ella me estaban pasando factura. La noche de ayer fue desastrosa y ni siquiera me dejó acompañarla a casa.

-Estúpido, debiste asegurarte que llegó a casa sana y salva.- me recriminé.

 

Sin esperar más me duché, me coloqué la primera ropa que encontré en el armario y tras coger mi cartera y las llaves del auto corrí como alma que llevaba el diablo hacia la salida. Al salir me encontré con mi madre y mi tío almorzando en la terraza.

- Si encontramos algún valor en esas tierras...-dijo mi madre con una sonrisa en la cara.- ¿Podríamos reclamar que son de los Cullen?

Esto no me olía nada bien...

- ¿De qué tierras hablas? - pregunté sin preocuparme de mi buena educación.

- Edward, quería hablar contigo, menos mal que te levantaste.- dijo cordialmente.

No me gusta ese buen carácter en Elizabeth Masen, para nada.

- Bueno yo os dejo.-dijo mi tío Aro.- Os veo más tarde.

- Adiós tío.- dije mientras veía como se iba con esos aires de grandeza que lo caracterizaban.

- Tu dirás mamá, ¿De qué quieres hablar conmigo?-dije llamando su atención.

- Hijo...tienes dinero, estudios y buena reputación...y eso se pierde pronto.- dijo quitándose sus gafas de sol.

- ¿A qué te refieres?- dije sentándome a su lado.

- A que estás excediendo todos los límites.-dijo sin miramientos.- No solo los del buen gusto sino también los de la estupidez. Que no te deslumbren los perfumes baratos, aquí hay familia, tradición y tierras que defender...

- A ver, a ver...-la interrumpí.- ¿De qué me estás hablando?

- De como te atreviste a ir con esa mujer al club...-dijo enfadada.

- Ah.- dije riendo al comprender que estaba hablando de Bella.- Era eso...Pues soy un hombre adulto, libre y perdona que te lo diga Masen, pero la mujer con la que quiera estar no es asunto tuyo.

- Ya empezamos a llamarme por el apellido, soy tu madre Edward.-dijo más enfadada aún. Suspiró y me habló con calma.- ¿Y si te dijera que lastimas a tu hermano...?

- Pues no entiendo por qué...-dije levantándome de la silla.- Mike es un hombre casado, y si dejó ir a esa mujer lo siento mucho por él y me alegro mucho por mí.

Me di la vuelta y me largué pero ella vino detrás mía enseguida.

- No te creas que vas a quedarte con la última palabra...- me dijo intentando seguir mi ritmo. - Deja de desafiarme...

- ¿Desafiarte?Ya no tengo quince años mamá.-dije subiéndome al coche.- Simplemente, voy a ir donde quiera, cuando quiera y con quien quiera como he hecho toda mi vida.

 

Cerré la puerta en sus narices y arrancado el coche me largué a casa de los Swan, tenía cosas mucho más importantes que hacer que aguantar sus berrinches. Cuando llegué a casa de los Swan, vi a los pequeños de la casa bajando de la camioneta de Bella lo que parecía ser una cama.

 

- Parece que mi mamá va a cambiar de opinión, sino...no hubiera dejado que trajeras la cama.-dijo Anthony sonriendo.

- Anoche hablé con ella e intenté convencerla.-dijo Emmett riendo.- Creo que logré convencerla, además, he escuchado como habla con mi mamá, ellas acabarán siendo buenas amigas.

 

No entendía por qué Bella se llevaba mal con la mujer de su padre, tendría que preguntarla...pero tendría que preguntar más tarde, ni siquiera sabía cómo la encontraría hoy...Eso era lo que me traía loco de ella, nunca sabría como estaría al día siguiente.

 

- Hoy parecía estar contenta...-dijo Anthony.- Hacía mucho que no veía sonreír a mi mamá tanto.

- ¿Ella siempre es así?- dijo el hermano de Bella curioso. Atendí a la conversación de los dos niños con verdadera intriga.- Digo...tan seria y respondona.

- No lo sé, conmigo casi siempre es dulce...excepto cuando se enfada.- dijo suspirando.- Pero sí, ella siempre está triste por algo...¿Sabes qué?Algunas veces la oigo llorar y creo que es por mi padre.

- ¿Dónde está él?- dijo Emmett haciéndose eco de mis pensamientos.- ¿Lo conoces?

- No...ni lo conozco, ni lo quiero conocer.-dijo Anthony enfadado.- No quiero saber nada de la persona que haces infeliz a mi mamá...

- Bueno al menos ella ahora está alegre...-dijo Emmett cogiendo parte de la cama.- Aprovechemos y montemos la cama...solo por si cambia de opinión.

 

Me bajé del coche, no es que no me interesaba la conversación...pero solo en pensar en ver a Bella sonriendo por lo que ocurrió la noche anterior hizo que mis piernas reaccionaran solas.

- Buenos días chicos.-les dije sonriendo.-¿Cómo estáis?

- Bien.-dijo Emmett.- ¿Y ahora a quién vino a buscar?

- A la de siempre a tu hermana...-dije suspirando. Bella. Mi Bella. Sonaba bien, ¿Verdad?

- Últimamente pasas mucho tiempo rondando mi casa y eso no me está gustando...-dijo Anthony echando cara. ¡Uy, tiene el carácter de su madre!- ¿Qué quieres de mi mamá?- Estaba celoso. No me reí por no herir sus sentimientos, pero ganas no me faltaban.- Deje de mirarme así y responde...porque por si no lo sabes mi mamá tiene quien la defienda.

- Sí, eso.- dijo Emmett cruzando los brazos y frunciendo el ceño.- Tiene a dos hombres que la defienden.

- Un momento...¿Me estáis amenazando?-dije incrédulo. Caray, el carácter viene incluido en el gen Swan.-¿Es eso?

- No, no lo estamos amenazando...-dijo Emmett.-Con todo el respeto, simplemente es una advertencia.

- Que bien que me lo aclaráis...-dije divertido.- Pero ahora os voy a decir yo algo, lo que haya entre Isabella Swan y yo no es asunto vuestro...¿Sabéis por qué?Porque somos adultos y libres, y podemos hacer lo que queramos.¿Os ha quedado claro?Pasadlo bien chicos.

 

Sin esperar respuesta entre en casa de Bella cuando vi que la puerta estaba abierta, con lo que pensaba encontrarme era con Tanya Delani sentada junto a Bella con una taza de café en la mano. Mierda, estaba perdido. Esto no te va a traer nada bueno...

 

- Y hablando del rey de roma.-dijo Tanya sonriendo.- Hemos estado hablando de tí.

- Hola.- dije tímido. Ni siquiera quería mirar a Bella a los ojos, seguramente echaría fuego o cuchillos afilados.

- Bueno chicos...-dijo Tanya levantándose.- Os dejo no quiero interrumpir. Adiós amigos.- dio un beso en la mejilla a Bella y se acercó a mí para repetir el gesto.- ¿Por qué aquí no tengo que llamarte jefe verdad?

Sonreí por cortesía y dejé que besara mi mejilla.

- Hasta luego.- dijo Bella. Tanya saludó con la mano y se fue cerrando la puerta.

- ¿Se puede saber que vino a hablar contigo Tanya?-dije sin querer mirarla. Oí que suspiró y se levantó para acercarse a donde estaba, miré sus ojos. Bien, al menos no echaban chispas. Suspiré aliviado.

- Que fue ella quien te robó el beso y que se alegraba de vernos juntos.- dijo casi mirándome divertida. Era cierto, Bella Swan hoy estaba de buen humor, sus ojos brillaban más que nunca.- ¿Debo creerle o hay algo más que deba saber?

- No, ya te dije lo que pasó.-dije mirándola extrañada. ¿No pensaba estallar en gritos y echarme?- ¿Por qué eres tan desconfiada?

- Porque no confío en los hombres...-dijo cansada, quizás, de tanto repetírmelo. Me sentía igual, estábamos en un punto de inflexión y yo iba a dar un paso más.- Y me parece muy extraño que ella venga aquí a contarme historias...Además, usted tiene cara de culpable.

- ¿Yo?¿Culpable?- dije acercándose más a ella.- ¿Y por qué debería sentirme culpable?Si tú y yo no tenemos nada...¿O sí?

- No, pero entonces...¿Para qué quieres que te crea?-dijo mirando hacia otro lado quedándose callada. Sabía salirse por la tangente. Sonreí. Era inteligente, otra cosa que amaba de ella.- A mí ni me interesa lo que hagas con tu vida ni con tus mujeres.

La sujeté por la cintura y la estreché contra mi pecho. No aguantaba estar sin tocarla después de lo que ocurrió anoche.

- Sabes muy bien que pasa aquí mentirosa.- dije riendo mirando su cara rara.- Sabes que estás celosa y me encanta que lo estés por mí.

- Mire...apártese que esta en casa de mi hijo y de mi padre.- dijo deshaciendo mi abrazo y apartándose.

- Mira que te encanta hacerte la difícil.- dije divertido. De repente se me ocurrió una idea.- Pero está bien, si lo quieres así, así va a ser.

- ¿Qué vas a hacer?- dijo mirándome intrigada.

 

Cogí dos sartenes y comencé a golpearlas entre sí para hacer ruido.

- ¡Hola a todos!¡Se convoca a los Swan en esta sala!- dije gritando.

- Pero, ¿Qué estás haciendo?-dijo intentando que parara de hacer ruido.- Para.

- ¿Qué ocurre?-dijo el padre entrando en la sala delante de toda la familia.- Estaba durmiendo mi siesta.

- Lo siento Tigre...lo siento a todos.-dije sonriendo.- Isabella Swan, aquí presente no cree en mí, y como no lo hace necesito testigos. Así que a partir de hoy voy a venir a esta casa todos los días a pretenderla.- Su boca se abrió de par en par cuando escuchó la última palabra.- Y créanme va muy en serio.

-¿Está usted bromeando?-dijo Esme mirándome extrañada.

- No, para nada...-dije convencido. Solo por ver la cara de Bella lo haría mil veces.- Quizás estoy haciendo una estupidez...pero no me importa...¿Saben por qué?porque es mi verdad y no me importa decirlo, porque es lo que siento. Así que le pido permiso al padre, al hermano y al hijo...-dije acercándome a ella.- para pretender a esta terca, necia, pero hermosa y encantadora mujer...de la cual estoy profundamente enamorado. ¿Conforme?

 

Su sonrisa no tuvo precio, fue sincera, vergonzosa y tierna...y eso hizo que mi pecho se llenara de esperanzas. No podíamos apartar la mirada el uno del otro.

 

- Bueno, nosotros nos vamos y los dejamos hablar.-dijo Esme casi empujando a los chicos de la casa.

- Pero...-dijo su padre.

- Pero nada.- dijo autoritaria su mujer.- Tu tienes que descansar.

Observé como se iban y nos quedábamos solos. Me apoyé en una silla y miré mis zapatos.

- Por si no te diste cuenta acabo de pedir tu mano.-dije sin mirarla.

- Sí...-dijo suspirando nerviosa. No dijo nada más por lo que la miré.

- ¿Y?¿No vas a decir nada?-dije dudoso. Vamos Bella, dame algo a lo que aferrarme. Sonrió divertida.

- Es que debiste pedírmelo a mí primero.- dijo riendo.

- Oh es cierto.- dije tendiendo mi mano hacia ella.- Isabella Swan, ¿Sería tan amable de concederme su mano?

Sonrió y cuando tomó mi mano me atrajo hacia ella para juntar nuestro labios. Esta vez si que respondió como quería, sus labios se amoldaron a los míos y me recibieron gustosos. Cuando se separó minutos después, se me quedó mirando con un brillo que solo podía significar algo.

-¿Responde eso a tu pregunta?- dijo divertida.

Besé su cuello haciéndola reír.

- No lo sé...- me separó y me miró extrañada.- Es que me ha sabido a poco...

 

Sonrió y volvió a besarme esta vez decidida, con la seguridad de alguien que amaba a otro alguien. Y así pasaron tres meses, fueron un suspiro y los más felices de mi vida. Quien iba a decirmelo, Edward Cullen, el empresario más mujeriego y cotizado de Seattle totalmente enamorado. Reí sacudiendo la cabeza.

 

- ¿De qué te ríes mi amor?-dijo Bella devolviéndome a la tierra. Solo ella mantenía mis pies en el suelo.

- ¿Mi amor?- dije abrazándola.- Eso me gustó...

- ¿Sí?- dijo sonriendo.

- Ajammm...-dijo estrechándola aún más contra mi pecho.

- Pues puedo decírtelo muchas veces...-plantó un beso en mis labios.- Mi amor.-Me dio otro beso.-Mi amor...

- Mamá por favor, no seas ridícula...-se quejó un Anthony que llegaba de jugar con el balón para coger un refresco de la cesta del picnic.

- Vamos Anthony, no seas así.- le dije sonriendo. El único que no encajaba bien mi relación con Bella era su hijo.

- Mi cielo, estás celoso...-rió Bella mientras acariciaba su cara. Él se apartó y se fue a seguir jugando con Emmett y Rosalie, mi hermana a efectos prácticos, que tras la muerte de su padre Berty estaba más frágil y triste que nunca. Pensamos que salir con ellos al parque los distraería y haría que pasaran un buen domingo.

- No se que hacer con él...-dijo suspirando sin dejar de mirarlo.- Ahora se lo que ha sentido mi padre todo este tiempo respecto a Esme y a mí.

- Bella, Esme es una buena mujer.-le dije mientras me sentaba en un banco del parque.- ¿Aún no te has dado cuenta?

- Siempre lo supe Edward...-dijo suspirando.- Y estoy trabajando en ello, créeme, poco a poco iremos formando una buena amistad.

- Sí me di cuenta la noche en que tu padre llegó del bar borracho y se cayó al entrar en casa...no parabais de reír.-dije recordando la escena.- Parecíais dos buenas amigas.

- Sí, poco a poco todo va a ir en su lugar...-dijo suspirando feliz.- Todo va a ir bien.

- Espero que para Rosalie también.- dije mirándola jugar con Emmett en el tobogán.

- ¿Sigues preocupado por ella?- dijo sentándose a mi lado.

- Sí, la anemia se agravó cuando Berty murió.- dije mirando como ella iba a tocar el agua del estanque del parque.- ¡Rose, cuidado!¡Recuerda que no te puedes mojar!

- ¡Sí, hermanito!-me sonrió y se apartó cuando sus dedos tocaron el agua. Sonreí de vuelta.

- Es hermosa y valiente, y creo que a Emmett le gusta.-dijo Bella viéndo a los tres niños correr de un lado para otro.

- Es pronto para pensar en eso.- dije con miedo pensando en cuanto mi niña fuese mayor.- De momento disfrutemos el momento.

 

Cuando fue tarde dejamos a los niños en casa y Bella y yo fuimos a dar un paseo.

 

- Bueno, creo que mejor te llevo a casa.- le dije suspirando al ver la hora.

- Fue un día maravilloso.- dijo frenando nuestro paso y besándome suavemente.

- Así me gusta verte...-dije divertido.- Feliz, suavecita y mansa.

- Ah, te gusta verme mansa.- afirmó revolviéndome entre mis brazos fingiendo estar molesta. Reí al ver su reacción.- Eso es lo que querías Edward Cullen, doblegarme como si fuera una bestia pues dejame decirte...

Reí y la interrumpí con un beso.

- Por fin encontré la forma de callarte.-dije mientras ella reía entre beso y beso.-¿Es una buena manera?

-Mmm...-dijo rozando su nariz con la mía. Me encantaba verla divertida.- No sé...quizás si me besas otra vez...

Y quien era yo para no complacer a esta princesa. Me acerqué a ella de nuevo y la besé con ganas, posiblemente fuese el último beso del día y lo iba a aprovechar. Aunque llevábamos varios meses saliendo jamás había podido llegar a Bella más allá de los besos y aunque deseaba recorrer cada centímetro de su cuerpo, era un caballero. Algo me decía que era un tema delicado para ella, siempre que intentaba dar un paso se tensaba por lo que había decidido esperar la oportunidad...ella no era ninguna mujer de una noche, era la mujer de mi vida y haría todo lo posible por hacer las cosas bien.

- Bueno...-dije recordando que era tarde.- ¿Nos vamos?

- No, espera...-dijo sonrojándose hasta tener un color carmesí.- Quedate conmigo esta noche, no quiero separarme de tí...

- Mi amor mañana nos veremos otra vez.-le dije riendo mientras escondía su cara en mi cuello y se acercaba a mi oído.

- Edward no lo has entendido...-dijo exhalando cada palabra como si estuviera nerviosa.- Hazme el amor...

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¡TACHÁN!Aquí estoy por aquí otra vez, se que he sido mala y lo he dejado en lo mejor, pero tranquilas dentro de poco volveré a actualizar...por lo pronto disfrutad de este capítulo que es un antes y un después en las vidas de Edward y Bella.

Espero que os guste y como siempre digo espero vuestros comentarios para saber vuestras reacciones y opiniones, hasta pronto :)

Capítulo 9: CAPÍTULO 9 Capítulo 11: CAPÍTULO 11

 


 


 
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