Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 39: CAPÍTULO 38

Cuando llegué a mi casa mandé traer al intruso que se había colado en mi casa e hice que me lo llevaran al despacho, donde disfrazada estaba esperándome.

Los guardias entraron en el despacho sujetando a Jane Demonds por ambos hombros. Miré a Carlisle y a Sue interrogante.

- Doctora...-dije frunciendo el ceño.- ¿Qué hace a esta hora intentando entrar en mi casa de esa forma?

- Necesito su ayuda, señora Dantés.-dijo Jane asustada.- Me persiguen para matarme. Se lo suplico usted es mi última espetanza.

¿Qué?¿Quienes?¿Los lobos?

- Tranquilícese.-la pedí con voz cálida y medida. Necesitaba que me contara la situación al detalle, porque esto se estaba poniendo interesante.- Usted aquí está a salvo. Siéntese y cuénteme todo.

Ella miró a Sue y yo aproveché para pedir a los guardias que se fueran.

- Preferiría hablar en privado, si no es mucha molestia.-dijo sentándose en un sillón de mi escritorio.

- No se preocupe por Fathema...-dije inventándome un nombre falso para ella.- Ella no entiende español, es marroquí y parte de mi servicio, no se preocupe. Pero cuénteme que pasó, ¿Quién la está persiguiendo?¿Y por qué?

- Ellos están buscándome para matarme...-dijo casi temblando.- Yo se mucho sobre ellos y por eso quieren silenciarme y para siempre.

- ¿Pero ellos quiénes son?-pregunté aunque sabía la respuesta.

- Aro Vulturi, Eleazar Delani y Elizabeth Masen.-dijo mirándome avergonzada.

Yo abrí mucho los ojos y la dejé ver mi sorpresa.

- Pero eso es una acusación muy delicada...-dije como si no entendiera nada.- Está usted hablando de las personas más respetadas de este pueblo.

- Yo le aseguro que eso es una fachada.-me dijo insistiendo.- Ellos son criminales de guante blanco, utilizan su poder y su dinero para destruir a todos los que se ponen en su camino.

- Eso quiere decir que usted es una víctima de todos ellos...-dije fingiendo incredulidad.

Ella asintió como la gran falsa y mentirosa que era.

- Exacto, soy una más en su interminable lista de víctimas.-dijo tocándose el parche que tenía en la cara.- Este ojo que me falta, lo perdí por ellos. Contrataron a un miserable que me golpeó como un salvaje hasta dejarme así.

Miré a Sue con una sola frase en mi mirada. Ella iba a ser la siguiente.

- Que atrocidad.- la dije fingiendo estar de su lado.- Pero todavía no me ha dicho porque la persiguen.

- Porque conozco todos los secretos de esos miserables.-dijo sin más.

- Mmmm...-dije asintiendo pensativo.- Y...¿Cuáles son esos secretos doctora?

- Que son unos asesinos y unos ladrones por eso quieren matarme...-dijo repitiéndome sus anteriores palabras.- Una declaración mía y acabaría con su imperio de corrupción.

- Pero eso no es fácil...-dije intentando sacarla información.- Quitarle el trono a gente tan poderosa...

- Yo podría hacerlo porque además de mi testimonio existen pruebas que los incriminan directamente con varias de sus víctimas.-dijo segura.- Y ahora más que nunca estoy dispuesta a usarlas.

Me quedé pensando en la manera de conseguir esas pruebas y algo en mi cabeza hizo click. ¿Qué haría esta mujer para sacarnos esa información?Drogas, encierro, maltrato...

Sonreí al imaginar que mi idea cobrara sentido.

- No se preocupe doctora.-dije mirándola a los ojos.- Nadie sabrá que está bajo mi protección y me va a dar mucho gusto darle el refugio que se merece. Mi servicio está a su completa disposición, ya verá, le van a dar un té de bienvenida, eso aplacará sus nervios.

- Muchísimas gracias, señora Dantés.-me dijo sujetando mi mano.- Nunca voy a olvidar este gesto que está teniendo conmigo.

- De nada.-dije sonriendo.

Miré a Sue y en un perfecto inglés la pedí que la acompañara a un cuarto de invitados, antes de irse las dos guié un ojo a Sue y sonreí a escondidas de Jane. Muy bien, que comience el juego.

Después de hablar con todos mis amigos decidí aprovechar la ausencia de Ángela, que estaba visitando a su tía, para comenzar con el plan contra Jane. Le concedimos a Jane todo tipo de lujos y le dimos un té “especial”, perfecto para que se quedara dormida. Más tarde, la cambiamos de ropa por un equipo deportivo y la encerramos en una de las celdas de las catacumbas que habíamos mandado hacer debajo de la casa cuando se construyó.

- Verónica, ya está hecho...-dijo Carlisle divertido.

- Así que nuestra querida y adorada Jane ya está en sus aposentos.-dije riendo con Sue.

- Maravillada con su nuevo paraíso.-dijo Sue divertida.

- Lástima que cuando despierte se de cuenta, en realidad, está en el infierno.-dijo Carlisle sonriendo.

Jacob apareció en ese momento quitándose el disfraz de árabe.

- ¿Y ahora qué vamos a hacer?-preguntó alborotando su corto cabello.

- Justicia, mi querido Jacob Black.-le dije suspirando aliviada.- Vamos a hacerles pagar todos y cada uno de nuestros sufrimientos...y de paso, sacarle toda la información sobre la manada de lobos. Eso vamos a hacer, “ojo por ojo, diente por...diente”.

Sonreí ante todos mientras veía en sus caras que la idea que había tenido era brillante.



A la mañana siguiente, fui a ver al médico de Reneé...la situación de esa niña me había quedado en vela toda la noche. A pesar de todo el dinero y el poder que ahora había adquirido, no podía hacer nada por esa hermosa niña ni por el dolor que deberían estar sintiendo su padre, por lo que no me quedó más remedio que regresar a casa sin ninguna novedad al respecto.

- ¿Qué noticias nuevas tienes?-me preguntó Sue cuando entré en el salón.

- Nada nuevo, no se puede hacer nada.-dije frustrada.

- Te preocupas por esa niña...-dijo Sue suspirando.- ¿No decías que odiabas a Edward?

- Sí, pero esa preciosidad no tiene la culpa de todo lo que sus parientes me hicieron.-dije mirando mis manos pensativa. En el fondo, no quería pensar en la posibilidad de que estuviera haciendo todo esto por Edward Cullen...mejor sería no pensarlo, no se lo merecía. Mis lágrimas comenzaron a caer por la pena que sentía, esa niña me recordaba tanto al hijo que nunca pude tener.- No puedo evitar sentirme conmovida cuando la veo. Ella es como la hija que no pude tener con Edward, el bebé que me hicieron perder hoy tendría la misma edad que ella y se llamaría igual...Reneé, como mi madre. Ese era el nombre que habíamos decidido ponerle a nuestra hija, si la tuviéramos.

- Lo sé...-dijo Sue asintiendo. No entendía esa mirada.

- ¿Por qué me miras así?-dije limpiando mis lágrimas.

- Porque eres un caso, mi niña.-dijo negando con la cabeza como si no tuviera remedio.- Aunque te duela escucharlo tengo que decirlo, sigues amando a ese hombre...a pesar de ti misma.

¿Amarlo?No...yo no podía amarlo. Yo podía sentir todavía algo tan grande por alguien que me había hecho tanto daño, no podía, no debía.

- La niña necesita un trasplante de células...-dije cambiando de tema.- Yo hubiera querido prestarme voluntaria, pero el doctor me explicó que solo podían los miembros de su familia.

- Y me imagino que Elizabeth no se va a prestar a eso...-dijo Sue con rabia.- Es demasiado egoísta.

Suspiré sabiendo que eso era cierto.

- Solo espero que alguno sea compatible...están Tanya, Alice, Edward, Eleazar y mi hijo.-dije rezando porque alguno pudiera donar las células.- Creo que no se me olvida ninguno.

Sue abrió la boca pero la volvió a cerrar, como si ocultara algo.

- Quizá esa niña si tiene más parientes vivos.-dijo atreviéndose a contarme algo que había guardado por años.- Un tío y un abuelo paterno que pudieran ayudarla.

¿De qué está hablando?Edward no tenía más hermanos, ni mucho menos un padre.

- ¿De qué hablas?-pregunté curiosa.

- Siempre he sabido que Elizabeth y Aro fueron amantes...-dijo pensativa. Mi boca cayó al suelo abierta por la noticia.- Siempre sospeché de ese cariño tan exagerado que Aro sentía hacia Edward, lo quería más que a su propio hijo, que se supone que era el único.

-¿Se supone?-pregunté pensativa. ¿Qué pasaría si Edward era...?No, no, imposible.

- En el centro saqué mis cuentas...y por el momento en que Elizabeth quedó embarazada de Edward, perfectamente podría coincidir con la época que se acostara con mi marido. Bella, creo que Edward es el hijo de Aro.

El mundo se movió a mis pies de solo pensar el duro golpe que eso sería para él. ¿Qué pasaría si eso era cierto?

- Edward, hijo de Aro...-dije para digerir la noticia.

- Conociendo a Elizabeth no me extrañaría que hubiera utilizado a Edward para retener y doblegar a su antojo a un Cullen, uno de los más ricos del pueblo.-dijo encogiéndose de hombros.- quizá se casó con él porque el hombre heredero Vulturi ya estaba casado conmigo.

Recordé como Elizabeth mandó hacer las pruebas de ADN de mi hijo con Mike...y la idea que pasó por mi mente, me hizo sonreír.

- ¿Qué estás pensando?-me preguntó Sue al ver mi cara.

- En que voy a devolverle a esa arpía, el favor que un día me hizo cuando se valió de trampas para descubrir que Anthony era el hijo de Mike.-dije riendo.- Tengo una idea, una idea muy buena.

- Isabella Swan...¿De dónde sacas tantas estratagemas?-preguntó Sue riendo al caer en la cuenta de lo que quería hacer.

Cogí el teléfono y marqué el número de la oficina del Senado. Sabía la forma de averiguar el parentesco de ambos, y para ellos tenía que tener una cita con los dos.



Poco después de hacerle prometer a Aro que me visitaría pronto, Ángela recibió la visita de su tía a la que me presentó con orgullo.

- Gracias.-dijo sinceramente mientras las dos paseábamos por el jardín viendo como Ángela cogía flores de mis rosales.- Usted cambió la suerte y el futuro de mi sobrina. Gracias a usted, ella va a ser alguien más importante que yo.

- No diga eso...-dije sonriendo. Esa mujer siempre había sido una buena persona, la única que me advirtió de lo que me pasaría si me cruzaba en el camino de Elizabeth.- ¿Sabe?Aunque no la conozco siento que es una buena persona.

- Ahora que la tengo tan de cerca, perdóneme por decirlo pero, es cierto lo que comenta todo el mundo. -dijo avergonzada.- es asombroso el parecido, tiene hasta la misma mirada dulce que tenía ella.

- Me imagino que se refiere a la minera.-dije sonriendo.- La tal Isabella Swan...Es muy raro que alguien hable bien de esa mujer.

- Isabella Swan era muy buena mujer.-dijo negando la cabeza.- Solo que no tuvo la suerte que ha tenido mi sobrina de encontrarse a alguien tan generoso como usted. Gracias de verdad, yo no podía ayudarla ni siquiera pude irme con ella cuando esa monstruo de Elizaberh Masen la echó a la calle.

Me puse rápidamente en alerta. ¿Qué había sido eso?¿Por qué no podía irse Emily de esa casa cuando quisiera?

- Perdóneme...-dijo al ver mi cara de sospecha.- Yo no quise decir eso, por favor, olvídelo. Me voy.

Se fue sin despedirse siquiera de su sobrina y Ángela regresó con el ceño fruncido cuando la vio alejarse.

- Ángela...-dije llamando su atención.- Tu tía me dijo que no pudo ayudarte el día que te echaron porque Elizabeth le impidió irse contigo...¿Por qué se lo impidió?

Ángela se quedó pensativa unos instantes y me miró con una decisión firme en el rostro.

- A usted no la puedo mentir señora Verónica.-dijo avergonzada.- Esa mujer tiene amenazada a mi tía con meterla en la cárcel por un secreto que solo ellas dos conocen...eso es lo único que sé.

- Señora Dantés.-dijo Charlotte acercándose a nosotras.- El Senador ya llegó.

- Gracias Charlotte.-dije cortés.- Ahora voy.

Dejé a Ángela con Sue fuera de la vista de todos y me dirigí a cumplir mi objetivo. El plan era simple, darle a Aro una cantidad de dinero para participar en su campaña política y festejar ese hecho brindando con champán. Fácilmente cayó en la trampa sin siquiera imaginarse que el verdadero motivo de todo esto es que bebiera del vaso para demostrar su composición de ADN para el test de paternidad.

Después de despedirlo y guardar la copa de la que había bebido Aro a buen recaudo, me dirigí al hospital para ver a Edward. Esta parte no iba a ser sencilla, incluso sería una prueba de auto-control para mí, pero debía hacerlo si quería conseguir esa prueba de paternidad.

Vi a Edward tomando un café mientras andaba por el pasillo en la planta donde estaba su hija. Parecía cansado y ojeroso, con un pesar tan grande en el alma que solo podría ser aligerado con un abrazo de alguien cercano.

Un abrazo...¡Eso es!Bien, ya tenía la forma de lograr mi objetivo. Ahora tenía que intentarlo.

Caminé hacia donde estaba mirando por la ventana y carraspeé para hacerme notar. Él se dio la vuelta y me miró sorprendido.

- Edward,¿Cómo sigue la niña?-pregunté con voz cálida. Él agachó la cabeza triste y me dio a entender que todo andaba mal.- No estás solo, yo estoy aquí.

Sin pensarlo dos veces saqué la pequeña tijera de mi bolso y lo abracé por el cuello con delicadeza, enredando mis dedos en su cabello para alcanzar mejor un mechón de pelo.

El correspondió a mi abrazo sorprendido pero después se rindió apoyando la cabeza en mi hombro y debo reconocer, que en otras circunstancias habría disfrutado de aquel contacto, de su olor corporal y de su cercanía...pero tenía un propósito, cortar un pequeño mechón de cabello para tomar la muestra de ADN. Sin hacerme notar, miré de soslayo como posicionaba la tijera y corté con delicadeza el mechón de su suave y brillante melena despeinada.

Sonreí al haber logrado mi objetivo y me separé lentamente de él, aprovechando el momento en que él me miraba confuso para guardar en el bolso las tijeras junto con su cabello.

- Perdón...-dije cerrando mi bolso.

- Te confieso que me desconcierta tu actitud.-dijo con el ceño fruncido.- A veces eres tan fría y tan lejana y otras veces...

- Las cosas no son como parecen, Edward.-dije encogiéndome de hombros.- Deberías saberlo...pero dime, ¿Desde cuándo no duermes?¿Desde que te enteraste de la enfermedad de Reneé?

- ¿Cómo se duerme con algo así?-preguntó tocándose el puente de la nariz. Realmente necesitaba ayuda, este hombre estaba herido y la enfermedad de se hija solo hacía que ese dolor que sentía fuera más hondo. Esme tenía razón, Edward estaba destrozado.

Si hubiera sido en otro momento de mi vida, me hubiera quedado con él, ofreciéndole consuelo y dándole mi apoyo. Me vi a su lado en ese duro trance, acompañándolo, diciéndole que todo saldría bien y mi pecho saltó al galope de solo pensarlo.

- Bueno...-dije suspirando. Debía largarme ahora, estaba débil y me estaba ablandado con él, algo que era inconcebible para mí.- Creo que es hora de irme.

Él me miró con los ojos opacos y sin vida.

- Gracias por venir.-dijo acercándose a mi. No, no lo hagas. No te acerques. Hoy no.

- Si quieres o necesitas algo ya sabes...-dije sin poder moverme de mi sitio. Él siguió acercándose y yo noté esa electricidad que siempre hubo entre ambos.- Solo búscame.

Me giré para irme pero él fue más rápido y me lo impidió sujetando mi brazo y quedando a escasos centímetros de mi rostro.

No sé si lo vi venir o no. No sé si estaba haciendo lo correcto pero allí me quedé, esperando lo inevitable. No pensé siquiera las consecuencias. En ese momento Isabella Swan se abrió hueco gritándole al único hombre que había amado en la vida “ahora o nunca”.

Estampó delicadamente sus labios sobre los míos y ambos suspiramos ante el contacto. Ansiaba más, algo faltaba, ah sí, su sabor, su aliento...Abrí mis labios tímidamente después de tantos años de soledad y comencé a moverlos junto a los suyos sabiendo que esa sería mi perdición. Se separó levemente segundos después para mirarme a los ojos.

- Pensé que jamás volvería a sentir algo así.- dijo con los ojos brillantes.- Pero...es que besas igual que ella.

Esos beso me hizo olvidar la razón por la que estaba allí, por la que regresé...me hizo olvidar mi pasado, mi presente y mi futuro. Me hizo olvidar quien fui, quien era y quien quería llegar a ser. En definitiva, me hizo ajena a este mundo durante unos pocos minutos.

- ¿A ella?-pregunté cerrando los ojos.- ¿De quién hablas?

Me agarró de la nuca y volvió a besarme lentamente y sin prisas. Su lengua no pidió permiso para entrar y unirse con la mía, así que fui yo la que irrumpió en su boca impulsándome hacia sus brazos muriéndome de ganas por tomar contacto.

Él respondió al instante y el beso se hizo más candente.
Yo
tampoco pensé en volver a sentir esto otra vez, pero aquí estaba ese sentimiento que me ahogaba sin llegar a ahorcarme. Ese sentimiento que me hizo sentir viva de nuevo después de nueve años de letargo, ese beso que me hacía ver que mi laberinto sí tenía salida. Ese sentimiento al que no quería poner nombre.

Lo separé de repente agarrando las solapas de su chaqueta.

- Esto no es lugar para esto.-dije sin aliento buscando una buena escusa que me sacara de este lío pero la nebulosa del beso seguía flotando en mi cabeza.

- Lo sé.-dijo abrazándome de la cintura. Parecía nervioso y al borde del colapso.- Pero no me importa, solo dime quién eres, por qué estoy sintiendo esto. Esto solo me pasó una vez...

Puse un dedo en sus labios para callarlo.

- No lo digas.-dije volviendo a guardar a Isabella de donde había salido.- No lo digas porque esto no es lo que parece Edward...

- ¿Cómo que no?-preguntó frustrado.

- Ya me voy.- dije intentando salir de su agarre pero no lo conseguí.

- No espera, espera.-dijo impidiendo que me fuera.- Solamente quiero entender...¿Por qué siento esto?

- Es que esto no es un sentimiento real.-dije mintiendo. Las cenizas que un día creí apagadas se había convertido en una hoguera, una hoguera que amenazaba con quemarlo todo.- Tu estás triste por lo de tu hija y yo solo...me conmoví.

- Claro que no.-dijo negando con la cabeza.- La compasión no tiene que ver nada con la pasión...y lo que yo siento por ti no tiene nada de confuso. Lo que siento es como cuando un hombre se empieza a enamorar de una mujer, y eso lo sé porque ya me pasó una vez. Hoy comencé a sentirlo otra vez.

Esas palabras estaban calando en mí muy hondo y no podía permitirme cometer este tipo de errores y menos con quien consideraba mi enemigo.

- Edward.- dijo Tanya saliendo de la habitación de su hija. Se acercó a nosotros frunciendo el ceño cuando ambos asustados dimos un paso hacia atrás.- ¿Qué está pasando aquí?¿De qué hablan tan misteriosamente?

Edward parecía todavía en shock, no se si por el beso o por la presencia de Tanya.

- Supe lo de tu hija y quise venir a ver cómo estaba.-dije aclarándome la voz.

- Es muy cálido de tu parte que quieras saber cómo está “nuestra” hija.-dijo tirando delicadamente de Edward hacia ella remarcando la palabra nuestra.- A pesar de que eres practicamente una extraña para nosotros.

No para tu marido...que acaba de besarme y casi descubre que soy Isabella Swan. ¿En qué pensaba cuando dejé siquiera que se acercara a mí?

- Estaba por irme.-la dije sonriendo. Miré a Edward que me dirigió una mirada interrogante.- Seguiré al pendiente de la niña.

- No es necesario que vengas...-dijo Tanya sarcástica.- Basta con hacer una llamada, nosotros comprendemos que eres una mujer ocupada.

- Así lo haré.-dije sonriendo de nuevo.- Hasta luego.

Me largué de allí corriendo para despejar mi mente.

¿Por qué esto seguía siendo así?¿Por qué Edward Cullen me quemaba como el fuego las venas?¡Dios mío, no!¡Otra vez, no!¿Es que no tuve suficiente con la primera vez que me destruyó?



EDWARD POV

Tanya y yo nos quedamos mirando como Verónica se iba del por el pasillo hasta que desapareció. Suspiré hondo y miré a Tanya que no paraba de rechinar los dientes.

- ¿Me puedes explicar qué demonios pasa con esa mujer?-me preguntó Tanya enfadada y celosa.

- ¿Sabes qué?No lo sé...-dije encogiéndome de hombros sacando todo lo que sentía.- Me encantaría saber que me pasa con ella, pero no sé...¿Te toca quedarte con la niña?Bien, me largo de aquí.

Me fui sin esperar respuesta y me dirigí a la oficina para tener un poco de tranquilidad sin tener a Tanya colgada de mí todo el día.

Me senté en la silla de mi escritorio, después de intentar trabajar por horas sin lograrlo, y froté mi cara para salir del shock.

Jasper apareció en ese momento en la oficina.

- Edward...¿Cómo estás?-dijo preocupado cerrando la puerta.- No podía creer lo de Reneé hasta que la fui a ver al hospital.

- Hermano.-dije indicándole que tomara asiento.- Ni yo mismo me lo creo.

- Tienes todo mi apoyo.- dijo mirándome siendo sincero.- Todo lo que pueda hacer por ti...ya sabes.

- Gracias.-dije suspirando. Recordé que si había algo en lo que me podía ayudar. En el tema de la mina de Roach Terra.- Jasper, verás, hay algo que no me cuadra...Hace unos días mi madre me dijo que quería que fuera el vicepresidente de la mina del Roach Terra.

- Enhorabuena, hermano.-dijo contento por mí.

- No, no verás...no es eso.-dije intentando que me escuchara.- Mi madre, tu padre y Eleazar son las caras de la empresa que adquirió las tierras de Roach Terra...

- ¿Esas tierras no eran del Tigre?-me preguntó interrogante.

- Por un documento que me mostraron pude ver que la madre de Reneé, la esposa del Tigre, era una Cullen, un familiar de baja clase.-dije intentando explicarle la situación.- Ese documento era un título de propiedad en las que esas tierras, efectivamente, pertenecían a los Cullens. Pero...¿Por qué mi madre me lo ocultó?Ella dijo que fueron los Swan los que intentaron robar esas tierras por medio de un testamento falso, pero y si...¿El documento falso es el que tiene mi madre?

- Sería un fraude...-dijo pensativo.- Yo lo único que recuerdo es que Isabella Swan dijo varias veces cuando su padre desapareció que dos gestores y un abogado estaban ayudando al Tigre para resolver unos asuntos de herencia...pero que ambos se echaron para atrás, eso me resultó extraño. Si investigamos esto a fondo posiblemente descubramos cosas terribles sobre nuestros padres. ¿Estás seguro de llegar al fondo de todo esto?

- Jasper.-dije mirándolo seriamente.- Estoy seguro, quiero llegar a la verdad...caiga quien caiga.

- Está bien, hagámoslo.-dijo suspirando.- Yo tampoco pierdo nada, y quiero saber que ocurre. Acepta el puesto Edward, así será mas fácil acceder a los documentos. Y solo hay una prueba capaz de demostrar que esto es cierto...el testamento de la esposa del Tigre.

- Está bien.-dije pensativo.- Cuando acepte el puesto buscaré en la oficina de la otra mina para ver que encuentro.

Después de un rato planeando lo que debíamos hacer se fue a casa viendo que era tarde. Yo en cambio, me quedé en la mina revisando los últimos papeles para quedar todo listo cuando tuviera que empezar a trabajar en el Roach Terra, pero todo lo que pasó con Verónica regresó como un tanque de demoliciones.

- Así no puedo trabajar.-me dije a mi mismo.- No puedo parar de pensar en...no sé ni en quien tengo que pensar.

Recapitulemos, Verónica Dantés me había correspondido el beso corroborando lo que ya sabía, que entre nosotros existía una atracción tan grande como nuestro orgullo. El problema era que yo no había besado a Verónica...había besado a Bella Swan, eran sus labios, su sabor, su forma de besar, su roce.

Ese beso me hizo regresar al pasado, para cumplir mi mayor sueño volver a besar al amor de mi vida. El problema era que supuestamente esa mujer no era Bella...aunque besara igual que ella.

Recordé el primer beso entre Bella y yo, aquel que nos dimos en la entrada del Club pero mi cabeza me trasladó al beso de hoy sin que esos labios cambiaran o el beso supiera diferente. Era el mismo.

¿Y si Verónica Dantés era Isabella Swan?No, eso no podía ser...las pruebas del forense fueron clara, pero aún así...

- Besan igual...saben igual...-dije negando con la cabeza.- Son tan parecidas físicamente que podría jurar que...

No podía seguir así, tenía que hablar con ella ahora mismo.

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¡BESO, POR FIN HA LLEGADO EL BESO!¿No os ha parecido único?Al final Bella se está rindiendo a lo que siente...esperemos que por fin se de cuenta de lo que siente y perdone a Edwad...¿Lo hará que pensáis?

Nos vemos en el próximo capítulo, Nes :)

 

Capítulo 38: CAPÍTULO 37 Capítulo 40: CAPÍTULO 39

 


 


 
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