Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
Visitas: 79107
Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 54: CAPÍTULO 53

Bella POV

Me bajé del coche y entré deprisa dirigiéndome al bar del Club, este asunto me tenía intrigada. ¿Quién me necesitaba tanto como para que Carlisle me avisara? ¿Sería mi hijo? ¡Por favor, que no le haya pasado nada a mi hijo! ¡A él no!

Aceleré el paso por los pasillos del Club y crucé las puertas del bar ignorando al Maître que, muy amablemente, me pedía mi abrigo para guardarlo en el vestidor. No me hizo falta buscar mucho, en el lado opuesto del bar estaba Carlisle junto a un Edward prácticamente tumbado sobre la barra.

Aminoré el paso y me quedé parada detrás de ellos, escuchando.

-Te vo…y a decir uuuna cossa, Carlisle.-tartamudeó Edward con la voz ronca y pastosa.- La casa de un hombre, es la mujer que ama. No cualquier mujer, no, solo la que te hace soñar. ¡Esa! Que no se te olvide.

- Edward estás muy borracho…Vámonos de aquí.-dijo Carlisle agarrando su hombro.

- Lo que pasa es que la mujer que es MI casa.-dijo agarrando el brazo a Carlisle.- No es mía. Y yo sin ella…soy…soy nada. ¿Entiendes lo que digo?

Carraspeé para llamar la atención de aquellos dos hombres y para quitarme el nudo que tenía en la garganta. Ambos se giraron al escucharme.

-Carlisle… ¿Para esto querías que viniera?-le pregunté sin rodeos. ¿No entendía que esto era difícil también para mí?

- Está completamente borracho.-me explicó Carlisle indicándome que me fijara bien.

Edward bebió otro trago de lo que parecía Whisky y comenzó a reírse entre dientes tambaleante.

-¿Estoy soñando…o el cielo me mandó a mi casa?-dijo apoyándose en Carlisle siendo dueño de un ataque de risa. Casi me parecía cómico, como un niño…un niño herido.- Mira, amigo, mi casa vino a buscarme.

- Edward… ¿Por qué te pusiste así?- le pregunté preocupada. Él al ver mi cara dejó de sonreír y vi como una sombra nublaba sus ojos.

- Me puse así por ti…-dijo señalándome con el dedo aún apoyado en el hombro de Carlisle.- Me puse así por mi hija y por esta vida de mierda que tengo… ¿Pero sabes por quién más? Por Isabella, la única mujer que me ha amado en la vida.

- Edward no sabe lo que está diciendo. Para.-dijo Carlisle al fijarse en cómo estaba a punto de derrumbarme. Odiaba oírle hablar así. Por él…y por lo que fui.

- Vamos a brindar por ella.-le dijo a Carlisle. Dio dos pequeños golpes en la mesa y le sirvieron otra copa.

- Edward basta…-le pidió Carlisle.

- Solo uno más, solo uno…-dijo cogiendo la copa. La alzó al cielo y se la bebió de un solo trago.- Por ti, Isabella. Por ti, mi amor. Aunque ya se haya muerto… ¿Entiendes?

Gracias a Dios el bar estaba casi desierto y muy pocas eran las personas que le estaban escuchando decir aquello pero aquello no podía seguir así. No podía.

-Vámonos de aquí.-dije entre dientes. Me acerqué a Edward haciendo que soltara la copa en la barra. Después cogí su brazo y me lo pasé por mis hombros mientras Carlisle hacía lo mismo con el otro brazo.- Vamos a La Fortaleza.

- De acuerdo.-dijo Carlisle.

Comenzamos a andar con él y lo llevamos a mi coche. Casi no podía caminar y tuvimos que ayudarlo a sentarse en el asiento trasero.

-Ay, Edward…-dije negando la cabeza cuando le puse el cinturón de seguridad. En el fondo, me recordó a aquellas veces que iba a la taberna en busca de mi padre porque estaba demasiado borracho y no podía conducir.

- ¿Ya te dije que te amo?-me dijo casi sonriendo de que estuviera tan cerca suya.

Volví a negar con la cabeza y cerré su puerta. Me monté en el coche cuando vi que Carlisle ya se había sentado en el asiento del copiloto y conduje de camino a casa teniendo cuidado para que Edward no se mareara.

-¿Verónica estás segura de que quieres llevarlo a casa?-me preguntó Carlisle cuando entramos en La Fortaleza.- Puedes meterte en problemas…

- ¿Y cuál esss el pro…blema?-preguntó Edward.- Que yo sssepa no he vvueltoo a tener piojoss desde loss once años.

Ambos reímos ante las ocurrencias de Edward estando borracho. Casi no podía entenderle.

-Tranquilo Carlisle…Solo se va a quedar hasta que se recupere.-dije aparcando junto a la puerta.- ¿Qué problema puedo tener por ayudarlo?

Carlisle bajó del coche sin mediar palabra y me ayudó a bajar a Edward del coche.

-Me refería a esos problemas…-dijo mirando como un coche granate aparcaba junto al nuestro.

Me puse en alerta cuando Tanya bajó del coche hecha una furia. Quise apoyar a Edward contra el coche pero no se quiso apartar de mí, así que solo guardé la compostura y planté cara a aquella mujer

-Eres una descarada…-me dijo mientras se acercaba.- ¿Fuiste al Club para recoger a mi marido?

-No sabía que te habían avisado para que lo recogieras tú.-me escudé diciendo la verdad.

- A ver Tanya…-intervino Carlisle.- Esto no es así, yo la avisé para que me ayudara con Edward.

Tanya no apartaba la vista de mí.

-¿Y has visto cómo está?-me preguntó señalándolo.- ¿Eso querías verdad? Emborracharlo para meterlo en tu cama… ¿O qué? ¿Quieres que se venga a vivir aquí de una vez?

- Mira solo pensé en traerlo un rato hasta que se sintiera mejor y pudiera volver al Club a por su coche…-dije evitando que soltara más tonterías por la boca.

- Tanya…-dijo Edward como pudo levantando la cabeza.- ¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí?

- ¿Cómo que qué hago aquí?-le preguntó incrédula y enfadada. Intentó acercarse a él pero lo impedí poniendo a Edward tras de mí. Nadie iba a hacerle daño.- ¿Y qué me cuestionas a mí? ¡Tú eres quien debes responder mis preguntas!

- ¿Preguntas? ¿Qué preguntas?-dijo Edward apartándome e intentando acercarse a Tanya. Esto cada vez se ponía peor. Lo sujeté por el brazo y entre Carlisle y yo logramos que retrocediera.- ¡Tú te llevaste a mi hija de mi casa! ¡Tú y yo terminamos!

¿Qué? ¿Por eso estaba así? ¿Por qué al final esa arpía se había llevado a la niña?

-¡Ya basta!-dije con voz autoritaria. Miré a Tanya con odio mientras hacía que Edward pusiera su brazo sobre mí para que no se cayera.- ¡Llévate a Edward si quieres! ¡Por mi parte no hay problema!

- Sí hay problemas…si los hay…-dijo Edward mirándome intensamente antes de esconder su cabeza en mi cuello.- Yo me quedo contigo, Verónica.

- Eres lo peor que me ha pasado…ojalá te mueras.-dijo Tanya con cara de asco. Después me miró con odio y me señaló.- ¡Y tú también!

Se dio media vuelta y montándose en el coche se fue por donde había venido, a toda velocidad.

-Vamos, Edward.-dije mientras empezamos a avanzar hacia la casa.- Necesitas un café y una ducha fría.

Los guardias al vernos llegar nos ayudaron sujetando a Edward que cada vez parecía más adormilado.

-¿Dónde lo llevamos, Verónica?-dijo Carlisle quitándole la chaqueta para que estuviera más cómodo.- Está K.O.

-Llevadlo a mi cuarto, allí estará más cómodo.-dije mientras le daba a Charlotte mi bolso y mi chaqueta.- Yo voy a preparadle un café cargado.

Charlotte no dijo nada, solo se fue hacia el área de servicio sin mediar palabra. Sabía que esta casa pasaban cosas extrañas y que no podía decir nada, un contrato de confidencialidad se lo impedía…pero aun así era una buena mujer y mejor trabajadora, se tomaba en serio lo que hacía.

Preparé el café y lo llevé a mi cuarto. Carlisle le había quitado los zapatos y el cinturón y le había tumbado en la cama donde dormía boca abajo, atravesado en el colchón.

-Así estará más cómodo…-dijo casi riendo Carlisle al verle durmiendo.- Yo me voy. Esme me ha invitado a comer. Cuídalo, Bella.

Me dijo la última palabra en voz baja y se fue. Él me pedía con eso que tuviera misericordia con él y no me dejara llevar por el odio una vez más. Ay, Carlisle, si tú supieras cuanto han cambiado las cosas…

Dejé la bandeja en la mesita de noche y me subí a la cama para despertarlo.

-Edward, te traje café para que se te quite el malestar. Edward… ¡Edward! ¿Tan mal te sientes que quisiste olvidar todo con el alcohol? No sabes cómo me duele verte así y no poder hacer nada para evitarlo. Sé que estás destruido porque te quieren quitar a tu hija…pero también sé que es por mí. Porque no puedo decirte que te amo más que a mi vida…es horrible, porque solo te lo puedo decir en mis sueños o ahora que estás dormido para desahogar lo que siento. Nadie, Edward, nadie está tan vacía como lo estoy yo cuando tengo que alejarme de ti…porque aunque tengas una esposa, ni ella, ni nadie te ama como yo.-le conté acariciando su espalda. Suspiró tranquilo pero no se movió. Sabía que iba a tardar en despertarse, así que me bajé de la cama y me puse de rodillas en la parte opuesta para poder ver su cara, esa cara de niño dormido que tanto me gustaba.- Siempre tuviste razón Edward, y sí, soy una mentirosa porque muchas veces te negué lo que sentía…También tienes razón cuando dices que soy una cobarde porque siempre he tratado de alejarte de mí pero créeme, ya no me quedan fuerzas, porque te quiero, te amo…y esto es demasiado, hasta para Verónica Dantés.

De pronto abrió los ojos y sonrió con picardía.

-¡Eso vas a tener que repetírmelo mil veces!-me dijo incorporándose de la cama riendo.

¿Qué? ¡No! ¡No, no, no…! ¿Cómo había sido tan estúpida y confiada?

-¿Qué? ¿No se suponía que estabas dormido?-le pregunté poniéndome de pie y en alerta. No sabía que iba a hacer ahora. Estaba acabada.- Me engañaste.

- No, no, no…-dijo levantándose de la cama y acercándose a mí.- Una por una no es trampa. Tú me lo has hecho mil veces.

- ¡Es que me engañaste!-le grité retrocediendo.- Ni siquiera estás borracho…voy a ordenar ahora mismo que te echen.

Me agarró de la cintura y me atrajo hacia él rompiendo todas mis defensas de sentirlo tan cerca. Se tambaleó un poco por el mareo pero aun así me mantuvo firme.

-Haz lo que quieras…grita lo que quieras.-dijo descuidado.- Pero ni tus gorilas me van a separar de ti. ¿Sabes por qué? Porque te amo.

Sacudí la cabeza e intenté concentrarme.

-Ya, Edward, no podemos seguir con esto, no tiene sentido.-dije hablando rápido para evitar que me convenciera. Me di cuenta de que mis manos agarraban en puños su camisa abierta.

- Por supuesto que tiene sentido.-dijo ahora seriamente. Yo alcé la cabeza y lo miré fijamente. Y aún con mis tacones más altos puestos, me sentí pequeña a su lado.- ¿Qué hacemos con esto? Porque yo no lo sé…Eres mía y lo sabes.

Me agarró de la nuca y me besó intensamente, haciendo que me derritiera en sus brazos y le correspondiera el beso. Su sabor a menta y a whisky era perturbador, hizo que casi olvidara el mundo pero sabía que esto no acabaría bien, y que sería cosa de unas horas. Después, acabaría destrozada por la despedida y yo tenía un propósito, una misión.

Lo separé como puse y respiré agitada mente para recuperarme.

- ¡Para!Para, por favor...-le supliqué intentando salir de su agarre.

-No lo voy a hacer, porque ahora sé que tú no quieres que pare.-dijo tranquilo y sonriente. Y tenía razón, ahora mismo mi resistencia estaba bajo mínimos, y Bella empujaba con fuerza la puerta de su jaula con la esperanza de abrirla.

- ¿Y qué vamos a ganar con esto? ¿Eh?-le pregunté alzando una ceja. Vamos Edward, dame una razón, por favor, dámela y me entrego a ti como nunca antes lo he hecho.

- Amarnos hasta que no podamos más…-dijo mirándome intensamente. Y lo vi, vi miles de promesas de llevarme al cielo en sus ojos, la promesa de amarme y hacerme feliz.

- Edward…-susurré presa de mis nervios. Tanto él como yo sabíamos quien había ganado la partida, sabíamos que nada sería igual después de aquello. Que hasta me haría cambiar por completo a mí, curándome, sanándome.

- Vamos….-dijo animándome con la voz entrecortada mientras acariciaba mi mejilla.- Dímelo, aunque sea una sola vez. Pero dímelo.

Cerré los ojos con la respiración agitada observando como mi muro de dolor, de orgullo se caía en pedazos y después lo sentí, sentí romperse por completo esa jaula donde estaba encerrada Isabella Swan, quedando libre ella y todas las emociones que habían permanecido con ella. Mi corazón latía como loco, haciendo correr por mis venas lo único que me faltaba, mi humanidad. Esa a la que había renunciado o por lo menos intentado, hacía tantos años.

Me acerqué a su boca sintiéndome más viva que nunca por dentro y dejé que ese remolino de emociones escapara de mi boca.

-Te amo…-dije antes de besarlo sin que él fuera consciente de todo lo que ocurría en mi interior.

Edward Pov

Por fin, por fin me había dicho que me ama. Lo había dicho, temblando en mis brazos, como si fuera un volcán a punto de estallar.

Ella gimió en mi boca, despertando todos mis sentidos, haciéndome vez que probablemente era un hecho que me estaba volviendo loco. Deseaba tomarla aquí, saboreándola por completo antes de fundirme en ella de todas las maneras posibles, queriendo estar con ella el resto de lo que me quedara de vida. Pero no, hoy no iba a marcar el ritmo, iba a dejarla hacer conmigo lo que quisiera, ver hasta dónde podía llegar.

La sentía distinta, su calor era distinto, casi abrasador, como si algo la estuviera incendiando por dentro, su tacto era distinto también, más anhelante, como si me estuviera sintiendo por primera vez. Sentí sus lágrimas cuando tomé su cara y las limpié con delicadeza sin preguntar, algo me decía que no debía hacerlo.

Me desabrochó los botones de mi camisa deprisa sin separar mi boca de la suya y después me la quitó enterrando sus uñas por donde pasaba, abriendo camino para que sus labios y su lengua me recorrieran el cuello. Jamás me había tocado alguien así, era como si quisiera adherirse a mi piel, hacer de la suya y la mía una sola.

A tientas y con el mareo del alcohol y de su esencia, busqué el cierre de su vestido sin éxito haciendo que me exasperara. Gruñí y agarrando las partes que separaban el vestido lo rajé ganándome un jadeo de su parte mientras caía al suelo hecho jirones.

Comencé a besar su cuello mientras una de sus rodillas subía a mí la altura de mi muslo y yo la sujetaba para ayudarla a sostenerse. Jamás la había visto así y eso estaba haciendo que no pensara con claridad, tanto que mordí su piel con algo más de fuerza de la necesaria. Eso le dejaría una marca, pero ahora no me importaba.

Mientras que mantenía una mano sujetando su pantorrilla, utilicé la otra para recorrer su cintura, su estómago y su esternón para llegar a sus senos, sintiendo el encaje de su ropa interior en las yemas de mis dedos. Mis dedos siguieron la trayectoria del encaje hasta llegar al broche para librarla de esa prenda y que estuviéramos piel con piel.

Dejando caer su pierna al suelo, la empujé entre besos a la cama para perderme en ella tantas veces como fuera posible. Comencé a besarla el cuerpo entero, pasando desde los hombros a sus senos y de su esternón a su abdomen. Ella se retorció de placer debajo de mí y tiró de mi cabello suavemente para que me pusiera a su altura.

Poco a poco, me abrí paso entre su cúspide y deslicé los dedos debajo de su ropa interior. Ella jadeó rápido y me mordió el óvulo de la oreja ligeramente. Poco a poco, la provoqué frotando mi mano entre sus piernas haciendo que me suplicara por más.

Sin aguantar ni un minuto más, terminamos de quitarnos la ropa entre prisas y promesas, haciéndome ver que algo había cambiado en ella, o que al fin se había rendido de la forma en la que yo quería.

Sin poder evitarlo, bajé hasta su centro besando y chupando todo lo que encontraba a su paso, viendo con satisfacción como con una mano agarraba la sábana y con la otra mi cabello dando pequeños tirones que hacía que tuviera espasmos de placer. Sin más, lamí su clítoris haciéndola gritar enloquecida tensando todos sus músculos al máximo.

-Por favor, cielo…-dijo casi sin aliento alzándose y apoyándose en sus codos, al límite. Echó la cabeza atrás de nuevo y se acomodó en las almohadas.

-Espera, por favor, te quiero así.-dije a centímetros de su clítoris soplando suavemente haciendo que se retorciera. Nunca antes esto había sido tan intenso, y eso me me hizo sentirme satisfecho y completo pero eso no me hizo detenerme.- Vamos mi amor, déjate ir…dame eso.

Comenzó a respirar agitadamente cuando volví a mi tarea. Pronto comenzó a retorcerse de placer y gritar algo parecido a mi nombre, pero algo cambió cuando tomó mi cabeza entre sus manos y me puso a su altura para besarme concienzudamente mientras sus piernas se abrían para mí.

- Mi amor…-murmuré entre sus labios. La vi con los ojos cerrados pero yo necesitaba ver en sus ojos que de verdad me amaba para seguir adelante.

- ¿Mmm?- me respondió besando mi cuello.

- Repítelo.-dije nervioso por su respuesta. ¿Y si se echaba para atrás?- Por favor.

Se acercó a mi oreja besando todo mi mentón y dejó que su aliento me hiciera cosquillas poniéndome la piel de gallina.

- Te amo…-dijo con voz firme y segura. Como si fuera la única verdad en el mundo.

Bella pov

Por un momento, nos contemplamos el uno al otro. Sus ojos bailaban llenos de emociones pero eso fue por poco tiempo, ya que se oscurecieron de deseo.

De nuevo, sentí cambiar el aire a nuestro alrededor, cargándose de algo parecido a la tensión previa a una tormenta. Ese remolino de emociones que había hecho salir de mi cuerpo me hizo empujarlo contra la cama para sentarme sobre él y rozar su masculinidad. Todo su cuerpo tembló y gemimos a la vez ante aquel contacto.

Una de sus grandes manos subió por mi cintura hasta mi nuca, acercándome a su boca, a sus labios que me demandaron con anhelo, necesitas y letales… Y ese estado de ánimo me llevó a temblar de emancipación, de anhelo, mi cuerpo necesitaba que me reclamara como suya, que hiciera que me entregara como nunca antes lo había hecho, ni siquiera con él. Sentía mi pecho al borde del colapso, agitado, bombeando sangre para derretir el hielo en mis venas, para hacerme sentir viva.

Deslizó su boca por mi cuello, su lengua marcó un camino hacia mis pechos que succionó profundamente haciendo que mis entrañas se agitaran. Sabía que esto me dejaría marcas, marcas que me reclamarían como suya y sonreí al pensarlo.

Me giró de nuevo y se puso sobre mí haciendo que sintiera algo más que se su respiración trabajosa en mi cuello. Después tomó mis manos que descansaban sobre su espalda y las puso a cada lado de la cama entrelazándolas con las suyas mientras entraba en mí lentamente haciendo que soltara un gemido de placer.

Abrí más mis piernas para él y comenzó a moverse lentamente, haciendo que sintiera cada centímetro de él, piel con piel, sin ninguna barrera entre los dos. Levantó la cabeza de mi cuello y clavó sus ojos en los míos, a la vez que clavaba yo los dientes en mi labio para acallar mi grito. Me encanta así, lento y profundo e intenso, como nosotros, como lo que sentíamos.

-Si solo supieras lo que me haces sentir…-susurré arqueándome contra él presa de sus manos y su cuerpo.- Si te hicieras una idea.

Bajé mi cabeza al óvulo de su oreja y lo mordí delicadamente. Lo sentí temblar y acelerar los embistes.

-Eres mía…-dijo con la voz entrecortada. Lo besé una vez más y me deleité en como la luz de la tarde jugaba con su rostro perlado de sudor haciendo que su pelo se oscureciera como su mirada.- Nunca pudiste negarlo…

- Nunca.-dije antes de lanzar un gemido.

Se apartó y me puso boca abajo sin entender que hacía hasta que comenzó a besarme desde la coronilla hasta la zona baja de mi espalda, entreteniéndose en esa zona por un rato. Después lo sentí abriéndose paso desde ahí, poniéndose sobre mí e inclinando la pelvis para volver a entrar en mí.

-Edward…-grité por la sorpresa del placer que me recorrió por completo. En esta postura lo sentía por completo, haciendo que me convulsionara desde la cabeza a los pies, perdiendo la razón sobre mí misma.

Era mío, solo mío. Aquí sobre mí, reclamándome al completo, con cada toque sobre mi piel sensible, reparando el daño, borrando el pasado, haciéndome ver que con él o sin él estaría perdida, pero solo con él podría encontrarme.

- Vamos amor, déjate ir…estás al límite…- dijo moviéndose un poco más rápido. Lo sentí en cada embiste, en cada gemido, en el camino de regreso a casa que estaba creando para mí, pero algo me faltaba para liberarme, desde esta posición no podía ver su rostro, sus ojos y los necesitaba ahora mismo tanto como agua en el desierto.

-Edward…no, aún no.-dije como pude pues me faltaba el aire.- Necesito verte…

Se apartó de mí y me giré para ponerme sobre él, haciendo que se acomodara en los cojines mientras yo dirigía su miembro de nuevo a mi centro y lo reclamaba de nuevo. Comencé a moverme sobre él, dejando de lado toda razón que aún quedaba en mí y lo sentí tensarse debajo de mí.

-Ahh, cielo, hazlo junto a mí.-dije cogiendo su cara entre mis manos y mirándolo fijamente. Porque no había nada que se comparara a ver a Edward deshacerse junto a mí.

-Sí…-dijo con la voz entrecortada. Se sentó sobre la cama conmigo encima  tomando mis caderas para marcar el ritmo final.- No aguanto más…

Yo lancé un gemido con algo parecido a su nombre y me sujeté en sus hombros sintiendo como la tirantez de mi vientre se hacía insoportable. Lo miré por última vez para asegurarme que estaba al límite y me dejé ir audiblemente sintiendo como Edward se tensaba y me invadía con su esencia hundiendo su cabeza en mi cuello.

Ambos caímos en las almohadas repletos y completos sabiendo que este había sido el principio y el final. Que ambos habíamos quemado todo lo bueno y lo malo de lo que nos había llevado hasta aquí, porque nada importaba más que la certeza que saber que siempre nos amamos a pesar del dolor, la pérdida y la venganza.

 

Espero que os guste el capítulo, y para hacerlo algo más especial aquí dejo la canción que inspiró este capítulo.

https://www.youtube.com/watch?v=Jl8fV1jUQPs

Gracias por los comentarios y las visitas, para mí es todo un placer escribir para todas vosotras.

Un abrazo, Ness.

Capítulo 53: CAPÍTULO 52 Capítulo 55: CAPÍTULO 54

 


 


 
14437804 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10756 usuarios