Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 31: CAPÍTULO 30

A la mañana siguiente, Carlisle, Sue, Jacob y yo estábamos desayunando en la terraza de la casa. El día hoy era esplendido, y a nosotros nos gustaba pasar el mayor tiempo posible al aire libre, creo que era una secuela de haber estado encerrados tanto tiempo.

- Me encanta esta pequeña brisa de primera hora de la mañana.-dijo Sue después de beber un sorbo de su café.- Huele a limpio.

- Sí, es como si fuera a traer nuevas esperanzas y buenas noticias...-dije sonriendo.

- Hablando de noticias.-dijo Jacob.- Anoche me enteré de varias cosas.

- A ver cuéntanos Houdini.-dijo Sue intrigada.- ¿Qué se cuece en este pueblo?

- En primer lugar, el tal Tyler Crowley, el ingeniero parece ser que tiene un affaire con la gran Loba Mayor.-dijo riendo.-y ayer por lo que oí en el pasillo del hotel...hubo de todo menos de affaire.

- ¿Elizabeth Masen?¿Con el ingeniero?-dijo Sue. Todos nos reímos como colegiales que acaban de enterarse de algún cotilleo en el instituto.

- ¿Y qué hacías tu en el hotel?-dijo Carlisle mirando divertido a Jacob. Mi amigo era un poco demasiado...mujeriego, y ese amor que procesaba por mi sabía que era solo un capricho. De no ser así, no se revolcaría con medio pueblo.

- Buscaba un poquito de cariño, ya que vuestra amiga ni las sobras me da.-dijo mirándome irónico.

- Ya deja el cuento Jacob. ¿Qué ocurrió exactamente?-le pregunté intrigada.

- Muy bien, pues resulta que la gran señora del pueblo montó toda una escena de celo...y tu, mi querida Juana de Arco, eras el núcleo del conflicto.-dijo mirándome.

- ¿Yo?-pregunté extrañada.

- Elizabeth no quiere ver al ingeniero cerca tuya ni a 150 metros a la redonda.-dijo antes de morder un trozo de fruta.- Según entendí, Edward Cullen no quiere el puesto que le ofreciste, ese tipo es leal...al menos con su familia y quiere honrar a su padre y a su padrastro levantando la mina.

Mi cara se descompuso. Era su profesión, estudió para ser economista, y aún así lo rechazó...¿Por qué si Edward Cullen era tan leal, me traicinó a mí?Mi subconsciente fue claro: “Porque no te amaba, no le importabas, solo fuiste un juego que le salió mal.” Exacto, y ese tipo no se merecía nada de mí...seguramente la otra noche solo buscaba ganar puntos conmigo a través de lo que él consideraba su desgracia. Lo que no sabía que Verónica Dantés sería su verdadera desgracia.

- Vaya...eso no me sorprende. Edward es así desde que comenzó a andar, yo le conocí y era tan diferente a su madre.-dijo Sue negando con la cabeza.

- Bueno, está bien, habrá que cambiar de táctica...-dije pensando en la manera de hacer sacar de las casillas a Elizabeth.

- Creo que la discusión vino porque el ingeniero quiere acercarse a ti para conseguir ese empleo.- dijo Jacob tocándose la barbilla.- De ahí que Elizabeth le prohibiera acercarse a ti, ese sería un buen punto por el que atacar.

- Sin duda.-dije sonriendo.- Y os apuesto lo que quieran a que muy pronto el ingienerillo ese...va a romper esa prohibición.

Todos comenzamos a reír.



- Señora Dantés.-dijo mi escolta Paul.- Buenos días a todos y perdonad la interrupción, pero un señor llamado Tyler Crowley está aquí, solicita hablar con usted.

Miré a todos para decirles con la mirada “Os lo dije”

- Hazlo pasar al salón, ahora mismo lo recibo.-dije mientras me levantaba de la silla. Paul se retiró rápidamente.- Voy a cambiarme, quiero embaucar a ese hombre, si no consigo...lo tendré de mi parte.

- ¿Vas a flirtear con él?-dijo Jacob indignado.- Bella, no.

- Verónica.-dije remarcando mi nuevo nombre enfadada.- Sí.

- ¿Por qué tienes que hacer eso?-me preguntó Jacob casi suplicando.- Solo dale el trabajo del banco y ya está.

- Si logro conquistarlo, lo tendré comiendo de mi mano y no de la de esa bruja.-dije antes de irme.- Y eso nos beneficia. Solo será un leve coqueteo, no voy a dejar que me ponga la mano encima.

Me fui negando con la cabeza sin querer hablar nada más. Me fui a mi cuarto y me cambié, me peiné y me maquillé.

Llegué a la zona de la piscina donde me esperaba el ingeniero y al verme se levantó de la silla y se acercó con los ojos muy abiertos.

- Señora Dantés.-dijo mientras besaba mi mano. Asco, lo que sentí fue asco.- Gracias por recibirme.

- Que gusto tenerlo por aquí, ingeniero.-dije siendo educada.

- No por favor, el gusto es todo mío.-dijo mientras tomábamos asiento.- Además con todo respeto, usted se ve espectacular.

- Gracias.-dije sonriendo y apoyando los codos en la mesa.- Pero...¿A qué debo su visita tan temprano, ingeniero?

- Eh, bueno...yo vine a decirle que Edward Cullen no es el único candidato ideal para la vicepresidencia del banco.-dijo nervioso colocando una carpeta sobre la mesa.- Yo quiero ese puesto.

Sonreí sin poder evitarlo, sabía que no tardaría en caer.

- Caramba...-dije mirándolo intensamente. Era la hora de actuar.- Veo que es usted un hombre con iniciativa y mucha ambición, eso me gusta. ¿De verdad cree estar preparado para ser vicepresidente de mi banco?

- Preparado y bueno, mucho más que eso...- dijo mientras bajaba la vista por mi esternón y mi escote. En otros tiempos me hubiera tapado, cuando era vulnerable, solitaria y temía hasta el roce de una mosca...pero ahora no, había aprendido a mostrar mis encantos sin ser grotesca, porque sabía que quien se atreviera a tocarme se lamentaría de ello.-...y bueno, yo siempre saqué las mejores notas en la Universidad y además, fui presidente del consejo universitario...y estudié un post grado en finanzas.

Intenté parecer intrigada e impresionada. Sabía demás que por más estudios que tuviera aquel hombre...solo era un patán inútil que no sabía ni montar en bicicleta de dos ruedas.

- ¿De verdad?-pregunté cruzando mis dedos y colocando las manos en la mesa.

- Sí, y además usted sabe que a los ingenieros nos encantas las matemáticas y por eso siempre que puedo intento ampliar mis conocimientos en la materia.-dijo intentando sonreír nervioso. Mi presencia causaba eso en aquellos hombres rastreros y superficiales que solo se fijaban en el físico.- Estudiar es mi hobbie, y bueno, me libera el espíritu...sobre todo después de trabajar todo el día en una mina donde el consciente intelectual es muy bajo. Especialmente el de mi jefa, si se puede decir aquí entre nosotros.

Vaya, vaya...eso sí que era interesante. Estaba cansado de Elizabeth Masen, algo que me hacía querer dar el paso y contratarlo.

- ¿Tiene un curriculum?-dije sonriendo.

- Si, aquí tiene.- dijo entregándome la carpeta que tenía en las manos.

- Muy bien, déjeme estudiarlo.-dije cogiendo la carpeta y lo miré de nuevo.- Pero lo que más me entusiasma de que seas mi segundo a bordo, es que vamos a estar muy cerca...muy cerca el uno del otro.

Él tragó duro y asintió sonriendo. Ya lo tenía donde quería, ahora solo le daría un margen para comprobar que es lo que tramaba y después lo pondría al mando, claro está, siempre controlado por la mejor asesoría que contratara...no quería que el banco se fuera a la ruina.

Después de que se fuera, Sue apareció disfrazada de mujer árabe. Se quitó el burka y comenzó a reír.

- Estás arrasando con todos los hombres de este pueblo, Verónica Dantés.- dijo sentándose a mi lado.

- No digas tonterías, Sue.-dije riendo.

- El ingeniero ha caído redondito a tus pies, no sabe disimular sus torpes agallas.-dijo Sue divertida.

- Es un imbécil, lo detesto desde el primer día que lo vi.-dije apretando los dientes.

- Bueno, ese se ve que ya cayó en tus redes...-dijo Sue sonriendo.- al igual que el viejo decrépito y baboso de mi marido.

Reí entre dientes al pensar que todo estaba saliendo a la perfección.

- Es mucha la paciencia que voy a necesitar para ir lidiando con todos ellos...-dije mirando el jardín de la casa.

- Otro que también está enganchado a tus ojos es mi ahijado Edward...-dijo mirándome seria esta vez. Yo respiré hondo y planté cara a su mirada.- a quien tanto odias...porque...¿Si lo odias, vedad?

¿Odiarlo?Claro que sí, casi tanto como a su madre...ese hombre me dejó devastada por dentro, me humilló, me mintió, jugó conmigo...era un escorpión vestido de mariposa.

- Claro...-dije suspirando.- Nada ha cambiado.

No entendí muy bien la mirada que me dedicó solo me pareció ver una chispa de duda. Como si supiera que Edward Cullen me había descolocado los esquemas la noche que vino a visitarme.

Aquel día por la tarde, decidí dar el primer gran golpe a Elizabeth Masen. Marqué al ingeniero para comunicarle su gran noticia.

- Ingeniero Crowley, ¿Con quién tengo el gusto...?-preguntó tras la línea.

- Ingeniero quiero comunicarle que tomé una decisión...acabo de nombrarlo mi próximo vicepresidente del banco de de desarrollo industrial.-dije animada.- Felicidades, lo espero en mi casa en media hora.

Colgué y comencé a reír al imaginarme la cara que pondría Elizabeth cuando descubriera que su ingeniero querido ahora era mi empleado.

- Sufre desgraciada arpía...-dije en alto.- ahora sí que vas a comenzar a sufrir. Hoy comienzas a pagar lo que me debes.

Sue apareció en la terraza media hora después y se sentó a mi lado.

- Por la sonrisa que tienes, acabas de dar el primer golpe.-dijo mirándome tranquila.

- Así es Sue...ahora solo queda esperar.-dije suspirando por primera vez algo feliz.

- Y...¿A qué esperas?-me preguntó intrigada.

- A que reviente una bomba en la cara de esa arpía...-dije riendo.- Esa bomba tiene un nombre...Tyler Crowley.

Sue comenzó a reír conmigo. Ambas con una pregunta en nuestra mirada...¿Cómo reaccionará nuestra querida Elizabeth?

En ese momento, comenzamos a escuchar unos gritos provenientes de la casa.

- ¿¡Dónde está esa mujer!?-preguntó la voz de una mujer. Sue y yo nos levantamos y nos dirigimos a la casa. Cuando miré a Sue llevaba su burka puesto.- Búsquela. Quiero hablar con ella, así que rápido idiota...¡Dila que estoy aquí y que no me voy a ir hasta que se plante frente a mi!

Era la mismísima Elizabeth Masen gritando a una de las mujeres de servicio. Era hora de actuar y Sue se retiró a su cuarto para evitar ser descubierta. Entré en el salón y me puso en frente suya.

- Charlotte, por favor, déjanos sola.-la dije a la mujer de servicio que estaba asustada. Ella no tardó en desaparecer. Cuandré los hombros y miré a aquella mujer.- ¿Acaba usted de insultar a mi empleada, señora Masen?¿Por qué?

- Usted es una tramposa, me está jugando sucio.-dijo sin más pero en un tono más respetuoso al ver que le plantaba cara.- ¿Qué quiere?¿Declararme la guerra?

Sí, y hacerte gritar de dolor, que sufras...víbora.

- Yo no he venido a pelear con nadie, Doña Antonia.-dije siendo educada y manteniéndome como una dama. Sonreí cortésmente.- No entiendo de donde saca ese...disparate.

Ella me miró con el mismo odio con el que miraba a Isabella Swan y entonces, me di cuenta...ella quería sacar a mi antigua yo para cerciorarse que estaba frente a ellan. Y no lo iba a conseguir.

- No te hagas la imbécil, mosquita muerta.-dijo entre dientes. Por fin, me mostraba su verdadera cara.- yo a ti te conozco muy bien...¡Y no voy a permitir que te cruces en mi camino!

- Haga el favor de bajar el tono en mi casa...-dije seria y amenazante. Sabía que poco a poco Isabella iba mostrándose. Respiré hondo y sonreí irónica- Dígame, ¿Cuál es su problema?

- Me quitó a mi gerente.-dijo en un tono menor.

- Ah...-dije como si acabara de entender.- ¿Entonces es suya la mina del Roach Terra?

- No, es de mi nieto Anthony.-dijo inmediatamente.- Yo solo la administro sus bienes, como marca la ley.

Sonreí sarcásticamente.

- La ley dice muchas cosas que no siempre son ciertas.-dije a modo de chiste privado.- pero si es así, lo siento mucho, pero va a tener que buscarse a un sustituto...o ponga a su hijo al mando, ya que es tan eficiente y lo quiere tanto. Así todo queda en familia.

Al ver su cara desencajada por la rabia que intentaba ocultar, agrandé mi sonrisa.

- ¿Qué estás buscando?-preguntó con voz siniestra y ronca. “Tu ruina, maldita” dije para mí misma.- ¿Robarme a mis socios?¿A mis empleados?¿A mi hijo?...¿Qué sigue ahora?¿Mi casa?¿Mi dinero?¿¡El respeto que me tiene este pueblo!?¿¡Tú crees que te lo voy a permitir!?



Se intentó acercar a mí cegada por la rabia pero mis guardias siempre alerta entraron al salón y la sujetaron de ambos brazos inmovilizándola.

- Mucho cuidado con lo que hace, Doña Elizabeth.-dije mirándola sin inmutarme.- Tengo un sistema de seguridad muy efectivo.

- ¡Soltadme!-dijo mientras se sacudía los brazos de mis guardias.- No tienen derecho a tocarme.

- Ni usted de agredirme en mi propia casa...- dijo seria.- podría dar parte a la policía por esto y mandarla a la cárcel.

Ella asintió y suspiró resignada.

- Por eso fue que regresaste...¿Verdad, mugrosa?- preguntó intentando ver algo que le afirmara que era aquella pobre y destruida minera.- tu a mí no me engañas...yo se quien eres. Te habrás convertido en una mujer fina, pero debajo de ese barniz de cultura y clase...se esconde la misma minera de siempre.

Reí entre dientes y me senté en el sillón aparentando tranquilidad.

- Ya veo que usted está muy obsesionada con esa mujer...-dije mirándola.- si yo fuera usted, señora, saldría de dudas...¿Acaso no le hicieron al cadáver un reconocimiento, un estudio de ADN o una autopsia?

- ¿Tu crees que soy estúpida?Esa mujer se quemó en un incendio.-dijo posando sus manos en sus caderas.

- Pues con más razón debieron hacérselo.-dije mirándola desafiante.- ¿No le parece?

- No voy a para hasta dar con la verdad...-dijo mientras yo me levantaba para ponerme a su altura.- Y ese día nos vamos a ver las caras, Verónica Dantés.

Le indiqué donde estaba la salida sonriendo cuando vi que se marchaba. Tenía que hablar con mis amigos pronto y comentarles la situación, estaba segura que Elizabeth Masen no iba a descansar hasta que no consiguiera exhumar mi supuesto cadáver y comprobar lo que ya sospechaba...y eso había que impedirlo a toda costa.

La puerta de la entrada volvió a abrirse y Tyler Crowley apareció por la puerta. Hoy iba a ser un día de locos, no cabía duda.

- Hola de nuevo, jefa.-dijo entre coqueto y divertido.

- Hola de nuevo, vicepresidente...-dije sonriendo de vuelta. Cada vez era más difícil fingir, sobre todo, después de lidiar con los lobos tanto tiempo.

- Me gusta como suena eso...vicepresidente Crowley.- dijo como enmarcando las letras en el aire con las manos.- siempre he querido un puesto como ese y siempre he querido tener una jefa como tú.

- ¿Ya estás tan eufórico y aún no te he dicho tu sueldo?Que intensidad la tuya Tyler...-dije empezando a tutearle.

- Bueno, estoy seguro que viniendo de ti va a ser muy bueno. Además, lo mejor de todo esto es que vamos a estar como tu bien dijiste...- dijo mientras se acercaba a mí provocativamente.- muy...cerca el uno del otro.

Miré su boca y sonreí coqueta.

- Y...¿Qué tan cerca ingeniero?-le pregunté volviendo a mirar sus ojos. En ellos, vi el brillo del triunfo, ese brillo que tienen los lobos antes de atacar.

- ¿Quieres saber?-me pregunto mientras que se acercaba a mí invadiendo mi espacio para intentar besarme.

Cuando estaba a centímetros de mi boca los guardias de seguridad entraron en acción y me quitaron a Tyler Crowley de encima.

- Ey, ey...-dijo el ingeniero cuando lo inmovilizaron y lo separaron de mí.- Suéltenme...¡Ey...!¿¡Que pasa!?

Comencé a reírme al ver su cara de niño asustado.

- Mis guardias siempre están alerta.- dije tranquila acercándome de nuevo.- tienen órdenes de no dejar que ningún hombre me toque...a menos que yo lo desee. Hice un gesto con la mano a los guardias para que lo soltaran y se fueran. Ellos me obedecieron y se regresaron a su puesto. Cuando volví a mirar a Tyler, se estaba acomodando la corbata y la chaqueta.- Ah, y lo siento Tyler, pero no suelo tener romances con mis empleados...no me parece ético.

- Pero...-intentó replicar.

- Y aclarado el punto...-dije interrumpiéndole.- ya te puedes marchar. Mi abogado mañana te entregará el contrato donde aparecen los beneficios...laborales que obtendrás de mi. Buenas tardes.

Me retiré a mi cuarto dejando al ingeniero con la boca abierta. Mi primera victoria me supo dulce como la miel, Tyler Crowley ya había cambiado de bando...y Elizabeth había perdido a su empleado y a su amante.

Ahora tenía que atender otro asunto. Elizabeth Masen estaba segura que yo era Isabella Swan, deberíamos prepararnos para no dejar que lo descubra...y para ello, hay que sabotear la autopsia de mi supuesto cuerpo.





























Capítulo 30: CAPÍTULO 29 Capítulo 32: CAPÍTULO 31

 


 


 
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