Escuchaba un ruido molesto que me obligaba a despertar pero seguía allí, sin poder moverme, sin respirar siquiera. Pude notar un poco de aire en mi cara pero pensé que sería la misma muerte que venía a por nosotros.

También sentí como algo se movía en mi pecho y como alguien me llamaba...

-Vamos Isabella, respira, respira...- decía aquella hermosa voz.

¿Respirar?Ah.sí...pero no hay aire. No quería despertar y sentir que me ahogaba aquí había cierta paz.

-Vamos respira, ya hay aire.-repetía la voz y sentí que algo me zarandeaba.

De acuerdo, allá voy...Y respiré hondo y allí estaba el oxígeno. Quemó mis pulmones por lo que comencé a toser.

-Eso es...eso es.-decía la voz de Edward aliviada contra mi pecho.- Tenías razón, tu padre no se rinde.

Abrí los ojos y me di cuenta de la situación. Edward recostado en mi pecho tosiendo, mi camisa totalmente abierta dejando solo una pequeña camisa de tirantes que dejaba por poco mis pechos al aire.¡No,esto no!Me incorporé y lo empujé a un lado tapándome con la camisa y volviéndola a abrochar.

-¿Cómo crees que...?-dijo sonriendo.-¿Tienes vergüenza?¿Después de todo lo que hemos pasado tienes vergüenza?

Iba a responder cuando una caja con un teléfono dentro se abrió paso por el pequeño agujero que habían abierto para dejarnos respirar.

-Es para comunicarnos...-dijo Edward cogiendo el teléfono y me lo pasó.

Lo cogí y lo llevé a mi oreja.

-Papá.-dije tosiendo al tener que esforzarme para hablar.-¿Eres tú?

-Hija, si soy yo.-dijo angustiado.-¿Estáis bien el jefe y tú?

-Sí, papá estamos bien.-dije mirando a Edward.- Hubo un derrumbe de la chimenea de ventilación y dejó bloqueado el túnel de acceso.

-Por eso mismo no queríamos entrar por arriba.-me explicó.-¿Estamos bien?

-Sí, papá.-dije preocupada.-¿Y mi hijo?

-Está bien, él está con Esme y Emmett.-dijo tranquilo.- Ahora pásame al jefe...

-Sí...-susurré. Le pasé el teléfono a él.-Toma.

-¡Tigre!Llegaste justo a tiempo...casi no lo contamos.-dijo sonriendo.-De acuerdo...¿En unas horas?...Sí, por favor...Vale, gracias, adiós.

Las horas pasaron...calculaba que ya debería ser de noche.¡Quería salir de aquí ya!

-Entonces...-dijo Edward.-El padre de tu hijo no es de por aquí,¿No?

Me tensé al instante.¿Por qué tenía tanto interés en eso?

-Ya le he dicho que ese tema no le incumbe a nadie.-dije molesta y me intenté levantar pero me retuvo agarrando me brazo.

-Un momento, espera...-dijo reconciliador.-Tranquila, hemos estado a punto de morir aquí dentro...yo creo que eso nos hace amigos.- me miró sonriendo y me tendió la mano.-Mucho gusto, soy Edward Cullen.

-Mire...-dije parándolo en seco.-Vamos a irnos entendiendo, jefe. Yo soy su empleada pero no tengo porque ser su amiga...

-A ver si te entiendo.-dijo confundido.-¿Esto solo ha sido un accidente laboral obrero?

-Sí.-dije seca.-Eso fue...y nada más.

-No lo puedo creer...-dijo riendo.

No lo podía negar, tiene la risa más bonita que he oído nunca.

-¿Tienes calor?-dijo de repente.

-Ehhh...no.-mentí mientras me hacía un moño improvisado.

-Claro que sí, mírate...estás empapada.-dijo recorriendo mi cuerpo con la mirada. Esto no me gustaba nada...y menos como me hacía sentir esa mirada.- Vamos...no seas niña, quítate la camisa.- lo miré suplicante para que me dejara en paz.Se levantó y se dió la vuelta.-¿No? Está bien, ya puedes yo no veo nada...

Pero yo sí que veía, cada musculo de su espalda, su cuello, sus brazos...Me descubrió mirándolo y sonrió.

-¿Me estás mirando?-dijo sonriendo.

-No, claro que no...-dije reaccionando.

-Claro que sí...te he visto.-dijo divertido.

-Que no...-dije levantándome. Me estaba poniendo realmente nerviosa.-No tengo nada que mirar.

Poco después llegó la comida y el agua. Tenía mucho calor. Me asfixiaba. Miré como él e bebía media botella de un solo trago.

-¿Quieres?-me dijo dándome la botella.

-Sí, gracias.-dije cogiendo la botella, pero en el proceso también agarré su manos sin querer.

-Si vas a agarrarme la mano...-dijo intentando limpiarla.-Al menos deja que te invite a cenar.

¿Por qué el pensar en ese hecho me aceleraba el pulso?Me di la vuelta para que no viera mi sonrojo.

-No tienes porque estar a la defensiva todo el tiempo.-dijo serio.- Yo no soy como tus compañeros de la mina, jamás me voy a propasar contigo...Bella, ¿Me dejas ayudarte, por favor?

Le pasé la botella y después de echarse un poco en la mano la pasó con delicadeza por mi cuello. No pude, no podía tolerar su toque, así que me quité.

-¿Se puede saber que te pasa conmigo?-dijo frustrado.-Dime.

-¿Usted cree que esto es un juego?-dije enfadada.-No vuelva a tocarme nunca más. O lo mato.

Solo negó la cabeza, pero lo distrajo el sonido de las maquinas quitando piedras para sacarnos de allí. Ya habían llegado. Por fin.

-Hija.-me llamó mi papá.-Aquí estamos.

-Papá.- dije sonriendo y acercándome al agujero que ya era notablemente más grande.- Por fin estás aquí.

-¿Estáis bien?-dijo sonriendo desde el otro lado.

-Sí.-dijimos los dos.

-Pues vamos, prepararos.-dijo mientras se retiraba.-Os vamos a sacar de aquí.

Aunque la tensión era palpable entre nosotros, la felicidad de saber que pronto saldríamos de allí hizo que nos miráramos y sonriéramos el uno al otro.