Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 57: CAPÍTULO 56

Bella POV

Llegué a casa y como era una costumbre, me quité los tacones de una patada molesta. Por más años que los llevara, siempre me parecería incómodos. Escuché la dulce voz de Sue en el salón y me dirigí allí directamente.

-No te puedes dar por vencido, Carlisle.-dijo mientras palmeaba su hombro.- Merecen ser felices.

- Pues sí…-dijo suspirando.- Pero Esme me volvió a echar de su casa…no le importó que fuera a pedirla matrimonio.

Sue levantó la cabeza al oírme entrar y se puso en alerta.

-¿La viste?-me preguntó mientras me sentaba.- ¿Viste a Jane?

- ¿Te sientes bien, Carlisle?-pregunté preocupada evitando de momento el tema de esa loca.- ¿Te pasa algo?

- No…no te preocupes, Verónica.-dijo negando con la cabeza el mejor amigo de mi padre.- Solo no quiero hablar más del tema…eso es todo. ¿Qué pasó en la comisaría?

- Pude ver el interrogatorio de esa mujer a escondidas.-dije negando con la cabeza.- Pero no salgo de mi asombro, está peor que a los pobres enfermos que tanto torturó.

- A eso se le llama justicia divina.-dijo Sue segura.- ¿Nos delató?

- Pues si…pero entre incoherencias y sin nombrarnos.-dije mientras veía como se tensionaban aún más ante mis palabras.- Solo repite que Isabella Swan va a destruir este pueblo. También habló de los lobos que ya han muerto y de los pecados de cada uno. Garrett no entendía nada.

- Bueno, en cierta forma, los acusó,¿No crees, Carlisle?-dijo Sue algo más tranquila. Carlisle parecía estar en su mundo.- Lo que pasa es que Esme lo echó de su casa cuando le ha propuesto matrimonio.

Suspiré entendiéndolo, pero mi Metiche estaba muy asustada.

-Ten paciencia.- le dije para animarlo.- Es cuestión de tiempo que Emmett salga de su testarudez y los deje ser felices. Mi hermano solo está confundido, él quiere serle fiel al recuerdo del Tigre.

- Si pero…-dijo Carlisle afligido.- ¿Qué se supone que debo hacer yo? ¿Resignarme a perder a la mujer que amo?

- No…no la  vas a perder.-dije pensando en algo que llevaba en mi cabeza varios días.- Pero mientras esperas, tengo algo que proponerte…¿Qué te parece mantener tu mente ocupada llevando las riendas del pueblo? Nadie se ha preocupado de eso desde que murió Eleazar, y es una manera de hacer justicia para todo el pueblo, e impedir la corrupción de los lobos.

- Pues que vamos a hacerlo, Verónica.-dijo Carlisle con algo de emoción en la voz.- Este pueblo necesita un cambio.

Edward POV

Llegué a comisaría hecho una furia para hablar con Jasper, sabía que los fondos que había utilizado mi madre para invertir en bolsa, no eran de fiar y quería saber si había algo que pudiera hacer para averiguarlo.

Oí voces al final del pasillo, y aceleré el paso para ver que ocurría. Vi que uno de los guardias sujetaba a la doctora Demonds mientras se retorcía para intentar escapar. Parecía que no estaba en sus cabales.

-¡No la va a ocurrir nada, tranquila!-le gritaba el guardia.

Ella reparó en mí y frenó en seco su forcejeo. Me acerqué a ella en silencio extrañado por la forma en la que me miraba.

-Yo a ti te conozco…-dijo asustada.- Eres el hombre de la hiena Isabella Swan y el hijo de la loba, la peor de todas.

- ¿Qué hace esta mujer aquí?-le pregunté al guardia. ¿Por qué nombraba a Bella?

- Estoy huyendo.-me susurró aquella mujer.- No pueden saber dónde estoy. Me voy a ir de este pueblo…y tú también deberías irte. La hiena y la loba van a prender todo el pueblo en llamas, lo harán explotar. Esas dos fieras se enfrentarán a muerte…y solo una sobrevivirá. Ellas pelean también por ti, la que gane será la que se quede con tu corazón.

Sabía que estaba loca. Sabía que no tenía sentido y aun así, sus palabras me hicieron temblar de la cabeza a los pies.

-¿De qué me está hablando?-pregunté con el corazón a punto de salirse mi pecho.

- Señor no la haga caso…-dijo el guardia.- Ya ve que esta mujer no está en buenas condiciones.

- La loba quiere clavarme sus garras…-dijo mirándome casi pidiendo ayuda.- Ella me persigue porque no pude atrapar a su presa, y se escapó. Yo no quería, pero la hiena Isabella, se fue con el loco y la loca.

¿Eso quería decir que…? Dios mío, si Verónica era Isabella como siempre he sospechado, ella vivía en peligro.

-¿Por qué me hablas de ella?-la animé a continuar con los nervios de punta.- ¿Por qué ahora?

- No la haga caso, señor…-me repitió el guardia.- Usted sabe que esa mujer murió.

-¡No…no, no,no,no…!-dijo intentando zafarse del policía de nuevo.- Isabella no murió…¡Isabella Swan está viva!¡Viva!

- ¡Ya basta!-dijo Jasper apareciendo en ese momento.- Por favor, llévatela.

El guardia en silencio sacó y Jasper me miró con los ojos como platos.

-¿Por qué no me dejaste hablar más con ella?-le pregunté con sospecha. Y por su cara lo supe, sabía algo.- Dime, Jasper. ¿Qué está pasando en este maldito pueblo?

- Edward…-dijo reaccionando.- Solo quiero que esto no te haga más daño solo eso…ya has sufrido bastante. Solo déjalo estar.

- Quiero hablar con ella.-dije mirándolo a los ojos. Sabía que algo escondía y necesitaba saber que era. Algo me decía que esto podría cambiarlo todo.

- Edward…-dijo reticente.

- Necesito hablar con esa mujer…y si tú no me ayudas, lo haré yo.-dije decidido.- ¿Dónde la han llevado?

- Está bien.-dijo rendido Jasper y se acercó más a mí.- ¿Lo sabe tu mamá? ¿Sabe lo de Jane?

- Pues no lo sé…-dije siendo sincero.- Últimamente no sé nada de ella, ni siquiera duerme en casa. Pero me puedo imaginar donde y con quien estará…

- ¿Tú también te has dado cuenta?-me preguntó Jasper.- Yo no quería decirte nada Edward…pero creo que Garrett y tu madre tienen algo.

- Por lo menos, esta vez, está haciendo las cosas de frente…-dije encogiéndome de hombros.- Es evidente su interés por él, por eso ese policía se ha quedado a dormir dos noches en mi casa.

- No me da buena espina esa…romance.-dijo Jasper preocupado. Yo lo miré interrogante.- Y en cuanto a Jane, dame unos días…ahora está dentro de un proceso judicial y médico, para evaluar si necesita ser internada en un sanatorio mental o en la cárcel. Después podrás verla, lo prometo.

- Está bien…-dije suspirando y pensando en lo que me había dicho esa mujer. ¿Serían verdaderas mis sospechas? Eran iguales, olían igual, sabían igual, temblaban bajo mis manos de la misma manera… ¡Dios, si ella era, debería dejar que me matara del dolor! ¡Que se vengara! ¡Que acabara conmigo de una vez! ¡Por cobarde! O quizá ya lo hace…por eso se había vuelto a alejar, porque esa era parte de su venganza…ilusionarme para dejarme caer una y otra vez. ¿Qué iba a hacer si eso resultaba ser cierto?

- ¿Hermano? ¿Te ocurre algo?-me preguntó Jasper preocupado.- No tienes buena cara.

- No…no, solo divagaba en algo.-dije recobrando la compostura.- Voy…a ver a mi hija, Tanya últimamente me deja verla muy a menudo. Debo aprovechar.

- Sí, claro.-dijo sonriendo Jasper.- Mándalas un saludo de mi parte, y tranquilo, me pondré en contacto contigo para que veas a Jane.

- Gracias de nuevo, hermano.-dije abrazándolo con fuerza. Necesitaba ese afecto más de lo que me imaginaba.- Gracias por estar siempre ahí.

Me giré y me largué a casa de los padres de Tanya respirando hondo durante todo el camino. Sabía que mi hija me notaba cualquier sentimiento que tuviera, y eso no era bueno para ella.

Cuando llegué la vi cenando en la cocina y me senté a su lado conversando todo lo animadamente que podía, aunque la pena por lo que me dijo esa doctora me estuviera matando.

-Vamos hija…-dije sonriendo.- Termina tu vasito de leche. Eso te hará fuerte.

Ella sonrió y apuró el vaso. Eso me dejó algo más tranquilo ya que, al menos, comía bien.

-La he puesto el termómetro cada dos horas.- me dijo Tanya aliviada.- No ha tenido nada de fiebre.

- Bien.-dije sonriendo a mi princesa que llevaba un bonito gorro para tapar su falta de cabello.- ¿Y ya no te duele nada, cielo?

- No.- me dijo segura y sonriente. Parece que el día de mi hija había sido tranquilo y eso me llenaba de paz.- El duende y las pastillas me han curado.

- ¿Duende?-pregunté extrañado y divertido a la vez.- ¿Qué duende?

- Es un duende que nos visita a veces.- dijo mirando a su mamá sonriendo. Tanya puso cara de póker y carraspeó.- Es muy bueno.

Esto no me gusta nada. ¿Acaso Tanya tenía un amante?

- Vaya…y por lo que también es médico.-dije indagando un poco en el tema siguiendo el juego a mi hija.

- Si, algo así.-dijo con su ceño fruncido.- O por lo menos eso aparenta. Aunque se disfraza mucho para que nadie lo descubra.

¿Disfrazarse? Eso me era familiar…

-Cariño ve a jugar con papá mientras recojo esto.-dijo Tanya siendo afectiva. ¿Qué estaba pasando aquí?

- Si, papá.-dijo mi hija saltando a mis brazos.- Quiero enseñarte mi nuevo juguete.

- Sí, venga vamos.-dije cogiendo a Reneé en brazos para llevarla a su cuarto.- Y jugamos al escondite.

Subí al piso de arriba y mi hija corrió a esconderse riendo a carcajadas.

-Está bien, voy a contar…-dije mientras me apoyaba contra la pared.- Uno…dos…tres…cuatro…cinco…

Vi que ya era suficiente y me fui en su busca entrando en la habitación donde al parecer dormía Tanya. Miré debajo de la cama y me encontré una camisa, así que la cogí y la miré detenidamente. Era de hombre.

-Edward…-dijo Tanya desde la entrada del cuarto.

- ¿De quién es esto?-pregunté alzando la camisa color gris oscuro. Era de marca y de tela de la mejor calidad, lo noté al tacto.

Tanya me miró aterrada.

-Deja esa camisa, por favor.-dijo mirándome con miedo.

- Es una camisa de hombre…-dije sin dejar de mirarla.- ¿De quién es?

- Esto…era de mi papá.-dijo Tanya mirando al cielo.- Que en paz descanse. ¿Se te ha olvidado que esta era su casa?

Mi hija se acercó y la vio con detalle.

-No, mamá…-dijo con el ceño fruncido.- Esa camisa es del duente.

La miré interrogante.

-¡Renee!-la regañó.- Deja de hablar de tu amigo imaginario o te voy a llevar con un psicólogo.

- ¡Oye no hablas así a la niña!-la grité viendo que mi hija parecía perder un poco su color.- A ver, dime, ¿Qué escondes?

Vi furia en la mirada de Tanya y me preparé para sus acusaciones.

-¿Cómo te atreves a dudar de mí?-me preguntó encarándome.- ¿Cómo puedes después de todo lo que me has hecho?

- Estoy preocupado por la seguridad de mi hija.-la dije de vuelta.- ¿Vive un hombre aquí? ¿Con mi hija? ¿Es eso?

- ¿Y se fuera así qué?-me retó de nuevo.- ¿No puedo permitirme tener un amante después de todas las que tuviste tú?

- ¡Cállate!-la atajé.- ¡Está Reneé delante!

- Pues que se entere…-me dijo sin mediar sus palabras.- Que se entere que nos abandonaste por irte detrás de una mujer… ¡Que se entere!

- Ya no os peleéis, por favor…-dijo mi hija con la voz débil.

- Tu eres la que te fuiste de mi casa y te la llevaste, haciéndome sentir culpable de todo.-dije hecho una furia.- Cuando tú lo único que quería era estar cerca de tu amante.

- ¡Que no tengo ningún amante!-me gritó Tanya.

- Pues vas a tener que probarlo en un tribunal de justicia.-dije sin pensarlo dos veces.- porque voy a luchar por traer de vuelta a Reneé conmigo.

- Antes de quitarme a la niña me matas.-dijo Tanya con los dientes apretados.

- Pues ves consiguiéndote un buen abogado.-dije apretando los puños.

Sentí más que vi la caída de mi hija al suelo. Tenía sus pequeños ojos cerrados y le sangraba la nariz.

-¡Reneé!-grité cogiéndola del suelo para llevarla al hospital sin reparar en la reacción de Tanya.

Si algo la pasaba a mi hija, jamás me lo perdonaría.

Bella Pov

Sue y yo no parábamos de reír al ver a Jacob por las cámaras intentar saltar las murallas de la fortaleza, disfrazado como siempre de lo que tenía a mano y ese aire de inocencia de siempre.

-¿A quién creerá que engaña disfrazado así?-le pregunté a Sue.- Por mucho que se esmere, siempre lo voy a reconocer. ¿Qué? ¿Acaso se le olvida todo lo que viví con él?

- A veces es como un niño.-dijo Sue divertida y aliviada de saber que estaba bien.

- Paul.-dije pulsando el botón del teléfono para localizar a seguridad.- Por favor, traed al merodeador de la zona 3. Pero sin hacer ruido, tomadlo por sorpresa y traed a ese idiota frente a mí.

Sue y yo fuimos al salón y esperamos a que nos trajeran a Jacob, que solo maldecía pidiendo que lo soltaran. Me senté en el sillón y crucé las piernas al verlos aparecer. Esa era la magia de Jacob hasta en las situaciones más absurdas me divertía.

- ¡Jacob!-dijo Sue riendo.

- Hola Loca Mayor.-dijo sonriendo avergonzado cuando lo pusieron frente a nosotras los guardias.

-Ay, Jacob…Jacob…-dije poniendo mi mejor cara de póker.- No sé si darte un abrazo por la alegría de saber que estás bien…o romperte la cara.

- Me quedo con el abrazo.-dijo con la cabeza agachada.- Y quizá algún beso…

-Dejadnos solos, por favor.-les pedí a todos mientras ponía los ojos en blanco. Me levanté y me puse a su altura cuando los guardias y Sue abandonaron el salón en silencio.- Te quedaste en este pueblo y pensaste que poniéndote un sombrerito ridículo no te iba a descubrir.

- Yo sé lo que hago.-me recordó altanero.- Estoy aquí, vivo y coleando.

- ¿Por qué no has respondido a las miles de llamadas que te hice?-pregunté enfadada.- ¿Se puede saber qué hacías aquí escondido espiándome?

- Quería saber si Edward ya estaba viviendo aquí, contigo.-dijo con la cabeza alta.- Eso quería saber.

Jacob parecía resentido y eso parecía que era lo que lo mantenía aquí.

- Ni vive aquí, ni lo hará.-dije cruzándome de brazos a la defensiva. Era un tema que intentaba evitar todo lo que podía para evitarme ese dolor, pero Jacob no dejaba estar las cosas así como así.- Edward y yo no tenemos nada. Terminé cualquier relación que pudiera existir entre nosotros, y borra esa sonrisa, porque contigo tampoco quiero tener nada, ni contigo, ni con nadie.

Jacob borró su sonrisa poco a poco y guardó silencio.

-¿Por qué quieres deshacerte de mí?-me preguntó herido. ¿Eso creía, de verdad?- Me prometiste que te ibas a casar conmigo, se lo dijiste a todo el mundo.

¿Aún no entendía el riesgo que corría?

-¿Así? ¿Y cómo lo piensas hacer?-pregunté negando con la cabeza irónica.- La policía se presentaría en la iglesia para detenerte.

Pensó en ello y pareció recapacitar.

-Puedo esperar…-dijo tranquilo.- Esperaré a que termines tu venganza y después nos iremos de aquí lejos, a otro país, donde seamos libres de hacer lo que queramos…

- Jacob…-dije interrumpiéndolo.- Yo no tengo futuro. Cuando todo haya terminado, lo poco que quede de mí, se lo quiero dedicar a mi hijo. Así que es mejor que te vayas…y comiences una nueva vida, sin mí. Yo te quiero mucho, pero no de la manera que tú quieres…

- No me pienso ir sin ti.-dijo seguro de lo que hacía.

- Entonces cuando te atrapen, no recurras a mí.-dije enfadada. No quería verlo entre rejas, eso sería un duro golpe para ambos.

- ¿Cómo?-dijo ofendido.- ¿Piensas que he estado a tu lado todo este tiempo para que me protejas?

- No, no…-dije con las manos en alto rendida.- No quise decir eso…

- Mira estuve mejor cuando no había entrado en mi vida Isabella Swan.-me dijo altanero y herido.- Y puedo estarlo sin ti.

- ¿A dónde vas?-le pregunté cuando se fue decidido hacia la puerta.- ¿Qué piensas hacer?

Se paró en seco y me encaró.

-Creo que ese no es tu problema.-dijo antes de irse.

Pulsé el botón de seguridad en el teléfono y les pedí que siguieran a Jake. Necesitaba saber sus pasos, no podía permitir que lo capturaran, al precio que fuera.

Carlisle entró por la puerta con cara de preocupación.

-Fui a comisaría a contarle a Garrett todo sobre lo que pasó en la explosión de la mina.-dijo de repente.- No te preocupes, fui en calidad de testigo solamente. Quería comprobar algo, y era lo que nos temíamos.

- No me digas que…-dije sin poder terminar la frase.

- Sí, Elizabeth y Garrett son amantes.-me dijo sin miramientos.- La acusé de todo lo que ocurrió y ese policía no me creyó. No lo puedo asegurar, pero la verdad es que se molestó mucho, y si esto es así…estamos perdidos.

- Oí rumores por el Club…pero quería cerciorarme.-dije pensativa.- Garrett está empezando a caer en las garras de esa loba…si es que no cayó ya por completo.

- Pues eso sería muy malo para nosotros, y para el pueblo.-dijo suspirando Carlisle.- Me pregunto si pesará más su atracción hacia la loba…o hacia la justicia. Esa balanza va a ser imposible de equilibrar para él.

La puerta de la casa se abrió y dejó pasar a una Ángela muy enfadada.

-¡Anthony te dije que no quería verte!-gritó encarándolo.- ¡Vete de aquí!

- Porque tenemos que hablar.-dijo Anthony en tensión.

Carlisle y yo nos miramos, y él se retiró para dejarme controlar la situación. ¿Qué demonios ocurría ahora?

-¡Tú y yo no tenemos nada de qué hablar!-gritó Ángela llorando.- ¡Lárgate!

- ¿Qué está pasando?-pregunté acercándome a ellos que me miraron a la vez recobrando algo de compostura. Ángela solo me miró en un mar de lágrimas y se fue corriendo a su cuarto. Cuando iba a seguirla vi a Sue en las escaleras escondida y la dejé al cargo de aquella niña que parecía destruida.- Espero que me lo expliques tú, Anthony.

Él agachó la cabeza y respiró hondo.

-Ella…ella…-dijo tragando saliva.- Ella está embarazada.

¿Qué? ¿Ahora? ¡No!

-¿Qué estás diciendo?-le pregunté en shock con los ojos como platos.

- Sí…-me dijo mi hijo tocándose la nuca.- Me lo acaba de decir.

Intenté controlar mi expresión de ira y lo miré como mejor pude. Estaba furiosa con él y no podía regañarlo como hubiera querido. Una vez más mi hijo no hacía bien las cosas y no podía estar ahí como su madre.

-Vamos a sentarnos.-le dije mientras me dirigía al salón. Me di la vuelta y lo encaré.- ¿Y ahora qué piensas hacer?

Este era el momento que tanto temía. Era la hora de averiguar en qué se había convertido mi hijo en las manos de Elizabeth Mases.

-No lo sé…-me dijo mirándome y algo dentro de mí se reveló. Sabía que mi hijo iba a tomar la decisión equivocada.- Para mí, lo más lógico, sería que ese niño no naciera.

Lo miré enfurecida. Se estaba convirtiendo en su padre. En una sombra debajo de las faldas del ejercito de su abuela. Su más preciado tesoro. Como Lucifer hace con sus hijos.

-¿Te parece bien acabar con la vida de un ser humano cuando fuiste tú mismo quien lo creó?-le pregunté intentando controlarme.

- Todavía no es un ser humano.-me dijo negando con la cabeza triste.- Son células…quizá aún estemos a tiempo…

- ¿Cómo eres capaz de decir eso?-le pregunté con los dientes apretados.- Tu también fuiste eso, y a tu madre seguro que no se le ocurrió pensar en ti como una célula, ni como un diente que se puede sacar cualquier día en el dentista… ¡Por eso a día de hoy, estás aquí!

- Usted no sabe nada…-me dijo enfadado. Sabía que Isabella Swan era un tema difícil para él, pero tenía que recordarlo.

- Mucho más de lo que tú crees.-le dije sin poder evitarlo. Yo no había sacrificado mi alma y mi cuerpo en tener un hijo para perderlo ahora así como así, no lo iba a permitir.- Por eso no voy permitir que cometas un error que vas a pagar el resto de tu vida.

- El error ya lo cometí.-me dijo tembloroso.- No tomé precauciones. Me equivoqué y por eso quiero arreglarlo lo mejor posible.

- ¿Y matando a tu propio hijo lo estás arreglando?-le pregunté para que recapacitara.

- No hable de matar, Verónica.-dijo tristemente.- No soy un asesino.

- Pero te comportas como si lo fueras.-dije intentando entrar en su cabeza. Necesitaba traer a mi Anthony de vuelta.- No sabes lo que es en la vida de un hijo tener a su padre…y que ese padre no se comporte como un desgraciado. ¿O es que tú no has pasado por eso?

Recordé todo lo que sufrí desde el minuto que el patán de Mike me violó y como desde que vi la cara a Anthony me di cuenta de que valió la pena cada lágrima.

- Deje de recordarme que nací sin un padre.-dijo al borde de las lágrimas.

- Pues aunque te duela esa es la verdad.-dije sin dejar de mirarlo.- Tuviste que crecer solo junto a tu madre porque Mike Cullen se comportó como un cobarde… ¡Como estás haciendo tú con Ángela!

Me miró en shock y se levantó del sillón hecho una furia. Me levanté junto a él y lo encaré.

-Mire señora... ¿¡Por qué mejor no se calla!?-me gritó como si no fuera nada para él.- ¿¡Quién se cree para estar opinando de mi vida!?

¡TU MADRE! Pensé mientras le cruzaba la cara con toda la rabia que me estaba recorriendo el cuerpo. Se llevó la mano a la cara en shock mirándome mientras veíamos como nuestras caras se inundaban de lágrimas contenidas.

Intenté controlar mi respiración pero no pude lograrlo, sabía que posiblemente mi hijo se alejaría de mí…y que había perdido todo lo que había ganado durante este tiempo. Pero de algo estaba segura, mi hijo iba a reaccionar aunque me llevara por delante.

-¿Cómo se atreve?-me preguntó llorando.- ¿Se volvió loca? ¿O se cree mi madre para golpearme?

- ¡Pues como si lo fuera!-le grité plantándole cara.- Pero no voy a permitir que salgas por esa puerta sin demostrar que eres tan hombre para aceptar a tu hijo como fuiste para engendrarlo.

- No lo hice yo solo…-intentó disculparse.- Ella estuvo ahí conmigo.

- Sí, pero ella está afrontando las consecuencias.-le recordé limpiándome mis lágrimas.- No está evadiendo su responsabilidad, como tú. Me duele saber que está sufriendo sola, porque es demasiado joven, tanto como lo era tu mamá. No me quiero imaginar todo lo asustada y lo sola que tuvo que estar… ¿Y qué fue lo que hizo?¡Dime!¿¡Qué hizo Isabella Swan!?

- Me tuvo…-dijo en un susurro.

- Exacto, se llevó al mundo por delante y decidió tenerte.-dije narrando mi propia historia desde fuera.- Porque entendió que aunque fuiste concebido de la peor manera posible, tenías derecho a vivir. Y ella te amó a pesar de sus miedos.

Algo se quebró en sus ojos y respiré tranquila. 

-Por favor, no me hables más de eso.-dijo llorando.

- Pues alguien tiene que hacerlo.-dije secándome las lágrimas.- Porque Ángela, no va a tener ningún problema para salir adelante, pero si tú no entiendes en ese mismo instante que ese niño es tu responsabilidad, nunca serás el hombre que tu madre y tu abuelo quisieron que fueras. El hombre del que hoy se sentirían muy orgullosos.

- Tiene razón…-dijo sentándose hundido en el sofá llorando. Se permitió ser niño por una vez en su vida, y eso era lo que buscaba también, que mi hijo dejara salir todo ese dolor.- Yo voy a ser ese hombre y me voy a hacer cargo de mi hijo. Aunque me muera de miedo.

- No te voy a dejar solo.-dije sentándome a su lado. Le tendí mis brazos y él se refugió en ellos.- No voy a permitir que te dejes vencer por el miedo. Siempre voy a estar de tu lado.

Apretó su agarré y suspiró hondo.

-Gracias Verónica, gracias por no dejarme ser como mi padre…-me dijo con la voz ronca.

- No eres como él, eso lo acabas de demostrar.-dije oliendo su suave aroma varonil. ¡Como quisiera regresar el tiempo y haber podido abrazar a mi hijo así todos los días!- Ahora tienes que hablar con Ángela. Ella debe saber que vas a estar a su lado y al de ese bebe que viene en camino.

- Sí, tengo que hablar con ella…la he hecho daño.-dijo levantándose.- ¿Me acompañas?

- Claro.-dije sonriéndome. Me levanté y sujetándolo del brazo lo conduje hasta la habitación de Ángela. No importaba que estuviera Sue, Anthony nunca había oído hablar de ella.

- Ángela.-dije con voz tierna al entrar. Estaba en la cama llorando desconsoladamente junto a Sue.- Anthony tiene algo que decirte.

- No quiero escucharlo.-dijo limpiándose las lágrimas.

- Pues tendrás que hacerlo, al menos, por esta vez.-dije y vi como Anthony se acercaba a ella y se arrodillaba junto a la cama sujetando sus manos.

- Perdóname, Ángie.-le dijo mirándola a los ojos con adoración.- Perdóname.

La abrazó llorando y solo entonces me di cuenta que no solo ellos lloraban, Sue y yo teníamos el rostro enmarcados en lágrimas. Respiré hondo y miré a Sue sonriendo. Anthony no era como ellos, Anthony no había perdido la partida contra el mal.

Capítulo 56: CAPÍTULO 55

 


 


 
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