Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 52: CAPÍTULO 51

Bella POV

Me desperté cuando sentí un movimiento al lado y me topé con su rostro frente a mí.

-¿Edward…?-susurré incrédula. ¿Esto había sucedido de verdad? ¿No había sido un sueño? Miré a mí alrededor y vi nuestros cuerpos desnudos, la ropa por el suelo y por último, el reloj, que marcaban las doce de la mañana.

Sonreí como una estúpida al asimilar lo que pasó la noche anterior y suspiré hondo sintiéndome feliz después de tanto tiempo.

Lo miré de nuevo y me quedé ahí, observando atentamente su rostro. Me preocupé al reparar en sus ojeras, no parecían tan profundas cuando estaba despierto, pero ahora podía verlas de cerca me hacía una idea de las noches en vela que había pasado durante todo este tiempo. Ahora que todo se veía de otra manera, supuse que para él, todo lo que había pasado, no había tenido que ser nada fácil…porque por más que no hubiera creído en mí, el dolor de la pérdida siempre le tendría que haber pesado.

Noté como comenzaba a moverse y temiendo que su reacción no fuese tan buena como la mía cerré los ojos para no enfrentarlo todavía. Sentí como se movía un poco, quizá extrañando donde estaba y después se quedó quieto y suspiró hondo por unos minutos. Poco tiempo después sentí como se hundía el colchón cerca de mí y después sus labios en los míos, en mi nariz y en mi frente.

-Te amo…-me susurró antes de seguir dando besos por mi cara.- Te amo, te amo, te amo…

Se separó un poco y yo sonreí levemente haciéndome la remolona sin abrir los ojos, solo por el simple placer de sentirme amada. Él se puso a reír levemente y se levantó de la cama para buscar su ropa.

Abrí un poco los ojos para ver que hacía y lo vi en ropa interior mirando su móvil con el ceño fruncido, seguramente por temas de trabajo. Cerré los ojos y me di la vuelta para seguir en mi burbuja de felicidad.

-¡Dios mío, no puede ser!-dijo con voz temblorosa.

Abrí los ojos y me incorporé mirándolo preocupada, quizá era algo relacionado con su hija.

-¿Qué ha pasado, Edward?-le pregunté viendo peligrar esta felicidad que sentía cuando vi que buscaba rápido la ropa.

- Es Tanya…-dijo casi enfadado mirándome. Me incorporé y anudé la sábana a mi espalda.- Anoche intentó suicidarse.

Negó con la cabeza y yo noté como mi burbuja me estallaba en la cara. Parecía que ya estaba pagando el precio por caer una vez más con Edward Cullen, porque esto era lo que pasaba cuando perdía el control de la situación y dejaba que los sentimientos ganaran la partida.

-Me siento mal…-dije dejando que el sentimiento de culpabilidad me embaucara mientras Edward terminaba de vestirse.- No es posible que Tanya haya hecho eso.

-Tengo que irme, mi amor…-dijo volviendo a la cama y acercándose a mí.- Y perdón, siempre pensé que tendríamos un amanecer más dulce.

Asentí intentando poner a Verónica Dantés entre los dos.

-Ve con ella, Edward.-dije mirándolo fríamente aunque esto me doliera más que a nada. Él se acercó para besarme pero retiré la cara a tiempo para evitar ese beso.- No, vete ya.

Él suspiró, se bajó de la cama y tras coger sus zapatos se fue por la puerta después de mirarme con sus ojos llenos de arrepentimiento. Me levanté suspirando y me dirigí a la ducha pensando que quizá el universo estaba en contra de que Edward y yo estuviéramos juntos, que quizá no era el momento de pensar en el amor y que tenía que terminar lo que había empezado.

Froté mi cuerpo con rabia entre lágrimas para intentar borrar de mí sus caricias, para volver despojarme de Isabella Swan y volver a ser Verónica Dantés…pero Bella estaba demasiado enraizada, siendo toda sensaciones, en toda su extensión, y haciendo que mi corazón latiera desbocado dentro de mi pecho.

Salí de la ducha cuando comprendí que era inútil, que al menos por hoy, Bella Swan iba a quedarse conmigo porque necesitaba un respiro. Esto era lo que sucedía cuando la dejaba dentro de mí tanto tiempo, cuando tenía que fingir ser quien no era todos los días y a todas horas, y sin ser consciente de que Jacob ya no estaba para guiar los pasos de Verónica.

Jacob.

-¡Eres de lo peor!-me recriminé en el espejo peinando mi pelo con fuerza.- No hace ni veinticuatro horas que Jacob ha salido por esa puerta con el corazón hundido por tu culpa, no hace ni veinticuatro horas que lo dejaste por no poder amarlo…¡Y ya has caído en las redes del único hombre que no te conviene…!¡Y lo peor de todo es que tu prometido, o más bien, ex prometido lo tenía más claro que tú!¿Desde cuándo pierdes el control así?¿Es que quieres acabar encerrada otra vez?¡Pueden descubrirte, idiota!

Sentí la risa de Sue en mi espalda y la miré ceñuda a través del espejo.

-No sabes lo que echaba de menos ver a Isabella Swan por estos lares…-dijo risueña a pesar de ver mi mal humor.- Esa chica que me hace reír y no temblar cuando se enfada.

- Esa mujer está enterrada, ya te lo he dicho muchas veces.-dije suspirando con la voz ronca.

- Porque tú no paras de echar tierra sobre ella…-dijo con los ojos en blanco. Salí del baño y me senté en un sillón sin saber qué hacer. Oí suspirar a Sue, me siguió y se sentó a mi lado. - A ver, Verónica Dantés… ¿Qué ha hecho ahora la sentimental de Swan?

- ¡Estropearlo todo otra vez!-grité con rabia. Sue se paralizó en su sitio al ver mi reacción pero esperó paciente a que me estabilizara. Negué con la cabeza y miré por la ventana.- Anoche se acostó con Edward Cullen.

Ella me sonrió con dulzura.

-Eso no tiene nada de malo…solo disteis rienda suelta a la pasión que tanto tiempo lleva encerrada entre los dos.-dijo acariciando mi brazo.- No tienes que sentirte culpable.

- No me sentiría culpable si con ello no arrastrara a más personas…-dije sujetando el puente de mi nariz.

- No entiendo…-dijo Sue pensativa.- ¿A quién arrastras con todo esto? Tu relación con Edward es solo algo que os incumbe a los dos.

- Tanya Delani se intentó suicidar anoche.-dije levantándome del sillón para dirigirme a abrir la ventana. Necesitaba aire fresco.- Tanya estuvo a punto de morir por mi culpa.

La oí suspirar una vez más y se quedó un rato callada hasta que la miré.

-Eso no es cierto Isabella…tu no tuviste nada que ver en eso.-dijo negando con la cabeza.

- Pasé la noche con su esposo, Sue.-dije frotando mi frente paseando de un lado a otro.- Edward engañó a esa mujer conmigo. Y yo, traicioné a Jacob.

- Un momento…-dijo Sue mirándome incrédula.- Tu ayer terminaste con Jacob y los dos sabíais que esta separación era definitiva. Así que no te sientas tan mal ni por Jacob, ni mucho menos por Tanya Delani… ¿Ya olvidaste todo lo que esa mujer te hizo? ¿Hace falta que te recuerde cómo te llevó el vestido de novia a ese lugar para burlarse de ti?

- ¿Y eso que importa ahora?-pregunté con el nudo de mi garganta deshaciéndose.- Edward se casó con ella y tuvieron una hija que ahora está enferma. Yo nunca debí meterme en medio…nunca.

De repente la puerta del cuarto se abrió, dejando entrar a una Esme que cargaba con una cesta entre las manos.

-Si ya sabía yo que esto iba a pasar…-dijo soltando la cesta en la mesa y cerrando la puerta.- A ver, niña malcriada quiero oírlo de tu boca… ¿Qué pasó anoche con Edward Cullen?

Sue y yo nos miramos incrédulas. El instinto de mi madrastra nunca fallaba.

-¿Cómo sabes eso Esme?-preguntó Sue con los ojos como platos.- ¿Cómo sabes lo que ocurrió?

- No sé lo que ha pasado, pero las brujas tenemos nuestras mañas, y siempre hago lo mismo cuando le rompen el corazón a esta niña…-dijo entregándome la cesta. La abrí y vi que dentro estaban los dulces que más me gustaban junto con un termo de té recién hecho. Casi lloré al verlo.- Algo me empuja a hornear esos dulces y a preparar té con lavanda. Es como una señal que me dice que Bella Swan me necesita.

- Realmente las brujas existen…-dijo Sue riendo sorprendida mientras cogía un dulce de la cesta y mordí un trozo para disfrutar el sabor.

- Pues claro que existen….-dije disfrutando del sabor de ese dulce especial de chocolate y dando un trago de té directamente del termo.- Metiche, siéntate, necesito de tu consejo de bruja.

Las caras de Esme cambiaban de la alegría al enfado y de la risa al fastidio conforme iba contándole los acontecimientos de las últimas horas. Y es que, mi historia con Edward Cullen parecía sacada de una comedia romántica de clase B, eso si quitábamos mi tragedia personal de en medio.

-Mira, si Tanya Delani intentó quitarse la vida no es tu culpa…-me dijo sujetando mis manos.- Tu no tienes que cargar con ese peso, hija.

-Sí lo es…-dije  por enésima vez.- porque Edward y yo…

- Cuando Edward y tú os amasteis por primera vez, Tanya hizo todo lo posible para separaros y poder quedarse con él. -dijo Sue interrumpiéndome. Esme hizo un gesto que me decía que ella pensaba igual.

- Y sabiendo que él te amaba a ti.-dijo Esme completando lo que estaba diciendo Sue.

- Sí, pero el tiempo ha pasado Sue.-dije mirando al vacío.- Y las relaciones caducan. Ahora Tanya Delani es la esposa de Edward y la que sobra, parece que soy yo.

El sonido del móvil hizo que las tres guardáramos silencio. Me levanté y me puse a buscarlo por todos lados hasta que lo encontré debajo de la cama cuando dejó de sonar. En la pantalla aparecía como número privado.

-¿Y bien?-dijo Sue esperando mi respuesta.- ¿Es Edward?

Iba a responder pero el número volvió a aparecer en la pantalla acompañado del sonido que me alertaba de una nueva llamada.

-Isabella Swan…-dijo Esme frustrada.- ¿Quieres contestar de una vez?

 Deslicé el dedo por la pantalla y descolgué.

-¿Sí?-pregunté con el ceño fruncido.

- Verónica, soy yo, Edward…-dijo al otro lado de la línea aliviado.- Te llamo desde el hospital, mi teléfono se ha quedado sin batería.

- Edward, esto se tiene que acabar de una vez.-dije paseándome por el cuarto.- No me llames más.

- No cuelgues y escúchame, por favor.-dijo y parecía cansado. Solo eso me mantuvo con el móvil en la oreja.- Necesito verte.

- ¿Es que aún no entiendes que Tanya…?-le intenté recordar.

- Tanya está fuera de peligro.-me interrumpió.-por favor, necesito verte. No me digas que no.

Puse los ojos en blanco y suspiré.

-Bien.-dije cortante.- ¿Dónde y cuándo?

-En el parque natural de la salida del pueblo.-dijo con la voz ronca. Ese era nuestro lugar, en ese parque fuimos felices hace muchos años, era el lugar perfecto para cerrar nuestro ciclo. Y por eso lo supe, él también quería acabar con esto.- En una hora. ¿Te viene bien?

- Allí estaré.-colgué sin esperar respuesta y me caí rendida una vez más al dolor que me causaba perder a Edward Cullen una vez más.

Edward POV

Me limpié las lágrimas mirando el reloj, casi era la hora de que llegara y por primera vez en años no quería verla. Sabía que era el final de verdad.

Si no lograba olvidar a Verónica no podría ver más a mi hija, Tanya había sido muy clara...y Reneé necesitaba de ambos para superar todo lo que iba a venir durante la quimioterapia. Si alguno de los dos la fallaba, no tendría la suficiente fuerza y ganas para continuar.

Me levanté de debajo de aquel árbol decidido a acabar con lo que quedaba entre esa mujer y yo, por el amor que sentía por mi hija, lo único puro y bueno que me quedaba en la vida.

Miré de nuevo el reloj y vi que llegaba unos minutos de retraso, quizá había sido muy arriesgado no decirla en que parte del parque quedar, pero algo me decía que sabría dónde buscarme. Si ella era quien creía que era, sabría donde venir ya que este lugar fue especial para los dos.

Dejé de divagar cuando la vi aparecer vestida con un pantalón negro ceñido, una camisa color verde azulada y tacón alto. Y entonces supe que jamás podría olvidarla por más que lo intentara, por más que se me fuera la vida en ello. Aquella era la mujer de mi vida.

-Aquí estoy.-dijo frente a mí con los ojos acuosos  y la voz ronca.- Muy incómoda de verte después de todo lo que ocurrió anoche.

Anoche. Si lo solo me dejara llevar por lo que pasó anoche, la llevaría a lo más profundo de ese parque y la haría mía de nuevo. No había nada que se comparase al placer de verla desecha en mis brazos, porque su cuerpo nunca logró engañarme. Jamás.

-Por un momento pensé que no volvería a verte así, sin ese muro entre los dos y sin esa máscara que llevar puesta.-dije reconociéndola que no esperaba que aceptase hablar conmigo.- Y me dio terror, porque no puedo dejar esto así. ¿Lo entiendes? No voy a poder vivir sin verte así otra vez.

Miré sus ojos verdes diciéndola lo que no podía con palabras. Ella asintió lentamente y desvió la mirada al cielo, casi como si clamara las fuerzas que parecían faltarla.

-Es mejor así, Edward. Va a ser más fácil para los dos.-dijo mirándome apenada y casi vi en sus ojos como el hielo estaba preparado para instalarse entre los dos.- Nunca hemos tenido otra opción.

-Lo sé.- dije suspirando resignado.- Tanya amenazó con llevarse a mi hija, alejarla de mí para siempre.

- ¿Qué?-preguntó incrédula. Había rabia y dolor por mí, como si ella misma sintiera por lo que estaba pasando.

- Yo sé que solo me está manipulando pero…-intenté explicarla pero me interrumpió posando sus manos en mi pecho.

- No digas más…yo te entiendo.-dijo dejando en sus ojos todos los secretos que no me podía decir.- Yo sé que un hijo está por encima de todo…Debemos separarnos aunque se nos rompa la vida. No podemos iniciar algo sobre la desgracia de nadie.

Agarré sus codos y me acerqué a ella.

-Nunca dejaré de sentir lo que siento por ti.- dije con el alma en esa mirada que la dirigí. Vi como sonreía levemente pero de manera sincera.- Nunca.

Sus lágrimas aparecieron por sorpresa y casi hacían que cometiera la locura de huir de aquí con ella. Solo mi hija me hacía mantener los pies sobre la tierra.

-Yo tampoco.-dijo exponiendo en dos simples palabras que sentía lo mismo que yo. Pasé mis dedos por su rostro para limpiar sus lágrimas mientras miraba pensativa mis labios.- Solo te pido algo…

- Lo que sea.-dije con la voz quebrada. Esto nos estaba matando.

- Un último beso.-dijo sonriendo tristemente.

Puse la mano en su nuca y la atraje hacia mí. Como si de repente hubiera recuperado la fuerza de sí misma, se lanzó a mis labios besándome con anhelo, con frustración como haría cualquier persona que es condenada a muerte y se despide de su alma gemela.

Pero como todo en esta vida se termina este beso no iba a ser menos y como siempre fue ella quien lo acabó, porque si fuera por mí, me quedaría aquí el resto de mi vida.

-Ya, es suficiente.-dijo inclinándose hacia adelante y retrocediendo con la respiración agitada. Como si le hubiera pegado un tiro en mitad del abdomen.- Esto solo no está haciendo más daño, Edward.

- No puedo creer que este sea nuestro último beso, no me resigno a perderte.-dije agarrando su mano para que no se alejara más.

- Tienes que pensar en tu hija…-dijo entre las lágrimas.- Ella te necesita.

- Lo sé pero no puedo creer que por el egoísmo de Tanya tengamos que renunciar a lo que sentimos.-dije con rabia.

- La vida está llena de injusticias, Edward.-dijo apretando mi mano para intentar quizá darme fuerzas.- Acostúmbrate. Yo ya lo hice hace tiempo.

- Te amo…-fue lo único que pude decir en medio del dolor que estaba sintiendo y que apenas me dejaba respirar. Fue algo parecido a lo que sentí cuando Bella tuvo el incidente en la mina y esa sensación me dio terror.

Ella rompió a respirar agitadamente quizá para sobrellevar mejor el dolor que sentía. Se mordió el labio como se quisiera evitar decir alguna locura.

-Adiós.-dijo hecha pedazos. Jamás la había visto tan destruida y vulnerable, y sentí aún más dolor al imaginarme que esta pudiera ser la verdadera Verónica Dantés.- Y esta vez es para siempre. Recuerda que es por el bien de tu hija, ella no tiene la culpa de nada. Piensa en ella y no vuelvas a buscarme nunca más.

Retrocedió unos pasos y se dio la vuelta asintiendo, como si pensara que ya todo estaba hecho, como si se concienciara de que no había vuelta atrás.

Aun así lo que me terminó de destrozar no fue que se largara de allí, ni que esto terminara. Lo que de verdad me hizo ponerme de rodillas fue la fuerza de su mirada al convertirse en hielo otra vez, dejándome ver, que volvía a ser la mujer implacable que conocí.

Bella POV

Llegué a casa y vi como Ángela, Sue y Anthony  estaba sentados comiendo entre risas y me quedé mirando desde la puerta del comedor buscando la fuerza para enfrentar la realidad.

-Hola, Verónica.-dijo mi hijo acercándose a mí. Me dio un beso en la mejilla y eso me hizo reaccionar.- Venga a comer con nosotros, hay comida italiana y está riquísima.

- Sí, vamos Verónica.-dijo sonriendo Ángela levantándose y plantando otro beso en mi mejilla.

Forcé una sonrisa y me senté en la mesa, tocando mi mejilla incrédula por la cercanía de mi hijo y mi ahijada. Sue al ver que no respondía, pidió a Charlotte que me sirviera la comida y algo de vino.

Sentí la conversación durante la comida como algo lejano, como el ruido de ambiente que se escuchaba en un bar hasta que sentí la mano de Sue sobre la mía.

-¿Verdad que sí?-me preguntó Sue haciendo que volviera al mundo real.

- Ah, claro.-dije forzando otra sonrisa agradeciéndole a Sue con la mirada.

-¿Te sientes mal Verónica?-me preguntó preocupada Ángela.- Porque no has probado la comida y está buenísima.

- No lo que pasa es que no tengo apetito.-dije disimulando mi tristeza bebiendo agua.

- ¿Y cómo van tus planes de la universidad, Anthony?-preguntó Sue a mi hijo para cambiar el rumbo de la conversación.

Vi a mi hijo sonreír avergonzado y presté atención.

-Bien, muy bien.-dijo suspirando contento.- Me aceptaron en Washington para estudiar Ingeniería en minas y metalurgia. Quiero ayudar en el negocio familiar y estoy seguro que mi abuelo se sentiría muy orgulloso de eso.

La mención de mi padre fue el colmo que hizo que rebosara por dentro. Tenía tanto dolor acumulado, que el simple hecho de la mención del único apoyo que me faltaba ahora mismo hizo que estallara en mil pedazos en ese instante.

Anthony se fijó en mí y vio como mis ojos comenzaban a rebosar lágrimas sin parar.

-¿Qué pasa Verónica? ¿Dije algo malo?-preguntó confuso.

- No, no cielo… me conmueve muchísimo que pienses en tu abuelo. -dije encontrando la voz de donde estaba guardada. En ese momento pensé que montaría todo un espectáculo si no me iba  de allí, así que tomé eso como una señal para irme.- Perdonad que me vaya así, pero hoy no me siento bien.

Me levanté de la mesa y subí rápidamente a mi cuarto para dejarme caer al suelo sin fuerzas para caminar. Casi no fui consciente como entre dos guardias me recogían del suelo momentos después y me subían a la cama entre los brazos de Sue que me acariciaba como aquellos meses en los que estuve loca.

-Sigo siendo la misma estúpida Sue.-dije llorando por todo lo contenido durante el día en cuanto los guardias salieron.- La misma que se derrumba y llora por un amor que sabe que es imposible.

- Bella, para mí que llores es una bendición.-dijo sin dejar de acariciarme.- Obviamente me duele que sufras, pero también me alivia…eso significa que sigues siendo humana, que sigues siendo la misma Isabella que conocí un día con un corazón enorme lleno de sentimientos nobles.

- No, esto no es un sentimiento noble…-dije con la mirada hacia la nada.- Es mi perdición. Cuanto me costó despedirme de él. Me desarma, logra que me olvide de todo…hasta del juramento que le hice al Tigre.

-Edward no asesinó a tu papá…-me recordó Sue con paciencia.

- Sí, pero es el hijo de su asesina.-dije imaginándome a Edward mirándome con odio.- Y siempre tendrá el instinto de defenderla. Se va a poner en mi contra por ella. Me espera una guerra a muerte con el hombre que amo.

- Quizá no…-dijo Sue esperanzada.- Si la haces pagar por la ley sin tomarte la justicia por tu mano.

- Un hijo no entiende de leyes.-dije con voz contenida.- Para Edward yo siempre seré la persona que destruyó a su madre. Mi vida será una cadena de desgracias porque, pase lo que pase…voy a seguir amando a un hombre que, tarde o temprano, me va a odiar.

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¡¡Perdonad la tardanza, pero me es imposible actualizar con regularidad...aún así aquí está un nuevo capi!!Espero que os guste.

Un abrazo, Ness.

Capítulo 51: CAPÍTULO 50 Capítulo 53: CAPÍTULO 52

 


 


 
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