Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 33: CAPÍTULO 32

BELLA POV

Cuando Edward se marchó como alma que lleva el diablo de allí, mandé a Jacob para que lo siguiera. Quería saber si Edward se iba a encontrar con su amante esta noche.

Seguí caminando por el salón en penumbras, de un lado a otro, esperando noticias.

- Uno, dos, tres, cuatro...-susurré entre dientes. Aunque ya había pasado varios años, nunca fui capaz de perder la costumbre caminar de un lado a otro contando mis doce pasos.- cinco...seis...

Jacob llegó en ese momento y encendió la luz del salón. Ahogó un grito al verme y se puso una mano en el pecho.

- ¡Dios, Verónica, no vuelvas a darme un susto como ese!- dijo respirando agitado.

- Te estaba esperando.-dije sin más acercándome a él.- ¿Qué hizo Edward después de irse de aquí?

- Nada.-dijo seco.- Se fue con su familia

Ni siquiera me miró, solamente se fue hacia el mueble bar y se sirvió una copa.

- ¿No se encontró con su amante secreta?¿Estás seguro?-pregunté frunciendo el ceño. Conocía lo suficientemente bien a Edward, y se fue de aquí furioso...Él siempre olvidaba sus penas de la misma manera, unas copas y después lanzarse a los brazos de alguna mujer...yo misma, un día, fui una de esas mujeres.

- Sí...estoy seguro.- dijo dando un trago a su vaso. No me fiaba...Jacob era como un libro abierto y esta noche estaba muy raro.- ¿Es que no confiás en mi?

- No, no es eso...-le negué mirándolo.- Es solo que tardaste mucho, y pensé, que bueno...podrías haber descubierto algo.

- Después de que deje a tu querido Edward Cullen en su casa, me fui a tomar unas copas a un bar...¿Tengo que pedirte permiso?

Lo miré con el ceño fruncido al ver que estaba enfadado.

- ¿Se puede saber que te pasa, Houdini?- le pregunté sentándome en un sillón.- Estás muy seco.

- ¿Seco?No para nada...-dijo mientras se ponía frente a mí y me miraba de frente.- Solo te miro, te observo...y me pregunto que es lo que pasa por tu, ahora, rubia cabecita...y lo más importante me pregunto que es lo que siente tu querido corazón.Eso es lo que me pasa, Isabella Swan.

Me levanté de un golpe y le planté clara.

- ¡Que ya no soy esa mujer!¿Cuantas veces te lo tengo que decir?-le pregunté enfadada entre dientes.

- Sí, sí que lo eres...-dijo acercándose a mi.- solo que ahora estás maquillada, teñida, mejor vestida y con unas cuantas lecturas más...pero por dentro sigues siendo esa minera que se sigue preocupando por Edward Cullen, y por lo tanto, eres la misma.

Jacob a veces era terco y cabeza dura...y era imposible hacerle entender nada cuando se ponía de ese humor. Lo mejor era hablar con él en otro momento, era tarde y los dos estábamos tensos y enfadados...

- No voy a perder mi tiempo discutiendo tonterías contigo.- le dije mirando como se terminaba de un trago su vaso.- Buenas noches.

Me dirigí a la salida para irme a mi cuarto.

- Buenas noches, Isabella.-dijo sin más.

Subí las escaleras despacio y cuando cerré la puerta de mi cuarto tras de mí, suspiré hondo. Hoy había sido un día duro, y había llevado demasiados días la máscara de Verónica Dantés...

Por esta noche, solo quería quitarme el maquillaje y recogerme el cabello en un moño, ponerme una camiseta enorme y dar una tregua para que Isabella Swan saliera a la superficie. Jacob tenía razón, pero solo en parte, yo era Verónica Dantés...aquella que ellos veían, pero si no permitía que Isabella Swan saliera a la superficie de vez en cuando, podría explotar y descubrirme ante todos en cualquier momento.

Me tumbé en la cama y pensé en mi hijo, en lo guapo que estaba...e Isabella sonrió entre lágrimas. Todo lo que hice fue compararlo con el Tigre...tenía sus ojos, al igual que yo, su boca y su cabello castaño. Me encantaría tenerlos a lo dos, aquí, conmigo y que me sonrieran y me abrazaran antes de irme a dormir...pero eso era imposible.

Me puse de costado y abracé mis piernas sollozando...en el fondo, Isabella solo me recordaba que dentro de ella había más dolor que odio, más soledad que rabia, más tristeza que desilusión. En el fondo, Isabella solo me recordaba de quien eran los brazos que añorábamos en estas noches...me recordaba quien sería el único que nos consolaría a las dos. Una por amarlo y otra por odiarlo.

- Edward...-reconocí en voz baja llorando en silencio.

Recordé nuestra conversación de esta noche y me olvidé del mundo entero.

FLASHBACK

- ¿Tienes una hija?-le pregunté haciendo un intento por sonreír aunque no lo logré del todo.- ¿Y cómo se llama?

- Reneé.-dijo mirándome a los ojos. En ellos no había duda, ni arrepentimiento...solo la ternura con la que siempre miraba a Isabella Swan.

FIN FLASHBACK

Él había cumplido su promesa, a pesar de todo lo que pasó, él la cumplió aunque su hija no fuera la de ambos.

FLASHBACK

- ¿ Y si tenemos un hijo?- me preguntó riendo al verme levantar tan rápido la cabeza.

- ¿Te gustaría?- no pude evitar preguntarle de vuelta.

- No...-dijo suspirando.

- ¿No?- dije incrédula.

- Es que...uno sería muy poco.- dijo y me reí acomodándome en el hueco de su cuello.

- Si es niña...se tiene que llamar Reneé.-dije sonriendo al recordar la fotografía que tenía de aquella hermosa mujer.

- ¿Y Reneé por qué?-preguntó curioso.

- Por mi mamá...-dije sonriendo ante la idea.

FIN FLASHBACK

Ese momento fue tan único que nunca se borró de mi mente...porque me recordaba a ese hijo que me hicieron perder, ese hijo que era suyo, ese hijo que era fruto de mi amor por él.

FLASHBACK

- No...y ese es uno de mis grandes vacíos.- dijo mientras veía mis zapatos. Después me miró directamente a los ojos.-...no pude tener un hijo, con...la única mujer que amé en toda mi vida.

FIN FLASHBACK

¿Me amabas, Edward?¿Alguna vez me amaste de verdad?¿Entonces, por qué me hiciste tanto daño? Me dejé caer en el llanto, al no encontrar respuesta, hasta que me quedé dormida pensando que el único hombre que podría curar a Verónica Dantés de tanto odio, era aquel que había destruido a Isabella Swan.

A la mañana siguiente, alguien entró a mi cuarto encendiendo las luces a su paso. Parpadeé ante la claridad y mis sienes se resintieron después de haber estado llorando casi toda la noche.

- Isabella Swan.-dijo Esme mirándome nerviosa.- Vístete y baja, tenemos que hablar.

Después se largó y oí como bajaba las escaleras. Miré el reloj y vi que solo eran las nueve de la mañana.

- Metiche...es temprano.-dije gruñendo. Suspiré y me levanté para ver que era lo que quería Esme a aquellas horas de la mañana.

Bajé al salón y vi que Esme estaba junto a Emmett.

- Esme...¿Se puede saber que hacéis aquí?Pueden descubrirnos, metiche.-dije suspirando.

- No si eso lo van a hacer de un momento a otro, malcriada...Han abierto tu tumba.-dijo sin más.

- Sí, lo sé...relájate. Está todo controlado.-dije acariciando su hombro.

- ¿Lo sabías?-me preguntó Emmett más tranquilo.

- Sí, pero todo está calculado.- dije mirándola sonriendo.- No hay peligro de que descubran que el cadáver que está enterrado ahí es el de Victoria y no el mío.

- Pudiste avisarnos, ¿No?-me reprochó mi hermano.- A mi mamá casi le da un ataque del susto, pensó que te iban a descubrir.

- Lo sé, lo siento...pero tenía tantas cosas en la cabeza que se me olvidó.-dije arrepentida.- ya Emmett no te enfades conmigo.

- Déjalo...-dijo sin más.- está así por otra cosa...la abuela de Rosalie, murió.

- ¿Murió?¿Tan pronto?- pregunté recordando aquella mujer vital y llena de energía.

- Sí, y gracias a ti no puedo estar a su lado para consolarla...-dijo Emmett mirándome enfadado.- ¿Eso es lo que quieres no?Que me mantenga alejado para que no eche a perder tu venganza.

Charlotte entró en ese momento en el salón y se nos quedó mirando:

- Disculpe señora, pero el Senador Vulturi acaba de llegar.-dijo mirándome significativamente.

- Gracias, salid por donde ya sabéis y que nadie os vea.- dije abrazando a ambos y sacándolos del salón.- Charlotte acompáñalos.

Ellos se fueron y justo en ese momento entró Aro con una sonrisa en su rostro.

- Senador, adelante.-dije sonriendo. Él tomó mi mano y la besó delicada y lentamente.- Cuénteme a que viene esta agradable sorpresa.

- Pues vengo porque quiero abusar de tu bondad y de tu buena fe...-dijo mirándome con culpabilidad.- Tengo que interceder por un conocido.



Me explicó la situación en la que había quedado Demetri tras haber sido descubierto en mi propiedad. Me pidió que retirara la denuncia a cambio de prometerme que nunca más me daría problemas.

Lo medité por uno momentos y acepté. Ese hombre merecía sufrir más, él había ayudado a la muerte de mi padre y había sido la mano asesina de mi hijo...llevarlo a la cárcel por una invasión a la propiedad privada me sabía a poco.

- No tengo nada más que reconocer que estás llena de bondad.-dijo sujetando mis manos. Yo quedé las mías quietas entre las suyas y sonreí.- y sabes perdonar. El error de Demetri no se volverá a repetir, te doy mi palabra.

- Que conste que solo retiraré la denuncia porque tu me lo haspedido, Senador.-dije tuteándolo.- eso es para que veas la influencia que tienes sobre mí.

- La influencia es mutua, Verónica. Me tienes totalmente hipnotizado.-dijo coqueto.

Bueno, creo que era hora de que aquel hombre se fuera de mi casa. Hoy no estaba de humor.

- Yo valoro mucho tu amistad, Aro...- dije entre triste y apenada, aunque con este hombre no tenía que actuar tan meticulosamente como con los otros lobos. Estaba cegado por mí.- pero yo no quiero distanciarlo ahora de su gran amiga Elizabeth, y más ahora que lo necesita...me enteré que ha muerto una pariente suya.

- No te preocupes por ella, Verónica.-dijo restándole importancia. Él se dio la vuelta y yo me permití poner lo ojos en blanco pues sabía que no iba a ser fácil que se fuera. Cuando volvió a mirarme, pestañeé y le dediqué una sonrisa cortés.- En realidad, apenas conocía a aquella señora...era la abuela de su hijastra.

Finjí sorpresa.

- ¿De verdad? Pues que generosa es Elizabeth...-dijo irónica. Sabía que Elizabeth tenía intereses ocultos si había hecho esa...“obra de caridad”.- Haber acogido una persona enferma así, desinteresadamente.

- Ella es así...casi franciscana.-dijo Aro asintiendo. ¿Franciscana esa mujer?¡Já!- Es desinteresadas y generosa.

Evité el golpe de risa que me vino y asentí.

- Sí, eso es lo que se de ella.-dije divertida fingiendo estar de acuerdo con él.

Aro me pidió que fuera con él al funeral y así lo hice. Rosalie no era como su familia, ella era buena persona, y ahora estaba con Emmett por lo que me pareció un buen gesto acompañarla aunque ella no entendiera nada.

Tuve que lidiar con los lobos, pero fue necesario...sobre todo para limar asperezas con Elizabeth, que aceptó dejar todo atrás cuando supo que retiré la denuncia. También conocí a la hija de Edward, era hermosa, y parecía ser un ángel como persona...nada que ver con sus padres.

Observé a todos los que se encontraban allí con lupa, quería conocer los puntos débiles de aquel clan...pero hubo algo que llamó mi atención. Anthony miró a su abuela y tras dedicarle una mirada significativa se fue tras de Rosalie por el pasillo.

Sin poder evitarlos los seguí, y cuando llegué a donde estaban vi que Anthony intentaba besarla. Los interrumpí pidiendo disculpas y preguntando donde estaba el baño, solo como escusa. Rosalie aprovechó para irse del lugar y Anthony me miró con mala cara...y antes de irse me dijo que se había dado cuenta de lo que yo había hecho al interrumpirlos y me pidió que no me metiera en su ida, que el parecido que tenía con su madre no me daba ese derecho.

Comprendí que no podría entablar una relación cordial con Anthony tan pronto, que debería hacerlo poco a poco, solo hasta que me conociera lo suficiente como para no dudar de mi. Solo entonces y después de hundir a los lobos, podría confesarle la verdad.

En ese momento, se me ocurrió la idea de convencer a Emmett para que entrara en la casa de los Cullen a trabajar y tener así controlado a mi hijo y no permitir que fuera el muñeco de Elizabeth Masen.

Salí de la casa tras despedirme de todos y al ir de camino a casa llamé a Emmett.

- Casa de los Swan.-dijo Emmett al teléfono.

- Em, soy yo, Verónica.-dije mirando a mi chófer disimuladamente.- Necesito un favor.

- A ver, ¿Qué quieres que haga ahora?-me preguntó resignado.

- Necesito que estés cerca de la Loba Mayor, necesito que te ganes su confianza...pídele trabajo.-dije dándole ideas.- pero tienes que estar ahí.

- Estás loca si piensas que yo voy a estar cerca de esa mujer, después de todo el daño que nos hizo.-dijo a voz de grito.

- A ver, Em, escúchame...-dije intentando que pensara fríamente.- Te lo voy a poner de otra manera, necesito que estés al lado de tu novia y de mi hijo.

- Tu hijo...ese niño caprichoso que solo quiere quitarme a Rosalie.-dijo con rabia.

- Sí, si...-le reconocí.- pero es porque su abuela lo está lanzando a sus brazos y quiero saber por qué.

Lo oí suspirar hondo.

- Eso es fácil...es porque mi novia tiene mucho dinero.-dijo sin más.

- Pues con más razón, Emmett.-dije suplicante.- ¿Me vas a ayudar, verdad?

- Ya veré que se me ocurre.-dijo gruñendo.- No quiero que esto me perjudique.

- Y no lo hará, gracias, sabía que podía confiar en ti.-dije con voz dulce.

- Odio cuando sabes convencerme. Adiós.-dijo él en tono conciliador antes de colgar el teléfono.

Suspiré y me apoyé en el respaldo del sillón. Eran muchos los frentes que tenía que cubrir para ir lanzando ataques a mis enemigos, pero todo estaba saliendo a pedir de boca. Ahora solo faltaba saber que las pruebas de mi supuesto cadáver se relacionaban con mi antigua identidad y sería libre para comenzar a dar pasos en firme contra los lobos.

Las semanas fueron pasando y todo marchaba sobre ruedas...cada día ataba los cabos con fuerza, esos cabos me permitiría asentar los golpes sin que nada ni nadie los evitara.

De momento, Aro y Carmen comían de mi mano, era ya su “amiga del alma” y me lo hacían saber día tras día...las visitas y los regalos eran constantes, por lo que me atrevería a decir que ya era una más de la alta sociedad del pueblo. Por otro lado, Tyler estaba ya sentado en el despacho de vicepresidente de mi nuevo banco por lo que ya estaba controlado y amarrado.

Ahora, solo esperaba la noticia que me daría el pistoletazo de salida y...Jacob entró en el despacho interrumpiendo mi diálogo interno.

- Jacob, ¿Qué noticias me traes?-dije mientras se sentaba frente a mí.

- Misión cumplida, mi princesa.-dijo sonriendo coqueto.- El patólogo y el odontólogo que nos ayudaron a identificar el falso cuerpo de Isabella Swan ya tiene el dinero en sus cuentas corrientes...ahora todas las personas que dudaban de ti, saben que eres una persona totalmente distinta a Isabella Swan...incluida Elizabeth Masen.

Reí eufórica ante la noticia.

- Buen trabajo, Houdini.-dije mirándolo alegre.- ¿Eso quiere decir que ya soy libre para actuar?

- Para actuar, para andar...-dijo con un brillo de malicia en la mirada.- y para hacer lo que tu quieras, cuando quieras y donde quieras...Verónica Dantés.¿Y ahora cuál es el siguiente paso?

Lo miré pensativa unos instantes. Necesitaba pensar detenidamente por donde empezar...lo que sí tenía claro era lo que había que hacer.

- Comenzar la cacería.-le respondí a Jacob y, quizá, a una parte de mí misma.

- ¿Y la presa?-dijo Jacob acomodándose en la silla.

- Todavía no lo tengo claro...-dije pensativa.- No se si Alec, Demetri, James Hide...o Carmen Delani. Creo que debería empezar mi venganza por los de abajo...los que obedecieron como cucarachas.

- Pues me parece buena idea...-dijo Jacob jugando con un abrecartas que cogió de mi mesa.- podrías dejar a los peces gordos para el final, como si fueran el postre...aunque creo que Carmen ya está con la estocada final, podrías aprovechar.

- Tengo mis dudas con ella, Jake.-dije cruzando mis piernas.- no sé hasta que punto colaboró para hundirme y no quiero descargar mi látigo contra alguien inocente.

- Ponla a prueba.- dijo sin más.

En ese momento entró Emmett con un uniforme de corbata negra.

- Me dijo Carlisle que me estabas buscando y yo se para qué...ya está hecho.-dijo mientras se acercaba y me daba un beso en la mejilla. Sonreí de oreja a oreja, las cosas no podrían estar saliendo mejor.-Elizabeth me contrató como chófer. Ahora explícame bien para que me pediste hacer esto...¿Y si sospecha?¿Qué haré si eso ocurre?¿Y si se me acerca?Esa mujer se la conoce por la cantidad de amantes que ha tenido...

Eso no iba a pasar, y menos ahora que las pruebas demostraban que Verónica Dantés no era Isabella Swan.

- Yo no te estoy pidiendo que seas su amante...-dije mirando a mi hermano.- solo tienes que ser amable con ella...si se te acerca, tu con mucha sutileza, le harás entender que no te interesa como mujer y que solo quieres ser su empleado. No te preocupes Emmett, yo se lo que hago.

- Eso espero...-dijo mirándome serio.- porque todavía no entiendo porque me pides que haga esto...y hablando del trabajo, me voy, no quiero que sospechen.

Tras despedirse se fue, y Jacob me miró fijamente.

- Ahora si, explícame porque estás metiendo a tu hermano en la boca de la loba.-dijo Jacob curioso.

Le conté la historia que había en esa familia, más concretamente la de Rosalie y porque pensaba que seguía en esa casa cuando solo era la hijastra molesta de Elizabeth.

- ¿Tu crees que la quitaría el dinero?-me preguntó.

- Seguramente.-afirmé.- quiere robar la herencia que la abuela acaba de dejarla. Esa mujer era muy rica, supongo que las cifras de la herencia ascenderá a millones. Y si los planes de Elizabeth no se cumplen, la vida de esa niña que no tiene quien la proteja...corre peligro.

- ¿Crees que podría matarla?-me preguntó con un brillo de sospecha en la mirada.

- No me cabe la menor duda...así como ha hecho con la abuela, lo hará con la nieta.-dije segura.

- Eso solo son especulaciones...esa mujer pudo morir por ser mayor.-dijo Jacob quitándole hierro al asunto.

Jacob no entendía nada.

- ¿Sabes quién era el médico de la abuela de esa niña?-le pregunté irónica. Él negó con la cabeza.- Nuestra querida amiga, Jane Demonds...la experta en desaparecer a los parientes “incómodos” de sus clientes. ¿Eso no te dice algo?

- No puede ser...-dijo levantándose de la silla.

- Te dejo para que lo medites...yo no digo algo por decir, no sin tener pruebas.-dije mientras me levantaba.- Voy al club, tengo que ver a Carmen...tengo que ponerla a prueba.

Me dirigí al club y encontré a Alice discutiendo con su madre.

- Yo no necesito a ningún hombre para ser alguien...-dijo enfadada Alice.- Yo ya era alguien antes de casarme con Jasper.

- Bravo, Alice.-dije acercándome a ellas.- Así me gusta, que las mujeres seamos dueñas de nuestro destino...te felicito.

Carmen me miró alzando una ceja y Alice me sonrió orgullosa.

- Sí, es que en este pueblo las cosas son así...-dijo Alice suspirando. Su madre solo guardó silencio.- Si no te has casado a los veinticinco años ya eres una solterona, y si te divorcias...¡uy!para todos los hombres estás disponible y estás desesperada.

- ¿Entonces qué me espera a mi que soy viuda?-pregunté divertida.- Deben de estar criticándome porque salgo a la calle y no voy de luto por mi marido.

- Bueno, la verdad es que todo es más fácil si no tienes hijos...-dijo Alice siguiéndome el juego divertida.- Si los tienes...bueno, dicen que pobres criaturas que los has dejado sin padres...en fin...

- ...Y hablando de hijos Alice.-dijo Carmen.- ¿No deberías ir a recoger a mi nieto?

Ella miró su reloj y asintió.

- Sí...y si no me voy ya llegaré tarde.-dijo mientras recogía su bolso. Después me miró.- Verónica ha sido un placer hablar contigo, da gusto conocer a personas que piensan como yo.

- El gusto es mío.-dije sonriendo.- Hasta luego.

Ella se despidió con la mano y salió corriendo con sus aires de bailarina. Yo me acerqué más a Carmen mientras ella me miraba.

Bueno Carmen, es hora de saber de que pie cojeas.

- ¿Ya estás lista para la presentación de mañana?-me preguntó emocionada.

- Mira Carmen, pensándolo bien...dudo mucho que te haga bien que la gente del pueblo te vean conmigo durante las elecciones.-dije fingiendo estar afligida.- si en este pueblo hay tantos perjuicios como dice Alice...yo no quiero que los votantes me confundan con esa cualquiera a la que dicen que me parezco tanto, la tal Isabella Swan, la minera...

Carmen rió entre dientes.

- No Verónica, por favor, a estas alturas nadie podría confundirte con esa cualquiera.- dijo con rabia. ¡Vaya, que rápido ha saltado la liebre!Mal, Carmen, muy mal...ni te imaginas lo que te estás jugando.- Todos saben que ella está donde siempre debió estar...ardiendo en el infierno por asesinar a mi yerno y a mi pobre hija Jessica.

Sonreí con lástima, solo para disimular. Muy bien, veamos que más dice esta...señora.

- Ven, vamos a sentarnos.-dije mientras miraba las mesas y nos sentábamos una en frente de la otra.- Cuéntame más.

- Mira, Isabella Swan era una inmoral, arribista, pésima amiga y pésima madre.- alcé una ceja sin poder evitarlo. ¿Mala madre?¿Sabía acaso esa mujer todo lo que había sacrificado por mi hijo?

- Mmm...-dije pensativa.- ¿Y tú como sabes todo eso?¿La conociste de cerca?

- Solo crucé algunas palabras con ella...todas muy desagradables, por cierto.-dijo mientras cruzaba las piernas y se acomodaba.- uno no debe permitir que ese tipo de gente se acerque, ella era una trepadora...por eso sedujo a mi yerno.

- ¿Lo sedujo?-pregunté intrigada.- Yo más bien escuché que tu yerno la violó cuando era muy joven.

- Calumnia tras calumnia...-dijo negando con la cabeza.- a las zorras nadie las viola, ellas solo se ponen medio desnudas frente a los hombre, sabiendo que ellos no se pueden contener.

La hipocresía de esta mujer no tenía límites, ya me gustaría saber que opinaría si violaran a alguien cercana a ella, o a ella misma...aunque no podía olvidar la aventura que tenía con Hide,

- Osea...-dije asegurándome de lo que decía.- que si violan a una mujer la culpa es de ellas y no del violador.

- Si es una mujer decente, claro que sí.-dijo segura.- pero las zorras los seducen y luego se hacen las mártires, y eso era Isabella...era una zorra.

Asentí seria. Era el momento de la verdad. Mi decisión estaba casi tomada por lo que había dicho anteriormente, pero quería saber más y ver hasta que punto llegaba.

- Veo que todavía sientes mucho odio por esa mujer...-dije mirándola a los ojos.- aunque esté muerta.

- Claro que sí...mi odio hacia ella es brutal e inamovible...-dijo con rabia.- si Isabella Swan viviera todavía, volvería a declarar en su contra en el juicio. Lo volvería a hacer para que se hundiera en el infierno la muy desgraciada.

Y así acabó de firmar su sentencia. Verónica Dantés ya tenía un objetivo claro...la primera en caer sería aquella mujer que tenía delante. La primera en hundirse sería Carmen Delani.

Capítulo 32: CAPÍTULO 31 Capítulo 34: CAPÍTULO 33

 


 


 
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