Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 35: CAPÍTULO 34

EDWARD POV

Andaba como loco por todo el pueblo buscando a mi madre. Esto no se iba a quedar así. Tenía que impedir que mi madre se saliera con la suya y tomara posesión de los bienes que le pertenecían a Rosalie por la herencia de su abuela.

Mi querida esposa, había tomado el testamento de mi maletín para dárselo a mi madre la noche de antes, por lo que había fastidiado mis planes de convertirme yo en el albacea de Rosalie hasta que ella se hiciera mayor de edad. Ese había sido el último deseo de aquella mujer antes de morir.

Llegué a casa y vi a las víboras en el salón de casa charlando animadamente.

- Necesito hablar contigo, Mases.-dije mirándola enfadado.

- Por la cara que traes debe ser algo serio.-dijo sin más. La frialdad de mi madre no tenía límites.

- Y supongo que yo me tengo que ir.-dijo Tanya mirándome irónica.- como siempre.

- No, esto a ti también te incumbe.-dijo mirándola y asintiendo con la cabeza.

- ¿Y eso?-preguntó entre sorprendida y divertida.- ¿Ahora resulta que no me guardas secretos?

Se acabó. Odiaba las hipocresías y las máscaras que tenían aquellas dos mujeres.

- Fuiste tu la que cogiste el testamento de la abuela de Rosalie de mi maletín, sin mi permiso, y se lo entregaste a Masen.-dije acosándola. Ella agachó la cabeza arrogantemente.- Eres cómplice de una estafa, Tanya. ¿Ahora vas a repetirme tus reproches de por qué no confío en ti?

- Si se trata del testamento...-nos interumpió mi madre.- No tenemos nada de que hablar. Esa decisión la tomó un juez. Tu amigo para ser exacto.

Mi amigo. Un calzonazos que siempre se ha dejado manipular por su padre y esta mujer...¡Maldita sea, Jasper!¿Por qué no viste los contras de esto?

- Escúchame bien, no voy permitir que toques esa herencia.-dije señalándola con el dedo.- Voy a proteger a Rosalie de todo el mundo, especialmente de ti.

- Que coincidencia...-dijo mirándome sin inmutarse.- los dos queremos lo mismo, protegerla. Por eso quiero ser la tutora legal, para ayudarla. Ahora los dejo, par de tortolitos.

Se levantó y se fue al despacho con sus aires de grandeza. Yo solo miré a Tanya con reproche y vi que ponía la atención en sus uñas. Esta mujer tenía la cabeza totalmente hueca, suspiré hondo y me largué.

Todavía tenía otro asunto que resolver. Tenía que terminar lo que tenía con Irina, yo no la amaba y ella buscaba que la respondiera. No soporté ver la tristeza en su mirada cuando la vi en el club, debía ser franco y dejar que ella siguiera su camino.

Fui a su casa cuando ya había anochecido y ella salió casi a la carrera al verme. Yo me bajé del coche y me puse en frente de ella.

- A que viene Edward, ¿A tranquilizar tu conciencia?-me preguntó resignada.

- Irina, por favor...-dije suplicante.- tu me conoces y sabes lo mal que me siento. Por tí, por Tanya y por toda la familia...pero durante todos estos años, fuiste mi tabla de salvación, de no ser por ti, hubiera sido un alcohólico.

- Pues que bien que fui yo quien te ayudé a no caer en una adicción.-dijo cruzando sus brazos.- Me alegro que fui algo importante para ti, aunque...

- ¿Aunque qué?-pregunté.

- Nada, ahora no es momento de hablar de mis sentimientos.-dijo negando con la cabeza.

- Irina, escúchame.-dije acercándome a ella.- Nunca quise hacerte daño.

- Y no lo has hecho...pero estos años me hicieron enamorarme profundamente de ti, Edward.-dijo serena. Yo toqué el puente de mi nariz y suspiré.- No sabes cuanto...ni siquiera me imaginé que podría llegar a amar así. Y se que es horrible que me haya enamorado del marido de mi prima, si alguien me hubiera dicho que esto pasaría...hubiera jurado que no lo haría, y sin embargo, lo hice.

- Eres una gran mujer, Irina.-dije con el corazón en la mano.- Eres inteligente, cálida, capaz hacer sentir a un hombre que vale la pena vivir...

- Sin embargo, eso no fue suficiente para que te enamoraras de mi.-dijo afirmando lo que era evidente.

- No, pero te quiero mucho y lo sabes...-dije siendo sincero.

Ella acarició mi mejilla.

- ¿Ves por qué me enamoré de ti?-me pregunto sonriendo algo triste.- Porque además de haberme hecho la mujer más plena del mundo, siempre me supiste hablar con la verdad...sin hipocresía y nunca ocultaste tus sentimientos. Eso siempre te lo voy a agradecer.

- Ojalá hubiera podido cambiar eso...-dije afligido.

- Pero no pudiste...ni vas a poder.-dijo comprensiva.- Pero ya vamos a olvidar eso, vivimos lo que pudimos y eso nunca se a borrar de mis recuerdos. Amarte fue mi salvación, fue el sueño más hermoso que he tenido en mi vida...pero ahora toca despertar.

Yo asentí con la cabeza dándole la razón.

- ¿Qué vas a hacer ahora?-le pregunté.

- Divorciarme...-dijo siendo sincera.- mi matrimonio con Garrent está sentenciado independientemente de ti. Así tiene que ser.

- Me han dicho que él lo está pasando mal.-dije sin más.

- Lo sé.-dijo afligida.- pero no puedo seguir viviendo una mentira...como la que estáis viviendo tu y Tanya. Se están engañando...ella cree que sois felices y tu no puede sacarte a Isabella Swan del alma.

- Tienes razón.-le reconocí.

- Y en cuanto a mi....voy a dejar de pensar en ti.-dijo con una medio sonrisa.- voy a enamorarme de nuevo, no me voy a quedar llorando por las esquinas.

Sonreí y la agarré las manos.

- Pues espero que ese hombre te merezca.-dije mirándola a los ojos.- porque si no es así, te juro que le rompo la clavícula.

Se rió conmigo y después vi como de sus ojos salían varias lágrimas.

- Daría todo porque me amaras como yo te amo a ti...pero bueno, ya vete.- dijo acariciando mi cara.- Y si te sirve de algo, te perdono.

- Eres increíble.-la dije sinceramente.- La mejor.

Nos dimos un casto beso en los labios y nos dimos un largo abrazo antes de irme al coche. Cuando me monté una moto pasó a toda velocidad a mi lado, por lo que pude ver era una mujer, totalmente vestida de negro y con ropa ajustada. Que raro, las mujeres de la alta sociedad del pueblo no montan en motocicleta, y alguien de edad media o baja no podría ni imaginar conducir ese modelo. Quizá solo era alguien de paso.

Sacudí la cabeza y suspiré hondo. Ya todo estaba hecho, había dejado a Irina y todo había quedado zanjado...a pesar de eso no me apetecía irme a casa, así que me dirigí a dormir a la oficina aliviado de dejar esa parte de mi vida atrás

BELLA POV

No se cuantas copas había bebido, pero comenzaban a pasarme factura. Miré el vaso y me detuve a pensar.

- ¿Es ella?¿Lo es es?-me pregunté a mi misma.- Y si no es ella, ¿Quién es?

Comencé a andar por la habitación con el rojo del atardecer entrando por la ventana.

- Uno...dos...tres...cuatro...cinco...- comencé a contar, sabía que esto siempre me ayudaba. Debía de averiguarlo, y ninguno parecía querer ayudarme, al parecer estaba sola en esto.- seis...siete...ocho...nueve...diez...once...doce...¡Muy bien, lo haré yo!

Me dirigí al armario y busqué algo cómodo y oscuro. Me coloqué una camisa negra y unos pantalones ajustados del mismo color y mis botas de montar a caballo, y salí de la casa por los pasadizos.

Vi allí las motocicletas de emergencia, las que utilizaríamos en caso de correr peligro y la idea se formó en mi cabeza. Me coloqué la chaqueta de cuero que era de mi talla y me hice una coleta para poder colocarme el casco. Arranqué la moto de mayor cilindrada que había y me dirigí por los túneles a la salida para tomar velocidad por el camino de tierra que daba a la carretera del pueblo.

Conduje en dirección al pueblo a toda velocidad y concentrada en lo que tenía que hacer. Aminoré un poco la velocidad al llegar a la casa del señor Berty y frené en seco. Con cuidado de no hacer ruido, me bajé de la moto y miré a través de la gran puerta de la entrada para ver si el coche de Edward estaba en su sitio.

No era así. ¿Dónde estaría Edward a esta hora si no era en su casa?Bien, miremos en la mina.

Me dirigí allí a toda prisa y cuando llegué me di una vuelta por los aparcamientos de las oficinas para ver si allí estaba su coche, pero tampoco estaba.

Di media vuelta y fui al Club, quizá solo estaba tomando unas copas allí, pero cuando llegué vi que tampoco estaba allí.

Solo me quedaba un lugar al que ir. La casa de Irina, corrí a toda velocidad por las calles del pueblo y llegué a la gran casa de la prima de los Delani y allí estaba el coche de Edward. Casi iba a irme a casa pero un movimiento captó mi atención. Me bajé de la moto y me escondí entre unos arbustos para ver mejor y allí estaban, hablando sonriendo y tomados de las manos. Conversaban escondidos en la oscuridad de la calle, y si no fuera por el coche jamás habría reparado que estaban allí, así como ellos no reparaban en mi.

En ese momento los vi besarse y abrazarse por un largo periodo de tiempo. El corazón me dio un vuelco y se puso a bombear sangre como loco.

- Era ella...-susurré para mí misma. La rabia comenzó a abrirse paso en mis venas y las lágrimas se amontonaron en mi cara.- Era Irina...La amante de Edward es Irina Delani.¿Por qué ella?

Me monté en la moto y salí de allí como alma que lleva al diablo pasando por su lado mientras él se montaba en el coche. La rabia parecía que disminuía a medida que el velocímetro aumentaba, pero el camino se hizo corto de vuelta a casa.

Entré y subí a la habitación sin intentar hacer ruido. ¿Qué era esto?¿Por qué sentía esta rabia?¿Era por que me había mentido?¿Por qué me había dicho que solo había amando a Isabella?¿Por qué traicionaba su recuerdo?¿Era por eso? Fuera lo que fuera, solo significaba algo...sentía por Edward algo más que odio, algo más que rabia, y algo más que desengaño...

Me cambié y me metí en la cama pensando en algo que me arrancó de cuajo la poca dignidad que me quedaba...Edward Cullen me seguía afectando, de una forma o de otra, pero había que reconocer que ese hombre me seguía importando.

Una caricia me despertó por la mañana me hizo abrir los ojos, noté un pinchazo en la cabeza y gruñí por lo bajo.

- Verónica, ¿Qué te ocurre?-me preguntó Sue en un susurro.

- No me ocurre nada, Sue.-dijo mirándola con los ojos semicerrados.- ¿Qué hora es?

- Las doce de la mañana.-dijo suspirando mientras seguía acariciando mi cabello.- Los lobos mayores han venido a verte pero Carlisle se disculpó por ti diciendo que no te encontrabas bien.

- No tengo ánimos para recibirlos, la verdad.-dije suspirando hondo.

- ¿Por qué no me quieres contar lo que pasó?-me preguntó suplicante.

- Porque no quiero hablar de eso...-dije suplicante yo también.

- Tiene que ver con Edward...¿Tuviste un encuentro con él?-preguntó mirándome preocuparada.

No. Hoy no quería nombrarlo. Ni pensarlo. Hoy Edward Cullen no existía.

- Sue.-la dije cortante.- discúlpame pero no me encuentro bien. Quiero estar sola.-dije sin añadir nada más.

Ella se levantó y sentí que me miraba.

- Está bien, señora Dantés.-dijo igual de cortante.- como usted quiera, pero recuerde algo, es libre, ya no está en el infierno...que no se le olvide.

Después de decir se largó y cerró la puerta tras de ella dejándome sola.

- Te equivocas Sue...el infierno está aquí, mi pesadilla está aquí...se llama Edward.-dije llorando sin poder evitarlo.- ¿Por qué me tiene que doler todavía maldita sea?¿Por qué no puedo arrancarte?¿Por qué me da tanto coraje que tengas una amante?Que sea ella...Irina Delani.

De repente, el cajón donde tenía almacenados todos nuestros recuerdos se abrió en toda su extensión y millones de imágenes de su cara, sus sonrisas, y de los momentos que pasaron hace nueve años volaron libres por mi mente.

Estaba a punto de irme a dar un paseo cuando Jacob llamó a la puerta y entró en el cuarto casi sin permiso.

- Jacob, ahora no, quiero estar sola.-le dije mientras terminaba de maquillarme.

El se acercó a donde yo estaba y me miró fijamente.

- Eso se lo dirás a todos los que quieras...pero de mí, no te vas a librar tan fácilmente.-dijo divertido.- A ver, loquita, ¿Por qué no le cuentas a tu ladrón favorito que te ocurre?

- Eres un mentiroso.-le dije enfadada. Me había engañado en la cara y era algo que no soportaba.- No esperes que vuelva a confiar en ti.

Puso los ojos en blanco.

- Claro.-dijo entrando las manos en sus bolsillos.- Ya descubriste quien es la amante de Cullen.

- Sí, y es que fuese gracias a ti.-dije enfadada.- porque te reíste de mi cada vez que te pregunté. Ya se que...Irina es la amante de Edward.

- A mí no me tienes que hacer este arranque de celos.- dijo con rabia.- por desgracia, te equivocas de persona.

- Es que no son celos.-dije cruzándome de brazos.

- Que no son celos...-dijo en un susurró para después gritar.- ¡Ya basta, Isabella!¡Ya, por favor!¡No me trates como un empleado al que dices algo y no pueda ni pensar ni contestar!Y por favor, no me vengas con la escusa de tu venganza, porque esta vez tu actitud te delata...es la actitud de una mujer herida y celosa. Se te acabaron las escusas cuando entré y te vi así.

- Piensa lo que quieras...ya me cansé de repetirte lo mismo.- dije cansada. La cabeza estaba por estallarme.

- De acuerdo...-dijo más tranquilo.- Ahora dime algo, si ya sabías que Edward tenía una amante que mas da quien fuera....¿Por qué te dolió tanto saber quien era?

- No, no me dolió...-dije mirándolo fijamente a los ojos.- simplemente me asquea la hipocresía de algunas personas.

- ¿Quieres a alguien sincero?-me preguntó mientras sujetaba mis manos con dulzura.- Aquí me tienes Bella, que antes era un ladrón, un mujeriego, un estafador...pero que por tí puedo cambiar, puedo ser mejor persona...

- Jake, yo ya te he dicho...-le dije incómoda.

- Sí ya lo sé.-dijo suspirando.- Ya me has dicho que en tu vida no hay espacio para el amor porque estás llena de odio. Isabella Swan, yo se que sí puedes amar, el problema es que te empeñas en querer a quien no te merece...

Jacob se largó negando con la cabeza al ver que mis lágrimas comenzaron a caer sin control antes sus palabras. Mi corazón parecía estar de acuerdo con él, pero yo me negaba a creerlo...solo una estúpida podría volver a sentir algo por el hombre que tanto daño la hizo. Y esa no era yo.

Me fui de allí poco después de que se me pasara el shock de todo lo que había pasado...y terminé colándome a la que era mi casa. Solo Esme podría darme el consuelo que merecía.

Esme me vio entrar y paró de barrer al ver mi cara.

- Mi niña...-dijo soltando la escoba en un rincón y acercándose a mi.

- Esme...Yo se que no debo de venir a esta casa, pero me aseguré de que nadie me viera entrar por la puerta de atrás.-dije como pude sin poder contener el nudo de mi garganta rompiendo a llorar.- Ya no puedo más, te necesito.

Ella me abrazó y yo me dejé consolar por esa mujer tan especial. También le conté todo lo que había descubierto y sus caras solo mostraban indignación y sorpresa.

- ¿Con Irina?-dijo pestañeando incrédula mientras nos sentábamos una frente a la otra.- ¿Edward se ha enredado con la prima de su mujer, que además es la ex- novia de Jasper?

- Sí, y ahora entiendo porque tanto drama...-dije secándome las lágrimas.- Yo no se si contarle esto a Sue...Edward, es como su sobrino al fin y al cabo, es de su familia. Ella es muy sensible con todo lo que había pasado.

- Y entonces...tu llegaste aquí como un animalito herido porque te preocupa la reacción que pueda tener Sue.- dijo tocando su nariz. Conocía ese gesto, no me creía del todo.

- ¿Te parece poco?-la pregunté.- Ella ha recibido golpes muy duros.

- Ahh...¡Pues fíjate que tu también!-dijo enfadada.- Y esto solo se suma a la lista de puñaladas, no solo de parte de Edward, sino por parte de Irina que alguna vez también fue tu amiga junto con las hijas del presidente municipal.

A Esme no podía engañarla, me conocía demasiado bien.

- Sí...a ti no te lo voy a negar.- dije permitiendo que las lágrimas volviera a caer.- Es que cuando los vi besarse, salí corriendo de allí como una idiota llorando de la rabia y del coraje.

Esme sabía que me tenía donde quería. Ella lo sabía y yo también.

- Y ese coraje...¿Era odio o eran celos de mujer?-me preguntó mirándome con los ojos entrecerrados.

- No debí sentir nada.-dije apretando los dientes.- los sentimientos me pueden llevar a cometer errores, y eso, no me lo perdonaría. Porque yo le juré a nuestro Tigre, que iba a vengarlo, también se lo juré a mi bebé...que no tuvo la oportunidad de nacer...a ti...a Emmett, a Anthony...

Ella puso su mano sobre mi brazo y lo apretó.

- Mi niña...-dijo mirándome con comprensión.- debajo de todo ese maquillaje y esa ropa elegante, sigue estando la misma Bella que le revolotea el corazón cada vez que ve a Edward Cullen...

- Bella era una ilusa...era a débil y la impulsiva.-dije mirando una foto de mi antigua yo. Allí estaba sonriendo, feliz, y sin saber lo que años después iban a hacerme. Verme sonreír fue algo extraño y lejano para mi. Me sequé las lágrimas suspirando.- Yo no Esme, Verónica Dantés no puede sentir otra cosa hacia Edward que no sea odio, el odio más profundo que haya existido jamás.

Me pasé allí con Esme toda la tarde, limpiando la casa, cocinando y cosiendo los pantalones de Emmett...casi me sentí como hacía nueve años atrás, recordamos historias de los hombres de la casa y reímos sin preocupaciones haciendo creer que nada había pasado.

Cuando llegué a casa con energías renovadas, Carlisle me informó que Alice Delani estaba esperándome en el salón de la casa. Volví a prepararme para interpretar mi papel y entré como si horas antes mi mundo no hubiera estado destruido, como si nada ni nadie pudiera hundirme.

- ¿A qué debo el honor de tener a una de las Delani en mi casa a estas horas?-la pregunté mientras veía como se levantaba al verme.

- Disculpa por la hora pero es que...-dijo nerviosa.- es mi mamá, se que se han vuelto muy amigas y quería saber si has hablado con ella,o la has visto...

La miré intentando descifrarla.¿Sabría ella el secreto de su prima?Las Delani y yo fuimos muy amigas en el instituto...y se de primera mano, que no se guardaban ningún secreto entre ellas.

- Se algunas cosas...-dije serena recordando el beso entre Edward y Irina.- pero no se donde está tu mamá.

- Ahh...-dijo extrañada por mi respuesta.-vale, entonces...me retiro, muchas gracias.

Cogió su bolso del sofá dispuesta a marcharse. Necesitaba averiguar algunas cosas, necesitaba saber hasta que punto ella pensaba igual que su madre sobre Isabella.

- No, no, espera...-la dije reteniéndola.- ¿Mando a pedir que nos hagan un té?

Ella sonrió casi con añoranza...como si hubiera recordado algo.

- No gracias, Verónica.-dijo agradecida.- La mujer que trabaja para tí, la que lleva un burka, ya me sirvió uno. Con permiso.

- Alice...-la dije antes de que se fuera. Recordé el rumor sobre la separación de su prima y no dudé en preguntarla. - Es cierto que...¿Va Irina a divorciarte de tu esposo? Ven siéntate, por favor.

Ella se sentó sin mediar palabra, sabía que estaba sufriendo.

- Si...es cierto.-dijo desviando la mirada.

- ¿Sabes?Yo también necesito alguien con quien hablar...-dije casi sin pensarlo. La energía de tranquilidad y confianza que aquella mujer siempre me transmitió no se había apagado.- Quédate, aunque solo sea un rato.

- Pues sí, que necesario es a veces tener una amiga...-dijo suspirando.- Aunque es este pueblo es difícil, ni siquiera me llevo bien con Tanya.

- Lo dices como si tuvieras un peso muy grande encima.- dije mirándola a los ojos.

- No...no...-dijo suspirando y desviando la mirada.- Es solo que estoy preocupada por mi mamá.

- ¿Qué ocurre con ella?-la pregunté curiosa.- Cuando uno guarda secretos, suelen hacerse más pesados de lo que son, en realidad. ¿No te gustarían aligerarlos un poco?

Ella sonrió triste.

- No sé, Verónica. Hay cosas terribles en mi vida.-dijo avergonzada.

- Probablemente en la de todos.-dije asintiendo con la cabeza.- Pero,¿Sabes?La vida me ha enseñado que nosotros mismos nos juzgamos con más rudeza que los demás.

- ¿Tú crees?-me preguntó. Yo asentí sonriendo.- Pues sí, a lo mejor, hablar con alguien que no te conoce es mejor por eso de la imparcialidad. Aunque, debo reconocer, que me pareces muy conocida...

Me miró detenidamente y negó con la cabeza.

- ¿Qué te parece si te relajas un poco?-la pregunté.- ¿Estás nerviosa?

- No...-dijo pensativa.- no, nerviosa no es la palabra, más bien estoy como muy disgustada conmigo.

- ¿A sí?-pregunté verdaderamente extrañada.- ¿Y por qué?¿De qué te sientes culpable?

- Jasper es un hombre maravilloso.-dijo Alice mirando sus manos.- pero...él y yo nunca hemos tenido relaciones. No hemos intimado.

Mi cara tuvo que ser un poema porque ella comenzó a reírse entre dientes mientras sus lágrimas caían.

- ¿Cóm...?-dije sin poder articular palabra. Lo que me contaba parecía imposible.

- Yo se que debes de estar pensando que como es que Alice y Jasper tienen un hijo si no han tenido relaciones...-dijo entre suspiros.

- No, no...-dije sujetando su mano. Ese era un tema muy privado.- No tienes porque contarme eso si no quieres...

- Es que a lo mejor sí quiero...-dijo llorando.- Mira Verónica, Jasper es el padre de Hugo aunque no lo haya engendrado, lo ha criado, y lo adora...

- Sientes algo muy fuerte por él...-dije afirmando. Verdaderamente esta mujer estaba sufriendo.

- Si, si que lo siento.-dijo asintiendo con la cabeza.- pero eso no tiene que ver con la pasión...No puedo sentir pasión por él porque...¿Cómo me voy a enamorar de un hombre que es como si lo hubieran castrado?A Jasper lo abandonó su madre cuando era solo un niño, y ese abandono...no le ha permitido tener una vida normal, ni siquiera conmigo.

- Sabiendo todo esto, entendería que le hayas sido infiel a Jasper...-dije intentando hacerla sentir mejor.- A menos que seas una santa.

Ella rió por un momento ante mi ocurrencia y eso sorprendentemente me transmitió cierta paz.

- No, no lo soy...y nunca lo he sido, pero jamás me enamoré de otro. No como mi prima Irina.-dijo y el escuchar el nombre de esa mujer me crispó los nervios.- Lo mío es solo físico...Irina se enamoró del hombre más varonil y guapo de este pueblo, irónicamente, con el único que jamás debió replantearse algo. La vida da tantas vueltas y es tan complicada...que terminé cargando con mis culpas y con las suyas, porque aunque no me lleve bien con Tanya, ella es mi hermana.

Mi respiración se agitó al saber que Alice hablaba de Edward, sabía también que ellos dos son muy buenos amigos, así que no quise comprometerla a decir su nombre...de todos modos, yo ya lo sabía.

- Sí, la vida es muy complicada...-dije dándola la razón. Que me lo digan a mi.

¿Sabes?Es muy extraño lo que me pasa contigo, porque hablándote y escuchándote, no puedo evitar pensar muchísimo en Isabella Swan...-dijo con el ceño fruncido secándose las lágrimas.

Mi cara cambió por completo. Era la hora de medirla, saber que opinaba y hasta donde estuvo involucrada.

- ¿A sí?-pregunté dejando mis sentimientos a un lado.- ¿Y por qué?

- No sé...Bella y yo fuimos muy amigas.-dijo triste.- y yo la quise mucho...

- Querías a una asesina.-remarqué.

Su mirada llena de rabia y de furia se clavó en mi en ese momento como si de un puñal se tratara.

- Eso no es verdad...-dijo seca y con un brillo de decepción en la mirada. ¿Qué?¿Esa mujer la defendía?¿Nos defendía?- o por lo menos yo nunca lo creí. Todas esas cosas que dijeron de ella eran inventadas...Isabella Swan ni era una asesina, ni estaba loca.

Casi no pude contener la sonrisa que amenazaba con salir de mis labios. ¡Aquella niña seguía allí, oculta!Su alma pura, inteligente no se dejó vencer por los lobos...en ese momento sentí orgullo por esa mujer que una vez fue mi amiga.

- Pero a mí me dijeron...-dije extrañada.

- Isabella no los mató, no mató a mi hermana, ni tampoco mató a Mike...-dijo con la mirada fija en el pasado.- Isabella era una buena mujer...con muy mala suerte.

Asentí, plena, al saber que alguien sí creyó y creía en la inocencia de Bella Swan. Me recordé tener piedad con aquella niña que no quería ningún mal para nadie, debía dañarla lo menos posible con mi venganza. Ella sería la primera a la que protegería de la masacre que se avecinaba, mi amiga no sufriría las consecuencias de algo que hizo su familia.

Capítulo 34: CAPÍTULO 33 Capítulo 36: CAPÍTULO 35

 


 


 
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