Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 55: CAPÍTULO 54

Bella Pov

Suspiré satisfecha y abrí los ojos al sentir su mirada sobre mí. Cogió mi mano y la entrelazó con la suya con delicadeza.

-¿Cómo te sientes?-me dijo sonriendo.

Me acerqué a él y comencé a peinar su rebelde cabello con mi mano libre.

-Bien…-dije devolviéndole la sonrisa.- Aunque…también culpable. Siento que estoy robando un amor que no es mío.

Su sonrisa se desvaneció y suspiró.

-Eso no es cierto…-dijo con los ojos brillantes, ese brillo que había recuperado aquí conmigo.- Yo soy tuyo y tú eres mía…y no voy a dejar que nadie te aleje de mí.

Edward siempre había sido un soñador, volaba alto sin importar las consecuencias. Y yo era al contrario, me agarraba a cualquier cosa que se sujetara a la tierra para evitar volar…y caerme después.

-Pero no podemos amarnos, Edward…-dije con nostalgia.

- No digas eso…-dijo mientras jugaba con mis dedos. ¿Cómo podía ese simple hecho hacerme tan feliz?- Esto es mucho más fuerte que nosotros, aunque nos separemos, aunque hagamos todo lo posible por seguir nuestro camino…siempre nos volvemos a cruzar.

- Aun así…deberíamos de luchar para evitarlo…-dije suspirando profundo.- Tenemos que ser realistas.

Él asintió despacio sin dejar de mirarme.

-Pero no podemos…no podemos hacer nada contra eso. Estoy enfermo de ti y eres tú, mi única cura.- dijo acercándose un poco más a mí. Sonreí sin poder evitarlo junté mis labios con los suyos tiernamente.- No sabes cuánto te amo…

-Tu tampoco tienes idea…-le dije intensamente. Edward me miró interrogante sin saber a lo que me refería. Suspiré sabiendo que no entendía nada, pero era necesario que supiera que aunque mis intenciones no eran buenas, mi amor seguía siendo puro y honesto.- Mira cielo, solo recuerda siempre que nadie te va a amar como yo, nadie. A pesar de todo, y de todos. Prométeme que nunca lo vas a olvidar.

Sabía que si acababa con su madre no iba a dejar que me explicara, ni que le contara mi verdad. Sabía que me odiaría, que huiría herido con su hija de este pueblo y no miraría atrás…pero aun así, me quedaba la esperanza de que se acordara de que a pesar de todo, lo seguiría amando.

- Está bien te lo prometo, mi amor… Ahora prométeme tu algo…-dijo acariciando mi mano y mis cicatrices al verme tensarme. Era algo a lo que se estaba acostumbrando, y algo muy dentro de mí me decía, aunque no supiera que había pasado, que su intención era curar esas heridas, y eso era un alivio para mí.- Prométeme que algún día me contarás porque nunca tengo idea de nada, porque me parece que todo el mundo me pone una venda en los ojos. Verónica, no soy un idiota…pasan cosas a mí al rededor que no entiendo, parece que ni siquiera tengo las riendas de mi vida, como si algo o alguien las manejara a su antojo.

Y tenía razón, debía ser horrible no poder caminar por tu vida sin restricciones, sin saber que estaba ocurriendo a tu alrededor. Como si un humano fuera conducido hacia un campo de minas, donde el olor a pólvora era cada vez más fuerte, y sin saber de dónde proviene.

-Algún día…-le prometí con un nudo en la garganta acariciando su pelo. Sabía que le iba a hacer mucho daño, pero no podía hacer otra cosa. Había venido solo a una cosa, y la iba a cumplir.- Si aún quieres, te haré saber.

- Siempre…-me dijo intensamente. Lo besé con el alma en un puño, bebiéndome estos momentos para poder sobrevivir después.- Mi amor, siento estropear el momento, pero me muero de sed…voy por un poco de agua y ahora vengo.

Se levantó de la cama mientras yo me reía con ganas. Si alguien me hubiera dicho que volvería a estar así, riendo al lado del hombre que amaba y del que hace apenas unos meses consideraba mi enemigo…hubiese pensado que estaba loco de verdad.

-Eso te pasa por beber tanto whisky y andar como un alcohólico por el Club.-dije viendo cómo se colocaba la camisa y el pantalón rápidamente.

- Eso si es verdad.-dijo guiñándome un ojo antes de irse.

Me tumbé mirando al techo y pensé en cómo sería tener a Edward viviendo conmigo aquí. Sabía que era imposible, el que Sue estuviera viviendo aquí lo impedía…

-¡Sue!-dije levantándome rápidamente de la cama para vestirme. Ella rara vez estaba en su habitación y Edward estaba deambulando por la casa sin ser consciente de que podría descubrirla.

Bajé las escaleras rápidamente mientras me colocaba mi bata para tapar el corto camisón que tenía debajo. Oyendo a varias voces hablar, entre ellas atisbé a Jasper y al propio Edward.

-¿Qué haces aquí?-preguntó Edward y conocía ese tono de voz. Era de sospecha.- Siempre que estás aquí vienes a ver a Verónica…pero ella está conmigo…

-Edward…-lo interrumpí fingiendo una sonrisa mientras entraba en el salón. Miré a todos lados y vislumbré a Sue detrás de la puerta. Mierda, tenía que sacarlo de aquí.- Estás aquí, señor juez, perdón que no pueda atenderle en este momento pero es un poco tarde. ¿Puede venir mañana?

- No, Jasper…él hablaba con alguien…-dijo con el ceño fruncido.- ¿Con quién hablabas? Lo escuché hablar con alguien.

Jasper parecía no reaccionar, y si no lo hacía, nos iba a descubrir. Cogí a Edward del brazo y comencé a tirar de él.

-Vamos Edward, necesitas tomar agua y un café cargado…sino luego te dolerá la cabeza.-dije mientras lo llevaba a la cocina después de lanzar a Jasper una mirada para que reaccionara.

- Sé que algo pasa.-me dijo frustrado mientras le servía un poco de agua.- ¿Por qué me seguís ocultando cosas?

- Toma, bebe agua.-dije con dulzura pasándole el vaso sin contestar a lo que me preguntaba. Me fui al armario de las medicinas y cogí dos analgésicos y se los dí también.- Y esto, te hará bien. ¿Quieres un café?

- No, quiero que me expliques que acaba de pasar.-dijo mientras se tomaba los analgésicos.- Y no hagas como que no ha pasado nada.

- Es que no ha pasado nada, cielo.-dije mientras lo cogía de la mano y lo llevaba a mi habitación de nuevo.- Jasper querría decirme algo del caso de Emmett, seguramente.

- Pero hablaba con alguien.-dijo mientras se sentaba en la cama.- ¿Por qué me traes otra vez a la habitación? ¿De quién me estás escondiendo?

- De nadie, solo quiero que estés cómodo y tratarte como un rey…-dije acariciando su cara para evitar que se levantara de nuevo. Conociéndolo, seguramente iría otra vez si lo dejaba.

Me miró susceptible y yo solo le respondí con una sonrisa.

-¿Con quién estaba Jasper?-me preguntó mirando mi sonrisa. Sabía que deseaba besarme pero su curiosidad lo ganaba.- Dime, cual es el misterio.

- No hay ningún misterio.-dije separándome de él poniendo los ojos en blanco.- Seguramente hablaba con Carlisle.

- Conozco muy bien a Carlisle y si hay algo que no tiene es voz de mujer…-me dijo suspirando. ¿Había oído a Sue? ¡Gracias al que esté ahí arriba por hacerme llegar a tiempo!

- Bueno, a lo mejor sería alguna de mis asistentas, Jamhila o Fathema…-dije inocentemente como si fuera algo normal.

- No, no, estoy borracho pero no es para tanto…-dijo intentando levantarse.

Puse mis manos en sus hombros y lo empujé de nuevo a la cama poniéndome sobre él iniciando el juego. Puse mi pelo hacia un lado y me puse a centímetros de sus labios mientras él se apoyaba en sus codos acercándose a mí.

-Eso me gustaría comprobarlo…-dije viendo como respondía a mi juego. Sabía que era la única manera de entretenerlo, y yo estaba más que dispuesta seguir jugando.- Si es que…me dejas.

Comenzó a reír nervioso y se tumbó del todo en la cama.

-Eres una tramposa…-dijo con una sonrisa en sus labios sujetando mis caderas.- Sabes perfectamente como distraerme…ven aquí.

Comencé a reírme mientras nos besábamos de nuevo. Algo me decía que había comenzado el segundo tiempo.

 

Edward Pov

Me desperté por la mañana sintiendo que me dolía todo el cuerpo, estaba desnudo y con el olor a Verónica inundando toda la habitación. Sonreí y aún con los ojos cerrados, me giré para abrazarla pero la cama estaba vacía.

Me apoyé en mi codo y miré por la habitación.

-¿Verónica?-la llamé en voz alta. Esperé unos segundos y me tumbé de nuevo al ver que nadie respondía.

Viendo el baño vacío, me levanté y me di un baño rápido para eliminar el resto de la resaca y mis agujetas, que me impedían moverme con naturalidad. Jamás en mi vida había tenido una noche como la anterior, Verónica parecía no tener nunca suficiente y yo era más que feliz que verla deshacerse conmigo asalto tras asalto.

Mientras me secaba y buscaba entre los cajones un nuevo cepillo de dientes para quitarme los restos de amargor del whisky, pensaba en lo distinta que parecía Verónica anoche, radiante…se reía por todo y parecía relajada. Pero una duda, martilleaba en mi cabeza… ¿Estaría igual hoy? ¿O volvería a ser esa mujer fría y amargada de siempre?

Escuché abrirse la puerta cuando estaba terminando de cepillar mis dientes.

-¿Edward?-la escuché decir mientras cerraba la puerta.

- Estoy aquí…-dije mientras intentaba acomodar mi pelo sin éxito.

Salí del baño solamente con la toalla anudada en la cintura y la miré escéptico. ¿Me echaría de aquí otra vez? Vi como soltaba una bandeja con el desayuno en la mesita junto al sofá y mis dudas se disiparon.

Me acerqué a ella cuando se giró y vi cómo se oscurecía su mirada. Sonreí sin poder evitarlo.

-¿Cómo has amanecido?-dijo carraspeando y devolviéndome la sonrisa.

- Mejor de lo que merezco.-dije mientras la sujetaba por la cintura y la besaba en el cuello.- Pero debo decirla, señora Dantés, que sus actividades de anoche me han dejado secuelas.

Comenzó a reírse entrecortadamente y la miré.

-Tú tienes la culpa, Cullen.-dijo mirándome alzando las cejas con picardía.

-¿Perdona?-le pregunté incrédulo.-Creo recordar, que cierta dama me sedujo mientras estaba bebido jurándome amor eterno.

- Mmm…-dijo acariciando mi pecho desinteresadamente.- Ya sabes lo que dicen de los que escuchan a escondidas…

Me quedé mirándola fijamente, me encantaba verla así, sonriente, divertida y sexy, como el mismísimo infierno…Su cabello rubio y con sus ondas despeinadas parecía ahora más claro, sus ojos más brillante y su ceño permanente olvidado.

-Eres hermosa.-dije con una sonrisa y la vi sonrojarse.- ¡No me lo puedo creer!

Ella me miró extrañada pero con una sonrisa en los labios.

-¿Qué?-me preguntó mirando alrededor.

- Te has sonrojado…-dije viendo como ponía los ojos en blanco.- La gran señora fría e inquebrantable se acaba de sonrojar por un piropo.

- Oh, vamos, Cullen…-dijo riendo aunque con algo de tristeza en su mirada.- No es para tanto.

- Sí que lo es…-dije ahora seriamente. Ella solo esperó a que hablara.- Así, siendo tan tu…tan cálida…en fin, eso hace que te ame más.

Me atrajo hacia ella y me besó con ganas, a conciencia haciendo que todo mi sangre comenzara a hervir en mis venas.

-Mmm…sabes a menta.-dijo entre mis labios sonriendo y volviendo a besarme.

- Te he cogido prestado un cepillo nuevo…-dije mientras la arrastraba a la cama de nuevo.- Espero que no te importe.

- Mmm…-dijo mientras comenzaba a lamer su cuello.- Edward, no podemos…

- No empieces…-la sermoneé mientras empezaba a acariciar su pierna que inconscientemente levantó para mí.

- No, no es eso…-dijo respirando agitadamente acariciando mi espalda desnuda.- Es que hoy tenemos la reunión de accionistas en la mina…

Hice memoria y era cierto, hoy era la gran reunión para debatir que hacer con el Roach Terra, según los estudios que financió Verónica. Era imposible faltar.

-Si por mí fuera…mandaría al traste todo eso…-dije regruñendo mientras darla un casto beso y me levantaba.- Ojalá pudiera pasar todo el día contigo en la cama.

- Ojalá…-dijo con la voz ronca y los ojos oscurecidos. Se levantó después sonriendo y se fue hacia el sofá.- Pero tenemos responsabilidades, así que a desayunar.

Después de tener el mejor desayuno de mi vida, Bella me dio una bolsa en la que había unos pantalones grises de ejecutivo y una camisa negra, además de ropa interior y un cinturón nuevo, había un frasco con mi perfume favorito.

-Creo que tienes más dinero que sentido común…-dije mientras sacaba todo del interior de la bolsa.

- Ohh, vamos Edward…Vas a una reunión y tu ropa apesta a destilería.-dijo mientras abría las cortinas de la habitación para dejar entrar la luz del sol.- Considéralo un regalo.

- Está bien, gracias, mi amor…-dije sonriente mientras veía que todo era de mi talla.- ¿Cómo sabías mi talla?

- Solo miré tu ropa sucia, y mandé a uno de mis asistentes de compras.-dijo encogiéndose de hombros.- Les di la talla y lo que quería para ti.

- ¿Lo elegiste tú?-le pregunté acercándome a ella.

- Sí, me encantas vestido de ejecutivo.-dijo besándome.- Y hablando de ejecutivos…vamos a llegar tarde.

- Está bien, voy a casa a buscar unos documentos y nos vemos en la oficina…-dije suspirando besando su cuello.- Te espero allí, supongo que no quieres dar más de que hablar…

- Así es.-dijo mirándome y asintiendo cuando me separé de su cuello. Algo cambió en su mirada y vi en ellos la lujuria en persona.- ¿Nos vemos allí?

- Claro, pero…-no pude terminar porque estampó sus labios contra los míos con fuerza, siendo concienzuda a la hora de explorar mi boca y haciendo que mi pequeño amigo despertara de nuevo.

Se separó y me miró como lo haría Isabella Swan, como si ella estuviera aquí otra vez.

-Te amo, no lo olvides.-dijo acomodando mi cabello.

- Y yo a ti…-dije sintiéndome en una nube. Miré mi reloj y vi que era tarde.- Vamos, señora, la quiero lista en una hora.

Sonrió y tras darme un casto beso se dirigió al baño. Negué con la cabeza sin poder creer lo que estaba pasando y me fui sabiendo que, por fin, las cosas comenzaban a tener sentido.

Capítulo 54: CAPÍTULO 53 Capítulo 56: CAPÍTULO 55

 


 


 
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