Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 17: CAPÍTULO 16

Suspiré hondo y desvié la mirada para cerrar la llave del agua y evitar que siguiera cayendo sobre nosotros. Necesitaba tiempo para pensar, no podía hacerlo cuando aún estaba dentro de mí.

- Por favor, habla conmigo.- me dijo acariciando mi cabello mojado y apartándomelo de la cara.

- Te dije que esto era la despedida.- dije fríamente mirando su rostro herido. Bella Swan, eres la reina de la improvisación me aplaudió mi mente.- Y no, no quiero hablar contigo.

- Por favor, hasta un condenado a muerte merece una oportunidad...-dijo mirándome con ojos arrepentidos.- Te suplico que me la des.

- Suéltame.-siseé entre dientes. Se negó a hacerlo y suspiré rendida.- Hablaré contigo si lo haces.

Llenó su pecho de aire y salió lentamente de mí exhalando, ambos nos estremecimos y jadeamos cuando lo hizo...Luego gentilmente me dejó en el suelo y dio un paso atrás. Me fui corriendo a por mi toalla y envolví mi cuerpo con ella, cuando me di la vuelta él ya tenía la suya rodeando su cintura.

- Di lo que tengas que decir para que pueda irme de una vez y me dejes en paz.-dije mientras sacaba la ropa limpia de mi bolso.- Después de esto no quiero que me busques nunca más.

- Nunca más es mucho tiempo...-dijo frotando sus manos nervioso en la toalla.- Sobre todo para un hombre que está condenado a amarte toda su vida.

Me di la vuelta enfurecida y lo encaré.

- No te atrevas a decirme eso.-dije dando un paso hacia él.

- Lo digo porque te quiero.- dijo sujetándome de los hombros.- Mátame si quieres, pero es la verdad. Yo te amo, ¿Me crees tan estúpido como para perderte? Bella, se que te lastimé, que te herí, que no creí en tí cuando siempre me dijiste la verdad...por eso te lo imploro, perdóname...

Mi armadura se quebró y todo el daño de los últimos días apareció cuando dijo esas palabras. Miré su rostro lleno de culpa y vi que era sincero, pero la confianza entre nosotros estaba rota...no había nada que hacer.

- Edward para...-dije suplicándole que me dejara en paz. Miré hacia otro lado cuando me moví y no me soltó.

- Bella, mírame.-me dijo. Y así, lo hice...Un error pues eso hacía que me perdiera en sus ojos.- Te.Amo. ¿Lo entiendes? Vámonos tu y yo de este pueblo. Empecemos una nueva vida fuera de aquí. Olvida lo que te hice...dame una oportunidad, mi amor...

Reaccioné cuando vi que las esperanzas florecían dentro de mí.

- Es que no Edward.- dije soltándome de él y paseando por el baño.- Yo no puedo darte nada porque yo no soy tu amor...yo nunca lo fui.

- No es justo que digas eso...-dijo herido.- fuiste mía, hasta he enfrentado a mi familia por tí, Bella...

- Pues sí...pero también dudaste de mí y me humillaste, y eso duele Edward, duele aquí adentro...-dije señalándome el pecho y casi al borde de las lágrimas. Me abrazó por la cintura y me alzó la barbilla para mirarlo con la otra.- Me partiste el corazón...

- Está bien, lo sé...pero déjame repararlo.-dijo él también con lágrimas en los ojos.- aunque pase toda mi vida pidiéndote perdón por ser tan estúpido...déjame demostrarte que te amo, que eres lo más grande, lo más hermoso...lo único que me importa en la vida.

- Es que no vas a poder olvidar lo que tu hermano me hizo...eso, ni que mi hijo es suyo.- dije apartándolo de mí.- tu me lo dijiste.

-Sé que no lo voy a olvidar...-dijo mirándome.- ni tu tampoco. Pero es un recuerdo con el que tenemos que aprender a vivir, como si fuera una maldición.

Comencé a llorar sin poder evitarlo.

- Es que no es tan fácil...-dije abriendo las puertas al llanto.

- Nadie dijo que lo fuera...-dijo sujetando mi cara con sus grandes manos.- pero no me voy a resignar a perderte, si hay algo a lo que tenga que renunciar va a ser a mi familia, pero no a tí, amor...¿Sabes por qué?Porque no puedo, ni se vivir sin ti...

Y me besó, llorando y poniendo el alma en ese beso. Y lo sentí su angustia, su dolor y su miedo, sobre todo su miedo.Correspondí a su beso para adsorber todos esos sentimientos, porque en el fondo...quería aliviarlo, como una tonta, como si el fuera la víctima en esta historia, como si fuera yo la que lo hiciera daño.

- Edward para, por favor.- dije separándome de él y quitándome la toalla comencé a vestirme.- Todo esta dicho.

- No voy a poder vivir sin tí...me volvería loco si tuviera que hacerlo.-dijo mientras yo me concentraba en la tarea de ponerme mi ropa íntima. Los minutos pasaban y yo no le contestaba.

- Por favor...-dijo mientras me veía terminándome de vestir.

- Ya Edward por favor...-dije mientras lo miraba.- No me hagas más daño.

Me agarró y volvió a besarme.

- No puedo.- dijo sujetando mis manos para que no me separara de él y comenzó a besarlas.- Empecemos de nuevo...

- Es que no puedo...tu y yo no podemos estar juntos.- dije cansada de decirle que no. Muy en el fondo sabía que era porque mi corazón quería gritarle que si.

- Cásate conmigo...-dijo mirándome con una sonrisa.

¿Qué?¿Ca..sar...nos?Jamás había pensado en ello, y la idea no me disgustó en lo absoluto. ¡Concéntrate, Swan!

- Estas...loco.-le dije viendo como se reía al ver mi cara. Me enfurecí al ver como todo esto le causaba risa y quité mis manos de las suyas. - No loco no te describe lo suficiente. Me estás asustando, vete y déjame de una vez.

- No puedo...-dijo sin dejar de sonreírme.- A donde quieras que vayas te seguiré.

- Pues te voy a denunciar a la policía.-le dije mientras lo empujara para evitar que se acercara a mí.

- Hazlo, gritaré a todo el mundo que estoy loco por tí...y que me encierren si quieren.- dijo sujetando mis manos de nuevo.- Bella, dime que no me quieres, si me lo dices mirándome a los ojos me iré y no me verás nunca más. Dímelo.

Lo intenté, juro que intenté decírselo, pero no pude. No podía mentirle de esa manera mirándolo a los ojos, ni en su defecto, hacerle tanto daño.

- La que se va soy yo.-dije secando mis lágrimas y mirando al suelo.- Me voy.

- Esta bien.-dijo y sentí más que vi su sonrisa.- Pero voy a estar muy cerca tuya. No me voy a separar de ti, por si necesitas algo.

Me besó castamente en los labios y me soltó rápidamente. Yo cogí mis cosas y lo dejé ahí en toalla y una sonrisa en la cara. Cuando venía de camino para casa, vi el volvo plateado de Edward corría a toda velocidad desde la mina y disminuyó la velocidad hasta estar detrás mía. Me siguió hasta casa y cuando paré y me bajé el hizo lo propio. Entrecerré los ojos y lo dejé ahí, esperando apoyado en el coche.

Cuando llegué a casa vi a mi padre sentado en el sofá con su amigo Carlisle, estaban hablando con el ordenador de Anthony entre las manos.

-¿Carlisle?-dije con una sonrisa.-¿Te dejaron libre?

Él levantó la cabeza y tras darme una sonrisa triste, se levantó y me abrazó.

- Hola Bells.-dijo mientras yo correspondía a su abrazo.- Sí, me dejaron libre...aunque no se donde estoy mejor...

- Siento lo de tu esposa.-dije mirándolo.- Fue horrible.

- Lo es Bella, créeme que jamás sentí un dolor y un cansancio tan hondo.-dijo sentándose al lado de mi papá.

- Ánimo, nosotros estamos contigo.-le dije sentándome en el sofá junto a ello.- ¿Y qué hacéis papá?

- Carlisle y yo buscamos casa para irnos a la capital.-¿Qué?¿Esme y él pensaban irse?

- ¿Nos vais a dejar aquí?-dije seca.

- No, no, mi niña...-dijo mirándome.- Nos vamos toda la familia. Este pueblo se está volviendo peligroso y no quiero que corráis ningún riesgo.

Irme del pueblo. Alejarme de Edward...no sería una mala idea. Así tendría alguna oportunidad de olvidarlo.

- Está bien.-dije suspirando. Me miró extrañado, quizás, se estaba preparando para tener una pelea conmigo al respecto.- Es una oportunidad para Anthony, allí tendrá todo al alcance.

-Y estaría seguro de esa jauría de lobos...-dijo Carlisle.

- Con lobos te refieres a...-dije intentando averiguar a quien se referían.

- A Elizabeth Masen, Aro Vulturi, Eleazar Delani y todos sus matones.-me interrumpió.- Ellos acabaron con Angela...que en paz descanse.

Le pasé la mano por los hombros en señal de apoyo. Pobre Angela, era una buena mujer.

- Bella.-me llamó mi padre.- hay cosas que debes saber hija...sobre las tierras de tu madre.

Recuerdo que mi madre siempre me dijo que tenía unas tierras que podría utilizar cuando ella ya no estuviera. Ella era familia política de los Cullen, por lo que una parte del bisabuelo de Edward fue a parar a manos de mi abuela.

- Ya era hora de que me contaras porque estás tan raro...-dije relacionando su comportamiento a todo este asunto.

- Hija esas tierras son el Roach Terra...-dijo mi padre tenso.- Aquel día que me encontraste con la pierna rota no estaba de cacería...hace tiempo descubrí que esas tierras tienen muchísimas vetas de oro, hija.

Mi boca cayó abierta de par en par y casi me caigo del sillón, solo el abrazo que le estaba dando a Carlisle me mantenía en mi sitio.

- Así es Bells...-dijo Carlisle acariciando mi mano.- ¡Los Swan sois ricos!

- Hija, esos lobos también lo saben y por eso mandaron a sus matones a buscar la mina...pero estas tierras son muy grandes por eso no la encontraron.-dijo mi padre pasándome unos mapas que me mostraban quizá nuestro futuro.

- No puedo creerlo...-dije mirando el mapa.- Todo el mundo sabe que esas tierras son extensas sí, pero inútiles...

Mi padre comenzó a reír.

- Esos rumores los difundí yo mismo hija...para que la Señora Masen no sospechara. Pero ya lo saben, por eso tenemos que apurarnos. Voy a ir unos días a organizar todo mientras vosotros recogéis todo lo necesario, luego vendré a por vosotros y nos iremos.

Algo me olía mal de todo esto. ¿Tan peligrosos eran esa gente para huir del pueblo?

- ¿Pero como lo supiste papá?-le pregunté.

- Por el olor a azufre, gracias a ello encontré una veta subterránea que está hecha de capas.-dijo señalando su ubicación en el mapa.- Calculo que las ganancias serán de miles de millones.

¡Dios mío! ¿Qué locura es esta?

- Papá no se que decir...-dije sin palabras.- Y de ahí vienen las historias...el Roach Terra es la puerta del infierno.

- Aproveché el olor a azufre y comencé a inventarme esa historia.- dijo mi padre orgulloso. Cogió un lápiz y marcó una ruta en el mapa.- La mina está muy escondida, así que tienes que seguir paso a paso la ruta que te estoy marcando en el mapa.

- ¿Y por qué me cuentas esto a mí?-dije mirando a Carlisle, que se mantenía callado.

- Por si algún día yo falto hija.-me dijo siguiendo dibujando.

- No papá, no digas eso.-dije con un escalofrío.

- Sí hija, porque tu tendrías que luchar por estas riquezas...que son tuyas y de tu hijo. Y de Emmett y mi mujer.

Me toqué la nuca para eliminar la tensión que sentía en mi espalda en ese momento. Aunque no quisiera reconocerlo, hacer el amor con Edward había eliminado las tensiones de estos días aunque ahora mismo volvía a sentir mis cervicales más tensas que nunca.

- Pero no ocurrirá nada.-dijo Carlisle sacándome de mi ensoñación.- Os iréis a la capital y buscaréis ayuda. Cuando los lobos quieran darse cuenta, ya nada podrán hacer.

- Lo que más me preocupa es tener que dejar toda nuestra vida aquí.-dijo Esme bajando las escaleras.- No somos gente de capital, ni de dinero...

- Lo sé Esme.-dije levantándome y tomando su mano.- pero si papá dice que aquí corremos peligro tenemos que irnos, papá solo falta una semana para que los niños terminen el curso. ¿Podemos esperar?

- Ya pensé en eso hija...y sí, justo cuando ellos terminen os vendré a recoger.- dijo mi padre levantándose y abrazándonos a las dos.- Bueno, Calisle, vamos a arreglar todo. Nos vemos más tarde.

- Adiós chicas.-dijo Carlisle con una sonrisa.

- Hasta luego.- dijimos Esme y yo a la vez.

Y diciendo esto ambos se fueron por la puerta. Pocos minutos después escuché el sonido de mi móvil, fui hacia el bolso y vi que era un mensaje de Edward.

He escuchado a tu padre decir que os vais del pueblo, pero no creas que te has librado de mí. Mañana mismo me pongo a hacer la maleta. Sigo aquí fuera esperando...solo por si me necesitas.”

- ¿Bella no vas a echar de menos esto?¿No echarás de menos a Edward?-dijo Esme mirándome fijamente.

- Pues claro, nací en este pueblo...y en cuanto a Edward, bueno, ha hablado conmigo, me ha pedido perdón y me ha dicho que no me quiere perder...- Esme comenzó a reír y a frotar sus manos.- Ahora acaba de mandarme un mensaje, dice que escuchó que nos vamos a la capital y no se va a separar de mí, que se viene con nosotros.-la expliqué mirándome los zapatos.

- Es que ese chico no puede caerme mal...ni queriendo-dijo mirándome y sin parar de reír.- Vamos no me digas que no tienes el corazón que se te sale del pecho.

- ¿De qué te ríes, Metiche? Estoy muy enfadada.-le dije seria.- Está ahí fuera, como un idiota.

- ¿De verdad?- se dirigió a la ventana y miró por la hoja que estaba abierta.

- Hola, Esme.-le oí decir risueño. Y mi corazón pegó un salto de alegría por saber que seguía ahí, esperando por mí.- ¿Cómo te va?

- ¿Y a usted que le importa?-le preguntó con finjido enfado.Después de cerrar la ventana teatralmente, corrió la cortina.- Pues sí, sigue ahí. ¿En serio quieres que nos vayamos?

- Pues sí, tengo que mirar por mi hijo...y papá dice que estamos en peligro...-dije preocupada.

- Ay, Bella, la verdad que esto me da un poco de miedo...-dijo tomando mis manos.

- Tranquila todo va a ir bien y si estamos juntos nadie nos va a derrumbar...el hogar no son cuatro paredes, sino el lugar donde está la gente que uno quiere.-dije sonriendo.

A Esme se la escaparon varias lágrimas.

- Me vas a hacer llorar...-dijo sonriendo de vuelta.- Hasta que por fin me quieres un poquito, malcriada.

- Y como no...-dije casi llorando yo también.- Si eres demasiado metiche...te colaste también en mi corazón, de verdad Esme.

Sin más nos abrazamos y vi que sus brazos casi me acunaban, como los de una amiga...como los de una madre.



A la mañana siguiente despedimos a mi padre, pues iba a ir a la capital a buscar un sitio para vivir y la ayuda necesaria para comenzar nuestra nueva vida.

- ¿Por qué no nos llevas contigo papá?-dijo Emmett casi llorando mientras mi padre montaba las maletas en su camioneta.

- Sí. Nosotros somos hombres y podemos ayudarte.-dijo mi hijo al lado de su tío.

- Vosotros ya tenéis una misión...tenéis que dejar de ser cachorros y empezar a ser tigres.-dijo abrazando a Esme.- y tenéis que proteger a estas dos mujeres, que lo son todo para nosotros. ¿Me lo prometéis?

- Palabra de tigre.-dijeron a la vez los pequeños de la casa.

- Relajaros, ¿de acuerdo?-dijo abrazando y dando un pequeño beso a Esme.- Y no lloréis que nos vemos en unos días.

Abrazó a los niños y se dirigió hacia mí. Apenas pude contener las lágrimas, no me gustaban las despedidas y esta tenía el sabor de ser la última, algo que me quedaba intranquila.

- Y tu mi niña no llores...esto es por nuestro bien.-dijo agarrándome de los hombros y mirándome a los ojos.- Tu eres mi hija mayor, mi mayor orgullo, nunca olvides quien eres...recuerda que eres Isabella Swan, la mujer más valiente que conozco. Quiero que me prometas que vas a mantenerte siempre fuerte hija, que vas a ser toda una tigresa.

- Te lo prometo papá.- dije dándole una pequeña mochila.- Toma, es algo de comida para el camino.

- Gracias hija.-dijo colgándose la mochila al hombro. Después de lanzarme una sonrisa metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó la medalla de mi mamá que siempre llevaba puesta.- Toma, hace tiempo que quería dártela. Tu mamá me la dio en su lecho de muerte y ahora quiero que la tengas tú para que te cuida y te proteja.

La puso en la palma de mi mano y la cerró para plantar un beso en el dorso y así despedirse.

- Cuidate papá, por favor.- le dije mientras se iba hacia el coche.

- Sí, hija.- desde la ventanilla del coche nos saludo con la mano.- Adiós familia.

Y así se alejó para buscar un futuro mejor para nosotros, esperaba de corazón que para él también.



El salón de mi casa estaba en un profundo silencio... solo se oían las manecillas del reloj. Esme rezaba aferrada a un rosario, y Edward se frotaba el puente de la nariz preocupado. Una semana había pasado desde que mi papá se fue a la capital y aún no teníamos noticias suyas, nos temíamos lo peor...y no solo por la desaparición de mi papá. Todo estaba peor que nunca...

En primer lugar, hacía ya tres días que la esposa de Mike, Jessica, había aparecido muerta en el salón de la casa de los Cullen aparentemente había sido un suicidio...aunque todo era muy confuso porque Alice Delani aseguraba que su hermana había tomado la decisión de separarse de Mike y denunciar los malos tratos que recibía por parte de él y de Elizabeth Cullen.

Carlisle andaba como loco por todo el pueblo tratando de averiguar algo de mi padre y donde podría estar...su nerviosismo me ponía los pelos de punta, ya era un hombre tranquilo que no se dejaba llevar por los presentimientos.

Edward había abandonado su casa y a su familia después de que intentaran echarme las culpas de la muerte de Jessica, entre ellas Elizabeth Masen, que juraba y perjuraba que a raíz de la noticia de la nueva “paternidad” de Mike, Jessica estaba más deprimida que nunca. Y a pesar de eso, Edward había respetado mi espacio pero sin dejar de apoyarme tratando de demostrarme que me amaba e iba a estar conmigo hasta el final.



- Tengo un palpito en el corazón...algo me dice que mi Tigre no está bien.-dijo Esme llorando. Tomé su mano y miré a Edward buscando alivio en sus palabras.

- No perdáis la calma por un presentimiento.- dijo mirándonos.- No os dejéis llevar por el pánico...

- Es que yo no creía en los presentimientos de Esme hasta que dijo que tu cuñada llevaba la muerte pisándola los talones y mira lo que la pasó...-dije mientras que me recorría un escalofrío por toda la espalda al recordarlo.

- Eso pudo ser una coincidencia...-dijo Edward intentando calmarnos.- Estoy seguro de que el Tigre está bien.

- Es que me resulta muy raro que mi papá este así...-dije nerviosa.- porque el nos dijo que estábamos en peligro, a estas alturas ya tendría que habernos avisado que está en Washington.

- ¿Y no sabéis si está en casa de algún conocido?-preguntó Edward.

- Carlisle le dio una lista con los nombres y direcciones de algunos amigos suyos de la capital y se supone que ellos le iban a recibir.-dije explicándole a Edward la situación.

- ¿Y tenéis una copia de esa lista?-preguntó Edward.

- No.-dijimos Esme y yo a la vez.

- De acuerdo.-dijo y se levantó.- Voy a buscar a Carlisle para que me de esa lista. Quedaros aquí y respirar hondo, todo va a salir bien.

Y diciendo esto nos dejó solas a la espera de noticias.

- Dios mío...como no se me ocurrió antes.-dijo Esme.- Bella, Elizabeth, esa mujer tiene algo que ver en esto...Ella sabe donde está tu padre.

Y de repente, las imágenes de la mañana que esa señora pisó mi casa aparecieron por mi mente.

-No, por supuesto que no.-dijo irritada. ¡Vaya, vaya...!Así que a la señora Masen no le gusta que la planten cara.-Vine para que le adviertas a tu padre que no huya y me de la cara...porque cuanto más tiempo pasa, más me convenzo de que es un ladrón.

-Le exijo que retire lo que acaba de decir...-dije enfadada.-Porque el Tigre Swan no es ningún ladrón.

-¿Y tú quien te crees que eres para exigirme nada?-dijo furiosa.-Y no voy a descansar hasta verlo en la cárcel.

-No podrá hacerlo sin pruebas.-dije con mofa.

-Eso es lo que tu crees.-dijo en el mismo tono.-El muy listo le dijo a todo el mundo que la mina no produce para robar mi oro...Por eso renunció y huyó el muy cobarde.



- Pues habrá que hacerla una visita.-dije levantándome.- Esta mujer me va a conocer ahora mismo.

- Te acompaño.-dijo Esme levantándose.

- No quédate aquí por si regresa Edward o Carlisle con alguna noticia.-dije cogiendo las llaves de mi camioneta y dirigiéndome a la salida.

- Ten cuidado.- dijo Esme asustada.- Esa mujer se las trae...

Me monté en el coche y fui a casa de los Cullen como alma que lleva el diablo. Cuando aparqué el coche en la puerta de la casa , llamé y Emily me recibió al poco tiempo, su mirada me resultó extraña.

- Chiquilla, vete de aquí.-dijo mirándome suplicante.

- Quiero hablar con la señora.-dije enfadada.- Y tiene que ser ahora.

- Hazla pasar.- dijo el senador Aro Vulturi.

Emily me abrió por completo la puerta y entré encarando a Aro, un señor distinguido y educado, pero que era igual que las serpientes.

- Pero mira nada más a quien tenemos aquí...debo decirla que es la más bonita de todas.-dijo mirándome de arriba a abajo.- Nunca hemos tenido la oportunidad de hablar, ¿No es así?

- Claro que no.-dije mirándolo extrañado.

- No sería por ganas...-dijo tranquilo.- Te admiro desde la distancia y envidio Edward por esa cercanía que tiene contigo.

¿Estaba coqueteando conmigo o era cosa mía?

- No tengo nada que hablar con usted porque no lo conozco.- le dije intentando no ser grosera, toda una hazaña tratándose de este hombre.

- Nunca es tarde.-dijo acercándose a mí.-Tú y yo podríamos entablar una muy bonita amistad...

Le sonreí irónica. Sí, intentaba coquetear conmigo.

- No me diga...-le dije sarcásticamente.- A mi no me interesa...

- Tienes buen gusto.-dijo agarrando mi brazo.- Elegiste a Mike y a Edward...

- Mire no le permito que...-le dije con furia.

- Tu me permites lo que yo te diga...-dijo con voz baja y contenida.- Solo repito lo que dice la gente. Está bien, te quedaste con Edward...será guapo y de buena estirpe...pero no sabe hacer un negocio.

- No sé de qué me está hablando.-le dije con rabia contenida.- Pero no me interesa.

Cuando me iba a ir, me agarro de los brazos.

- Si tu lo quieres...- dijo con voz melosa. Casi me dio arcadas.- y me dejas, puedes tener todo el dinero del mundo, solo tienes que hacer una cosa...y es dejar entrar en tu vida a un hombre como yo.

Lo empujé con ganas para quitármelo de encima.

- ¿Cómo se atreve?-le pregunté con rabia.

- Vas a pagar este desaire.-dijo enfadado.

- Y usted como me vuelva a tocar va a saber de lo que soy capaz, empezando por decirle a Edward que va a conocer de que pasta está hecho su tío.

- Tu y toda tu calaña...-me dijo señalándome con un dedo con voz contenida y siniestra.- vais a desaparecer.

Esto me olía a chamusquina. ¿A qué se refiere con eso?¿Es una amenaza?¿O algo que ya ha hecho?¡Dios mío que mi papá este bien!

- ¿Qué quieres decir con eso?-le pregunté plantándole cara.-¿Cuál es la gente de mi calaña que va a desaparecer?¿Está hablando de mi padre?

- A mi ni me hables como si fuera un minero.-dijo a viva voz.- Yo soy un senador y te puedo meter en la cárcel por faltas de respeto.

- Usted tiene que ver algo en la desaparición de mi padre, ¿Verdad?- le pregunté sin rodeos.- Conteste.

- Eso es algo que no te voy a responder.-me dijo sonriendo.

De repente, Edward apareció pegando una paliza a Jasper Vulturi, el hijo del senador.

- ¡Levántate y pelea como un hombre ya que no te comportas como tal!- le dijo Edward al chico que seguía en el suelo molido a golpes. Lo sujeté como pude.

- ¡Edward!- le gritó el senador pero sin mover un dedo por su hijo que seguía en el suelo.- ¿Qué ocurre?

- Ocurre que ustedes dos son tal para cual...-dijo Edward enfurecido.- y tu estas abusando de tu poder en este pueblo.

- Abuso por que puedo.-dijo contundente.- ¡Seguridad!

Dos enormes gorilas aparecieron y sin decir una palabra se llevaron a Edward de allí entre empujones y tirones de camisa.

- Edward...-dije intentando separarlo de los dos gorilas sin lograrlo.

- ¡Bella!-dijo entre gritos mientras se lo llevaban.- Detuvieron a Carlisle y han encontrado la camioneta de tu papá en la carretera abandonada.

- ¿Qué?-susurré. En ese momento, vi todo rojo y la Señora Masen era mi objetivo.

Comencé a gritar su nombre por toda la casa mientras corría de un sitio para otro, hasta que la vi salir de su despacho.

- Baja la voz.-dijo con su tranquilidad característica.- ¿Por qué gritas en mi casa?

- Voy a ser clara y espero que me responda sin vueltas de hoja.-le dije encarándola.-¿Qué hizo con mi padre?

- ¿Y qué te hace pensar que yo lo sé?-preguntó poniendo sus manos en las caderas.

- Porque usted está detrás de cada desgracia que hemos vivido los Swan...-dije entre dientes.- Antes de irse, mi padre me advirtió que usted era su enemiga, y por lo tanto también es la mía, así que hable de una vez...o le arranco la verdad con mis propias manos.

Comenzó a reírse entre dientes ante mi furia, como haría una pantera al ver maullar a un gato.

- Cálmate...-dijo tranquila.- tu papá está en la mina, concretamente en la galería 9, la que está abandonada.

Por favor señor, que esté bien.

- Más le vale que este allí, y que no le haya hecho nada porque sino...-le dije con toda la rabia que pude exteriorizar.- Le juro que me las va a pagar.

Conduje sin mirar atrás y no me importó nada. A Edward seguramente lo habían llevado detenido con Carlisle y de eso me ocuparía después pero ahora debía encontrar a mi padre y salvarlo a como diera lugar.

Cuando llegué, bajé corriendo hacia la galería 9, gritando a mi papá para que me diera una señal de que estaba allí, pero solo el típico goteo de las galerías y mi eco era lo único que se escuchaba. Cuando llegué al último pasillo vi entre la penumbra alguien colgado de sus brazos y tocaba con sus pies el suelo.

- No, no papá...-dije llorando al reconocerlo entre las sangre y las heridas. Mi papá había sido brutalmente torturado.- Dios mío, papá como te hicieron esto...resiste ya estoy aquí. ¿Papá? Por favor respóndeme.

Toqué su cara pues no se movía y comprobé que seguía con vida.

- Hiii...ja...- dijo casi ahogado.

- Resiste Tigre, vamos a salir de esta te lo juro.-dije entre lágrimas mientras intentaba desatar la cuerda que lo mantenía en pie.- Vamos Tigre, tienes que ser fuerte.

Me puse a su lado y le hice apoyar la cabeza en mis piernas.

-¡Por Dios, alguien que nos ayude!-grité a todo pulmón. Me quemaba la garganta.- ¡Ayuda!¡El Tigre está herido!

Al ver que nadie llegaba, intenté cargar con mi padre. Tenía que sacar fuerzas de donde fuera.

- No puedes...conmigo...hija mía...-dijo algo más espabilado.- Déjame aquí...sálvate.

- No...-dije llorando.- No pienso dejarte aquí. Tu eres fuerte papá. Tigre, ayudame a salvarte.

- Cui...cuida a los nuestros...-dijo entre jadeos.- A Anthony...a Esme...a Emmett...prométemelo.

- No, papá por favor no...-dije suplicando al cielo que no se lo llevara.

- Prométemelo, quiero morir en paz...-dijo llorando él también.

- No, no, no te vas a morir.- dije acariciándolo y quitando un poco la sangre de su cara.

- Vete...sálvate tú.-dijo agarrando mis manos.

- Te lo juro, por la memoria de mi madre que los voy a cuidar...pero por favor resiste...-le supliqué unundada en llanto. Cualquier persona hubiese muerto ya ahogada en su propio llanto, pero aquí seguía yo junto a él, esperando a que un milagro sucediera.

- Tienes...tienes que vengarme...tu...tu y solo tu...eres la verdadera dueña y señora de este pueblo.-dijo casi a gritos.

- No...papá...no...-dije abrazándolo.

- Tu tienes que ser la Patrona...tu eres la luz de mis ojos mi niña...-dijo tosiendo sangre.- Te quiero...te quiero, mi niña.

- Yo también...te quiero...y nunca, jamás te voy a dejar de amar...-le dije sosteniendo su mano. Vi como poco a poco se desvanecía en mis brazos hasta que dejó de respirar.- No me dejes...no...no me dejes Tigre...

Ya está. Mi vida se acababa, quería morirme con él. Quería que todo ese dolor se fuera de mí o que me ahogara.

- ¡ISABELLA!¡ISABELLA!¿DÓNDE ESTÁS?

Unos segundos después, unos brazos me sujetaron y me separaron de mi padre.

- ¡Llevad al Tigre a la superficie, rápido!-dijo una voz.

- No, dejadme con él...no puedo abandonarlo...¡Papá!-gritaba mientras me alejaban de él- ¡Tigre!

- Bella, hay que salir de aquí.-dijo una voz conocida a mi espalda.- Esto está lleno de explosivos.

- ¡Déjame morir con él...!-gritaba intentando zafarme, pero era imposible y las piernas me fallaban.

- Vamos Bella, vamos a morir si no nos vamos- dijo Mike Cullen mientras me cargaba. Mike, Mike estaba aquí, para rescatarnos. Mike lo sabía.

- ¡Déjame...!-grité sin voz casi.

Y todo pasó muy rápido, de repente, un estruendo estalló en mis oídos y una nube de polvo y piedra nos envolvió. No se muy bien como pasó, solo sentí como algo me empujó y caí al suelo. Y de pronto, todo fue oscuridad.

La más negra y profunda oscuridad. Un limbo tranquilo donde ni la muerte ni el dolor podían alcanzarme.

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Mil perdones por mi tardanza, pero este capítulo me ha traido por el camino de la amargura...además con los exámenes y los trabajos es difícil compaginarse. Espero que la espera merezca la pena...porque es el capítulo más culminante de la historia... Es cierto que Bella sufre demasiado, pero esta historia habla de la superación y la valentía de esta gran mujer. ¿Sobrevivirá para llevar a  cabo su venganza?

Os prometo actualizar pronto, para que no os quedéis con intriga mucho tiempo.

Muchos besos, nos leemos. Ness :)

Capítulo 16: CAPÍTULO 15 Capítulo 18: CAPÍTULO 17

 


 


 
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