Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
Visitas: 79077
Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 47: CAPÍTULO 46

BELLA POV

Este hombre acabaría por volverme loca. De remate.

- ¿Y ahora qué?-pregunté en voz alta dando vueltas por mi habitación. Llevaba horas pensando en una solución y estando tan enfadada no encontraba solución.- ¿Qué se supone que debo hacer?¿Suplicarle?¿Arrastrarme a sus pies para impedirlo?¡Eso jamás!¡Maldito sea el día que te cruzaste en mi camino Edward Cullen!

FLASHBACK

Elizabeth Masen se presentó en mi casa horas después de que Anthony se fuera. Y eso me pilló desprevenida ya que Elizabeth Masen no mueve el trasero de su casa así como así. A no ser que quisiera pedir algo...a su manera.

- Pasa, socia.-dije mientras llegaba a la terraza.- Siéntate, se te ve agitada.

- Gracias.-dijo mientras tomaba asiento. Parecía nerviosa, y solo había una persona capaz de poner a esta Loba así.

- ¿Cuál es la urgencia?¿Pasa algo?-pregunté intrigada.

- Me temo que sí.-dijo respirando hondo.- Tanto es así que vine para decirte que disolvemos la sociedad en la mina.

¿Qué?¡No, no lo iba a permitir!

- Pero si apenas estamos iniciando los trámites...-dije intentando parecer tranquila.- ¿Qué pasa?

- Pasa que...mira, no te voy a engañar.- dijo aparentando estar avergonzada.- Te asociaste con nosotros pensando que mi hijo iba a estar en frente de la mina. ¿No es así?

- Si...¿No va a ser así?-pregunté sintiéndome inquieta.

- No.-dijo rotundamente.- Edward no va a estar más a cargo de la mina. Acaba de renunciar. Se marcha del pueblo.

FIN FLASHBACK

Eso quería Elizabeth Masen. Ella era inteligente y sabía que yo podría hacer algo para impedirlo. Y tuve que reconocer que había jugado bien sus cartas, porque lo había conseguido.

Cogí mi bolso y me fui directamente a la mina sabiendo que estaría allí a esas horas. Entré sin pensar en lo que hacía, y pasé de largo a la secretaria que me avisaba que el señor Cullen estaba ocupado. Fue lista al callarse y volver a su escritorio cuando posé mis ojos enfurecidos en ella antes de entrar al despacho.

- Tu madre me dijo que quieres irte de Forks.-dije mirando como recogía sus cosas y las iba metiendo en cajas.- Y por lo que veo es verdad.

- Así es...-dijo suspirando tranquilo. Ni siquiera me dirigió la mirada.- Me voy.

- Pero tu no te puedes ir...-dije con miedo. No podía largarse, así sin más.

- Tengo razones de peso.-dijo dejando de la do la caja para prestarme atención.- Ya no soporto este lugar.

- Sí, pero acabamos de hacernos socios.-dije usando mi mayor escusa.

- Así es, y lo siento pero ya renuncié.-dijo mientras cogía la caja y la llevaba al montón que tenía en la puerta.- Así que a partir de ahora habla con mi madre o con Aro Vulturi.

- No...por favor, Edward, no te vayas.-dije casi suplicante girándome hacia donde él había ido.-Tu no te puedes ir.

Él se giró hacia mí con cara de sorpresa, la misma que debería de tener mi subconsciente al oírme decir lo que dije. ¿Podría ser más patética?

- ¿Qué pasa Verónica Dantés?-me preguntó sarcástico.- Nunca antes te había visto perder el control así.

Sacudí mi cabeza y di un paso atrás para recomponerme. No podía dejar caer mi muro frente a él.

- No perdí el control...-dije tranquila y calmada.- Simplemente es que tu no te puedes ir de este pueblo.

- ¿Y por qué no?¿Tienes miedo a perderme?-dijo con una sonrisa tonta en el rostro.

Sí. Mucho. Mucho miedo. Sobre todo después de decirme que me seguías amando o a Isabella, que para el caso es lo mismo...

- ¿Siempre eres tan presumido?-le pregunté entre risas.

- Sí...-dijo pensativo.- Y tú tan contradictoria. Me has dicho mil veces que no te intereso y que tú y yo no tenemos nada. ¿Estás segura de eso?¿No tenemos nada?

Me quedé callada observándolo y pensando en una respuesta que no fuera la que tenía rondando por mi cabeza.

- No es algo personal, Edward.-dije para salir por la tangente.- Se trata de trabajo. Acepté ser socia de esta mina porque tú estabas a cargo.

- ¿Y eso no es un interés personal?-me preguntó.

- No...-dije recuperando el control de mí misma.- Me refiero a que ibas a participar como gerente. Ese era el trato.

- Y si me voy...¿Qué?-me preguntó encogiéndose de hombros.- ¿Vas a demandarme?

- Podría. Soy capaz de llegar a eso, pero...no creo que sea bueno llegar a tanto.¿No crees?-dije segura de mí misma. Haría lo que fuera por mantenerlo aquí.- ¿Qué necesitas para quedarte?

- Que me digas la verdad.-dijo con un brillo de esperanza en la mirada.- Que me digas lo que sientes.

- ¿Quieres que te lo diga?-pregunté tanteando el terreno. Edward tragó en seco y asintió.- Pues sí, es verdad, me importas...pero solo como socio.

Su cara pasó de la ilusión a la decepción en milésimas de segundo.

- Muy bien.-dijo volviendo a su escritorio.- Entonces todo está dicho.

Mi paciencia llegó al límite. No iba a hacer ninguna estupidez solo para que considerara quedarse aquí.

- Mira, Edward...-dije con la rabia recorriéndome las venas.- Vete al diablo o donde te de la gana.

- Perfecto.-dijo cuando me disponía a salir por la puerta.

¡Ah, no eso si que no! Él no iba a decir la última palabra.

- Eso sí, eres un cobarde...- dije entrando de nuevo en la oficina.

- No, no, no...-dijo interrumpiéndome y poniéndose frente a mí para.- Aquí la única cobarde eres tú porque no dices lo que sientes.

- No, no me refiero a eso...-dije evitando que cambiara de tema. Casi podía sentir mi cuerpo arder de la rabia.- Eres un cobarde porque cuando las cosas se ponen difíciles siempre terminas escapándote de una manera o de otra. Siempre lo abandonas todo.

Su cara tomó un matiz entre la sorpresa y la sospecha y durante unos minutos solo me observó con los ojos entrecerrados. Sabía que no tendría que haberlo dicho en el momento en que vi la sospecha en sus ojos. Verónica eres una idiota.

- Lo dices como si ya te hubiera abandonado antes...-dijo con una sonrisa irónica. - ¿Cuando ocurrió eso Verónica Dantés?¿Cuando fue que te abandoné?Dime...¡Dime!

Me quedé pensado en la manera de resolver este lío pero no había nada que se me ocurriera. No me quedó más remedio que improvisar.

- No, nunca me has abandonado...-dije quitando hierro al asunto.- pero conozco tu historia.

- Mi historia...-dijo casi susurrando las palabras.

- Así es.-dije con la cabeza en alto.

- ¿Lo dices por Isabella Swan?-preguntó directamente. Suspiré hondo.- ¿Por qué no la supe cuidar?

No. No iba a sacar ese tema ahora. No iba a hacerme flaquear y fallar de nuevo.

- Haz lo que quieras.-dije siendo cortante.- Vete de este pueblo si eso te hace feliz.

Me giré para irme con la poca dignidad y toda la rabia que me quedaba.

- No, espera, no te vayas...-dijo agarrándome por la cintura y atrayéndome hacia él. Cerré los ojos inconscientemente cuando acercó su nariz a mi cuello y emití un quejido sin poder evitarlo al sentir toda la rabia fugarse de mi cuerpo.- Mírate, estás temblando.

- Sí,pero de rabia.-dije intentando zafarme.

- No es cierto y lo sabes.-dijo afianzando su agarre.- Deja de pelear con lo que sientes. Olvida esa farsa que has montado con tu novio. Olvidémonos de todo. Hazlo y me quedo por tí. Ya aprendí de mis errores y nunca más abandonaré lo que amo.

Otra vez lo mismo. Promesas y promesas que jamás cumpliría.

- Sí pero tu eres un hombre casado.-dije separándome de su abrazo. Necesitaba la rabia para negarme y su cercanía la alejaba de mí a kilómetros de distancia.

- Que no ama a su mujer.-dijo enfadado encarándome.- Igual que tu no amas a ese idiota.

- ¿¡Y de dónde sacas eso!?-le grité perdiendo el control.-¡Yo sí estoy enamorada de...!

- ¡De mí!-me gritó señalando su pecho.- Estás enamorada de mí. Todo eso de la boda es un invento tuyo para alejarte. Tu lo sabes y yo lo sé.

Sabía que tenía razón. Sabía que podría reconocérselo y lanzarme a sus brazos, pero no, no era a eso a lo que había venido a este pueblo. Definitivamente había sido un error venir.

No tenía ni ganas ni fuerzas de volver a negárselo por lo que solo me largué de allí. No podía dejar que sacara a Isabella Swan de donde estuviera guardada. No se lo iba a permitir.

Conduje a mi antigua casa como alma que lleva el diablo y soltando pestes por la boca. De nada había servido ir a verlo, solo servía para enfadarme más aún.¿Qué era lo que pretendía?¿Qué terminara por descubrirme?¡Isabella Swan no tienes remedio!

Toqué la puerta sin molestarme si la gente se daba cuenta de mi estado o si había alguien conocido allí, tenía que desahogarme con alguien y la única persona con la que podía hacerlo era con lo más parecido que tenía a una madre. Esme.



Ella abrió la puerta mirando primero quien era pero yo no se lo permití pues yo misma la abrí del todo para pasar dentro.

- ¡Es un creído!-grité en cuando entré.-¡Piensa que puede desarmarme cada vez que me toca, como si yo fuera de su propiedad!¡Y para colmo ahora quiere irse de este pueblo!

Esme me siguió a la cocina resignada.

- Me imagino que estás hablando de Edward Cullen...-dijo serena.

- Es que cometí la estupidez de decirle que se quede y comenzó a decirme las mismas mentiras de siempre...-dije respirando hondo para calmarme.- Que me ama, que olvidemos todo...que está dispuesto a lo que sea por mí.

- Y por eso fuiste, porque te iba a decir exactamente lo que tu querías oir.-dijo Esme adivinando lo que mi pecho parecía gritarme.

- No Esme...-dije mientras iba a por un vaso de agua.- ¡Lo que estoy es furiosa!

- ¿Furiosa con él?¿O contigo?-preguntó mientras bebía un gran trago de agua.- Deja de engañarte a ti misma y deja de engañar a Jacob.

- Es que yo a Jake lo quiero.-dije intentando justificarme.

- Sí pero no lo amas...-dijo Esme intentando hacerme entender.- Ese muchacho ha sido muy bueno contigo y te ha apoyado en los momentos más difíciles de tu vida...pero eso no es motivo para que tengas que casarte con él. ¿Qué?¿Vas a casarte por gratitud?

Note como algo se quebraba dentro de mí y me senté.

- Ya no me puedo echar para atrás.-dije intentando convencerme.

- ¡Claro que puedes echarte para atrás!-me gritó Esme.- Porque tu todavía no has dado el si quiero en un altar. No lo hagas, hija. Jacob no se merece que te cases con él mientras sigues enamorada de Edward Cullen.

- ¿Pero que os pasa a todos?-pregunté incrédula mientras nos sentábamos en el sofá. Estaba harta de oír siempre el mismo sermón, y sobre todo, de que ese hecho hiciera que mi corazón tamborileara con fuerza.-¿Ahora conocéis mis sentimientos?¡Sue, Jacob y ahora tú!¡Estoy harta de que me digáis a quien amo y a quien no!

- Solo queremos te decimos esto porque te queremos.-me contestó Esme tranquila. Yo suspiré hondo para calmarme.- Y porque nos duele verte que vas derecha hacia un barranco. Si tu te casa con Jake, él va a ser el más perjudicado porque nunca lo vas a lograr ama...y la adoración que tiene ese muchacho por tí se va a convertir en odio y rencor.

- Hola.-dijo Carlisle entrando por la puerta.

La cara de Esme cambió repentinamente a una mucho menos amigable cuando Carlisle se sentó a nuestro lado en el sofá.

- ¿Y a tí qué?-preguntó Esme con rabia.- ¿No te han enseñado a tocar una puerta?

- Estaba abierto...-dijo Carlisle justificándose.- Además, pensé que no importaría porque como traigo buenas noticias.

- Eso es justo lo que necesito...-le interrumpí. Cualquier distracción era buena cuando se hablaba de mis sentimientos.-Cuéntame, por favor.

- Pues, al parecer, llegaron vientos de cambios para Forks.-dijo con una sonrisa bailando en sus labios.- Jasper acaba de recibir a el sustituto de Hide. Hay nuevas autoridades en este pueblo y con su ayuda, vamos a poder disminuir el nivel de poder de los lobos, y por lo tanto, controlarlos.

Miré a Esme esperanzada. Ella correspondió a mi sonrisa y tomó mi mano, sabía lo que eso significaba para mí. Por fin podríamos empezar a jugar limpio y acorralar a los lobos sabiendo que la justicia terminaría el trabajo.

- Se llama Garrett y al parecer, tiene buenas reseñas.-dijo Carlisle dirigiendo alguna mirada significativa a Esme.

- ¿Estás seguro que ese hombre hará un buen trabajo?-pregunté sin querer hacerme ilusiones.

- Estoy totalmente seguro.-me contestó.- Tiene fama de ser incorruptible, y lo que es mejor, no le tienbla la mano a la hora de meter a la gente poderosa en la cárcel.

- Pues eso es bueno...-dije suspirando.- Es lo que necesitamos, sobre todo, para desenmascarar a Elizabeth y a Aro.

- Ya verás como esta vez lo vamos a lograr.-dijo Carlisle y luego miró a Esme.- Y también nos ayudará a sacar a Emmett de la cárcel.

- A mí no me dirijas la palabra, cerdo.-dijo Esme metiéndose enfadada en la habitación.

Mi boca calló abierta después de oír a Esme. Carlisle se pasó las manos por el pelo y suspiró.

- ¿Qué os traéis vosotros dos?-le pregunté sin rodeos.- ¿Por qué te dijo eso?¿Por qué os habéis peleado?

- Es que me vio salir del prostíbulo.-dijo avergonzado.- Suelo ir allí para averiguar los chismes del pueblo.

- Pero...¿Y eso a ella que le importa?-pregunté mirando a la puerta cerrada donde estaba Esme. ¿Tenía celos?-¿Está celosa?

Carlisle levantó la cabeza y me miró.

- ¿De verdad piensas que es eso?-preguntó esperanzado.¿Se gustaban acaso?- ¿Que es por eso por lo que se ha enfadado conmigo?

Isabella comenzó a reírse ante la idea. ¡Vaya, vaya!

- Si no es eso...¿Por qué se molesta de solo pensar que estás con otra?-pregunté con el ceño fruncido.- Definitivamente entre vosotros dos pasa algo y es mejor que lo resolváis.

Él me miró asombrado y avergonzado.

- No...para nada.-dijo justificándose.- El Tigre es mi amigo y...yo no puedo hacerle eso.

¿Acaso buscaba mi aprobación?¿Pensaba que me enfadaría?

- Pero mi papá está muerto, Carlisle.-dije con comprensión.- Te aseguro que a mi Tigre le daría mucho gusto que tú la cuidaras.

Sonreí y tomé su mano. Sabía que Esme estaría bien a su lado y me alegraría que de todo esto saliera algo bueno, sobre todo, si yo salía mal parada.

Capítulo 46: CAPÍTULO 45 Capítulo 48: CAPÍTULO 47

 


 


 
14437587 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10756 usuarios