Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 37: CAPÍTULO 36

A la mañana siguiente, fui al velatorio de Carmen Delani acompañada de Jacob disfrazado de mujer árabe para ver a Alice. Ella después de todo no se merecía esto.

- Alice...-dije al verla junto al fénetro de su madre.- Lamento mucho la muerte de tu madre.

Se giró hacia mí llorando. Parecía destruida. Ella solo se abrazó a mí y se quedó allí por no se cuanto tiempo, y aunque no estaba cómoda con el contacto de una persona que no fuera de mi entorno se lo permití.

- Perdón Verónica.-dijo secándose las lágrimas.- Si tienes otros compromisos, no te tienes que quedar.

- No te preocupes.-la dije siendo sincera.- solo te quiero acompañar.

Ella miró hacia el cuarto vacío y suspiró.

- ¿Sabes?Si alguien me hubiera dicho que así iba a ser el velatorio de mi mamá...jamás lo hubiera creído.-dijo llorando.- Ella era la primera dama de este pueblo, Verónica. Sus amigas votaron por ella para hacerla presidenta del Club y hoy nadie vino a despedirse. Es en estos momentos cuando te das cuenta de quienes son tus verdaderos amigos.¿Tú la apreciabas mucho?

Sentí pesar y arrepentimiento cuando me dijo eso.

- ¿Por qué me preguntas eso?-le cuestioné de vuelta.

- No sé, porque me parece extraño...-dijo negando con la cabeza.- Mi mamá no era tan inteligente, ni tan elegante como tú...y cometió muchos errores con personas inocentes.

- Seguro que debía de tener cosas buenas...-dije quizás para alivianar su dolor.

- Ella nos quiso a su manera, estaba un poquito loca.-dijo casi riendo.-y era una casamentera pero, siempre quiso que sus hijas fueran felices...

- No voy a mentirte Alice, yo no era amiga de tu madre...-la dije siendo sincera. Ella me miró extrañada.

- ¿No?-me preguntó para que siguiera.

- Solo considero amigos a los que han compartido conmigo muchas experiencias, buenas y malas.-dije intentando que comprendiera.- y a Carmen apenas la pude conocer...

- ¿Y entonces por qué te acercaste a ella?-me preguntó. Alice era inteligente y siempre hacía las preguntas que no debía.

- Bueno me intrigada, quería conocerla...-dije pensativa.- y saber su versión del pueblo, y de la gente que vive y vivió aquí.

- Claro, tú una vez me explicaste que querías conocer el pueblo y a las personas que vivieron en él para saber si merecía la pena invertir aquí.-dijo satisfecha de mi explicación.

En ese momento apareció quien menos lo esperaba. Edward Cullen, que abrazó a Alice sin apenas reparar en mí.

- Lo siento mucho.-la dijo separándose para mirarla.- Daría lo que fuera para evitarte este dolor. Sabes que puedes contar conmigo.

- Muchas gracias.-dijo Alice de espaldas a mí.

Me quedé allí esperando sin saber que hacer mientras hablaban.

- No es necesario que murmuren...-dije haciéndome notar.- Si quieren conversar en privado, solo díganme si molesto.

- Si está interrumpiendo, señora.-dijo Edward mirándome con enfado. Alice lo miró extrañada.

- Haberlo dicho antes.-dije seca.- Cuídate, Alice.

Me fui de allí junto a Jacob con dignidad pero con el orgullo herido. ¿Quién se creía ese...imbécil?¡Esto no se iba a quedar así!



EDWARD POV

Tanya no tenía remedio, decidió no ir al velatorio de su madre según ella por vergüenza, así que yo fui a acompañar a mi cuñada por un rato. Después de estar con Alice y del choque que tuvimos Verónica Dantés y yo, fui al Club para hablar con el abogado que había contratado para llevar el caso de la tutoría legal de Rosalie, sobre todo, para que mi madre no tocara el dinero de su herencia.

- Tu madre es una mujer de armas tomar, Edward.- dijo Arthur dando un sorbo a su copa.

- Lo sé...-dije asintiendo.- ¿Cómo te diste tu cuenta?

- Aparte de lo obvio...intentó ponerme de su lado en el tema de la herencia de tu hermanastra.-dijo casi riendo.

- Lo supuse.-dije suspirando.-Por eso te llamé, eres de mi entera confianza. ¿Qué te propuso?

- Más que proponerme fue directa y clara.-dijo mirándome a los ojos.- me ofreció dinero a cambio de traicionarte...obviamente, le dije que no. Así que seguimos manteniendo esto hasta que esa niña sea mayor de edad y pueda recoger todo lo que le corresponde, solo le quedan dos meses.

- Esta mujer no tiene límites y sí, dejaremos que ella sea la tutora pero siempre que tú puedas administrarlo y hasta que Rosalie cumpla sus dieciocho años.-dije pagando las dos copas.- Te dejo amigo, tengo que ir a trabajar. Gracias por todo.

- Gracias a ti por la copa.-dijo mientras terminaba de bebérsela con una sonrisa.

Llegué a la oficina y vi mi sillón dado lo vuelta y a mi madre sentada en él, reconocí su melena rubia así que supuse que era ella.

- ¿Cómo es posible que le hayas ofrecido dinero a mi abogado para ponerlo en contra de Rosalie?-la dije entrando como una fiera.

La silla se dio la vuelta dejando ver a Verónica Dantés con una sonrisa sarcástica en sus preciosos labios. Me quedé en shock, era a la última persona que pensaría ver en la mina.

- Hola, Edward.-dijo fría como siempre.-¿Por qué te quedas tan callado?Parece que has visto a un fantasma.

Sonrió y se levantó de la silla acercándose a mí.

- Confieso que me siento incómodo.-dije a modo de disculpa.- pensé que era mi madre la que estaba sentada ahí, y por favor, lo que estaba diciendo es un asunto privado entre ella y yo.

- Ay, no te preocupes, yo no soy ninguna entrometida y no podría repetir lo que dijiste.-dijo pareciendo sincera.- Por mí está olvidado.

Seguía enfadado con ella por la manera en la que me echó de su casa hacía varias noches.

- Sin embargo, a mí no se me olvida que el otro día me echó de su casa.-dije sereno con las manos en los bolsillos.- Así que si me disculpa, tengo cosas que hacer.

- ¿Vas a desquitarte echándome de aquí?-dijo con un brillo de picardía en la mirada.

- No, prefiero ser un caballero y pedirle amablemente que tome la iniciativa.-dije mirando sus hermosos ojos. En el fondo quería que se quedara aquí, aunque fuera para discutir.- A menos que...

- A menos que...¿Qué?-dijo interrumpiéndome casi retándome con la mirada.

- A menos que quiera pelea.-dije con voz ronca por las sensaciones que me producía el tenerla frente a mí.

Vi el atisbo de una sonrisa sincera en sus labios y eso me empujó a continuar.

- ¿Qué tipo de pelea?-me preguntó siguiendo el juego y mirando mis labios. Adoraba cuando hacía ese gesto sin apenas darse cuenta.

- Ese tipo de pelea...el tipo de pelea que me gusta entre un hombre y una mujer.-dije suspirando profundo al verla alzar una ceja.- Pero le advierto una cosa, a mi quien me busca, me encuentra...

Ella se acercó más a mí y dejó que la conexión entre nosotros fluyera.

- ¿Es un reto?¿O...una apuesta, Cullen?-me preguntó sonriendo coqueta.- Porque hoy amanecí con ganas de apostar.

- ¿Ah, sí?-le pregunté mientras me acercaba a su cara y sus ojos verdes y brillantes me invitaban a perderme en ellos.- Muy bien...

Terminé con la distancia entre los dos sujetando su nuca y junté nuestros labios después de ver como sus ojos se cerraban rindiéndose ante mí, como siempre soñé que hiciera Bella Swan. Sus labios se amoldaron a los míos con suma suavidad pero no me dejaron entrar por más que intenté que se rindiera completamente a ese beso. Ese beso que sabía que ambos necesitábamos después de tantos años.

Ella suspiró su aliento dulce en mi boca cuando me separé y casi fue como si ese beso se hubiera completado. Me miró en shock, pero fría como siempre, sin inmutarse.

- A ese paso no vas a encontrar sustituto a tu difunto esposo.-dije separándome de ella.- Ha sido el beso más frío del mundo.

Me dirigí a mi escritorio y ella me siguió con la mirada.

- Yo no te besé, Edward. Tú lo hiciste.-dijo mirándome como si nada la importase y un dolor hondo se instaló en mí. Quizá al comprobar que verdaderamente aquella no era mi Bella.- Y no, no estoy interesada en sustituir a mi querido esposo Yamal, no hay hombre que se pueda comparar con él.

Si aquella mujer había amado como yo, era comprensible que dijera eso.

- Entiendo que seas fiel a su recuerdo.-le dije asintiendo.- yo mismo no puedo desprenderme del mío.

Ella asintió pero veía en su mirada que no me creía. ¿Por qué era tan escéptica conmigo?Era como si me creyera el hombre más bajo y miserable del mundo. Quizá lo era, pero ella solo me conocía de hace unas semanas...¿Por qué pensaría eso de mí?

- Sin embargo me besaste.-dijo mirándome con los ojos entrecerrados con sospecha.- ¿Qué buscabas?

Ella buscaba sinceridad. Y eso tendría.

- Buscaba a la mujer que amé en esos labios.-dije dejando salir un poco de mi dolor.- Eso buscaba.

Ella desvió la mirada sonriendo irónica.

- No me digas que me usaste para acordarte de ella.-dijo negando con la cabeza casi divertida. Solo una mujer tan fría como ella vería lo gracioso en todo esto.

- Sí, lo hice...-dije enfadado por su actitud.- ¿Pero sabes una cosa?Tu parecido con ella es solo físico, Isabella estaba hecha de fuego...En cambio tú, eres un bloque de hielo, una mujer que por una razón que todavía no sé, está totalmente vacía por dentro.

Su mirada fue acusadora, como si me culpara de su soledad, de su vacío. Muy pocas veces podía ver lo que pensaba a través de sus ojos, por eso no perdía detalle.

- ¿Y tú qué sabes de mí Edward Cullen?-me preguntó impasible.

- Nada, solo lo que tu me has enseñado, ni más ni menos.-dije encogiéndome de hombros. No entendía que hacía aquí, ni porque me torturaba de esa manera, pero quemaba en lo más hondo.- Dime,¿Qué haces aquí?¿A qué viniste?

- Ya te lo dije, vine a disculparme por mi interrupción de esta mañana en el velatorio.-dijo serio. Pero ya me voy, adiós.

La sujeté de la muñeca y la retuve para evitar que se fuera.

- No tu de aquí no te vas.-dije mirando sus ojos mientras sujetaba sus hombros.

Ella sonrió levemente y sus ojos brillaron. Dios mío, ¿Quién entendía a esta mujer?

- ¿Me piensas secuestrar?-me preguntó divertida.- Retener a una persona en contra de su voluntad es un delito.

- Está bien, denúnciame si quieres.-dije separándome de ella.- pero eso no va a impedir que te diga todo lo que pienso de ti.

- Uy, que interesante.-dijo sonriendo con aquella sonrisa tan fría y superficial, casi parecía que no se tomaba en serio todo lo que yo decía.- Puedes empezar cuando quieras.

- Muy bien. Te gusta jugar, aunque todavía no descifro bien tu juego, pero se que es conmigo.-dije dando vueltas a su alrededor hasta quedar pegado a su espalda. Vi que como se puso tensa al sentirme cerca pero rió quedadamente para disimular su reacción. Susurré en su oído todo lo que sentía. - eres fría, calculadora, y extremadamente arrogante...Y si insistes en provocarme, quiero que sepas que te voy a responder.

- ¿A sí?¿Y de qué manera?-me preguntó sin borrar su sonrisa.

La di la vuelta y la atraje hacia mí por la cintura.

- Como hombre, ¿No es eso lo que quieres?-la pregunté mirándola a los ojos. Ella rió de nuevo y me sujetó de los brazos encogiéndose de hombros, como si le encantara esa idea.- Quieres enloquecerme porque sabes que te pareces a ella, pero no lo vas a conseguir. ¿Sabes por qué?

- ¿Por qué?-me dijo pegada aún a mí. Yo me separé para no perder los estribos por culpa de la sensualidad que desprendía.

- Porque son muy diferentes.-dije y vi como alzaba una ceja.- Isabella era dulce, tierna, la mujer más apasionada que he conocido nunca.

- Y si era tan perfecta...-dijo con los brazos cruzados.- ¿Por qué terminó encerrada?

Eso fue un golpe tan bajo que hizo que me encogieran por la magnitud de su fuerza.

- Eso es algo que aún no termino de entender...-le dije siendo sincero.- pero si Isabella era inocente, entonces fue víctimas de una gran conspiración, y todos, absolutamente todos somo culpables de su muerte.

Y eso era lo que me carcomía el alma día a día.

- ¿Yo qué tengo que ver con sus culpas?-me preguntó para cambiar de tema. Quizá ese tema también la incomodaba a ella.

- No lo sé....de verdad que no lo sé.-dije sin saber que decirla.- Solo se que te veo, y se me revuelve todo. Y tu te aprovechas de eso, pero no lo vas a conseguir. Soy el hijo de la mujer más manipuladora del mundo y se cuando alguien quiere usarme, y tu mi querida Verónica...no lo vas a conseguir.

Ella asintió pensativa mordiendo su precioso labio.

- Me gustan los retos...y los hombres difíciles.-dijo mientras se acercaba y ponía sus labios muy cerca de los míos sonriendo.- Adiós, señor economista.

Y allí me dejó con ganas de su aliento, de sus labios y de sus besos. Y en ese momento supe que ella podría a hacer lo que quisiera conmigo por más acostumbrado que estuviera a las manipulaciones.

Verónica Dantés había llegado a este pueblo para volverme totalmente loco, y si se lo proponía...lo conseguiría.



BELLA POV

Entré en casa y me encontré a Sue con los brazos cruzados en el pasillo, parecía que había estado esperándome.

- ¿Se puede saber dónde estabas?-me preguntó siguiéndome a mi cuarto.

- Tratando de convencer al idiota de Edward Cullen de que no estoy celosa.-dije encolerizada sentándome en la cama.

- Difícil tarea.-dijo Sue riendo sarcástica.- porque lo estás.

¿Qué?¿Ahora todo el mundo sabía lo que sentía menos yo?

- Claro que no, Sue.-dije mirándola suplicante para que creyera en mí.- ¿De dónde sacas esa idea absurda?

- De la tristeza que veo en tu mirada.-dijo Sue mirándome con lástima.- ¿Crees que merece la pena el esfuerzo que estamos haciendo?¿Por qué no nos destapamos y encerramos a nuestros enemigos de una vez?

- Porque todavía no sabemos quienes son nuestros enemigos.-dije recordando a Jasper y a Alice, así como varias personas que aún no tenía clara su culpabilidad.- porque sería muy fácil, para esos asesinos sería muy fácil. Y ellos tienen que pagar, se lo prometí a mi padre y lo voy a cumplir.

- Y admiro eso pero Bella...-dijo suplicante.- me duele ver como te destruyes día a día, como te dejas llevar por el odio. Tu eres un alma pura y limpia...no te dejes ganar esa pelea. Visita la tumba de tu padre, seguro que te hace bien.

¿Visitar la tumba de mi padre?Nunca lo había hecho. Quizá el me trajera algo de paz en este infierno, quizá el me ayudara a poner las cosas en perspectiva.

- ¿Sabes qué Sue? Tienes razón...creo que eso es lo que necesito.-le expliqué.

- Ve mi niña, allí encontrarás tu desahogo.-dijo abrazándome.

- Gracias, Sue. Gracias por aguantar mi mal carácter estos días.-dije abrazándola con fuerza.- Gracias por todo.

- Para eso estoy aquí.-dijo mientras cogía mis cosas para irme.

Conduje en coche hasta una floristería del pueblo y compré dos ramos hermosos de rosas blancas. Después fui hacia el cementerio y busqué el lugar donde estaba enterrado mi padre, junto a mi tumba y la de mi mamá.

Puse un ramo en la tumba de mi mamá y cuando me dirigí a la de mi padre vi a Anthony venir directo hacia mi tumba y ponerse de rodillas frente a ella, apenas fue consciente de mi presencia.

- Anthony.-dije sin poder evitarlo. Él se levantó y se dio la vuelta para verme.- No pensé verte aquí.

- Yo tampoco.-dijo serio.-¿Por qué le trae flores a mis abuelos?

Reaccioné como pude.

- No, no son para ellos.-dije acercándome a él. Cada mentira me dolía en el alma, pero era necesario.- Estaba buscando la tumba de Carmen Delani y me perdí. Terminé en esta sección del cementerio.

- Ah...-dijo sin más, casi parecía aliviado.

Miré la tumba del Tigre y decidí entablar conversación con él, sin ninguna intención, solo por hablar con él.

- Charlie, “El Tigre” Swan.-dije leyendo su nombre en la lápida.- Que apodo tan interesante, ¿Por qué lo llamaban así?

Anthony sonrió y mi corazón se derritió al verlo. Muy pocas veces veía a mi hijo sonreír cuando estaba con aquellas personas.

- Porque era como un tigre. Siempre al acecho para proteger a los suyos.-dijo suspirando orgulloso. Yo hice lo mismo, ese era el sentimiento que nos dejó aquel hombre. Orgullo.- Aunque nunca le hacía daño a nadie de gratis. Los mineros decían que era un gruñón pero sabía que tenían buen corazón.

Sonreí feliz de saber que mi hijo tenía recuerdos tan bonitos de su abuelo. ¿Lo ves, Tigre?Es todo un Swan, le dije mentalmente a mi padre.

- Por la manera en la que hablas de él...parece que lo querías mucho.-dije mirando detenidamente sus facciones.

- Muchísimo.- dijo mirando su tumba.- Él era el único padre que tuve y siempre lo recordaré hasta la muerte.

Su rostro se ensombreció. ¿Por qué nombraba su muerte?

- Tu eres demasiado joven para hablar de la muerte..le repliqué con dulzura.

- En este cementerio está mi abuela materna, mi abuela, mi mamá...-dijo mirando las tumbas de nuestra familia a nuestro alrededor.- aquí está toda mi familia, ¿Por qué no podría ser yo el siguiente?

¿El siguiente?Sobre mi cadáver, antes moriría yo que ver sufrir algún daño a mi hijo.

- No pienses en eso...-le pedí suplicante.- tu solo quédate con lo bonito de cada uno de los tuyos y vive con esos recuerdos en tu corazón.

Se rió de repente pensativo.

- Si...eso hago. Si hubiera hubiera visto las batallas que había en mi casa...ya habría huido corriendo de este pueblo.-dijo mirándome divertido. No solo lo había visto, los viví. Sonreí sin poder evitarlo.- Cuando se murió mi abuela Reneé, mi abuelo conoció a Esme, y ellos se hicieron novios. Mi mamá, a pesar de su edad, la tenía muchísimos celos...

Sí, eso era cierto. En aquella época el coraje y lo malcriado me salía por cada poro de mi piel.

- A veces, los celos nos ponen ciegos y no nos dejan ver que algunas personas son muy buenas...-dije quizá justificándome avergonzada. Mi hijo solo se acordaba de lo malo que había en mí, al parecer. Aún así, quería seguir hablando con él...quería conocer un poco más al verdadero Anthony.

- Sí, lo sé...con el tiempo mi mamá y Esme lograron llevarse bien y fueron muy amigas.-dijo asintiendo sin quitar esa sonrisa de los labios.- Pero al principio, me tenían muerto de la risa porque mi mamá la decía “Vieja Metiche” y Esme “Mocosa Malcriada”...y ahí estaba mi abuelo entre las dos sin saber que hacer con aquellas fieras. Se convertía en un gatito en vez de un tigre.

Los dos reímos de buena gana y casi pude sentir a la Isabella de antes florecer...por primera vez en nueve años, reía sin preocupaciones.

- Por lo que me cuentas, érais una familia muy feliz.-dije sonriendo.

- Sí, éramos pobres pero felices.-dijo un poco triste.- En aquellos tiempos yo no me daba cuenta pero...ahora, preferiría mil veces recuperar a mi familia que tener la posición que tengo.

Mis lágrimas estaban a punto de derramarse y esa fue mi señal para irme.

- Bueno, ya es hora de que me vaya...-dije mirándolo a los ojos. Pero antes debía decirle algo.- Anthony, las puertas de mi casa están abiertas para tí. Puedes visitarme cuando tu quieras y así me sigues contando esas historias tan divertidas sobre tu familia.

- Tampoco se crea que todas son tan divertidas...-dijo sonriendo triste.

- Tu recuerda la parte bonita, así como lo hiciste hoy...-dije hechizada con la mirada de niño de mi hijo. Reaccioné y le di el ramo de flores sin pensarlo dos veces.- Pónselas a tu abuelo, después de lo que me contaste, me cayó muy bien ese señor. Estoy segura que fue un gran hombre igual que tú.

No pude evitar abrazarlo, aunque fuera levemente. Aspiré el aroma de su camisa y sentí como con delicadeza rodeaba mi espalda y apoyaba el mentón en mi hombro, como si necesitara esto. Los recuerdos de cuando le conté a mi padre cómo fue concebido Anthony, se arremolinaron en mi mente.

- Es que me hubiera gustado tenerte cerca de Anthony, para ayudarme a educarlo, cuidarlo y enseñarle como ser un hombre...-le dije entre lágrimas aquel día a mi padre.

Él asintió aflijido por mis palabras.

- Sí, a lo mejor no he sido el mejor abuelo...pero no puedo evitarlo...-dijo sin más.”

Me separé de él y me fui de allí para evitar que me viera llorando por recordar a su abuelo. Me dije a mí misma que por ese abrazo merecía la pena esta lucha...porque seguiría mi venganza por ese y por todos los abrazos que vendrían. Ésa era mi verdadera meta.

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Holaaaa a todos :) Estoy por aquí otra vez, como véis. 

Guauu...¿Qué os parece lo que está ocurriendo?Los lobos se están abalanzando sobre ellos mismos...y eso solo porque Verónica ha movido algunas piezas del tablero. ¿Qué tendrá que hacer Bella a partir de ahora?

Otro punto es el beso, Edward no ha podido reprimir los impulsos, hay algo que le atrae de Verónica y no sabe que es...¿Lo averiguará pronto?¿Y Verónica, se dejará llevar algún día?Mmmm, lo veo difícil...Ella está centrada, o al menos lo intenta, en llevar a cabo su venganza y recoperar a su hijo...aunque en el fondo, de una u otra manera, le importa, sus celos lo demuestran.

Ahhh, antes de que se me olvide, he leido los comentarios...pero por alguna razón no me deja responderlos así que lo haré por aquí.

De verdad, muchas gracias por esos cumplidos hacia la historia, ¡es muy gratificante!¡Y me encanta!

En cuando a la idea de hacer que Reneé sea la hija de Bella también es una gran idea pero imposible de hacer...y quiero explicar porqué. Cuando Bella estuvo en el hospital solo estaba de un par de meses de embarazo. Después la sometieron al juicio y fue internada una semana después. Fue golpeada por Demetri en el mismo día que la encerraron...por lo tanto, la posibilidad de que ese bebé sobreviviera fuera del vientre de Bella es nula.

Tengo que reconocer algo...¡Es una grandísima idea!¿Cómo no se me habría ocurrido?Pero tranquilos, la cosa no va a quedar ahí...solo hay que tener paciencia hasta que yo escriba y vosotros leais...Me daré toda la prisa que pueda.

Nos leemos pronto, Ness

Capítulo 36: CAPÍTULO 35 Capítulo 38: CAPÍTULO 37

 


 


 
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