Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 16
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 29: CAPÍTULO 28

Edward POV

Miré nervioso a mi madre y a mi mujer mientras conducíamos a casa de nuevo. El silencio del coche era sepulcral, y en otros momentos lo hubiera agradecido pero justo hoy tenía ganas de hablar, de reír, de llorar, de gritar...y no sabía muy bien si de alegría o de tristeza. Solo sabía que esa sensación me la había provocado una persona. Verónica Dantés...o Isabella Swan...o no. Estaba hecho un lío.

Miré de nuevo a Tanya que parecía concentrada en la tarea de conducir y aprovechando el momento, cogí mi móvil y tecleé un escueto “Necesito hablar contigo, te espero en mi casa” a Jasper por mensaje.

Me bajé del coche a la carrera cuando entramos en nuestra casa y vi que el coche de Jasper ya estaba allí.

- Edward...¿Dónde vas?-preguntó Tanya.

- Es Jasper, ha venido porque necesito preguntarle sobre una cláusula del contrato con los inversionistas de la mina.-dije lo primero que se me vino a la cabeza.

Tanya miró a mi madre y esta habló.

- Tranquilo Edward...eso no corre mucha prisa.-dijo tranquila.

- Es tarde, no quiero hacerlo esperar.-dije entrando en casa.

- Edward.-dijo Emily haciendo que me parara en seco por el pasillo. Me giré y la miré.- La niña está bien...duerme como un angelito, no la molestes. Ahh, y Jasper te espera en el despacho.

- Gracias Nana.-la dije intentando sonreír y caminé directamente al despacho.

- Edward. ¿Qué pasa?-me preguntó preocupado.- Estaba a punto de irme a dormir.

- Verónica Dantés...ella...y Isabella...-dije sin poder decir nada corriente.- Son idénticas. Casi podría jurar...

- Edward, no lo digas...-dijo Jasper negando con la cabeza.- Se parecen...sí, pero tu viste que es solo físico, son como el agua y el aceite

- ¿Y si fuera ella?-le pregunté sacando por fin lo que llevaba dentro.- ¿Y si es Isabella Swan?

- Estás obsesionado, Edward...-me recordó Jasper rodando los ojos.

- ¿Y cómo sabes que no lo es?-le dije casi enfadado. Quizá las esperanzas me estaban ganando.

- Porque no lo es...estoy casi seguro.- suspiró y se relajó.- Son mujeres de mundos muy diferente...si tienen ciertas similitudes, pero nada más.

- Dios...¿Por qué a mí?¿Es qué nunca voy a tener algo de paz?-pregunté sentándome frustrado.

- Edward...ni tu mismo te das tregua.-dijo sin más.- Tengo que irme. Descansa, te vendrá bien.

- Gracias amigo.-dije acompañándolo a la puerta del despacho. Después cerré con el seguro y me serví una copa.

Necesitaba poner todo en orden. Verónica Dantés había movido la tierra bajo mis pies, fuera o no fuera aquella mujer que amé hace nueve años.

 

BELLA POV

Cuando entré en el salón vi a mis amigos brindado con champán felices de nuestra gran aparición.

- Lo logramos Bella.-dijo Carlisle sirviéndome una copa.

- No es tan fácil.-dije chasqueando mi lengua.- Elizabeth Masen no se deja engañar tan fácilmente. Ella sabe que soy yo y no se va a quedar tranquila. Ni Edward...tampoco.

Carlisle me pasó la copa y me senté al lado de Sue. Él en cambio se fue del salón con una medio sonrisa.

- Para mí lo más difícil fue ver a mi hijo...-dijo Sue aguantando las ganas de llorar.- y no poder abrazarlo.

Mis lágrimas en cambio cayeron sin mediar palabra.

- Yo sentí lo mismo con Anthony...ni siquiera pudo acercarse.-dije mirándola y secando mis lágrimas.- pero nadie dijo que esto iba a ser fácil.

- No será fácil...-dijo Jacob sacudiendo una túnica.- pero yo jamás volveré a vestirme de mujer árabe para salir a escena.

- ¿Y cómo lo vas a hacer sino?-dijo riendo Sue.- Carlisle ya dijo que éramos las asistentes de Verónica Dantés.

- Asistente puede ser si quiere la abuela de Tutankamón...así que ya pueden conseguirse a otra persona.-dijo serio y enfadado.- Yo no vuelvo a ponerme ese traje nunca más.

La puerta se abrió y dejó entrar a un Emmett hecho todo un hombre. Vestido de camarero. Él mismo había insistido en participar en esto y lo hizo muy bien al servirme las copas sin miradas, ni getos que levantaran sospechas.

Me levanté y le sonreí.

- Hermanita.-dijo antes de abrazarme tan fuerte...que podría haber recompuesto los pedazos que mi corazón roto.

Me aparté y lo miré sujetando sus manos.

- Mírate. Estas hecho todo un hombre.-dije riendo sin poder creer que hubiera crecido más.

- Y tu estás convertida en una dama de alta sociedad, Bells.-dijo mirándome sonriendo.

Me puse seria de inmediato. Esto era un error.

- No me llames así.- le expliqué lo más tranquila que pude.- Ya no me llamo Bella.

- Pero para mí sí.- dijo mirándome tiernamente.

- Ni para ti ni para nadie Em...-dije apretando sus manos como una advertencia.- Isabella Swan murió y ahora solo existe Verónica Dantés. Por nuestro bien, mételo en tu cabeza...no podemos cometer errores.

Él me miró triste pero asintió.

- Está bien...¿Vero?-medio preguntó cohibido. Quizá por mi trato frío y cortante...pero tenía que acostumbrarse, yo era así ahora.- Suena raro, pero me acostumbraré.

Le acaricié la cara.

- Pero cuéntame como está Esme...-dije sonriendo de nuevo.

- Feliz de saber que estás bien.-dijo con esa sonrisa tan parecida a la de mi padre.- Y que poco a poco...nuestros enemigos irán cayendo...

- Sabes mucho, Em..-dije negando la cabeza. Y me daba terror que algo le sucediera.- Por favor cuidate.

- ¿Cuándo te vuelvo a ver, hermanita?-preguntó suplicante.

- No lo sé...no podremos vernos a menudo.- le expliqué.- Es mejor que no. Se pueden dar cuenta de que nos queremos mucho y atar cabos...y en fin...es peligroso.

- Pero podemos ser buenos actores.-dijo sonriendo esperanzado.- Creo que lo he hecho muy bien cuando te he entregado la copa y todos nos miraban.

- Si pero no quiero que el parecido con Isabella se convierta para ellos en una certeza.-dije mirándolo. Él solo asintió.- ¿Me vas a ayudar a guardar el secreto y la distancia?

- Claro que sí.-dijo solemne.

- Si el Tigre nos viera...-dije sin poder contener las lágrimas.- estaría orgulloso de este cariño...Te quiero tanto...

- Y yo a ti hermanita.-dijo y me abrazó y consoló mientras que me componía.

Me separé y le acaricié la cara levemente.

- Cuídate...y recuerda la promesa que me hiciste.-dije mientras se iba. Él asintió y abandonó la casa tras sonreírme por última vez.

- Yo voy a merodear por el pueblo.-dijo Jacob.- Necesito despejarme.

- De acuerdo.-le dije mirándolo.- Pero cuidado, Jake.

Él se fue detrás de Emmett y yo me senté en un sillón rendida.

- Creo que hace falta otra botella.-dijo Carlisle señalando la de champán vacío.

- No Carlisle...por mí, no lo hagas.-dije tocando levemente mi sien.- Ya he bebido bastante.

- Yo tampoco.-dijo Sue tocando su nuca.

Me quedé pensando en las expresiones de Edward Cullen y su última mirada...casi parecía decirme que teníamos que seguir hablando. Me levanté al pensar en la posibilidad que pasaba por mi cabeza.

- Por cierto, Carlisle...avisa a los guardias que esta noche tengo visitas, visitas poco ortodoxas...- dije pareciendo irónica.

- Está bien.-dijo Carlisle mientras se iba y reía. Sabía que tenía algo entre manos.

- Vamos, Bella.-dijo Sue.- Te enseño tu cuarto.

Subimos y me llevó a una habitaciones principales y abrió la puerta permitiendo que entrara. Era enorme, en colores muy minimalistas, muy claros pero elegante. Podría decirse que transmitía cierta paz...aunque era algo fría. Quizá como yo.

- Bueno, me voy a dormir estoy molida..-dijo Sue desde la puerta.- Buenas noches, Bella.

- Que descanses.-dije sonriendo.

Ella cerró la puerta y me dejó sola. Suspiré y me di un baño, necesitaba relajarme y concentrarme en lo que vendría ahora. Busqué un picardías en negro que compré con toda la parafernalia de Verónica Dantés y unos tacones a juego. Después me arreglé el pelo y me maquillé levemente, también me puse aquel perfume que me regaló Jacob en París y que tanto le gustara.

Me miré al espejo y asentí sintiéndome satisfecha con mi trabajo. Vi una sombra en mi ventana y algún que otro ruido y bufidos. No me equivocaba. Estaba aquí.

Sonreí y me giré a tiempo de ver a Edward Cullen aparecer en mi habitación. ¿Cuántas veces soñé hace nueve años con tener a este hombre en mi cuarto?¿Cuántas veces me imaginé que se colaría de esta manera? Y ahora aquí estaba...cuando ya no había nada, ni siquiera polvo...o llamas, pero no eran de amor, sino de odio, del odio más profundo que nadie jamás pudo ni podrá sentir.

- Lo estaba esperando.-dije sin más. Él al verme abrió los ojos como platos y se acercó lentamente hacia mí, y yo hice lo mismo hasta que estuvimos separados por un metro de distancia.- Sabía que vendría esta noche.

- ¿Ah, sí? ¿Por qué?-preguntó nervioso. Creo que mi “indumentaria” estaba causando ciertos estragos en él. Bien, eso me daba una pista. Podría embaucarlo.

- Porque hay hombres que hablan con la mirada.-dije por una vez siendo sincera. Al menos los suyos si hablaban...y yo sabía leerlos. Muy bien, dejemos que mueva ficha.

- Y hay mujeres que enloquecen a los hombres.-dijo mirándome de arriba a abajo. ¡Vaya...la madures le había hecho todo un Don Juan! Incluso podría decir que era aún más atractivo ahora a sus treinta y tres años.

- ¿Me está acusando de haberlo provocado?-le pregunté. Él me miró sin mediar palabra.- Pues ya entró en mi cuarto sin permiso...creo que es hora de tutearnos y llamar cada cosa por su nombre.

Él asintió y yo me retiré el pelo de los hombros provocativamente. Sin más nos pusimos frente a frente, mis tacones me permitían estar casi a su altura, pero aún así era más alto que yo y eso me intimidaba. Aún así seguí adelante.

- Está bien Verónica...-dijo tragando saliva.- Te lo voy a decir bien claro, arriesgué mi vida subiendo esa pared para verte porque no puedo dejar de pensar en ti.

Cullen se claro. ¿En quién de las dos pensabas?

- ¿Estabas pensando en mí...o en esa misteriosa mujer, la que tu esposa tanto odia?- pregunté mirando sus ojos.

Él se acercó un poco más, y yo puse una mano en su hombro para frenarlo si fuera necesario. Para algo sabía defensa personal.

- Estaba pensando en las dos...-dijo sin más. Otra vez estaba ahí la sinceridad.- y en la casualidad de que se parezcan tanto...¿O no es así?

Y ahora llegaba la parte crucial. La que tanto esperaba. Acaricié delicadamente el cuello de su chaqueta y lo miré con picardia.

- ¿Y qué es lo que quieres en realidad?¿Qué yo sea esa mujer a la que todos dicen que me parezco...o que no lo sea?- pregunté apoyando mis dos brazos en su cuello y me acercaba a su cara. Sentí como mi corazón palpitó ante la cercanía. Solo eran nervios, eso era todo...pero mi cometido era este así que no flaqueé y no aparté la mirada de la suya.

- Si tu fueras esa mujer...tendría que arrodillarme aquí mismo y suplicar tu perdón.- ¿Qué?¿A qué venía esto?¿Reconocía su error acaso?

- ¿Qué tanto le hiciste?- pregunté seca.

- La amé mal...y la abandoné...-dijo sin apartar la mirada. Yo en cambio miré hacia otro lado y suspiré profundo para calmarme. No esperaba eso de su parte.....¿Qué pretendía?- no la salvé, ni la supe cuidar...

- ¿Eso fue todo lo que le hiciste?-pregunté sin poderlo evitar. Había mucho más que esos errores que él nombraba...y ambos lo sabíamos.

Él me miró extrañado.

- ¿Te parece poco?-preguntó de vuelta.

Me separé encogiéndome con delicadeza de hombros e hice una mueca de falta de interés.

- Me da igual. Afortunadamente, yo no soy esa infeliz...yo soy yo, y detesto parecerme a alguien. Especialmente a una vulgar minera. -dije sentándome en la cama cruzando las piernas. Sonreí irónica y lo miré de nuevo.- Así que hablemos de cosas más alegres y glamurosas.

- No soy alegre...ni glamuroso.-dijo él serio y amargado. ¿Él acaso no era feliz?Eso tocó algo dentro de mí.

Me levanté y volví a acercarme un poco a él.

- Ay, Edward...entonces vete. Hoy ha sido un día muy intenso y necesito descansar.- dije intentando que me dejara espacio. Tenía muchas cosas en las que pensar.- Y la próxima vez, entra por la puerta porque eres mi invitado permanente...no un ladrón.

Él no dijo nada. Solo se acercó a mí lo suficiente para estar frente a frente, con nuestras frentes casi juntas. Yo me quedé impasible ante ese movimiento y me tensé, él solo respiró hondo y se alejó lentamente. Después caminó hacia la ventana y me miró por última vez...esa mirada era de decepción, de dolor, de búsqueda, y eso hizo que algo se clavara lento en mi pecho como hacía tiempo que no pasaba.

Cuando se largó, me asomé al balcón para asegurarme que estuviera bien. Tras ver como saltaba la verja de entrada a mi casa y desaparecía en la oscuridad, me dejé caer apoyando mi espalda en la barandilla llorando como si fuera la primera vez que Edward se alejaba de mí.

¿Se podía saber qué pasaba conmigo?

Capítulo 28: CAPÍTULO 27 Capítulo 30: CAPÍTULO 29

 


 


 
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