Sed de Venganza

Autor: Ness
Género: + 18
Fecha Creación: 13/11/2014
Fecha Actualización: 12/02/2016
Finalizado: NO
Votos: 3
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Capítulos: 57

 

Todos van a pagar, todos. Los que me empujaron al abismo, los que no me ayudaron, los que celebraron mi caída sin piedad. Son doce rostros, doce nombres que me han dado fuerza para no morir.

 

Elizabeth Masen, Eleazar Delani, su esposa Carmen, su hija Tanya, Tyler Crowley, Alec, James Hide, Demetri, Jane Demons, Aro Vulturi, su hijo Jasper y el traidor de...Edward Cullen. Ellos mataron todo aquello que algún día fui, pero no acabaron conmigo del todo, no, porque antes tengo que verlos caer. Y no habrá piedad, lo juro por mi padre...¡Lo juro!

 

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia a Telemundo.

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Capítulo 28: CAPÍTULO 27

BELLA POV



Estaba lista. Por fin estaba lista. Me miré al espejo una vez más y no me reconocí.

Delante de mi tenía a una mujer decidida, elegante, con glamour y con un toque de misterio que poco tendría que ver con Isabella Swan. La imagen del espejo sonrió con malicia, sabía al igual que yo, que si no se reconocía a mí misma...mucho menos lo harían sus enemigos.

- Verónica.-dijo Sue entrando en la habitación y sonriendo. Me miró de arriba a abajo viendo como estaba vestida y me dio su aprobación con la mirada.- Todo está listo.

- Y yo también.-dije mirando a la gran Verónica Dantés a través del espejo.- Vámonos Sue, quiero llegar puntual.

- Pero la fiesta ya comenzó esta mañana...-dijo Sue extrañada.- ¿Por qué lo dices?

- Carisle dijo que los lobos llegaban al mediodía.-dije sin más.- Quiero entrar en escena justo después.

- ¿Estás segura de seguir con esto?-dijo Sue nerviosa y preocupada.- No quiero que esto termine por destruirte.

- La rabia será la que me destruirá si no hago esto.- dijo apretando los puños y clavando mis uñas en la palma de la mano.- Eso y el no ver más a mi hijo. Tengo que recuperarlo.

- Entiendo esa parte, pero por favor, se prudente y silenciosa.-me pidió Sue posando su mano en mi hombro.- Que nadie sepa que eres tu la que mueves los hilos. Se una dama de sociedad, una viuda que solo busca aumentar su fortuna, alguien a quien deban respetar.

- De acuerdo.-dije suspirando.- ...lo he entendido. Sutileza.

- Exacto.-dijo sonriendo.- Además, hay algo que te va a beneficiar, incluso es gracioso...Carlisle le dijo a una de las cotillas del Club que tu edad es un misterio, que aparentas unos treinta años pero que ya te has casado y enviudado dos veces.

- ¡Vaya...!-dije sorprendida. Una risa incrédula se me escapó.- Asique...¿Ahora soy una mujer madura, operada y estirada?Es perfecto.

- Sí.- aceptó de buen grado. Quizás porque había logrado hacerme reír, cosa que no ocurría muy a menudo. Excepto con Jacob, él siempre me hacía reír.- El chófer nos espera. ¿Nos vamos?

- Sí, estoy impaciente por llegar.-dije saliendo del cuarto detrás de Sue.

Un Mercedes-Benz color blanco me esperaba en el garaje del hotel. Los encargados de seguridad me indicaron que era más seguro salir desde allí y así evitaríamos a la prenda.

- Señora Dantés.-dijo a modo de saludo mi jefe de seguridad.- Señora Sue.

- Buenos días.-dijo Sue mientras se subía al coche con la ayuda de Embry.

- Paul.-dije de vuelta. Admiré un poco el coche.- Me gusta...¿Incluye todo lo que pedí?

- Sí, señora.-dijo abriendo la puerta trasera.- Es un S600 Guard último modelo, está blindado y es a prueba de balas.

- Perfecto.- le sonreí cortésmente y cogiendo la mano que me ofrecía, entré en el coche. Sue ya se encontraba dentro esperando.-¿Preparada?

- Preparada.-dijo tomando mi mano.

- Paul...ya sabes a donde ir.-dije sin más.

El coche inició su camino entre los dos Audi Suv que compramos para que nos escoltara, no hubo descanso en el camino...hasta que llegamos a los límites de Forks. Allí Sue se cambió de auto para ir directamente a la casa por los pasadizos que Carlisle puso, así y no ser descubierta.

Comencé a ver los límites del pueblo y mi corazón comenzó a palpitar con fuerza. Sabía que allí estaba mi único tesoro. Mi hijo. Minutos después el coche estacionó a la salida de la fortaleza y vi como se erguía una gran casa con colores claros, de varios pisos y grandes cristaleras que permitía ver el interior de forma sutil, casi parecía que estuvieran situadas en puntos estratégicos.

El jardín era una algarabía de invitados, camareros y personal que hacía que la fiesta transcurriera sin problemas. Estaba adornado con toques blancos, negros y plateados...había una gran cantidad de mesas y una orquesta que tocaba piezas clásicas encima de un pequeña terraza. Era perfecto. Alice Delani había hecho un gran trabajo, al menos eso tenía que reconocerlo.

- El señor Carlisle me acaba de informar por el auricular que sabe que estamos aquí ya y que anunciará su llegada cuando esté preparada, señora Dantés.- dijo Paul mirándome por el retrovisor.

- Perfecto.-dije suspirando.- Adelante Paul. Entra.

Él asintió mientras avanzaba con el coche camino a la entrada de “La Fortaleza”.

- Señoras y señores, ha llegado la señora Verónica Dantés.- oí decir a Carlisle por un micrófono.

Todos los asistentes se pusieron en pie y comenzaron a mirar el coche sin conseguir ver nada por los cristales tintados. El coche paró frente a todos y los ví, allí estaban todos los lobos con sus familias, y...mi hijo.

El guardia abrió mi puerta y me ofreció su mano para salir. No dudé un segundo y bajé del coche con una sonrisa cortés para ellos, para mí, una que escribía una frase “Aquí estoy. He vuelto”

Todos me miraron impresionados pero no parecían asustados, todos mostraban educación y una sonrisa sincera. Bien, no sospechabas, al menos a primera vista. Los lobos se acercaron para ser los primeros en saludarme como si se hubieran adjudicado ser los anfitriones del pueblo.

Sonreí de oreja a oreja al ver a Elizabeth Masen, me acerqué a ellos y me quedé cara a cara con la Loba Mayor.

- Elizabeth Masen...-dije mirándola de arriba a abajo. Recordé las palabras que un día le dije en aquel terrible lugar: “Y no descansaré hasta verla de rodillas ante mí y va a ser usted quien suplique morir cuando comience mi venganza, se lo juro.” - ¿Qué tal?¡Que elegante! Ese vestido de Paul Gaultier le queda espectacular. Solo una mujer tan...exquisita como usted podría lucirlo. Gracias por venir.

- Encantada.-dijo examinándome de arriba a abajo. Vi algo en su mirada, algo que me decía que sospechaba que era yo. Solo Isabella Swan despertaba ese brillo en los ojos de aquella mujer.

Avancé y me puse a la altura de Aro Vulturi.

- Senador Aro Vulturi...-dije sonriendo. Sus palabras el día que me avecinó la desgracia de mi familia llegaron a mi cabeza: “Tu y toda tu calaña vais a desaparecer...”- Que honor, conocer a un político tan prestigiado.¿Cómo está?

Aro besó mi mano con delicadeza.

- Muy honrado de estar a su lado.-dijo sonriendo e intentando parecer seductor. Reí levemente.

- Encantada.- dije y me dirigí hacia Eleazar.

- Don Eleazar Delani, presidente del gobierno local...-dije para dejar ver que sabía de ellos y estaba documentada.- ¡Maldita seas, minera!¡Te vas a morir!” sus palabras el día del juicio resonaron en mi mente.- ¿Ya mejoró de su reciente resfriado?

Tal fue su perplejidad que apenas me contestó.

- Encantado.-dijo sonriendo cortés.

Me acerqué a Carmen, su cara me decía que la recordaba a Isabella, pero aún así me sonrió.

- Carmen Delani...-dije recordando las veces que me acusó sin ser verdad.- Luce usted muy rejuvenecida...parece la hermana menor de sus hijas.

- ¿De verdad?-dijo riendo encantada.

- Y ellas igual de hermosas que la madre.-dije riendo con ella.- Encantada.

Jasper llegó con su esposa Alice a donde estábamos.

- Fiscal Jasper Vulturi...ahora juez.- dije mientras recordaba que él fue quien intentó demostrar mi culpabilidad en el juicio. Sonreí mirando a Alice también.- Lo felicito.

- Señora Dantés, es un gusto conocerla.-dijo besando mi mano.

- Felicidades señora Alice, por el decorado del evento.-dije dirigiéndome a ella. Alice seguía igual de simpática y alegre, y yo sabía que no era mala persona...solo que vivía en un ambiente toxico.- Quedó maravilloso.

- Muchas gracias por darme esta oportunidad.-dijo sonriente.

Me acerqué a donde estaban Hide, Alec, la bruja de Jane y Tyler Crowley.

- Ingeniero Crowley.-dije apretando los puños. Allí estaba la mano que explotó la mina, estaba segura de ello. Él era el único que estudió demoliciones en el pueblo.- ¿Qué tal por la mina de Roach Terra? Me han hablado muy bien de su profesionalismo.

- ¿Ah, sí?-dijo coqueto.- Muchas gracias y encantado.

- Igualmente.- dije mirando a un nervioso Alec que me miraba como si fuera un fantasma. Y lo era, para él lo era. Me puse en frente de aquel hombre.

- Señor Alec..Celebro que haya prosperado socialmente, al igual que...ustedes, Doctora Jane, Demetri y Comisario Hide.- dije dirigiéndome a ellos. Me puse al lado de aquellos dos monstruos...y los sonreí.- No sabe el gusto que me da que estén aquí.

- Espero que seamos buenas amigas.-dijo Jane con una sonrisa torcida y su habitual parche en el ojo. Si supieras que tienes en frente a la culpable de tu desgracia.

- Eso ni lo dude.-dije sonriendo.- Están en su casa.

Me giré y me topé con Tanya Delani cara a cara. Vaya...estaba hecha toda una mujer perchero. Se había cortado el pelo y vestía mas discretamente que cuando era joven...pero bajo todo eso, seguía aquella mujer que me humilló en el sanatorio y que hizo que me encerraran en las catacumbas.

- Tanya Delani...de Cullen.- dije sonando amistosa. Soy la mujer del hombre al que tu querías...Y ahora es mío, y es en este pecho donde duerme cada noche después de hacerme suya” Sus palabras resonaron de nuevo en mi cabeza.- Bienvenida...pero no veo a su esposo...¿El Señor Cullen no piensa venir?Eso sería un desaire y no me gusta ser desairada.

Miré por todo el lugar buscando aquel pelo broncíneo que tanto me gustaba...y que ahora detestaba.

Ella sonrió resignada y tras asentirla, me fui a saludar a otros invitados. Paseé mi vista por el lugar y vi a Anthony mirándome fijamente al lado de Rosalie. Negó con la cabeza y se largó de allí corriendo.

Mi instinto casi me llevó a salir detrás de él, pero me quedé allí gracias a que la mano de Carlisle me detuvo.

- Señora Verónica...hay unos señores que te quieren saludar.- me dijo a modo de advertencia.

Le sonreí apretando su mano, como indicándole que esta bien y lo seguí.

- ¿De quiénes se tratan, Carlisle?-dije pareciendo interesada y simpática.

No podía flaquear. Tenía que llevar esto hasta el final de las consecuencias. Solo esperaba que mi padre no me abandonara ahora.



EDWARD POV

- ¿Cómo está mi hija?-dije cuando salimos de la habitación de Reneé.

- Pues todo parece indicar que el cuadro de fiebre, es debido a un virosis.- dijo tranquilo.

Yo me toqué la nuca intranquilo.

- Es que ha tenido esa fiebre constantemente...-le expliqué.

- Si quieres sigue dándole los antibióticos y mañana sin falta me la llevas al hospital.-dijo el doctor.- Quiero hacerle unos exámenes...

- Cairus, Cairus...-intenté que parara un momento. ¿Hospital?¿Para qué?- Dime la verdad, para algo somos amigos, ¿No?

- Claro que sí.-dijo tocando mi hombro.

- Entonces...¿No tengo que preocuparme por mi hija?-le pregunté mirando sus ojos.

- No...solo son exámenes de rutina.-me dijo siendo sincero.- Tu no te preocupes.

- Esta bien.-le dije resignado.

- Te dejo.-dijo mientras cogía su maletín y se iba.

- Gracias. Hasta luego.- le despedí.

Me dirigí a la habitación donde mi hija miraba su muñeca muy seria.

- ¿Quieres que te lea un cuento, princesa?-le pregunté cuando me miró.

- Si, papi...quiero en de La Bella Durmiente.-dijo sin sonreír. Odiaba cuando mi hija no sonreía. Tenía la sonrisa más hermosa del mundo, una tan hermosa como la que tenía Bella. La adoraba.

- De acuerdo.- Cogí el libro y me puse al lado de su cama. Leí su libro hasta que vi que cerraba los ojos justo cuando se acababa.- Y así el la bella Aurora, vivió junto al príncipe para siempre...

Emily entró en el cuarto sonriendo al ver como daba un pequeño beso en la frente de mi hija.

- Ya se durmió...-dijo mirándola con dulzura.

- Sí...-toqué su frente y suspiré aliviado.- Y parece que la fiebre cedió.

- Anda yo cuido de ella.-dijo Emily sentándose en la cama.- Ve a tu fiesta.

- No...no,no yo me quedo con ella. Tanya ya ha ido, hemos cumplido.-dije serio.

Tanya y yo discutimos antes de que se fuera a la fiesta por ese hecho. Ella no quería perdérsela por nada del mundo y yo no podía creer que le importara más esa viuda misteriosa a su hija enferma.

- Edward...la cuidaré como os cuidé a Mike y a ti.- dijo mientras acariciaba el pelo de mi niña.

No podía quitarla el ojo de encima. Pero Carlisle insistió tanto para que fuera...realmente me intrigó el porque quería aquella mujer que estuviera aquella noche en su casa.

- ¿Y si se pone mal otra vez?-le pregunté a Emily.

- No pasará nada. Yo voy a estar aquí con ella.-me dijo mirándome.- Anda, ve.

La di un beso a mi hija y me fui a preparar. Sabía que la fiesta era desde aquella mañana, y que ya anochecía así que opté por ponerme un traje de chaqueta gris con la camisa azul eléctrica y la corbata negra.

Llegué a aquella gran mansión y me impresioné de su inmensidad. Casi hablaba de como era su dueña, así como la decoración los coches y hasta la gente. Otra rica más que venía a alardear de su fortuna y que seguramente pensaba en aumentarla a costa de las riquezas mineras de la zona.

Me uní a mi familia en la fiesta que ya disfrutaban demasiado alegres de los canapés y el champán francés. La orquesta tocaba música de todo tipo y animaban a bailar a los presentes.

- Edward. Viniste.-dijo mi madre.- ¿Por qué no vas a saludar a la señora Dantés?Le preguntó a Tanya por ti.

- ¿Por mí?-le pregunté incrédulo. Miré a Tanya y ella asintió, después fue a por otra copa...al parecer, aún seguía enfadada.- ¿Quién es?

Miré a todos los presentes buscando a alguna cincuentona que destacara por sus collares o sus brillantes.

- Es aquella mujer de allí.- dijo señalando a una mujer que estaba de espaldas. Aquella mujer no alcazaría los treinta años, o al menos, eso pensaba. Llevaba su pelo rubio dorado recogido en un peinado hermoso, y su vestido azul verdoso destacaba la piel descubierta de su espalda, que era luminosa y clara. Tenía un cuerpo escultural enmarcado por la caída del vestido, y si su rostro era como la curvatura de su espalda no habría hombre que se le resistiera a ella- ¿La ves?

- Sí, ahora ya sí.-dije saliendo de mi ensimismamiento.- Ahora vuelvo.

Me dirigí a aquella mujer como hipnotizado. Era como si un hilo tirara de mí hacia ella y como si de un deja-vu se tratara, recordé como cuando conocí a Bella la seguía a todos lados.

Llegué a su lado y vi que estaba hablando con unos invitados.

- Perdone, Señora Dantés.-dije con voz ronca. Ella se tensó levemente, y suspirando se giró hacia mí.

Para lo que no estaba preparado era para lo que vería después. Primero me topé con sus ojos, eran de un verde intenso...eran los ojos de Bella. Después vi su nariz, y su boca...eran la viva imagen de Isabella Swan. ¡No, no, no...!No puede ser, ella murió, ella se quemó, ella...estaba delante mía. Era ella.

La sonrisa que tenía en sus labios se borró por completo cuando se topó con mi mirada y sus ojos casi intentaron ver mi interior, como siempre hacía...como siempre hacíamos, como si el tiempo no hubiera pasado, como si no hubiera pasado todo lo que pasó. Pero algo cambió de repente, sus ojos se congelaron, me bloquearon el acceso a su interior, no me permitieron ver lo que sentía.

Sonrió cortésmente y apartó la mirada.

- Perdón.- dijo con una voz profunda y sensual. Era también la voz de Bella, pero no tenía la dulzura que a ella la caracterizaba. Era más cautivadora y sofisticada.- ¿Con quién tengo el gusto?



¿Qué está pasando?No, esto no puede estar pasando...yo...estaba comenzando a tener visiones, o quizás Reneé me pegó su virus...o...¿Qué era esto?Mi corazón aleteaba dentro de mi pecho como si de un colibrí se tratara, y eso me impedía hablar.

- El señor es Edward Cullen, el presidente de la mina Forks.-dijo Carlisle llegando en ese momento. Apenas lo volteé a ver.

Ella asintió como si supiera quien era sin haberme visto nunca.

- Disculpe.-dijo sonriente.- es que antes de venir aquí vi algunas reseñas de las personas más importantes de este pueblo, pero por alguna razón no recuerdo su rostro...que pena, disculpe. Es un gusto conocerlo, bienvenido a La Fortaleza.

Me tendió su mano como si esperara que la tomara, y así lo hice...no se quien de los dos se estremeció al contacto, pero bajo mi mano notaba un leve temblor. Intenté buscar algo en su mirada, algo que me dijera que aquella era mi Bella, que aquella fuera el amor de mi vida.

- Ehh...-dijo Carlisle sin saber como interrumpir.-siento molestar pero hay asuntos que atender.

Ella contestó sin apartar sus ojos de los míos, aunque no podía leerlos, no podía ver que querían decirme.

- Enseguida Carlisle.-dijo sin quitar su sonrisa del rostro. Pareciera como si fuera una especie de obligación era cortés y fría.- Si el señor me devuelve mi mano, por supuesto.

¿Su mano?Ah, sí, todavía la tenía entre las mías, eran suaves...y aunque sentí algunas cicatrices invisibles a la vista, tenerla junto a la mía era el cielo. La solté delicadamente cuando reaccioné.

- Ah claro, disculpe.-la dije intentando sonreír.

- Si me disculpa.-dijo asintiendo en mi dirección. Me miró por última vez y se marchó.

Yo me quedé mirándola idiotizada sin saber que hacer. Me alboroté el pelo intentando buscar una explicación y sin encontrarla. Me sacudí mis pensamientos de encima y me fui donde estaba mi familia.

- Debo reconocer que esa mujer parece la hermana gemela de Isabella...-dijo Tanya suspirando.

- No es para tanto-dijo Carmen.-Verónica es más elegante y glamurosa...Isabella era una pobre diabla.

- Al parecer Verónica Dantés nos ha impresionado a todos...-dije mirándolas con reproche. Siempre insultaban a Isabella, a pesar de saber que estaba muerta...o no.- ¿No es así?

- Sí, sobre todo a tí.- dijo Tanya con reproche.- Espero que no estes así, porque te recuerda a la asessina de Isabella...

- Es increíble.- dijo pensando en aquella mujer.- Por un momento llegué a pensar que estaba delante de ella...

Sin decir nada me fui a por una copa y me paseé por la fiesta buscando encontrarme con aquellos ojos verdes. Vi a Carlisle intentando dispersar a los periodistas que se arremolinaban en la entrada y me acerqué a él.

- Carlisle.-le dije agitado.- ¿Puedo hablar contigo?

El se retiró del corro de cámaras y micrófonos y se me acercó.

- ¿En qué te puedo ayudar, amigo Cullen?-dijo suspirando. Sabía lo que quería.

- Necesito volver a ver a esa mujer...-dije casi sin aliento de solo imaginarlo.- Y tiene que ser a solas.

Se rió de mí.

- ¿Te gusta mi jefa?- preguntó divertido.

- No te burles de mí.-le dije seriamente.- Sabes perfectamente que es idéntica a Isabella.

Me miró de manera extraña.

- ¿De verdad piensas ques esa mujer...-dijo señalando hacia la fiesta.- se parece a Bella?

- Carlisle...dime la verdad.-dije sujetando sus hombros.- ¿Es ella?

De repente, se puso serio y cuadró sus hombros.

- Isabella Swan se pasó años encerrada encerrada y después se quemó en ese sitio...-dijo como si estuviera loco.- tú mismo fuieste a su funeral.

- Lo sé...lo sé.- dije intentando buscar una explicación.- pero quizá escapó de alguna manera...

- No te engañes...-dijo Carlisle negando con la cabeza.- Mira, si quieres pasamos a la casa y te enseño algunas fotografías y documentos para que veas quien es Verónica Dantés.

- Sí, vamos.- dije siguiéndolo al interior de la casa.

Estábamos en el gran salón de la casa de Verónica Dantés y Carlisle me invitó a que echara un vistazo a las fotos que estaban en un gran mueble. Una de ellas me llamó la atención, en él aparecía un hombre con esmoquin y que sonreía cortésmente a la cámara.

- ¿Quién es este hombre?-dije mientras cogía el marco de la fotografía y miraba a Carlisle.

- Él es Yamal Salim Parh.-dijo suspirando.- Un magnate petrolero...uno de los jeques más ricos de los Emiratos Árabes. Esposo de Verónica.

¿Qué?

- ¿Me vas a decir que está casada con él?-le pregunté intentando ser frío. Si ella era Isabella, se había casado y había rehecho su vida.

- Bueno, desgraciadamente la felicidad no es para siempre.-dijo Carlisle afligido.- El pobre hombre murió en un accidente aéreo en su avión particular. Por fortuna, la señora no pudo acompañarlo...aunque, a decir verdad estoy seguro de que ella hubiera preferido estar con él hasta el último de los minutos en los que vivió.

- Entonces...no fue un matrimonio por interés.-afirmé mirándolo.

- No...no...no...-dijo Carlisle negando con la cabeza.- eso nunca. Ella lo amaba profundamente, aún ahora, dice su nombre como si estuviera vivo.

Solté la foto en su sitio y Carlisle me mostró lo que parecía una copia de su documento de identidad, y allí estaba, con su pelo suelto y rubio, y con esa mirada que quemaba y helaba la sangre a la vez.

Después de aquello, no quise ver más...era evidente que Verónica Dantés no era Isabella Swan. Pero aún tenía que hablar con ella, tenía que asegurarme de que no era Isabella, de que aquella mujer no era la mujer de mi vida.









BELLA POV

Estaba sentada en la mesa con los mismísimos lobos, charlando, bebiendo champagne, y riendo, casi parecían personas agradables...Casi.

- Por los buenos tiempos que llegan para este pueblo.-dije sonriendo y alzando la copa.- Y por ustedes, señores.

Por enésima vez, un encantado Aro quiso brindar conmigo. Llevaba toda la noche deshaciéndose en halagos y piropos dirigidos hacia mí, y yo sabía porque lo hacía...Aro Vulturi quería que fuera su próxima dama. Eso era un punto a mi favor.

- Señora Dantés...-llamó mi atención Eleazar.- Como presidente municipal de este pueblo, quiero reiterar, nuestro agradecimiento...

- Eleazar, deja de hacer campaña política...-dijo Carmen riendo. Me miró y me sonrió con agrado. Esta señora también me aprobaba.- A la señora Dantés, no le interesa votar por ti.

- ¿Quién dijo que no?-la pregunté mirando a su marido.- Yo estoy interesada en todo lo que me haga ganar dinero...y beneficie a la gente, por supuesto. Por eso...quisiera construir un hospital, que funcione con capital privado y ayude a los más necesitados.

La cara de Elizabeth fue digna de fotografía. Parecía que la comida la había sentado mal.

- Eso me parece una estupenda idea.-dijo Jane. La miré sonriendo.

- Por cierto, me han dicho que usted administra un pequeño hospital...de beneficencia, que hace una labor encomendable...Doctora...-dijo como pensando su nombre.- Demonds. Voy a necesitar de su sabio consejo.

Sonreí y tomé su mano.

- Por supuesto.-dijo Jane contenta.- Cuando me necesite, solo hágalo saber.

- Si me disculpan...voy a atender a los demás invitados.-dije sonriente.- Pero por favor, siéntanse como en su casa.

Me levanté y me fui lejos de la mesa para despejarme un poco. Necesitaba pensar fríamente, necesitaba relajarme un poco. Fui por las mesas saludando a los invitados y vigilando que todo estuviera en orden y al parecer así era, porque Carlisle asintió con la cabeza. Barrí con la mirada el jardín y me topé con los ojos de Edward Cullen puestos en mí. Parecía nervioso desde que me vio, y debía reconocer que me sentía igual que él.

Me acerqué a donde estaba y sonreí.

- ¿Necesita algo, señor Cullen?- pregunté cortés.

- Sí.-dijo dos segundos después.- Necesito hablar con usted.

Me reí coquetamente y lo miré.

- Haga fila, señor Cullen.-dije mirándolo fijamente.- Tengo muchos invitados que saludar aún.

Tanya apareció en ese momento y Edward cerró los ojos y suspiró fuertemente.

- Hasta que por fin te encuentro, mi amor.-dijo agarrándolo del brazo. Sonreí más ampliamente apretando los dientes.

- Mi casa es muy grande...pero no tanto para que una esposa extravíe a su marido.-dije mirando las alianzas que llevaban en las manos.

- Pero lo importante es que ya lo encontré.- me dijo Tanya mientras apretaba su agarre. Vaya, parece que la Señora de Cullen no quiere verme cerca de su marido.- ¿Bailamos, mi amor?

- Lo dejo en la mejor compañía...-le dije a Edward sonriendo.- Señor Cullen, disculpadme.

Me fui comenzando a pasearme de nuevo por las mesas. Debía mostrar indiferencia ante ese hombre, por más rabia y odio que sintiera por él. Aún así, sentí su mirada en mi espalda durante toda la noche...está bien...si quería que habláramos, lo hablaríamos.

Pasé por su lado y me dirigí al estudio de mi casa. Cogí dos vasos y serví una pequeña cantidad de whisky en cada uno.

Pronto vi a Edward entrar por la puerta del estudio y mirar para ver si me encontraba. Sonreí con rabia y satisfacción a sus espaldas, al ver que le seguía conociendo tan bien como hacía nueve años.

- Le serví un trago seco, Señor Cullen.-dije viendo como él se giraba al escuchar mi voz.- ¿...o prefiere que le ponga hielo? Espero que no me decepcione...los hombres deben tomar el alcohol puro.

- ¿Cómo sabía que venía detrás de usted?-me dijo cogiendo la copa que le ofrecía.

- No ha dejado de mirarme durante toda la noche.-le dije cerrando con disimulo la puerta.- lo vi seguirme...

Se rió quedamente.

- Eso significa que usted también me miraba.-dijo con sus aires de presumido y seguro de sí mismo. Eso no había cambiado.

- Hace un rato me dijo que necesitaba hablar conmigo.-le dije invitándole a hablar. Me reí un instante.- Pero su guardiana...disculpe, quise decir...su esposa nos interrumpió.

El apenas se inmutó ni defendió a su esposa.

- Solo quería saber algo...-dijo mirándome a los ojos.- ¿Por qué insistió tanto en que viniera a la fiesta?Ni siquiera nos conocemos...¿Por qué soy tan importante para usted?

Sentí como mi cara cambiaba y la sombra del odio se instalaba en ella.

- ¿Y qué te hace pensar que eres importante para mí?-le pregunté mirando sus ojos. Al ver mi reacción pude notar como sus pupilas se dilataban levemente.

- ¿Lo soy?- me contraatacó.

- ¿Siempre responde con preguntas?-dije bebiendo un trago.

Él rió y pasó una mano por su cabello.

- Usted envió a su hombre de confianza, para que me invitara a su fiesta. Insistió tanto que no me pude resistir.-dijo como si le resultara patético y aburrido.

- ¿Tanto le aburre estar en mi casa?-le pregunté siendo cínica. Me acerqué un poco a él.- ¿No ha visto nada que despierte su interés?

- ¿Por qué se tomó tantas molestias en invitarme?¿Acaso tiene algo importante que decirme?-me preguntó de vuelta.

Miré al techo pensativa y asentí sonriendo.

- En realidad sí...me descubrió.-le dije acercándome un poco más. Olí su perfume levemente.- Quiero hacerle una propuesta indecorosa.

Me miró intrigado.

- ¿Una propuesta indecorosa?-me preguntó.

- Sí. Más que indecorosa...algo un poco deshonesto.- dije riendo. Me retiré y me apoyé provocativamente sobre la mesa.- Pero en el amor y en la guerra todo vale. Obviamente, en este caso, no se trata del amor...los negocios para mí son una batalla sin cuartel. Y yo se que se que su verdadera profesión es la economía.

Asintió mientras bebía de su vaso.

- ¿Y cómo lo supo?-me preguntó extrañado.

- Quiero crear un banco de crédito para pequeños y medianos empresarios.-dije sin más.

- Quiere ayudar a la gente de este pueblo ¿No es así?-dijo mirándome fijamente.

- Sí...y ahí es donde entra mi oferta indecorosa. Porque quiero robármelo a usted...como profesional-le expliqué. Después sonreí coqueta.- Que me dice, Edward...¿Acepta ser el director de mi nuevo banco?

Me miró pensando unos minutos, después se paseó nervioso por mi despacho.

- Me parece admirable que quiera ayudar a la gente pobre de este pueblo, pero...¿Por qué pensó en mí para ser el director?

- Porque necesito alguien que conozca bien esta región...y también alguien honrado que no quiera robar esa pequeña fortuna que pienso invertir.- le dije a su duda.

Frunció el ceño como si no me creyera, como si supiera que tenía intereses ocultos. Era inteligente, eso siempre lo supe, pero yo llevaba años preparándome para esto, y Edward Cullen caería en mis redes sí o sí. Si tenía por objetivo el “ojo por ojo, diente por diente”, esta vez sería él quien me suplicaría porque no lo dejara caer.

- ¿Y cómo sabe que puede confiar en mi?-me preguntó sin más.- ¿Lo supo con solo mirarme?

Sonreí irónica y me paseé por el despacho y me senté en un sillón al lado de la chimenea.

- No me crea tan ingenua.-dije cruzando las piernas para que la raja de mi falda dejara al descubierto mi pierna.- Yo investigué exhaustivamente a todos en este pueblo...y se lo suficiente. Se que trabaja para una mina familiar, que ya no produce tanto beneficio...pero conmigo, usted podría crecer y de estar debajo de las faldas de su madre...

Él solo se rió y se acercó. Yo creía que lo tomaría en serio, pero no una vez más Edward Cullen me descolocaba...quería comprarlo, ver si era capaz de dejar todo para su propio beneficio, medirlo de alguna manera.

- ¿Así?¿Y eso para qué?¿Para meterme debajo de las suyas?-me preguntó apoyándose en la chimenea.

- ¿Y le parece un mal lugar para refugiarse?- le pregunté de vuelta.- Muchos matarían por estar debajo de mis faldas.

Bebí otro pequeño trago mientras me miraba.

- ¿Acaso está coqueteando conmigo, señora?-me preguntó sonriendo de medio lado. Me reí quedadamente.

- Tengo la mala costumbre de conquistar a los hombres de los que quiero obtener algo.-dije sin más encogiéndome de hombros.

- Entonces dígame una cosa...¿Qué es lo que quiere de mi?-me preguntó.

Me levanté y me puse a su altura.

- Quiero contratarlo...solo eso...-dije siendo clara.- quiero ser su jefa. Espero que piense muy bien en mi propuesta.

-En...esto...está bien...-dijo pensativo.

Yo me moví a dejar mi vaso en la mesa y vi como me seguía con la mirada.

- ¿Por qué me mira tanto, Edward?-le pregunté. Muy en el fondo quería saber si se había olvidado de aquella minera y si mi aparición le había sentado tan mal como parecía.

- Es que usted me recuerda mucho a alguien.-dijo pasándose una de sus largas manos por el pelo.

Nerviosismo. Algo que sabía que estaba provocando en todos, eso e inquietud.

- Vaya...usted también.-dijo como si estuviera intrigada.- Cuando llegué a la fiesta todos me vieron como una extraña aparición...Míreme bien, ¿Usted cree que soy real?¿O un espejismo que no se puede tocar?

- No...-dijo acercándose para mirarme de cerca.- Es evidente que usted es muy real.

- Pues dígaselo al resto de los invitados...-dije a modo de broma.- Por sus caras casi podría asegurar que me confunden con otra persona que vive o vivió en este pueblo, pero cuando pregunté nadie quiso darme detalle...¿Quién es esa mujer que tanto se parece a mí?

- Se llamaba Isabella Swan.-dijo Tanya entrando en el despacho.- Ese es el nombre del mal recuerdo que todos queremos olvidar.

Edward se apartó de mí con mala cara. Parecía agobiado. En cuando a lo que Tanya dijo, casi ni me importó, solo casi...o estaba esperando cosas mucho peores.

Disimulé lo mejor que pude y puse una cara de inocente intriga y extrañeza, la que pondría cualquier persona a la que le hablaran del chisme del pueblo.

- Tanya...-dijo Edward.

- Esa mujer fue el ser más detestable de este pueblo...-dijo Tanya impidiendo que Edward dijera lo que iba a decir. Él solo se calló y miró hacia otro lado. Cobarde.- Pero afortunadamente el destino se encargó de ella y nunca más la volveremos a ver.

- Me parece de muy mal gusto que hables así de alguien que no se puede defender.-dijo Edward con la mandíbula tensa. Oh, sí, Cullen...si que se puede defender, y no sabes de qué manera. Yo era la que limpiaría su nombre.

- Pues a mí no...-dijo Tanya mirándome.- y lo hago con mucho gusto.

Sonreí pareciendo sorprendida. En el fondo, solo pensaba en añadir a mi lista a esta mujer de forma definitiva.

- Que intensidad la suya, señora de Cullen.-la dije con los ojos muy abiertos.- ¿Pero qué la hizo esa mujer para que la odie tanto?

- A mí nada...pero a mi marido sí.- dijo y yo miré a Edward. Él asintió levemente y cerró los ojos.-le mató a un hermano y...mi hermana se suicidó por su culpa. ¿No se lo has contado, mi amor?

- Tanya a la señora no le importan nuestros problemas.-dijo mirándola con enfado.- Y vámonos.

- ¿Ahora?-dijo Tanya asombrada.

- Sí...-dijo y después se dirigió a mi.- Y discúlpenos, nuestra hija se encuentra un poco enferma.

Cuando estaba por irse lancé el anzuelo.

- Ya sabe, Edward, mi oferta sigue en pie.-le dije.

Tanya se giró y nos miró a los ojos.

- ¿Qué oferta?-preguntó con los dientes apretados.- ¿De qué hablan?

Quité mis ojos de los de Edward y la miré.

- Que se lo cuente su esposo.-dije sonriendo.- Ha sido un gusto Tanya...porque puedo llamarla así, ¿Verdad?

- Por supuesto que puede Verónica.-dijo sonriendo cortés y después ambos se fueron no antes de que Edward me dedicara una última mirada.

Regresé a la fiesta y vi que la mayoría de los invitados ya se había marchado. Solo unos pocos más y Aro Vulturi seguían allí y se acercó solo con verme.

- Verónica.-dijo sonriendo.- Tengo que irme ya...es tarde y mañana tengo que coger las riendas del Senado otra vez.

- Lo acompaño su coche.-dije sonriendo. Miré a Carlisle.- Que traigan el coche del Senador algún chófer, por favor.

- Sí, Verónica.-dijo Carlisle desapareciendo de allí.

Fuimos paseando hasta la entrada de mi casa donde ya lo esperaba su coche.

- Quiero darte las gracias por esta gran fiesta...-dijo mientras sujetaba mi mano con delicadeza.

- Encantada...- dije sonriendo.-no se imagina el gusto que me ha dado que haya venido...y por supuesto, haberlo conocido Senador. He seguido su carrera política y creo que es usted el candidato ideal para optar al cargo de presidente de los EE.UU.

- Me llena de orgullo... el que vengan estas palabras de una mujer tan hermosa y tan inteligente...-dijo mirándome atolondrado. Realmente había calado en este hombre.

- Lo mismo digo de usted.-dije sonriendo. -Encantadísima, de verdad.

Él se quedó allí plantado solo mirándome. Rogué a todos los santos que se fuera...no aguantaba más estando al lado de estos lobos educados y peligrosos.

- ¿Nos volveremos a ver?-me preguntó.

- Por supuesto que sí.-dije y con todo el asco que pude sentir en ese momento le di en la mejilla un pequeño beso. Ese era el verdadero beso de Judas.

Con una sonrisa de oreja a oreja se montó en el coche y se largó. Prueba superada. Por fin la noche había llegado a su fin...aunque dudaba de que todo hubiera sido tan fácil.

Elizabeth Masen no estaba convencida y creo que Edward Cullen tampoco...algo me decía que iba a necesitar algo más que todo mi encanto y dinero para convencerlos. Y tendría que encontrar la manera de lograrlo.


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¡Aquí está!¡Ya tenemos otro nuevo capítulo!Disfrutarlo y ya sabéis si os gusta regaladme unos votitos y unos comentarios :)

Nos leemos pronto, Ness :)







Capítulo 27: CAPÍTULO 26 Capítulo 29: CAPÍTULO 28

 


 


 
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