Amar Después de Morir

Autor: Day_Swan
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 17/08/2012
Fecha Actualización: 04/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 11
Comentarios: 86
Visitas: 65238
Capítulos: 41

“Amar Después de Morir”

Secuela de: “El Ángel de Alec Vulturi."

Sinopsis.

Después de la muerte de Melissa, Alec vuelve a ser el mismo de antes, frio, calculador y distante, con solo una palabra grabada en su mente: Venganza, luego de efectuarla pensaba morir, ya no sentía la necesidad de vivir sin su único amor. Por otra parte Aarón tampoco ha superado la muerte de la joven, pero todo cambiara cuando Alex sueñe el futuro, al igual que Alice, ambas vieron a una humana, una humana que cambiará la vida de todos; de nuevo. ¿Quién será ella?

Nada en esta vida es imposible, lo incierto puede que sea cierto, el amor es dolor, pero también alegría; una segunda vida, una segunda oportunidad, personalidades distintas, un mismo rostro, ¿una misma alma?, un amor, una promesa, amar después de morir…

Ella, una joven que oculta su verdadera personalidad y finge ser rebelde y caprichosa…

Él, un vampiro dolido por la pérdida del amor de su vida…

 


TRAILER DEL FIC: http://www.youtube.com/watch?v=Of0dvtHqjHM&feature=youtu.be

Algunos de los personajes pertenecen a Meyer, la historia es de mi completa autría basada en las ideas de dicha autora, los personajes nuevos son de mi imaginacion.

Espero les agrade la segunda parte de "El Ángel de Alec Vulturi"

POR FAVOR NO PUBLICAR SIN AUTORIZACION, TODAS MIS HISTORIAS ESTAN PROTEGIDAS POR SAFE CREATIVE, NO AL PLAGIO!

MIS DEMAS FIC'S:

"MELODY OF LOVE" (one shot)

"SAFE AND SOUND" (one shot)

"SÓLO 24 HORAS MÁS" (fic corto)

"PASIÓN INSACIABLE" (fic corto)

"UNA NAVIDAD EN EL CASTILLO VULTURI" (one shot)

"OSCURA TENTACIÓN" (Fic largo)

Mi facebook: Daymelis Ramos

Perfil Fanfiction:Day M. Odair

 

Sin más las dejo con esta hermosa historia, espero que les guste.

*Day_Swan*

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Capítulo 41: Epílogo

Epílogo

Ella no fue capaz de quedarse más tiempo, y aunque lo negaran todos estaban entendiendo sus razones por las que se había ido, hace ya dos meses, de vuelta a Francia esa misma tarde en la que había descubierto la verdad. Ella no recordaba nada, pues en su mente no habían recuerdos nítidos que le indicaran que su vida pasada es real; sin embargo ella lo sabía, y aunque no lo recordaba ella lo aceptaba, y eso era lo más importante en ese entonces.

Para todos era demasiado difícil aquel distanciamiento, pero en esos dos meses era lo mejor. Samira no estaba en ninguna parte y Rudel estaba prisionero hasta que confesase todos los secretos de Samira.

Alec miró seriamente al híbrido mientras éste finalmente le relataba uno de los secretos más oscuros de aquella vampiresa pelirroja que tanto daño había hecho.

—Ella contribuyó también en la muerte de tu chica —dijo finalmente Rudel, mientras que respiraba rápidamente pes acababa de terminar una de las sesiones de dolor que Jane y su pareja Gabriel le daban cada tarde—. Ella utilizó su otro don, el de introducir recuerdos falsos... y entonces... ella le hizo creer a la chica que... todos ustedes habían muerto... entonces así la muchacha se dejó matar sin luchar... eso fue realmente... malo... pero... pero bueno para... Samira. —Alec estaba asqueado, gruñó audiblemente y sin decir palabra alguna salió de aquel sótano para tratar de pensar con más claridad.

Jane y Gabriel siguieron con sus dosis de dolor para Rudel.

.

.

.

Alec POV.

Ahora todo estaba claro para mí. Ya sabía por qué rayos la habían arrebatado de mi lado, fue porque ella así lo quiso, quiso estar muerta, pues pensaba que todos, incluso yo, habíamos muerto.

¡Pero qué injusto!

Aquello justificaba todo y me hacía querer matar con mis propias manos a esa maldita que había querido separarnos, y que ha sido la culpable de tantas cosas horribles que nos han ocurrido en nuestras vidas. No me extrañaba que en esos mismos momentos ella estuviese planeando cómo jodernos y ahora que sabía que ella había tenido que ver con el accidente provocado en la fiesta de navidad hace ya mucho tiempo, no iba a permitir que Samira siguiera saliéndose con la suya.

¡Ya no más!

Jamás me hubiera imaginado que Daymelis iba a aceptar toda la verdad de esa forma, la tranquilidad que ella transmitió esa tarde era palpable cuando asumió que ella había vivido antes de haber nacido por segunda vez.

Recordé absolutamente todo.

—Consistía en hacerla reencarnar, ¿no? —dijo, y todos la miramos estupefactos y sin poder creerlo.

Ni siquiera fue necesario explicárselo calmadamente, ella sólo lo descubrió y no estaba gritando desesperada como muchos de nosotros lo habíamos imaginado.

—Sí, así es —le respondió Carlisle midiendo su reacción—. Puede parecer confuso... pero así es.

Los hermanos de Daymelis tampoco podían creerlo.

— ¿Cómo es eso posible? —inquirió Dennis aún incrédulo.

—Yo jamás lo habría puesto de esta forma... entonces ella es... —trataba de ordenar sus pensamientos Gabriel.

Yo esperé que algún recuerdo llegase a la mente de ella, pero no, nada ocurrió y quizás nada ocurriría.

—Entonces ustedes no... —susurró sin terminar la frase, nadie pudo comprenderla—. ¿Qué se supone que debo hacer? —se preguntó ella con su voz contenida aunque sus ojos levemente llorosos la delataba: tenía miedo.

—Eso solamente lo puedes saber tú —le respondí tratando de tranquilizarla pero sin acercarme tanto a ella.

—Creo que me iré —dijo con decisión y yo sólo pude fruncir el ceño.

No quería que se fuera, pero tampoco quería retenerla.

Suspiré negando con la cabeza, no había sabido nada de ella desde ese entonces. Ni siquiera sabía si me perdonó; a mí me daba igual si no recordaba su pasado, yo sólo necesitaba su perdón y que volviera a mi lado. Eso era todo, no pedía nada más.

—Ya basta Alec —me recriminó Demetri cuando estuvo a mi lado—. Si la quieres, ¿por qué no vas a buscarla?

Miré a Demetri con una ceja alzada.

— ¿Por qué no te buscas una novia Demetri? —le pregunté irónicamente—. Así me dejas en paz.

Te prometo que tomaré tu palabra. Él sonrió ampliamente mostrando sus dientes—. Pero por los momentos búscala y arriésgate a que te rechace, es tenerla o perderla y eso sólo está en tus manos, no le des más tiempo para que piense, las cosas entre ustedes están claras como el agua, tú la amas  ella a ti, así que... ¿Qué más estás esperando?

Me quedé mirando el suelo... los consejos de Demetri solían parecerme estúpidos, pero esa vez tenía en cuenta que él estaba en lo cierto y la razón estaba de su lado.

—Quizás tengas razón —murmuré como un niño que ha sido regañado.

— ¡Tengo la razón, idiota!

Suspiré nuevamente y asentí ocasionando que él sonriera socarronamente.

—Supongo que sí la tienes.

.

.

.

Daymelis POV.

Siempre necesite tiempo para mí
Pero nunca pensé que te necesitaría cuando lloro
Y los días se vuelven años cuando estoy sola
Y está hecho su lado de la cama donde él se mentía

Cuando tú te alejas yo cuento los pasos que das
¿No ves cuanto te necesito ahora mismo?

Cuando tú te vas
los pedazos de mi corazón te echan de menos
Cuando tú te vas
mi cara enseña que te echa de menos también
Cuando tú te vas
no consigo las palabras que siempre necesito oír
y hacerme sentir bien.
Te echo de menos

No he sentido esto antes
Todo lo que hago me recuerda a ti
Y la ropa que dejaste esta sobre el suelo
Y huele como tú
Amo las cosas que tú haces

Cuando tú te alejas yo cuento los pasos que das
¿No ves cuanto te necesito ahora mismo?

Cuando tú te vas
los pedazos de mi corazón te echan de menos
Cuando tú te vas
mi cara enseña que te echa de menos también
Cuando tú te vas
no consigo las palabras
que siempre necesito oír y hacerme sentir bien.
Te echo de menos

Estábamos hechos el uno para el otro
Yo estoy aquí para siempre
Yo sé lo que éramos
Todo lo que alguna vez quise era para ti, lo sabes.
Me cuesta respirar, necesito sentirte aquí junto a mí.

El calor de febrero hizo que me deshiciera de mi sweater de la Universidad. Tenía examen en dos horas y me encontraba en la biblioteca poniéndome al día pues la semana no había sido muy buena para mí y estábamos a finales del semestre. Fruncí un poco el ceño y evité las ganas de morderme las pocas uñas que me quedaban.

¿Cómo mi vida había cambiado tan de repente?

Ahora había que yo había sido alguien antes de ser yo misma... o así...

¿Cómo debería llamarme ahora?

Mejor olvidar esa pregunta tan absurda. Seguramente nunca iba a recordar absolutamente todo lo que viví como Melissa Johnson.

Ese pensamiento causó que mis extrañas se contrajeran y mis ojos se llenaran de lágrimas. Y aunque yo quisiera con todas mis fuerzas que esto fuera un sueño, sabía que el alivio que me había invadido al saber la verdad era verdadero. Alec me amaba finalmente, y me lo había demostrado.

—Señorita Cullen —me llamó una señora que ni sé cómo había llegado—. Alguien la busca.

La miré un poco confundida, pues donde ella señalaba no había nadie.

— ¿Pero quién…? —No pude decir más nada.

Dos frías manos se posaron en mis ojos impidiéndome la vista. Fruncí el ceño, pues esas manos las conocía tremendamente bien y él lo sabía.

— ¿Alec? —dije con un hilo de voz.

Escuché claramente cómo la gente de la biblioteca murmuraba cosas inteligibles, aunque se notaba que todos estaban al pendiente de la escena. Alec después de besarme en el cabello quitó las manos de mis ojos y ahí, en frente de mí y encima de mi cuaderno de apuntes se encontraba…

—Cásate conmigo —susurró en mi oído, causando que mi piel se erizara con ese simple gesto.

¡Oh rayos!

Estaba completamente… sorprendida.

¿Debería decirle que sí?

¡Idiota! ¡Por supuesto que sí!

Pero por más que intentaba decirle algo no podía, sólo me limité en observar el anillo como si este me estuviera hablando. Yo sabía que no era la primera vez que lo veía… ese anillo es el mismo que él me había dado antes de… ¿morirme?

Entonces me levanté de un salto, miré a Alec a los ojos y sonreí ampliamente, mostrándole mi felicidad. Aunque hubiesen pasado tantas cosas malas yo estaba segura que las buenas eran muchísimas más. Alec esperaba mi respuesta, y yo se la daría, aunque en ese momento no podía hablar, corría hasta sus brazos y me embriagué de su aroma y cuando él se aproximaba hasta mis labios murmuré:

—Hemos estado comprometidos desde hace más de cincuenta años. —Alec sonrió en respuesta y me besó suavemente en los labios—. Te amo.

—Y yo a ti, ángel.

Cuando reparamos en toda la “audiencia” me sonrojé y suspiré. Genial, ahora todo el campus sabría que la señorita Daymelis Cullen era una chica comprometida y con el tipo más guapo que había llegado a la Universidad. Pude ver claramente como varias desgraciadas se lo comían con la mirada y las maldije mentalmente por sus atrevimientos.

—Salgamos de aquí —me dijo mientras tomaba mis cosas y me sacaba de la biblioteca casi a rastras.

— ¿A dónde vamos? —inquirí sonriendo como idiota.

—Sólo donde estemos a solas.

Sonreí de nuevo, casi de oreja a oreja.

—Podemos ir a mi habitación de la residencia —indiqué pensativa.

Alec negó con la cabeza un par de veces.

Me cargó y me llevó fuera de la universidad de esa forma, mientras ambos reíamos estúpidamente y los demás nos observaban ceñudos. Estaba segura que ni él ni yo sabíamos qué estábamos haciendo ni a dónde iríamos, pero eso no me importaba, en realidad no me importaba nada, solo él y sus besos.

.

.

.

—Lo siento… la verdad lo siento muchísimo, ¿está bien?, yo no pude hacer otra cosa… yo simplemente quería… que tú te salvaras… —Intentaba decir Alec una y otra vez. Yo lo abracé y negué con la cabeza.

—Importa el ahora, ¿está bien? Sólo pensemos en qué haremos —le dije con una sonrisa mientras me separaba un poco de él y lo miraba a los ojos—. Esto… yo no sé si recuerde todo… pero el amor está aquí. —Puse su mano en mi corazón—. Creo que ese amor nunca me abandonó el alma…

—Lo sé. —Me besó nuevamente y observó su departamento que estaba un poco alejado de la universidad—. Si no quieres estar… aquí… podemos ir a otro lugar —dijo un poco apenado.

Me reí suavemente.

—Nos quedamos.

Me quedaban menos de dos horas para el examen y todo lo que Alec pudo hacer mientras esas dos horas pasaran para yo regresar a la Universidad fue besarme y ayudarme a estudiar.

Él era realmente adorable.

.

.

.

Algunos días después…

Narrador POV.

Esta vez la felicidad podría ganar ante todo, y Samira lo sabía por eso intentaba destruirla por todos los medios posibles.

Alec esperaba a su prometida fuera de la universidad recargado en su automóvil. Mientras la chica salía de sus clases él estudiaba con la mirada de forma distraída el lugar donde se encontraba preguntándose, qué hubiera pasado, si ella lo hubiera rechazado. Pero eso no había sido así, ella le había dicho que sí y ahora estaban juntos y felices. Aunque todavía el tenía que arreglar varias asuntos sobre Samira y Rudel.

Daymelis por fin salió y cuando se encontró con la mirada de su novio corrió a sus brazos y lo besó apasionadamente en los labios, ambos habían notado el fuego que había entre los dos y no tardaron en separarse.

—Si me sigues besando así…

— ¿Qué? —preguntó ella incrédula—. ¿Vas a negar que lo quieres?

Si Alec fuese humano ella estaba segura que él se estuviera sonrojando en esos mismos momentos.

Él sólo se limitó en sonreír, pero no respondió a su pregunta.

Ambos subieron al auto y se dirigieron a la habitación de la chica donde compartieron hasta que anocheció y ella se quedó dormida en sus brazos. Esta rutina se convirtió en costumbre por varios días y cada vez ella reconocía varias cosas, había descubierto por boca de Alec que ella había soñado ser arquitecta desde siempre.

Un día, cuando el sol se estaba ocultando, ella finalmente se estaba quedando dormida en sus brazos, Alec recibió la llamada de Alice, la cual le indicaba que Samira tenía nuevos planes.

—Mierda.

Ella estaba cerca de ellos, sin un plan concreto porque estaba tan colérica que ni siquiera estaba pensando con la cabeza. Alec miró a Daymelis dormir plácidamente y sintió una punzada en el pecho pues sabía que tenía que despertarla y explicarse que tenía que llevársela de allí.

—Mi ángel —la llamó suavemente, acariciando su mejilla—. Despierta.

— ¿Uh?

—Despierta…

Después de parpadear un par de veces ella lo miró con el ceño fruncido.

— ¿Qué pasa?

—Debemos irnos a Francia.

Y entonces él tuvo que explicarle absolutamente todo y ella aunque estaba asustada trató de calmarse. Alec se encargó de preparar una mochila para la chica con comida y esta se dio una ducha rápida y se colocó ropa cómoda. Alec la llevaría corriendo pues era mucho más rápido que viajar en avión.

Cuando los dos estuvieron, después de algunas horas, en Francia, Alec hurtó un auto para manejar hacia la alejada Mansión Cullen y les notificó a todos que debían resguardar a Daymelis mientras los demás y él mismo se iban al sótano donde Rudel aún estaba.

— ¿Tienen a un hibrido secuestrado? —preguntó la única humana con su boca en forma de “O”.

—Sí, hermanita —respondió Dennis con naturalidad—. ¡Nuestro primer delito!

La chica lo fulminó con la mirada pero sonrió, para ella eso no era algo del otro mundo, siempre y cuando se tratara de un vampiro Vulturi malvado, le daba igual.

—Alec, ¿qué es lo que pasa? —preguntó Day cuando se encontraban en privado. El vampiro suspiró y trató de contarle la verdad con calma.

—Samira…

—Ah, esa maldita que está enamorada de ti, ¿no? —ella gruñó y aunque pareciera fuera de lugar Alec le causó gracia verla enfurruñada—. ¿Qué? ¡No te rías, Alec!

—Está bien… está bien… mira, sucede que esta… vampiresa, se ha empeñado en hacernos daño y es hora que deje de hacerlo, ella te envió las fotos… ella provocó que yo matase a Mónica, ella ayudó a que te mataran… ella…

Entonces todo ocurrió demasiado rápido, el rostro de aquella vampiresa vino a su mente, con su melena pelirroja y sus ojos carmesí, mientras echaba su capa negra hacia atrás. Recordó entonces cómo después de verla los pensamientos de ver morir a su familia, amigos, a Alec… ¡Pero si ellos estaba muertos! Suspiró y supo que estaba entrando en pánico. Alec la sostuvo cuando se tambaleó.

— ¿Qué ocurre?

—Pero si ustedes están muertos… —murmuró ella sin sentido alguno.

Todos los presentes —que habían decidido entrar a la habitación al saber que la chica se encontraba preocupada— la observaban con el ceño fruncido y Edward fue el único que al ver su mente pudo explicar todo por ella.

—Ella ha recordado el truco que Samira utilizó en su mente para hacerle creer que todos habíamos muerto —dijo Edward rápidamente, observando con preocupación a la chica.

Alec se maldijo a sí mismo por no haberle explicado a la chica aquello antes de que se confundiera de esa forma, ahora no le extrañaba que estuviese en medio de un ataque de nervios.

 —Necesito que no la pierdan de vista —murmuró Alec observando cómo la joven seguía ensimismada en su propio mundo, mientras que murmuraba cosas inteligibles—. Carlisle, ¿Crees que estará bien? —El aludido asintió con la cabeza mientras señalaba con la mirada a Gabriel para que se la llevase a la recamara, detrás de este se fueron Demetri y Dennis conforme los demás vampiros salían dirigiéndose al sótano donde tenían a Rudel escondido y donde seguramente llegaría Samira.

Todo pasó absolutamente rápido, de pronto, los Cullen y el resto estaban fuera de la casa y gran parte de los demás fuera de la mansión por si Samira quería cambiar de planes a último momento. Daymelis estaba dormida pero nadie quiso tomar el riesgo de dejarla sola, por eso en la habitación se encontraban sus dos hermanos protegiéndola, mientras que Demetri con Jacob y Dylan estaban fuera.

Entonces escucharon ruidos y se percataron que los planes de Samira eran distintos: ella iría por Daymelis y la mataría. Sólo unos pocos minutos después, todos corrieron hasta la mansión, Alec de forma engreída sostenía por el cabello a Rudel quien no dejaba de escupir sangre. Cuando Samira se detuvo al frente de todos frunció levemente el ceño, estaba claro que eran más que ella y no había sido tan astuta para ir acompañada. La pelirroja observó en busca de la humana que tanto odiaba y aunque pudo sentir su olor, no pudo lograr divisarla. Sin embargo ella sabía que estaba cerca y que Alec y la estúpida estaban juntos y felices, una felicidad que ella no había conseguido a pesar de haber hecho de todo. Alec se había convertido en una obsesión para ella.

 Nadie dijo nada, Samira sólo observaba a todos los vampiros allí presentes, ella ya había visto cómo Stefan y Vladimir gobernaban el imperio que una vez fue Vulturi pero sospechaba que lo que estaba viendo era otra cosa diferente. Eran demasiados, como si ahora se tratase de un clan más grande, todos se habían unido desde hacía muchísimo tiempo y se podía decir que tenían más poder que cualquier otro. Sabía además que dentro de la casa habían dos vampiros más y abrió demasiado los ojos cuando allí, en el balcón, estaba Daymelis mirándola con odio pero sonriendo con una gran sonrisa engreída.

—Creo que esta es la revancha, querida —dijo en voz alta, para que todos lograran escucharla.

Y entonces mientras Jane y Melissa se encargaban de deshacerse de Rudel, Alec corrió hasta Samira para hacer lo que desde hacía ya muchísimo tiempo ansiaba realizar: matarla.

.

.

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Días después...

Era la primera vez en su vida que se sentía completamente a salvo y debía admitir que ahora sí estaba segura que la felicidad sólo estaba a un paso. Aunque en esos momentos estaba regresando a España porque no podía abandonar la carrera.

Después de la muerte de Samira Vulturi habían ocurrido muchas cosas y la más notable y a la vez dolorosa de todas era que Demetri había decidido alejarse por un tiempo viviendo como nómada ya que necesitaba profundamente estar solo y además darse un respiro. Daymelis se había sentido demasiado mal por aquello pero decidió que debía respetar el espacio de él; Demetri se había convertido en alguien muy importante para ella, su mejor amigo y un apoyo rígido que siempre estuvo allí para ella. No podría olvidar jamás lo que él había hecho por ella. Sus palabras, sus consejos, sus sonrisas y además de eso, sus bromas que siempre habían sido  lo que más amaba de Demetri: su sentido del humor y su ironía. También había sido por fin anunciada la boda de Melissa y Dennis, y Alec y Daymelis también habían decidido contarles su segundo compromiso, aunque la fecha de la ceremonia no la tenían, sabían que sería pronto, aunque también tenían que planear la transformación... que podía esperar...

Es de resaltar la triste pero agradable decisión de Jane y Gabriel de irse a vivir aparte por un tiempo ya que estaban en sus primeros años juntos y según ellos necesitaban privacidad, aquello era completamente normal, aunque del otro mundo era la incontrolable pasión que existía entre ellos, ¡todos lo habían notado!

—Bien... así que... te quedarás conmigo aquí en Madrid —dijo Day cuando caminaban hacia su habitación con algún equipaje con ropa que Alice le había dicho que se llevara.

—Entiéndelo —susurró Alec en respuesta y mirándola fijamente—. Yo estoy en donde tú estés.

Daymelis se sonrojó un poco y suspiró cuando él comenzaba a abrir la puerta. Ambos entraron y ella lo miró de una manera demasiado extraña.

— ¿Qué pasa? —preguntó el vampiro tomando el rostro de ella en sus firmes y blanquecinas manos—. ¿Qué es?

La chica suspiró y le miró a los ojos de una manera tan traviesa que Alec se sintió un poco noqueado, estaba claro que esa chica lo volvía loco y ella sabía cómo utilizar aquel efecto a su antojo.

—Si te pido algo... ¿me lo darías? —inquirió ella en voz bajita y agitando sus pestaña oscuras de una forma coqueta.

Alec se distrajo en su cabello y musitó de forma soñadora:

—No sabes cuánto echo de menos tu hermosa cabellera larga. —Acarició el cabello de la chica causando que esta se estremeciera—. Aunque evidentemente te ves hermosa de todas formas.

Ella se sonrojó, sin embargo fingió estar enfurruñada.

—Te hice una pregunta.

Alec alzó una ceja tomando a su chica por la cintura y pegándola demasiado a su cuerpo volviendo a causar que ella se estremeciera por la cercanía.

—Voy a darte todo, ¿me oíste? Todo lo que tú quieras —le dijo de forma seductora, hablando cerca de sus labios, haciendo que estos se rozaran entre sí—. Tú sólo pide, que yo te o daré.

Ya lo has dicho, mi amor.

—Quiero que... —Sus orbes negros se quedaron clavados en los suyos y con la intensidad que estos le transmitían a él se dejó llevar por las tantas sensaciones que le invadían, mientras la apretaba a su cuerpo con fuerza, su otra mano acariciaba su rostro, ella continuó susurrando—: quiero que me hagas el amor.

Se miraron en silencio, sus cuerpos juntos y el peso de las palabras de la chica se resumieron en tantas emociones juntas. Sus cuerpos de alguna u otra forma deseosos, sus ojos clavados entre ellos y sus labios a unos centímetros de distancia, sus alientos se golpeaban y aunque sólo era una leve caricia el que Alec le tocase la mejilla y que luego bajara su mano hasta su cuello y la atrajera un poco a sus labios causó que ella gimiera un poco y se aferrara al agarre de él.

Entonces sus labios se unieron lentamente pero aún así Alec no tardó en hacer que su lengua jugara con la de ella mientras acariciaba su cadera y ella envolvía sus brazos alrededor de su cuello. El beso fue lento, pero apasionado y lleno de ternura a la vez. Ella sabía que ese beso daba paso a algo más y ansiaba que aquello ocurriese pero sabía que Alec se daría su tiempo y que ella se dejaría hacer.

Poco a poco él la llevó a la cama y se detuvieron a mirarse a los ojos, él preguntándole con la mirada si estaba segura, y ella diciéndole que era lo que más quería. Ambos se amaban y después de estar tan distantes, finalmente se habían juntado y estaban seguros que esa vez sería para siempre.

Alec nunca había estado con una humano, pues la primera vez que la había tenido a ella, ya había sido convertida, sin embargo se encontraba completamente seguro que no la lastimaría, estaba seguro que la complacería y le daría todo para hacerla llegar al cielo, si eso era posible, lo haría. Por su parte la chica se dejaba llevar por las caricias de él y aunque no recordaba con precisión su primera vez, su cuerpo sí, y además su corazón. Ella con manos temblorosas comenzó a deshacerse del abrigo de Alec y, posteriormente, su camisa, dejándolo sólo en pantalones, logrando así tener una vista de su magnífico pecho. Suspiró un poco cuando Alec hacía lo mismo con ella pero de una manera más experta y con caricias a sus costados. Besaba su cuello y ella trataba de hacer lo mismo, mientras gemía y arqueaba su espalda cuando Alec comenzaba a apoderarse de sus senos.

Y así ambos se sucumbieron en aquella pasión incontrolable que había entre ellos, meciendo sus cuerpos y besándose y acariciándose mientras ambos eran uno solo en la penumbra de aquella habitación. Sus cuerpos amándose el uno al otro, ambos contemplando la perfecta desnudez del otro, llegando al éxtasis una y otra vez, sin dejar de saciarse, pues aquello que estaban experimentando era fuego en la piel y en el alma. Sus besos, la caricia de sus lenguas, todo, absolutamente todo, pedían más. Los dos pedían más, pedían sucumbiese una y otra vez en esa llama, en ese fuego, en ese calor, en ese amor, en amarse tan lenta y deliciosamente. Sus miradas conectadas, conforme sus cuerpos danzaban con vehemencia.

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— ¡Pero qué hermosa te ves! —exclamó la voz infantil de Daymelis dirigiéndose a Melissa, mientras brincaba de aquí para allá junto con Alice tratando que todo estuviera perfecto.

Melissa estaba en estado de shock con tantas emociones juntas.

— ¡Ya! —exclamó la chica—. Esto… ¿pueden simplemente sentarse y hablar conmigo? —preguntó teatralmente, observando su vestido blanco fijamente—. ¿Cómo creen que me veo? —Estaba tímida.

— ¡Pues ya te hemos dicho millones de veces que te ves hermosísima! —exclamaron Alice y Daymelis a la vez, ocasionando risa entre las tres.

—Es que uh… —dudó decir Melissa risueña—. Supongo que son los nervios.

—Bah, sólo debes imaginarte lo guapo que estará Dennis. —Daymelis juntó sus manos soñadoramente mientras hablaba—. ¡Estoy segura que se ve demasiado guapo y te perderás en sus ojos en cuando lo veas!

— ¡Y así será! —gritó Alice en respuesta.

Melissa sabía que sí estaría guapísimo. Aunque no sabía qué era lo que le preocupada, entre ella y Dennis no habían dudas, habían compartido muchísimas cosas juntos y ya eran una pareja desde hacía tiempo, no negaba que la insistencia en casarse había sido por su padre Jason, aunque Dennis no se había molestado mucho por aquello, al contrario se mostraba demasiado feliz.

— ¿Estás nerviosa por la noche de… uh… bodas? —Daymelis se sonrojó al preguntar; sin embargo al ver la sonrisita de Melissa abrió los ojos como platos—. ¡Oh mierda, ustedes ya…!

Alice y Melissa se burlaron de la humana abiertamente, pues su reacción había sido realmente exagerada.

—Vale ya, soy una chica muy inocente —ironizó por lo bajo.

— ¡Es hora chicas! —exclamó Alice halando por la mano a Melissa para que saliese al jardín rápidamente.

Daymelis salió corriendo algo que sus tacones altos no le impidieron, caminó por varios pasillos y se detuvo en la habitación donde sabía que se encontraba su hermano. Entró sin tocar y encontró a sus dos guapos hermanos platicando y alistándose para salir.

— ¡Dennis ya deberías estar abajo! —lo regañó abrazándolo—. Quién diría que ibas a casarte… y antes que yo —le guiñó un ojo.

Dennis alzó a su hermana en sus brazos causando que esta se riera.

—Voy a tener los ojos puestos en ti y en Alec, mientras fijen la fecha de la boda —contestó Dennis—. Cuidadito con hacerme tío antes de tiempo…

—Ni siquiera lo pienses —murmuró Gabriel fingiendo estar aterrorizado—. Esta enana de pequeña era un desastre, imagínate como serán sus hijos.

— ¡Bueno ya! —exclamó la chica enrojecida—. Ustedes tampoco eran unos angelitos ¡eh!

Los tres se rieron y suspiraron a la vez, notando que las cosas habían cambiado y mucho. Habían encontrado una familia, el cariño, unión… había superado tantas cosas, el odio, el rencor, todo lo malo había desaparecido causando que el amor perdurara, por siempre.

Daymelis se reunió con Alec luego de unos minutos, se sentó en sus piernas delante de todos los invitados sin importarle lo que pensaran. Alec estaba guapísimo, con su típico atuendo oscuro y sexy pero la gran sonrisa que llevaba en su rostro le daba ese toque tierno que sólo ella había conocido. Alec observó el corto vestido azul cielo que llevaba puesto la chica, con el que mostraba parte de su espalda pues su cabello lo llevaba recogido y sólo caían unos rulos a cada lado de su rostro.

—Te ves como un ángel, es decir… te ves hoy muchísimo más hermosa —dijo besándola en la coronilla.

—Y tu muy guapo, mi amor —le guiñó un ojo en respuesta.

Alec apretó la cintura de ella de forma posesiva.

—No me extraña que a algunos se les vayan los ojos —bramó un poco malhumorado—. Gracias al cielo saben que eres mía…

—Y tú mío. —Ella besó su mejilla tratando e endulzar su humor—. Sólo mío.

Alec estaba enloquecido por esa chica, sí que lo estaba, y ella sabía cómo podía tratarlo y explotar un millón de emociones a la vez con una sola palabra, además de ese tono tan sensual que ha adquirido con el paso del tiempo…

¡Vamos Alec, concéntrate! —gritó su vocecilla interna.

—Te amo demasiado. —Le sacó de sus pensamientos la chica—. No sabes lo feliz que me haces.

—Lo sé, porque tú me has dado más felicidad y sé lo que es ser feliz gracias a ti. —Alec acarició su mejilla acentuando sus palabras—. Este es el comienzo de una segunda oportunidad que no desperdiciaremos, no te dejaré ir…

—Lo sé —le contestó ella en voz baja—. Lo supe desde que te vi aquella noche en Canadá, supe que no te dejaría ir nunca más.

Alec le sorprendió aquello y la miró impresionado.

— ¿Qué quieres decir…?

—Lo que quiero decir es que… mi corazón y mi alma te reconocieron esa noche, y yo lo sabía, sabía que no podía dejarte ir de nuevo, que tú habías vuelto a mi lado… y que nos pertenecemos… —Junto los labios con los de él en un corto pero cálido beso.

Y entonces la ceremonia comenzó, el amor estaba en todas partes. Los novios ya juntos y mirándose fijamente mientras se unían en matrimonio, sonriendo de forma cómplice y, al final, besándose tímidamente mientras las personas comenzaban a aplaudir a los novios por su unión. Ellos se besaron un par de veces más mientras se susurraban palabras de amor al oído, y se juraban que esa unión sería eterna.

Alec y Daymelis observaban la escena encantados, soñando que algún día, ellos también pudieran vivirla, y sabían que así sería.

Estaban seguros que su amor haría que llegaran hasta ese punto, y más allá de él.

.

.

.

Tiempo después…

— ¿Estás segura que eso es lo que quieres? Quiero decir…

Daymelis le interrumpió rápidamente, mientras sobaba una vez más su vientre.

— ¡Por supuesto!

—Uh… ¿Pero cómo saben que funcionará...? —preguntó un Gabriel dubitativo.

— ¡Cállate! —le gritó su hermana—. Ella es una niña, así que ¡su habitación será de niña! —Jane puso los ojos en blanco y Daymelis la miró con el ceño fruncido—. Jane, ¿dejarás que estos dos se salgan con la suya? —le preguntó señalando a Alec y a Gabriel conteniendo las lágrimas.

Estaba claro que el embarazo la había convertido en una chica más dramática.

— ¡Qué se decore de niña y ya! —exclamó Jane finalmente.

El embarazo de la chica fue planeado, y por aquel extraño hechizo que habían hecho en ella para que no envejeciera estaban más que claro que no había ningún riesgo en que ella muriese. Su embarazo iba de maravilla, hasta parecía un embarazo tan normal que llegaban a pensar que nacería un bebé humano, pero no era así, ella igual debía ingerir sangre humana, también le hacían transfusiones y eso la mantenía a salvo de cualquier riesgo.

Ella no envejecería aún y no estaban seguros cuándo ella decidiría convertirse en vampiro como su esposo Alec, pero ella estaba clara en una cosa: le daría su eternidad a él, a Alec y a su hija.

Sin embargo las cosas no eran tan fáciles como pensaban y una noche, al llegar una visita inesperada lo supieron.

Alec y Daymelis vivían a unos cuantos kilómetros de la mansión Cullen, ahora establecidos en España, estaba preparándose para las fiestas decembrinas, el timbre había sonado y la que pudo ir a abrir la puerta fue Jane, la hermana gemela de Alec y cuando vio de quien se trataba no podía creerlo, ella se armó de valor cegada por el enfado y le gritó.

— ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! —exclamó a Astor, quien no había aparecido en la vida de ellos en más de tres años.

Daymelis se encontraba en la cocina y salió apresurada hasta la sala, y cuando Astor la observó embarazada frunció los labios con sorpresa, mientras se estremecía.

— ¿Alec? —preguntó con el ceño fruncido, Daymelis asintió en respuesta.

Alec apareció en el lugar y se acercó también.

— ¿Yo qué, Blakelee? —le preguntó a Astor con voz firme.

Astor no supo qué hacer o qué decir, así que decidió dejarse llevar por sus impulsos y murmuró:

—De esto no saldrá nada bueno… si ella da a luz… el hechizo se rompe… o algo así. —Estaba a punto de las lágrimas—. Debes convertirla. —Fijó su vista en la de Alec—. Si se fían del hechizo ella morirá.

Daymelis miró a Astor preocupada y luego a Alec, éste sostuvo su mirada, esperando que ella hiciera algo, entonces asintió con la cabeza hacia Alec.

Se convertiría después de dar a luz a su pequeña hija.

Algún día tenía que hacerlo, ¿no?

.

.

.

Ya en la habitación, Alec y Day se acurrucaron en la cama. Alec la sostuvo esperando que ella durmiera plácidamente esa noche.

—Alec… si yo muero… ¿la cuidarás? —preguntó la chica con sus ojos brillosos. El dolor que sintió Alec por sus palabras en aquel momento le rompió el alma.

—Tú no morirás —dijo decidido—. Yo no lo permitiré. No lo permitiré porque… —Y luego decidió citar a Heathcliff cuando se enteraba de la muerte de Catherine en “Cumbres Borrascosas”—: «No puedo vivir sin mi vida. No puedo vivir sin mi alma»

La chica soltó de sus ojos un par de lágrimas y lo abrazó con fuerza.

—Yo no voy a dejarte otra vez. Tampoco puedo vivir sin ti, mi amor.

 

Daymelis POV.

Nunca supe si finalmente encontraría mi completa felicidad. Pero ahora sé que siempre se tendrán esas ganas de alcanzar algo y cuando lo logras vas a sentir aquello de nuevo, conseguirás nuevas metas conforme vivas y cada meta alcanzada será una luz que compondrá esa felicidad que tanto esperas, de eso se trata la vida, nunca estarás saciado de ella.

Siempre vas a ansiar algo, y cuando lo tengas, querrás otra cosa.

Anabelle jugueteaba con mi —nuevamente— largo cabello mientras observaba cómo mi mente se perdía en mis pensamientos. Ella era una niña preciosa. Con sus cabellos castaños achocolatados y sus mejillas sonrojadas. Sus cejas finas y sus largas pestañas, y sus ojos de un hermoso azul cielo. Estaba segura que sus ojos eran los mismos de Alec cuando era humano, lo supe la primera vez que la vi. Ella era mi hermosa hija, y la de Alec y aunque no los aparentaba, sólo tenía una semana de haber nacido y sin embargo ya balbuceaba y decía "mamá". Todavía no podía creerlo, cuando Astor había llegado aquí pensé que todo estaba perdido, que yo estaba perdida y que yo iba a morir. Pero las cosas se dieron de otra forma, Alec había cumplido su promesa, no me dejó partir. No estuve muy consciente del por qué Astor había venido, él explicó que los suyos le habían informado sobre el rumor de mi embarazo, en la comunidad hechicera yo era una especie de diva, todos sabían de mí y de mi reencarnación.

"La primera vampiresa reencarnada"

Tantas cosas podrían lograr aquellos seres menos una: ser inmortales, pero yo no dejaba de sentirme agradecidas porque gracias a ellos recibí una nueva oportunidad y eso me hacía sentir especial.

— ¿En qué piensas? —habló la voz de Alec cerca de mi cuello.

Suspiré un poco y le miré sonriente.

—En todo lo que ha ocurrido desde que volviste. —Le dediqué una gran sonrisa—. Y en lo feliz que he sido desde aquello.

Era increíble ver a Alec en el rol de padre. Él tomo a nuestra pequeña en sus brazos y la sostuvo cerca. La pequeña Ana nos sonrió a ambos y siguió entretenida con mi cabello.

No era la primera vez que observaba a Anabelle en sus brazos y sin embargo no dejaba de sentir lo mismo: ternura. Los ojos de mi pequeña hija me mostraban un brillo el que me decía que ella me amaba tanto como yo a ella. Y los ojos de Alec me mostraban la gran felicidad que habíamos construido y seguiríamos construyendo.

Mi mente comenzó a divagar y pensar en todo el sufrimiento por el que habíamos pasado Alec y yo para llegar a esto me dio a entender que valía la pena. La llegada de nuestra pequeña era la prueba de nuestro amor y de nuestra lucha, aunque con su llegada nacía también una nueva lucha y era hacerla feliz a ella y brindarle amor cada minuto de su eterna vida. Sabíamos además que ella iba a necesitar vivir lo humanamente posible, por eso habíamos decidido enviarla a estudiar al instituto y posteriormente a la universidad después de que llegase a madurar lo suficiente como para no levantar sospechas.

Aunque no íbamos a alejarnos de ella.

Eso jamás.

Ahora que me había convertido en una vampiresa, Alec y yo teníamos más ventajas: había recordado mi vida pasada. Mis dones también se habían desarrollado. Y ya no existía la necesidad en Alec de beber mi sangre. Él me hacía feliz con tan sólo sonreír, con sólo tocar mi cabello, e incluso cuando respiraba. Amaba la forma en la que me miraba después de besarme e incluso después de hacer el amor. Amaba la sensación de sus labios sobre los míos, e incluso como su lengua jugaba con la mía. Todo, absolutamente todo lo de él me gustaba, era increíble la forma en que nos complementábamos, simplemente, sin él una gran parte de mí moriría.

Recordé la forma en que nos asustamos cuando Astor nos advirtió sobre lo que podría ocurrir cuando yo estaba embarazada: yo pensé que moriría de nuevo, que tendría que dejar a mi Alec y a nuestra pequeña. Sin embargo, gracias a Astor, todo había resultado mejor de lo que pensábamos. Yo no quería llenarme de falsas esperanzas, por eso estaba segura de que mi tiempo con Alec había acabado. Sin embargo, ahora estaba con él, lo tenía justo allí, cerca, hermoso, perfecto..., me sonreía y yo veía la felicidad que emanaba entre nosotros, me sonreía y era testigo de que esto que teníamos, era lo que necesitaba, y todo, completamente todo lo que habíamos pasado para conseguirlo no importaba, porque valió la pena, y si teníamos que pasar por las mismas situaciones o quizás unas mucho peores, lo haríamos, porque sabíamos que siempre nos tendríamos. Siempre, incluso la muerte no logró separarnos.

Una vez que Alec colocó a Ana en su cuna, decidimos que era hora de dar un paseo y dejarla dormir. Melissa y mis hermanos junto con Jane se encontraban cerca de casa, por lo cual ellos se encargarían de cuidarla. Sonreí cuando Alec me atrapó por la cintura y besó mi cuello. Caminamos fuera de la casa y, al estar completamente al aire libre, echamos a correr mientras que cada uno soltaba risitas cuando alguno se quedaba atrás. Yo había hecho esto muchas veces con Demetri, el cual se había ido de nuevo en cuanto conoció a Anabelle, ahora él era un nómada que viajaba por todas partes, un vampiro solitario y agradable que disfrutaba el saber que yo le echaba de menos.

Correr sin sentido alguno con Alec era muy diferente. Era como compartir una travesura tonta, pues nos reíamos como dos adolescentes enamorados, los cuales se acababan de escapar de casa para estar juntos. Si existía un paraíso, estaba segura que no era mejor que éste.

—Eres muy lenta —insistió soltando una carcajada. Yo logré alcanzarlo y sin pensármelo dos veces di un salto hasta subirme hasta su espalda, por lo cual él soltó otra larga carcajada.

—Seguro que extrañabas el cargarme de esta forma ¿eh? —besé su cuello mientras hablaba, lo sentí estremecerse; sin embargo, no aminoró el paso, al contrario, aumentó aún más su velocidad.

—Creo que echo de menos otras formas en las que quiero tenerte ahora mismo —contestó perversamente, mientras yo dejaba su espalda y comenzaba a correr nuevamente a su lado.

— ¿Y se puede saber cuáles son? —Alcé mis cejas, fingiendo estar sorprendida y curiosa.

—Averígualo.

Nos detuvimos en la profundidad del bosque, donde los sonidos de los animales se hacían escuchar por todas partes. Cerré los ojos, dejando que mi olfato captara el aroma de la naturaleza. Alec y yo cazaríamos, él había decidido dejar la sangre humana, ahora que yo podía ayudarle a manejar su sed, y ahora que no se encontraba lleno de rencor y odio, todo era más fácil. Alec y yo cazamos esa tarde, y corrimos algunos kilómetros más al sur, donde se hallaba un pequeño río en el cual nos bañamos.

Y nosotros continuamos felices. Nosotros seguimos juntos, ignorándolo todo a nuestro alrededor y concentrándonos en nuestro pequeño y cálido mundo.

— ¿Day?

Mientras yo me vestía, Alec me observaba con el ceño fruncido. Me preocupé al instante, por eso decidí prestarle toda la atención posible.

— ¿Sí?

Sus ojos ya casi dorados me observaban intensamente, demostrándome sólo con ellos, cuánto me amaba, y cuánto era capaz de dar por mí.

—No habría podido soportar el perderte de nuevo, ¿lo sabes no? —Asentí con la cabeza, no sabiendo qué decirle, de todas formas él continuó—. Sin ti no habría otro camino, sin ti y sin Annie. Sin ti todo sería de nuevo oscuro,  y lleno de sombras y recuerdos. Pero tú estás aquí, y aunque a veces no me lo puedo creer, intento que nunca te arrepientas de escogerme a mí.

—Siempre has sido tú. —Es lo único que respondí, porque no tenía palabras. Pero era suficiente, me abalancé sobre él y nos besamos, nos fundimos, nos abrazamos, sus labios y los míos jugaban, se acariciaban, se amaban. Nosotros nos amábamos, eso se intensificaba cada día más, lo que añadía más pasión a nuestros cuerpos sedientos del otro.

Aún después de la muerte, nuestro amor persistió.

Fin

 


¡Hola! Finalmente hemos llegado al final de la historia, agradezco mucho a las personitas que me acompañaron en la aventura de escribir esta historia (y la primera parte de la misma) Lamento si las defraudé y lamento la tardanza, pero como ya ven el epílogo salió súper largo, y espero lo hayan disfrutado! También les deseo un feliz año nuevo 2014. Y las invito a leer el resto de mis historias, las que están más arriba, también pueden contactarme en mi facebook o leer mis historias en Fanfiction.net. Gracias chicas por sus comentarios en cada uno de los capítulos, por su paciencia, votos, visitas, a las que llegaron a amar a este hermoso vampiro Alec que era malvado pero con un corazón al fin y al cabo.

Bieeeen, sin más me despido y agradezco todo el apoyo que recibió la historia desde el principio.

Espero sus opiniones! :D 

Nos leemos en la próxima!

PD: Saludos a todas las que me leyeron, MonicaSwan_38, mi geme mel, nenamalinda, Bella_22, mariisalinas, melissamontero, 2kvulturi, Jenny Kovacs, Karenitz3lvulturi, Mariiana, Luzpattzrathbone, zaira Vulturi... Y si tengo lectoras silenciosas, también gracias a ustedes por leer. Besos y abrazos!

Capítulo 40: ¿Ya no me amas?

 
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