Amar Después de Morir

Autor: Day_Swan
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 17/08/2012
Fecha Actualización: 04/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 11
Comentarios: 86
Visitas: 65250
Capítulos: 41

“Amar Después de Morir”

Secuela de: “El Ángel de Alec Vulturi."

Sinopsis.

Después de la muerte de Melissa, Alec vuelve a ser el mismo de antes, frio, calculador y distante, con solo una palabra grabada en su mente: Venganza, luego de efectuarla pensaba morir, ya no sentía la necesidad de vivir sin su único amor. Por otra parte Aarón tampoco ha superado la muerte de la joven, pero todo cambiara cuando Alex sueñe el futuro, al igual que Alice, ambas vieron a una humana, una humana que cambiará la vida de todos; de nuevo. ¿Quién será ella?

Nada en esta vida es imposible, lo incierto puede que sea cierto, el amor es dolor, pero también alegría; una segunda vida, una segunda oportunidad, personalidades distintas, un mismo rostro, ¿una misma alma?, un amor, una promesa, amar después de morir…

Ella, una joven que oculta su verdadera personalidad y finge ser rebelde y caprichosa…

Él, un vampiro dolido por la pérdida del amor de su vida…

 


TRAILER DEL FIC: http://www.youtube.com/watch?v=Of0dvtHqjHM&feature=youtu.be

Algunos de los personajes pertenecen a Meyer, la historia es de mi completa autría basada en las ideas de dicha autora, los personajes nuevos son de mi imaginacion.

Espero les agrade la segunda parte de "El Ángel de Alec Vulturi"

POR FAVOR NO PUBLICAR SIN AUTORIZACION, TODAS MIS HISTORIAS ESTAN PROTEGIDAS POR SAFE CREATIVE, NO AL PLAGIO!

MIS DEMAS FIC'S:

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Mi facebook: Daymelis Ramos

Perfil Fanfiction:Day M. Odair

 

Sin más las dejo con esta hermosa historia, espero que les guste.

*Day_Swan*

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Capítulo 29: "Todo lo que necesitaba"

“Todo lo que necesitaba”

Capítulo veintiséis.

— ¡Feliz cumpleaños! —Fue lo que la chica escuchó al despertarse y abrir sus ojos. Frente a ella, se encontraba su mejor amiga sosteniendo en sus manos un pequeño pastel de chocolate, y a su lado, se situaban Gabriel y Dennis, aún bostezando y con sus pijamas puestos.

Ella restregó sus ojos con la manga de su pijama y luego sonrió ampliamente—. ¡Qué detalle, Mel! —La híbrida colocó el pastel a un lado y se acercó a su amiga para abrazarla con efusividad. Luego se separaron cuando se dieron cuenta que Dennis y Gabriel ya tenían los ojos bien puestos en el pastel de cumpleaños sabor a chocolate.

Los cuatro chicos se reunieron en la cama de Day y comenzaron a platicar antes de bajar a desayunar y encontrarse con los planes de Alice, y de alguna manera, los propios planes de Alec.

Al cabo de unas dos horas, Melissa y Dennis se encontraban en la sala de estar solos, abrazados y sonrientes, aunque en la mente el chico se encontraba una pregunta muy difícil de responder.

¿Cómo les explicará a sus hermanos?

—No te preocupes. —Melissa se aproximó hasta los labios de chico y susurró aquello, causando así un escalofrío placentero en el cuerpo de su novio—. Ella lo entenderá, al igual que Gabriel.

Dennis suspiró, pues se encontraba frustrado con aquel asunto. Si no tuviera hermanos, la decisión fuera rápida y sin dudas, él elegiría ser inmortal y dejar atrás su vida como humano. Pero  él tenía a dos personas muy importantes en su vida: sus hermanos. Aquellos dos hermanos que siempre estuvieron con él desde siempre, nunca recordó estar sin ellos, sin ver la sonrisa de su hermana y escuchar los concejos de su hermano. Nunca imaginaría verlos envejecer y, posteriormente, morir. Era algo totalmente despreciable imaginarlo, pero era eso o envejecer sin el amor de su vida: Melissa.

Y ahí es donde la vida nos pone a escoger entre lo que quieres hacer y lo que deberías hacer. Porque a veces, no podemos tener lo que deseamos, no podemos tener dos cosas, siempre hay que elegir, elegir lo que marcará tu futuro, lo que marcará por siempre tu vida. ¿Qué pasa cuando se toma la decisión equivocada? Simple, no hay vuelta atrás, solo tienes que seguir adelante, lamentándote por haberte equivocado y considerando la idea de que no repitas el mismo error.

Pero él quería tener ambas cosas a la vez.

Y sabía que aquello era imposible.

Si quería vivir junto a sus hermanos y junto a su novia, Daymelis y Gabriel debían convertirse en vampiros, pero también pensar aquello le hizo sentirse egoísta. ¿Cómo iba él a ser capaz tan siquiera de considerarlo? No, él no podía pedirles que cambiaran su vida por él. Si su hermana, o su hermano se enamoraban y decidían hacer su vida con persona normales  –humanos–, él no podía hacer nada, porque ellos también tenían derecho a ser felices con las personas que aman.

Aunque el amor de hermanos, es incomparable.

¿Podría él ser capaz de renunciar al amor de su vida por sus hermanos?

¿O renunciar a la compañía de sus hermanos por el amor de su vida o futura existencia?

—Sé que es muy difícil para ti. —Siguió hablando Mel, con seriedad y hasta un poco angustiada, la idea de que él no eligiera estar con ella para siempre la atormentaba día  noche, pero tampoco quería ser egoísta, no quería manipularlo, ni que sufriera—. Y no te estoy presionado, ni quiero hacerlo, Den, yo solo quiero que vivamos experiencias juntos, que viajemos y nos hagamos feliz mutuamente, que mis ojos y los tuyos se pierdan como la primera vez que nos vimos. Yo solo quiero que tú seas feliz, y puedes serlo siendo humano o no, de las dos formas de seguiré amando. —El muchacho se aproximó hasta su novia y ahuecó sus mejillas con dulzura, observando cómo el tierno sonrojo se apoderaba de sus pómulos.

—Te amo princesa, y sé que esto es tan difícil tanto para ti, como para mí, y no quiero que sufras, porque tu sufrimiento es el mío. Y tienes razón, lo estoy pensando todavía, pero en ninguno de mis pensamientos existe un futuro sin ti, porque tú eres mi futuro, y todo lo que viene después de él. —Melissa suspiró, enamorada, emocionada y con una gran esperanza, pero también frustrada, aunque sabía  el futuro de Day, el de ella era desconocido, y eso le abrumaba profundamente.

.

.

.

Day se encontraba en su habitación, pensativa y un poco recelosa, pues Alec no le había dedicado ni un minuto de su tiempo para felicitarla por su cumpleaños, no es que a ella le importara mucho aquello, pues siempre los días de sus cumpleaños recordaba a sus padres biológicos, y además, desde pequeña, había sido un poco arisca en esos temas. Amaba los pasteles y los regalos, pero a veces llamar la atención no era lo que prefería, siempre había mantenido su carácter fuerte, para alejar a las personas y estar aislada y a salvo. Pero ahora todo era distinto, con la llegada de los Cullen, la de Astor, la de Melissa y su familia, y… la llegada de Alec. Y ahora estaba un poco nostálgica, porque había imaginado a Alec trepar su ventana y abrazarla, ella no estaba segura de lo que sentía por él, porque cuando lo veía o él le dedicaba alguna sonrisa, ella se perdía en sus ojos y no era capaz de asimilar cuántas sensaciones invadían su cuerpo cuando él estaba presente. Siempre ocurría lo mismo, ella estaba confundida porque él la deslumbraba con cada palabra que él mencionaba, con cada sonrisa que él le dedicaba y con cada mirada que él le regalaba. Aquello era costumbre, ella no podía descifrar qué significaba aquella repentina alegría en su corazón cuando recibía algún mail de él, aquel hormigueo que se depositaba en su estómago, y además, no se dejaba de preguntar si él sentía lo mismo cuando ella le escribía.

Ella no sabía que ya estaba enamorada, por segunda vez, de Alec.

Suspiró para tranquilizarse, ella no podía demostrar que estaba afectada. Ella no podía ni saber por qué estaba afectada, o simplemente, ella no quería aceptarlo.

Se acercó a su pequeño tocador y miró su reflejo en el espejo, suspiró muchas veces y cerró los ojos. ¿Qué le pasaba? No lo sabía, no sabía qué demonios estaba pasando con ella. No sabía qué tenía que hacer para descubrirlo, y otra cosa que le atormentaba, eran los misterios de Alec. Ella había pensado que él vendría a verla, pero se había equivocado. Su ausencia era casi palpable cada día le extrañaba más y no sabía si él sentía lo mismo. ¿Por qué Alec viajaba tanto? Tampoco estaba enterada de las circunstancias.

Tampoco sabía si Alec tenía algún tipo de relación con otra. Ni siquiera, sabía si él estaba aún con Melissa Johnson.

Sí, él seguramente está con ella.

— ¿Qué no piensas bajar? —preguntó su amiga, entrado a su cuarto y sentándose en su cama con una pierna encima de la otra.

—Estaba por hacerlo. —Daymelis abrió los ojos y sonrió abiertamente, mostrando su fingido entusiasmo.

—Sabes que a mí no puedes engañarme, ¿verdad? —preguntó Melissa, negando con la cabeza y resoplando—. ¿Qué pasa?

Daymelis se sentó al lado de su amiga—. Ni yo misma lo sé. —Apoyó su mentón en sus puños y resopló por lo bajo—. No sé qué pasa.

—Yo sí que lo sé —aseguró Melissa, un poco preocupada—. Pero no pienses en eso ahora, ven con nosotros y diviértete con tus hermanos ¡y con todos!

Daymelis asintió con una pequeña sonrisa en sus labios, se levantó de la cama y se fue escaleras abajo con su mejor amiga, teniendo la leve esperanza, de que Alec se encontrara abajo, esperándola. Pero no siempre tenemos lo que queremos.

Aquella noche fueron al cine, como si se tratase de un día común y corriente. Vieron una película de comedia y se rieron a carcajadas de la misma. Suspiraron algunas veces al ver escenas románticas y resoplaron cuando en la película aparecían chistes sin sentido y sin humor.

Day solo pensaba en alguien, en alguien que consideraba que no la quería, cuando ese alguien esperaba regalarle la mejor noche de su vida.

.

.

.

Ella estaba muy desanimada, todos lo habían notado aunque ella trataba de disimularlo como siempre lo hacía para hacer ver que era fuerte y su felicidad no dependía de nadie. Pero todos la conocían en el fondo y sabían cómo podía llegar a sentirse cuando una persona que amaba no se encontraba cerca de ella en días. Sí, ellos sabían que ella lo amaba, sabían cómo le brillaban sus ojos al verlo y podían asegurar que su corazón latía frenético con tan solo la presencia de Alec.

Alec lo sospechaba, aunque pensaba que faltaba algo más de tiempo para que su ángel recordara y por consiguiente, lo amara como antes. Aunque a veces le llegaban dudas y pensaba que eso jamás sucedería y la perdería sin haberla recuperado.

Por supuesto, la chica no sabía aquello.

— ¿Te irás a dormir temprano? —preguntó Dennis cuando se habían bajado del auto de este. Los tres se quedaron en silencio, observando la casa inundada por la oscuridad desde afuera—. Deberías ver películas o algo…

—Estoy cansada. —Daymelis se sentó encima del capó del auto y miró las estrellas—. Además las clases…

—No utilices esa excusa con nosotros. —Gabriel también se sentó en el capó y luego lo siguió Dennis—. Estás triste.

—Claro que no. —Ella los miró a ambos con molestia y puso los ojos en blanco—. ¿Por qué debería estar triste? ¿Por qué soy mayor de edad? —ironizó.

—Ya. Mejor entremos a ver una película para que se te pase la amargura —dijo Gabriel espelucando a su hermana con sus manos, ella bufó por lo bajo enojada, mientras él se burlaba de su berrinche—, eres una nenita.

— ¿Nenita? —preguntó Dennis incrédulo—. Parece una anciana, amargada.

—Ya. —Daymelis se levantó y se encaminó a la entrada de su casa con el ceño fruncido, no tenía ánimos para que la molestaran, estaba de muy, muy mal humor.

— ¿Por qué deberías entrar, cuando hay una espectacular noche esperando por ti y por tu belleza? —preguntó una voz a su espalda, hablando con tal diversión y dulzura a la vez que ella no supo cómo reaccionar.

Ella se ruborizó—. Yo… esto… —Ella no se atrevía  a mirarlo, estaba hecha un lío.

¿Cómo debería actuar ahora?

¿Debería decirle lo enfadada que había estado?

¿Debería abrazarlo y decirle que lo extrañaba?

¿Debería salir corriendo?

¿Lo extrañaba?

Dennis y Gabriel miraron la escena con sus cejas alzadas.

—La noche te favorece, ¿ya te lo había dicho? —Alec hablaba con tanta naturaleza que le estremecía, ¿qué no se acordaba los días que había pasado ausente? Daymelis maldijo mentalmente y cerró sus ojos y los apretó con fuerza, sin querer mirarlo a la cara y derretirse.

Suspiró y negó con la cabeza, al tiempo que sentía la muy conocida sensación del aire y su perfume golpear su rostro, Alec estaba en frente de ella, lo sabía aunque no podía verlo, pero su aroma era evidente y su cuerpo respondía ante su presencia. Quería alzar sus manos y tomar su rostro o envolver sus brazos en su cuello y acariciar su cabello castaño y liso, sentirse protegida y a salvo, en casa.

Ella lentamente abrió los ojos nuevamente y miró el suelo, pudo ver también el calzado de Alec y la parte baja de sus pantalones. No quería mirarlo a la cara, era una cobarde. Por su parte Alec seguía cada uno de los gestos de la chica con sus ojos color rubí, brillantes y deslumbrantes como siempre. Estaba sonriendo, porque estaba feliz de verla, aunque ella no lo supiera, él también quería abrazarla y decirle lo mucho que la quería, pero temía asustarla y que ella no lo dejara estar cerca de ella nunca más. Sabía que tenía que tratarla con cuidado, como si ella fuese una flor pequeña y delicada.

Daymelis abruptamente lo miró y se deslumbró al hacerlo; Alec estaba muchísimo más guapo que la última vez que lo vio. Con su rostro increíblemente angelical y atractivo, con aquellas facciones tan juveniles e incluso infantiles, sus labios rojos y algo carnosos curvados hacia arriba, mostrando sus blanquecinos dientes, en una cálida y amable, hasta cariñosa sonrisa. Aquello a ella le aturdió, se sentía noqueada y no podía procesar bien lo que estaba pasando con normalidad. Él estaba nuevamente al frente de ella, con una increíble sonrisa y, además, muy cerca de su rostro, respirando el mismo aire.

Y eso se sentía bien.

Ninguno de los dos intentó alejarse, porque estaban increíblemente cómodos. Él se había tenido que encorvar un poco para mirarla directamente a los ojos, y ella también había alzado levemente su mentón para sostener la mirada de él. La chica dejó de respirar momentáneamente, al perderse en los ojos de él, cálidos y alegres; su corazón latió con fuerza dentro de su pecho, tanto así que ella pudo escucharlo, y obviamente él también lo hizo. A ninguno de los dos les importó quiénes los estaban viendo, pues se habían perdido en su propio mundo, donde solo estaban ellos dos, mirándose con un sentimiento que en muchos años no habían sentido. Que en muchos años no habían vivido, y que ahora volvía a repetirse un reencuentro de dos almas que anhelaban estar juntas, otra vez. Alec no pudo evitar acariciar la mejilla de ella con su mano izquierda, estudiando con devoción su angelical y hermoso rostro, causando una curiosa sensación en ella y en él mismo, aunque él ya la conocía muy bien, y ella que todavía no alcanzaba a recordarla, pudo darse cuenta que le era familiar: una repentina electricidad entre sus pieles.

Y aquello se trataba de química.

Química y amor.

A lo lejos los hermanos de ella pusieron los ojos en blanco, un tanto celosos e incómodos. Pero Alec y Daymelis no se percataron de aquello. Ella no se contuvo y se abalanzó sobre él, colocando sus brazos alrededor del cuello de él. Alec también la abrazó, y puso su cabeza en el cuello de ella, aspirando el aroma del perfume de su cabello, embriagándose, aunque le era difícil no pensar en tomarla y alimentarse de ella, su amor era fuerte, incluso más fuerte de lo que pensaba.

Alec escuchó los suaves sollozos de ella, y por ende su sonrisa de desvaneció y se separó un poco para mirarla a los ojos con el ceño fruncido, odiaba verla llorar, odiaba saber que ella sufría.

Los ángeles no lloran.

— ¿Por qué lloras? —preguntó, casi en un lamento. La chica miró sus pies, apenada.

—Te extrañaba. —Alec acercó sus nudillos al rostro de ella, y borró sus lágrimas en una delicada caricia.

—Estoy aquí, también te extrañaba —mencionó, todavía deshaciéndose de las lágrimas de la chica; ella sollozó al oír aquello y suspiró, tratando así de relajarse y no hacer el ridículo. Al pensar en aquello se tensó, ¿había llorado alguna vez delante de alguien?, no lo recordaba, pero aquello era muy raro, no debió haber actuado como estúpida delante de él. Con ese pensamiento se separó de él abruptamente, dejándolo sorprendido y con un gran vacío dentro de él, por su ausencia, por no tenerla tan cerca como antes había deseado—. ¿Qué pasa? —preguntó él tratando de acercarse nuevamente, pero ella se alejó.

—Nada. —Limpió sus lágrimas y acomodó su cabello, carraspeó un par de veces y lo miró de nuevo—. Solo no te esperaba.

—Vine a desearte feliz cumpleaños —mencionó Alec un tanto confundido por la actitud de ella, no era predecible y era difícil tratarla en ocasiones, pues no sabía cómo reaccionaría.

Ella no puedo evitar ser sarcástica—. Se nota que me extrañabas. —Le sonrió y se acercó a la puerta, decidida a entrar e irse a su habitación, porque sabía que él estaba con esa tal Melissa, su compañera.

—Ey, ¿qué haces? Yo vine a verte Me… ¿Day? —Las manos de ella temblaban y no podía insertar la llave en la cerradura, estaba muy nerviosa mientras también trataba de ignorarlo. Alec se estaba comenzando a frustrar—. ¿Puedes mirarme a la cara?

— ¿Qué quieres? —inquirió la joven encarándolo.

Dennis y Gabriel silbaron por lo bajo, por el tono que la chica había utilizado, sabían que Alec estaba en problemas.

Alec la miró dubitativo—. ¿Podemos hablar en… privado?

Ella bufó y negó con la cabeza, claro que no hablaría con él a solas, la confundiría.

—¿Por favor? —pidió Alec tratando de mirarla a los ojos, pero ella lo evadía.

—Está bien. —Se decidió y comenzó a caminar con los brazos cruzados. Alec la siguió hasta alcanzarla y caminaron rodeando el jardín de la enorme casa—. ¿Quién es Melissa? —preguntó ella de un momento a otro, mientras caminaba y miraba al frente, como si se tratase de una pregunta cualquiera.

Alec no supo qué responder.

Eres tú, mi amor.

Alec guardó silencio, no iba a responderle eso.

—Es tu novia, ¿verdad? —inquirió nuevamente, sin mirarlo.

Alec carraspeó incómodo—. No, no lo es.

La muchacha frunció el ceño y lo miró enojada. ¿La estaba negando?, era un idiota, sí, sí que lo era. Seguramente había estado con esa Melissa todo el tiempo y ahora venía y le decía que no era su novia.

Es un mentiroso.

Ella lo fulminó con la mirada, porque estaba enojada y se sentía engañada, y eso era lo que más odiaba, porque Alec no era nada de ella, ni siquiera un amigo. Alec era un vampiro, que pronto se alejaría de ella cuando comenzara a envejecer.

—Creo que mejor es que entre. —Daymelis quiso irse a su cuarto, por ello intentó alejarse, pero Alec lo tomó levemente del codo evitando su ida.

—No te vayas —dijo con voz ronca, mirándola directamente a los ojos, con seriedad. Daymelis se tensó bajo su toque, él no la estaba lastimando, pero el tono que utilizó al hablarle la estremeció.

—Esto…

—Melissa ha muerto. —Alec no pestañeó –aunque no hacía falta– al hablar, pero lo dijo automáticamente. Había decidido, en ese entonces, que lo mejor era decirle aquello, porque en parte era verdad, Melissa había muerto; más sin embargo, había vuelto a nacer. Por su parte, la chica se impactó notablemente al oír aquello, incluso había pensado que lo que había escuchado había sido una alucinación y que verdaderamente se estaba volviendo loca. Pero no era así, él le había dicho eso de verdad, mirándola a los ojos, mostrando algún tipo de sentimiento en ellos, uno que no supo interpretar.

Ella se quedó sin palabras, y se sintió avergonzada y mal por él. ¿Ella había muerto?, no lo podía creer, había muerto, la pareja de Alec había muerto. No podía dejar de repetir aquello en su mente, no se lo podía creer.

Daymelis apartó la mirada, porque si seguía mirándolo sabía que nunca reaccionaría, pues aquella mirada de Alec, la hipnotizaba con una magia impresionante.

—Yo… lo… lo siento —musitó cohibida, evadiendo la mirada de él—. Yo no… yo no sabía.

—No te preocupes. —Alec dijo acercándose a ella, colocándose al frente para encontrarse nuevamente con su mirada—. Solo no te lo había dicho.

Daymelis frunció el ceño y se sintió mal internamente, hasta llegar el punto en maldecirse, había sido inoportuna, pero no tenía la culpa, porque ella no sabía aquello, lo que Alec le acababa de contar.

—De verdad lo siento —repitió la chica.

Alec no supo qué decirle, pues odiaba decirle aquello ya que sabía que ella se estaba sintiendo mal por él, algo que era innecesario, porque Melissa estaba viva y se trataba de ella misma. Él no quería mentirle, pero no tenía otra opción.

Alec se aproximó hasta ella lentamente, pensado que la chica iba a alejarse; sin embargo esta no lo hizo, ella se quedó en su lugar sin respirar y con el corazón latiendo frenéticamente. Le miró nuevamente a sus ojos color rubí, los que en ese entonces se encontraban un tanto oscurecidos, casi llegando al color vino. Ella no le temía, aunque a veces pensaba en las vidas que Alec destruía para sobrevivir y se preguntaba por qué Alec no era como los Cullen o los Rivera.

— ¿Todavía estás enojada? —preguntó todavía acercándose a ella.

Day negó con la cabeza.

— ¿Quieres todavía que me vaya?

Ella volvió a negar con la cabeza. Alec finalmente estaba cerca de su rostro, volviendo a compartir el mismo aire. Ella estaba tensa, por es él alzó su mano y colocó un mechón de su cabello castaño detrás de su oreja, gesto que a ella le gustó y le causó un estremecimiento.

—Alec… tú… tú me confundes. —La chica lo miró a los ojos, mostrando su frustración—. No puedo hacer nada para evitarlo… tú simplemente…

—Te confundo.

—Sí y…

—Tú también lo has hecho conmigo. —Alec tomó su rostro entre sus manos e hizo que ella lo mirase a los ojos conforme él hablaba—. Desde la primera vez que te vi me confundiste.

Ella lo estudió con su mirada sintiéndose intrigada, ¿desde la primera vez que la vio?, ¿esa noche cuando la trató mal?, ¿desde esa noche? Ella no podía creerle, no quería. Pues Alec era un chico apuesto, un vampiro, de más de setecientos años, ¿en qué sentido se confundía? Seguramente en un sentido no muy bueno para ella, pero, ¿entonces por qué la trataba así? La trataba como si… como si…

—Tú me importas mucho.

…como si le importara.

Rayos. ¿Estoy soñando?

Alec seguía mirándola, sus ojos estaban fijos el uno al otro, tan cerca, tan juntos… nuevamente sus alientos mezclándose y aturdiéndose.

Ella volvió a quedarse sin habla, solo podía derretirse literalmente en su mirada y sentir ganas de unir sus labios con los de él. Ni con Astor se había sentido de tal forma, era como si su cuerpo y su alma le pertenecieran solo a Alec, y ahora, él la estuviera reclamando como suya. Y ella deseaba serlo en esos momentos, ser de él. Aunque fuera estúpido, ella pensaba en las posibilidades que implicaban besarlo: él podía morderla –aunque eso lo dudaba–, él podía rechazarla, él podía arrepentirse luego o, simplemente, él correspondería su beso.

Alec tenía una alternativa en su mente, una que ella no había considerado: él mismo besarla, y de una vez por todas, saciar esas ganas de tenerla nuevamente.

—Alec… ¿q-qué ha-haces? —Estaba tartamudeando y el rápido latido de su corazón delataban sus nervios. Alec se estaba acercando a ella, acechándola, aunque sabía que ella podía alejarse cuando quisiera, él no iba a detenerla, él no iba a obligarla a hacer algo que no quería. Ella todavía podía sentir algo por aquel brujo, Alec pensaba eso, estaba equivocado aunque en sus adentros, sentía estar seguro.

Acarició sus mejillas con ambas manos, ahuecándolas con tanto cuidado, pues no quería lastimarla con sus manos de piedra. Ella se dejó hacer aunque estaba confundida y aturdida por su cercanía, pensando en besarlo o no. Pero Alec se adelantó, unió sus labios con los de ellas con tanta lentitud que Daymelis pensó estar soñando y que luego iba a despertarse. Sin embargo aquello era verdadero, Alec comenzó a mover sus labios sobre los de ella, mientras acariciaba sus mejillas con cariño y por ende, ella poco a poco, colocó sus manos alrededor de su cuello, algo que siempre había querido hacer y que ahora se había atrevido. La chica acarició su cabello mientras comenzaba a responder la leve caricia que Alec le proporcionaba con sus labios sobre los suyos; aunque la piel de Alec era fría y firme, ella podía sentir la suavidad que él le transmitía, además que entre ellos poco a poco se creaba un ambiente ardiente, de amor, deseo, pasión y anhelos, algo que después de tanto tiempo, había vuelto, solo por un beso. La lentitud se extinguía y entraba en su lugar la urgencia, pues ambos querían más. Alec seguía apoderado de los labios de ella, y ella de los de él, sus manos bajaron a la cintura de la chica rozando así en forma circular sus dedos por encima de la blusa de esta. Ella acariciaba su cuello, su cabello, sus hombros, sus mejillas y en cuestión de segundos su respiración se volvió errática. En un rápido movimiento, Alec la había acorralado contra un árbol del jardín de la casa, la chica ni siquiera se inmutó, pues estaba muy concentrada en los labios del vampiro.

Aquello la hacía sentir como si fuera el primer beso, por supuesto, ella no recordaba los demás, aunque su subconsciente le decía que había extrañado mucho sus labios, algo que no supo cómo explicar.

Alec gruñó por lo bajo cuando ella tiró de su cabello y empujó sus caderas hacia él de forma inconsciente. Ella gimió al sentir la fricción, mientras que él comenzaba a acariciar sus costados y a acercarla –todavía más– a su cuerpo; en cada minuto que pasaba, la velocidad de la danza de sus labios aumentaba, y Alec estaba comenzando a temer por ella, porque nunca había estado con una humana y sabía que podía lastimarla si seguían…

Pero ella fue la que se separó de él abruptamente.

—Esto es… no… no… —Ella respiraba erráticamente, mientras mojaba con su propia saliva sus labios enrojecidos e hinchados. Alec los contempló por unos minutos, casi hipnotizado—. Yo no puedo…

Suspiró y se alejó un poco más de él, con miedo a volver a caer en las caricias de aquel ángel oscuro que la miraba de una forma indescifrable para ella.

Alec no hizo nada para evitar que ella se alejase, porque había sido invadido por las sensaciones que hacía mucho no sentía, y sabía que otro beso de ella, sería su perdición. Él quería poseerla de inmediato, pero no podían, y ella tampoco quería.

—Lo siento —dijo Alec, frunciendo el ceño, suspirando y tomando aire como si aquello fuese muy necesario para su cuerpo. Day le miró confundida, pero no preguntó nada.

—Yo… yo también lo siento. —Ella se había sonrojado, porque sabía que ella también había actuado sin pensar, se había dejado llevar por un impulso, un impulso del que no estaba enterada de su existencia, hasta ahora.

— ¿Tú crees que —apretó el puente de su nariz y luego volvió a mirarla— lo que pasó no debió pasar?

Mierda, ¡claro que debió pasar! Si tú lo querías y yo lo quería… ¿acaso tú no querías que ocurriera, Alec?

— ¿Querías que no ocurriera? —Las palabras salieron abiertamente de sus labios, sin tan si quiera pensarlas antes de decirlas.

En menos de un segundo, Alec estaba nuevamente a centímetros de ella.

—Moría de ganas por besarte —mencionó con voz dulce, diciendo aquello lentamente, mientras la miraba a los ojos, sin pestañear—. Y muero de ganas por besarte otra vez, y sé que si te beso ahora, u otras veces más, siempre moriré por un beso de tus labios.

Y ella no pudo pensar en una respuesta –aunque su cuerpo si había reaccionado, su corazón se había llenado de ilusión y alegría y también en su estomago habían surgido aquellas alocadas mariposas– cuando él estrelló sus labios por segunda vez en la noche con los de ella. Devorándose esta vez con más calma y más dulzura por el miedo de dañarla.

—Te amo. —Alec dejó un beso en la frente de ella para luego volver a mirarla—. Te amo, no sabes cuánto te esperé, no sabes cuánto esperé por esto. —Unió sus frentes y sonrió de una manera que ella pensó que nunca había visto, él estaba feliz, feliz por ella, él la amaba y ella no podía creérselo—. Definitivamente, eres el ángel que ilumina mis días, te has convertido en todo lo que alguna vez creí haber perdido, y ahora estás aquí —mencionaba Alec. Los ojos de la chica comenzaron a humedecerse—, jamás voy a dejar que te marches, puedo renunciar a todo, menos a ti. ¿Lo entiendes? Eres todo lo que necesitaba para volver a sonreír.

Besó las lágrimas que salían de los ojos negros de la chica. Ella no tenía palabras para explicarle lo que sentía, era como si él hubiera liberado un amor que estaba muy dentro de ella, solo con besarla y decirle aquello. Era muy extraño todo lo que estaba viviendo en este momento, incluso podría pensar que era un hermoso sueño, pero las sensaciones eran reales, aquella mirada de Alec era de verdad, sus labios, sus besos, sus caricias, su sonrisa, todo era cierto. El amor era cierto.

Ambos se amaban de una forma irreal y real a la vez. Cualquier tipo de confusión había sido desechada, definitivamente, Alec había despertado el amor que siempre estuvo en su corazón, ella nunca había dejado de quererlo, siempre lo había amado con la misma intensidad, intensidad que en estos momentos estaba creciendo, porque para ella él también era todo lo que necesitaba.

 

 

 


¡Hola! lo prometido es deuda, ¡aquí les dejo el cap! gracias por sus comentarios, me alegra mucho saber que están disfrutando de la historia! Espero sus opiniones, y que les haya gustado este romantico capitulo! aww que amor más hermoso:$ ¡Espero les haya encantado!

 

¡Nos leemos el próximo sábado! Bss! 

 

PD:

Saludos a BELLA_22, NENAMADILINDA, MARII_SALINAS, MELISAMONTERO, JENNY KOVACS, MONICA_SWAN38, KARENITZ3LVULTURI, y a mi super amiga y geme Melissa! :3

 

Gracias por el apoyo.

Day :D

Capítulo 28: "Vacaciones" Capítulo 30: "Fiesta"

 
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