Amar Después de Morir

Autor: Day_Swan
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 17/08/2012
Fecha Actualización: 04/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 11
Comentarios: 86
Visitas: 65254
Capítulos: 41

“Amar Después de Morir”

Secuela de: “El Ángel de Alec Vulturi."

Sinopsis.

Después de la muerte de Melissa, Alec vuelve a ser el mismo de antes, frio, calculador y distante, con solo una palabra grabada en su mente: Venganza, luego de efectuarla pensaba morir, ya no sentía la necesidad de vivir sin su único amor. Por otra parte Aarón tampoco ha superado la muerte de la joven, pero todo cambiara cuando Alex sueñe el futuro, al igual que Alice, ambas vieron a una humana, una humana que cambiará la vida de todos; de nuevo. ¿Quién será ella?

Nada en esta vida es imposible, lo incierto puede que sea cierto, el amor es dolor, pero también alegría; una segunda vida, una segunda oportunidad, personalidades distintas, un mismo rostro, ¿una misma alma?, un amor, una promesa, amar después de morir…

Ella, una joven que oculta su verdadera personalidad y finge ser rebelde y caprichosa…

Él, un vampiro dolido por la pérdida del amor de su vida…

 


TRAILER DEL FIC: http://www.youtube.com/watch?v=Of0dvtHqjHM&feature=youtu.be

Algunos de los personajes pertenecen a Meyer, la historia es de mi completa autría basada en las ideas de dicha autora, los personajes nuevos son de mi imaginacion.

Espero les agrade la segunda parte de "El Ángel de Alec Vulturi"

POR FAVOR NO PUBLICAR SIN AUTORIZACION, TODAS MIS HISTORIAS ESTAN PROTEGIDAS POR SAFE CREATIVE, NO AL PLAGIO!

MIS DEMAS FIC'S:

"MELODY OF LOVE" (one shot)

"SAFE AND SOUND" (one shot)

"SÓLO 24 HORAS MÁS" (fic corto)

"PASIÓN INSACIABLE" (fic corto)

"UNA NAVIDAD EN EL CASTILLO VULTURI" (one shot)

"OSCURA TENTACIÓN" (Fic largo)

Mi facebook: Daymelis Ramos

Perfil Fanfiction:Day M. Odair

 

Sin más las dejo con esta hermosa historia, espero que les guste.

*Day_Swan*

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 27: "Lágrimas de un ángel"

“Lágrimas de un ángel”

Capítulo veinticuatro.

El viento entraba por la ventana de la habitación que permanecía en las penumbras; una joven, con su cabello tapando su cara, sollozaba sin control alguno, sus ojos cerrados no podían dejar de inundarse en lágrimas, sus manos en forma de puños apretaban las sábanas de su cama con fuerza, con odio; ella manifestaba su dolor llorando y apretando las sábanas como si ellas fueran las culpables de su pena. Alguien llamó a la puerta, ella no contestó, alguien llamó a su celular, ella no lo atendió. Lágrimas y más lágrimas caían por su rostro, y ella impotente; ella no podía controlarlo, su corazón y su alma estaban manifestando su dolor y angustia, su miedo, su disolución. Sollozó audiblemente, para después guardar silencio; abrió los ojos, miró al techo, acomodó su cabello y frunció el ceño.

Otra vez el maldito celular —exclamó para sí misma, notando como su móvil comenzaba a sonar por enésima vez; aturdiéndola por completo. Cabreada, tomó el celular y lo estrelló en la pared con todas sus fuerzas, hasta que el aparato dejó de emitir sonido alguno. Por eso ella no había deseado querer a ningún chico. Siempre saldría lastimada, sufriendo y llorando como una estúpida. Ella sabía que no era un juguete, sabía que valía mucho, pero nadie iba, jamás, a amarla de verdad. Esos amores verdaderos no existían, no estaban, solo era cuestión de tiempo, para que el chico que juraba amor eterno, fuera infiel o algo muchísimo peor, te quisiera matar para tener más poderes.

¿Eso era lógico y real?

Negó con la cabeza, no era lógico; sin embargo real sí, ya lo había visto, ya había sido informaba y sus hermanos y los demás vampiros la habían prevenido.

«No te acerques a él»

«Aléjate de ese tipo»

«Él no te conviene»

Y ella no había escuchado, por pretender ser “la chica fuerte”, y creer ser tan astuta para darse cuenta de que si él le mentía ella iba a darse cuenta. Gruñó al sentir nuevamente el nudo en su garganta. ¡Qué estúpida era!, ¡Ahora era una blandita! Ella nunca había llorado por un imbécil, ¡nunca!, lo que más le dolía era eso, llorar, recordar, y haber sido tan bruta. Debía admitir que el orgullo también tenía que ver en ello, ¿con qué cara iba a presentarse ante sus hermanos?, ellos le habían dicho tantas veces, millones de veces, pero ella estaba ciega y sorda.

¡Idiota!

Resopló, tapándose con la almohada, Alec también iba a burlarse de su dolor, estaba segura.

¿Alec?

¿Por qué mierda pensaba en Alec?

Se levantó como un resorte de su cama. ¡Alec! ¿Qué demonios le pasaba con ese estúpido?, desde que lo conoció… ha estado así, aunque quiere a Astor, a pesar de la traición, Alec estaba presente en sus pensamientos.

Siempre lo estaba.

— ¡Daymelis! —exclamó la voz de Melissa—. ¡Abre la maldita puerta en este momento o voy a entrar por la puta ventana, joder! Nos tienes a todos preocupados.

La chica ni se inmutó, siguió perdida en sus pensamientos y en sus penas. Apoyó su cabeza en sus rodillas mientras se abrazaba a sí misma.

¿Por qué Alec la odiaba tanto?

¿Por qué Astor no la mató de una vez?

¿Por qué tuvo que enamorarla?

¡No tenía sentido!

— ¿Por qué no quieres hablar con nadie? —preguntó Melissa entrando por la ventana, como antes había prometido, la chica, ágilmente había trepado hasta situarse en la habitación de la humana que, al verla, comenzó a llorar nuevamente—. ¡Oh Day, mira cómo estás! —exclamó la híbrida situándose al lado de su amiga, mientras la abrazaba con cariño y le daba palmaditas en su espalda.

Ninguna de las dos habló, hasta que Day comenzó a calmarse; de vez en cuando Day miraba por la ventana, esperando que a ninguna otra persona, vampiro o brujo, le diera por querer entrar también por ella.

—Tranquila —le había dicho Melissa aquella noche—. Nadie va a entrar, no lo voy a permitir, s tú no quieres. —Se dirigió a la ventana y la cerró rápidamente, al darse cuenta de lo que temía su amiga.

—Gracias. —Fue lo único que había podido decir la joven castaña, para luego volver a sollozar y derramar unas cuantas lágrimas.

*

*

*

Caminó a un lado, luego a otro, y otro y otro más. Estaba impaciente e intrigado, ¿qué era lo que iba a ocurrir?, ¿estaba bien?, ¿no era grave?, ¿estaba enferma?, se preguntaba ensimismado en sus pensamientos confusos. Alice le había dicho que no podía ir con ella, y él había respondido que no iba a hacerlo, porque él estaba seguro que no iba a desear estar con ella, pero en aquellos momentos, le ocurría todo lo contrario, necesitaba verla, necesitaba saber que le ocurría, si estaba muy mal, quizá necesitaba algún tipo de apoyo, un apoyo que él podría ofrecerle aunque no lo admitiera. ¿Le habría hecho daño aquél imbécil? Era lo más probable, siempre había sospechado que aquella relación terminaría en un desastre, y ella iba a sufrir. Cerró sus manos en puños, se sentía impotente, y a la vez quería ser indiferente a los problemas que supuestamente podría estar atravesando Day en esos momentos.

Pero, ¿qué podría hacer? Ya no tenía control alguno sobre sí mismo, sus emociones cambiaban de un momento a otro cuando pensaba en ella, cuando la veía sentía tantas cosas a la vez, que le era difícil asimilarlo y por supuesto analizar qué era lo que le ocurría con ella. La odiaba, la amaba, la detestaba, la protegía. Ella podría hacer lo que quisiera con él, podría manejarlo, y eso era lo que más temía; por eso quería estar lo más alejado posible de ella, pero a la vez, lo más cerca. ¿Era normal su comportamiento?, por supuesto que no, estaba loco, loco por ella, obsesionado con la idea de que sí sea Melissa y haya vuelto para amarlo nuevamente. Sin embargo para él aquella idea no tardaba nada en su mente, cuando analizaba bien las cosas, esa ilusión se esfumaba como el viento, era inviable que un vampiro, sin alma, ni mucho menos vida, reencarne.

No eran iguales aunque no aparentaban, y él odiaba compararlas, odiaba confundirse y odiaba no poder alejarse. Era tan fuerte el deseo de ver sus ojos que la odiaba por ocasionar aquel efecto en él, odiaba cada centímetro de su piel, odiaba sus labios, su cabello, su rostro, su sonrisa; aborrecía todo lo referente a ella, porque le atraía y se estaba convirtiendo en un desquiciado, estaba cayendo poco a poco a sus pies, como un imbécil; en pocos días terminaría haciendo todo por ella, terminaría bajando el mismísimo sol para ella; terminaría sintiendo aún más de lo que ya sentía, y lo peor de todo, es que ella no iba a enterarse, porque solo tenía ojos para el idiota de Blakelee, Alec percibía que era solo un cero en la izquierda para Day.

Una idea cruzó su mente, ¿y si ella se separaba de aquel idiota?, él quizá podría cercarse a ella y… ¡No! No podía pensar en la más mínima de las posibilidades, él no podría reemplazar a Melissa, y esa muchacha no será la excepción, es una niña, inmadura, malcriada, no es su tipo. Sin embargo su corazón no entendía razones, por más que Alec se explicaba a sí mismo todas las consecuencias de su acercamiento a aquella humana y los daños que causaría; su corazón con cada latido indicaba que la buscara, que la alzara en sus brazos y la besara, para luego compartir una eternidad con ella, como si fuera Melissa. Su subconsciente despertó al pesar en eso, la humana podría ser malcriada e insolente, pero no podría engañarla de aquella forma, sería una traición, de parte de él. Ella merecía estar con alguien que la amara de verdad, pero, ¿él la amaba?, no, no podía ser, imposible, inaudito.

 

Bufó y tiró de sus cabellos levemente, pensar, solo en su habitación, no le estaba ayudando en nada. Pero solo le quedaba esperar, a que fuese mañana, y a que sus ansias de verla desaparecieran, aunque aparentemente era imposible que eso ocurriera.

 

*

 

*

 

*

 

Se acostó en la cama cuando Melissa se había ido, ahora solo quedaba cerrar los ojos y dormir, olvidarse un rato de todo y seguir adelante, alejada por completo de la vida de Astor, alejada de su amor, de todo lo referente a él. Si aquello había ocurrido era porque él no era para ella, y agradecía desde lo más profundo de su alma no haber aceptado irse con él. ¡Y claro!, seguramente quería matarla, bien lejos de todos, por eso tanta insistencia.

 

¡Maldición!, qué estúpida fui.

 

Al día siguiente, despertó a las seis de la mañana, el clima en la ciudad indicaba que sería oscuro y frio, ya que el viento soplaba con frialdad y fuerza, el cielo se encontraba nublado y totalmente oscurecido, aparentaban ser las tres de la mañana, cuando en realidad faltaba poco para que amaneciera. Ella no podía dormir más, daba vueltas en la cama, tenía frio y sentía los ojos pesados por el llanto; y lo que más de dolía de todo esto era que sabía que apenas era el comienzo, y que debía enfrentar lo que fuera que el destino haya planeado para ella.

 

— ¡No puedes venir aquí! —exclamó la voz de Dennis a esa hora de la mañana, Day pudo oírla desde su habitación, estaba gritando; ella se levantó aún con una de las sábanas sobre ella y se acercó a la puerta de su cuarto para poder escuchar mejor.

 

—Solo quiero saber cómo está. —La voz de Astor sonaba preocupada, Day al escuchar aquella chasqueó sus dientes, molesta—. No me contestaba el teléfono y…

— ¡Claro que no iba a contestar el puto teléfono! —exclamó Gabriel interrumpiéndolo—. Ya sabemos lo que tramabas maldito, y de una vez te advertimos que ninguno de nosotros vamos a permitir que te acerques a ella.

— ¡¿Qué?! —preguntó Astor al escuchar aquello, luego guardó silencio y Day supuso que había caído en cuenta—. Yo…

—Tú nada. Te alejas y ya está, si no la quieres, no la busques y punto, no vas a dañarla —dijo Dennis tajante, alzando mucho la voz—, ella no es un juguete, es una chica, una chica que nos tienes a nosotros para protegerla, ¡lárgate de una maldita vez!

Silencio, durante unos minutos, Astor se había ido.

Day suspiró negando con la cabeza, sintiéndose estúpida por haber caído en una trampa. Pero orgullosa de no haber llegado tan lejos.

— ¿Estás bien? —Escuchó como la puerta se abría un poco y la voz de Gabriel se hacía presente—. Sé que estás despierta, pero ¿te despertamos?

—No. —La voz de Daymelis sonó cansada y ronca—. Ya me había despertado —contestó girándose un poco para alcanzar ver a su hermano, que la miraba con el ceño fruncido.

— ¿Puedo pasar? —interrogó el chico, a lo cual Day asintió levemente—. ¿Cómo te sientes? —Volvió a preguntar una vez estando a un lado de su hermana. Estaba muy preocupado, al igual que Dennis, por su hermana, nunca la habían visto tan afectada, nunca había estado así, su reacción había sido completamente aceptable, puesto a que había descubierto una traición, y para completar, el miedo penetró todo su ser. Daymelis frunció los labios al escuchar la pregunta de su hermano.

—Un poco bien —respondió tratando de restarle importancia al asunto—, ya se me pasará, gracias por no permitir que se me acerque, no podría mirarlo nuevamente, estoy muy decepcionada. —La última palabra quebrantó notablemente su voz.

—Ven acá. —Su hermano dijo mientras se acercaba a ella y extendía sus brazos para que Day se acurrucara en su pecho, esta aceptó gustosa y se acercó a su hermano, ya sintiendo el enorme nudo en su garganta.

— ¿Crees que esto dure para siempre? —preguntó la chica refiriéndose a su decepción y al dolor, en los labios de Gabriel se formó una pequeña sonrisa; él no lo sabía, él también estaba dolido, pero alentarla, decidió contestar:

—Nada dura para siempre —habló pluralmente—, pronto encontrarás a alguien que en verdad te merezca, ya lo verás, solo es cuestión de tiempo.

 La chica sonrió limpiando sus lágrimas que ya comenzaban a salir y asintió.

—Gracias. —Y lo abrazó con fuerza, sintiéndose agradecida de que tuviese personas que la apoyaran de ese modo.

*

*

*

—Estás malditamente mal si piensas que ella te va a perdonar. —Dennis y Astor se encontraban en el jardín de la casa, frente a frente, retándose el uno al otro con la mirada—, yo no lo permitiré, te lo aseguro.

—Mira, solo espera que hable con ella… deja que ella decida —dijo lentamente, con voz conciliadora, no quería problemas, solo ansiaba ver a Day y explicarle con detalles lo que había ocurrido y por qué no le había dicho la verdad.

— ¡Ella no va a decidir nada, maldita sea! —exclamó un Dennis colérico—. Ella no quiere verte, ¿qué no lo entiendes?, no vas a dañarla, no, ¡joder! —El chico ya se encontraba con sus manos cerradas en puños, y sabía que en cualquier momento se abalanzaría sobre Astor y lo golpearía con todas su fuerzas—. Solo márchate —masculló entre dientes—, y no te acerques más a ella.

Al decir aquello, Demetri Vulturi también se acercó, al igual que Alec y Jane; los tres se encontraban allí, y no tardó nada en aparecer también Melissa. Todos lo miraban desafiante, demostrando que Day no estaba sola, y que no le quedaba más remedio que irse y dejar aquello en paz. No valía la pena hablarle, porque ella no iba a dejar pasar aquello por alto, eran muchas las mentiras, muchos los daños, muchas las decepciones, el perdón solo lo otorgaba Dios, pero en el corazón de la chica, unas disculpas no eran suficientes para olvidar aquello, y Astor lo intuía, la había conocido lo suficiente como para saberlo.

Luego de que cada quien se ubicó en un sillón, Dennis les entregó los libros que habían encontrado y fue señalando cuáles eran los párrafos más importantes y en los que se explicaban claramente lo que a ellos tanto les atormentada. Cada uno de los vampiros tuvo una reacción diferente y a la vez parecida: Melissa sintió pánico e inmediatamente subió a la habitación de su amiga, pues no le habían explicado con detalles hasta ese momento. Jane también estuvo muy impresionada, porque en sus años de experiencia, jamás había leído un diario tan explicito, donde se dijera con toda clase de seguridad, los planes y hechizos de cada brujo. Demetri, sintió pena y odio, juraría que en cualquier momento destruiría a Úrsula y a Astor, siempre había odiado a esas criaturas y ahora lo hacía más, pero a Alec, ni mucho menos a él, les convenían que los brujos murieran. Y por último Alec, que también quiso destrozar a Astor y hacerlo arrepentirse y querer morir, ansió apoderarse de su cuello y arrancarlo de su maldito cuerpo mientras miraba su miedo en sus ojos, también ansió correr hacia aquella habitación, alzar el mentón de Day para que ella lo mirara a los ojos y decirle que todo iba a estar bien, que él no iba a permitir que nadie le hiciera daño; luego abrazarla y acariciar su cabello, calmándola, mientras que ella se durmiera sobre su pecho muchísimo más tranquila.

Estaba convencido de que no sería capaz de hacer eso, su mente y su corazón ejecutaban una lucha interna, porque ambos pensaban diferentes, al igual que su cuerpo, que poco a poco fue comenzando a luchar también, mente, cuerpo y corazón, dos en contra de uno. Su mente le gritaba que se alejara lo más que pudiera de esa chiquilla, y su cuerpo y su corazón le susurraban con suavidad que ella le pertenecía, y que también ella era su dueña, ambos debían estar juntos y poseerse el uno al otro. Pero las cosas no eran así de fáciles, porque no era el momento de pensar en eso, ella estaba mal y necesitaba consuelo, no más problemas, y hoy trataría de hablarle con respeto y no sonar irónico ni una sola vez en el día. Claro, si la veía.

—Esto es… —Alec no podía terminar la frase, para él solo existía la idea de correr hacia la habitación de la chica, mirarla a los ojos y abrazarla con fuerza y que ella supiera que ella contaba con él, todo el tiempo. Eventualmente, Gabriel bajó las escaleras, encontrándose así con la mirada adusta de Jane; el muchacho se aproximó hacia la ubicación de los invitados y frunció el ceño.

—Ella está muy mal. —Fue lo que dijo, Alec se recriminó mentalmente por permitir aquello, aún sabiendo que eso no era culpa de él.

Jane y Gabriel se miraron por unos segundos, en lo que salieron a la luz sentimientos indescifrables pero a la vez tan palpables; Alec y Dennis se percataron de aquello al instante, pero decidieron ignorarlo, pues casi siempre que aquellos dos se encontraban ocurría lo mismo.  A los pocos minutos Melissa también bajó de la habitación de Day, la hibrida se aproximó hacia su pareja con el ceño también fruncido; el muchacho le colocó un brazo sobre sus hombros y besó su frente con ternura, mientras que ella cerraba los ojos inconscientemente. Ella también dijo lo mismo, que Daymelis estaba muy mal y que quería estar sola.

 

¿Tanto lo amaba? ¿Tanto le dolía su traición? Puede ser, pensó Alec. Pero también podría existir el miedo en ella, y era completamente normal. Negó con la cabeza, su mente estaba hecha un lío, con cada mirada de ella, se confundía todavía más. Ya la mirada de ella estaba clavada en su mente, esa mirada que en mucho tiempo no había visto. Entonces cayó en cuenta, detuvo sus pensamientos en seco, procesó aquello que había pensado y se acercó a uno de los libros que anteriormente había hojeado, ¡sí!, ahí estaba, hablaba de la reencarnación, lo mencionaba, ¿necesitaba más pruebas?, tiró de su cabello castaño ante la mirada de todos los presentes, acarició su barbilla estudiando cuidadosamente las posibilidades hasta que, en un rápido y vampírico movimiento, se dirigió a la habitación de la humana.

Había conseguido la respuesta: no necesitaba más pruebas.

Acostada en su cama, con el cabello mojado y con su pijama puesta, Day tenía la mirada perdida, acababa de ducharse en cuanto Melissa la había dejado sola; no había tardado nada en comprender que, aunque no lo quisiera, cambiaría por lo que estaba ocurriendo en su vida. Odiaba los cambios, pero sabía que eso iba a pasar. Se removió en la cama, colocándose de espaldas a la puerta, cerró los ojos y resopló, en esos momentos odiaba todo, y en especial a él. A ese rubio que la había querido utilizar. ¿Cómo pudo creerle? ¿Cómo pudo él mentir tan perfectamente? Era un profesional en las mentiras.

—Uh… ¿hola? —Una voz sonó a sus espaldas, la chica, estupefacta no dijo ni hizo nada, pensado que quizá era un sueño porque ya había caído nuevamente en los brazos de Morfeo, sin saber que un indeciso Alec, se encontraba a sus espaldas, con vergüenza y un poco de preocupación, por ella—. Sé que estás despierta, yo…

— ¿Tú qué? —preguntó ella sin moverse, sonando brusca al realizar la pregunta, Alec ni siquiera se inmutó, pues sabía que la chica no estaba de ánimos para nada, sobre todo por las discusiones que habían tenido y las groserías que él mismo le decía y cómo actuaba; pero ahora la tenía allí, frente a él, pensando que había vuelto, era la primera vez que la miraba con esos ojos, y en ese momento, era doloroso, por como ella estaba.

—Yo… solo quería saber si estabas bien. —Finalizó el vampiro con voz suave, aproximándose un poco hacia ella, Day, todavía de espaldas, suspiró pero no se movió, permanecía con los ojos cerrados, ya que sabía que si lo miraba, más preocupaciones invadirían su mente, y verdaderamente no estaba para eso.

—Pues no lo estoy, ¿feliz?, ¿vas a burlarte? —No pudo evitar interrogar, Alec frunció el ceño y ella cerró los ojos con fuerza, ahí empezaba la pelea, ella estaba segura de eso. Pero Alec no tenía los mismos planes, él solo suspiró y negó con la cabeza rotundamente, aunque sabía que ella no lo vería.

—Nunca me alegraría de algo que te lastimara —dijo cuidadosamente—, estaría dispuesto a protegerte de quien sea que lo haga. —Daymelis abrió los ojos como dos cuencas al oír aquello, su corazón comenzó a latir frenéticamente y el aturdimiento rápidamente invadió su mente y todo su ser; Alec evidentemente escuchó el bullicio que armaba en aquellos momentos el corazón de Day y sonrió levemente. Aunque poco a poco el aroma de la chica le llamaba y sus sentidos vampíricos se aturdían con el latido de su corazón y la sangre que fluía en su cuerpo, tan deliciosa, tan apetitosa.

—Claro. —La chica dijo con ironía, aunque sí se había sorprendido al escuchar aquello—. ¿De un día para otro me tratas así?, ¡tú me odias! Además —prosiguió—, no necesito que me tengas lástima, con todos los demás es más que suficiente —mencionó todavía sin mirarlo, pero él una milésima de segundo, Alec ya se encontraba frente a ella, con una mirada tentadora para ella. Jamás él la había mirado así, y la confundía. Era la misma mirada del sueño, de todos los sueños, donde ella percibía la pasión y el amor en esos ojos, la veneración y la sobreprotección unidas en una extraña fusión que a ella le había encantado.

—Tú no sabes lo que dices —expuso firmemente, ella se sentó en la cama y se cruzó de brazos, esperando algún tipo de explicación de su parte; Alec puso los ojos en blanco pero sonrió, las cosas o habían cambiado después de tanto tiempo, y así ella no recordara, seguía siendo la misma. ¿Cómo pudo ser tan idiota?—. Primero permíteme disculparme, no tiene excusa alguna mi comportamiento. —Daymelis asintió en total acuerdo—. Yo solo pensaba que eras de esas… que siempre consiguen lo que quieren, y dañan…

— ¿Acaso tú no eres así? —preguntó nuevamente con sarcasmo—. Eres malvado, poderoso y siempre consigues lo que quieres, claro, según leí por ahí. —Alec sonrió al escuchar la ironía que Daymelis utilizaba para cada una de sus oraciones, le gustaba eso de ella, algo que Melissa no tenía antes, ¿cómo debería llamarla?, Daymelis claro, esa era una nueva etapa en su vida. La humana le miró con confusión al notar el repentino ensimismamiento del vampiro.

—Lo siento. —Se disculpó al ver la mirada fija de la chica en su persona—. Solo quería decirte eso, y de nuevo mis disculpas —expuso dedicándole otra sonrisa; ella nunca lo había visto sonreírle de esa forma, ¿a qué se debía el cambio?, no lo sabía.

—U… ¿gracias? —No sabía que decirle, ya no sabía cómo actuar, ni qué cara poner, Alec salió de la habitación lentamente, y cerró la puerta tras su espalda, dejando a la chica totalmente desconcertada y confundida.

¿A qué se debía el cambio?

Se había preguntado cuando él había salido.

*

*

*

Idiota, eso era. La había perdido por ser un maldito idiota, ella no iba a dirigirle la palabra nunca más, ni siquiera una sonrisa. Nunca le permitiría que explicase todo lo que había ocurrido y no dejaría que él le pidiera disculpas; lo merecía, merecía toda esa mierda por ser un maldito estúpido y no haberle contado todo antes de que se enterara. Eso era lo que Úrsula quería, que ella lo dejara, que él fuera infeliz y que volviera a sus planes anteriores. Y lo estaba logrando, ¿qué haría sin ella?, no quería poderes, había renunciado a todo por ella y la había perdido igualmente. Alec iba a aprovechar aquello para acercarse a ella y recuperarla, y si Daymelis recordaba todo él estaría perdido, ella amaría de nuevo a Alec y a él lo odiaría con todas sus fuerzas.

Hizo que la motocicleta rugiera al acelerar.  Lo mejor era dejar pasar el tiempo, dejar que el destino decidiera, y que a Day se le pasara el enfado –aunque él tenía presente que ella no lo perdonaría no quería perder las esperanzas–, ella había sido lo mejor que le había pasado, no podía perderla tan fácilmente, tenía que hacer algo, algo para que ella lo escuchara.

*

*

*

Ahora fue el turno de Demetri, Daymelis se sorprendió tanto que él pudo darse cuenta, todos entraban a su habitación como si ella estuviese enferma y hospitalizada, a ella le pareció ridículo pero tierno a la vez.

—Siempre quise hablarte —había dicho Demetri con una gigantesca sonrisa, él era más relajado de lo que aparentaba, a Day de inmediato le cayó de maravilla—. Pero por una u otra razón no se podía, además hueles espectacular. —Le guiñó un ojo mientras decía, la chica se sonrojó y soltó una leve risita, pues era un piropo muy extraño.

— ¿Gracias? —dijo todavía sonriendo, no sabía si agradecer o asustarse. Demetri aparentó leer sus pensamientos, ya que soltó una larga y estruendosa carcajada, muy contagiosa, por cierto—. Ya sé de qué te ríes.

—Estás asustada, amo ver a los humanos asustados, aunque lo tuyo me causa gracia. —Admitió Demetri aún riendo—. Eres adorable.

—Y tú eres diabólico —mencionó Daymelis guiñándole un ojo juguetonamente. En la sala, algo lejos de la habitación, se encontraba un Alec molesto e incómodo, pues podía escuchar cada uno de los cuchicheos de esos dos en la habitación de la chica, le parecía una falta de respeto que los dos estuvieran solos, en una habitación, sentados en la cama, y ella con ese pijama. ¡Moría de ganas de sacar a Demetri de allí!

 


¡Hola! Personalmente amé este capítulo desde el principio, no sé por qué, creo que por la quimica que se muestra entre Day y Alec, ¡lo amé! Espero les guste a ustedes, saludines, nos leemos pronto!

Capítulo 26: "Primera Herida" Capítulo 28: "Vacaciones"

 
14452413 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10764 usuarios