Amar Después de Morir

Autor: Day_Swan
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 17/08/2012
Fecha Actualización: 04/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 11
Comentarios: 86
Visitas: 65264
Capítulos: 41

“Amar Después de Morir”

Secuela de: “El Ángel de Alec Vulturi."

Sinopsis.

Después de la muerte de Melissa, Alec vuelve a ser el mismo de antes, frio, calculador y distante, con solo una palabra grabada en su mente: Venganza, luego de efectuarla pensaba morir, ya no sentía la necesidad de vivir sin su único amor. Por otra parte Aarón tampoco ha superado la muerte de la joven, pero todo cambiara cuando Alex sueñe el futuro, al igual que Alice, ambas vieron a una humana, una humana que cambiará la vida de todos; de nuevo. ¿Quién será ella?

Nada en esta vida es imposible, lo incierto puede que sea cierto, el amor es dolor, pero también alegría; una segunda vida, una segunda oportunidad, personalidades distintas, un mismo rostro, ¿una misma alma?, un amor, una promesa, amar después de morir…

Ella, una joven que oculta su verdadera personalidad y finge ser rebelde y caprichosa…

Él, un vampiro dolido por la pérdida del amor de su vida…

 


TRAILER DEL FIC: http://www.youtube.com/watch?v=Of0dvtHqjHM&feature=youtu.be

Algunos de los personajes pertenecen a Meyer, la historia es de mi completa autría basada en las ideas de dicha autora, los personajes nuevos son de mi imaginacion.

Espero les agrade la segunda parte de "El Ángel de Alec Vulturi"

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MIS DEMAS FIC'S:

"MELODY OF LOVE" (one shot)

"SAFE AND SOUND" (one shot)

"SÓLO 24 HORAS MÁS" (fic corto)

"PASIÓN INSACIABLE" (fic corto)

"UNA NAVIDAD EN EL CASTILLO VULTURI" (one shot)

"OSCURA TENTACIÓN" (Fic largo)

Mi facebook: Daymelis Ramos

Perfil Fanfiction:Day M. Odair

 

Sin más las dejo con esta hermosa historia, espero que les guste.

*Day_Swan*

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Capítulo 32: "Misterios"

“Misterios”

Capítulo veintinueve.

Daymelis POV.

El timbre sonó a las siete treinta, la hora de entrada.

Entré con mis hermanos a la escuela, los tres estábamos muy callados pues desde la noche de ayer no habíamos parado de pensar en lo extraño que nos había ocurrido: alguien nos había seguido a los tres hasta la casa. Aquella noche Alec no había pasado por mí, y ni siquiera fue capaz de responder mis llamadas, allí mismo supe que algo estaba mal, pero por más que quería averiguar, no podía. Ninguno de los vampiros estaba cerca, ni Melissa, ni los demás.

Entramos a la primera clase, teníamos un examen, del cual no había estudiado mucho, pues toda la situación me tenía con los cabellos de punta. Lo bueno de todo era que esta mañana la sensación extraña que los tres “casualmente” habíamos sentido, no se había presentado.

—Si no te sabes una, yo te ayudaré —me dijo Gabriel, ofreciéndome consuelo, pues había notado mi nerviosismo—. Relájate y trata de parecer normal.

Yo no les había contado lo que había ocurrido cuando Alec y yo salimos del instituto en su BMW. Me había saltado esa parte para no preocuparlos, pero al hacerlo, mis nervios se habían multiplicado y me encontraba demasiado estresada.

Fijé los ojos en mi hermano y asentí en respuesta.

Él se acomodó en el asiento delantero de mí y Dennis delante de Gabriel.

Supongo que Dennis tampoco había podido estudiar, considerando que tampoco había localizado a Melissa.

En ese instante, algo hizo clic en mi mente.

— ¿Has hablado con Jane? —pregunté en voz baja a Gabriel.

Gabriel alzó una ceja, un brillo extraño se situó en sus ojos.

— ¿Debería haberlo hecho? —respondió, cortante.

Cogí aire, tratando de reunir paciencia. Odiaba que mi hermano utilizara esos trucos conmigo.

— ¿Puedes dejar de tratar de desviar mi atención del tema? —inquirí, masajeando mis sienes—. ¿Has visto a Janes, sí o no?

—No la he visto —contestó con un encogimiento de hombros—, desde la fiesta.

Su tono era calmado, pero sabía que aquello no le agradaba, no le gustaba estar sin verla. Por eso decidí abandonar el tema, sabía muy bien que le afectaba porque a mí también me afectaba hablar sobre Alec cuando en realidad no sabía nada de su paradero.

—Solo lápiz y sacapuntas en la mesa —ordenó el profesor al entrar con su portafolio en mano. Examinó el lugar unos minutos antes de preguntar—: ¿La señorita Rivera? —inquirió al notar que Melissa no se encontraba.

Justo cuando abrí la boca para responder su pregunta, mi amiga entró por la puerta del salón.

—Disculpe la tardanza, profesor Torres. —El profesor asintió y ella entró, sentándose cerca de Dennis.

Yo la miré, buscando algún tipo de señal, que me dijera que algo estaba mal, pero ella solo se limitó a sonreírme y regresó su atención a mi hermano.

Miré la mesa fijamente.

¿Qué estaba ocurriendo? ¿Acaso Mel de verdad no sabía nada? ¿Nosotros estábamos imaginando cosas? ¿Qué pasaba en realidad con la “persona” que estaba fuera del instituto ayer por la tarde? Alec no pudo haber imaginado eso, Alec no pudo mentirme. Él había estado muy preocupado.

Fijé mi vista en la persona que estaba a mi derecha.

Natalia.

Ambas no habíamos hablado desde la noche de la fiesta, y ella se había comportado muy extraña conmigo, no entendía qué era lo que iba mal, pues por lo que sabía, ella no me había fallado, ni mucho menos yo a ella.

—Hey —saludé, no muy segura. Ella me miró y frunció el ceño, sólo se limitó en saludar con un asentimiento de cabeza—. ¿Está todo bien? —Me atreví a preguntar.

Natalia asintió con la cabeza.

—De maravilla —respondió, y me pareció notar un poco de burla en su tono, pero no quise echarle más leña al fuego.

El examen comenzaría en un minuto.

.

.

A la hora del almuerzo me dirigí a la biblioteca con los ánimos no tan altos como estaba acostumbrada. Estaba preocupada, por varias cosas: Alec, el acosador, y Natalia. No eran los típicos problemas que un adolescente esperaría, no podía ni imaginarme qué haría otra persona si se encontrara en mi lugar.

En silencio coloqué mis cosas en un mesón solitario y me dirigí a los estantes a ver qué libro encontraba.

Ficción, por supuesto que no, con mi vida tenía suficiente.

Preferí buscar algo romántico, ¿raro no?

Mientras me debatía en cuál libro leer, guiándome por las reseñas de cada uno, leyéndolas y murmurando mi aprobación o desaprobación, algo extraño ocurrió.

Apreté la navaja que siempre llevaba en uno de mis bolcillos.

Había sombras, escuchaba pasos y sentía que el ambiente se tensaba en mí alrededor. Algo me decía que nada andaba bien, que saliera corriendo de allí, que alguien me estaba acechando. Miré hacia los lados, no había nada, además la biblioteca estaba terriblemente sola, solo tres personas y yo, nos encontrábamos dentro. Miré la hora en mi reloj: 12:15, si alguien estaba dentro y me estaba persiguiendo, no logaría escapar, la hora de salida era a las 1:15.

Suspiré y traté de calmarme. Me giré y decidí caminar de nuevo a la mesa y recoger mis cosas y salir de la biblioteca en busca de ayuda, pero una mano fría tomó la mía y me haló nuevamente hacia los estantes. Sólo fui capaz de emitir un gritito, que nadie más logró escuchar.

Estaba atrapada.

Pero al ver la sonrisa de Demetri me calmé.

— ¡¿Estás loco?! —Exclamé, limpiando el sudor de mi frente—. ¡Me asustaste!

Demetri posó una de sus manos en su corazón.

—Cuánto lo siento.

Puse los ojos en blanco. Demetri era un idiota, pero un idiota en el buen sentido, y aunque me haya traído el susto del año lo echaba de menos, además, con él aquí me sentía segura.

—Demetri, tienes que decirme dónde está Alec —le dije rápidamente—. No he sabido nada de él.

—Alec está bien —respondió tranquilamente, cruzándose de brazos mientras examinaba los libros de la sesión de comics—. Sólo está de… cacería.

—Oh. —Me limité en pronunciar, sabía lo que significaba, y aunque sonara cruel él estaba asesinando personas. Mi interior se contrajo violéntame, mis extrañas a punto de colapsar.

— ¿Te encuentras bien? —interrogó Demetri examinándome—. Estás verde…

Sí, eso me imaginaba, la idea de saber que tu novio probablemente esté asesinando a personas de tu especie no era muy agradable.

—Estoy bien… ¿qué haces aquí? —Quise saber—. ¿Cómo rayos entraste?

Demetri fingió estar dolido.

—Veo que no te agrada verme.

—No seas dramático. —Me burlé, siguiendo en busca de libros.

—Entré sin que me vieran obviamente, por la entrada trasera no había mucha gente y la pared no era tan alta como para impedirme que la escalara. —Alzó una de sus cejas al terminar.

¿Escalarla?

Estaba completamente segura que de un salto la atravesó.

—Me halaga que hicieras todo sólo para verme —dije riéndome.

—Tu alto ego compite con el mío, ¿sabes? —Bromeó Demetri.

—Por supuesto. —Le guiñé un ojo juguetonamente—. Como sea. ¿Tienes algo que decirme?

En los últimos meses, Demetri y yo nos habíamos convertido en buenos amigos. Sin embargo en ese tiempo, él no se había tomado la molestia de buscarme sin avisar, o como en este caso, venir a la escuela, ni siquiera Alec había entrado a hurtadillas.

—No tengo nada que decirte, ¿debería? —preguntó—. Alec me envió para que te cuidara.

Demetri se encogió de hombros.

— ¿Qué? ¿Por qué?

—No preguntes. Solo es por esta tarde —contestó, toda su atención estaba en los libros—. Esto es basura —murmuró para sí mismo.

— ¿Cómo pretendes que no pregunte? —Lo encaré.

Era difícil no preocuparse. Si Alec quería que Demetri me vigilara como si fuese mi guardaespaldas era porque algo no andaba bien. A Alec no le agradaba del todo mi amistad con Demetri, y enviarlo a mi lado me parecía algo tan absurdo, siempre supe que Alec preferiría protegerme él mismo, ¿dónde estaba Alec? Demetri tenía que decirme.

—Fácilmente, cierra tu boca y lee, yo estaré por aquí escondido. —Sonrió gentilmente, mientras me entregaba dos libros, de historia, supuse—. Esto sí que no es basura.

Yo rodé los ojos en su cara.

—Tienes que decirme, Demetri —insistí.

—Alec te responderá todas las preguntas que quieras —dijo y yo quise ahorcarlo, pero sabía que era imposible.

Maldito Demetri.

—Muy bien, muy bien. Pero si él no me dice, tú me lo dirás —le advertí.

—Por supuesto.

No le creí ni una sola palabra.

Él me hizo una señal para que fuera a mi mesa a leer. Lo fulminé con la mirada pero le hice caso sin protestar ante su actitud de guardaespaldas intenso.

—Vamos, sé una niña buena y estudia —indicó en voz baja—. Por cierto, lindo gorro.

Le saqué la lengua y me senté en la mesa, mirando los libros con desdén “La divina comedia” de Dante Alighieri, y “La odisea” de Homero. No se veían tan malos como aparentaban.

.

.

Demetri estuvo observándome como un perro guardián toda la tarde que me quedaba de clases. Cuando había salido de la biblioteca me dirigí a la cafetería donde comí un par de emparedados con jugo de fresa. Demetri estuvo allí aunque nadie logró darse cuenta de su presencia, aunque estaba segura que Melissa sabía mucho más de lo que quería aparentar. Melissa y yo intercambiamos varias miradas en innumerables ocasiones; ella sabía que yo quería respuestas y las iba a conseguir, ella es mi mejor amiga y no podía guardarme ningún secreto, y más si se trataba de Alec.

Yo revisaba mi móvil cada cierto tiempo, esperando que Alec hubiera llamado o dejado un mensaje diciéndome que todo estaba bien, que él estaba bien, que no tenía por qué preocuparme, y que me amaba. Sin embargo nada de eso ocurría; él seguía ausente y nadie más sabía nada de él, o si sabían y no querían decirme donde estaba, que estaba haciendo, y cuando volvería.

Me estaba comenzando a desesperar.

Y eso no era exactamente bueno.

Cuando entramos a la última clase, me encontré con Natalia en el pasillo. Ella en un movimiento rápido me dio la espalda y comenzó a caminar rápidamente para escaparse de mí. Afortunadamente aceleré el paso tras ella y logre alcanzarla. La tomé por el codo y la llevé al baño de chicas que se encontraba a unos pasos de nuestra ubicación.

Suspiré.

— ¿Me puedes explicar qué es lo que pasa? —pregunté con voz serena. Natalia se cruzó de brazos y puso los ojos en blanco, sin todavía responder—. Explícame porque la verdad no entiendo que fue lo que hice.

Natalia entornó los ojos y resoplo, tratando de disminuir su enojo irracional. ¿Qué era lo que había hecho para que me odiara después haber sido amigas? Era de las pocas personas en las que confiaba, y cuando yo confío en alguien entregó todo de mí para ganarme confianza también. Era algo absurdo que ella se comportara así. No se me pasaba nada por la cabeza, ella me había dicho que a ella le gustaba Alejandro, el español que habíamos conocido en Margarita, y supuestamente yo le había gustado a él, ¿entonces ella estaba celosa? Era algo estúpido, dado el hecho de que yo estoy con Alec y ella lo sabe.

— ¿Estás hablando enserio? —preguntó, sonando histérica y resoplando repetidas veces. Yo esperé en silencio que ella se explicara—. A-Alejandro me gustaba —murmuró esto último con pesar, yo fruncí el ceño.

— ¡Estás loca, a mi no me gusta Alejandro! —exclamé explotando. Traté de calmarme tomando respiraciones profundas. ¿De qué se trataba todo esto? Yo no estaba comprendiendo absolutamente nada.

—Tú. Tú eres el problema —señaló ella, mientras caminaba de un lugar a otro, casi como una loca—. Le gustas a todo el mundo.

Casi me eché a reír al escucharla.

—Oh, ¿disculpa? —Mi pregunta fue incrédula pues yo no podía creerlo. Pensaba que se trataba de una broma, pero ella me miraba casi con odio, como si yo tuviera algo que ella quería.

—Ahí tienes lo que querías saber. Estoy harta. —Hizo el intento de irse, pero yo la detuve a tiempo. Ella me miró a los ojos. Ya no veía a Naty, ahora miraba a otra persona que no era mi amiga, ya no quedaba ni rastro de ella—. Siempre los chicos detrás de ti como perros: Jordan, Astor, Alejandro, Alec... ¿oh, quien más me faltó? Jeison, Jules, Stephan... y muchos más... ¿Eso te hace feliz?

Whoa. Golpe bajo y dolió justo ahí.

Ella me estaba tratando como una zorra.

—Espera... espera... retrocede. ¿Me estás diciendo que soy una zorra? No he aceptado a la mayoría de estos chicos que nombras, y por si no estás enterada, casi todos son conocidos... —Me llevé una mano a la cabeza, me encontraba decepcionada—. Yo no me enamoro del primero que pasa al frente, Natalia, no soy como tú. Yo sé lo que quiero, y no voy a dejar que nadie pase por encima de mí como estás tratando de hacerlo tú, no lo voy a permitir. No sé cuales sean tus verdaderos problemas conmigo, intuyo que hay algo más, y cuando lo sepa, tú y yo nos volveremos a encontrar. —El silencio inundó el lugar, yo negué con la cabeza mientras la miraba con decepción y luego salí de allí enfurecida.

Si había algo más iba a averiguar de qué se trataba.

Demetri se encontraba justo en la puerta del baño, mirándome con una ceja alzada.

—Oh, ¿De qué me perdí? —inquirió sonriendo de forma petulante.

Gruñí y entrecerré mis ojos.

—Esto de que seas mi perro guardián ya no me está gustando —mencioné enojada. Demetri alzó sus manos, mostrándose inofensivo.

—Tranquila, relájate. Sólo bromeaba —dijo, su rostro simulaba seriedad, pero un atisbo de sonrisa se asomaba en sus labios—. Bueno, solo quería asegurarme que estabas bien, ella va a salir, te veo en la salida.

Demetri se escondió en no sé dónde y yo hice lo que me pidió, me fui de ahí evitando encontrarme nuevamente con Natalia. Y es que, mierda, no me habría imaginado jamás que ella fuera esa clase de chica, yo confiaba en ella, por supuesto, no tanto como confiaba en Melissa o incluso en Alex, pero la apreciaba, y todo esto me había tomado totalmente desprevenida.

Pero como dice la canción: la vida te da sorpresas…

.

.

Cuando salimos de clase, Dennis y Gabriel se fueron con Melissa y yo me fui con Demetri en el BMW de Alec. Al salir Demetri estuvo demasiado tenso y debido al tráfico, tenía la sensación de impaciencia que era casi palpable, tanto así que se le notaba de lejos que quería bajar del auto, tomarme entre sus brazos y llevarme de allí.

Algo no andaba bien.

— ¿Qué sucede? Y por favor no me digas que nada —le dije rápidamente, mirando hacia los lados para ver si alguien nos estaba siguiendo, pero no lograba ver nada.

Demetri no estaba con su característico humor. Él estaba serio y tenso.

—Te explico en casa —respondió con voz seca. Tomó su teléfono celular y marcó un número, luego de unos segundos, él comenzó a hablar—. Es Michelle, al parecer tuvo un error y pude rastrearla. —Hubo silencio—. Está bien…

Allí supe con quién estaba hablando.

— ¡¿Es Alec?! ¡Quiero hablar con él! —exclamé desesperada—. Demetri, déjame hablar con él.

Demetri negó con la cabeza mientras me mostraba su móvil, Alec había colgado la llamada.

Mi mente era un lío, un laberinto. Una copia de mí misma, dentro de mi mente, estaba encontrando la salida, ordenando ideas, preguntas, dudas, temores, uno a uno… y luego todo estuvo ordenado, y mi subconsciente comenzó a enviar varias preguntas, las cuáles llegaron a desesperarme, porque verdaderamente no estaba enterada de qué era lo que estaba sucediendo, o lo que sucedería.

— ¿Quién es Michelle? —pregunté, el nombre se me hacía terriblemente conocido.

—Una vampiresa. —Se limitó en responder Demetri.

Era una vampiresa, yo no podría conocerla, era completamente imposible tal cosa. Pero tuve la extraña sensación de compararla con Natalia, la imaginaba como una traidora, una sucia mentirosa e hipócrita.

Eso resultó aún más extraño.

Demetri condujo hasta mi casa y me dejó dentro, su mirada tensa y preocupada se posó en la mía antes de partir.

—Por nada del mundo salgas, no preguntes, no contestes llamadas de desconocidos. Aquí estarás bien, pero debo ser sincero, nada asegura que no corras peligro aquí, por eso Alec y yo evitaremos que alguien se te acerque. —El besó mi frente y se fue corriendo en las sombras de la ciudad.

Yo no supe cómo reaccionar luego.

Detrás de mí estaban mis hermanos y Cullen. Todos con sus miradas preocupadas posadas en mí, pero yo supe que no serviría de nada preguntar, ellos no me dirían.

— ¿Cómo te encuentras? —preguntó Dennis con el ceño fruncido, atrayéndome a su cuerpo—. Todo va a estar bien, nena.

—Supongo que tú también lo sabes —bramé.

Dennis se quedó callado.

—Oh, lo sabía. ¿Por qué tanto misterio? Yo ya no soy una estúpida niña, necesito saber qué es lo que pasa. —Me sentí desesperada y temerosa—. Alec y Demetri podrían estar en peligro, ¿y ustedes están aquí? No quiero que nada malo suceda, deben ayudarlos a impedir lo que sea que quiera hacer esa tal Michelle.

Mis ojos humedecidos me hicieron enfurecer.

¿Por qué rayos tenía que llorar?

—Es precisamente lo que estamos haciendo ahora, impidiendo que Michelle logre lo que quiere —argumentó Carlisle solemne.

— ¿Quién es ella? —inquirí otra vez, tenía que intentarlo—. ¿Qué es lo que quiere? ¿Por qué ustedes están aquí?

Sus caras me decían que no iban a responderme.

Gruñí enojada y subí a mi habitación a zancadas.

—Por fin nos encontramos —dijo una voz en la oscuridad, causando que me sobresaltara.

Había más de cinco vampiros en la sala de mi casa, ¿cómo era posible que otro entrara por mi ventana y no fuera rastreado por ninguno de ellos?

Mi labio inferior tembló.

Las respuestas llegaron inmediatamente.

Michelle me quería a mí.

 

Alec POV.

Después de haber colgado la llamada revisé una vez más la casa a la que Michelle nos había conducido la noche de ayer. No había nada que me dijera dónde se encontraban ahora, pero era obvio que era lo que querían. Thomas quería la revancha, y Michelle también. Yo no comprendía hasta dónde podrían llegar, hace mucho tiempo habían logrado lo que querían, me habían arrebatado a mí ángel y ahora querían volverlo a hacer, pero yo no podía permitirlo, no de nuevo, esta vez no, esta vez las cosas iban a hacerse a mi modo.

Al final de la calle de aquella casa me encontré con Demetri, él estaba igual de preocupado que yo, y aunque me daban celos, no era momento de mencionarle qué era lo que le sucedía con Day, podrían ser mis celos irracionales, o verdaderamente algo sucedía con él.

— ¿Cómo está ella? –pregunté automáticamente.

—Desesperada —respondió con pesar—. Si ella supiera todo…

Yo lo interrumpí.

—Ella puede llagar a confundirse, es algo increíble, y podría afectarle —argumenté rápidamente, pensando en el bienestar de ella—. No quiero que sufra, por eso es mejor que se mantenga al margen.

—Ella tiene derecho a saber de su pasado, no puedes arrancarlo de su vida, y lo que está pasando hoy es prueba de ello —dijo Demetri, tratando de convencerme.

Yo decidí cambiar de tema.

— ¿Thomas?

—Ni rastro. Deberíamos regresar con ella —mencionó—. Esto no me está gustando nada.

A mí tampoco me está gustando el pequeño jueguito del gato y el ratón. Thomas no aparece y el don de Michelle nos confundía, incluso a Demetri, un rastreador.

¿Qué era lo que tenían en mente?

Trampa —susurró la voz de Day en mi mente, casi al instante de haber formulado la pregunta sin decirla en voz alta. Miré a Demetri, maldije en voz alta y corría con todas mis fuerzas hacia la casa, Demetri me siguió.

Esperaba que no fuera demasiado tarde.

Capítulo 31: "Pasado, presente & futuro" Capítulo 33: "Pérdida"

 
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