Amar Después de Morir

Autor: Day_Swan
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 17/08/2012
Fecha Actualización: 04/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 11
Comentarios: 86
Visitas: 65247
Capítulos: 41

“Amar Después de Morir”

Secuela de: “El Ángel de Alec Vulturi."

Sinopsis.

Después de la muerte de Melissa, Alec vuelve a ser el mismo de antes, frio, calculador y distante, con solo una palabra grabada en su mente: Venganza, luego de efectuarla pensaba morir, ya no sentía la necesidad de vivir sin su único amor. Por otra parte Aarón tampoco ha superado la muerte de la joven, pero todo cambiara cuando Alex sueñe el futuro, al igual que Alice, ambas vieron a una humana, una humana que cambiará la vida de todos; de nuevo. ¿Quién será ella?

Nada en esta vida es imposible, lo incierto puede que sea cierto, el amor es dolor, pero también alegría; una segunda vida, una segunda oportunidad, personalidades distintas, un mismo rostro, ¿una misma alma?, un amor, una promesa, amar después de morir…

Ella, una joven que oculta su verdadera personalidad y finge ser rebelde y caprichosa…

Él, un vampiro dolido por la pérdida del amor de su vida…

 


TRAILER DEL FIC: http://www.youtube.com/watch?v=Of0dvtHqjHM&feature=youtu.be

Algunos de los personajes pertenecen a Meyer, la historia es de mi completa autría basada en las ideas de dicha autora, los personajes nuevos son de mi imaginacion.

Espero les agrade la segunda parte de "El Ángel de Alec Vulturi"

POR FAVOR NO PUBLICAR SIN AUTORIZACION, TODAS MIS HISTORIAS ESTAN PROTEGIDAS POR SAFE CREATIVE, NO AL PLAGIO!

MIS DEMAS FIC'S:

"MELODY OF LOVE" (one shot)

"SAFE AND SOUND" (one shot)

"SÓLO 24 HORAS MÁS" (fic corto)

"PASIÓN INSACIABLE" (fic corto)

"UNA NAVIDAD EN EL CASTILLO VULTURI" (one shot)

"OSCURA TENTACIÓN" (Fic largo)

Mi facebook: Daymelis Ramos

Perfil Fanfiction:Day M. Odair

 

Sin más las dejo con esta hermosa historia, espero que les guste.

*Day_Swan*

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Capítulo 37: "Corazón de las Tinieblas"

"Corazón de las tinieblas".

Capítulo treinta y cuatro.

Algunos meses después…

Alec POV.

Desde aquella noche, cuando irrumpimos en el parque, el aroma de Samira se encontraba cerca. Yo la había perseguido diferentes veces, pero sólo Demetri había logrado encontrarse con ella, sólo para que esta le dijera que sólo se encontraba cazando en ese sitio sin saber que nosotros estábamos ahí. Me encontraba en la sala de la casa de Day, esperándola pues la fiesta de navidad del instituto era esta noche. No entendía cómo rayos los profesores eran capaz de celebrar tanto, cuando todo el año le hacían miserable la vida a sus estudiantes.     Era completamente absurdo.

Day se había recuperado completamente del shock que había sido estar secuestrada por Michelle y Thomas por casi dos días. Pero sin embargo aún seguía preguntando las razones por las cuales Thomas se había dirigido a ella como si la conociese desde hace mucho tiempo antes. Yo simplemente no podría decirle, no podría porque ella podría conmocionarse o no creer en nada de lo que le diga, era mucho mejor que ella recordase por sí misma. Pero si ella no recordaba, yo sustituiría todo lo que vivimos antes, con nuevos y muy agradables recuerdos.

El taconeo de unos zapatos altos sonó por las escaleras, mientras que la figura esbelta de mi chica se hacía ver ante mis ojos deslumbrándome una vez más por tanta belleza. Ella usaba unos pantalones ajustados con una blusa negra muy escarchada. Su cabello lo llevaba recogido en una coleta alta, que mostraba unos pocos risos a los lados de su rostro. Ella era hermosa y angelical.

—Estás malditamente sexy —le dije sin poder evitarlo. Ella se ruborizó y soltó una risita coqueta, mientras me alcanzaba y besaba mi mejilla, pues sus hermanos estaban cerca.

Jane se encontraba con Gabriel tomada de la mano.

Ellos estaban… juntos.

Todavía no lograba acostumbrarme a esa idea.

—Gracias, te encuentras muy guapo. —Me guiñó un ojo seductoramente.

Yo no le dije nada, pues muy pocas veces hablábamos sobre nosotros en público.

La conduje hasta el auto, y cuando nos encontrábamos solos, decidí hablarle.

—Tendrás vacaciones hasta tres semanas, ¿verdad? —le pregunté tranquilamente.

Ella se removió en su asiento, para mirarme fijamente.

— ¿Por qué? —Alzó una ceja con picardía.

—Tengo derecho a saberlo. —Mantuve mí vista fija en el camino mientras manejaba—. ¿O acaso te escaparás?

Se mordió el labio y suspiró.

—Algo así —murmuró, su voz en un hilo.

Frené tan fuerte que ella se impulsó hasta adelante, su cinturón apretando su pecho.

— ¡Qué rayos Alec! ¿Estás loco? —exclamó asustada.

— ¿Qué rayos dices? —pregunté mirándola—. ¿Te vas? ¿Con quién? ¿A dónde? —La urgencia en mi voz suavizó sus facciones.

—Alec, sólo estaba bromeando. —Estaba apenada, su voz tan baja.

—No juegues conmigo —le reprendí con voz severa. Pero en realidad estaba aliviado de que se tratara de una broma, la idea de que ella se marchara de vacaciones sin mi me lastimaba demasiado.

—Lo siento amor. La verdad es que no tengo planeado nada, ¿tú sí?

Le sonreí pícaramente.

—Ya lo verás.

— ¡Ah, no! Tú debes decirme —Me señaló con su dedo índice.

—Tú te lo buscaste, mi amor. —Le guiñé un ojo y puse el auto en marcha.

Ni siquiera sus pucheros lograron que yo le dijera lo que tenía en mente.

.

.

.

Narrador POV.

Aquella noche prometía para Samira. Había decidido hacerse la inocente mientras que planeaba estratégicamente cómo acabar con la relación que mantenía Alec con Day. Y también, mantener alejada a las dos videntes para que no supieran ni se enteraran lo que ella estaba tramando con Rudel, quién le servía como una venda, que tapaba los ojos de Alice. Alexandra no era un problema, pues desde hace tiempo, al haber muerto Thomas, había decidido no mirar el futuro, aquello había sido como una especie de descanso para ella, pensando que ya no habría más problemas ni inconvenientes con ninguno de ellos. Lástima que estaba equivocada.

—Estoy cansado de tu mierda —le dijo Rudel con vos cansada, mientras se comía una cuenca de palomitas, mirando distraídamente la televisión.

— ¿De qué hablas? —contestó la voz de Samira, quien estaba asqueada por lo que Rudel ingería.

—Simplemente la fueras matado… ¡y ya está, asunto resuelto!

Samira rodo los ojos, Rudel era verdaderamente un pendejo.

—Eres estúpido. Definitivamente lo eres. Si la mato, Alec no la va a superar, pero si ella lo deja y lo odia, todo resultará mejor para mí, pues a Alec no le quedará más remedio que dejarla en paz. —Sonrió a imaginar la escena.

—Bla bla bla… —Rudel masticaba y murmuraba aburrido—. Esto es pura mierda, ya estoy cansado de esperar, podría haber matado a ese maldito de una buena vez, pero tú no me dejas… espera, ¿y por qué yo debo obedecerte? El hijo de Aro era yo…

—Esto sí que es mierda. —Alzó un poco la voz Samira—. Eres sólo un mocoso, ni siquiera eres un vampiro sino una cosa rara… te aplastaría como a una cucaracha si lo hicieras.

Rudel gruñó y lanzó la cuenca de las palomitas contra la pared, causando que esta se rompiera en pedazos y cayera al suelo.

—Ya veremos si tus planes funcionan después de todo —exclamó el híbrido, enojado—. Todo está más que listo, porque a mí me dio la perra gana de ayudarte. Pero escucha algo, Alec no va a aceptarte, así que yo me largo. Esto es todo.

Samira se echó a reír como si le fuesen dicho el mejor de los chistes.

—Eres un pendejo. Peor está bien, lárgate. —Le hizo una seña con la mano para que se fuera—. Ya no me harás falta después de esta noche.

Lo último que se escuchó por parte de Rudel fue la puerta cerrarse de forma dura y unos minutos después, la puerta calló sobre el piso.

La había roto.

—Hijo de… —maldijo la pelirroja.

.

.

.

Alec y Daymelis bajaron del auto bromeando entre ellos. Su relación se había vuelto aún más estrecha con el paso del tiempo, y las sombras del pasado poco a poco iban desapareciendo, al igual que Astor, que no había llamado más y se había alejado lo más posible de Daymelis para dejarla ser feliz con Alec. Eso era lo correcto, así debía ser. Daymelis se había sentido un poco mal por ese hecho, peor había tratado no trasmitírselo a Alec, pues sus sentimientos estaban más claros que nunca y sabía que aunque lo de Astor y ella no había funcionado, tampoco podrían ser amigos porque eso a Alec realmente le incomodaría, no sólo por el hecho de ser celoso, sino también porque  a cualquiera le molestaría.

Incluso a sus hermanos Dennis y Gabriel que odiaban a muerte a Astor.

Pronto entran a la fiesta cada quien con su pareja. Como siempre todas las miradas se fijan en ellos, por la belleza sobrenatural que hay en las tres parejas, y por la intimidante actitud de los gemelos Jane y Alec.

—No entiendo cómo pueden escuchar esa clase de música —masculló Alec, con su voz severa—. No permitiré que ninguna de ustedes baile esa mierda.

Daymelis alzó una de sus cejas de forma incrédula por el comentario de Alec. Se detuvo cerca de su oído y decidió susurrar:

— ¿Y si bailara contigo?

—Ni siquiera lo pienses —respondió cabreado—. No dudo que tus movimientos sean demasiado sensuales... pero prefiero averiguarlo en otra... eh... situación.

Daymelis se sonrojó violentamente y le proporcionó un codazo tímido a su novio.

—Mucho cuidado con lo que deseas, Alec —musitó ella.

—Lo que tú digas.

Todos se acomodaron en una de las mesas más apartadas del bullicio de los adolescentes ya ebrios que bailaban música "poca civilizada" (como la calificaba Alec). Las miradas de varios se posaban en el pequeño pero muy llamativo grupo, que constaba por Jane, Gabriel, Melissa y Dennis y por supuesto, Day y Alec. Todos los ojos se posaban en las manos unidas de Gabriel y Jane, pues su noviazgo era el más reciente. Resultaba extremadamente raro que ellos dos estuvieran juntos, pero era aceptable al ver que ambos se querían de verdad. La relación entre Day y su ahora cuñada doble Jane no había mejorado mucho, sin embargo los insultos habían desaparecido, siendo reemplazados por asentimientos de cabeza (más o menos amigables) y saludos y despedidas cortas, acompañado por monosílabos. Jane se consolaba con saber que muy dentro de esta dura y salvaje chica se encontraba la dulce e inocente Melissa que había conocido hace mucho tiempo antes, solamente con eso se conformaba. Muy pronto cuando ambas se tuviesen confianza de nuevo Day dejará ver su antiguo yo que a tantas personas le agradaba.

—Oye —llamó Alec y Day, causando que esta le dedicara su atención—. No quiero sonar como un mandón pero...

—Alec —se rió Jane interrumpiéndolo—, eres un mandón. Eso todo mundo lo sabe.

Por primera vez Day y Jane compartieron risas.

—No bebas mucho. —Terminó su frase Alec.

— ¿Por qué no bebes un poco? —preguntó Day ofreciéndole un poco de su trago.

—No causa nada en mí.

—Pero finges. —Le guiñó un ojo juguetonamente—. Los humanos suelen ser curiosos y habladores de... en fin, si no te ven beber Dios sabe qué cosa inventarán.

—Quieres embriagarme —bromeó Alec tomando el vaso y bebiéndose de un trago el contenido, que obviamente no se supo a nada.

—No entiendo como los profesores aceptan este tipo de bebidas. Antes era distinto... antes... —Jane se quejaba, pero Gabriel la calló con un acalorado beso.

— ¡Hablas como anciana! —exclamó el chico levantándose de la mesa—. Vamos a bailar, mi trasero no se quedará en esa silla toda la noche.

Se llevó a su novia a la pista de baile, donde colocaban canciones de los años 80. Al principio Jane se notaba tensa, pero seguirle el paso a Gabriel no era tan difícil, pues él era jodidamente bueno en el baile.

—Todos te miran como si fueras un bicho raro —gritó Jane por sobre el sonido de la música.

—Es porque estoy contigo, que eres rara también y además muy caliente. —Gabriel tomó a su chica por la cintura acercándola a su cuerpo—. Y eres mía.

—Las chicas también te están mirando. —Jane arrugó su nariz mostrando su disgusto.

Gabriel se encogió de hombros.

—Me da igual.

—Me alegra saberlo.

— ¿Qué tal si dentro de unas horas... no se... nos escapamos? —interrogó Gabriel de forma traviesa—. Tengo planes en mente.

Jane abrió sus ojos como platos.

— ¿Planes?

—Aja.

— ¿Qué clase de planes?

—Tengo una cosa que decirte.

Jane consideró la posibilidad de que Gabriel estaba ebrio.

— ¿Está borracho?

Gabriel soltó una carcajada, todavía bailando con ella.

—No, maldita sea, no. Estoy feliz Jane. —Le dedicó una dulce mirada—. Creo que ahora son dos cosas las que tengo que decirte.

— ¿Me las dirás aquí?

Gabriel tomó a Jane entre sus brazos y la sostuvo firmemente. Ella colocó sus brazos sobre su cuello.

—Abril.

— ¿Abril? —preguntó confundida—, ¿qué pasa con abril?

—Seré exactamente como tú —le respondió sorprendiéndola—, y luego tú te casarás conmigo.

Jane le miró conmocionada. Todos sus sentidos paralizados por lo que había acabado de escuchar.

— ¿Estás seguro?

—Siempre lo he estado.

— ¡Larguémonos de aquí! —gritó Jane mostrando toda la felicidad que brotaba de lo más profundo de su alma.

.

.

Melissa y Alec curiosamente habían escuchado la plática entre Gab y Jane. Era completamente extraordinario que para ellos las cosas fueran más complicadas con sus respectivas parejas. Alec tenía otros planes antes de que Day decidiera convertirse por su propia voluntad. Melissa pensaba que Dennis también tuviese otros planes.

La verdad, para él todo estaba demasiado claro.

Dennis quería estar con ella, se convertiría, pero no sabía en qué momento era preciso hacerlo.

Tal vez los tres hermanos deberían convertirse al mismo tiempo.

Pero era demasiado con tres neófitos juntos.

Sin embargo también sería difícil con dos... o con uno.

—Gabriel se va a convertir en abril —dijo Dennis sin apartar la mirada de la mesa. Alec, Day y Melissa escuchaban atentamente.

— ¿Qué? —La sorpresa en Day era notable—. ¿Cómo lo sabes?

—Porque él me lo contó hace días. Y decidimos esto juntos.

Day lo miró con perplejidad.

— ¿Los dos en abril? ¿Y la Universidad? —Volvió a preguntar.

—Irás sin nosotros, pequeña. Por un tiempo debes estar alejada de nosotros.

Melissa se removió inquieta.

—También debo alejarme, Den.

—Lo sé, nena.

Day respiraba más rápido de lo acostumbrado.

— ¡Pero yo puedo convertirme también! —exclamó la chica frustrada. Era injusto que ellos hubieran decidido juntos excluyéndola a ella.

—Acordamos que hablaríamos de eso más adelante. —Recordó Alec frunciendo el ceño.

— ¡Pero ellos son mis hermanos! —Suspiró tratando de encontrar tranquilidad—. Yo. Tengo. Derecho. A. Elegir.

—Oh nena, vamos. Cálmate —Alec acarició su mano, llevándola a la pista de baile para distraerla.

Melissa y Dennis se miraron fijamente entre ellos.

—Te dije que sería difícil —murmuró Melissa bajo su aliento.

Dennis sabia que aquella decisión era acertada. Day necesitaba mucho más tiempo del que ellos para pensar en lo que quería para su futuro. Necesitaba vivir y no privarse de nada, ella había soñado con ir a la Universidad y sus hermanos saben cuán importante es eso para ella. Tres neófitos no era una buena idea. Dos hacia la diferencia, además que con las extrañas habilidades que Day poseía la convertía en alguien peligroso, aún siendo humana.

—Pero es lo correcto —contestó Dennis tomando la barbilla de su chica.

—Te prometo que serás fuerte, tú vas a lograrlo. —Le aseguró Melissa y luego su novio acercó sus labios a los de ella.

Daymelis POV.

Tenía la cabeza hecha un lío. Mis dos hermanos iban a convertirse en vampiros en pocos meses y no me lo habían comunicado hasta ahora, cuando la decisión era irreversible. Ni siquiera se habían tomado la molestia de incluirme, yo estoy con Alec, se supone que estaremos juntos por siempre, lo que significaba que yo tenía que ser como él, como en lo que ellos se convertirían por sus respectivas parejas. Pero no, ellos querían que yo tuviese tiempo, ¿por qué?, ¿por qué no se tomaban ese tiempo ellos también?, ¿por qué solo yo?, no lo entendía, no cabía en mi cabeza nada, ninguna explicación sería suficiente, no podría comprenderlo.

Alec me sostuvo en sus brazos, mientras las canciones de los 80 todavía sonaban en la pista de baile. Chicos de mi edad se movían de un lado a otro, gritando y moviendo los brazos hacia arriba. Alec estaba tenso, estaba claro que sólo se había levantado para distraerme y no para bailar. Afortunadamente la música cambió a una balada lenta, y una sonrisa se dibujó en los labios de Alec, tomándome por la cintura con más fuerza y acercándose a mi cuerpo. “Broken Heart” de Lifehouse sonaba a todo volumen en la pista de baile, causando que varias parejas se acercaran a bailar el tema romántico.

—No quiero que estés enojada esta noche —dijo Alec cerca de mi oído—. No quiero que estés enojada nunca.

—Vamos Alec, admite que tengo parte de la razón.

Alec negó con la cabeza.

—Es algo entre tus hermanos y tú —me respondió simplemente.

Me encogí de hombros.

—Uh, pues estaré enojada toda la vida.

—Pareces niña mimada. —Se burló de mí en mi cara—. Ven aquí.

Coloqué mi cabeza en su hombro mientras nos balanceábamos al ritmo de la música. Aunque estaba muchísimo más concentrada en su perfume, y en el hecho de estar tan cerca de él, porque su cuerpo era como un imán para mí, y yo siempre quería estar así, en contacto con su piel.

— ¿Alec? —lo llamé en un susurro, sintiendo un nudo en la garganta repentino.

— ¿Qué sucede?

— ¿Por qué siento que hay algo mal? —pregunté preocupada—. Siento que hay algo mal.

Alec me miró a los ojos, su mirada preocupada.

— ¿Estás bien?

—Es sólo que… tengo un presentimiento extraño. —Lo miré fijamente después de unos momentos—. Alec. Mis hermanos serán convertidos. Y yo he dejado de envejecer desde los dieciocho, ¿qué pasará cuando cumpla los diecinueve…?

Alec me interrumpió. — ¿A qué te refieres?

—Alec, ¿de verdad no has considerado la posibilidad de que al pasar por los dieciocho años, yo muera de todas formas? —inquirí causando que él me mirara con horror. Yo había pensado mucho en eso, pero trataba de no demostrarlo; en embargo con la plática con mis hermanos y su decisión de convertirse, esa idea había llegado a mí. Quizás convertirme en vampiresa era de vida o muerte.

Alec tomó mi rostro entre sus manos.

—Tú. Vas. A. Estar. A. salvo. —dijo cada palabra recalcada, su mirada fija y segura—. No va a pasar nada.

Me abrazó después de eso, y yo me limité en asentir.

Pero sabía que algo andaba o andaría mal.

— ¡Oh aquí estás! —Escuché que alguien dijo e mi espalda—. ¿Puedo hablar contigo, Day?

Se encontraba una chica muy pequeña con algunas pecas en su rostro. Sus ojos eran café y su cabello casi rojizo o naranja, no logré distinguirlo pues la iluminación de la fiesta me dificultaba la visión. Esa era Mónica una chica nueva que era mi compañera de puesto en una de mis clases, yo asentí con la cabeza y le indiqué a Alec que me esperase en la barra. Luego de Darme un beso en la mejilla, Alec se retiró. Nosotras salimos hacia un lugar más privado.

— ¿Qué pasa Mónica? —le inquirí.

— ¿Recuerdas la vez que fuiste a mi casa a estudiar? —me preguntó Mónica de vuelta. Yo asentí con la cabeza—. Pues has dejado tus apuntes en casa, y no pude traerlos hoy porque se me ha olvidado. —Ella frunció el ceño.

— ¡Oh rayos, sí! —exclamé recordando—. Tenemos que entregar el proyecto de las computadoras en tres semanas y en ese cuaderno está casi todo!

Mónica asintió con la cabeza.

—Y creo que me iré de viaje en dos días —explicó Mónica.

—Yo también —le dije yo—, creo que deberíamos buscar eso ahora.

— ¿Ahora o después de la fiesta? —ella me preguntó un tanto cohibida.

—Ahora.

Mónica fue en busca de su bolso y de las llaves de su auto. Yo les indiqué  a mis hermanos que me ausentaría por unos veinte minutos de la fiesta. La parte terrible fue decirle a Alec, ya que su reacción se tornó realmente exagerada.

—¡¿Qué tú qué?! —exclamó dejando su bebida a un lado—. ¿Por qué no puedo ir contigo?

Yo le tomé el rostro entre mis manos y sonreí.

—Sólo son veinte minutos y volveré con Mónica en su auto, iremos  a buscar unos apuntes, ¡eso es todo! —le respondí tranquilizadoramente.

Alec frunció el ceño y vi la preocupación en sus ojos, recordé entonces el indescriptible presentimiento que se expandía en mi corazón, pero obviamente no iba a ocurrir nada. Él mismo me lo había asegurado.

—Yo puedo llevarlas —dijo llevándome fuera.

Mónica se encontraba esperándome en su auto ya encendido. Le indiqué con la mano que esperara mientras yo hablaba con mi novio.

—No te preocupes amor —le tranquilicé nuevamente—. Esto será rápido.

Le di un beso en los labios y salí disparada al auto de Moni, sin permitir que Alec me contradijera nuevamente pues era absurdo que estuviese todo el tiempo junto a mí como si yo fuese muy estúpida para meterme en problemas en su ausencia.

Mónica manejó hasta su casa cuidadosamente. La carretera estaba demasiado sola y las neblinas podían distinguirse por el aire, había demasiado frío y me arrepentí de no haberme traído mi abrigo. Mi compañera de asiento se estacionó fuera de su casa, yo abrí la puerta y entré detrás de ella, esperé en la sala a que ella bajase con mis apuntes, cuando lo hizo, salimos rápidamente para de nuevo entrar al auto temblando e pies a cabeza a causa del frío.

—Supongo que en cuanto volvamos de nuestras vacaciones no comunicaremos —le dije sonriente. Moni asintió y puso el auto en marcha para dirigirnos nuevamente a la fiesta del instituto.

—Así será —afirma dirigiéndome una gran sonrisa—. En cuanto vuelva te llamaré, ¿vale?

Asentí con la cabeza en aprobación.

—Haré lo mismo… además tenemos muchas cosas que hac… —Me congelé en medio de mi frase, con los ojos muy abiertos en la carretera. Un escalofrío se apoderó de mi columna, y de todo mi ser. El miedo era palpable y mis ojos estaban extremadamente abiertos, casi desorbitándose. Quise gritar, decirle algo a Mónica, pero no lo logré, un nudo se apoderó de mi garganta, impidiéndome así hablar o gritarle a la pequeña y frágil chica que conducía en ese entonces. Muchas cosas pasaron a la vez ya hora no sé cómo explicar o enfocarme en alguna de ellas pues realmente todas son importantes. Primero por mi mente pasó la preocupación de Alec hacia mí; seguidamente, el hechizo que se mostraba en aquel maldito libro donde decía que yo a los dieciocho años… ¿moriría? Si iba a morir en ese momento, no quería hacerlo. Por mi mente pasaron los planes futuros que jamás iban a realizarse; pues era imposible, realmente imposible que yo saliese intacta de esta.

Un auto de interpuso en nuestro camino, no tengo la más mínima seguridad de dónde había salido, sólo apareció allí, y un segundo después se impactó contra el auto de nosotras. Yo no grité, ella sí. Mónica gritó audiblemente y se tapó la cara cuando el carro se estrellaba contra nosotros y cuando una figura se interponía entre la parte donde yo me encontraba y la camioneta.

Pero la figura que ahora distinguía y pertenecía a la de Alec no fue suficiente para que mi cuerpo se lastimara a causa del impacto. Sentí un fuerte dolor en mi cabeza y otro en mi cadera, el olor a sangre me mareó por completo y los sollozos de Mónica me lastimaron el alma. Apenas era capaz de respirar, por ende caí en la inconsciencia escapando del terrible suceso que había llegado a mi vida esa noche.

—…vamos ángel… despierta. —Sentí que unos labios fríos se posicionaron en los míos y me ofrecieron aire una vez más. Yo tosí audiblemente y abrí los ojos. Alec se encontraba frente a mí, sosteniéndome pero sus ojos estaban completamente oscuros y su rostro mostraba una mueca de dolor.

— ¿Te lastimaste? —le pregunté buscando alguna fractura en su cuerpo.

¡Él se había interpuesto entre el auto y el otro auto!

—No —respondió con un hilo de voz.

— ¿Qué pasa? —pregunté nuevamente, entrando en pánico.

—Tú… estás… estás sangrando… —El dolor que se sentía en cada una de sus palabras me hizo despertar. Alec ansiaba de mi sangre, Alec no había cazado esa noche, Alec podría…

¡No por supuesto que no!

—Vete, yo llamaré a la ambulancia. —Miré hacia donde se encontraba Mónica, sus gemidos me alientan, ella sigue viva.

Pero el rostro de Alec es una máscara distinta, una transformación, casi una abominación.

Sus filosos colmillos se muestran, yo abrí los ojos como platos al sentir el miedo inminente en mi ser. Ese no era Alec, no, no era Alec.

—Dios Alec no…

— ¡No puedo! —gritó él desesperado, respirando frenéticamente.

Él aspiró el aroma de mi sangre. Yo miré mi cuerpo empapado por la herida de mi pierna y cabeza. Me estremecí por completo, mi final estaba cerca, el amor de mi vida iba a matarme…

— ¡Alec! —grité su nombre en forma de súplica. Sus ojos negros me miraron con pánico, aún respirando frenéticamente yo supe que él estaba utilizando toda su fuerza para no dañarme.

Pero Mónica no contó con la misma suerte.

No supe en qué momento Alec llegó hasta Mónica, peor la escena se reprodujo frente a mis ojos cual película de terror en 3D. Ella estaba muy golpeada, ensangrentada pero estaba viva y despierta. Sus ojos me observaron primero a mí, luego a Alec y como era obvio comenzó a grita con pánico. Yo no supe que hacer, sabía cuál era la intención de Alec, lo sabía, lo sabía, lo sabía. ¡Era obvio!

“Nunca te haré daño ángel”

“Preferiría hacer cualquier locura que acabar contiguo”

“Amo el aroma de tu sangre, pero amo más el aroma de tu vida”

“No puedo imaginar mi existencia sin ti”

La voz de Alec sonó en mi mente, causando que las lágrimas rodaran por mis mejillas como una cascada de dolor y miedo; Alec tomó a la débil Mónica por el cuello, la alzó un poco y se acercó a ella como un monstruo cediendo de aquel liquido caliente llamado sangre.

Mi pulso se debilitó al ver cómo los colmillos puntiagudos de Alec se incrustaron en el cuello de Mónica y en un rápido y extraño movimiento él chupó de su vida y se la fue llevando poco a poco.

Los gritos de Mónica… mis gritos… el auto… Alec… el frío… el dolor… el miedo… Nada se esto se puede comparar al hecho de que yo estuviese viendo cómo mi novio acabó con la vida de un ser humano y se sació de su sed a costa de una muerte.

Y ahí es donde me di cuenta que eso es lo que hace un vampiro. Y que Alec ha hecho eso toda su existencia.

— ¡Oh… por Dios… Alec… no! —Mis sollozos no lo detuvieron y en medio del pánico eché a correr hacia donde sea. Mis heridas ardían pero aquello no impidió que huyera de aquella escena tan horrible.

Mi mente era un caos.

El viento era frío.

El dolor intenso.

La soledad notable.

La pérdida indescriptible.

El corazón roto.

Mi corazón destrozado, el de Alec era como una roca.

El corazón de Alec no era capaz de sentir, descubrí esa noche, el corazón de Alec no palpitaba, el corazón de aquel vampiro era de hierro o de vidrio.

Un corazón oscuro.

Un corazón incapaz de ser sensible.

El corazón de Alec es un corazón de las tinieblas, que sólo se alimenta de la luz de otros y luego se apaga nuevamente, como apagó la vida de Mónica en sólo unos segundos.

Aquella noche deduje que, aunque yo lo amase con todas mis fuerzas, su naturaleza era esa, y yo me había enamorado de un monstruo despiadado portador de aquel corazón de las tinieblas que tanto desee cuidar alguna vez…

Capítulo 36: "Tú, mi amor por siempre" Capítulo 38: "Russian Roulette"

 
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