Amar Después de Morir

Autor: Day_Swan
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 17/08/2012
Fecha Actualización: 04/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 11
Comentarios: 86
Visitas: 65229
Capítulos: 41

“Amar Después de Morir”

Secuela de: “El Ángel de Alec Vulturi."

Sinopsis.

Después de la muerte de Melissa, Alec vuelve a ser el mismo de antes, frio, calculador y distante, con solo una palabra grabada en su mente: Venganza, luego de efectuarla pensaba morir, ya no sentía la necesidad de vivir sin su único amor. Por otra parte Aarón tampoco ha superado la muerte de la joven, pero todo cambiara cuando Alex sueñe el futuro, al igual que Alice, ambas vieron a una humana, una humana que cambiará la vida de todos; de nuevo. ¿Quién será ella?

Nada en esta vida es imposible, lo incierto puede que sea cierto, el amor es dolor, pero también alegría; una segunda vida, una segunda oportunidad, personalidades distintas, un mismo rostro, ¿una misma alma?, un amor, una promesa, amar después de morir…

Ella, una joven que oculta su verdadera personalidad y finge ser rebelde y caprichosa…

Él, un vampiro dolido por la pérdida del amor de su vida…

 


TRAILER DEL FIC: http://www.youtube.com/watch?v=Of0dvtHqjHM&feature=youtu.be

Algunos de los personajes pertenecen a Meyer, la historia es de mi completa autría basada en las ideas de dicha autora, los personajes nuevos son de mi imaginacion.

Espero les agrade la segunda parte de "El Ángel de Alec Vulturi"

POR FAVOR NO PUBLICAR SIN AUTORIZACION, TODAS MIS HISTORIAS ESTAN PROTEGIDAS POR SAFE CREATIVE, NO AL PLAGIO!

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Mi facebook: Daymelis Ramos

Perfil Fanfiction:Day M. Odair

 

Sin más las dejo con esta hermosa historia, espero que les guste.

*Day_Swan*

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Capítulo 36: "Tú, mi amor por siempre"

“Tú, mi amor por siempre”

Capítulo treinta y tres.

 En la noche, Dennis, Gabriel y Daymelis se quedaron solos en casa, pues los vampiros irían de caza toda la noche. Cuando Daymelis y Melissa llegaron del centro comercial ya todos se habían ido. Neil no había podido quedarse por órdenes de su padre, pues Jason aún la cuidaba como si fuese una pequeña niña. Daymelis se fue directamente al baño a ducharse para hacer los deberes de la escuela que eran para el día siguiente. Sus hermanos estaban en el salón jugando Play entretenidamente, pero cuando vieron que su hermana subió hasta su habitación sin saludarlos como acostumbrara ellos la siguieron hasta su cuarto para preguntar qué había ocurrido.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó Gabriel.

Daymelis estaba quitándose el uniforme del instituto, por lo cual se tapó con lo primero que encontró con rapidez.

Dennis puso los ojos en blanco.

—No seas ridícula.

—Tú no me dejarías verte desnudo, no es que quiera verte, es que sé que te daría vergüenza. —Ella dijo con voz monótona.

— ¿Estás bien? Pareces preocupada.

Los miró con el ceño fruncido a ambos, posteriormente se lanzó en la cama y suspiró pesadamente. Los hermanos se miraron entre sí, esperando que la chica respondiera.

—Thomas Salvatore me está jodiendo aún estando muerto —dijo en un susurro—. Todos piensan que ya puedo estar así, pero no es posible, no con todas las dudas que tengo en mi mente.

—Ese maldito infeliz tiene que estar pudriéndose en el infierno —gruñó Gabriel con sus puños apretados con rabia.

Dennis asintió en acuerdo con su hermano.

— ¿Qué dudas tienes, enana? —preguntó su hermano Dennis demostrando preocupación—. Puedes contarnos, vamos —le animó con una sonrisa.

Daymelis volvió a suspirar.

—Esto es demasiado extraño, pero Thomas hablaba conmigo como si no fuera la primera vez que nos fuéramos encontrado, ¿entienden? —Ambos chicos asintieron contrariados, pero atentos—. Y luego hay una frase que no sale de mi mente. —Decidió citar a Thomas—. “Eres muy hermosa… una lástima que Alec sólo te quiera porque eres igual a ella, eres sólo una copia barata para él…”

Daymelis sintió ganas de llorar.

—No lo entiendo, esto no lo dice alguien que quiere confundirte, parece como si… —La voz de Gabriel se desvaneció.

— ¿Crees que pudo haberte confundido con otra persona? —preguntó Dennis meditabundo.

—El problema está en que todos aseguran que no es así, Melissa me dijo que no prestara atención —dijo Day lentamente.

—Pues si ella dijo eso, ¿por qué preocuparnos? —preguntó Dennis un poco más calmado, él confiaba en Mel, al igual que Day.

—Es muy extraño, pero sea lo que sea, Thomas ya está muerto. —Gabriel sonrió y le palmeó el hombro a su hermana—. Relájate y prepárate para estudiar.

Lo miré con desdén.

—Oh sí, y ustedes mientras juegan Play, ¡eso no es justo! —exclamó la chica berrinchuda.

—Pues juegas con nosotros. —Dennis le guiñó un ojo juguetonamente a su hermana y ambos chicos salieron de la habitación, dejando a la chica muchísimo más animada. Sus hermanos eran un tesoro para ella, sin ellos simplemente sería nada.

.

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Al día siguiente, muy temprano en la mañana, Gabriel se asomó a su ventana, esperando que ella legara pronto, pues estaba ansioso de recibirla y sostenerla en sus brazos. El chico miró fijamente la calle, mientras que los recuerdos invadían su mente de la pasada fiesta de Hallowen en la que el sueño más esperado se hizo realidad.

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Las piernas de Jane podían distraer a cualquiera. Ella era hermosa, para Gabriel, ella era la más hermosa. Ella al llegar lo había mirado directamente a los ojos, para ella eso era extraño, pues la única vez que miraba tan fijamente solo se trataba de usar su don, pero con Gabriel era distinto, con Gabriel su mirada traspasaba su alma, de una forma impresionante.

Ella era impresionante.

Cuando cada quien estuvo acompañado por su pareja Gabriel se comenzó a sentir incómodo, pues lo habían dejado solo con Alexandra, y para ser sinceros ella no era una mala compañía, al contrario de eso, ella era hermosa e inteligente, y Jane lo sabía, por ello prácticamente los asesinaba a ambos con la mirada en la distancia.

Jane estaba que echaba chispas.

Alexandra y Gabriel intercambiaron algunas palabras, posteriormente, Alexandra se perdió entre la gente, para que después Gabriel dedicara su total atención exclusiva a Jane, quien sólo se había limitado en observar a la nada. Gabriel frunció el ceño al notar aquello; Jane se veía demasiado frágil en ese momento, como si sus pensamientos fueran realmente deprimentes.

Gabriel se levantó en un ataque de valentía de su puesto y caminó directamente a la ubicación de Jane. Esta se percató de su acercamiento e intento ocultar una sonrisa; pero era inútil, pues Gabriel ya había visto la sonrisa ladeada que ella había mostrado.

—Hola.

Su voz sonó temblorosa, lo cual causó otra sonrisa por parte de Jane. Ella cruzó sus piernas, señalando con la barbilla el asiento vacío frente a ella. Gabriel se sentó.

—Hola. —Esta vez quien sonrió fue Gabriel—. Te ves muy... uh... bien...

Jane lo traspasó con la mirada.

— ¿Bien qué? —preguntó con su ceja perfectamente delineada alzada. Sus ojos brillando con picardía.

Gabriel tuvo que suspirar varias veces para calmar el hormigueo que apareció en su estómago. Jane está de humor hoy, pensó.

Regularmente ellos peleaban por las diferencias de sus respectivos hermanos. Jane no soportaba a Day y a Gabriel le ocurría lo mismo con Alec. Extrañamente estos dos se habían emparejado y a partir de allí las peleas entre Day y Alec y por consiguiente, Jane y Gabriel habían sido prácticamente nulas.

Pero Jane jugaba con él, Gabriel lo sabía, cada que le daba la gana coqueteaba o le mandaba al diablo.

Ella lo confundía...

—Hermosa Jane, te ves realmente hermosa y caliente. —Su voz suave y provocativa, lo siguiente para Jane sonó sexy—: ¿Es eso lo que querías escuchar?

—De hecho, hubiera preferido que me besaras...

Mierda...

Gabriel se encontraba realmente duro.

¿Cómo podía ese angelical rostro ocultar el demonio?

Ella era eso y mucho más. Y lo peor de eso es que su carácter, su sonrisa maliciosa, sus ojos rojos, su frialdad, su egocentrismo, le atraía, le calentaba, le excitaba. Sabía que se veía realmente sucio y pervertido pensar de esa forma, pero era así. Él siempre había sido respetuoso y tímido, pero Jane sacaba ese animal que llevaba dentro.

Gabriel se levantó de la mesa bruscamente, no sin antes alzar la vista y observar a Jane de una manera única. Posteriormente, se encaminó por la pista de baile, hasta pasar por todo el gentío y llegar a un pasillo que se encontraba solitario. Jane lo siguió en todo el camino.

Los dos se miraron, y Gabriel fue quien atacó.

La tomó por el cuello, dejando su mano izquierda en este y la derecha tomó su cadera, acercándola más a su cuerpo. El beso fue extremadamente salvaje, al segundo que sus labios se encontraron ya sus lenguas estaban jugando entre ellas. Jane enganchó su pierna alrededor de la cintura de Gabriel, y este, en un movimiento ágil, la recostó en la pared, acariciando con sus manos los hombros de la vampiresa en el proceso.

Jane se sentía cálida por primera vez en mucho tiempo, y sentía que su cuerpo explotaría en llamas en cualquier momento. Jane jaló del cabello de él, mientras que el chico chipaba y lamía su cuello, causando gemidos por parte de la rubia que de forma automática inclinó su pelvis hasta el sexo de Gabriel, haciendo que este Jadeara y la mirara a los ojos inmediatamente.

—Necesito hacerte el amor, Jane.

Ella se mordió el labio.

—Hazlo —susurró ella, escuchando el latir rápido del corazón de su acompañante.

—Aquí no. —Se acercó hasta su oído—. Quiero hacerte mía Jane... —Lamió su oreja y ella gimió—. Sólo quiero saber qué quieres tú. Y juro que si quieres lo mismo, busco un ligar, así sea el mismísimo infierno sólo para hacerte mía...

—Quiero... ser... tuya... —Era la primera vez que la voz de Jane había adquirido un tono de súplica, e incluso sumiso. Sin duda alguna Jane enloquecía a Gabriel, más que cualquier chica. Por eso la amaba, por eso quería todo con ella.

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Gabriel suspiró, y en un abrir y cerrar de ojos, tuvo a Jane en frente suyo, ella le sonrió ampliamente, mostrando su felicidad al verle. Gabriel acostó la distancia entre ellos y besó sus labios con esmero. Jane le abrazó por la cintura, respondiendo el beso entusiasmadamente. Aquello ya era tan natural en ellos, y se sentía tan bien…

—Sabes que podrían estarnos escuchando desde allí abajo, ¿verdad?? —preguntó Jane soltando una risita.

Gabriel asintió con la cabeza, permitiéndose besarle el cuello.

—Lo sé, ¿y qué?

—Pues… no lo sé… yo…

—No tenemos que dar explicaciones, Jane —dijo sin apartar sus labios del cuello de Jane—. Cuando alguien nos pregunte: ¿ustedes están juntos?, responderemos la verdad, que así lo es. Pero, ¿para qué decirles? Hemos perdido mucho tiendo, permitiendo que los problemas de los demás nos afectaran a ambos. —Gabriel la miró a los ojos, serios y oscurecidos—. Ya no más, Jane. No podemos permitir que los problemas de los demás, nos afecten…

—Ya no va a pasar de nuevo. Tienes razón. —Jane rodeó sus brazos alrededor de su cuello—. Te lo prometo.

A veces, prometemos algo sin saber qué razón tendremos en el futuro para romper esa promesa.

.

.

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La biblioteca sólo estaba ocupada por dos chicas: Daymelis y Melissa, las cuales se encontraban muy ensimismadas en su lectura, pues tenían examen final de matemáticas al día siguiente. Daymelis había estado demasiado extraña y Mel lo había notado, por eso decidió preguntarle:

—Es todo, Day. Dime ¿qué te pasa?

Daymelis la miró interrogante.

— ¿A qué te refieres?

—Tú nunca estás callada, y menos cuando un examen final se acerca.

A pesar de que Melissa tenía razón Day sonrió ampliamente, su amiga la conocía muy bien. Ella solía ser muy habladora cuando estaba preocupada por sus estudios. Pero esta vez era distinto, estaba preocupada por algo más, y es que no podía sacarse de la cabeza las palabras de Thomas aún, y eso la molestaba.

—Sólo quería darte un respiro. Escuchas mis parloteos todo el tiempo, imagino que eso cansa. —Le guiñó un ojo y volvió su atención a su libro.

—No seas tonta. Estás frustrada y no es por los exámenes, Day.

Daymelis la miró, frunciendo levemente su ceño.

¿Qué iba a decirle?

La verdad.

—Thomas Salvatore.

Melissa suspiró profundamente, cerrando su cuaderno y dejándolo a un lado. —Sé que es difícil superar esto…

—Nunca voy a olvidar eso, y cómo hablaba… —Negó con la cabeza varias veces—. Todo es demasiado raro, y trato de entender el por qué pero no lo consigo.

Esto cada vez me gusta menos… ocultar esto traerá problemas… pensó Melissa.

—Tal vez todos nos encontramos en la misma situación que tú…

Daymelis entrecerró los ojos por la respuesta de Mel, no había sonado convincente y eso era completamente extraño.

— ¿Y qué me dices de ti? Tú también te ves preocupada.

Sí que estaba preocupada. Por dos cosas, y no sabía cuál de las dos era más grave: estar ocultándole aquello a Day y temer la reacción que tomaría si se enterase de la verdad, y preocuparse por la decisión de Dennis de convertirse en vampiro y ser feliz con ella eternamente.

Prefirió mencionarle a Day la segunda opción.

— ¿Nunca has pensado en lo que pasará después? —preguntó Melissa a Day.

Daymelis no comprendió su pregunta.

— ¿Después de qué?

—Me refiero  Alec y a ti… tú eres humana y él no envejece… ¿qué pasará cuando ya no aparentes la edad de Alec? —Al ver cómo a Day se le iluminaban los ojos a causa de la compresión, Melissa asintió con la cabeza—. Así es, a Dennis y a mí nos pasará lo mismo. Yo no envejezco y él…

—Estoy segura que Dennis decidirá estar contigo para siempre. —Day conocía a su hermano y sabía el amor que le tenía a Mel; en embargo pensar en eso le dolió—. Se va a convertir, por ti.

— ¿Y tú? —interrogó Melissa de vuelta—. ¿Harías lo mismo por Alec?

Esa era la pregunta que había estado ignorando por muchísimo tiempo. ¿Haría lo mismo por Alec? Por supuesto que sí, sin embargo debía admitir que no había pensado en eso antes. No sabía la razón, pero estar con Alec le causaba perder la consciencia, y todo a su alrededor le daba igual…

.

.

.

 

Se levantó de un salto de su cama. Enfundándose una camisa sobre su cabeza para cubrirse. Mierda, pensó mirando la hora. Se había quedado dormido estudiando y el examen es en veinte minutos más. Se lavó los dientes y la cara, tomó su mochila y una sudadera para colocársela por encima de la franela blanca que cargaba puesta. Maldijo por lo bajo a sus hermanos, a Day por haberse quedado en casa de Mel, y a Gabriel por no despertarlo. Dennis había estado demasiado frustrado, por varias cosas a la vez: los exámenes finales, el secuestro de su hermana y... la decisión de su inmortalidad.

De algo estaba completamente seguro: no podía permitirse dejar ir al amor de su vida... o su existencia.

Al llegar a la escuela unos quince minutos después se sintió preocupado, pues no había señales de ninguno de sus compañeros de clases. Tuvo miento de que existiera la posibilidad de que hubieran adelantado la hora del examen ya que eso significaba que perdería el examen final, que era demasiado importante, claro está. Decidió marcar el número de su hermana, la que contestó luego del segundo tono.

— ¿Dónde rayos estás, amor mío? —preguntó la voz engañosamente angelical de su pequeña hermana.

Dennis suspiró aliviado, pues si su hermana había respondido la llamada significaba que no habían entrado a clases todavía.

—Acabo de llegar...

— ¡No me jodas, Den! —exclamó la chica con un gruñido, regañándolo como si fuera su madre—. ¡Imagínate que fueras llegado diez minutos más tarde!

—Lo sé...

— ¡Se te puede quedar matemáticas, imbécil! —Regañó en gritos la muchacha—. Será mejor que traigas tu trasero al aula 20 porque ya llegó el profesor con su cara de póquer...

—Odio a ese maldito hijo de...

Day le interrumpió.

— ¡Más lo vas a odiar si se te queda su materia! —suspiró teatralmente tras decir—. ¡Apúrate Dennis, porque si se te queda matemática robaré y destruiré todos tus jueguitos de Play mientras duermes!

Dennis terminó la llamada, soltando una carcajada por los regaños de su hermana y posteriormente corrió al salón que su hermana le había dicho. La puntualidad era una de las cosas que evaluaban en un examen, y se encontró preocupado por ello. Para nadie era un secreto que a Dennis se le daban bien las matemáticas; pero eso no evitaba su nerviosismo, pues su futuro dependía de ese examen. La Universidad de acercaba, y si se le quedaba matemáticas aquello no sería alcanzable para él. Lo mismo pensaba acerca de su transformación a vampiro. Si se convertía significaba que debía esperar hasta diez años para entrar a la Universidad, eso le abatía. Pero pensaba que su decisión era irreversible.

Tarde o temprano Dennis averiguaría si las decisiones cambiaban cuando pasaba el tiempo...

.

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Daymelis POV.

El examen estuvo prácticamente regalado para mí y eso me relajaba en grandes cantidades. Aunque lo que me incomodaba era la irritante y penetrante mirada de Natalia sobre mi persona, escalofriante. Conocer a Michelle alias puta de Thomas Salvatore hizo que yo me diera cuenta de varias cosas: la primera, La amistad no se encontraba en todos lados, y difícilmente existía una amiga verdadera. No sé el motivo por el cual Michelle me dio esa impresión, pero desde que la vi me recordó a Natalia. La segunda se trataba de lo imbécil que era Thomas y lo estúpida que pudo llegar a ser Michelle por solo recibir migajas de "cariño". Era idiota pensar en que un ser como Thomas tuviese cariño, pues él carecía de ese sentimiento. La tercera y última, Michelle estaba loca por Thomas. Y yo había visto la forma como ella actuaba cuando él estaba presente. Le miraba de una forma extraña, con locura... y esa manera era la misma que Natalia observaba en estos momentos a... Alec.

Lo había comprendido todo. Natalia estaba interesada en Alec. Por eso me había tratado así. Por eso me odiaba, por eso me había insultado, porque se había fijado en mi novio. No me sorprendía, pero si me decepcionaba el hecho de que ahora ella se fuera antojado de Alec. Sencillamente a Natalia le gustaba todo el mundo, siempre y cuando fuera hombre... creo.

Alec se encontraba recargado en su BMW, como siempre esperando por mí a la salida de la escuela. Era irónico que Natalia esperara por él, porque estaba segura que así lo hacía, pues los en los últimos días había notado que ella no se iba hasta que yo me fuera, ¿y con quién me iba yo siempre? Con Alec, por supuesto. Yo le había jurado a la perrita de Natalia que cuando averiguara cuál era su problema conmigo ella y yo hablaríamos. Y como ya no había ninguna duda, eso era lo que haría, pero antes yo tenía que marcar mi territorio. Pues ella no era la única que se comía con la mirada a mi novio, porque mis compañeras y no-compañeras también estaban disfrutando de la vista.

Me acerqué a Alec, quien me sonrió ampliamente y me sostuvo en sus brazos. Yo le besé en los labios apasionadamente, al principio Alec se tensó. Pero luego correspondió mis caricias cayendo rendido ante mis encantos. Oh sí.

—Muy intensa hoy, ¿no? —preguntó con una sonrisa ladina.

—Solo estoy reclamando lo que es mío.

Alec rio musicalmente, causando que muchas nos derritiéramos.

—No ángel. —Negó con la cabeza—. No puedes reclamar algo que ya es tuyo. Te pertenezco desde hace mucho tiempo...

Me sonrojé.

—Mira a tu alrededor, amor. —Alec alzó una ceja. Sus ojos fijos en mí. Hubo algo que le causó gracia—. ¿Qué?

—Cuando tú estás presente mi atención gira en torno a ti.

Me sonrojé de nuevo.

—Vamos, Alec. Hay más de veinte chicas suspirando por cada movimiento que tú haces... no sabes lo que se siente observarlo. Me quieren comer el ganado.

Alec soltó una carcajada.

—Por supuesto que sé lo que se siente. Pero esto es algo superficial. —Acarició mi mejilla con cuidado, aquello me estremeció deliciosamente—. Soy un vampiro y esa es una de las ventajas de serlo, la belleza. La belleza atrae a nuestras victimas. Eso es lo que ocurre con estas chicas aunque sientan miedo de mí se sienten atraídas, ellas se acercan y es ahí donde nosotros atacamos, la mayoría de las veces.

— ¿La mayoría de las veces? —Mis ojos abiertos como dos cuencas.

—Antes yo... disfrutaba más viendo el miedo... me hacía... sentir... vivo. —Alec estaba apenado.

Dios.

—Alec no...

—Pero con tu presencia, me siento vivo todo el tiempo. —Me acercó a su pecho y besó mi frente con cuidado y dulzura.

Las personas frías y calladas guardan sentimientos pulcros y hermosos. Alec era la prueba de ello. Nunca me hubiera detenido a pensar en que Alec ocultara tal sentimiento bajo la careta de un vampiro imbécil.

Por eso no me sorprendía que algunas lo desearan.

—Espérame, cielo, ya regreso. —Alec me miró confundido. Yo le besé en los labios—. Te amo.

— ¿Adónde crees que vas? —Cuando yo me alejé de él me tomó por el codo con delicadeza.

Sonreí y suspiré, por supuesto Alec siempre exigía explicaciones.

—Tengo que hablar con alguien. —Señalé con la barbilla donde se encontraba Natalia. Alec frunció el ceño—. ¿Con Natalia? Pensaba que no se dirigían la palabra.

—Lo sé. Pero esto no puede esperar. —Vi cómo Natalia se disponía a irse, me volví hacia ella—. ¡Ey, contigo quiero hablar! —grité para que me escuchara.

Todos los presentes dedicaron su total atención a mí persona.

Natalia no se inmutó, por eso corrí hasta a ella y la tomé bruscamente del codo para que esta me mirase.

—Te dije que hablaríamos muy pronto —dije, soltándola y cruzándome de brazos. Mi voz relajada y casual.

Ella se azaró inmediatamente.

— ¿Qué quieres?

—No sé que si estás mal de la cabeza o qué rayos te pasa. Pero recuerdo muy bien que me dijiste o me diste a entender que yo era una traidora por interesarme en alguien que a ti te interesaba. Pero ahora descubro que estás interesada en Alec, que dada la casualidad es mi novio, ¿Quién es la doble cara ahora? —Estaba que echaba chispas por el coraje, pero mi voz se mantuvo pausada y con calma.

Pero aquello no evitó que todos acudieran a mí alrededor, burlándose de la escena que le estaba montando a Natalia.

— ¿Doble cara? —preguntó incrédula—. ¿O tienes miedo que Alec me escoja a mí?

Gruñí y estaba a punto de acercarme más a ella, pero las manos frías de Alec me tomaron por los hombros.

Su voz en mi oído.

—No vale la pena, ángel.

—Eres una estúpida, Alec jamás estaría con alguien como tú —le dije nerviosamente, por el aliento de Alec golpeando mi piel.

—Pues deja que él mismo lo decida.

Alec  a mi espalda resopló con burla, aquel gesto me causó gracia y por ende me eché a reír a carcajadas en la cara de Natalia.

— ¿De qué rayos te ríes? —chilló obstinada.

—Es que… olvídalo. —Me giré y observé a Alec sonreír, eso me indicaba que no tenía nada más que decirle a Natalia, ya lo que quería decirle ya lo dije y si ella quería pensar que Alec me dejaría para estar con ella, que lo pensara, a mí no me importaba, porque creía en el amor de Alec, y en sus muy buenos gustos.

Los ojos de Alec se abrieron como platos de repente y de un segundo a otro, yo estaba detrás de él, su cuerpo protegiéndome y su mano alzada dándole un alto a Natalia, que iba a acercarse a mí, quién sabe para qué.

—Ni si quiera lo pienses. —Su voz sonó tan fría como el hielo. Natalia se estremeció, el miedo inundando su rostro, claramente asustada por Alec.

Ella dio dos pasos hacia atrás y como por arte de magia los espectadores también desaparecieron, volviendo su atención a otras cosas.

— ¿Qué iba a hacer? —pregunté en un susurro.

—Creo que halarte el cabello o algo así. —Suspiró.

—Si lo fuera hecho yo no me quedaría con los brazos cruzados.

—Nadie te toca en mi presencia —murmuró  llevándome al auto, luego abrió la puerta para mí—. Además no iba a permitir que mi novia montara un espectáculo para que fueses el rumor del día.

Sí, probablemente era una estupidez pelearse por algo tan… ilógico. Sabía que Natalia quería eso, y yo no iba a dárselo.

—Tienes razón.

Alec besó mi frente y abrochó mi cinturón. —Así es.

.

.

.

Alec no me llevó a casa esa  tarde. Condujo hasta un parque cerrado y me cargó en sus brazos para irrumpir en él. Me sostuvo en sus brazos hasta que los dos estuvimos en la cima de una pequeña montaña, donde se situaba una manta a rayas y una cesta caoba. Le sonreí Alec con dulzura, él era detallista y perfecto. Yo vestía el uniforme de la escuela, pero él me miraba como si yo estuviese hermosa.

El sol comenzaba a esconderse, y la brilla cálida pasaba a ser un tanto fría, por eso Alec tomó otra manta y me la colocó encima de los hombros, y me indicó que me sentara a su lado.

—Esto es perfecto, Alec —le dije, señalando el “picnic nocturno” que él había planeado para mí.

Alec sonrió y me acarició la barbilla.

—Quiero que te distraigas, sé que has estado demasiado preocupada. —Suspiró y negó con la cabeza—. Dime si esto funciona, e intentaré algo más.

—Funciona. —Le regalé una gran sonrisa, él suspiró aliviado por mi comentario—. Siempre logras distraerme.

La sonrisa dulce de Alec, se convirtió en una traviesa.

— ¿Ah, sí? —Se acercó más a mis labios.

—Sí.

—Entonces supongo que esto también ayudaría…

Sus labios tocaron los míos, saboreándonos el uno al otro. Su lengua acarició mi labio inferior y sentí un estremecimiento y mi corazón latir con más fuerza. A pesar de que eran besos dulces y suaves, el efecto que causaba en mí ya dejaba de ser inocente, sino salvaje.

—Alec…

—Rayos.

Lo miré sorprendida por su exclamación, sus ojos negros me observaban con miedo. Él se alejó de mí unos centímetros, pero tenía su mandíbula tensa y sus puños apretados con fuerza.

— ¿Qué ocurre? —intenté acercarme, pero él se alejó.

—Espera que pare.

— ¿Qué pare, qué? —Temblé a causa del miedo latente en mi cuerpo.

Alec bufó y se levantó.

—Daré un… uh, paseo. Espera. —No permitió que le respondiera, pues lo perdí de vista en un abrir y cerrar de ojos.

Suspiré confundida.

¿Qué rayos fue eso?

Miré el cielo por unos instantes, me recosté encima de la manta y con la otra manta encima sin siquiera darme cuenta que mi móvil llevaba sonando por un largo tiempo. Saqué el celular del bolsillo de mi falda escolar con una mueca en mi rostro, y cuando vi quién llamaba, suspiré profundamente, pero sabía que no podía evitarlo, porque sí quería hablarle, saber cómo estaba, porque él me había salvado.

Astor.

— ¿Sí?

— ¿Day? ¿Cómo estás? —Su voz aturdida, pensaba que yo no iba a responderle.

Suspiré por segunda vez.

—Estoy muy bien, ¿tú como te encuentras? —Fruncí el ceño, aún recostada sobre la manta—. Lamento todo por lo que…

—Estoy mejor. —Me interrumpió—. No te preocupes por eso, lo hice… ya te dije por qué lo hice. —Él suspiró.

—Está bien… me alegra que… uh… te estés recuperando —expuse con sinceridad.

Un silencio incómodo se produjo entre nosotros.

— ¿Day?

—Uh… ¿sí?

— ¿Me has perdonado? —interrogó dudoso.

Entendía su pregunta, pero no el sentido con el que la efectuaba.

—No tengo nada que perdonarte…

—Te mentí y te oculté cosas…

Me senté.

—Eso ya es pasado —dije determinadamente—. Escucha, las cosas se dieron así, no podemos manejar el tiempo, el mundo, nada.

—Ya te he perdido, ¿verdad?

No sabía qué responderle, porque no quería herirlo, era demasiado incómodo todo esto.

—Astor no…

—Te mentí y te oculté cosas, ¿está bien? Lo siento, pero sólo quiero que sepas que… me acerqué a ti para obtener más poder, pero cuando te conocí mis planes cambiaron, mis sentimientos dominaron mi mente, y no pude contra eso, es la mejor explicación que puedo darte, y espero la aceptes.

—La acepto, te creo —dije, suspirando—, pero…

—Ya lo sé, está bien… yo sólo… Adiós. —Antes de que yo pudiese despedirme, él terminó la llamada.

—Vaya… me voy unos minutos y… te acechan —se burló Alec, con una mueca en su rostro. Sus ojos rojos nuevamente, parecían de buen humor. Se acercó a mí y besó mi frente.

—Tus ojos…

—Tuve que alimentarme…

— ¿Por eso te fuiste? —Estaba confundida.

—Day, escúchame. La sed se apoderó de mi… tu sangre me es extremadamente agradable… y besarte me causa muchas cosas, entre ellas la sed y el deseo. —Sonrió de medio lado, ahuecando mis mejillas—.  Tuve que huir y alimentarme antes de que yo te…

—No eres capaz de lastimarme, Alec.

—Lo sé. Pero quiero prevenir.

Recordé mi conversación con Melissa, así que decidí no dejarlo pasar…

—Y si yo… ¿y si yo fuera como tú?

—Ángel no…

Me tensé, yo esperaba que Alec se alegrara por mi insinuación; peor ocurrió todo lo contrario, él estaba preocupado, y me miraba como si yo hubiese dicho una gran estupidez. No lo comprendía, no comprendía absolutamente nada.

— ¿No quieres? —sollocé, sonando estúpida.

Alec se apresuró a tomar mis mejillas, con desesperación.

—Oh, no, no nena. Esto no es sobre mí, es sobre ti, eso es todo. Por favor, entiende —dijo apresuradamente, pero sin que sus palabras se atropellaran entre sí.

— ¿Entonces…?

—Sólo espera.

Suspiré profundamente, pero su mirada me decía que no quería hablar de esto por ahora. Y yo sinceramente quería, necesitaba, relajarme. No podía arruinar la velada con esto, que solamente había aparecido en mi mente el día de hoy. Yo necesitaba tiempo, necesitábamos tiempo.

—De acuerdo.

Alec sonrió ampliamente y me acomodó entre sus brazos para que nos acostáramos juntos sobre la manta. La luna acompañada de las estrellas nos iluminaban, pero lo que más me iluminaba a mí, era el brillo hermosos que se acentuaba sobre sus ojos, que sin duda, eran un mundo nuevo para mí, mi mundo.

—Tú, mi querida chica, eres mi amor, por siempre. —Sonrió antes de rozar mis labios con los suyos.


Hola chicas! buenas noches, en serio estoy muy, muy apenada por tardar demasiado en actualizar, espero no hayan perdido el interés en el fic, que ya está cerca del final, así que voy a intentar subir un capítulo mañana para no hacerlas esperar por más tiempo. Pido disculpas, y espero que disfruten la lectura. Saludos a Mel, Saludoss a Bella_22, Nenamadilinda, 2k_vulturi, Marii:salinas, melisamontero, jennykovacs, monica_swan38, karenitz3lvulturi.

 

Capítulo 35: "La luz de tu amor" Capítulo 37: "Corazón de las Tinieblas"

 
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