Amar Después de Morir

Autor: Day_Swan
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 17/08/2012
Fecha Actualización: 04/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 11
Comentarios: 86
Visitas: 65219
Capítulos: 41

“Amar Después de Morir”

Secuela de: “El Ángel de Alec Vulturi."

Sinopsis.

Después de la muerte de Melissa, Alec vuelve a ser el mismo de antes, frio, calculador y distante, con solo una palabra grabada en su mente: Venganza, luego de efectuarla pensaba morir, ya no sentía la necesidad de vivir sin su único amor. Por otra parte Aarón tampoco ha superado la muerte de la joven, pero todo cambiara cuando Alex sueñe el futuro, al igual que Alice, ambas vieron a una humana, una humana que cambiará la vida de todos; de nuevo. ¿Quién será ella?

Nada en esta vida es imposible, lo incierto puede que sea cierto, el amor es dolor, pero también alegría; una segunda vida, una segunda oportunidad, personalidades distintas, un mismo rostro, ¿una misma alma?, un amor, una promesa, amar después de morir…

Ella, una joven que oculta su verdadera personalidad y finge ser rebelde y caprichosa…

Él, un vampiro dolido por la pérdida del amor de su vida…

 


TRAILER DEL FIC: http://www.youtube.com/watch?v=Of0dvtHqjHM&feature=youtu.be

Algunos de los personajes pertenecen a Meyer, la historia es de mi completa autría basada en las ideas de dicha autora, los personajes nuevos son de mi imaginacion.

Espero les agrade la segunda parte de "El Ángel de Alec Vulturi"

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MIS DEMAS FIC'S:

"MELODY OF LOVE" (one shot)

"SAFE AND SOUND" (one shot)

"SÓLO 24 HORAS MÁS" (fic corto)

"PASIÓN INSACIABLE" (fic corto)

"UNA NAVIDAD EN EL CASTILLO VULTURI" (one shot)

"OSCURA TENTACIÓN" (Fic largo)

Mi facebook: Daymelis Ramos

Perfil Fanfiction:Day M. Odair

 

Sin más las dejo con esta hermosa historia, espero que les guste.

*Day_Swan*

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Capítulo 23: "Distancia"

“Distancia”

Capítulo veintiuno.

Un mes más tarde…

Febrero, 18.

Daymelis POV

Casi un mes y las cosas seguían igual. Clases, exámenes, risas, lágrimas, berrinches, peleas reconciliaciones, pero todo lo que ha pasado se resume en una palabra –la que puede ser calificada como una palabra común y corriente–: Distancia. Tan dolorosa y vacía que nos enerva y nos hace perder las esperanzas. ¿Qué haces cuando tienes a tu amor tan lejos de ti y no puedes hacer nada? Muy fácil, no haces nada. Solo tirarte en una cama y llorar porque lo extrañas y no puedes tenerlo contigo.

Pero, ¿qué haces cuando echas de menos a dos?

Sí, a dos chicos.

Llorar no es mi caso, no lo hago. Pero manifiesto mi inquietud refugiándome en libros, ejercicios, trabajos y hasta paseos.

Lo bueno de todo es que tengo a mi mejor amiga conmigo. Melissa se ha quedado a terminar el instituto con nosotros.

Claro, hoy no estaba. Se encontraba con mi hermano en quién sabe dónde y haciendo quien sabe qué cosa. Era su cumpleaños y se habían ido a pasarla juntos.

Yo estaba sola en casa, cambiando la tv cada cinco minutos, resoplando con indignación.

¡Me sentía inquieta!

Inquieta es poco.

Después de haberme peleado con Alec –cuando me lo presentaron–, no nos habíamos dirigido la palabra en los demás fríos encuentros que tuvimos, solo fulminarse con la mirada era el tipo de contacto que había entre nosotros; aunque por dentro estaba pudriéndome, muriéndome y detestándome por las ganas de llorar que me daban cuando estaba cerca de él.

Y es que sus ojos… sus ojos son exactamente iguales a los de mis sueños… además ¿la primera vez que lo vi tenía los ojos rojos?, luego negros y luego… ¿lila?

¡Era todo un lío!

Además, en este mes que pasó, estaba tratando de alejar ciertas dudas que tenía acerca de Jacob, sobre los Cullen, los Rivera, y hasta Alec.

De piel fría y pálida, perfectos físicamente, inteligentes de una manera sobrehumana y, cabe destacar, que me había enterado sobre la condición de As, era un hechicero, ¿podrían ser el resto criaturas extrañas?, no lo sabía.

Por eso estaba tratando de no preguntarles, ellos no iban a matarme, si querían hacerlo, ya lo habrían hecho, ¿no?

Suspiré profundamente.

As, desde aquel día que me peleé con Alec por primera vez, se tuvo que establecer en Canadá por un tiempo; según me dijo, tenía que arreglar ciertos problemas con su hermana y no podía dejarla sola. Yo no conocía a su hermana, pero tenía entendido que estaba metida en líos muy grandes, ella era menor que él y se estaba metiendo con un tipo casado y con hijos.

Era algo razonable, por eso As se había quedado allá con ella; aunque el problema era confuso, no quería saber más del asunto.

Mi teléfono la sacó de sus cavilaciones, sonaba aquella melodía tan conocida por mí: “Just in Love” de Joe Jonas.

— ¿Sí? —contesté un poco desganada.

— ¿Estás bien? —preguntó su voz, parecía preocupado.

—Uh… sí, estoy aburrida —dije acomodándome en el sillón—. ¿Tú cómo estás?

Astor suspiró—. Cansado, ya quiero regresar, te echo muchísimo de menos.

—Y yo a ti. —Se formó un nudo en mi estómago al instante—. ¿Todo bien con tu hermana?

Se produjo un momentáneo silencio.

—No muy bien, Úrsula es… muy impulsiva —explicó con repugnancia mientras la nombraba.

—Cuanto lo siento —dije sinceramente mientras jugueteaba con un mechón de mi cabello—. Espero que vuelvas, me han preguntado mucho por ti.

—Supongo que tendrás muchos admiradores. —Su voz sonó ruda pero cálida—. Cuando regrese tendré que arreglar un montón de cosas para que muchos sepan que no estás disponible.

Sonreí tímidamente.

—No seas tonto.

—Es verdad. Dime, ¿están los Cullen allí? —inquirió con curiosidad.

—Carlisle y Esme sí, el resto se ha ido a estudiar a Alaska —respondí distante, me parecía extraño que ninguno de mis padres adoptivos saliese cuando hay sol, eso lo había notado desde que regresamos y Carlisle había decidido hacer guardias de noche en el hospital.

Quería preguntarles, pero sonaría extraño.

—Lo supuse.

— ¿Y eso?

—No… solo digo.

Silencio.

— ¿Todavía no piensas… en eso? —preguntó de repente; incomoda y aburrida por la situación, suspiré y me levanté del sillón. ¿Qué iba a decirle? Yo no quería irme a vivir con él, ¡solo tenía 17 años!, no había terminado el instituto, me faltaba estudiar alguna carrera y conocer Brasil. ¡No podía comprometerme de esa forma!

—Eh… no.

— ¿Y si te casas conmigo? —insistió.

— ¡Oh Dios! —Exclamé parándome en seco cuando me disponía a tomar un vaso de agua del refrigerador—. ¡Solo tengo 17!

—Cálmate, no es para tanto. —Sonó dolido y me sentí mal por él.

Suspiré nuevamente para tranquilizarme. —Lo siento.

—Cuando quieras hablarme de eso, espero que seas sincera, y me lo cuentes, lo que sea —dijo lentamente.

—Está bien, tengo que colgar, te llamo más tarde. Te quiero. —Lo último lo dije con la melosidad que me caracterizaba cuando me lo proponía.

—Te adoro, bebé.

Colgué y guardé mi móvil en mi bolcillo trasero.

¿Qué diablos?

¿Casarme?

¡Uff!

Eso era demasiado, claro que estaba enamorada de él, lo… amaba. Lo quería demasiado, pero estaba muy joven, era el primer novio que tenía, necesitaba experiencias: reír, llorar, equivocarme, y superarme; aprender de los errores y hacerme más fuerte y segura, esa era mi tarea: madurar, crecer antes de… eso.

Casarse…

— ¿Qué te pasa que estás tan pálida? —preguntó Gabriel ocasionando un respingo de mi parte. El grandulón de mi hermano me hizo a un lado con un leve golpecito y sacó una botella de agua fría y dio un sorbo.

—N-nada.

— ¿Nada? Parece que un fantasma te asustó o algo. Tienes los labios morados, ¿has pasado algún susto? —preguntó insistente.

—Astor me ha dicho que me case con él.

— ¡¿Qué?! —preguntó alzando la voz mientras tosía.

Asentí con la cabeza, todavía sin poder creérmelo.

—Le dije que no.

— ¡Más te vale! —exclamó dejando el agua a un lado y mirándome con el ceño fruncido—. Eres muy joven, ¡eres una niña! Y él no tiene donde caerse muerto para mantenerte. ¡Amor con hambre no dura!

Aquello me sacó una sonrisa.

—Ya. Lo sé. —Le palmeé el hombro y tomé mi agua, para luego sentarme en una de las sillas del pequeño comedor que había en la cocina—. ¿Cómo te va con Natalia? —pregunté de sopetón, alzando una ceja.

—Es demasiado…

Le interrumpí. — ¿infantil?

—Exacto.

—Es que… hermano, salir con ella no es propio de ti, ella es muy distinta, no es para ti, ella es una chica libre, extrovertida e infantil y tú eres más tímido y reservado, Naty es muy buena chica, pero no te gusta. —Negué con la cabeza, mi hermano se sentó a mi lado.

—Ya. No seas tan explicativa, solo quería intentar algo…

—Tú eres más como el tipo de chico que Alex querría —insinué.

— ¿Alex? ¿Alexandra Rivera?, ¡estás loca!, ella solo es mi amiga —repuso rápidamente.

—Sí, sí. Eso lo sé, yo solo decía. —Me encogí de hombros restándole importancia.

—Sí, solo decías… como si no te conociera. —Mi hermano alzó una ceja y yo le guiñé un ojo coquetamente; sí que me conocía…

.

.

.

Febrero, 20.

—Amor, necesito que vayas a mi departamento —me dijo Astor cuando lo llamé al salir de clases un viernes por la tarde.

— ¿Y eso? —pregunté extrañada.

—En uno de los cajones de mi buró, hay dinero, es que no he pagado la mensualidad —mencionó con vergüenza, yo sonreí.

—No te preocupes, yo me encargo, mi cielo —contesté sonrojándome cuando el profesor de matemáticas escuchó lo que decía y alzaba una ceja incrédulamente mientras yo salía del instituto.

—Gracias, hermosa, en la madrugada regreso y pasaremos el sábado juntos, ¿vale? —Sonreía alegremente mientras él hablaba—. Te prometo que te recompensaré.

—Acepto —dije riendo—. Nos vemos mañana, tomaré un taxi. Te quiero.

—Cuídate bebé, te amo.

Subí al taxi que venía cuando colgué y le indiqué la dirección al conductor, mientras llegábamos, observé por la ventana distraídamente.

.

.

.

El departamento de Astor estaba perfectamente limpio y ordenado; él me había comentado que tenía a una señora que iba a limpiar una vez por semana, a la cual, también tendría que pagarle porque su fecha de cobro era exactamente hoy.

Dejé las llaves y mi mochila en el sillón marrón que había en el pequeño salón, entré directamente en la única habitación del lugar y revisé el buró cercano a la cama perfectamente tendida. El perfume de Astor se encontraba impregnado en todo el lugar, a pesar de su ausencia.

El dinero estaba en el primer cajón, lo tomé, conté lo que necesitaba y guardé el resto. Caminé de regreso al salón para irme, pero sin embargo algo me detuvo cuando llegué a la puerta de la habitación: un libro se encontraba en la cama. Un libro que antes no estaba.

Me dirigí a la cama a pasa lento, pero al acercarme lo suficiente me percaté del título de aquél libro: Diario número 1: Los secretos de los Vampiros de Volterra.

— ¿Ese era el libro faltante? —me pregunté a mí misma, acercándome aún más.

Y así fue como me enteré de todo.

“Había rectificado mis sospechas, los vampiros existían, al igual que los hombres lobo, metamorfos o lo que sea, brujos. Etc. Mi subconsciente me lo indicaba, siempre ese mundo de fantasía me llamaba, y un buen día decidí comenzar a investigar; yo había visitado tantos países, ellos me hacían conocer tantas teorías pero algunas no eran ciertas.

Nunca pensé que todas las respuestas a mis preguntas sobre vampiros las encontraría en mi prima.

Melissa Johnson, esa chica soñadora que siempre se veía tan normal, tan dulce, tan alegre, tan indefensa y que había cambiado drásticamente luego de un “ataque de un animal” aquí precisamente en el bosque de Forks donde yo me encontraba escribiendo este diario.

Mi prima ahora a pesar de ser un ser sobrehumano como los Cullen y como los Vulturi, ella ha demostrado seguir siendo un ángel. Pero yo sé que todo de lo que estoy enterado no puede ser revelado, a nadie, absolutamente a nadie, sé que todo esto debo guardármelo, mi vida y la de mi familia correría peligro si alguien sabe de mí y de todas mis investigaciones sobre seres “Mitológicos”.

Vampiros: los seres chupasangre, muertos en vida, o al menos eso era lo que yo creía que eran; pero ahora, ahora mis ojos veían cosas lo que antes ignoraba, algunos vampiros tienen aún alma, y un corazón vivo, a pesar de su palidez y ojos extremadamente rojos o dorados, raros definitivamente raros. Pero hay otros, otros vampiros que solo piensan en ellos mismos, que guardan rencores y andan por el mundo alimentándose de humanos, inocentes humanos.

Pero dejando en este y en los demás diarios las debilidades de cada extraña criaturas podría proteger de alguna forma a mi familia, a mi futura familia y a los seres que quiero…

Los Vulturi: la realeza vampírica que se encarga de hacer cumplir las reglas fundamentales, y una de estas es no exponerse ante los humanos, ni llamar la atención, para así conservar la raza oculta y que el “secreto” no sea descubierto ni revelado, Aro, Cayo, y Marco, que se habían encargado de despojar del trono a Stefan y a Vladimir –que anteriormente eran los que coordinaban a los vampiros y hacían respetar las reglas– pero hace muchos siglos los Vulturi les habían arrebatado todo aquello, desde allí el odio y el rencor nació entre ellos.

Aro: que por obvias razones idolatraba los peculiares dones vampíricos, él movía todas sus cartas para jugárselas y así obtener una gran colección: “La guardia Vulturi” que principalmente había estado liderada por Alec y Jane, los gemelos, los que ahora habían dejado esa vida.

Alec: que puede dejar sin sentidos a sus víctimas, y Jane que tiene la habilidad de crear la ilusión de dolor. Ambos fueron convertidos por Aro.

Demetri: el mejor Rastreador, tienen la capacidad de rastrear cualquier aroma que haya quedado en su mente.

Por lo general algunos vampiros tienen el privilegio de poseer alguna habilidad que con la trasformación de humano a vampiro se autentifica.

Pero cada creatura además de tener extensos poderes y ventajas también tiene su debilidad, y yo he descubierto cuales son la de los vampiros, esto completamente lo desconocen los humanos. Hasta ahora. Y son los lobos y las brujas.

Diferentes criaturas que con solo una mordida de la otra pueden morir…”

Cerré el libro al terminar la última frase con gran temor y manos temblorosas.

¡No, no, no, no!

¿Vampiros?

¿Todos?

¿Melissa Johnson?

¿Yo tenía una tía vampira? ¿Dónde está?

¡No me lo podía creer!

Tomé el libro entre mis manos, salí de la habitación, guardé el libro en mi mochila y me retiré del departamento cerrando la puerta tras de mí.

¿Cómo había llegado eso al departamento de Astor?

¿Él lo tenía?

Ese libro era de mi familia, no era lógico que estuviese en el departamento de mi novio. Solo si…

Alec POV.

El imbécil de Blake no me estaba ayudando, ese estúpido se había perdido quien sabe dónde y no estaba cumpliendo el trato, ¿no le importaba la seguridad de su “novia?, estaba cabreado, pero que ese imbécil se joda, no iba a seguir detrás de él como una maldita marica.

Un estúpido y maldito mes más y esos hijos de perra seguían escapando de mí y de Demetri como un par de cobardes.

El castillo Vulturi lo habíamos enviado a la mismísima mierda. Ya no quería saber nada de los Vulturi, ni mucho menos de Samira. Demetri estaba de acuerdo conmigo, ya iba siendo hora en que nos marcháramos para siempre de allí.

Ahora Jane también nos acompañaba, aunque a regañadientes.

Los días pasaban y no encontrábamos nada, hasta que Demetri se cansó del jueguito que obviamente aquellos malditos nos estaban haciendo y decidimos ir a casar en un pueblo pequeño del continente africano.

Los humanos y sus múltiples miedos se hicieron presentes cuando nos vieron a los tres: Jane, vestía unos ajustados pantalones oscuros con una blusa gris y una bufanda negra, junto con unos botines oscuros y su cabellera rubia suelta, sus ojos carmesí destacaban su apariencia.

Ella fue la primera en atacar, luego le seguí yo y por último Demetri; con saltos ágiles y precisos mi hermana se alimentó de dos hombres y Demetri y yo hicimos lo mismo, él con una adolescente y con un hombre de unos 40 años. Yo opté por dos chicos de los 20 años.

—Vaya. —Una voz a nuestra espalda nos interrumpió, giré mi cabeza y me encontré con quien me esperaba—. Agradezco que no me hayan invitado a la cena —dijo el hechicero con una mueca de asco.

—Idiota —insultó Jane deshaciéndose de los cuerpos inertes.

—Arreglaba unos asuntos, pero ya estoy aquí —aclaró el chico ignorando el comentario de mi hermana.

— ¿Cómo nos encontraste? —interrogó Demetri desconfiadamente.

—Trucos. —Se encogió de hombros el pendejo brujo al responder, ¡esperaba impaciente por matarlo!

—Será mejor que hagamos esto rápido —dijo Demetri a regañadientes—. Mientras más rápido, mejor.

—Pues, es verdad. Lo mejor es volver a Venezuela —expuso Astor firmemente.

— ¿Por qué no utilizas el truco que acabas de usar con nosotros para encontrarlos? —preguntó Jane.

—No puedo. No los conozco —respondió rápidamente el chico, frustrado.

— ¿Por qué volver a Venezuela? —interrogué—. Ellos pueden estar en cualquier sitio.

—Habíamos quedado en esperar que ese… vampiro se acercara a Day, ¿no? —inquirió alzando una ceja—. Alice dijo que era lo mejor.

—Bien. —Demetri dio un paso—. Iremos.

Yo lo miré no muy convencido, pero era verdad, en eso habíamos quedado.

.

.

.

Horas después…

—Nosotros nos quedaremos alejados —repitió Demetri—. No es ningún secreto que el aroma de esa chica me es agradable, y a Alec mucho más. No quiero cometer una estupidez.

—No dejaría que la dañaran. —Astor dijo con seguridad—. Jamás.

Jane bufó.

—No tengo ninguna intención en estar cerca de esa… chiquilla —refunfuñé.

—Bien, entonces, nos vemos cuando surja algún inconveniente —murmuró antes de alejarse.

Ya habíamos llegado a Venezuela, él brujo por su lado, y nosotros por el nuestro; no es como si tuviéramos que convivir, eso sería inaudito.

Narrador POV.

Durante los últimos meses, Alexandra se encontraba muy confundida por el regreso de su antiguo o eterno amor: Aarón. El que ahora estaba cerca de ella como antes no lo había hecho. Él, por su parte, se había mostrado distinto pero no menos impulsivo y celoso como lo era en sus tiempos humanos. Su carácter era difícil, imponente y no podía cambiarlo, después de tanto tiempo. Finalmente el amor se trataba de aceptar los defectos, y Alexandra lo hacía, pero sentía que ya había sufrido mucho como para actuar como antes con él.

Lo amaba y no lo había olvidado, a pesar de todo. Su nombre y sus ojos estaban tatuados en su mente por toda la eternidad; y no podía hacer nada para impedirlo: ansiaba que él le amara tanto como ella le amaba a él.

Pero ella –según Aarón– no sabía que él sentía lo mismo; el muy cobarde no había sido capaz de demostrar sus sentimientos confesándolo. Era un egoísta que hacía sufrir a la chica que amaba con su silencio.

Pero pronto eso cambiaría.

Alex estaba dejando que las cosas fluyeran aunque tenía miedo de sufrir, ella sabía lo que ocurriría entre ellos. No era lógico que temiera, pero lo hacía.

Aarón tomó sus cuadernos y se dirigió a la universidad. Estaba estudiando nuevamente, pero psiquiatría.

— ¿Ya te vas? —preguntó Alexandra cuando lo vio acercarse al comedor y tomar una manzana—. Es muy temprano.

—Sí. En media hora entro a clases —respondió el chico con una sonrisa.

— ¿Dormiste bien? —preguntó Alex interesada.

—Lo suficiente —dijo el chico—. Quería… quería preguntarte si querías… ir conmigo a un sitio mañana por la tarde.

Alex sonrió ampliamente—. Claro.

— ¡Genial!, entonces mañana —dijo Aarón con entusiasmo, se despidió de Alex y salió por la puerta con mejores ánimos.

Alexandra miró la escena cabizbaja, ¿qué haría?, ¿si decía otra cosa a lo que él le diría le futuro cambiaría?, claro, claro que cambiaría; pero la pregunta era: ¿estaba dispuesta a cambiarlo?

Eso era lo que no tenía muy claro.

*

*

*

Se dirigió a su departamento lleno de furia, ya sabía lo que Úrsula había hecho, le hizo una trampa, la muy maldita.

Había enviado el maldito libro sobre vampiros a su departamento, donde Day se encontraba, sabía que la chica lo vería, lo leería y se enteraría de todo y hasta se enojaría con él.

Decir que Úrsula era su hermana era una total tontería; ni siquiera se la llevaban bien, ella era mayor que él y tenía un carácter de mierda. No la soportaba, la rubia siempre quería dominarlo, deseaba que él hiciera lo que ella decía y cuando quisiera. La única razón por la que se había quedado en Canadá era por los Salvatore; Astor había querido buscarlos él solo, pero no pudo dar con ellos y, finalmente, tuvo que encontrase con Alec, Demetri y Jane.

Pero ahora le preocupaba su novia, seguramente estaba enojada con él e iba a pedir explicaciones… ella no podía enterarse de todo y si seguía leyendo el libro lo iba a hacer…

Tomó su rostro entre sus manos; no, ella no podía enterarse, lo odiaría…

Y él no podía estar sin ella.

.

.

.

La nieve caía en su angelical rostro, mientras que ella tumbada en el suelo, hacía ángeles de nieve como una niña de seis años. Sus ojos estaban cerrados y sonreía de oreja a oreja. Estaba feliz y eso a él le encantaba.

La miraba fijamente, grabando cada detalle de su rostro en su mente, que no se percató que ella también lo observaba.

— ¿Qué haces? —preguntó sonriendo.

—Mirándote. —Astor se acostó al lado de ella mirándola fijamente—. Jamás me cansaría de hacerlo.

—Lo sé, causo ese efecto en los chicos. —Day sonrió pícaramente—. No es cierto.

—Sí que es cierto, y lo sabes —le guiñó un ojo coquetamente.

—Ya. Tú también causas ese efecto en mí. —Se acercó más al rostro del rubio chico y le besó en los labios.

—No me dejes nunca, bebé —pidió Astor fundiendo su mirada en la de ella, casi suplicando, porque sabía, que ya había mentido lo suficiente, como para que ella no lo perdonara si se enteraba.

Y lo peor de todo, es que ella sufriría, al igual que él. Pero ese era el destino.


¡Holaaaaaa! 

Paso a dejarles este capítulo rápidito, pues ando tratando de actualizar mis demás fics y escribir aunque sea un poco antes de irme a dormir XD

Espero les haya gustado este capítulo y por supuesto me dejen saber qué les pareció. Vi nuevos lectores, agradezco muchisimo su apoyo y espero verlos muy seguido por aqui!

¡Besitos y abrazos!

Nos leemos! 

Day ♥

Capítulo 22: "Presión" Capítulo 24: Outtake: Melissa & Dennis.

 
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