Amar Después de Morir

Autor: Day_Swan
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 17/08/2012
Fecha Actualización: 04/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 11
Comentarios: 86
Visitas: 65230
Capítulos: 41

“Amar Después de Morir”

Secuela de: “El Ángel de Alec Vulturi."

Sinopsis.

Después de la muerte de Melissa, Alec vuelve a ser el mismo de antes, frio, calculador y distante, con solo una palabra grabada en su mente: Venganza, luego de efectuarla pensaba morir, ya no sentía la necesidad de vivir sin su único amor. Por otra parte Aarón tampoco ha superado la muerte de la joven, pero todo cambiara cuando Alex sueñe el futuro, al igual que Alice, ambas vieron a una humana, una humana que cambiará la vida de todos; de nuevo. ¿Quién será ella?

Nada en esta vida es imposible, lo incierto puede que sea cierto, el amor es dolor, pero también alegría; una segunda vida, una segunda oportunidad, personalidades distintas, un mismo rostro, ¿una misma alma?, un amor, una promesa, amar después de morir…

Ella, una joven que oculta su verdadera personalidad y finge ser rebelde y caprichosa…

Él, un vampiro dolido por la pérdida del amor de su vida…

 


TRAILER DEL FIC: http://www.youtube.com/watch?v=Of0dvtHqjHM&feature=youtu.be

Algunos de los personajes pertenecen a Meyer, la historia es de mi completa autría basada en las ideas de dicha autora, los personajes nuevos son de mi imaginacion.

Espero les agrade la segunda parte de "El Ángel de Alec Vulturi"

POR FAVOR NO PUBLICAR SIN AUTORIZACION, TODAS MIS HISTORIAS ESTAN PROTEGIDAS POR SAFE CREATIVE, NO AL PLAGIO!

MIS DEMAS FIC'S:

"MELODY OF LOVE" (one shot)

"SAFE AND SOUND" (one shot)

"SÓLO 24 HORAS MÁS" (fic corto)

"PASIÓN INSACIABLE" (fic corto)

"UNA NAVIDAD EN EL CASTILLO VULTURI" (one shot)

"OSCURA TENTACIÓN" (Fic largo)

Mi facebook: Daymelis Ramos

Perfil Fanfiction:Day M. Odair

 

Sin más las dejo con esta hermosa historia, espero que les guste.

*Day_Swan*

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Capítulo 30: "Fiesta"

“Fiesta”

Capítulo veintisiete.

 

Daymelis POV.

¿El negro? No.

¿El rosa? No.

¿El rojo? ¡Sí!

Personalmente nunca había celebrado halloween. Por varias razones. Pero este año sería distinto, pues mis últimos meses en el instituto estaban cerca. Habían organizado, de manera rápida, una fiesta de disfraces, en la cual venderían infinidad de comida, ropa, accesorios, etc. De forma que, lo recaudado, sería enviado a las personas más necesitadas.

Alice había tenido mucho que ver con aquellos planes.

—No me gusta ese rojo para ti —murmuró Natalia distraídamente—. Creo que mejor sería el negro, digo, como Alec irá contigo y el ama el negro, para que vayan combinaditos.

Me guiñó un ojo juguetonamente.

Fruncí el ceño.

—Ya. ¿Puedes dejar de avergonzarme? —le pregunté con voz cansada.

—No soy la única que lo hace. —Natalia se dirigió al otro extremo de la tienda, mirando los disfraces más “sexys”.

— ¡Day, deberías ponerte este! —exclamó Melissa, cerca de los probadores, mientras me mostraba un disfraz de una bruja. La fulminé con la mirada, el sarcasmo de Mel no tenía límites.

—Tienes razón Natalia, no es la única que me avergüenza.

—A veces eres muy obstinada —mencionó Melissa mirando el vestido que había elegido—. ¿Es enserio?  ¿Vampiresa? —Melissa se burló por lo bajo.

—Pensé que Alec podría… gustarle. —Fruncí el ceño—. Si me pongo el de bruja, no tardará en recordar a As… a Astor. —Aquello lo dije con la voz un poco más baja de lo habitual.

—Tienes mucha razón, pero no lo sé… creo que no se lo tomará muy bien… —Melissa estaba pensativa.

—Ya. A mí me gusta, y me lo pondré. —Me dirigí a los probadores para ver cómo me quedaba el vestido de vampiresa rojo que había elegido, decidida a comprarlo me lo coloqué.

.

.

Alec definitivamente no se había atrevido a disfrazarse –aunque técnicamente no le hacía falta–. Estaba vestido con pantalones oscuros y camisa de lino azul marino, junto con un abrigo elegante y juvenil de color negro de Hermes.

El definitivamente era el chico más hermoso que había visto en mi vida.

Y era mío.

Alec notablemente tampoco estaba muy de acuerdo con mi atuendo, pues su mirada, oculta por lentillas de color lila, se fijaba en la mía con una gran interrogante. Además, su ceja alzada de forma irónica hacia mi persona me daba algún tipo de pista sobre lo que comentaría sobre mi atuendo “no-muy-aceptado-por-vampiros-reales”.

Me había colocado una capa negra pequeña y de seda que ocultaba mi pequeño vestido rojo carmesí que mostraba gran parte de mis piernas. Mis zapatos de tacón Prada eran negros y muy, pero muy, altos.

Debo admitir que aquello se debía a mi estatura, y la de Alec.

Por supuesto, estaba en medio de una discusión sobre mí, evidentemente mis hermanos no habían tardado en “acusarme” de querer mostrar mi cuerpo sin ningún tipo de descaro.

— ¿Esto se trata de una broma o algo así, verdad? —inquirió Alec todavía con una sonrisa sarcástica en sus labios. Yo puse los ojos en blanco.

Melissa me murmuró un “Te lo dije” y luego se alejó del lugar.

—No es una broma, Alec —dije difícilmente.

— ¿Puedes quitarte esos ridículos colmillos? —Alec frotó sus sienes, como si le doliese la cabeza, aunque eso era imposible.

Yo me saqué los ridículos colmillos delante de él, y pude ver como el vampiro-amargado-sexy ponía los ojos en blanco—. ¿Por qué te molesta tanto esto? —Le mostré el vestido descaradamente y di media vuelta para observara por detrás.

La voz de Gabriel resonó en la sala de mi casa.

— ¡Deja de mostrar tu cuerpo, demonios!

Negué con la cabeza mientras la tomaba con una de mis manos.

— ¿Por qué me molesta tanto? —preguntó Alec irónicamente. Yo observé como todos lentamente nos dejaban solos, claro, me dejaban a mí con el problema—. Por un demonio, Daymelis, ¡solo mira cómo estás vestida!

Yo me miré a mi misma y me encogí de hombros.

Alec y yo llevábamos una semana, juntos… juntos, como pareja. Yo le conocía como a la palma de mi mano, aunque aquello pareciera ilógico sentía que le conocía de toda la vida. En esos momentos sabía que estaba enojado y no precisamente por mostrar mis piernas descubiertas de forma atrevida y hasta sensual. Yo sabía que tenía buenas piernas y él también, pero ese no era el punto. Él estaba enojado por algo más…

Arrastré a Alec hasta el sillón de mi casa para que ambos nos sentáramos. Me saqué de encima la capa y dejé a un lado los colmillos ridículos. Suspiré profundamente y le pillé mirando mis piernas fijamente, pero no las miraba de una forma pervertida, ni siquiera en sí las estaba mirando, sino más bien, observaba a la nada, pensativo.

—Amor, dime qué ocurre. —Yo me acerqué hasta él con el seño fruncido, esperando que él me contara.

—Ya te lo dije, ese vestido es demasiado corto —masculló él alejándose sutilmente de mí.

Sentí un vacío inmediatamente.

—Vamos Alec, dímelo —insistí severamente—, puedes contarme lo que sea que sucede. Te conozco, como si fuera de toda la vida y…

— ¿Qué dijiste? —Alec se mostró interesado.

—Puedes contarme lo que sea —repetí confundida, porque sabía que era imposible que Alec no me hubiera escuchado anteriormente.

—Dijiste que me conocías como si fuera de toda la vida. ¿No es así? —Mi novio se acercó más a mí y atrapó mis manos entre las suyas. El frio y a la vez cálido contacto me cautivó de inmediato.

—S-sí e-eso di-dije… —Yo seguía enervándome por su cercanía, era algo que no podía controlar aunque quisiera. Algo en mi estómago revoloteaba cuando su mirada se conectaba con la mía de esa forma.

De la forma en la que ahora me miraba.

Me miraba como si yo hubiese dicho algún tipo de palabra mágica, una palabra u oración que abría un tesoro. Yo le miré desconcentrada, pues no entendía qué tenía de especial aquello. Era la misma expresión que había visto en su rostro, cuando le dije que lo amaba.

Alec me estrechó entre sus brazos y me colocó en su regazo si ningún esfuerzo. Me acunó y yo apoyé mi cabeza en su duro y frio pecho, suspirando confundida por el enorme cambio de humor en Alec.

—Eres mucho más que mi vida, eres mi existencia. Y sé que lo que siento por ti va más allá de la muerte —susurró en mi oído, dulcemente—. Eres increíble.

—Alec, no entiendo yo…

—Pronto lo entenderás… mi amor. —Su voz era tan sedosa que causó un enorme estremecimiento en mi corazón, yo me sentía protegida y mimada. Yo me sentía feliz y plena, y difícilmente me había sentido así en mi vida.

Desde que Alec había aparecido en mi vida todo había cambiado, y no precisamente para mal. Mis pesadillas habían desaparecido completamente. Solo había sueños hermosos, donde su mirada penetraba a la mía. Yo estaba segura que la mirada que siempre había tenido presente en mis sueños más antiguos había sido la misma de él, y aunque pareciera extraño e incluso increíble, era así.

Yo había sido suya antes de nacer.

—Alec, cualquier cosa que tengas que decirme, dímela ahora —le dije lentamente, tomando su rostro en mis pequeñas manos.

Él sonrió ampliamente y besó mi nariz.

Él no me diría nada.

— ¿No te he dicho suficiente? —interrogó él—. Te he dicho que te amo, y que eres mi existencia entera. ¿Qué quieres escuchar?

Yo dudé, ni siquiera yo misma lo sabía.

—Bueno yo… lo del disfraz…

Alec se tensó y sus facciones se endurecieron.

—Tu disfraz —suspiró antes de continuar—, tu disfraz… es muy atrevido y…

—Sé exactamente que no se trata de eso, aunque sé que estarás toda la noche al pendiente si no me faltan el respeto y vigilarás que en ningún momento me quite la capa —señalé lentamente, sabiendo que aquello ya era un hecho, por supuesto, si no me atrevía a cambiarme. Alec me miraba atento—. Siempre uso vestidos cortos, Alec. Dime por favor qué pasa.

—Elegiste disfrazarte de un vampiro, ¿te das cuenta? —preguntó arrugando su ceño.

—Claro que me doy cuenta, yo misma lo escogí —le respondí desentendida.

—Mierda. ¡No quiero obligarte a ser lo que yo soy! —exclamó. En un rápido y vampírico movimiento se había alejado, a una distancia considerable, de mí.

—Alec no…

—Sé que no te vestiste así por eso —dijo rápidamente—, pero… esto es complicado. No puedo verte de nuevo convertida en un…

—Alec, solo es un disfraz… —No entendía a qué se había referido con eso—. Escucha, solo disfrutemos de nosotros, vivamos, y ya después veremos qué va a pasar…

—Pase lo que pase, debes saber que te amo —me dijo nuevamente cerca de mi rostro, yo sosteniendo su mirada y él sosteniéndome con su mano en mi cintura—. Debes saber que yo estaría dispuesto a sacrificarme, si fuera posible, solo para ver que estás bien y feliz.

—No sería feliz si no es a tu lado. —Mis palabras salieron de mi boca sin siquiera pensarlas.

Yo lo había dicho con el corazón.

Y Alec me había creído pues su expresión me lo confirmaba. Él me miraba fijamente, sus ojos brillando con amor y alegría, él me miraba como si yo fuese el centro de su universo.

Y en ese instante, Alec me había besado con devoción y amor. Sus labios uniéndose con los míos de una forma tan dulce, de una forma que nunca me habían besado. Porque él era el único que me había amado de la forma que yo necesitaba.

Un amor sin mentiras, ni dobles intenciones.

.

.

Alec POV.

No me sentía precisamente cómodo. Pero debía soportarlo.

Mi mano se posaba –posesivamente, debo admitirlo– en la cadera de mi novia. Ella obviamente no había accedido a quitarse aquel disfraz-no-tan-exacta-imitación-de-un-vampiro-real.

Lo peor ocurrió cuando llegamos a la ridícula fiesta.

Daymelis obviamente había estado tan emocionada que no se había dado cuenta de mi comportamiento. Yo la tenía tomada de la cintura de una forma de la cual no me había permitido en años, a pesar de haberla besado, no me había atrevido a tomarla de esa manera.

Habían momias, enfermeras endemoniadas –que más bien parecían prostitutas– y por último, pero no menos desagradable: aquel humano desgraciado que lograba fácilmente sacarme de mis casillas.

Jordan.

Él se había disfrazado de Dracula, ¿no es eso ridículo?

Patético.

—Mierda —había murmurado Day cuando vio al chico cerca—. ¡Mierda!

Yo opté por mostrar una de mis mejores sonrisas, claramente utilizando el sarcasmo.

—Genial. Señorita vampiresa, no es la única en la fiesta —le susurré cerca de su oído. Ella se estremeció—. Supongo que por eso querías vestirte así.

Ella gruñó como un gatito y yo solté una carcajada.

—Cállate de una maldita vez o haré que te caiga un rayo en tu maldito trasero —murmuró con sus puños apretados. Sus ojos negros fijándose en los míos con tal rudeza que tuve que pestañear varias veces por la sorpresa. Melissa no había sido así, ella era tan dulce. Pero Daymelis seguía siendo lo que era antes, solo que había cierto carácter, valentía y coraje, algo que, definitivamente, me encantaba.

Yo la levanté entre mis brazos, causando que ella gritara por la sorpresa.

Todos los jóvenes que se encontraban en la fiesta nos miraban confundidos.

— ¡Alec! —chilló ella soltando una carcajada cuando le di vueltas con cuidado—. ¡Alec me voy a marear!

Su risa era la música más relajante que había escuchado en mis años como vampiro, y como humano.

La bajé, colocándola en el suelo, mientras comenzaba a sonar una canción que a ella le gustaba, lastimosamente no me sabía el nombre. Yo la tomé por la cintura y la acerqué cuidadosamente a mi cuerpo, preparándola para movernos al ritmo de la música. Ella sonrió ampliamente, y luego soltó una risita.

— ¿Qué? —le pregunté sonriendo, sin entender.

— ¿Tú bailas? —preguntó como si no lo pudiese creer.

— ¿Por qué no bailaría?

—Eres como una especie de anciano… es como si estuviera viendo a mi abuelo bailar. —Ella soltó una fuerte carcajada, y luego se tapó la boca—. Lo siento.

Yo negué con la cabeza, le regalé una sonrisa malévola y me alejé de ella, dejándola sola en medio de la pista de baile.

— ¡Alec! —gritó, pero yo no me inmuté.

Regresé un minuto después, encontrando a Daymelis de espaldas a mí, con su cabeza gacha e inmóvil.

Aspiré el aroma de su perfume, esperando que el monstruo que llevo dentro no saliese sediento ante ella. Daymelis estaba desorientada, lo sabía. Ella seguramente se preguntaba dónde yo estaba y por qué me había ido. Me acerqué a ella, y posé rápidamente mis manos en sus caderas, sintiendo así cómo su piel se estremecía ante la cercanía y, por supuesto ante la sorpresa. Ella había suspirando de alivio y en ese instante había comenzado a sonar la canción que yo le había pedido al DJ. Ella soltó una risita, pero al sentir cómo yo había posado una de mis manos en su cuello, luego de haber alejado su cabello de la zona para así acariciarlo, volvió a estremecerse y poco a poco comenzó a moverse de espaldas a mí al ritmo de la música.

Aquella noche sería larga.

Ella iba a enloquecerme.

Narrador POV.

Él apretaba con firmeza su cuerpo contra el suyo, mientras que ella movía sus caderas y hombros, dejándose llevar, sintiéndolo también moverse detrás de ella. La pareja bailaba en medio de la pista, inmersos en sus propios movimientos, y en las leves caricias que Alec le proporcionaba a la chica y sus caderas o en el cuello. Él estaba enloquecido, y no solo por tenerla tan cerca, sino también por su perfume, sus movimientos, el aroma de su piel y las sensaciones que ella le transmitía.

Ella se dio la vuelta y lo miró a los ojos, completamente negros y con un brillo perverso. Los ojos de Alec también estaban negros, y ambos se habían conectado mientras seguían bailando. Ella sabía que él estaba sintiendo lo mismo que ella, y él también estaba al tanto de aquel hecho. Con tan solo mirarla lo sabía, sus ojos y su piel se lo demostraban. Alec la acercó hacia su rostro, tomando su cuello de forma tierna pero a la vez tan salvaje. Daymelis sintió derretirse, él beso su mejilla, permitiéndose saborear su piel, para posteriormente morder el lóbulo de su oreja numerosas veces, causando que la chica soltara un audible gemido y jalar sin vergüenza alguna el cabello castaño de Alec.

Él sabía que estaba jugando con fuego.

Pero echaba de menos esos momentos con ella.

—Me estás volviendo loco —le había dicho contra su oído. Para luego besar su cuello de forma apasionada. Mientras tanto sus cuerpos seguían moviéndose el uno contra el otro, dejándose llevar por el ritmo sensual de la canción. Creando así una exquisita fricción entre ambos cuerpos.

Ella tarareo por lo bajo al sentir la presión de la lengua de él en su cuello. Y para sorpresa de ella, Alec se había apoderado de sus labios inmediatamente, y de una forma rápida. Introduciendo su lengua en su boca y apretando sus manos en sus estrechas caderas, la había acercado hasta a él, queriendo tenerla aún más cerca.

Ella sentía cómo algo cálido se adueñaba de su vientre, y de sus sentidos.

Ambos gimieron, y aunque no eran los únicos que se encontraban en la misma situación, ella se sintió avergonzada, pensando que sus hermanos podrían estarla viendo; sin embargo eso no fue una excusa para que ella se separara abruptamente de él. Al contrario de aquello ambos seguían inmersos en su propia burbuja, donde él haría cualquier cosa para complacerla, y ella se dejaría hacer sin ningún tipo de protesta.

Ella se encontraba con sus brazos alrededor del cuello de él, jalando sin pudor el cabello del vampiro y mordiendo de forma atrevida sus carnosos labios.

Cuando la falta de aire se hizo presente, Alec besó el cuello de ella y nuevamente se acercó a su oído para susurrar:

—Espero que esto te haya demostrado que sí sé bailar y… um, moverme muy bien.

Mierda —pensó Day mientras Alec se separaba de ella. Sus ojos fijos en los de él, abiertos como un par de cuencas—. Este hombre me va a volver adicta a él.

Estaba completamente roja, lo sabía. Pues Alec había soltado una carcajada, y la había mirado con ternura.

Él la tomó nuevamente entre sus brazos, cuando la canción había terminado se dirigieron a la barra y pedir un par de bebidas, aunque Alec no bebiera precisamente alcohol.

Muchas personas los miraban fijamente.

Muchas personas, incluyendo a cierto chico humano.

.

.

— ¿Dónde está Daymelis? —preguntó Gabriel mirando hacia los lados, sin poder localizar a su hermana.

Jane rodó los ojos y negó con la cabeza.

— ¿Puedes relajarte? —inquirió de forma obstinada—. Ella está con mi hermano.

—Eso es precisamente lo que me preocupa —bromeó Gabriel, fingiendo indignación. Jane sonrió con ternura. Gabriel se veía de una forma única cuando sobreprotegía a su hermana.

—Ella está crecidita, digo, si no te has dado cuenta. —La chica miró sus uñas mirando fijamente cómo algunos chicos humanos observaban distraídamente su escote y sus piernas.

Jane no se había disfrazado, al contrario de eso había optado por vestir un atrevido vestido negro. Ella estaba espectacular, y Gabriel tampoco había dejado de mirarla, ansiaba poder decirle lo hermosa que era, aunque también estaba enterado que ella lo sabía. Pero tenía aquella ilusión: él quería tomarla entre sus brazos y susurrarle lo hermosa que era, y lo mucho que la amaba.

Lo que él no sabía era que ella planeaba seducirlo.

—Um, ¿quieres bailar? —había preguntado Gabriel, de forma tímida e insegura.

En el rostro de Jane se formó una inmensa sonrisa.

Se levantó de forma coqueta de su asiento e instó a Gabriel a que la siguiera. Ella caminó delante, moviendo sus caderas sensualmente, como siempre lo hacía, con la elegancia que le caracterizaba.

 Diablos.

Rayos.

Qué hoy sea mi noche y ella me acepte.

.

.

—Ya. Por favor para —ordenó Melissa con los ojos entrecerrados.

Dennis estaba enloquecido.

— ¿Qué pare? ¡Por Dios! —exclamó el chico, golpeando la pared del baño de chicas, completamente enojado.

—No puedo creer que te pongas así por eso —amonestó Melissa, también irritada y molesta, odiaba que su novio se comportara como un cavernícola, y lo que más le molestaba era que no podía ni siquiera calmarlo con sus poderes, porque no lo conseguía.

—El chico derramó de su estúpida bebida en tu vestido —gruñó dándole la espalda—, y luego quería… y lo hizo, te tocó, supuestamente para limpiarte, ¿qué querías que hiciera? —Inquirió ahora mirándola con el ceño fruncido—. ¿Querías que viera como él toca lo que es mío?

Melissa no lo miró de esa forma, ella estaba molesta porque él siempre se dejaba llevar por sus impulsos y golpeaba a quien se le atravesara, por supuesto, aquello pasaba cuando estaba celoso.

—No era necesario que le pegaras, Dennis —indicó, cruzándose de brazos.

— ¡No lo puedo creer! —exclamó el chico de vuelta.

—Yo puedo cuidarme sola.

—Puedes, pero yo también quiero hacerlo —dijo Dennis, fulminándola con la mirada.

Él sabía que ella era hermosa. Él sabía que cualquier chico iba a amarla. Y eso le enloquecía, él no quería perderla.

—Escúchame —indicó Melissa, acercándose a él, pero sin hacer algún intento para tocarlo—. Era suficiente con que le dijeras que se alejara de mí, eso lo sabes. No era necesario acudir a la violencia.

Dennis sabía que tenía razón.

— ¿Y si le decía que te dejara en paz y no lo hacía? —preguntó.

—No hiciste eso, no podemos saber lo que fuera ocurrido. —Dennis asintió, pero no dijo nada, lo que le indicó a Melissa que debía continuar—. Dennis, jamás puedes perder algo que es tuyo y si lo pierdes, es porque nunca lo fue. —La chica lo miró a los ojos, aún sin tocarlo—. Y puedo asegurarte que nos pertenecemos. —Y con eso, ella se atrevió a citar a Shakespeare—: El amor es un humo que sale del vaho de los suspiros; al disiparse, un fuego que chispea en los ojos de los amantes; al ser sofocado, un mar nutrido por las lágrimas de los amantes; ¿qué más es? Una locura muy sensata, una hiel que ahoga, una dulzura que conserva.

El suspiró y se le formó una tierna sonrisa en sus labios, era verdad, él veía ese fuego en los ojos de Melissa, un fuego que no podía extinguirse, porque su amor le alimentaba y cada vez se hacía más y más grande.

Ensanchando su corazón.

Alimentando su alma.

Nutriendo su esperanza.

Ella fue la que lo besó, porque entendía el montón de inseguridades que a él le invadían.

Amar es dudar, pero no de la persona que amas, sino de no ser lo que esa persona espera que seas.

.

.

—No creo que sea bueno que bebas tanto —le dijo Daymelis a Natalia, la que ya se encontraba un poco –mucho– mareada a causa del alcohol.

—No seas aburrida, toma un poco —le pasó una copa a la chica, y esta la recibió un poco desconfiada, pero atrevió a bebérsela, pues la verdad moría de sed—. ¡Eso es! ¿Quieres otra?

—Más tarde —contestó Day.

—Te vi con Alec, pensé que tendrían sexo ahí mismo —mencionó Natalia descaradamente—. Iba a comerte. —La chica soltó una risita, Daymelis la miró significativamente.

—No digas estupideces.

— ¿Eres virgen?

—Ese no es asunto tuyo.

—Sí que lo eres. —Natalia se tomó de un solo trago su copa—. Extraño a Alex* —musitó Natalia, con voz melosa.

— ¡Pero si solo lo viste un par de días! —exclamó Daymelis conmocionada—. Ya sé que era un buen chico, pero no lo conocimos bien de todas formas.

Natalia se encogió de hombros—. Él me gusta.

Daymelis negó con la cabeza.

—Naty, tú solo quieres enamorarte, y no has conocido al chico indicado —indicó Daymelis mirando hacia al frente—. No te desesperes.

— ¿Sabes? Yo sé que Alejandro se fijó en ti. —Daymelis miró a su amiga estupefacta—. Pero sé que el chico tienes razones para hacerlo, eres impresionante. —Aquello lo había dicho dolida, y sin más se retiró de la barra con otra copa en su mano.

Inmediatamente Daymelis se sintió mal.

— ¿Por qué tan sola? —preguntó una voz a su lado, ella no se había percatado de la cercanía de Jordan—. Tu novio te dejó votada.

Ella no escuchó su último comentario.

—Estás muy guapa —prosiguió Jordan mirándola de pies a cabeza. Si él no se fuera acostado con Danna, seguramente fuera conquistado a Day y estaría con ella. Jordan sabía que había metido la pata hasta el fondo.

—Gracias —agradeció la chica cohibida.

—No agradezcas, solo digo lo que es obvio —mencionó Jordan sonriéndole.

Daymelis se encontraba incómoda, preguntándose dónde estaba Alec.

— ¿Ese chico que está contigo…? —Jordan guardó silencio por unos minutos—. ¿Es tú… novio?

—Lo es —respondió Daymelis automáticamente.

—Pues tiene mucha suerte —dijo sin vergüenza—. ¿Quieres… um, bailar? —él le tendió la mano con una sonrisa. Day miró su mano fijamente sin responder, ¿cómo le diría que sí? Dennis la mataría si hacía eso, y Alec también…

No podía bailar con él, porque…

—Ella no tiene necesidad de bailar con otro que no sea yo. —Ella escuchó la voz de Alec y sintió cómo sus manos se posaban en su cintura.

Jordan sonrió ampliamente, Daymelis pudo escuchar el gruñido que Alec había emitido.

Jordan no había retirado su mano, y seguía mirando descaradamente a la chica.

Él no iba a rendirse.

No ahora.

— ¿No escuchaste? —volvió a hablar Alec.

—Day, ¿quieres bailar? —Jordan ignoró completamente a Alec.

—Mierda —masculló Daymelis, cuando Alec apretó su cintura muy, muy fuerte—. Alec…

Jordan miró a la pareja confundido—. ¿Qué pasa?

Ella no iba a decirle que su novio era un vampiro y tenía fuerza extrema y que en esos momentos la estaba utilizando con ella.

—Aléjate de ella —ordenó Alec sin aflojar su agarre.

Daymelis gimió y repitió—: Alec.

— ¿La estás lastimando? —preguntó Jordan—. ¿Él te está lastimando? —interrogó a Day.

—No —mintió Day con un hilo de voz.

—Entonces, ¿bailamos? —repitió el chico. Alec apretó mucho más a Day y ella hizo una mueca. Jordan estaba confundido, pero no retiraba su mano, tendida hacia dirección de la chica.

— ¡Mierda, déjala en paz! —exclamó Alec enfurecido, mirando fijamente al chico, el cual a pocos minutos quedó en una especie de trance. Jordan cayó al suelo a pocos segundos.

Day sabía lo que estaba ocurriendo.

— ¡Alec! —Gritó por encima de la música—. ¡Alec para!

Él no le prestaba atención.

— ¡Alec! —repitió la chica, tratando se alejarse de su pareja, estaba segura que le rompería un hueso si seguía tomándola con tal fuerza—. Alec me estás lastimando. —Ella estaba a punto de derramar las lagrimas que ya se aglomeraban en sus ojos, mirando las manos de Alec tomando su cintura, luego observando a Jordan en plena inconsciencia y luego ver a un Alec frio y molesto, utilizando aquel don tan cruel.

—Alec, Alec, mírame. —Daymelis le hablaba, derramando lágrimas a causa del dolor que su propia pareja le estaba proporcionando, y él a escuchar los sollozos de ella, separó su mirada de Jordan y se fijó en Day.

Inmediatamente se sintió culpable.

—Suéltame —dijo Day, él miró sus manos fijas en la cadera de ella y las retiró inmediatamente.

Melissa ya se encontraba cerca de ellos, en realidad ella estaba muy conectada a los sentimientos de Day, y rápidamente fue a ayudarla.

Jordan había reaccionado a su trance, sus amigos se lo habían llevado de ahí, pensando que estaba ebrio, pues él había dicho lo que había ocurrido verdaderamente, pero nadie le había creído.

— ¿Estás bien? —preguntó Alec dolorosamente.

Day no le respondió.

— ¿Puedes caminar? —le preguntó Melissa a su amiga.

La chica asintió, pero no dijo nada.

Las dos se dirigieron al baño de damas, dejando a Alec solo y con un enorme remordimiento.

Él la había lastimado.

Él nunca había hecho eso.

El monstruo la había lastimado.

Soy un completo imbécil.

—Day, ¿estás bien? —preguntó Melissa cuando habían llegado al baño—. ¿Te lastimó?

—Un poco.

La chica se deshizo de la capa del disfraz y se quitó el vestido, examinando el lugar donde Alec la había tomado.

—Supongo que te duele —dijo Melissa frunciendo sus cejas.

La zona afectada se encontraba totalmente roja.

—Creo que pudo haber sido peor —dijo Daymelis pensativa, la verdad sí le dolía, pero también le había dolido ver esa faceta de Alec frente a ella.

—Creo que si Dennis o Gabriel ven eso van a enloquecer —mencionó Mel, horrorizada.

— ¡No, no! —exclamó Day—. Por favor, prométeme que no les dirás nada.

—No lo haré —dijo Melissa, tomando a Day por sus hombros agregó—: pero tú también prométeme que si esto se repite me lo dirás.

—Te lo prometo.

Melissa asintió con la cabeza y se acercó al espejo, retocando su maquillaje.

—Creo que me quitaré el disfraz —mencionó Day, cuando escuchó que algunas chicas se acercaban, ella entró a uno de los cubículos y comenzó a ponerse el corto vestido azul que había traído para cambiarse.

Ella mientras se vestía pensaba en lo que había ocurrido y en la promesa que le hizo a Mel.

¿Aquello podría repetirse?

¿Alec podría hacerle algún tipo de daño peor?

Examinó el lugar afectado.

Quizá debería irme a casa.

Ella estaba enojada con Alec.

Enojada y dolida.

Cuando salió del pequeño baño encontró a Mel lavándose las manos. Su amiga le sonrió de medio lado. Daymelis se quitó el maquillaje y optó por usar tonos más naturales.

— ¿Crees que Alec pueda hacer esto de nuevo? —le preguntó a Melissa.

—No lo sé, ¿tú qué crees? —preguntó Mel de vuelta.

—Yo… no sé qué pensar —respondió Day con el ceño fruncido y un hilo de voz.

Alec había escuchado su respuesta, pues se encontraba fuera del baño esperando. La voz de ella y por supuesto su respuesta le había entristecido, ella había perdido la confianza que le tenía, no toda, pero sí una parte de ella. Él había sido rudo, él no había pensado en ella, la había dañado tanto física como sentimentalmente.

Tenía que pedirle que lo perdonara.

.

.

Aarón estaba cerca y la había visto.

No tenía palabras para describir cómo se había sentido. Y aunque  Alex se había apoderado de su corazón, no pudo evitar sentir algo significativo hacia Day, claro que no era real. Sin embargo él no lo sabía, y como impulsivo que era, quería averiguar si aquello era irreal o verdadero.                                                                                                       

Él había intentado acercarse, sabiendo que Alex estaba enterada de lo que pretendía. Debía admitir que se encontraba indeciso, intentaba acercarse y luego se alejaba, más aún cuando vio a Melissa junto a la chica. Melissa le dedicó una mirada, advirtiéndole, al contrario de Day que no se enteró de su presencia.

Claro, hasta cierto punto.

— ¿Quién es ese? —inquirió Daymelis a Melissa, mientras señalaba con la barbilla a Aarón.

—Es… um, un amigo de Alex —respondió Melissa, cuando se sentaban en una de las mesas alejadas de la música fuerte.

—Oh —solamente respondió Daymelis.

Ella vio cómo Alec comenzaba a acercarse a ella. Por eso tomó una respiración profunda y se levantó de la mesa. Melissa entendió su comportamiento, pero se preocupó en extremo por la cercanía de Aarón, si ambos se cruzaban, aquello sería otro problema entre Day y Alec.

Daymelis caminó hasta la salida del lugar, intentando huir de Alec, aunque sabía que aquello era imposible. Aceleró el paso viendo a Alec caminar mucho más rápido para alcanzarla. Alec se sentía como un idiota y necesitaba remediar el daño que había causado, él no quería perderla, no de nuevo.

—Lo siento —se disculpó Daymelis cuando sintió cómo chocaba contra alguien.

Por supuesto, ese alguien había sido Aarón.

Él la miró con emoción, sin siquiera pensar si ella lo reconocería o no. Melissa a lo lejos observó la escena y frunció el ceño cuando Alec se detuvo a una distancia considerable, mirando a los dos chicos con una mueca.

Mierda, qué noche —pensó Alec.

Pero lo que hizo Aarón le sorprendió.

—No te preocupes —dijo el chico, y sin más se alejó de Daymelis actuando como si nunca la hubiese visto antes. Aunque por dentro ansiaba poder abrazarla.

Daymelis ignoró la forma en que Aarón la había mirado y salió finalmente del lugar. Mientras se abrazaba a sí misma a causa del frio se preguntó qué pasaría entre Alec y ella aquella noche.

Alec observaba a la chica que se encontraba ensimismada; él tenía miedo, muchísimo miedo de todo lo que estuviese pensando ella en ese momento.

Si ella lo dejaba, tenía razones muy poderosas para hacerlo.

Él no la merecía.


*Alex: Alejandro, el chico español que conocieron en la playa.


Hola!

Aquí digamos que comienza el drama, ya saben, ninguna relación es perfecta. Espero lo hayan disfrutado, el próximo cap el sábado! ¡Espero sus comentarios!

 

PD:

 

Saludos a BELLA_22, NENAMADILINDA, MARII_SALINAS, MELISAMONTERO, JENNY KOVACS, MONICA_SWAN38, KARENITZ3LVULTURI, y a mi super amiga y geme Melissa! :3

 

 

 

Gracias por el apoyo.

 

Day :D

 

Capítulo 29: "Todo lo que necesitaba" Capítulo 31: "Pasado, presente & futuro"

 
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