EN EL AMOR TODO NO VALE (+18)

Autor: Anathole
Género: Romance
Fecha Creación: 21/03/2014
Fecha Actualización: 06/03/2016
Finalizado: NO
Votos: 39
Comentarios: 101
Visitas: 56459
Capítulos: 39

(No es la tipica historia de amor) Bella es una chica humilde que siempre ha querido pasar desapercibida, no obstante su vida cambia radicalmente cuando gracias a una beca accede al instituto más exclusivo del país. No obstante, no será su vida la única que cambie cuando se tope con Edward, el chico más popular y poderoso del instituto, y su panda de amigos.

 

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de (S.M). Basado en el cómic Hana yori dango, pero con tonos más picantes. Todos humanos.

Éste es mi primer fanfic, por eso lo he hecho basándome en una historia que me gusta y adaptándola a los personajes que tanto amamos.

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Capítulo 37: El límite

POV EDWARD

-        Nunca pretendí esto - murmuró dirigiéndose hacia Bella.

-        No me toques Jane, no vuelvas a acercarte a mí nunca. ¿Entiendes? ¡NUNCA!.

-        Vámonos Bella - le pedí.

-        Si, aquí huele a huevo podrido - respondió dedicándole una mirada fatal.

Nos fuimos con el estómago vacío, pero eso era lo que menos me importaba. Bella murmuraba y lloraba internamente; no sabía qué hacer para consolarla.

-        Bella, por favor, suéltalo ya. No me gusta el aura negra que se está creando a tu alrededor.

Me miró y de sus ojos empezaron a brotar las lágrimas. Nos quedamos abrazados unos minutos en los que ella no dejaba de repetir “era mi amiga”, “le abrí mi corazón”, “ésta no es la Jane que conocí”. Le sequé las lágrimas con un pañuelo intentando reconfortarla en vano. No pude hacer otra cosa que llevarla a su casa para que descansara.

 

POV BELLA

Durante las semanas siguientes, todo volvió a la normalidad (si es que en una escuela como esta pudiera ser posible). Jane todos los días intentaba hablar conmigo pero la esquivaba y acababa recibiendo alguna carta de disculpa que metía en mi casillero.

No abrí ninguna, no me interesaba y tampoco conseguiría nada con ello por lo que simplemente las tiraba en la basura más cercana.

Con Edward las cosas estaban templadas casi frías. Desde nuestro acercamiento y posterior delirio mío no era capaz de seguir adelante. A él no le importó, solamente me pidió que fuera sincera con él y que si algo no me gustaba o me sentía incómoda se lo dijera; por ello estas semanas lo máximo que hicimos fueron besos en la mejilla y cogernos la mano, siempre que estuviéramos absolutamente solos.

No era muy difícil, Jasper y Emmet estaban siempre con sus ligues y no se enteraban de nada, o si lo hacían disimulaban muy bien.

Hoy Edward había preparado una “jornada de reflexión” para los dos. Su intención era, supuse, saber si había logrado olvidar a Jake. La verdad es que no había pensado en él en ningún momento ni le echaba de menos, pero cuando alguien pronunciaba su nombre todo se derrumbaba y los sentimientos me golpeaban con fuerza.

Antes de ir al salón de los fríos pasé por mi taquilla. No había carta de Jane. Tampoco recordé haberla visto en clase.

No es que me gustara que me persiguiera, pero me resultaba extraño que una persona tan perseverante como ella hubiera desistido tan pronto y tan fácilmente. Sin darle más importancia me fui a hablar con Edward.

Lo que vi al entrar me dejó boquiabierta: Tania estaba sobre Edward besándole, aunque este no le correspondía.

ME ESTABA QUITANDO LO QUE ERA MÍO. ¿Mío? ¿En serio pensé en Edward como mío?... Fuera como fuera no podía permitirlo así que la agarré por los pelos y obviando sus quejidos la arrastré hasta la puerta y la saqué de allí ante la mirada estupefacta de Edward.

Cerré con llave desde dentro y me acerqué.

-        Así que esto es lo que haces mientras yo no estoy ¿Eh? - le recriminé. Sabía que él no había correspondido el beso, pero quería una explicación.

-        Bella, ha sido ella. Yo estaba aquí durmiendo y se tiró encima. Creí que eras tú por un segundo pero noté el pintalabios y tú no usas así que quise apartarla pero me tenía cogido como un pulpo.

-        Claro, y yo me lo creo… - quería responderle pero aplastó sus labios contra los míos. Me aparté de inmediato, sólo pensar que un minuto antes estaban en los labios de esa… ¡Qué asco!

-        No puedes enfadarte conmigo por lo ocurrido.

-        Me enfadaré si quiero. ¿Cómo eres capaz de besarme con los restos de la otra en los morros?

-        Yo… Necesitaba besarte, precisamente quería borrar sus marcas.

-        Límpiate primero el pintalabios al menos - fue corriendo al baño y regresó limpio.

-        ¿Ahora puedo besarte?

-        ¿Puedes? - le dije alzando una ceja.

No contestó, se lanzó de nuevo a mis labios haciéndome retroceder y caer en el sofá. Su beso se volvía más demandante y no sé cómo le permití seguir. Se le notaba cauteloso, esperando a que me separara y le dijera basta; pero algunos de mis límites habían desaparecido.

-        Te amo Bella - me susurró mientras lamía el lóbulo de mi oreja.

-        Edward… - gemí apretándolo más a mí.

Sus manos recorrían una y otra vez todos los recovecos de mi cuerpo, exceptuando las zonas “X”, que sorteaba a propósito. Me estaba matando, sentía como su miembro crecía sobre mi centro y me movía buscando más fricción. A causa de la fricción mi falda se subió haciendo que mi ropa interior tocara directamente con su pantalón.  Recorrí  su pecho desnudo (¿en qué momento se había quitado la camisa?) hasta llegar al pantalón.

-        Espera Bella, teníamos que hablar - dijo cortando el beso.

-        Shhh, cállate tonto. Estoy bien. Si algo anda mal, te lo diré

-        No es sólo eso… no sé si puedo aguantar más y no quiero que luego te arrepientas - se levantó quedando sentado a mi lado.

Noté que el fuego en él se estaba apagando dando paso a la tristeza… no podía permitirlo, quería sentir que era mío. Sólo mío y no de Tanya o cualquier otra. Me puse frente a él de pie y me quité la falda.

-        Mírame Edward - desabroché los botones de mi camisa lentamente. Sus ojos volvían de nuevo al negro, llenos de pasión - ¿te gusta?

Sólo pudo asentir, me senté a horcajadas sobre él con la camisa desabrochada. Le besé con pasión y desesperación, a la cual sus labios respondieron con furia. Aun así sus manos se mantenían quietas en los costados de mi cintura.

Necesitaba más, mucho más de lo que me estaba dando… ¿Por qué no me estaba dando más?

-        Bella… no puedo contenerme más - dijo respondiendo a mis pensamientos.

-        No te contengas. Ya sabes dónde está el límite - le dije con tono provocador.

Me alzó haciendo que mis pechos quedaran frente a su cara. Empezó a besarlos sobre la tela y a mordisquear el pezón. Yo no podía parar de gemir.

-        Tócate, tócate para mi Bella - su petición me cogió desprevenida, pero aun así de inmediato obedecí.

Empecé a tocarme aun con la ropa interior puesta y estaba empapada. Él se dedicó a mis pechos, que había liberado de su prisión. Mis gemidos cada vez eran más altos y no podía acallarlos. Seguro se oía des de fuera, pero dejó de importarme cuando sentía que el orgasmo estaba por venir.

Él también lo notó, por lo que sustituyo mi mano por la suya y apartando a un lado mi ropa introdujo de una vez dos dedos.

-        Tan mojada… siempre tan mojada.

-        Sólo para ti - le dije con la cara sonrojada como un tomate.

-        Me encanta - dijo sacando sus dedos de mi interior y lamiéndolos - pruébate

Obedecí como un cachorrito. Sabía bien, aunque fueran mis fluidos sabían bien… Empecé a pensar como sabrían los suyos y sólo la idea de estar lamiendo su longitud y haciendo que acabara en mi boca me llevó al borde del clímax.

Sacó sus dedos de mi interior y me elevó en el aire situándome en la encimera de la cocina. Era la altura ideal para que pudiera agarrarle con mis piernas… pero su intención era otra. Se agachó y empezó a lamer por encima de mi ropa interior. Bendita lengua… y cómo la usaba…  Alternaba su lengua con los dedos, que hundía en lo más profundo de mi interior haciéndome gritar de placer.

-        No te corras aun - me pidió

-        Si no paras, no podré evitarlo.

Algo se encendió en él que me giró quedando tumbada sobre el frío mármol con las piernas colgando del borde. La sensación de frio en mis pezones era exquisita… era lo más erótico que hubiera podido imaginar.

Oí como se bajaba la cremallera del pantalón y estos caían al suelo. Se acercó a mi sentí que como la tela de su bóxer se empapaba de mis fluidos con la fricción que él estaba provocando.

Sentía como su duro pene se frotaba contra mi intimidad, el calor de mi centro en contraste con el frio de mi cuerpo contra el mármol me mataba de placer. Solamente podía gemir y gemir, pidiendo más y más fuerte. Con un movimiento, se quitó lo que le quedaba de ropa.

Me asusté e intenté incorporarme, pero él se encontraba inclinado sobre mí.

-        Tranquila Bella, sé dónde está el límite y no voy a pasarlo - me dijo al notar que empezaba a apurarme.

-        ¿Seguro?

-        Seguro, nunca haría nada que tu no quisieras.

Se agarró el pene y empezó a rozar la punta en mi clítoris y en los labios, sin tocar la entrada…

-        ¿Lo ves? ¿No te gusta así?

Solamente pude asentir porque un gemido salió disparado de mi interior. Mi cuerpo ya no era mío, no me respondía… Se r4espondía a él mismo y a sus necesidades, éstas eran Edward y lo que nos hacía.

 No dejó de rozarse en los siguientes minutos, haciendo que mis caderas de movieran con desesperación para lograr más fricción más rápido.

-        Edward… necesito más…

-        No amor… estamos jugando con el límite, no podemos pasarlo.

-        Que le jodan al límite, ¡FÓLLAME!

La fricción cesó y bruscamente me volteó de nuevo quedando esta vez la espalda en el mármol.

-        No Bella, son varias las razones por las que no puedo hacerlo. Lo siento.

Intentó apartarse pero lo agarré con las piernas.

-        Entonces sigue donde estábamos y haz que me corra - le ordené.

Hizo una de sus sonrisas torcidas que me derretían y se lanzó contra mi cuerpo. Lamiendo mis pezones con desesperación mientras se rozaba contra mí con cuidado de no traspasar el límite.

Había momentos en los que se quedaba en la entrada y me acariciaba el clítoris con los dedos, yo le apretaba hacia mí pidiendo más, pero él sólo sonreía y seguía con el roce. Iba a entrar en combustión de un momento a otro, necesitaba mi ansiado orgasmo.

-        Bella, voy a correrme - me alarmé, ¿no pensaba dejarme así verdad? - tranquila, no te voy a dejar sin tu orgasmo.

Este chico tenía que ser telépata, siempre respondía a mis preguntas no formuladas.

-        Hazlo. Pero sobre mí - se le pusieron los ojos como platos ante mi petición.

-        ¿Estás segura?

-        Por favor.

Se agarró el miembro y empezó a masturbarse con una mano, mientras que con la otra me masturbaba a mí. En menos de un minuto gruñó con fuerza y vi como salía su líquido cayendo sobre mi cuerpo desnudo.

-        Yo también me corro…

Se agachó y lamió mi intimidad recibiendo mi orgasmo. Intenté ahogar el grito mordiéndome el brazo, pero aun así estaba segura que todo el instituto me había oído.

-        Te amo tanto Bella

Le besé con dulzura los labios.

-        Saben a mí - le dije.

-        Lo sé, y me encanta - me respondió guiñándome un ojo - voy a traerte algo para que te limpies.

Me trajo una toalla y empezó a limpiar mi vientre y mis pechos, que habían sido inundados con su esperma. Sentada encima de la encimera, Edward se empeñó en vestirme… pero le hice difícil la tarea, así que terminamos semidesnudos haciéndonos reír.

No oímos la puerta abrirse, pero si la risa burlona de Emmet.

-        ¿Os lo estáis pasando bien?

Edward se aplastó contra mi cuerpo para taparme de la vista de su amigo.

-        Vaya, os he interrumpido… ¡lo siento chicos! - seguía riéndose - vestíos, en 30 minutos va a llegar el repartidor de pizza con la cena. Quédate si quieres Bellita - me lanzó un beso, a lo que Edward le respondió con un gruñido. Emmet no le hizo caso y se fue riendo.

En pocos minutos nos vestimos e intentamos adecentarnos… pero Emmet lo había visto así que las burlas estaban aseguradas al menos esta noche. Salimos de la zona de la cocina (que mi casa cabía en ella) cogidos de la mano sonriéndonos como bobos ¿Enamorados?

Lo que no me esperaba era la sorpresa al entrar en la sala.

-        ¡JACOB! 

Capítulo 36: ¿Bipolaridad? Capítulo 38: Los sentimientos de Edward (modificado)

 
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