EN EL AMOR TODO NO VALE (+18)

Autor: Anathole
Género: Romance
Fecha Creación: 21/03/2014
Fecha Actualización: 06/03/2016
Finalizado: NO
Votos: 39
Comentarios: 101
Visitas: 56436
Capítulos: 39

(No es la tipica historia de amor) Bella es una chica humilde que siempre ha querido pasar desapercibida, no obstante su vida cambia radicalmente cuando gracias a una beca accede al instituto más exclusivo del país. No obstante, no será su vida la única que cambie cuando se tope con Edward, el chico más popular y poderoso del instituto, y su panda de amigos.

 

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de (S.M). Basado en el cómic Hana yori dango, pero con tonos más picantes. Todos humanos.

Éste es mi primer fanfic, por eso lo he hecho basándome en una historia que me gusta y adaptándola a los personajes que tanto amamos.

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Capítulo 28: Cita con Edward

Si chic@s, sabia que lo estabais esperandoooooo

 

 

POV BELLA

 

Otro lunes más, como siempre Jane pasaba por mí y pasábamos el día juntas en la escuela. Reíamos mucho juntas y éramos verdaderas amigas.

El tema de conversación estrella entre toda la gente era la reciente marcha de Jacob; los hombres se sentían aliviados mientras que algunas lloraban por la marcha de “su amor”…

Edward apareció en el salón mientras Jane y yo comíamos. Se acercó con decisión a nosotras y me dijo:

-        Hoy a las 16:00 en la torre dl mirador norte. Si llegas tarde, te mato – se le notaba nervioso.

Y tal como vino se fue; Jane y yo nos miramos incrédulas.

-        ¿Tienes una cita con Cullen? – me preguntó con tristeza en la voz.

-        ¿Yo? Qué va, sabes que no hay nada que me tenga aquí más que tú – le sonreí y ella me devolvió la sonrisa.

A las 15:00 salimos y fui al restaurant, tenía turno con Alice de 15:30 a 20:30. Me sentía nerviosa pensando si Edward estaría esperando.

Eran las 20:45 cuando habíamos terminado de barrer y recoger todo. Miré por la ventana y vi que estaba nevando. Suspiré.

-        No… no puede ser…

-        ¿Qué te pasa amiga? – preguntó Alice  - llevas toda la tarde mirando el reloj y suspirando. ¿Tienes una cita? – Me guiñó el ojo.

-        Alice, ¿Alguien esperaría 5 horas bajo la nieve por una promesa que realmente no se hizo?

-        Pufff, solamente un loco lo haría ¿Por qué preguntas?

-        Por nada… Vámonos a casa Alice.

Estábamos en la calle bajo el paraguas en silencio, pensé en Edward…

-        Ese loco idiota… - murmuré – Me tengo que ir.

-        Pero Bella, ¿dónde vas?

-        Me están esperando – le grité mientras corría.

Corrí lo más rápido que pude, incluso para mí que era una atleta becada se me hacía difícil y empezaba a faltarme el aire, el frio y la nieve no ayudaban. Llegué en un tiempo récord a la torre, estaba completamente nevada.  Miré a todos los lados y no vi a nadie…

Después de todo no sería tan idiota… Antes de irme eché un nuevo vistazo y me fijé en una figura sentada en un escalón. Un gran abrigo negro cubierto en parte por nieve. Me puse en frente de él y me miró a los ojos.

-        ¿Qué hora te crees que es? – su voz era de enfado pero sus ojos me miraban tiernamente.

-        Eso te lo debería preguntar yo a ti. ¿Tienes idea de la hora que es? ¿No tienes nada mejor qué hacer?

-        Te dije que estarías muerta si llegabas tarde.

-        Nunca te prometí que vendría – le dije desafiándole.

-        Pero ahora ya estás aquí – me dijo agachando la cabeza.

-        Vine a ver si estabas aquí.  ¿Qué hubiera pasado si no hubiera venido?

-        No importa, ahora estás aquí ¿no? Además es tu culpa que esté aquí congelándome – empezó a toser.

-        Vamos levántate – le dije agarrándole del brazo – iremos a comprar un té caliente al mirador para que entres en calor y no te enfermes.

Al levantarle se tambaleaba un poco. Le agarré bien dejando caer el paraguas al suelo. Quedamos abrazados durante unos segundos y nos apartamos abruptamente.

Entramos en la estación del teleférico del mirador. Tenían una máquina expendedora de cafés e infusiones. Saqué dos tés y le di uno a Edward que me miró extrañado.

-        Bébetelo, este té cuesta 26 dólares – le dije.

-        Eh plebeya ¿Ahora también me quieres estafar? De todos modos no voy a beberme esto.

-        Ya solo cállate y bébelo – le dije con fastidio.  Él se limitó a olerlo con desconfianza - ¿Quieres que te enseñe por qué cuesta 26 dólares?

Salí hacia la parte exterior de la estación del teleférico, donde la gente esperaba para subir al teleférico, y me senté. Edward se sentó a mi lado y dio unos sorbos al té, parecía satisfecho.

-        ¡Wow! Esto es precioso – dijo con una gran sonrisa en la cara.

-        ¿Ves? Tenía razón ¿o no? – frente a nosotros teníamos las mejores vistas de la ciudad que se iluminaba por los carteles y neones. En el cielo millones de estrellas brillaban. – Es igual que un té en un “Sky-lounge” de un hotel, sólo que más barato.

-        Tsk tsk tsk – Chasqueó mientras movía la cabeza negando – Ahora entiendo por qué eres pobre.

-        ¿QUÉ? – le respondí con rabia.

-        Haces mal los cálculos. Serían 31.80 dólares, debes incluir los impuestos y propinas. – me dejó helada, había hecho ese cálculo casi instantáneamente.

-        Supongo que lo llevas en el ADN  ¿no? – Le sonreí – ¿Has visto cuantas estrellas?

-        JAJAJAJAJA – rio – no seas boba, no todo son estrellas. La mayoría son simples satélites.

-        ¿Eres idiota? ¿De verdad crees que hay tantos satélites?

-        Pues claro chica estúpida.

-        Estúpido

-        Tonta

-        Tu eres más tonto

De pronto todas las luces se apagaron. Nos dimos la vuelta y fuimos hacia la puerta. Estaba cerrada con un candado desde fuera y por más que lo intentamos no pudimos abrir. Empecé a desesperarme

-        Tranquila Bella, llamaré a alguien para que nos saque.

-        Mi madre me va a matar… - sentía miedo de Reneé, era la madre más dulce del mundo pero enfadada… te perseguía por toda la casa con la zapatilla en la mano, tenía buena puntería.

-        Mierda – exclamó Edward viendo su teléfono – no tengo señal aquí arriba. ¿Tú tienes señal?

-        Edward… yo no tengo teléfono. Soy pobre, ¿recuerdas?

Nos quedamos unos minutos en silencio.

-        Todo esto es tu culpa, tú y tu té – dijo Edward enfadado.

-        ¿Mi culpa? ¿Quién es aquí el que esperó como un idiota varias horas bajo la nieve?

-        ¡Lo hice porque no quise rendirme! Supe que acabarías llegando. Además, ¡es la primera vez que espero a alguien! – no supe responderle - ¿Qué hacemos ahora?

-        No lo sé Cullen, supongo que no nos queda más que esperar. Mejor metámonos en el teleférico.

Entramos en él y nos sentamos en el suelo uno en cada extremo de la cabina.  Edward empezó a toser.

-        Tal vez… deberíamos sentarnos juntos. Por el calor y eso… - le dije con vergüenza.

No contestó, así que me acerqué lo justo y necesario. Le cogí las manos, estaban heladas por lo que se las froté.

-        Lo siento – le dije con la cabeza gacha

-        ¿Por qué? – me dijo separando sus manos de las mías para posarlas en mis mejillas.

-        Todo esto es mi culpa…- una lágrima cayó y él la recogió con su pulgar.

-        Por fin lo admites – rio.

-        Pero es que no te entiendo Edward, ¿Por qué esperaste tanto? Tienes tanta gente a tu servicio, podrías haber hecho que me buscaran y me trajeran, no sería la primera vez que me secuestras.

-        Yo… intenté… sólo quería hacerlo por mí mismo, digamos que al nivel de un plebeyo. – se quedó en silencio unos segundos – Bella… yo…

Nos acercábamos poco a poco sentí un calor en mis labios, era su aliento. Mi cuerpo no respondía a mi cabeza.

-        Ed… - intenté decirle que se apartara pero me agarró fuertemente y me besó en la comisura de los labios. Fue un beso muy tierno y lleno de sentimiento que me hizo sentir querida por primera vez en mi vida. Al separarnos nos quedamos mirándonos unos segundos hasta que habló.

-        Tranquila Bella, no tengo prisa – me miró con dulzura – sólo quiero que sepas que yo te… yo te…

De golpe se tiró encima de mí, estábamos los dos en el suelo.

-        ¿Qué haces? – no respondió – Tu… ¡Imbécil quítate! ¿Realmente quieres hacer “esto” en esta situación?  - siguió sin responder, de hecho no se movía. Solo sentía su respiración en mi cuello.

Conseguí moverle a un lado pero no se movía, empezó a toser de nuevo,

-        ¿Qué te pasa Cullen? – de dije con preocupación. Le levanté como pude y lo apoyé sentado en la esquina. Seguía tosiendo y tiritando de frio. Puse mi mano en su frente y noté que ardía – eres tonto o qué… estas ardiendo.

Me quité el gorro y la bufanda y se lo puse.  Abrí mi mochila y saqué una manta que llevaba dentro, ya que tenía pensado pasar la noche en casa de Alice. Le envolví con ella.

-        ¿Bella? – murmuró Edward.

-        Cállate, si no te mantienes calentito enfermarás más – no le importó se destapó y me abrazó quedando sentada con mi espalda en su pecho. Luego nos tapó a ambos.

No dijimos nada y nos quedamos dormidos casi al instante.

Los primeros rayos de luz me despertaron y me di cuenta que estaba abrazada al cuello de Edward con nuestros labios a escasos centímetros de distancia.

Me quedé observándole, se le veía muy hermoso, como un dios griego. Nunca me había parado a apreciar que era tan bello. Incluso podría decir que más que Jacob…

Pensar en Jacob me volvió a la realidad. Me aparté de él y se despertó. No nos dijimos nada en todo el rato y en un par de horas nos  habían sacado de allí.

-        Sube al coche Bella, te llevaré a casa.

-        No es necesario – le dije sin mirarlo – iré caminando y pensando en la excusa que tendré que ponerle a mi madre, seguro que sabe que no pasé la noche donde Alice.

-        Quizás yo puedo ayudarte a pensar en una excusa – me dijo en el oído – Puedes decirle a tu madre que hemos pasado la noche juntos… - terminó riendo a lo que le respondí con un golpe en la espinilla para apartarlo.

-        Serás…. – maldijo mientras saltaba a la pata coja. Me fui con la cabeza bien alta ignorando sus quejidos.

Al llegar a casa dudé… ¿sería capaz de decirle la verdad a Reneé? Sólo me quedaba entrar y suplicar por su perdón. Entré por la puerta y allí estaba de pie mirándome. Me tiré al suelo de rodillas y rogué.

-        Lo siento mamá y papá, no volverá a pasar nunca más. Perdonadme.

-        Hija, no hay nada que perdonar, sino todo lo contrario. El Joven Edward ha estado aquí y nos ha contado todo. Cómo quedasteis encerrados y que le cuidaste cuando te diste cuenta que había enfermado. Estoy orgullosa de ti hija, pero no vuelvas a asustarme ¿de acuerdo?

-        ¡Hermana, hermana! – dijo Seth agarrándome – Mira qué nos ha traído Edward, es mi nuevo hermano mayor.

No podía creer, había un plasma nuevo y una consola PS4 nuevecita con muchísimos juegos.

-        ¿Mamá? – Pregunté Incrédula – ¿Ha comprado mi perdón por un plasma y una videoconsola?

-        Bueno hija… - se sonrojó avergonzada – También hay una lavadora, secadora y nevera nuevas….

Dios mío, mi madre vendida… No podía creer que el poder “persuasivo” de Edward Cullen le afectara también a ella.

Capítulo 27: Despedidas Capítulo 29: ¡No somos novios!

 
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