EN EL AMOR TODO NO VALE (+18)

Autor: Anathole
Género: Romance
Fecha Creación: 21/03/2014
Fecha Actualización: 06/03/2016
Finalizado: NO
Votos: 39
Comentarios: 101
Visitas: 56441
Capítulos: 39

(No es la tipica historia de amor) Bella es una chica humilde que siempre ha querido pasar desapercibida, no obstante su vida cambia radicalmente cuando gracias a una beca accede al instituto más exclusivo del país. No obstante, no será su vida la única que cambie cuando se tope con Edward, el chico más popular y poderoso del instituto, y su panda de amigos.

 

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de (S.M). Basado en el cómic Hana yori dango, pero con tonos más picantes. Todos humanos.

Éste es mi primer fanfic, por eso lo he hecho basándome en una historia que me gusta y adaptándola a los personajes que tanto amamos.

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Capítulo 33: Te necesito...

A ver, a raíz de una duda sobre el anterior capi. Recordaros que Emmet es el segundo al mando de la mayor mafia del país. Las señas que da son sobre divisiones dentro de la mafia.

 

 

POV EDWARD

-        Tu… eres la amiga de Bella, Jane ¿verdad? ¿Has venido a vengarla? A limpiar su honor-

-        No, he venido a darte lo que te mereces, ¡por lo que me hiciste!

Gritó y me atacó con todas las fuerzas. Logró tirarme al suelo.

-        Levanta Eddy… es sólo un juego… - rio Jane, a mi mente venían flashes de la niñez.

 

Flashback (hace 12 años)

-        Vamos Jane, será divertido

-        Eddy espérame.

-        Ven – le tendía la mano – eres muy lenta…

-        Jopetas… no te rías de mí…

-        No me reiré – le sonreía mi miniyo – vamos, jugaremos con las espadas de los mayores.

-        Pero el profesor nos ha dicho que no podemos.

-        Jane, las normas están para romperlas. Además, es solo un juego.

Fin flashback

 

-        Jane, tu...  ¿por qué? No lo entiendo.

-        ¿NO LO ENTIENDES? – gritó mientras seguía atacándome con furia - tú me lo hiciste, es tu culpa.

-        Fue un accidente, éramos niños – intenté que entrara en razón.

-        ¡ERAMOS AMIGOS! No pudiste ni mirarme a la cara de nuevo, me ignoraste, me dejaste sola.

-        Fui un niño desconsiderado y mal educado, pero esto está en el pasado.

-        Está en mi pasado, presente y futuro… - dijo quedándose parada.

Tiró la espada al suelo y empezó a desabrocharse el traje; me di cuenta que no llevaba nada, quedó únicamente en braguitas. Tenía una gran cicatriz trasversal des del hombro derecho hasta la pierna izquierda, tenía el pecho derecho deformado a causa de la cicatriz.

-        17 operaciones…. – empezó – y aún sigue aquí… no consigo quitarla...

-        Jane… lo siento de veras –

-        ¿Lo sientes? Si con una disculpa se solucionara todo, ¿para qué existen las leyes y la policía? – imitó mi voz y seguidamente me atacó tirándome al suelo de nuevo – no te acerques nunca más a Bella, no dejaré que le hagas daño a ella también. ¡ELLA ES MIA! - gritó y me hizo un pequeño corte en la mejilla – un recuerdo, marca de la casa…

Me quedé en shock por lo ocurrido durante varias horas. Habían sido demasiadas emociones en un solo día, pero necesitaba una última emoción, quería ver a Bella.

Encendí el celular y vi las llamadas de Jasper que se habían desviado al buzón de voz. En ellas me explicaba las averiguaciones que habían hecho junto con Bella para saber lo sucedido, que había sido una trampa de alguien que no le quiere ningún bien a mi princesa… ¿Mi princesa? Ufff, empezaba a desvariar…

No pude evitar las ganas de verla, por lo que aparqué cerca de su casa. Su bici no estaba, por lo que aún no habría llegado por lo que esperé.

Alrededor de las 10 de la noche apareció portando un sobre y con una sonrisa.

-        ¿A qué se debe la sonrisa? – pregunté de pronto

-        Edward… - suspiró – ¿qué haces aquí?

-        Necesitaba verte… te necesito – confesé. Me acerqué a ella para abrazarla, pero me paró.

-        Espera… - me pidió.

Sentí miedo, ¿tanto daño le había hecho que ahora me rechazaba? Lo merecía por supuesto. No es que desconfiara de ella. Mi corazón me decía que era cierto pero mi cabeza (mi orgullo sobretodo) no lo permitía. Me desplomé ante ella

-        Bella – rogué – por favor, perdóname…

-        Toma – dijo entregándome el sobre – es para ti, para que me creas.

-        Yo ya te creo, en el fondo siempre te he creído. No necesito esto, sea lo que sea.

-        Ábrelo - me insistió.

Eran unos informes médicos ginecológicos; en ellos se certificaba que era virgen. También había un informe toxicológico, pero estaba limpio.

-        No encontraron nada, fuera lo que fuera no dejó rastro en orina ni sangre – se explicó.

No podía creerlo, había pedido unos informes médicos para que la creyera. Para que confiara en ella.

-        Bella… No era necesario, yo creeré todo lo que me digas.

-        Nunca he estado con ningún chico. Bueno, quitando lo qué pasó en el vestuario – se puso triste.

-        No hables sobre eso, lo pienso y me pongo enfermo...

-        Yo… solo quería que lo supieras.

Me acerqué a ella y la abracé. El aroma a champú de fresas aun le duraba en el pelo, no pude evitar besar su pelo. Levantó la cara y sus orbes chocolates me hipnotizaron.

-        Te necesito – susurró mientras cerraba los ojos.

No lo pensé dos veces, y la besé. Realmente apenas rocé sus labios.

-        ¿Qué ocurre? – preguntó algo descolocada.

-        Bella, no te merezco. No quiero hacerte daño.

-        ¿No? Pues ahora lo estás haciendo. No te alejes, no me rechaces… Sé que no soy la chica más guapa, pero puedo cambiar…

La callé plasmando mis labios contra los suyos con fuerza. No quería que siguiera diciendo estupideces sobre lo “mala” que era ella, era un ángel caído del cielo. Noté que entreabría los labios intentando buscar aire y me separé brevemente. Había detectado el olor a alcohol, probablemente tequila de nuevo.

-        Te dije que no bebieras más si no estaba contigo – le recriminé en un tono afable.

-        Estoy contigo ahora… - dijo en un gemido mientras buscaba mis labios.

-        Bien, te voy a llevar a nuestro salón a que duermas un rato. Te excusaré ante tus padres.

La subí al coche y la tapé con mi chaqueta. Se quedó dormida enseguida con una sonrisa en la cara. No pude evitar besar su mano en cada semáforo que esperaba… Me di cuenta que la amaba incondicionalmente.

Al llegar, la llevé en volandas para que no se despertara

-        Edward, nos tenías preocupados – dijo Jasper nada más verme.

-        Shhh… está dormida – respondí dándome la vuelta para que vieran que llevaba a Bella en brazos.

Se quedaron paralizados ante la visión de bella entre mis brazos durmiendo plácidamente.

-        Pero… no entiendo nada – dijo Jasper – ¿le ha pasado algo malo? ¿escuchaste mis mensajes?

-        Si, escuché tus mensajes y no, no le ha pasado nada malo, ha bebido más de la cuenta. Me sorprende que haya llegado sana y salva en bicicleta con el pedo que lleva.

No dije nada más, me metí en mi cuarto y la tumbé. Pude quitarle los zapatos y el jersey, ya que tampoco quería dejarla en ropa interior, pero sí que estuviera cómoda. Me levanté para irme no sin antes depositar un casto beso en sus labios.

-        No, no te vayas. No me dejes sola – dijo abriendo los ojos.

-        Duerme, necesitas que se te pase la borrachera

-        Quédate… - rogó

Asentí quitándome la camisa y me tumbé a su lado. Enseguida me abrazó y empezó a besar mi brazo, luego el hombro, el costado… todas las partes de mí que tenía cerca de su boca.

-        Basta Isabella, recuerda que soy un hombre y tengo un límite.

-        ¿Dónde está el límite? – me dijo en tono pícaro

-        No quieras saberlo

-        Ponme a prueba – dijo antes de plasmar sus labios en los míos.

Era un beso pasional, y cada vez se tornaba más demandante; tanto que no sabía cómo responderlo si quería contenerme. Ella lo notó y forzó aún más acariciándome el torso con una mano y la otra enredándola en mi pelo.

No aguanté y pasé mi lengua por su labio inferior pidiendo permiso para entrar. Ella emitió un ligero gemido de aprobación y entreabrió los labios para que introdujera mi lengua; ella no se quedó atrás y mientras nuestras lenguas jugueteaban se puso encima de mí.

Noté el roce de su caliente humedad a través de la falda y mi miembro endureció, Bella lo notó y lejos de espantarse se separó de mí y rio mordiéndose el labio. Ese gesto me mató, y no pude evitar incorporarme para besarla de nuevo; esta vez las riendas las llevaba yo.

Mis manos se movían sin control sobre sus caderas y subían por su torso hasta el pecho, dudé si seguir y ella, notándolo, cogió mis manos firmemente y las puso sobre sus senos. La acaricié por encima y sentí que bajo la camisa solamente llevaba un sujetador de encaje; eso me excitó muchísimo y gruñí contra sus labios, ella me respondió con una sonrisa.

Estuve acariciándola varios minutos, agarrando sus pezones para estimularlos, dedicándome en cuerpo y alma a ambos pechos cuando ella pedía más…

-        Bella, no podemos… - dije no muy convencido

-        Edward, te necesito… - me ignoró completamente.

-        Bella, has bebido. No quiero que esto sea así, quiero hacerlo bien.

-        ¿Qué más da? Yo estoy dispuesta

-        Yo… Nunca antes había estado así con una chica – confesé – no había besado nunca a nadie.

-        ¿Eres virgen? – me preguntó sorprendida y a la vez ¿decepcionada?

-        Sí, no te sorprendas. Tú también lo eres y no creo que sea malo.

-        No, no es eso… yo pensé que tu… Bueno, Jasper y Emmet…

-        Ya, son un par de casanovas a los que les da igual una que diez, pero yo no soy así. Prefiero esperar a la mujer adecuada, la única en el mundo.

-        No soy yo ¿verdad? – sus ojos brillaban como si fueran a llorar.

-        Si lo eres, pero no es el momento. Quiero hacerlo bien… - pareció entenderlo y se acostó a mi lado abrazándome.

-        Buenas noches Edward…

-        Buenas noches Bella, te quiero.

No recibí respuesta, había quedado dormida al instante. No sé cuánto tiempo pasé observándola dormir, peri finalmente caí rendido.

 

POV BELLA

Abrí los ojos un tanto desorientada y con un gran dolor de cabeza.

-        Dios mío… que dolor…

-        Normal… si te bebiste hasta el agua de los floreros - rio una voz a mi lado. Miré y era Edward. Estaba sin camisa. “Dios mío, me ha vuelto a pasar” pensé.

-        Que… ¿Qué haces aquí?

-        Mmmm resulta que es mi cama… tampoco veo nada malo en qué esté aquí ¿no? - se acercó a mí y me acarició el brazo. Me miraba fijamente a los ojos con una sonrisa seductora.

-        Quita coño - le repudié apartándole - ¿qué te crees que haces? ¿no habías decidido odiarme por toda la eternidad?

-        Bella, ¿te encuentras bien cariño?

-        ¿Cariño? Creo que el que ha bebido eres tú…

-        ¿No recuerdas nada de ayer?

Intenté recordarlo, pero solamente veía flashes que no conseguía unir, solamente habían dos claros: en uno Edward me decía que me creía y en el otro yo estaba montada sobre él y le decía “te necesito…”. Sacudí la cabeza.

-        No, no recuerdo nada - mentí

-        Está bien - se quedó en silencio unos segundos - te encontré en la calle, habías bebido y te traje a que durmieras la mona. Hablamos y solucionamos lo ocurrido ayer en la escuela y nos quedamos dormidos.

Fue muy políticamente correcto, ya que mis escasos recuerdos demostraban que algo más había pasado.

-        ¿Solo eso? - pregunté

-        Solo eso - afirmó.

¿Qué te ha ocurrido en la mejilla? - me fijé que tenía un corte con sangre seca.

-        Un recuerdo de un amigo

Salió del cuarto para que me cambiara y aseara para ir a la escuela. Luego nos fuimos juntos en su coche, al bajar la gente se nos quedó mirando impresionados; supuse que después del escándalo de ayer esto era lo último que creían que verían hoy.

El único rostro que no era el de sorpresa era el de Jane, que moría en rabia y odio.

-        ¡Jane! - grité - espera, puedo explicártelo.

Capítulo 32: Averiguaciones Capítulo 34: Segunda targeta roja

 
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