EN EL AMOR TODO NO VALE (+18)

Autor: Anathole
Género: Romance
Fecha Creación: 21/03/2014
Fecha Actualización: 06/03/2016
Finalizado: NO
Votos: 39
Comentarios: 101
Visitas: 56442
Capítulos: 39

(No es la tipica historia de amor) Bella es una chica humilde que siempre ha querido pasar desapercibida, no obstante su vida cambia radicalmente cuando gracias a una beca accede al instituto más exclusivo del país. No obstante, no será su vida la única que cambie cuando se tope con Edward, el chico más popular y poderoso del instituto, y su panda de amigos.

 

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de (S.M). Basado en el cómic Hana yori dango, pero con tonos más picantes. Todos humanos.

Éste es mi primer fanfic, por eso lo he hecho basándome en una historia que me gusta y adaptándola a los personajes que tanto amamos.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 35: Enséñame a amarte

POV EDWARD

 

Esa noche no dormí nada, solamente pensaba en Bella… mi Bella…

Recordé la humedad de sus labios en el beso fugaz que logré darle. Un beso un tanto agridulce, puesto que ella me había rechazado.

 Aun así no podía dejar de sonreír al recordar sus dulces labios.

-        Edward, no crees que te pasas ya con Belly Bells? - dijo Emmet un poco serio

-        ¿Por qué? ¿Quién os lo ha contado? - pregunté con urgencia ya que no había modo que lo supieran.

-        Hombre, ahora mismo seguro que ya lo sabe toda la escuela - respondió como si fuese obvio.

-        Además, Edward estas cosas hay que consultarlas - me riñó Jasper - no puedes hacerlo si todos no estamos de acuerdo.

Me quedé con cara de no entender nada, ¿por qué tenía que pedir permiso para besar a Bella? Ni que ellos me lo pidieran cuando traen chicas… A demás, si acaso tendría que haber pedido permiso a su padre… Eso era algo que tenía que arreglar a mi regreso.

-        Bueno, quizás me he precipitado y tendría que haber hablado con sus padres antes de hacerlo, pero no creo que se pongan.

-        YO ME OPONDRÍA - Gritó Emmet - De hecho ahora mismo no tienes mi apoyo en esto, ni lo tendrás en un futuro

-        Pero a vosotros qué más os da si beso o no a Bella, esto es algo entre los dos y ella ya me dejó claro ayer que no quería que se repitiera, me costó pero lo entendí. ¿De acuerdo? - Repliqué con molestia.

-        ¿De qué hablas Edward? - Preguntó Jasper que, al igual que Emmet, parecía totalmente descolocado - Me refiero al regalo de despedida que le has dejado, la tarjeta roja.

-        Yo no he puesto… Mierda, ¿dónde has visto eso?

-        Está en el Blog del instituto… se las están haciendo pasar canutas.

-        Si, han colgado el primer video - dijo Emmet mostrándomelo en su tablet.

En el video se titulaba “las mejores caídas de la chica pollo” y se veía como la habían empujado en repetidas ocasiones, con rasguños en sus piernas y brazos. La impotencia me estaba haciendo rabiar.

-        Tengo que volver, yo no puse esa tarjeta nunca lo haría yo… yo… yo la amo demasiado - confesé ante mis amigos.

-        Wow Eddy, eso son palabras mayores - dijo Jasper.

-        Serán palabras mayores, pero es la realidad. Yo la amo, y quiero que sea feliz aunque no sea conmigo.

-        Te entiendo hermano - me animó Emmet.

Obligué al piloto a cambiar de rumbo dando media vuelta, como íbamos en el Jet Privado no hubo problemas.

Tardé 3 horas en llegar al instituto, justo cuando las clases se habían terminado. Había una aparente tranquilidad y parecía que todo estaba en calma. Empecé a oler a goma quemada y me fijé que a lo lejos había una columna de humo y llamas, me temía lo peor por lo que fui corriendo.

-        EDWAAAAAARD - Oí que gritaba la voz de Isabella.

Corrí aún más rápido y lo que vi desgarró mi alma. Bella estaba colgada de un árbol con una soga alrededor del cuello, empecé a apartar la gente sin dejar de mirarla ni un segundo y cuando la alcancé la cargué en mi espalda para que la cuerda dejara de estrangularla. No sabía si ya era tarde, si había muerto…

-        MALDITOS - grité - CORTAD LA PUTA CUERDA DE INMEDIATO

Nadie se movía, estaban todos mirándome

-        QUE MIRAIS BASTARDOS, CORTAD LA CUERDA DE UNA VEZ - mi voz perdía fuerza - Cortadla… por favor…

Alguien entre la multitud vino con una navaja y serró la cuerda haciendo que se rompiera. Tumbé a Bella en el suelo y la miré, sus labios estaban morados… Mis lágrimas no tardaron en salir…

-        Por favor Bella, despierta… mi amor… te amo…  - dije mientras intentaba reanimarla.

-        He llamado a una ambulancia - dijo una voz tras de mí.

-        Gracias… Ves, aguanta amor - seguía reanimándola.

---------------

Habían pasado varias horas desde que habíamos salido del hospital. Aunque estaba bien, no despertaba aun. Según dijeron era normal después de este tipo de suceso. Me la llevé a casa, puesto que podía proporcionarle allí lo mismo que en el hospital. Solamente tenía que despertar.

Seguía sentado a su lado observándola, asustándome cada vez que veía que su pecho dejaba se moverse por más de 2 segundos… Cepillé su pelo con sumo cuidado, pese a que las doncellas insistieron en hacerlo. Ya que no podía cambiarla de ropa, al menos haría esto por ella.

Dos horas más habían pasado y el sueño empezaba a vencerme. Decidí tumbarme a su lado y quedé mirándola hasta que me dormí.

No sé cuántas horas habían pasado cuando sentí un peso en el lado izquierdo de mi cuerpo. Bella estaba despierta abrazándome.

-        Bella, ¿Cuánto… - no dejó que terminara la pregunta.

-        Shhh, estas aquí conmigo. Esto es lo que me vale - dijo mirándome a los ojos.

Fue moviéndose despacio hasta que quedó encima de mí. Me acariciaba el pelo y me miraba con ternura.

-        Tú realmente me amas, ¿verdad? - preguntó.

-        ¿No es obvio? - respondí.

-        Entonces enséñame a amarte.

Se lanzó a mis labios y los besó con desesperación. Respondí gustosamente con la misma pasión que ella haciendo que mi lengua rozara sus labios pidiendo permiso para entrar, a lo cual ella accedió abriendo su boca y aceptándome.

Nuestras lenguas danzaron hasta que a ambos nos faltó el aire y nos separamos. Ella volvía a atacar mis labios cuando la paré.

-        Espera Bella, no sé si podré soportarlo una segunda vez. No soportaré un nuevo rechazo de lo que ha ocurrido, o lo que pueda pasar ahora.

-        No voy a arrepentirme de nada - me respondió mordiéndose el labio.

Dios ese gesto estuvo a punto de matarme por combustión espontánea, se veía realmente sexy. No esperé a que ella se agachara de nuevo, me incorporé un poco, quedando ella sentada sobre mí y continué el beso donde lo habíamos dejado. Enredé mis manos en su cintura que incitaba al pecado en un burdo intento por atraerla más.

Ella soltó un ligero gemido cuando sintió el roce de su intimidad contra mi creciente entrepierna. Eso me enloqueció y no pude evitar quitarle la camisa de dormir. Debajo tenía unos sujetadores de encaje, los mismos que la otra vez y podía notar sus pezones erectos con sólo rozar las yemas de mis dedos. Seguí masajeando sus pechos mientras ella seguía besándome con desesperación con sus manos enredadas en mi pelo.

Corté el beso para mirarla a los ojos, estos estaban negros de deseo.

-        Tú también - dijo de pronto, como si supera lo que pensaba.

Empezó a quitar mi camiseta y a pasar sus manos per mi torso desnudo. El pantalón empezaba a apretarme demasiado y notaba cierta molestia. Ella lo notó y desabrochó mi cinturón, en unos segundos quedé solamente con bóxer ante ella. Me miraba divertida, como una niña a la que habían pillado haciendo una travesura.

-        Bella, ahora sí que no podré detenerme - le susurré en el oído a la vez que bajaba sus pantaloncitos.

Le di la vuelta quedando su espalda contra la cama. La vista que tenía era lo más hermoso de toda la creación, no tenía nada de más ni nada de menos, era perfecta…

Seguí masajeando y pellizcando sus pezones haciendo que sus gemidos fueran más altos cada vez, intentaba acallarlos con mis labios, pero era imposible ya que su cuerpo me habia hipnotizado. Besé por encima del sujetador sus pechos, e incluso los mordí un poco.

-        No pares - pidió

-        No he hecho más que empezar, amor.

Le quité el sujetador, vi sus perfectas areolas. Rosaditas y ni muy grandes ni muy chicas, perfectas como el resto de su cuerpo… también estaban ahí esos hermosos pezones que me llamaban suplicantes de atención. No dudé en llevarme uno a la boca y masajear el otro.

En una distracción, por llamarlo de alguna manera, noté que ella intentaba tocar mi erección, pero no alcanzaba.

-        Bella… si haces eso no podré aguantar. Déjame a mi modo - le dije.

Asintió con la cabeza pero sus manos no le hacían caso.

-        Para, por favor - le supliqué sin fuerzas, pues la excitación estaba matándome.

Cómo siguió sin hacerme caso opté por la “solución” más fácil. Empecé a bajar por su vientre dejando besos a mi paso mientras ella levantaba sus caderas en un acto reflejo para que estuvieran más accesibles.

Empecé a acariciarla por encima de la ropa interior, que estaba muy mojada. Notaba sus pliegues a través de la ropa interior y no pude resistirme a acercar mis labios a su humedad.

Aun con la tela entre ambos podía sentir el calor que emanaba y percibir el delicioso perfume de sus fluidos.  Besé su intimidad y soltó un gemido. Intentó apartar mi cabeza pero se lo impedí cogiéndole sus manos. Sin pensarlo arranqué su ropa interior dejando solo un trozo de tela inservible en el suelo.

Toqué con las yemas de mis dedos los pliegues de su intimidad y descubrí algo que había quedado oculto por su ropa interior, su “botón mágico”. Según Emmet, había que prestarle mucha atención, pero la justa puesto que si apretabas mucho podía doler… “Si aprendes a usarlo te lo agradecerá eternamente” había dicho textualmente mi amigo.

Empecé a repasar con mi lengua sus pliegues mientras ella se estremecía y pedía más… si quería más, le daría más. Me acerqué al eje de su placer y lo apreté entre mis labios con cuidado; noté como alzaba sus caderas dándome más acceso y no dudé en introducir un dedo en su intimidad, a cambio ella me regaló un más que sonoro gemido de agradecimiento.

Moví mi dedo mientras seguía lamiendo y dando mordisquitos en todos los rincones de su intimidad.

-        Edward, dios… no pares… - suplicaba entre gemidos - más, más… si así…

Introduje un nuevo dedo en su intimidad, que también fue recibido con suma gratitud. Noté que sus paredes empezaban a ejercer presión y cada vez movía sus caderas más rápido. Estaba a punto de alcanzar el clímax y no quería perdérmelo.

Saqué mis dedos y empecé a penetrarla con mi lengua mientras masajeaba uy pellizcaba sus pezones.

-        Dámelo Bella, me pertenece. Quiero sentir como te vienes en mi boca.

-        Dios mío, Edward… ME VENGO - gritó de golpe mientras sentía que estaba en la cima del placer.

Sus fluidos inundaron mi boca y mi lengua y no podía parar de lamerla para limpiarlo todo.

-        Bésame - suplicó.

 

POV BELLA

 

Nunca en mi vida me había sentido así, tanto placer junto debería de ser ilegal.

-        Bésame - le supliqué.

Fue subiendo desde mi intimidad hasta mi cuello dejando un rastro de besos  en mi cuerpo. Cuando llegó a mi altura vi que en sus ojos que el deseo seguía latente, por lo que alcancé su miembro con mi mano y empecé a acariciarlo por encima del bóxer.

-        Bella, para por favor - pedía sin fuerzas.

Me sentía la dueña y señora de su cuerpo, sentía que podía hacer con él lo que quisiera. Era mío igual que yo había sido de él minutos antes.

-        No voy a parar - le respondí.

Saqué su miembro de la ropa interior y lo masturbé acelerando el ritmo cada vez que sentía que lo necesitaba. Él por su parte me besaba con desesperación y movía sus caderas buscando más fricción entre los cuerpos. Intentó bajar a mis pechos para besarlos pero se lo impedí.

-        Edward, ahora es tu turno. Sólo para ti - le dije

Él solo asintió y se dejó hacer. Seguí masturbando su miembro unos minutos más hasta que sentí que se estremecía.

-        Espera para, voy a… voy a…

-        Hazlo - le ordené

-        No, no quiero que te manches.

Se levantó corriendo, cogió un preservativo de la mesilla de noche y me lo ofreció.

-        Pónmelo por favor.

-        Pero Edward, yo no estoy preparada para llegar tan lejos - le dije con miedo a que se enfadara.

-        No, tonta - dijo con una sonrisa torcida - es solo para que no te manches, no para lo otro.

Asentí, y me sonrojé. Una vez puesto quise probar algo más, por lo que me agaché quedando su miembro frente mi cara.

-        No Bella, por favor. Sube y bésame.

-        Eso es lo que voy a hacer, besarte - le respondí agarrando su miembro y acercándolo a mis labios.

Deposité un beso en la punta del glande y se estremeció. Le oía negar pero sus caderas empujaban su miembro hacia mí.

Lamí toda su longitud, desde la base hasta la punta, varias veces antes de introducir-lo en mi boca. Era una sensación extraña. Visto desde fuera me había parecido un acto repugnante y frívolo, pero ahora me parecía algo excitante.

Me dediqué a chupar su miembro como mejor pude, dada mi nula experiencia previa, hasta que sentí que todo su cuerpo se estremecía y en mis labios sentía el palpitar de las venas de su miembro.

Lo saqué de la boca y vi allí, en la punta del preservativo, la prueba que me hacía poseedora de su orgasmo.

-        Ha sido… no tengo palabras - me dijo alzándome para abrazarme.

Nos quedamos así, abrazados desnudos en su cama. Pasaron varios minutos en silencio, sólo oyendo nuestras respiraciones agitadas suavizarse poco a poco.

-        Te enseñaré a amarme Bella 

Capítulo 34: Segunda targeta roja Capítulo 36: ¿Bipolaridad?

 
14443318 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10760 usuarios