¿Por qué a mí?

Autor: princesavespa
Género: Humor
Fecha Creación: 20/09/2013
Fecha Actualización: 05/06/2014
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 84
Visitas: 58968
Capítulos: 37

Bella tiene un hijo, Jacob, un adolescente rebelde, con muchos problemas de comportamiento, pero que ama a su madre por sobre todas las cosas, por lo que le prometió que cambiaría su carácter al mudarse de la ciudad donde vivían.

Edward en cambio, tiene una hija, Renesmee, que a pesar de ser una muchacha complicada, se desvive por cuidar de su padre y agradarle.

A pesar de eso, tanto Edward como Bella intentaron darles lo mejor y hacer de sus vidas un lugar lleno de amor.

Cuando Jake y Nessie se conocieron en la secundaria, no se imaginaban lo que significarían uno para el otro.

Sus padres tampoco imaginaron lo que cambiaría sus, ya de por si dificiles vidas, cuando este par se conociera...


 

Primero que nada: HOLA A TODAS! 

A lo mejor les resulte algo extraña la temática de esta historia, pero van a ver que a medida que la lean se pone mejor.

Les cuento que esta escrita tanto en tercera persona como con POV de los distintos personajes.

Como siempre, ya saben que me pueden preguntar cualquier cosa que se los responderé tanto como comentario, como mensaje privado.

Espero que me acompañen, como lo hacen siempre!

Para contactarse conmigo pueden hacerlo vía facebook, me buscan como: Princess Vespa.

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Capítulo 12: Acuerdo de paz.

Bella POV

-          Es así como te cuento Al. El imbécil es hijo de Esme y Carlisle. No lo podía creer.-

Estaba contándole a Alice los pormenores de mi primer día de trabajo.

No solo descubrí que el idiota que casi me mata en el hospital el otro día era el mismísimo Edward Cullen, sino que, además, era uno de los cirujanos especializados en traumatología con los que trabajaría directamente. Era un espanto.

-          ¿Tan malo Bells?- preguntó Alice.

-          Peor. No solo es un idiota, no lo disimula.-

-          ¿Jake sabe algo de lo que te paso el otro día?-

-          ¿Crees que estaría tan tranquila si mi hijo supiera que casi choco? No hay forma Al, en eso es peor que papá.- Y había que ser peor que mi padre.

La merienda y cena en casa de los Cullen fue, dentro de todo, agradable. Salvo por Edward. Esme y Rose, fueron encantadoras como siempre, Carlisle educado y correcto, conocí a Jasper, un muchacho muy agradable, y bien parecido debo agregar.

Cuando conocí a Renesmee, me embargo una sensación muy especial.

Por un lado me lleno de ternura saber porque se llama así, en honor a mi madre, me hizo lagrimear cuando Esme me lo conto, y por otro me causo mucha gracia ver el efecto que producía en Jacob. Era una muchachita muy agradable y simpática, al menos durante la tarde hablamos de todo un poco y me pareció que estaba muy bien plantada en la tierra.

Jake me había mencionado que había tenido un altercado con alguien, pero nunca me imaginé que fuese con ella.

-          Es muy gracioso el hecho que tú y Jake hayan tenido altercados con Edward y su hija.- Rió Alice del otro lado de la línea.

-          Gracioso para ti. Para nosotros incómodo.- Agregué.

-          Cuéntame lo del hospital ¿Cómo se reconocieron?-

La realidad es que me tendría que haber dado cuenta.

La tarde que salimos a merendar con Esme y Rose, se la pasaron contándome cosas de la familia, que Jasper estaba en África construyéndoles casas a los pobres (muy altruista para mi gusto), y que Edward era un gran cirujano, que podría estar operando donde quisiera, pero prefería darle a su hija una vida de tranquilidad  y cerca de su familia en Forks (cosa que veía con buenos ojos).

Cuando estuvimos en la casa Cullen, casi ni hable con él, solo lo mínimo que la cortesía me obligaba, no es que fuera demasiado educada cuando no quería, pero por respeto a Esme lo fui.

Mi atención estaba centrada mayormente en Jacob, quien hizo buenas migas con Jasper y habló bastante con Edward de deportes. Tírales un balón  a un grupo de hombres y tendrás amigos para siempre, eso lo aprendí por vivir rodeada de varones y Alice, claro.

Renesmee casi ni le hablaba a Jake y él se empeñaba por ignorarla, pero me dio la sensación que esos dos se atraen. Quizá fuera porque no paraban de mirarse a escondidas. No se los diría, claro.

Una vez que cenamos, gracias a la insistencia de Esme, nos dirigimos hacia casa. Intente sacarle una palabra a mi hijo, pero estaba absolutamente negado.

Cuando llegue al hospital, el lunes por la mañana y luego de dirigirme a la dirección y recursos humanos para los trámites pertinentes, me dirigí hacia donde estaba mi servicio.

Al llegar, mi jefa, Sue Clearwater, me presentó con los demás médicos traumatólogos. Si bien yo sería la única especialista en rehabilitación del hospital, había otros médicos que se habían ocupado de lo que haría yo ahora.

-          Todos, ella es Isabella Swan. Finalmente se dieron cuenta que necesitábamos a alguien con experiencia y la trajeron a ella.- bromeo Sue.

-          En realidad.- interrumpí.- Fue algo de presión.- Continúe la broma.- Me plante en la oficina del director y solo me fui cuando me dio el trabajo. Creo que fue por amor a si mismo.-

Mi padre siempre decía que era bueno comenzar en un lugar nuevo con algo de humor. Él lo hacía así y siempre había tenido buenos resultados.

-          Entonces debes ser alguien con un carácter único para lograr que ese viejo cascarrabias acceda a  contratarte.-  dijo una chica que estaba parada frente a mí. Era muy bonita, rubia, no muy alta, pero bastante más formada que yo. Llevaba el cabello recogido prolijamente y una sonrisa agradable.- Un gusto Isabella, soy Tanya.- Me saludó.

-          Igualmente Tanya, y dime Bella por favor.- estreche su mano.

-          Claro Bella. A mi dime… Tanya sí, no se me ocurre un diminutivo que no suene idiota.- Reímos.

Uno a uno fueron presentándose. No eran tantos, Kate, Benjamín, Garrett y Maggie.

El día transcurrió muy bien. Todos eran agradables y me hicieron sentir como en casa.

Estaba terminando con un paciente, cuando escuché :

-          ¡Aquí también! ¡Por Dios mujercita, déjame vivir!- dijo en voz baja y cerca de mi oído.

No tuve que darme cuenta para saber quién era.

-          Hola Dr. Cullen.- salude. Tenía un paciente enfrente.- Le agradecería que se refiriera a mi como Isabella por favor.- Todos podían llamarme Bella, el no.

-          De acuerdo Isabella.- Se acercó un poco más.- Sr. Evans, necesito darle unas indicaciones a Isabella, discúlpenos un momento por favor.-

Me tomo suavemente del brazo indicándome que nos alejemos.

-          ¿Qué necesita Dr.?- pregunte ariscamente.

-          Puedes decirme Edward.- dijo sonriendo socarronamente.

-          Aquí es el doctor Cullen y yo soy Isabella.-  ¿Era necesario que hablara siempre con esos aires de superioridad? Era muy molesto.

-          Bien Srta. Swan, le diré.- dijo poniéndose serio.- ¿Ve a la señora que está sentada allí?- pregunto indicándome con la mano.

-          Si.-

-          Es la Sra. Richardson. Tuve un accidente hace dos semanas y le reemplazamos la cadera. No puede caminar aun, es muy pronto, pero sí creo que sería bueno empezar a mover sus músculos para que no se atrofien.-

-          ¿Cuántos años tiene?-

-          Sesenta y cinco ¿Por qué? – me preguntó.

-          Para poder saber cuánto puedo forzar su cuerpo. Si ella tuviese unos años más no podría hacerla levantar peso.- indiqué.

-          Buena observación.- Elogió.- No eres tan tonta como pensaba.-

-          Sí que sabe cómo agradarle a una mujer.- Respondí intentando contener mi furia.- Si no necesita nada más, continuaré con mi trabajo.- Me di la vuelta y me fui.

-          Saluda a Jacob de mi parte.- Dijo sorprendiéndome.

Me di la vuelta y lo miré extrañada.

-          ¿Qué?- pregunto serio.

-          Nada. Lo mismo para Nessie.- El apodo que le daban me parecía horrible, pero a ella le encantaba.

                        

 

-          Buen comienzo entonces.- Dijo Alice luego de relatarle todo lo ocurrido.

-          Se podría decir que si Allie. – Respondí.

-          ¿Y volviste a hablar con Edward?- me causaba gracia que lo tratara con tanta familiaridad.

-          No. No lo volví a ver durante todo el día.- Por suerte.

Seguimos hablando de cosas sin importancia durante un rato más, hasta que escuché la puerta de calle.

-          Al, Jake volvió de casa de su amigo, iré a terminar la cena.

-          De acuerdo Bells. Te extraño.- Casi podía ver su puchero.

-          Y yo a ti cariño.- No quise ponerme sentimental.

-          ¿Has hablado con el tío?- preguntó por mi padre.

-          Justo antes de llamarte. Me dijo que estaba bien, pero no lo creí demasiado.-

-          Lo estamos cuidando, te lo prometo.-

-          Te creo Allie, por supuesto que te creo.-

    Una vez que logré despedirme, fui a saludar a mi hijo.

-          Hola pequeño.-

-          Hola mamá, por favor, no me digas así.- me pidió por milésima vez.

-          Lo lamento, siempre serás mi pequeño.- Aunque casi no pudiera abrazarlo.- ¿Cómo ha ido el día?-

-          Aburrido, como todos.- dijo con desgano- ¿Qué hay de cenar?-

-          No pueden ser todos los días aburridos Jacob.- lo reprendí mientras caminaba hacia la cocina.- Carne asada con verduras.-

-          ¡Genial!- sonrío.- Muero de hambre.-

-          Siempre mueres de hambre hijo.- le dediqué una sonrisa.- Ve a lavarte y pon la mesa.-

 

 

 

Decir que me gustaba mi trabajo era poco. Luego de una gran semana, podía decir sin dudas que me fascinaba.

Había atendido a bastante gente y, con algunos, había logrado sentirme sumamente cómoda.

Ni hablar de mis compañeros. Para mi sorpresa, Tanya se había convertido en una de las personas con las que más hablaba y con quien más bromeaba.

Reconozco ser una persona que se guía mucho por las primeras impresiones, pero con ella me alegra ver que no coincidió. Pensé que era la típica mujer que se sabía hermosa y que iba por el mundo haciéndose notar. Era bueno ver que no era así. De hecho, era mucho más sencilla de lo que pensaba. Es la segunda vez que me pasa. Primero con Rose y luego con ella. A veces equivocarse era bueno.

Con respecto al Dr. Cullen Jr., era de la manera en que lo llamaba siempre, podría haber sido peor.

Inevitablemente por nuestro trabajo, estábamos en contacto todo el tiempo, pero a diferencia de nuestros primeros encuentros, siempre se comportó muy profesional y educado, por lo que el trato fue mucho más sencillo.

Hoy era viernes, finalmente, y estaba terminando unos informes antes de irme.

Otra de las cosas geniales de mi trabajo era que era de lunes a viernes y hasta las primeras horas de la tarde, por lo que podía irme a casa relativamente temprano.

Jake no estaba casi nunca durante las tardes. Había comenzado las prácticas en el equipo de básquet de la preparatoria, estudiaba con Embry y otros de sus amigos, finalmente parecía un adolescente normal. Eso me hacía muy feliz.

-          Bella ¿Todavía por aquí?- me pregunto Sue, mi jefa.

-          Si Sue, quería dejar todo organizado para el lunes.-

-          ¿Quieres tomarte un café conmigo?- pregunto yendo hacia la cafetera de la sala de médicos.

-          ¡Claro! Estoy terminando el último.-

Sirvió dos tazas y se sentó en el sillón frente a mí.

-          ¿Cómo fue esta primer semana Bella?- quiso saber.

-          Excelente Sue. Me siento muy cómoda con mi trabajo aquí.-

-          Se nota. Lo has hecho muy bien.- me felicitó.- No quiero ser entrometida pero ¿Cómo va la adaptación tuya y de tu hijo aquí?-

Me sorprendió con su pregunta. No es una mujer muy simpática. Siempre se manejó correctamente conmigo, pero nunca demostró mayor interés por mí que para darme instrucciones o corregirme si hacía algo que no correspondía.

-          Bien. Realmente bien.- le respondí aceptando la taza que me ofrecía.- Pensé que nos costaría más, pero contar con buenos amigos por aquí ayuda.-

-          Hablas de los Cullen ¿No?- preguntó.

-          Sí. Son muy agradables.- Al menos la mayoría.

-          Carlisle y Esme son buena gente.- corroboró.- Fuimos compañeros de curso con Carlisle, por lo que nos convertimos en buenos amigos.- tomó un sorbo de su café.- Cuando se casó con Esme gané otra amiga.- Menos mal, pensé que me iba a decir que había sido su amor imposible.- Solíamos pasar mucho tiempo juntos. Harry amaba salir a pescar con él.-

-          No sabía que era casada.- Pregunté aun sin salir de mi asombro por la confidencialidad que había entre nosotras de pronto.

-          Soy viuda.- Contestó cortamente.

-          Lo siento.- ¿Quién me mandaba a preguntar?

-          No lo sientas. Paso hace tanto que debería decir que soy soltera.- Soltó con total tranquilidad.- Tenía tu edad cuando quedé viuda.-

Por deducción, Sue tenía la edad de Carlisle, por lo que hacía más de veinte años que era viuda.

-          ¿Y nunca pensó en rehacer su vida?- me arrepentí al minuto de decirlo.- Lo siento, no era mi intención entrometerme.-  Dios, debía callarme.

-          No te preocupes Bella. – Dejo la taza en la mesa.- Te preguntaras por qué me acerqué a ti a conversar.- La verdad que sí.

-          Un poco.-Admití.

-          Toda la semana estuve observándote. No solo porque quería estar pendiente de tu trabajo.- eso me intimido un poco- sino porque hay algo en ti que me hace acordar mucho a mi cuando tenía tu edad.-

-          Aja.- respondí originalmente. La verdad era que no tenía idea que decirle.

-          Cuando quedé viuda mi hijo Steve, tenía tres años. Fue muy difícil para mí poder hacerme cargo de él, de mi tristeza y de lo que significaba hacerse cargo de una casa sola. No estaba acostumbrada.-

-          La comprendo.- Contesté.

-          Lo sé, pero veo que lo has hecho bien.- Sonrió.- Aunque no conozco a tu hijo.- agregó guiñándome un ojo.

-          Es el amor de mi vida.- respondí segura.

-          Es el único amor que sabes que será para siempre.- Aseveró Sue.- Con respecto a tu pregunta, no tuve intención de rehacer mi vida porque no conocí a la persona. Mi esposo fue el hombre de mi vida. Lo conocí siendo una adolescente y me enamoré locamente de él. Nos casamos apenas cumplí la mayoría de edad. Mientras estudié, el trabajo para que pudiese dedicarme a mi profesión y, cuando finalmente me recibí, el ya no tenía intenciones de estudiar, por lo que se puede decir que se sacrificó por mí. Cuando nació Steve la vida era perfecta.- Dejo de hablar por un momento y yo solo continué mirándola en silencio.- Trabajaba en construcción y hubo un accidente en la obra… no te importa que no te de detalles ¿verdad Bella?-

-          Para nada Sue.-

-          Bien, basta de charla. Me imagino que querrás volver a casa con tu hijo.- dijo poniéndose de pie. Imité su gesto.- Me alegro que estés aquí querida.- dijo acercándose para saludarme.

-          Y yo me alegro de estar.- Devolví el saludo.- Gracias por la charla Sue, me hizo bien.- Era verdad.-

-          Mejor así. Que tengas un hermoso fin de semana.- Concluyó saliendo de la sala.

Una vez que termine de cambiarme, me dirigí a la salida. Jake iría a comer con sus amigos, luego de cerciorarse que yo estaría bien en casa. Este hijo mío era increíble.

Estaba llegando a la camioneta cuando escuché pasos detrás de mí y me voltee a ver.

-          ¿Retirándose ya Señorita Swan?-

-          En efecto Dr. Cullen.- respondí girándome para contestarle. – Buenas tardes Edward.- Decidí saludarlo. Ya no estábamos dentro del hospital y era una tontería llevarme mal con el hijo de mi madrina. Al fin y al cabo eran algo parecido a familia.

-          Estoy sorprendido.- dijo al alcanzarme.- Tanta cordialidad me preocupa.- Y ya la había arruinado.

-          ¿Prefieres que te trate de otra manera?- pregunté abriendo la puerta de mi camioneta y dejando mi bolso dentro de ella.

-          Para nada, así está bien. – sonrío- ¿Yo puedo decirte Isabella o prefieres el “señorita Swan”?-

-          Bella está bien.-

Nos quedamos en silencio un momento parados al lado de la camioneta. Evidentemente no quería irse aun.

-          Y bien…- comencé.- ¿Cómo esta Renesmee?- Nada como hablar de nuestros hijos para cortar el ambiente extraño.

-          Ella siempre está bien.- respondió sonriendo.- Estaba en casa de su amiga estudiando, al menos eso me dijo.-

-          ¿Dudas de tu hija?- pregunte divertida.

-          No. Confío plenamente en ella. Cuando me dice que hará algo, lo hace.- Se lo notaba orgulloso.- A veces creo que me cuida ella a mí.-

-          Jake es igual.- compartí-De hecho, es un poco sobreprotector. No quiere hacer nada si no sabe que estoy haciendo yo. Esta tarde tuve que perjurarle que estaba bien para que saliera con sus amigos lo que me hizo preguntarme en qué momento se había convertido en mi padre.- Cuando terminé de hablar me sorprendió con la naturalidad que estaba compartiendo eso con él.

Tal vez al tener ambos hijos de la misma edad comprendíamos las cosas de la misma manera.

-          Evidentemente tenemos hijos que se preocupan por sus padres.- dijo sonrientemente.

-          ¿Hasta qué punto es algo bueno?- reflexioné- Digo ¿Somos sus padres no? ¿No deberíamos nosotros sobreprotegerlos?-

-          ¿Tú no sobreproteges a Jake?- Suspiré.-

-          Sí. La realidad es que sí. No puedo evitarlo, es mi bebé.-

-          Un bebé muy desarrollado.- Largué una carcajada.

-          Ni que lo digas.-

Era agradable hablar con él de esta manera.

Más allá de nuestro trato laboral, nunca había mantenido una conversación más larga con Edward.

-          Bella.- dudó un instante.- Ya que tu hijo no está en tu casa, y la mía se queda en casa de su amiga.- ¿Querrías ir por una cerveza?-

La invitación me dejó helada. No la esperaba para nada.

-          En realidad…- comencé. No sabía si era buena idea.

-          Sin compromisos. Como un acuerdo de paz.- agregó. Su mirada, siempre pagada de sí misma, era la de un hombre común.

Estos días en el hospital había escuchado toda clase de comentarios sobre él. Que era insoportable, maravilloso, encantador, insufrible, tirano, atractivo y muchas otras cosas más. Una de mis pacientes, una mujer de unos cuarenta años, me había contado con lujo de detalles todas las veces que lo había invitado a salir y que él, educadamente, la había rechazado.

No me parecía feo, pero tampoco era tan llamativo como decían todas. Hasta Tanya me había contado que hace algunos años tuvo un romance fugaz con él.

-          Estoy de acuerdo con el acuerdo.- respondí por fin. – Una cerveza. – sentencié.

-          Hecho.- Sonrió amigablemente.- Estoy con mi auto ¿te parece si me sigues?-

-          Tu guía.- conteste subiéndome a la camioneta.

-          Como siempre.- agregó descaradamente.

-          Cullen, no abuses de mi buen humor. – Respondí cerrando la puerta.

    Conduje siguiéndolo durante unos quince minutos, nada era demasiado lejos en este pueblo, hasta que me hizo señas indicándome un bar que pasamos. Doble la cuadra y estacioné cerca de su auto.

-          ¿Vamos?- preguntó una vez que se acercó a mí.

-          Vamos. – dije cerrando la puerta.

Caminamos hablando de cualquier cosa, entramos al bar, un lugar con música suave, luces tenues y bastante gente.

-          ¿Jake ve a su padre?- preguntó Edward.

Luego de un rato de hablar del trabajo y otras cosas, la conversación volvió a caer en el tema en común: los hijos.

-          A veces.- respondí.

-          ¿Y él no tuvo problemas de separarse de su hijo?-

-          La realidad es que no tenía opinión al respecto.- Comencé a contarle un poco de la historia de mi vida.- Sé que la mamá de Nessie…- no quise continuar. No sabía la clase de relación que había tenido con la madre de su hija.

-          Jessica murió a los pocos meses de vida de Ness.- terminó por mí.- Fue una pérdida terrible.-

-          Imagino que si.-

-          ¿Puedo ser horriblemente franco?- preguntó.

-          Supongo.- respondí dudando.

-          Lo lamente por mi hija, no por mí.- dijo en voz baja.- En realidad yo no amaba a Jessica ¿Suena espantoso no?-

-          No sé qué decirte. – dije dándole un trago a la cerveza.- Nadie puede culparte por sentir, o en este caso, no sentir amor por una persona.- Agregué levantando los hombros.- Nadie sabe cómo es estar en el lugar del otro. Pueden decir de mí que soy una madre desamorada por llevarme a mi hijo lejos de su padre.-

-          No creo que nadie que conozca tu historia pueda decir eso Bella.- acotó Edward.

-          No sabes cómo piensa la gente Edward. La esposa del padre de Jake se la paso haciendo alarde de lo mal que estaba su esposo por la tirana madre de su hijastro. Durante días tuve que escuchar toda clase de rumores de mi persona.-

-          Que la gente se meta su opinión en…- se interrumpió.- Lo siento.- dijo algo avergonzado.

-          ¡El gran Edward Cullen avergonzado!- dije riendo.- ¿Quién lo diría?- bromee con él.

-          ¿Gran Edward Cullen? ¿Me consideras grande?- rió con sorna.

-          Para nada. Eso es lo que dicen de ti.- quise molestarlo.

-          ¿Ah sí? ¿Y qué más dicen?- pregunto divertido.

-          Eso te lo diré otro día.- Mire mi reloj y me puse de pie.- Debo irme Edward.-

-          Claro.- dijo imitando mi gesto.- Yo también, mañana le prometí a Nessie que la iría a buscar temprano para hacer algo juntos.- Se alejó hacia la barra y pago por las cervezas antes de que pueda darme cuenta.

-          ¡Oye!- lo llamé.- ¡No me diste tiempo a ver cuánto era!-

-          Esta vez va por mí. La próxima la invitas tu.- Dijo golpeando suavemente su hombro con el mío, o al menos intentando ya que me llevaba varias centímetros.

-          Hecho.- respondí.

Salimos del bar hasta nuestros vehículos.

-          Gracias por la invitación Edward. Sorprendentemente la pase muy bien.-

-          Lo tomaré como un elogio. Creo.- Contestó.- Yo también. Me alegro que podamos llevarnos algo mejor.-

-          Yo también. Tenemos que vernos demasiado para tratarnos mal. Adiós Edward.- Palmeé su brazo.- Nos vemos.- Saludé subiendo a mi camioneta.

-          Nos vemos Bella.- Saludó Edward yendo para su auto.

Había sido una salida agradable.

Estaba sorprendida por la cordialidad de Edward. Creo que me podría caer bien.

Estaba llegando a casa, cuando vi una sombra sentada en la entrada de casa. Me parecía que era un hombre.

Estacione un poco alejada. No era cobarde, pero estaba sola, sin Jake y no tenía demasiados conocidos en el pueblo.

Tome la traba del volante, tenía que ser precavida, y bajé.

A medida que me fui acercando no podía creer lo que veía.

-          ¡EMMETT!- grité corriendo hacia mi amado primo.

-          ¡Bella!- se puso de pie y acorto la distancia para tomarme en brazos.

-          ¿Qué haces aquí cariño? ¡Qué gusto!- dije aun en sus brazos. Lo había extrañado muchísimo.

-          Vine.- Respondió simplemente levantando los hombros.

-          Me doy cuenta Emm.- Me solté del abrazo y abrí la puerta de casa.- Ven, vamos a tomar algo.- Lo invité a entrar.

Entré, dejé mi bolso y cuando giré a verlo, vi que entraba con valijas.

-          Emmett ¿Qué son esas valijas?-

-          Ya te dije Bella. Vine.- puso su cara de “travesura”- Vine a vivir con ustedes.-

Eso sí que no lo esperaba de ninguna manera.

 

Capítulo 11: Pequeño monstruo irritante. Capítulo 13: Por si me sentía aburrido...Emmett!

 


 


 
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